Banner alegórico a la serie del Caribe

Cuando las Águilas Cibaeñas de la República Dominicana eliminaron a los Alazanes de Granma, en la edición 60 de la Serie del Caribe, Cuba vio desvanecerse las esperanzas de escalar a lo más alto después de haber jugado una ruta clasificatoria magistral.

Desde el regreso a la competición -en 2014- ninguna escuadra antillana había mostrado un nivel de juego tan gratificante para la afición, tal vez solo comparable con la versión del año precedente en Culiacán porque los Vegueros de Pinar del Río, a pesar de coronarse en San Juan, dejaron un pésimo sabor en el primer segmento de ese torneo.

Sin embargo, a la hora de analizar la actuación del conjunto debemos centrarnos en la estrategia de conformación. No descubro nada al afirmar que en la Dirección del Béisbol cubano escasean los lazos con la ciencia, la aplicación de la sabermetría en la toma de decisiones y el trabajo con las nuevas dinámicas del entrenamiento deportivo.

Solamente así puede explicarse que usted obvie al mejor cerrador en la historia de las Nacionales, o a prospectos del calibre de Yariel Rodríguez y Yosimar Cousín, al zurdo con mejor estado de forma en la Postemporada y seleccione a 10 jugadores de cuadro para una competencia que no sobrepasa los seis juegos.

Por si fuera poco integraron el elenco peloteros lesionados (Alfredo Despaigne y Yoelkys Céspedes) y se quedaron en la Isla excelentes jardineros como Andrés Quiala, Yunieski Larduet o Denis Laza. En el caso de Quiala y Larduet, ambos signaron una Postemporada fabulosa con Las Tunas por lo cual debió aprovecharse su período de fuego...

Otro punto bajo para nuestra pelota es el desconocimiento de los rivales y la práctica casi nula del Scouting Report dentro de la competencia. Hoy en día los colectivos técnicos se nutren constantemente de estos elementos, imprescindibles para una adecuada lectura del juego, y factor determinante en el desenlace de los encuentros.

Para ponerles un ejemplo, en el choque clasificatorio ante Dominicana, Elósegui advierte al lanzador cómo debe trabajar a Junior Lake, un pelotero discreto con cuatro años de experiencia en las Mayores y 223 partidos (Cachorros, Orioles y Azulejos). El resultado: un enorme bambinazo por el jardín izquierdo. Difícilmente el alto mando criollo conocía sus zonas frías y calientes en el plato…

De igual forma la deficiente labor en la búsqueda de talentos en la base y una Serie Nacional con notables deudas en el orden táctico impactan de manera negativa cuando enfrentamos la arena internacional. Mientras no trabajemos con un estilo de academias y nos enfoquemos en capacitar y actualizar a nuestros técnicos, será quimérico ganar títulos.

Si en algún momento tuvimos a entrenadores prestigiosos como Juan Ealo, Miguel Valdés, Arnaldo Raxat, “Natilla” Jiménez, Pedrito Pérez, Roberto Ramos, Reinaldo Batista, Orlando Chinea, José Fernández o Benito Camacho, quienes ayudaron a perfeccionar a más de una generación de excepcionales jugadores, hoy el panorama luce bien diferente.

Entonces, no es un problema de estrategias de Carlos Martí ni de la controversial utilización de los lanzadores en el último choque. Se trata de dinámicas, de conceptos, de profesionalidad, de una estructura de béisbol que va en orden contrario al mundo real. La pelota está viva en nuestra patria y la gente todavía la lleva en lo más hondo, pero para salvarla hay que destinarle recursos de toda índole.

Sigo pensando que el equipo dejó una muy grata impresión y de haberse conformado con mayor inteligencia, tal vez el grito de campeones hubiese sido posible. Excelentes las prestaciones en lo individual de Roel Santos, Raúl González, Carlos Benítez y Lázaro Blanco. Palabras aparte para un extraordinario Frederich Cepeda que batearía hasta en la luna…