Bailarines cubanos

Giros, saltos, cargadas, equilibrio y un alto nivel interpretativo resultaron las cartas de triunfo de los cubanos Viengsay Valdés y Osiel Gounod, quienes pusieron de pie a los panameños en una gala en la que brillaron otras estrellas.

El pas de deux Don Quijote, una de las piezas emblemáticas de la danza clásica, fue la perfecta para que la primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC) mostrara su virtuosismo y depurado arte, virtudes que el público supo premiar con ovaciones.

Pero, el preciosismo artístico y técnico de Kitry y Basilio, personajes centrales de Don Quijote, no fue lo único que impactó a los presentes en el capitalino teatro Anayansi, sino también el dramatismo de Espartaco, cuya versión rusa, la más conocida mundialmente, fue interpretada aquí por primera vez por Valdés.

Los otros que hicieron valer la calidad técnica y artística de la escuela cubana de ballet fueron los jóvenes representantes del BNC Katherine Ochoa y Narciso Medina, quienes con su exquisita actuación y sincronización de movimientos en el pas de deux Esmeralda y Cero lograron la simpatía y los aplausos del público.

Y si de estrellas hablamos, vale destacar la impecable presentación de Misa Kuranaga y Patrick Palkens, figuras principales del Ballet de Boston que pusieron de pie a muchos tras la interpretación del pas de deux Black Swan, una obra llena de amor.

Mención también merecen, en esta gala internacional, los representantes del Ballet Nacional de Portugal Filipa de Castro y Carlos Pinillos, quienes mostraron la pasión que los une en la vida real en Cantata, una bella interpretación en medio de un ambiente trágico.

Otras piezas representativas del ballet clásico estuvieron presentes en esta función por intermedio de los jóvenes panameños Eileen Frazer, Illya Kun, Ana Carolina Olarte y Andrea Díaz, los cuales no se dejaron opacar por las estrellas y mostraron un nivel interpretativo y técnico que su público premió con aplausos.

Mientras, Dusty Button, coreógrafa y bailarina principal del Ballet de Boston, evidenció talento suficiente para desdoblarse y transitar de la danza contemporánea con Audible, su primera presentación en solitario, y Gamzatti Variation de La Bayadere, una pieza clásica.

Y como colofón de una noche plagada de luminarias, La danza de las horas, donde en pocos minutos los esfuerzos de todos se fusionaron para demostrar la belleza de la danza como una expresión de arte fantástica, que rebasa las fronteras.