Partido de béisbol

Era un partido de puro trámite el de Cuba ante las Águilas del Cibao de República Dominicana. En definitiva los Alazanes de Granma sufrieron su primer revés 1-7 y se definieron los cuatro semifinalistas, pues los quisqueyanos completaron el grupo, y de paso sacaron a los anfitriones mexicanos de las instancias decisivas.

De hecho, las ansias de colarse en la repartición del pastel se demostraron desde el mismo primer episodio, en el cual el cuarto madero Edwin Espinal remolcó la primera de los dominicanos con doble.

Esa sería la única anotación permitida por el derecho Vladimir Baños, quien si bien estuvo complicado en los tres innings en los que actuó, se las ingenió para colgar ceros y no permitir más ninguna. Justo ahí comenzó el timonel Carlos Martí a diseñar su estrategia de pitcheo, acertada desde mi perspectiva, pues preservó a Baños y envió al box al derecho Yoalkis Cruz.

Con características y velocidad similares a las de su predecesor, Cruz soportó doble y jonrón en la baja del quinto acto, y saltó de la colina de los martirios. A propósito, el cuadrangular de Junior Leigh, el número mil que se conectaba en Series del Caribe.

Otro diestro de la denominada segunda línea granmense, Yanier González, se hizo cargo del montículo. En el séptimo soportó castigo de par de anotaciones y trío de indiscutibles en línea, para ser expulsado de la lomita. El zurdo Luis Ángel Gómez se encargaría de cerrar el desafío, aunque también recibió su castigo de dos carreras.

Del otro lado de la duela, el derecho estadounidense Bryan Evans se antojó un verdadero martirio para la ofensiva de la Mayor de las Antillas.

Caminó siete episodios con soberbia economía de lanzamientos, en los que recetó ocho ponches, dos per cápita para Gracial, Cepeda y Viñales, columna vertebral de la alineación.

Claves en su performance la colocación milimétrica de sus envíos, el conjugar los rompimientos con rectas hasta de 92 millas en la zona baja y esquinas, y la ansiedad manifiesta de los bateadores cubanos, incapaces de meterse en conteo y exprimir al serpentinero rival.

Solo Roel Santos, demostrando estar sobrado en nuestra pelota, pudo escapar del cerrojo y conectarle biangular y vuelacercas, por cierto, la única anotación de nuestra novena.

Del resto, con fidelidad total a los criterios de especialización, pese a la hermeticidad de Evans, se encargaron el preparador Wilfrin Obispo, y el cerrador zurdo de los quisqueyanos, quienes no permitieron muchas libertades a nuestra tanda, a excepción de aislados cañonazos de Roel y Gracial.

Grata noticia, en ese puzzle de piezas que mostró Martí, el hecho de ver salir a Alfredo Despaigne de emergente en la novena y ceder en largo batazo corrido al center field.

En definitiva nuestro elenco solo conectó siete inatrapables al pitcheo de las Águilas, en su mejor demostración en lo que va de certamen. Fíjense si la ofensiva ha sido palabra de orden en esta Serie del Caribe, que antes del encuentro entre cubanos y dominicanos se promediaban 12.4 carreras y 24 incogibles por partido. Astronómicas cifras que dan la medida de que emergerá airoso aquel equipo cuyo bullpen sea capaz de navegar con mayor acierto, pues salvo raras excepciones, no ha sido una lid afortunada para los abridores ni mucho menos.

Este martes a partir de las 3:00 p.m. los Alazanes de Granma definirán posiciones cuando se midan a los Criollos de Caguas puertorriqueños, en tanto Dominicana hará lo mismo en su duelo versus los locales Tomateros de Culiacán.

Con semejante paridad evidenciada hasta este minuto, cualquier cruce se antojará en extremo escabroso. Recordemos que en la versión precedente los Alazanes cayeron en un dramático choque semifinal 0-1 frente a las Águilas de Mexicali, como también cabe acotar el hecho de que los Criollos de Caguas boricuas tienen latente la posibilidad de reeditar su cetro precedente.

Pero todo eso, amigos míos, está por verse. De seguro la carta abridora de Martí hoy será el zurdo santiaguero Ulfrido García. Esperemos expectantes a ver qué sucederá tras el play ball.