Científica cubana

Cuba es un país bloqueado por la potencia más poderosa del mundo y no sabemos cuánto tiempo más se mantendrá esta situación. Por esa razón tenemos que lograr cada vez mayor soberanía tecnológica y no depender tanto de las importaciones, eso es un elemento clave en la estrategia de desarrollo económico y social de nuestro país que impulsa la máxima dirección del Partido, el Estado y el Gobierno.

El sector Biotecnológico y Farmacéutico fue concebido por nuestro Comandante en Jefe con el objetivo de alcanzar soberanía en la producción de medicamentos y otros productos para la salud, la agricultura, la ganadería, etc. Hoy BioCubaFarma suministra al Sistema Nacional de Salud más de 900 productos y de ellos 359 son medicamentos, que representa el 56 % del cuadro básico. Más de mil millones de dólares se requeriría para importar los productos que hoy suministra BioCubaFarma al Sistema Nacional de Salud.

Como parte del plan estratégico de desarrollo del Sector Biofarmacéutico cubano, en el 2030 el 80% de los medicamentos del   Cuadro Básico serán fabricados en nuestro país, lo cual nos permitirá seguir incrementando soberanía en este sensible tema.

También se trabaja intensamente en sustituir las importaciones de materias primas y otros materiales que se requieren para producir los medicamentos. En este sentido ya se han logrado resultados, hace 8 años, cuando se creó BioCubaFarma, aproximadamente el 65% del material de envase secundario (etiquetas, prospectos, estuches) se importaban, sin embargo, en la actualidad son fabricados en Cuba y las importaciones no llegan al 5 %.

Por otra parte, tenemos proyectos conjuntos con las Universidades para desarrollar las tecnologías de producción de algunos principios activos de origen químico. Con otros sistemas empresariales, como AZCUBA y LABIOFAM estamos trabajando para producir algunos componentes que son comunes en un grupo importante de medicamentos, por ejemplo, el Sorbitol, el Almidón de Maíz, la celulosa Microcristalina, entre otros.

En este tema también se avanza, por ejemplo, en un trabajo desarrollado con LABIOFAM, ya se ha obtenido Almidón de maíz grado farmacéutico el cual se ha usado en la fabricación de 7 medicamentos con resultados satisfactorios hasta el momento y seguirán las evaluaciones en aproximadamente 80 medicamentos más que utilizan este compuesto en su formulación.

El protocolo cubano para el tratamiento de la COVID-19 es un ejemplo de lo que hemos podido alcanzar en soberanía, el 85% de los medicamentos del mismo se producen en BioCubaFarma. El impacto que han tenido en los indicadores de salud son significativos. La Biomodulina T, aplicada de forma masiva en personas vulnerables, por ejemplo, a los ancianos en las casas de abuelo, ha permitido reducir el nivel de infestación con el virus y la mortalidad en ese grupo de riesgo. Los Interferones, incluida la nueva formulación de aplicación nasal, el Nasalferon, han permitido reducir el porciento de pacientes infectados que pasan a estado de gravedad. Los medicamentos con efectos antinflamatorios como Jusvinza y el Itolizumab, han tenido un gran impacto en el tratamiento de los pacientes graves y críticos.

Producción de nuevos lotes de Soberana 02. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Las vacunas cubanas contra la Covid-19 son otro importante ejemplo de soberanía tecnológica. No sería posible aspirar a inmunizar contra esta enfermedad a toda nuestra población antes de finalizar el 2021, si no fuera porque hemos podido desarrollar y producir nuestras vacunas.  Además, económicamente hubiera sido muy difícil para nuestro país alcanzar esa meta, con la situación que tenemos derivada del recrudecimiento del bloqueo y las propias consecuencias de la pandemia en la economía. Nos ha costado aproximadamente 10 veces menos que si hubiéramos tenido que comprar las vacunas. Por otra parte, aun no existe disponibilidad suficiente de estos inmunógenos para vacunar a la población mundial.

Las vacunas que hemos logrado desarrollar nos permiten proteger también a nuestros niños, potenciar la inmunidad a los convalecientes, diseñar una estrategia de dosis de refuerzo con una adecuada racionalidad científica.  Vamos a lograr “blindar inmunológicamente” a nuestra población para defenderla contra este nuevo coronavirus. Por otra parte, estamos atentos y tenemos la capacidad de desarrollar nuevas variantes de vacunas que protejan contra nuevas cepas que escapen a la inmunidad inducida por los inmunógenos actuales.

El enfrentamiento a la pandemia de la COVID-19 nos ha traído enseñanzas, nos ha demostrado que, en términos de soberanía tecnológica, podemos lograr mayores resultados y más rápidos.

Hoy aún se importan equipos, dispositivos, insumos médicos, que sin dudas los podemos fabricar en nuestro país. Durante la pandemia fuimos capaces de desarrollar y producir, en relativamente poco tiempo, ventiladores mecánicos, como el PCVENTE, proyecto conducido por ingenieros de varias instituciones.

Se encuentra en fase muy avanzada un equipo de ventilación de emergencia, no invasivo, el VENTIPAP y un ventilador pulmonar de altas prestaciones que ya cuenta con el primer prototipo.

Ventilador Pulmonar de CNEURO activo ya en Matanzas. Foto: Mario Ernesto Almeida / Cubadebate

Como parte del programa de Soberanía Tecnológica de BioCubaFarma, estamos trabajando para producir en el país el equipamiento que se requiere en nuestro sistema de salud. Hoy se suministran monitores de paciente DOCTUS, desfibriladores, esfigmomanómetros digitales, medidores de oxígeno de pulso, entre otros, pero sabemos que podemos hacer más y por eso se trabaja en una estrecha coordinación con el Ministerio de Salud Pública y otras entidades del país para seguir avanzando en este sentido.

También hemos tenido una experiencia muy positiva en el desarrollo de los sistemas diagnósticos relacionado con la COVID-19.  A partir de la tecnología SUMA del Centro de InmunoEnsayo se logró la obtención de sistemas UMELISA para medir anticuerpos contra el SARC-CoV-2, que han tenido utilidad para la realización de estudios de sero-prevalencia y para evaluar la respuesta inmune que generan nuestras vacunas. Además de la prueba de antígeno que permite detectar casos positivos infectados con el SARS-COV-2, que se emplea en una red de laboratorios a lo largo del país.

Como se conoce, la prueba de oro para detectar personas infectadas con el SARC-CoV-2 es el PCR.  El costo de estas pruebas es bien elevado.  Desde el inicio nos dimos a la tarea de ir sustituyendo los componentes importados de esa prueba, lográndose producir los hisopos para la toma de la muestra y el medio donde la misma se conserva para transportarla a los laboratorios. En el Centro de Estudios Avanzados se logró desarrollar y producir los sistemas de extracción del material genético y en la actualidad estamos en los pasos finales para producir el equipo extractor automático. También se han logrado avances en el desarrollo del juego de reactivos para la realización de la prueba, o sea, las enzimas, los oligonucleótidos y otros reactivos extremadamente costosos.

A lo largo de los más de 30 años de experiencia de este sector en nuestro país, se ha ido dominando un grupo importante de tecnologías de avanzadas en el campo de la biología molecular, la ingeniería genética, procesos biotecnológicos complejos relacionados con la obtención de productos recombinantes derivados de los cultivos en células de bacteria, levaduras, células de mamíferos. Procesos tecnológicos basado en la síntesis química de biomoléculas han permitido desarrollar productos terapéuticos seguros y efectivos, así como antígenos sintéticos usados en vacunas humanas.

Más reciente se han incorporado novedosas tecnologías de proteómica, genómica, bio-informática, nano-biotecnología. También estamos avanzando en las tecnologías de la cuarta revolución industrial, como la automática, la robótica, computación en la nube, impresión 3D, biología sintética, entre otras.

La Industria Biotecnológica y Farmacéutica es un sector de alta tecnología, su desarrollo y crecimiento sostenible requiere de la introducción sistemática de los más importantes avances tecnológicos. Para BioCubaFarma eso es una prioridad.

Es importante recordar las palabras de nuestro Comandante en Jefe en 1990 cuando dijo: “La independencia no es una bandera, o un himno, o un escudo. La independencia no es cuestión de símbolos. La independencia depende del desarrollo, la independencia depende de la tecnología, depende de la ciencia en el mundo de hoy”. El Presidente Díaz-Canel ha reiterado la necesidad de aplicar permanentemente la ciencia y la tecnología como un elemento clave para nuestro desarrollo.

No se puede aspirar a una sociedad próspera, justa y sostenible sin soberanía tecnológica. Los científicos cubanos de todos los sectores tenemos el compromiso de seguir demostrando que es posible, esa batalla la tenemos que seguir ganando.

Se produce a gran escala Soberana 02. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.