La casa colonial de dos pisos y balcones, número 88 de la calle Prado, es hoy la más alegre de La Habana Vieja. Fotos: Dunia Álvarez Palacios

La casa colonial de dos pisos y balcones, número 88 de la calle Prado, es hoy la más alegre de La Habana Vieja. Allí aprendió Martí "todo lo bueno y lo bello" de este mundo y en ese lugar, después de casi tres años de un proceso de restauración, el antiguo colegio San Pablo abre hoy sus puertas a cientos de niños de uniforme blanco y rojo, que estudiarán en los salones que vieron crecer al Apóstol.

Conserva de 1865, el año en que el niño Martí recibía de Rafael María de Mendive clases de historia y poesía, y "sin saber de ciencias mucho, se sentaba a hablarnos de fuerzas en la clase de física", dos columnas de ladrillos muy rojos, una escalera de hierro en forma de caracol con arabescos en cada tramo, un mural, un salón de losas geométricas en el último piso, adornado por algunos de los muebles del siglo XIX que usó Mendive.

En el entonces Colegio de San Pablo, el maestro de Martí "empleó su riqueza, más de una vez, en hermosear a su alrededor la vida".

Con estos recuerdos abre sus puertas la casa "que era toda de ángeles". Hoy, con el nombre de Rafael María de Mendive, la escuela recupera el color blanco de las paredes y persianas, y compartirá su historia con 450 niños de prescolar al sexto grados, de los millones de todas las enseñanzas que comienzan este lunes el curso escolar a lo largo y ancho de la Isla.

Al traspasar el umbral de la entrada, una escultura a tamaño real de Martí y su Maestro recibe a los pioneros.

Más cerca de Martí

Al traspasar el umbral de la entrada, una escultura a tamaño real de Martí y su Maestro recibe a los pioneros. La obra, del escultor José Villa Soberón, muestra a Mendive de barba y traje, como recordara Martí al que iba "siempre vestido de dril blanco".

A su lado, el discípulo adolescente va vestido con un saco y una medallita prendida al pecho. Mira con atención un libro que le muestra Mendive.

Así imaginó el artista la relación de Martí con su maestro, quien descubrió y ayudó a pulir el gran talento del joven, que escribió en su colegio la obra de teatro Abdala, ha contado Villa.

El Maestro y su discípulo, título de la obra de José Villa, están ubicados en el patio interior de la escuela, que tiene a cada lateral una frase del Apóstol. La luz traspasa cuatro vitrales y llega en colores azules, rojos, naranja, un regalo del artista Ernesto Rancaño que muestra a Martí, la bandera cubana, el sol...

El Maestro y su discípulo, título de la obra de José Villa

Las 19 aulas de la escuela tienen mesas y sillas de madera, de varios tamaños, según el grado; pizarra, televisor, ventilador, balconcito a la calle Prado o laterales. Adornan las paredes de cada una fragmentos de poemas del libro escrito por Martí para las niñas y los niños La Edad de Oro, en láminas a colores, y el aula recibe el nombre del poema al que le correspondan los versos. Dos milagros es, por ejemplo, una de las salas de primer grado.

La Biblioteca es otra de las áreas que los niños nuevos podrán disfrutar. Conserva la forma original, toda en madera, y los libros se alzan a más de cinco metros del suelo. Para alcanzarlos, tendrán que subir por escaleritas también de madera. En el suelo solo quedarán las mesas para el estudio y la lectura.

El área de recreo, en el último piso, está cubierta por mallas y cercas. Hasta allí llega el olor a mar y se ve la cima de las casas que forman esa otra mitad de La Habana Vieja, extendida hasta la Bahía de La Habana, frente al Morro-Cabaña, vista que era cotidiana para Martí en sus años junto a Mendive.

Aula de la escuela donde estudió Martí

Restaurar sin cambiar las esencias

La restauración de una de las más hermosas casas del Prado habanero, "se inserta en las grandes obras que se están realizando allí y que tienen un gran significado para uno de los lugares más emblemáticos de La Habana, el cual tiene que ser sistemáticamente recuperado en su dignidad y belleza. Es el Prado de Mendive… es el Prado de José Martí", explicó el Historiador de la Ciudad, Doctor Eusebio Leal Spengler, a Habana Radio.

El tiempo deterioró considerablemente el antiguo Colegio San Pablo, por eso restaurarlo, hacerlo habitable y seguro para los niños no ha sido una labor sencilla, explicó a Granma Mariluz Valdivieso Bermúdez, directora del centro.

"Nos enfrentamos a un interior totalmente modificado. Hubo que hacer prácticamente una prospección de arqueología de muros y, para sorpresa nuestra, aparecieron arcos en planta baja y en planta alta, y en lo que era la residencia de Mendive, pinturas murales. Esto era importantísimo ya que podíamos conciliar una cosa con la otra. Un discurso en el cual lo antiguo y lo inmaterial, que era el espíritu de la escuela, su enorme valor político, moral, cultural, pedagógico para Cuba podía unirse al rescate monumental de la casa de Prado 88", expresó Leal.

En un recorrido por la escuela, Valdivieso contó emocionada que "todo se lo debemos a los más de 400 trabajadores de las empresas de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que han intervenido en el proceso reconstructivo de la casa".

Entre ellas están la empresa constructora Puerto Carena; la industrial, Cabildo; y la de proyecto, Restaura, señaló Perla Rosales Aguirreurreta, directora adjunta de la Oficina del Historiador.

No podría dejar de mencionarse el apoyo de otras empresas, pertenecientes a los Ministerios de Cultura e Industrias, como son Caguayo y Atrio, de diseño y decoración, y la Empresa Estil, recalcó.

En esta labor, también ha sido imprescindible la cooperación internacional del Ayuntamiento de Barcelona, la Fundación Pandora, de Japón, y la Corporación Tecnalia, del gobierno Vasco, añadió.

Casi tres años tardó rescatar las esencias de este lugar histórico, y toda la labor de remozamiento de una de las primeras escuelas de Martí. "Nos propusimos ser justos con la antigua belleza de este sitio. Aunque el factor económico fue un problema, se pudo llevar adelante este ambicioso y necesario proyecto, que tuvo un costo de 9,3 millones en moneda total, de ellos 1,5 millones en pesos convertibles (CUC)", dijo.

Todo el esfuerzo, reconoció Idaymis Rodríguez Felipe, subdirectora provincial de Educación de la Primera Infancia, está dedicado no solo a la preservación de la memoria, también al aniversario 500 de La Habana, que cumplirá próximamente, y el 150 del primer número de La Edad de Oro.

Aula en la escuela donde estudió Martí

A aprender

Abre la puerta de madera, inmensa, y llegan niños de la mano de sus padres. Algunos sin pañoleta –los más pequeños–, mientras otros las ostentan azules o rojas. Cámaras y flashes, abrazos. Se llenó de vida y ángeles, otra vez, el antiguo Colegio San Pablo, de paredes y persianas blancas. Que comiencen las clases.