Dinero
 
La Habana, 19 ene (Prensa Latina) Los cubanos fueron beneficiados por casi seis décadas con bienes y servicios de alto valor social subsidiados por el Estado sin ningún tipo de discriminación, pero hoy el ordenamiento monetario le da un vuelco a esa política sin variar su esencia básica.
 
Muchos dicen que era poco lo que se entregaba a través de una canasta básica normada (libreta de abastecimiento), la cual recibían todos trabajaran o no, y aunque las limitaciones económicas del país impidieron que fuera más abundante años tras año si garantizaba lo indispensable para alimentarse.

Tampoco puede olvidarse que en esas bondades estaba incluido el servicio eléctrico, telefónico y de transporte, los medicamentos, la salud, la educación en todos los niveles de enseñanza, además de garantizarse la seguridad social para quienes concluyen su vida laboral y la asistencia social a sectores vulnerables, entre otros beneficios.

Dicha política pública no ha variado sus principios básicos con el orden monetario, vigente desde el 1 de enero, porque proteger a los más necesitados y no dejar a nadie desprotegido está más vigente que nunca, pues se trata de eliminar gratuidades indebidas y subsidios excesivos.

Una de las líneas de ese proceso en Cuba es mantener un grupo de ayudas importantes a productos y servicios en la etapa inicial, y durante un año analizar cada caso y situaciones específicas para concretar mecanismos de atención a personas y no a productos.

Como dijera Marino Murillo, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y jefe de la Comisión de Implementación de los Lineamientos, 'es preferible darle a todos, aunque a algunos no les toque, antes que quitarlo a alguien necesitado, sobre todo teniendo en cuenta que son muchos subsidios y gratuidades y la sociedad no estaba preparada para eso, de ahí la gradualidad'.

Por eso queda la libreta de abastecimiento como mecanismo de distribución durante el tiempo necesario para asegurar que los productos de primera necesidad lleguen a la población; pero con precios sin subsidio para regular el consumo ante el significativo déficit de ofertas.

A precios minoristas quedan 29 mil millones de pesos en subsidios –significó Murillo- y entre los ejemplos más significativos sobresalen los productos para menores de cero a seis años (tres mil 609 millones), dietas a embarazas y fórmula basal (252 millones), y leche y carne de res para el resto de dietas otorgadas por enfermedades crónicas (dos mil 337 millones).

Entonces, niños, personas enfermas y de la tercera edad, continuarán protegidos por los subsidios del Estado. Pero sin abandonar el carácter social y justicia de las políticas públicas, el ordenamiento monetario en Cuba impone formas diferentes de distribuir las riquezas a través del estímulo al trabajo como principal fuente de ingresos de la población.

En la isla se aplicó una tasa de cambio única de 24 pesos cubanos por un dólar, cesó la circulación legal del peso convertible, se eliminaron subsidios y gratuidades y hubo una reforma general de salarios con aumentos significativos en los sectores presupuestado y empresarial, y en las pensiones, proceso acompañado de una devaluación monetaria y su correspondiente inflación.

En términos de ingreso, lo primero que se quiere es recuperar el papel del salario en la satisfacción de las necesidades del trabajador y su familia, teniendo en cuenta que el cambio de 1 x 24 en el sector de la población le robó capacidad de compra a los honorarios.

Además, con ello se rompe un gran círculo vicioso que tenía el país: no se subía el salario porque no había producción para respaldarlo, y no hay producción porque el salario no estimulaba a las personas a trabajar con eficiencia y productividad.

Se supone que estos estímulos al trabajo, junto a otras medidas dentro de la economía propicien un mayor nivel de riquezas, porque aunque el salario solo no resolverá todos los problemas, es muy difícil que sin un buen incremento de la gratificación monetaria las personas reaccionen positivamente ante el trabajo, afirman autoridades gubernamentales y académicas.

La nueva realidad ya muestra señales alentadoras: más de 34 mil cubanos han acudido a las direcciones municipales de Trabajo y Seguridad Social, interesados por una plaza para sumarse a la vida laboral, porque en Cuba ya no será fácil vivir sin trabajar.

Empleos hay para todos, en particular en el sector productivo, bajo la premisa de que los puestos de mayor complejidad y remuneración dependen del nivel de escolaridad, aunque, en general, los empleos están en función del desarrollo local y de las necesidades de los territorios, explicó recientemente la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó.