Una mirada íntima, sensible, acuciosa, sin esnobismos, ni deslumbramientos vanos; respetuosa y tan fascinada desde el lente, como fascinante para el espectador...
Una mirada íntima, sensible, acuciosa, sin esnobismos, ni deslumbramientos vanos; respetuosa y tan fascinada desde el lente, como fascinante para quienes nos encontramos, al mismo tiempo, con una época efervescente que no vivimos y con la visión artística de esta creadora impresionante.
La muestra Varda Cuba, que ocupa por estos días una de las salas transitorias del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, es
un proyecto de colaboración entre el Centro Pompidou, Musée National d Art moderne y el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba.
El público puede apreciar un total de 110 fotografías que sirvieron de base para la creación del material audiovisual Salut les Cubains, que también se proyecta, a propósito de la muestra, el Director del Museo Nacional de Bellas Artes, Jorge Fernández, escribió:
“La obra de Varda tiene estos lindes borrosos entre la ficción y la realidad porque ella produce nuevas realidades. Ninguna de estas piezas establece una pose predeterminada. El obturador fluye para que no escape el más pueril de los acontecimientos. Junto a personajes de la más anónima raigambre conviven en una suerte de falansterio visual, figuras prominentes de la política y la intelectualidad cubanas.”
La historia se completa, según los objetivos de Agnes Varda, en la animación de estas instantáneas para documentar la vida en aquellos primeros años de la Revolución Cubana, sin embargo, hay una narración mínima, breve, pero no menos profunda, en cada foto. Tienen, todas, su propio ritmo, cadencia y movimiento.
Entre miles de fotografías se fue completando un filme renovador desde el lenguaje documental, desprejuiciado en el contenido, perspicaz a la hora de expresarse y sortear los vendavales políticos y sociales de una Revolución que hervía aún y generaba toda clase de expectativas, cuestionamientos y curiosidades en el mundo, pero sale ilesa con esa verdad comprendida, no copiada de las calles de Cuba.
La obra que nos espera en bellas Artes es Bella, técnicamente exquisita, pero también atractiva, agradable, emocionante, agita los músculos del rostro hacia la sonrisa aquí o el asombro allá, siempre con una credibilidad que moviliza sentimientos.
