Javier Saltamayor

Es el látigo de Jesús contra los mercaderes. Confiesa: la victoria me emociona, no me asombra; pertenece a una patria de blancos, negros y a la mitad como Pablo me enseñó; ahora, sin la condena del redil.

Huésped del cielo e inmortal ausente
respira eternidades enlazado
a criaturas de luz que lo saludan.
Emilio Ballagas.

Salta, salta, Sotomayor. Soto, Soto, Saltamayor. El récord son pedazos de un espejo vencido bajo el cielo de España. Las gradas te abrazan, mil besos te rodean; prefiero ver lo que muy pocos ven. Aquí están, la muerte ha sido derrotada: Machado, Federico, Miguel...

Los brincos de su infancia en patio de Castilla le asaltan la mente: tu salto ha obrado el milagro de suavizar la tristeza que acompaña a Antonio como una herida en el costado, abierta definitivamente cuando el enemigo fascista y la desunión dogmática derrumbaron la República. En ese penar que le arrancó la vida está todo el dolor del mundo.

Salta, salta, Sotomayor. Soto, Soto, Saltamayor. García Lorca te compara con un torero que utiliza con elegancia el capote, entra a fondo con la espada y camina después airoso. Tu miura es la varilla en alto que te espera: arrancas, corres, saltas; la dominas.

A lo andaluz te dice el poeta: Rumba hispana enlazada con la nuestra: ¿quién puede vencer tanto ritmo sabroso? Le descubro las huellas de las balas que nos arrebataron tanta ternura convertida en arte.

Salta, salta, Sotomayor. Soto, Soto, Saltamayor. El Pastor de Orihuela acaricia su fusil: sabe que lo usará, más tarde o más temprano, para que la paz sea verdadera, para defender las mieles y los versos, para que la vida sea de todos y no de unos pocos.

Es el látigo de Jesús contra los mercaderes. Confiesa: la victoria me emociona, no me asombra; pertenece a una patria de blancos, negros y a la mitad como Pablo me enseñó; ahora, sin la condena del redil.

Salta, salta, Sotomayor. Soto, Soto, Saltamayor. A Pablo de la Torriente se le enciende la mirada y te dedica una de sus crónicas olímpicas luego de esconder en una broma los sufrimientos que lo atacan. Escribe: Soto es el desquite del Andarín Carvajal, un cuarto puesto que debió ser plaza dorada, birlada por la miseria; el desquite del haitiano Silvio Cator, esa plata en salto largo que Dios, Changó ,quien fuera, debió ascender a oro. 

El Soto lo logra porque desde las montañas de Cuba vino la libertad, recorrió todos los sitios, la alimentaron de amor, le dieron fulgor de universo. El Rusito Raigorodski disfraza de bongó un taburete, improvisa un guaguancó; le hacen coro Alberto Sánchez y Rodolfo Trompá.

Salta, salta, Sotomayor.
Soto, Soto, Saltamayor.
Nos alegras la vida¸ si, señor.
Nos convierte en campeones; si, señor. 
Unes a Cuba y España; sí, señor.
Despiertas de cada uno, lo mejor…
Estos hombres que fertilizaron con su sangre la tierra de Cervantes, Góngora y Quevedo
continúan cantándote y amándote, redivivos, en tu proeza bajo el cielo de España.
Salta, salta, Sotomayor.Soto, Soto, Saltamayor.