Viengsay Valdés

La directora del Ballet Nacional de Cuba apuesta por bailarines que puedan asumir una amplia gama de estilos y lenguajes. La entrevistamos.

En uno de los salones del Ballet Nacional de Cuba, la primera bailarina Viengsay Valdés ensaya junto a Dany Hernández una las piezas más difíciles del repertorio histórico de la compañía: Tema y variaciones. Es la coreografía que George Balanchine creó para Alicia Alonso en 1947. Se cuenta que el célebre coreógrafo no se lo puso fácil a la bailarina: las sesiones eran casi una batalla. De reto en reto se fue armando la obra.

Viengsay Valdés, lo saben todos los que la conocen, nunca se toma a la ligera un ensayo. «Imagínese este, que es de un ballet concebido para Alicia. Hay que estar a su altura, hay que hacerlo muy bien».

Lo que sucede es que Viengsay Valdés ya no es simplemente una de las primeras figuras del elenco, es también ahora la directora general. Se supondrá que el tiempo no le sobra. Así que nos concede la entrevista en un descanso, todavía con las zapatillas puestas.

—Después de su nombramiento, el apoyo del gobierno, de las instituciones culturales, de los artistas y el público ha sido notable. Hace poco recibió una felicitación del propio Raúl Castro…

—Él me vio bailar muchas veces y el hecho de que me haya tenido en cuenta en esa felicitación desde la admiración y el respeto, de saber que quizás era yo la persona indicada, ha sido una gratísima sorpresa y sobre todo es un gran compromiso.

—Ha dicho que ese compromiso se basa en la continuidad, pero también en la renovación. Está claro que el ballet no es un arte de museo.

—La continuidad, por supuesto, implica un respeto un legado histórico. Pero no excluye seguir procesando una renovación. Una evolución, una actualización de nuestro ballet cubano.

«Creo que sin perder nuestras esencias, sin olvidar nuestras raíces, se puede y se debe aportar mucho a la compañía. A su repertorio. Al trabajo diario en los salones y su resultado en la escena. Es mucho lo que se puede hacer todavía.

«Desde que fui nombrada subdirectora artística lo tuve muy claro, lo tengo claro ahora que estoy al frente de la dirección. Es la forma que desde dentro puedo motivar un cambio, que siempre me pareció necesario.

Viengsay Valdés
Foto: Gabriel Dávalos

«Los bailarines necesitan la versatilidad. Es una necesidad desarrollarse no solo en los grandes clásicos del repertorio, que es lo que nuestra compañía ha hecho sobre todo. También hacen falta bailarines que tengan una capacidad, un abanico amplio de estilos que les pueda permitir desenvolverse con cualquier coreógrafo, con cualquier lenguaje.

«Eso es vital. No nos pueden decir que esta compañía se ha especializado solo en una vertiente de la danza. Lo ideal sería que nos consideraran una compañía integral, poseedora de un sello internacional.

«Un sello, claro, que destaque al conjunto; no se trata de estimular el individualismo. Pero tiene que verse la gama, la diversidad de estilos y expresiones.

«Eso es lo que quiero ofrecerles a los bailarines. Es la manera de completar el desarrollo técnico y artístico de todos ellos».

—Hay una tradición de bailarines que han dirigido compañías mientras seguían bailando. La propia Alicia lo hizo por mucho tiempo. ¿Hasta qué punto es un desafío para usted?

—Yo puedo asegurar que es muy difícil. Nadie se imagina mi día a día. Le dedico la mañana a la parte física, a mi entrenamiento, el perfeccionamiento... las clases, los ensayos. En definitiva, mi superación constante como bailarina.

«Pero a partir de la tarde es otro tipo de trabajo: tengo que adentrarme en la parte administrativa. Es un cúmulo de cuestiones: la programación, por ejemplo, mucho más ahora que estamos organizando el Festival Internacional de Ballet, dedicado a nuestra Alicia en su centenario.

«Son muchas cosas a la vez. Y otras tantas, detalles que van surgiendo por el camino. Todo eso me alarga el día. Comienzo a las ocho de la mañana y muchas veces me toman las siete de la noche aquí todavía. Casi doce horas sin dejar de trabajar. Es extenuante, francamente. Por suerte al otro día puedo librarme del estrés con el ejercicio físico. Bailar siempre es liberador».

—O sea, que no tiene planes inmediatos de dejar de bailar…

—Creo que estoy en un momento importante de mi vida, de mi carrera y no lo voy a desaprovechar. Lo tengo que explotar al máximo, porque la carrera de un bailarín en cierto modo es corta.

«Si puedo seguir sobre la escena, seguiré sobre la escena. Por mi público, por aquellas personas que me siguen. Todavía tengo mucho por bailar».

Viengsay Valdés
Foto: Gabriel Dávalos