El entonces teniente coronel cubano Arnaldo Tamayo Méndez junto al cosmonauta soviético Yuri Romanenko. Foto: Archivo de Granma

Creado en la segunda mitad de la década de los 60 del pasado siglo por iniciativa de la antigua Unión Soviética y los países del entonces campo socialista europeo, el Programa Intercosmos constituyó uno de los proyectos más exitosos de su época en la utilización del espacio sideral con fines pacíficos.

Además de promover la colaboración multilateral y las investigaciones, dentro de sus objetivos figuraba propiciar la participación de ciudadanos de las diferentes naciones que lo integraban (también participaban Cuba y Mongolia) en las misiones espaciales planificadas.

Lo anterior se hizo realidad el 2 de marzo de 1978, cuando tuvo lugar el lanzamiento de la primera tripulación internacional, compuesta por el piloto cosmonauta soviético Alexei Gubarev y el cosmonauta investigador checo Vladimir Remek.

Dos años y seis meses más tarde, el 18 de septiembre de 1980, el teniente coronel cubano Arnaldo Tamayo Méndez hizo historia y acaparó titulares en medios de prensa, al convertirse en el primer latinoamericano en viajar fuera de los confines de nuestro planeta.

Exactamente a las tres y once minutos de la tarde de ese día, hora de Cuba, Tamayo partió desde el cosmódromo de Baikonur a bordo de la nave Soyuz-38, bajo el mando del cosmonauta soviético Yuri Romanenko.

Un día después se acoplaron a la estación Saliut 6-Soyuz 37, donde compartieron intensas jornadas con los dos tripulantes de ese complejo orbital, Leonid Popov y Valeri Riumin.

La misión de Romanenko y Tamayo culminó el 26 de septiembre y tuvo una duración de siete días y poco más de 20 horas. En total, dieron más de 120 vueltas alrededor de la Tierra y acometieron importantes investigaciones, en las cuales la ciencia cubana tuvo un desempeño relevante.

 

A LA ALTURA DEL MOMENTO

El doctor en Ciencias José Altshuler, presidente entonces de la Comisión Nacional del Programa Intercosmos, relató hace un tiempo a este diario que, pese a no tener experiencia previa en la temática, los científicos cubanos prepararon experimentos de alto rigor y originalidad.

Participaron en su concepción alrededor de 200 profesionales y técnicos de diferentes instituciones, entre ellas el Instituto Cubano de los Derivados de la Caña de Azúcar, el Centro Nacional de Investigaciones Científicas, el Instituto de Investigación Técnica Fundamental, el Instituto de Geofísica y Astronomía, la Universidad de La Habana, el Instituto Técnico Militar y el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación.

Un aspecto a destacar es que cuando los especialistas nuestros presentaron sus propuestas a la parte soviética, las expusieron con argumentos tan sólidos que la mayoría de ellas resultaron aprobadas.Tanta importancia les concedieron a varios de los trabajos investigativos elaborados por los profesionales cubanos, que en misiones posteriores del Programa Intercosmos decidieron seguir aplicándolos a fin de perfeccionarlos y llevarlos a la práctica, lo mismo en la Tierra que en el espacio sideral.

Como refiere a Granma el Héroe de la República de Cuba, general de Brigada Arnaldo Tamayo Méndez, las temáticas de los experimentos comprendían la medicina espacial, las comunicaciones, la exploración de los recursos naturales de nuestro país, incluida la plataforma insular, los aspectos sicológicos a tener en cuenta con los futuros candidatos a cosmonautas y otros destinados a beneficiar significativos renglones de la economía cubana.

Visto de manera particular, resaltan el denominado Azúcar, concebido para evaluar la cristalización de la sacarosa en condiciones de ingravidez, y el Córtex, cuyo propósito fue registrar la respuesta cerebral humana a estímulos visuales en dicho ambiente.

Los dos son considerados los primeros de su tipo emprendidos en el espacio. Igualmente, figura en la relación el nombrado Hatuey,  con el objetivo de valorar la influencia de la ausencia de gravedad sobre la velocidad de la división de las células de levadura, en tanto el Inder sumó el nombrado Soporte. Su finalidad consistió en determinar el efecto de la ingravidez en los mecanismos posturales de los cosmonautas.

Justo es apuntar que buena parte de los equipos empleados en las investigaciones citadas fueron diseñados y fabricados por los propios científicos cubanos.

Tamayo precisó que especialistas y trabajadores del sector  laboraron durante más de dos años y medio en la confección de los experimentos, lo cual, junto a la preparación recibida en el Centro de Cosmonautas Yuri Gagarin, en las cercanías de la ciudad de Moscú, posibilitó cumplimentar con éxito el primer vuelo espacial conjunto soviético-cubano del 18 al 26 de septiembre de 1980.

«El hecho tuvo un carácter eminentemente científico-técnico en la exploración espacial con fines pacíficos y para Cuba, en particular, significó uno de los eventos más trascendentales del siglo XX y de relevante repercusión histórica y política», señaló el cosmonauta cubano.

Según su apreciación, la ciencia nacional se creció ante tan inmenso desafío y supo estar a la altura del momento y de las exigencias de la parte soviética, mostrando al mundo su notable capital humano y la capacidad de asumir los más difíciles retos.

Al valorar el significado de aquella epopeya, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz expresó el 15 de octubre de 1980: Es todo un símbolo que un hombre de origen tan humilde haya alcanzado tan extraordinario éxito, porque, desde luego, solo la Revolución y únicamente la Revolución habría hecho posible que un joven como Tamayo tuviera esa posibilidad.

Para el primer cosmonauta cubano y latinoamericano, el aniversario 40 del notable suceso es parte inseparable de la obra y el pensamiento de Fidel, principal promotor del desarrollo científico en Cuba.

 

Precisiones

  • Algunos de los experimentos tuvieron aplicación inmediata, como fue el caso del Trópico III, dirigido al análisis de los recursos naturales del país.
  • Otras investigaciones contribuyeron a mejorar las condiciones de vida y de trabajo del hombre en el espacio, o aportaron conocimientos de sumo valor para futuras misiones al cosmos.
  • Si bien el experimento denominado Holograma no pudo ejecutarse por dificultades logísticas, los soviéticos lo llevaron a cabo en marzo de 1981 en el siguiente vuelo del Programa Intercosmos.