La triplista Liadagmis Povea tiene en la explosividad de la carrera y el brinco, dos de sus principales recursos

Es una etapa incipiente dentro de la temporada atlética 2019. El cierre de este macro-ciclo preparatorio lo pondrá la Copa Cuba, a principios del próximo mes. Lo cierto es que indiscutiblemente continúan siendo las áreas de saltos y lanzamientos las principales armas a la hora de contender, ya sea en casa o internacionalmente.

De ahí que merezca la pena echar una ojeada a rendimientos de varios de los principales exponentes del patio, esencialmente en el área de saltos.

Acapara los titulares de forma indiscutible el salto de longitud. Juan Miguel Echevarría y Maykel Massó, los dos pesos pesados antillanos en esa especialidad, gratificaron con sus rendimientos desde disímiles perspectivas.

El camagüeyano, discípulo de Daniel Osorio, cumplió fielmente los vaticinios de su mentor y fue in crescendo con cada nueva presentación. 8.08 metros y segundo escaño en Karlsruhe; 8.12 en Torun; y 8.21 en Birmingham (segundo mejor salto de 8.15), una tierra que ya lo vio erigirse campeón Mundial sobre pista cubierta con 8.46 el pasado año. Un duelo épico con el sudafricano Luvo Manyonga (8.44) que todos recordarán.

Lo cierto es que Juan Miguel está calibrando su técnica, reencontrándose de a poco y estableciendo los niveles de secuencia de salto idóneos, desde la carrera de impulso, pasando por el despegue y ataque a la tabla, hasta el tiempo de vuelo y las llamadas bicicletas durante su efímera estadía en el aire.

Osorio le había vaticinado registros en el entorno de 8.10-8.20, positivos desde mi perspectiva, sobre todo teniendo en cuenta que Juan Miguel estuvo siete meses sin competir producto de una lesión.

De cualquier manera, su competitividad extrema y resultados hacen que todas las miradas de la especialidad estén vueltas hacia él, con clímax en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Juan Miguel lo sabe, y se rehúsa a defraudar. De ahí que desde ya esté pensando en otros escenarios de confrontación más inmediatos e igualmente de notoria envergadura como los Panamericanos de Lima, su segunda presencia en la Liga del Diamante, y el Mundial de Doha, que por su celebración entre el 27 de septiembre y el 6 de octubre, de seguro demandará tras las incidencias de Lima el diseño de otro macro de preparación, el cual sería el tercero de un año extenso.

Sin movernos de la longitud varonil hallamos que Maykel Massó resurrecciona tras un 2018 plagado de lesiones. El santiaguero se estiró hasta los 8.22 metros, muestra evidente de recuperación. Acá, tampoco despreciables los 7.92 de Maykel Vidal.

Ese trío deberá acaparar el protagonismo en la venidera Copa Cuba, para atenuar un poco la preocupación existente desde hace buen tiempo en la longitud femenina, donde las heptatlonistas Yorgelis y Adriana Rodrígues, evidencian incluso mejores rendimientos que las especialistas domésticas en esa prueba.

El triple salto ha tenido en Liadagmis Povea la sensación indiscutible. No solo por el hecho de haber materializado estirones de 14.65 y 14.64 metros. Lo esencial en la alumna del otrora estelar Yoelbi Quesada, han sido sus secuencias de saltos.

Según datos aportados por el estadístico Alfredo Sánchez, en su más reciente incursión, sin fouls cometidos su cronología de saltos fue de 14.35-14.56-13.65-14.50-renunció al 5to-14.65.

Antes, había materializado 14.64, marca considerablemente superior a los 14.20 exigidos por la IAAF para inscribirse en la cita universal de Doha. En esa ocasión se comportó de la siguiente manera: 14.40-14.64-14.50-14.43-x.

Por si eso no bastara se impuso en el festival de saltos Manuel Pérez Ruiz con 14.42. Sucede que para ella el nivel de exigencia sí será supremo en cada certamen, pues la élite del triple femenino está que arde, al punto de que a la venezolana Yulimar Rojas (14.92 y puntera del escalafón), la secundan otras cinco saltadoras por encima de 14.50 en la campaña sobre pista cubierta sin contar a Povea, que urge además de sacudirse del fantasma de marcas no tan relevantes en competencias fundamentales.

Entre los varones Andy Díaz (17.22) comanda una legión de triplistas con perspectivas inmediata. Le secundan en la incipiente campaña Andy Echevarría (16.98), y Cristian Nápoles (16.98), aunque todos distantes de Hugues Fabrice Zango (17.58), de Burquina Faso.

En los saltos verticales no han sido halagüeños los rendimientos. Luis Enrique Zayas en la altura y Lázaro Borges en la pértiga, no han podido registrar marcas de consideración, moviéndose en entornos respectivos de 2.20 metros el primero, y 5.10 el segundo.

Similar realidad vive Isis Kayla Herrera en la altura femenina, incapaz de sobrevolar aún los 1.80 este año; mientras en la garrocha Yarisley Silva recién culminó séptima en Birmingham (4.50), amén de que el propio Osorio y su mentor Alexander Nava hayan calificado esa altura como bien para la etapa y atendiendo al déficit de entrenamiento que afrontaron por situaciones con el colchón en el Estadio Panamericano.

Ese es el panorama, cuando se intensifican las sesiones de prácticas y en menos de un mes podremos pulsar acá en casa y de manera más puntual, como marchan nuestros saltadores hasta el cierre del primer macro-ciclo.