DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CLAUSURA DE LA REUNION DEL COMITE EJECUTIVO DE LA UNION INTERNACIONAL DE ESTUDIANTES, EFECTUADA EN EL CAPITOLIO NACIONAL, EL 8 DE JUNIO DE 1961.

 

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

 

Señores miembros de la Unión Internacional de Estudiantes;

Compañeras y compañeros:

 

Hay momentos en que realmente se siente que todos los hombres no hablemos el mismo lenguaje, cuando en realidad nuestros sentimientos hablan el mismo idioma.  Me acuerdo, precisamente por esta dificultad, de los traductores —que yo espero que sean buenos traductores (RISAS), la broma es por si son cubanos—, la ocasión en que nos vimos en la necesidad de hablar ante las Naciones Unidas, con una diferencia, y es que aquí los pueblos están mucho mejor representados (APLAUSOS).  Y otra diferencia, que aquí están representados los estudiantes de la República Popular China...  (APLAUSOS)  Y por eso nos sentimos mucho mejor en esta tribuna.

Ustedes han honrado a nuestro pueblo con este acto, para los cubanos ha sido en realidad un honor esta reunión del Comité Ejecutivo y de los delegados observadores de la Unión Internacional de Estudiantes.  Han convivido con nosotros varios días, el compañero Pelikan dice que muchos y nosotros decimos que pocos, y que en realidad sentimos, cuando ya estábamos empezando a familiarizarnos con ustedes, de tanto que hemos estado atentos a las discusiones de la reunión y de todos los temas que han estado tratando, porque jóvenes y llenos de entusiasmo como son, han querido emitir su opinión sobre todos los problemas que hay en el mundo.

Y nuestro pueblo familiarmente ha seguido de cerca estas discusiones.  Antes también sabíamos de las reuniones de la UIE, cuando se reunían en otros sitios del mundo, y llegaban a nosotros las noticias a través de la radio y de los periódicos, y de los cables, que como ustedes saben nunca reflejan exactamente, en algunos casos, la verdad.  Y esta vez hemos tenido, sin embargo, la satisfacción de saber que esta reunión ha tenido lugar en nuestro país.

¿Qué dirán los detractores de la Revolución Cubana, qué dirán de esta reunión?  Pues dirán que ustedes han estado viviendo durante algunos días en el más terrible estado policial que en el mundo ha habido; han vivido bajo el terror; donde las paredes lo escuchan todo, donde no escapa nada; una vigilancia permanente detrás de ustedes, una serie de limitaciones y de simulaciones para que no vean nada; todo es artificial alrededor de ustedes; tal como pintan las novelas, esas novelas, esos novelones detectivescos que el pobre mundo, pobre hasta hace poco, porque ya el mundo hace algún tiempo que ha dejado de ser infeliz mundo...  (APLAUSOS)  Esas mentiras y esos novelones con que tantas veces han tratado de engañar y de embaucar a la humanidad —engañar y embaucar, para los que no hablan español, son sinónimos—, y tal como se escriben acerca de nuestro país y como se han escrito también de otras revoluciones y de otros pueblos.

No faltará el caso de alguno de ustedes que sea recibido en su casa como un héroe, si los familiares se molestan en leer algunas de las noticias que se escriben acerca de Cuba, y cuando los vean llegar sanos y salvos a sus respectivos hogares, no dejarán de asombrarse.

Las revoluciones son los acontecimientos más calumniados de la historia.  Eso lo sabemos nosotros, eso lo saben los estudiantes procedentes de aquellos países que han hecho revoluciones y eso lo sabrán ustedes, los estudiantes de aquellos países donde hacen falta revoluciones y todavía no se han hecho, lo sabrán cuando la hagan...  (APLAUSOS).

Nosotros sabíamos levemente, ligeramente, que las revoluciones eran calumniadas.  Y tan es cierto, que todavía hay quienes hablan mal hasta de la Revolución Francesa, y en verdad que es el colmo hablar mal a estas horas de la Revolución Francesa, pues todavía hay quienes hablan de los días del terror y de la guillotina en Francia, y de los abusos y de las injusticias de la Revolución Francesa; y todavía hay quienes calumnian aquella revolución, cuando hace rato que los intereses afectados por aquella revolución desaparecieron y que los intereses que hoy se oponen a las revoluciones son otros.

Pero, naturalmente, todos los sectores reaccionarios son enemigos natos de todas las revoluciones y hasta incluso si nos remontamos más lejos en la historia, hay todavía quienes calumnian a las revoluciones de la antigüedad.  Hay historiadores que escriben tergiversadamente la historia de muchos movimientos revolucionarios de los primeros tiempos de la humanidad.

Naturalmente que los revolucionarios que pueden comprender estos hechos no se inmutan por todas las mentiras que de una revolución se digan ni de todas las calumnias; los revolucionarios permanecemos ecuánimes y hasta nos permitimos de vez en cuando sonreír, cuando leemos los cables y leemos las insensateces y las estupideces que se escriben sobre nuestra Revolución, porque nosotros sabemos el inevitable desenlace de la lucha del hombre por la justicia, de la lucha del hombre por la libertad; de la lucha de los pueblos por su soberanía y por sus derechos.  Nosotros tenemos una fe ciega en el resultado de esa lucha, nosotros comprendemos perfectamente bien, que nunca ha estado más cerca la humanidad, desde que la humanidad tiene conciencia de sí misma, de una época de verdadero progreso, de verdadera justicia y de verdadera libertad.

Y entonces la historia no la escribirá la UPI ni la AP, la historia no la escribirán los reaccionarios, la historia la escribirán, para las generaciones venideras, los revolucionarios...  (APLAUSOS)  Y entonces las generaciones venideras sabrán toda la verdad y el papel que a cada cual le ha correspondido jugar en estas jornadas; las generaciones venideras llegarán a conocer los problemas de la humanidad y del hombre, libres de engaños y libres de mentiras; y llegarán a conocer todo el esfuerzo del hombre en todas partes del mundo por alcanzar esa justicia y esa libertad, y entonces a sus ojos resultarán engrandecidos los esfuerzos de los africanos, de los asiáticos y de los latinoamericanos que hoy libran la última batalla contra la última fuerza reaccionaria de la historia, que trata de frenar el progreso humano, la lucha contra el colonialismo y contra el imperialismo (APLAUSOS).

Y estas dos palabras lo resumen todo.   ¿Quién puede presumir de honrado, quién puede presumir de demócrata, quién puede presumir de revolucionario, quién puede presumir de sentimientos de solidaridad con el género humano, si no entiende que el primer deber de cada hombre, en este minuto del mundo, es luchar contra el colonialismo y contra el imperialismo?  (APLAUSOS.)

Porque colonialismo e imperialismo lo dicen todo; no solo quieren decir explotación, no solo quieren decir crimen, no solo quieren decir intervencionismo, no solo quieren decir sometimiento, sino que quieren decir, además, peligro de guerra, quieren decir esclavitud, quieren decir angustia para la humanidad.  Porque no son solo los males materiales y sociales que acarrean al mundo, sino los peligros de catástrofe que implican para la humanidad.

Porque las jornadas sangrientas que leemos diariamente en los periódicos, un día en el Congo, otro día en Argelia, otro día en las colonias portuguesas de Africa o de Asia, otro día en Lao, otro día en Egipto, otro día en Cuba, y así sucesivamente, tienen un solo origen, tienen una sola causa:  colonialismo e imperialismo.

Sin colonialismo y sin imperialismo, no habría jornadas sangrientas en el mundo; sin colonialismo y sin imperialismo, ni Lumumba habría sido vilmente asesinado, ni correría a raudales la sangre argelina, o la sangre angolesa, o la sangre laosiana, como corrió la sangre egipcia, y corrió la sangre coreana, y corrió la sangre cubana.  Sin imperialismo y sin colonialismo, no habría necesidad de esas sumas fabulosas que el mundo se gasta en armas destructoras; sin imperialismo y sin colonialismo, no habría peligros de guerra; sin imperialismo y sin colonialismo, la humanidad marcharía hacia una etapa de ilimitadas posibilidades de progreso y de bienestar.

Imperialismo y colonialismo son las dos anclas que mantienen frenado el universo, son el lastre que arrastra todavía la humanidad.  Y quien no entienda eso, quien no empiece por comprender eso, esos que presuman de demócratas, esos que presuman de hombres de ideas y hombres de criterios, si no empiezan por comprender ese A, B, C, de la realidad del mundo, no serán más que unos pobres ignorantes que no saben siquiera el momento que está viviendo la humanidad.

Quienes no comprendan eso, pues no comprenderán absolutamente nada más; quienes no comprendan eso, podrán ser fáciles víctimas de la confusión y del engaño.

Y todo lo demás, todo lo demás no pueden comprenderlo, o lo comprenderán mal.  Y todo el que crea en esa sarta de mentiras con que los imperialistas y los colonialistas tratan de vestir y adornar lo que ellos representan en el mundo, los que no entiendan estas verdades, podrán creer, por añadidura, en todas las demás mentiras, y podrán creer en la “libertad”, y en la “democracia”, y en los “regímenes de derecho”, y en todas esas “maravillas” de que hablan, con bastante dura cara y bastante poca vergüenza (APLAUSOS), los que tratan de encontrar algo para pronunciar, como justificación de lo que ellos son en el mundo.

Y de ahí que hayan inventado una serie de ficciones, porque la “libertad”, ¡ah!, la “libertad” de los españoles, la “libertad” de los nicaragüenses, la “libertad” de los paraguayos, la “libertad” de los argelinos, la “libertad” de los congoleses, la “libertad” de los angoleses, la “libertad” de los guatemaltecos; la “libertad” de los negros, y hasta de los obreros blancos del sur de Estados Unidos y del norte de Estados Unidos (APLAUSOS); la “libertad” de la inmensa mayoría de la población de Sudáfrica; la “libertad” de los indios hambrientos, de los obreros perseguidos y maltratados, de los hombres de pensamiento liberal y progresista, de los hombres de ideas avanzadas.

¡Ah!, la “libertad de pensamiento”, y la “libertad de reunión”, y la “libertad de expresión”, y los “derechos” que ofrecen los llamados panegiristas del “mundo libre”, entre grandes comillas, es el ropaje con que los guerreristas, los negociantes de cadáveres, los fabricantes de armas termonucleares, de acorazados, de flotas aéreas, y de armas de todo tipo, es el mundo de los explotadores de todo género, de los que explotan a los trabajadores de su propio país, y de los que aun no bastándoles eso, se apoderan de las riquezas de los demás países y explotan los recursos de otras naciones, y explotan el trabajo de otros pueblos; es el mundo de los estafadores, de los negociantes sin conciencia, de los traficantes de todo tipo, de los latifundistas, de los militaristas, de los esclavistas.

Y ese mundo ya está demasiado conocido, es ya suficientemente conocido, y lo conocerán, cada día más, los pueblos.  De manera que resulta cada día más difícil vestir con palabras huecas todo lo que encierra.

Si en el mundo se implantase una ley, la ley de que ningún pueblo tuviese el derecho a explotar los recursos naturales de otros pueblos, y de que ningún pueblo tuviese el derecho a explotar el trabajo de otro pueblo, imperialismo y colonialismo desaparecerían.

¿Y quién puede negar moralmente que sería una justísima ley de la humanidad, la ley de que cada pueblo, cada nación, tuviese derecho a disfrutar de los recursos de su territorio, y del trabajo de sus hijos, y que ningún gobierno, ninguna nación, tuviese el derecho a explotar, ni los recursos naturales ni el trabajo de otros pueblos?  ¿Quién podría negar que esa sería la ley más justa y más moral de la humanidad?

Pregúntesele a un colonialista, y a un imperialista, si estarían de acuerdo con ese principio, y verán que un imperialista y un colonialista tienen que empezar por defender el derecho de la piratería, el derecho del saqueo, el derecho de la explotación de los recursos naturales de otros pueblos, y el derecho a la explotación del trabajo de los hijos de otros pueblos.  El imperialismo y el colonialismo están fuera de la ley moral de la humanidad.

Y esa es la lucha de hoy, esa es la lucha de todos los pueblos, esa es la lucha de todos los jóvenes, esa es la lucha de todos los estudiantes —digo estudiantes, no digo señoritos de las clases privilegiadas, porque un señorito privilegiado que va a una universidad será un privilegiado, pero no será un estudiante (APLAUSOS).

Y ni el señorito privilegiado que va a la universidad a defender sus intereses de clase, o el señorito confuso por la filosofía y la ideología que conviene a los intereses de esa clase privilegiada, ese tampoco es estudiante; porque estudiante es el que estudia, estudiante es el que aprende.

Y en todo caso ese estudiante confuso, que le hace el juego al imperialismo, que le hace el juego al colonialismo, que le hace el juego al racismo, que le hace el juego al guerrerismo, y le hace el juego a la explotación de las riquezas de otros pueblos y la explotación del trabajo de otros pueblos.  Ese, en todo caso, será un estudiante suspenso en política (APLAUSOS).

Y por eso, ese es el primer deber de todo verdadero estudiante, de todo hombre joven, de todo obrero, de todo campesino, de todo intelectual honesto.  Y que la única bandera por la cual vale la pena que se desvele un hombre joven, que la única bandera por la que valen la pena todos los sacrificios que puedan presentarse, es la bandera de la justicia.

¿Y qué sacrificio vale la pena para defender los derechos de los explotadores?  ¿Qué sacrificio vale la pena para defender los derechos de los saqueadores de la humanidad, de los explotadores de la humanidad?  Claro está que los explotadores de la humanidad constituyen insignificantes minorías, y para defender sus derechos tienen que encontrar quiénes estén dispuestos a ir como rebaño a la matanza por defender sus privilegios.  Claro está que esa minoría en sí misma no tendría nunca fuerza para mantener esos privilegios, y por eso necesita de su gran aliada:  la mentira.  Porque solo con la mentira es posible que esos grandes privilegios puedan arrastrar a una parte de la humanidad, puedan arrastrar a una parte del pueblo a la lucha para defender a sus intereses, para defender sus privilegios.

Y por eso, la gran aliada del imperialismo y del colonialismo, es la mentira.  Colonialismo e imperialismo, es explotación más mentira, precisamente para confundir, precisamente para engañar.  Y por eso los imperialistas y los colonialistas tienen agencias cablegráficas; por eso los imperialistas y los colonialistas tienen cadenas de periódicos, cadenas de estaciones de radio, cadenas de televisión, pandillas de escritores mercenarios, para mentir, para confundir y para engañar a la humanidad.

Y piensen que lo que nosotros en Cuba sabíamos antes de la Revolución, de lo que pasaba en cualquier parte del mundo, era nada menos que lo que nos decían las agencias cablegráficas yankis.  Y que nuestro pueblo, a través de todos los periódicos de la reacción..., porque no piense ninguno de ustedes que un guajiro explotado tenía un periódico o una estación de televisión; no piense ninguno de ustedes que un obrero hambriento era dueño de alguna estación de radio.  Los periódicos, las estaciones de radio y televisión más importantes, pertenecían a los monopolios, pertenecían a los millonarios, pertenecían a la reacción.  Y ese es el maravilloso derecho de libertad de que habla el imperialismo, que es la libertad de que 10 individuos, ricos y dueños de 10 grandes periódicos, puedan escribir ellos solos.

Lo que nuestro pueblo sabía de lo que pasaba en Argelia, de lo que pasaba en Corea, de lo que pasaba en China, de lo que pasaba en la Unión Soviética, de lo que pasaba en Africa, de lo que pasaba en cualquier país de América Latina, era, sencillamente, lo que publicaban la AP y la UPI, y que copiaban las cadenas de estaciones de radio y de televisión, y los periódicos de la reacción.  Y, por tanto, nuestro pueblo estaba “informado” de lo que pasaba en el mundo, “muy bien informado” de lo que pasaba en el mundo, a través de la UPI, de la AP, y de los órganos de difusión del pensamiento de la reacción.  ¿No les parece que nuestro pueblo estaba muy bien “informado”?

Y, por tanto, eso era todo lo que sabíamos del mundo.  ¿Y cuántos pueblos de América Latina no están en esa situación?  ¿Cuántos pueblos del mundo no están todavía en esa triste situación, en la tristísima situación de que los pueblos no sepan siquiera lo que pasa en el mundo, en la tristísima situación de que los pueblos sean miserable y vilmente engañados por los imperialistas y por los colonialistas?  ¡Y qué triste es pensar que un pueblo ni siquiera pueda tener el derecho a saber lo que pasa en cualquier sitio del mundo!

Y así mantenían en el engaño a una gran parte de nuestro pueblo; así mantenían en la confusión y la mentira a una gran parte de nuestro pueblo, y así estuvimos, durante muchos años, leyendo las mentiras que se escribían sobre la Unión Soviética y la Revolución Socialista de Lenin (APLAUSOS).

Y así vivíamos nosotros, siendo informados de esa forma acerca de los movimientos de los pueblos del Africa por su independencia.  Y del Africa, del Africa, no sabíamos más que lo que nos enseñaba, en las películas de Tarzán, el cine yanki, donde siempre aparecía el Africa representada por tribus de hombres semidesnudos, armados de lanzas, derrotados por el héroe blanco, héroe blanco, además, que tenía en sus manos un fusil automático.  Y nunca hablaban de los grandes valores políticos y los grandes valores intelectuales del Africa, de las magníficas cualidades de los pueblos africanos.

Y esa era la imagen que el imperialismo y el colonialismo trataban de presentarnos del Africa, como trataban de presentarnos una imagen similar del Asia, o una imagen similar del indio latinoamericano, al que siempre han presentado como perezoso, decadente, sin espíritu de trabajo.  Y así han tratado de representar a México con un indio cabizbajo, como si fuésemos una raza inferior, cuando inferiores no somos más que en una cosa con respecto a las “superiorísimas” razas norteñas; somos inferiores en el plato que tenemos en cada mesa (APLAUSOS).

Y, entonces, atribuyen a cualidades congénitas de los pueblos del Asia, del Africa y de América Latina, las consecuencias de la miseria y del hambre.  Y al hambre, esa hambre que consume las mejores energías del hombre africano, asiático y latinoamericano, la llaman pereza, la llaman falta de espíritu para el trabajo, la llaman inferioridad.  Nuestra inferioridad es el hambre, el hambre, que los imperialistas y los colonialistas han impuesto a nuestros pueblos.  Y nuestra superioridad es nuestra capacidad de sacrificio, nuestra capacidad de soportar los rigores de esa hambre.

Y, en eso, los pueblos asiáticos, africanos y latinoamericanos, podemos hablar de nuestra superioridad sobre los...  —no voy a decir los pueblos— sobre las oligarquías explotadoras de los pueblos imperialistas y colonialistas.

Esa imagen deformada del mundo que hemos estado viendo, es la imagen deformada que a su vez hoy tratan de trasmitir al resto del mundo sobre la Revolución Cubana.  Y ustedes verán qué espacio le dedica a la Revolución Cubana, diariamente, la UPI, la AP, la prensa yanki, y las estaciones de radio y de televisión yankis.  Le dedican, a Cuba y a la Revolución Cubana, un gran espacio, el espacio destinado a matar el ejemplo, el espacio destinado a destruir la influencia del ejemplo cubano en otros pueblos, sobre todo en los pueblos latinoamericanos.  Y, en realidad, con esa preocupación que le dedican a Cuba, con esa cantidad de espacio que le dedican a Cuba, los imperialistas, en el fondo, están reconociendo su impotencia frente a nuestro pequeño país; los imperialistas están reconociendo su impotencia acerca de ese fenómeno en virtud del cual una nación intervenida por ellos, una nación que ellos trataron de amaestrar en la mentira durante 50 años, sea hoy el escenario de una gran revolución.

Y ¿cómo explican los imperialistas al mundo que sus vecinos, sus vecinitos cubanos, se han sublevado?, ¿cómo explican al mundo que sus vecinitos cubanos, con tanta película, tanta novela, tanta UPI, tanta AP, tanto “Life”, tanto “Times” y tanto “Selecciones”, se han rebelado?  (APLAUSOS.)  ¿Cómo explican los imperialistas yankis que los cubanos hayamos resultado ser tan malos discípulos de sus doctrinas?  ¿Seremos malos nosotros, o serán malos nuestros maestros?  (RISAS), ¿seremos malos nosotros, o serán malas las doctrinas del imperialismo yanki?  Que nosotros, un pueblo pequeño, hemos tenido suficiente energía para arrancarnos la venda de los ojos, que el pueblo entero se ha arrancado la venda (APLAUSOS), y el poderoso vecino imperialista, el todopoderoso vecino imperialista, con todos sus dólares, con todos sus millones, con todo su oro, con toda su flota, con todas sus bombas atómicas, etcétera, etcétera, con toda su agencia de espionaje y de subversión, con todo su Pentágono y, en fin, con todos los medios que ha dispuesto para implantar el matonismo y el terror en el mundo; con toda su filosofía, su maquinaria de prensa, su maquinaria de represión, su maquinaria de chantaje y su maquinaria de intervención, ¿cómo explican al mundo los imperialistas que, a pesar de todo eso, Cuba se haya liberado?

¿Será que la culpa la tiene la Unión Soviética?, ¿será que la culpa la tiene el comunismo internacional que, merced a la filtración, ha torcido la Revolución Cubana?  ¡Ah, qué poderosos son entonces los soviéticos!, ¡qué hábiles y qué capaces son entonces los comunistas internacionales!  (APLAUSOS.)  Si eso es así, si eso es así, entonces los imperialistas yankis quieren decir que los soviéticos son mucho más inteligentes que ellos (APLAUSOS)  porque, estando casi al otro lado del mundo, y a pesar de que las ideas no viajan en proyectiles cosmonáuticos, y a pesar de que los gobiernos y los movimientos revolucionarios no se pueden organizar por control remoto, ¿cómo se las han arreglado los soviéticos, estando al otro lado del mundo, para introducir tan nefastas ideas, y tan radicales ideas, y tan terribles ideas en la mente de este pueblo vecinito del imperialismo?; ¿cómo se las han arreglado los soviéticos, que no podían enviar un solo libro, que no podían enviar un solo periódico, que no podían tener una sola agencia de información, que no tenían una sola estación de radio ni una sola estación de televisión, que no tenían una sola cadena de periódicos, mientras que el imperialismo tenía todas las estaciones de radio, de televisión, periódicos, agencias cablegráficas, cine, novelas, revistas, turistas?; ¿cómo se las habrán arreglado los soviéticos para torcer de tal manera el rumbo de nuestro país, en las puertas mismas de Estados Unidos?

Porque si han sido los soviéticos, y ha sido el comunismo internacional, ¡ah, entonces eso querría decir que ya la infiltración está a punto de sublevar también los estados del sur de Estados Unidos!  (APLAUSOS.)  Porque, al fin y al cabo, entre Cuba y la Florida, según ellos repiten mucho, no hay más que 90 millas, ¡por desgracia para nosotros!  (RISAS.)

y así son los razonamientos ridículos y superficiales de los imperialistas, que no son capaces de reconocer la única verdad, y es que nos hemos rebelado, sencillamente, porque éramos explotados, que nos hemos rebelado porque nos cansamos de ser una colonia yanki y nos cansamos de tener que pedirle permiso al embajador americano y de consultarlo todo con el Departamento de Estado de Washington; ¡nos cansamos de ser comparsa de ese imperialismo, nos cansamos de ser explotados, quisimos ser libres y por eso somos libres!  (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE:  ¡Cuba sí, yankis no!” Y  “¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!”)

La Revolución Cubana demuestra que el imperialismo lleva en sí mismo los gérmenes de su propia destrucción; porque ese germen de la Revolución, ¡ese germen no vino de ninguna parte!  El germen de la Revolución no se puede importar, ni hace falta importarlo, porque el germen de la Revolución está en todos los pueblos colonializados, oprimidos y explotados (APLAUSOS).  Dondequiera que haya explotación, colonialismo e imperialismo, dondequiera que haya ese mal, hay el contramal; dondequiera que hay colonialismo, imperialismo, explotación, hay el germen de las revoluciones.

Y como colonialismo e imperialismo solo quieren decir explotación y esclavización de los pueblos y del hombre, en Asia, en Africa y en América Latina existen por eso los gérmenes de la Revolución que, tarde o temprano, pondrán fin al colonialismo y al imperialismo.

Pero los enfermos tratan de utilizar todo tipo de remedios, los enfermos que se saben condenados a muerte acuden a todas las medicinas.  Y así, la imaginación del imperialismo y del colonialismo es fecunda en inventar medicamentos, porque el imperialismo y el colonialismo, como sociedades decadentes y condenadas a morir, son enfermos con un equipo de médicos a la cabecera de sus camas, inventando remedios, y llevan décadas inventando remedios para tratar de que el enfermo viva aunque sea algunos años más.

Y por eso vemos esas formas de neocolonialismo, vemos esas repúblicas seudoindependientes, vemos esas naciones a las que les han dicho:  Puedes usar una banderita, puedes entonar un himno y puedes tener un embajador, y puedes tener una especie de gobierno ahí, para que te llames país independiente”, mientras los colonialistas y los imperialistas conservan todos los resortes del poder.  ¡Y ay del gobierno que no quiera acatar las órdenes!, porque al lado hay un Mobuto cualquiera, al lado hay un Batista cualquiera (ABUCHEOS), al lado hay la fuerza, hay el golpe de Estado, hay el aparato de presión económica, hay la tremenda maquinaria de propaganda para empezar a socavar inmediatamente los cimientos de ese gobernante.

Esas son medicinas que acostumbra usar el enfermo, el imperialismo y el colonialismo, no ven el correcorre que se traen los agentes del Departamento de Estado por toda la América Latina, no han visto el triste papel de míster Stevenson, ¡ah!  míster Stevenson aquel, aquella maravilla de la “democracia” yanki, aquel ilustre hombre “progresista y superdemócrata”, míster Stevenson, que pobres papeles hizo en las Naciones Unidas, míster Stevenson que pobre papel hace por la América Latina en su función de Celestina, hablándoles al oído a los gobernantes que ya no quieren ni oírlo (APLAUSOS), y qué triste papel a escondidas de capital en capital, llegando en silencio para que las masas no se enteren de que allí está míster Stevenson y le puedan hacer igual recibimiento de tomates y huevos podridos que a su amigo Nixon; qué triste papel.

¿Qué ocurre con los embajadores del imperio que andan a escondidas por las capitales de América Latina; qué ocurre con los embajadores del imperio que ya no quieren ni aparecerse en público?  Qué vergüenza que los embajadores del imperio no se atrevan ya ni a caminar por las calles de las capitales de América Latina; qué triste papel, el papel de los embajadores del imperio, que aun cuando acuden a quien tenía supuestos títulos de hombre simpático, título que perdió a raíz de la aventura de Playa Girón (APLAUSOS), porque si es cierto aquello que entre lo sublime y lo ridículo no hay más que un paso, entre el simpático Stevenson y el infeliz Stevenson, no había más que una milésima de pulgada.

Algo raro pasa en el mundo y algo raro pasa en la América Latina y esas cosas raras son los remedios del moribundo, los médicos que están a la cabecera del imperialismo, les recomiendan todos estos remedios urgentes y el remedio de andar ofreciendo unos cuantos millones de dólares a la América Latina, son remedios a que acude el infame imperialista, pero demasiado tarde.  El imperialismo está afectado de un mal que no tiene remedio, es el mal de la vejez y contra ese mal de una vejez ya caduca, que es lo que padece el imperialismo y su primo hermano el colonialismo, es un mal que no tiene remedio por muchos consejos que le den sus médicos de cabecera.

Y eso es lo que el mundo está presenciando, hay que abrir los ojos para darse cuenta, hay que abrir los ojos para no ser más bobos que nadie en estos tiempos, para no ser más bobos que los propios imperialistas y colonialistas, porque los imperialistas y los colonialistas sí saben lo que se traen entre mano, sí saben el mal que están padeciendo y sí saben que esos son remedios desesperados; los que hacen el papel más triste son los bobos explotados del colonialismo y del imperialismo, que no son capaces ni siquiera de ver lo que está ocurriendo delante de sus propios ojos.

El germen de la Revolución está pues en Africa, en Asia y en la América Latina y después dirán que somos nosotros los que exportamos ese germen; ya la Unión Soviética va quedando más lejos y como nosotros estamos más cerca, ahora nos echan la culpa de toda la inconformidad y nos echan la culpa de todos los brotes revolucionarios y dicen que nosotros estamos filtrando las ideas revolucionarias y que nosotros estamos promoviendo las revoluciones en la América Latina como si ese germen de la Revolución no estuviera ya allí, como si el germen de la Revolución no fuese una consecuencia de la explotación y por eso crece la inquietud de los pueblos de América Latina, crece el temor; crece la inquietud de los pueblos y el temor en el imperialismo y en la reacción; es como si el fantasma de la Revolución recorriera América rememorando aquello que decía Carlos Marx del fantasma del comunismo.

Y eso inquieta a los imperialistas, inquieta cada vez más a los reaccionarios y por eso crece de punto el odio contra Cuba, por eso crece la campaña contra Cuba y se agitan constantemente los reaccionarios contra Cuba y amenazan y se producen conciliábulos y se producen maniobras extrañas, visitas una detrás de otra por parte de los agentes del Departamento de Estado con bastante poca fortuna por lo que se ve.

Por eso siempre se oye la amenaza constante, no vamos a hablar de moral, quién iba a perder su tiempo hablando de la moral de los imperialistas, quién sería capaz de entretenerse tratando de medir el grado de moral de un Smather cualquiera; Smather es ese señor esclavista que es senador por el sur o por la Florida, supongo que la mayor parte de la gente no lo conoce siquiera por mucho que habla boberías.  Quién se va a ocupar de la moral de la mayor parte de los senadores y representantes yankis, unos señores que llevan hablando un mes de lo que pasó en Cuba, unos señores que están indignadísimos por lo que pasó en Cuba, pero no vayan a creer que están indignados porque atacar a Cuba es una inmoralidad, no vayan a creer que están indignados porque atacar a Cuba es una grosera violación del derecho internacional y de la moral universal.

Han oído ustedes decir que los senadores y figuras altísimas de la política yanki llevan varias semanas tirándose de los pelos.  ¿Pero creen ustedes acaso que es por razones de orden moral?  ¿Condenación contra la agresión y contra la invasión, condenación de que el ataque lo haya preparado el Pentágono, condenación de que los recursos y la organización haya sido promovida por la Agencia Central de Inteligencia, condenación porque el propio Presidente de Estados Unidos haya estado mezclado en el asunto, indignación por eso?  No, están bravísimos con el Pentágono, pero no porque nos hayan invadido, sino porque lo hicieron muy mal (APLAUSOS).

Están indignadísimos con la Agencia Central de Inteligencia, no porque haya promovido el sabotaje, no porque haya promovido el bombardeo sorpresivo sobre nuestro pueblo, no porque haya asesinado mujeres, niños y hombres cubanos, están indignadísimos con la Agencia Central de Inteligencia, no porque introduzca toneladas de TNT y de fósforo vivo, están indignadísimos no porque haya organizado en complicidad con sus compinches de Guatemala y de Nicaragua una invasión de mercenarios a Cuba, no.  Están indignadísimos con la Agencia Central de Inteligencia, porque dicen que hizo una chapucería.

Ellos no condenan el acto inmoral, no, ellos condenan la brutalidad, la torpeza, ellos no van al análisis de los problemas morales, ellos van al análisis de los problemas tácticos, qué es eso de moral.  Lo malo no está en que hayan atacado, lo malo está en que hayan atacado mal.  ¿Y creen ustedes que algún senador yanki se ha sonrojado de esas cosas?  No, a ellos no les sonroja el hecho inmoral, a ellos no los sonroja declarar públicamente que fueron cómplices de ese acto de piratería y de filibusterismo contra nuestro pequeño pueblo, a ellos les sonroja la vergüenza de que el imperialismo haya sido derrotado; a ellos les sonroja la vergüenza de que hayan quedado ante el mundo como unos perfectos estúpidos, a ellos les sonroja tener que confesar ante el mundo que todo su aparato de inteligencia era una reverenda basura (APLAUSOS)  y que todo su Pentágono puede cometer una gran equivocación al hacer sus cálculos lo mismo en la Ciénaga de Zapata que al medir los efectivos de los países que luchan por la paz, y que lo mismo que se equivocaron en una cosa, en pequeño, se pueden equivocar con más razón en una cosa en grande.

¿Razones de orden moral?  No, no vamos a perder el tiempo en discutir de la moral de los imperialistas.  Los imperialistas no saben ni lo que es la moral siquiera; si los imperialistas supieran lo que es la moral, no habrían promovido el asesinato de Lumumba; si los imperialistas supieran lo que es la moral, no estarían armando a los nazis en Alemania, y convirtiendo al neonazismo alemán en un poder mayor, incluso, que el de sus aliados:  Inglaterra y Francia.  ¿Hay algún inglés por aquí, o algún francés?  Sí.  Pues bien, ellos mejor que nadie, recordarán lo que fue el nazismo para sus, países, recordarán la destrucción que significó, y recordarán las humillaciones que significó, y los cientos de miles de víctimas del nazismo en Inglaterra y en Francia.

¿Y quién iba a decir que a la vuelta de 15 años, los generales nazis estarían mandando soldados ingleses y franceses?  ¿Quién les habría dicho a aquellos ingleses y franceses, cuando todavía hervía en su sangre toda la indignación que la humillación y las agresiones del nazismo significaban; quién les iba a decir a aquellos franceses que cazaron, el día de la liberación, a los últimos francotiradores nazis en las azoteas de París; quién les iba a decir que a la vuelta de 15 años los generales nazis tendrían bases militares en Inglaterra y en Francia?

Lo que no pudo Hitler con todas sus divisiones blindadas y sus flotas aéreas; lo que no pudo Hitler haciendo morir a decenas de millones de hombres, lo ha logrado el imperialismo yanki sin disparar un solo tiro, lo ha logrado el imperialismo yanki sin que se derrame una sola gota de sangre.  Y hoy, el poder del nazismo alemán es superior al poder de Francia y al poder de Inglaterra; y dentro de muy poco, el ejército que comandan los nazis será tan poderoso como el ejército inglés y el ejército francés juntos, con perdón de su Majestad, y con perdón de De Gaulle.

Nosotros no tenemos la culpa, pero es lo cierto que apenas han transcurrido 15 años, y hoy los generales nazis en la OTAN son una fuerza más poderosa que la fuerza de los países que hicieron víctimas, son un voto más escuchado que el voto de los gobiernos inglés y francés.  ¿Qué importa que míster Kennedy se pasee por la Europa, y les dé un par de abrazos, uno para De Gaulle, y otro para Mac Millan?  Esos son problemas, desde luego, de política internacional; nosotros, aquí, los estamos analizando de pasada.

¿Qué importa si los generales nazis, muchos de los cuales son conocidos por su historia de crímenes, hoy son dueños de bases militares en Inglaterra y Francia?  ¡Qué triste situación!

Y con cuánto orgullo comprendemos los cubanos lo que es la libertad, porque ¿serán más libres que nosotros esos gobiernos?  Créannos que si nosotros tuviésemos aquí una base militar nazi, además de la que ya tenemos de los yankis, nos sentiríamos muy desgraciados.

Esa es la moral de los imperialistas:  socios de todos los colonialistas.  ¿Cómo puede Estados Unidos apoyar al pueblo argelino, si los colonialistas franceses son sus aliados?  ¿Cómo puede apoyar a los africanos de Angola, si los colonialistas portugueses son sus aliados?  ¿Cómo puede apoyar la independencia del Congo, si los colonialistas belgas son sus aliados?  ¿Cómo pueden apoyar a los pueblos de Africa del Sur, que luchan contra la discriminación, si en los propios Estados Unidos ellos han sido incapaces de acabar con la discriminación?  ¿Cómo pueden apoyar a Indonesia, si los colonialistas holandeses son sus aliados?  ¿Cómo pueden apoyar a ningún movimiento revolucionario?, ¿cómo pueden apoyar a los republicanos españoles, si el fascismo español es su gran aliado?

¿Quiénes son los aliados del imperialismo?  Los restos del feudalismo japonés, los restos del nazismo y del fascismo, cuanto reaccionario, cuanto colonialista, cuanto militarote, cuanto esbirro, cuanto reaccionario y cuanto parásito hay en el mundo, esos son los aliados del imperialismo.

El imperialismo no conoce lo que es la moral.  Todos sus hechos están en contradicción con todo lo que dicen, y cada día están más en contradicción.

Por eso, el delegado imperialista del gobierno de Estados Unidos no puede discutir en la ONU.  ¿Cómo va a discutir en la ONU, si no tiene un solo argumento?  ¿Qué argumento puede emplear el delegado del imperialismo yanki, para sostener que allí debe estar representado el títere Chiang Kai-Chek, que está allí aislado, en una islita donde oprime tres o cuatro millones, o seis o siete?  —no sé exactamente cuántos millones de ciudadanos chinos oprime allí.  ¿Con qué argumentos puede defender el derecho de mantener en la ONU una representación de Chiang Kai-Chek, mientras está ausente de la organización mundial la masa más numerosa de población de la humanidad, mientras están ausentes 600 millones de hombres?  ¿Y cómo es posible que allí, donde aun los pueblos que no tienen ni un millón de habitantes, ostentan representación...?  ¡Ah, qué demócratas son los imperialistas!, porque el pueblo que tiene 600 millones de habitantes no puede estar representado en la ONU.

Claro, nosotros sí sabemos, por una lección práctica, quiénes son los aliados del imperialismo; lo sabemos por la integración de los que invadieron a nuestro país:  todos los pepillos, los más connotados miembros de los clubes más aristocráticos, los más connotados esbirros batistianos, latifundistas, gentes de dinero; esos eran los integrantes de la famosa brigada que llegó a nuestras costas.

Y por ese ejemplo calculamos cómo serán los aliados, en todas partes del mundo, del imperialismo.  ¿En qué parte del mundo defiende la política del imperialismo a un hombre honrado?  ¿En qué parte del mundo tiene el imperialismo, es decir, en qué parte del mundo el gobierno de Estados Unidos tiene una política recta, y una política de principios?  En ninguna parte del mundo mantiene el gobierno de Estados Unidos una política de principios, y por eso, como cada día está más desacreditado, como cada día tiene menos apoyo de pueblo, cada día amenaza más con la agresión, cada día amenaza más con la intervención, y cualquier cosa que ocurra en el mundo entonces inmediatamente echan a andar las máquinas de sus acorazados.  ¿Han visto ustedes la manía que tiene el gobierno de Estados Unidos de echar a andar sus acorazados?  El primer latido del pulso del gobierno imperialista, es encender las máquinas de sus acorazados, y con sus acorazados anda metiendo miedo por el mundo, y amenazando de que interviene inmediatamente.

¿Saben para qué?  ¡Ah!, para defender la “democracia”, para defender la “libertad”, para defender los “principios humanos”.  ¡¿Quién lo duda?!

Y no hay un solo rincón del mundo donde el gobierno de Estados Unidos tenga una política honorable.

Por eso, no vamos a hablar del honor de los imperialistas, ni de la moral de los imperialistas, porque la única moral que practican es la moral de los piratas, la moral de los filibusteros.

Y nosotros tenemos derecho a hablar de eso, porque nosotros hemos padecido la “moral” del gobierno imperialista de Estados Unidos.

Estamos entre estudiantes, y hablamos de política internacional.  Bien, es lógico que los estudiantes se preocupen de esas cuestiones, porque para eso son estudiantes:  para estudiar y para ver.  Yo sé que no todos los delegados aquí presentes piensan exactamente igual; yo sé que en la composición de la Unión Internacional de Estudiantes hay compañeros que representan distintos puntos de vista, pero creo que hay algo en lo que todos podemos estar perfectamente de acuerdo, y es en el análisis de estos problemas sobre lo que es el imperialismo y el colonialismo, como lo han demostrado los acuerdos de esta organización.  Y demuestra que los miembros de esta organización estudiantil comprenden el problema universal.

El viaje a Cuba es una buena oportunidad de observar de cerca los acontecimientos, y comparar.  Ustedes habrán visto muchas cosas en nuestro país.  Y si algún mérito tiene lo que la Revolución ha logrado realizar, es que lo ha hecho precisamente a las puertas del imperialismo, es que lo ha hecho bajo la constante amenaza, bajo incesantes agresiones de tipo económico y de tipo político, y que a nuestro país han tratado de estrangularlo los tentáculos del Pentágono y de la Agencia Central de Inteligencia, que a nuestro país han tratado de estrangularlo los tentáculos de los monopolios; y que, en medio de esa lucha, nuestro pueblo ha creado y nuestro pueblo ha trabajado.

Analizar las revoluciones desde un buró es fácil.  Cualquiera puede sentarse en una oficina con aire acondicionado y escribir una teoría sobre las revoluciones; cualquiera desde un sillón es capaz de juzgar revoluciones, y él, desde su cómodo sillón, hacer una revolución mucho mejor que esa.

Desde luego, que una cosa es la imaginación y otra cosa es la realidad.  Nosotros no pretendemos que nuestra Revolución sea perfecta; nosotros no pretendemos que nuestra Revolución sea un modelo de Revolución.  No.  Nosotros todo lo más que podemos decir es una cosa:  que nosotros estamos haciendo nuestra Revolución, y que otros pueblos también pueden hacer su revolución.

Y a nuestra Revolución la atacan con odio y con saña los imperialistas y la reacción universal.  Eso no quiere decir más que una cosa:  que nuestra Revolución es una revolución de verdad.  ¿Han oído ustedes que el imperialismo haya elogiado a alguna revolución alguna vez?  ¿Puede ser revolución la que cuente con el elogio y el panegírico de los imperialistas?  ¿A quién elogian los imperialistas?  ¿A quién elogia la reacción?  A los que traicionan a los pueblos, a los que les venden el país a los monopolios, a los que hacen concesiones, a los que transigen, a los que se rinden.

Por eso, para saber cómo andan las cosas en Cuba, nosotros les vamos a dar una receta:  mientras ustedes vean que la UPI, la AP, los imperialistas y los reaccionarios del mundo están atacando a la  Revolución, duro, pero duro, digan:  la Revolución Cubana va bien (APLAUSOS).  Cuando ustedes lean que de la Revolución Cubana se dicen las peores calumnias, las cosas más inverosímiles, que a fuer de inverosímiles dan hasta risa, cuando ustedes lean esas cosas en los periódicos reaccionarios, allí donde no haya periódicos revolucionarios, digan:  la Revolución Cubana va bien.

Porque cuando nosotros vemos que la UPI o la AP dicen algo malo de algún gobierno en América Latina, o dicen algo malo de un líder obrero o de un líder campesino o de un líder político, nuestra conclusión  inmediata es:  ese líder es bueno.  Ese líder obrero es honrado y no se vende a los monopolios; ese dirigente político no es agente de un imperialismo; ese gobernante no es un gobernante sumiso.

Cuando ustedes quieran saber si un movimiento político es bueno, es revolucionario, es independentista, es antimperialista, es progresista, pueden investigarlo en los periódicos del imperialismo, que todo lo que digan de malo de los revolucionarios, es bueno para los revolucionarios, y es para nosotros una magnífica información.  Y nosotros muchas veces nos informamos por la UPI y la AP, pero al revés (APLAUSOS).

Ustedes, muchos de ustedes, se verán envueltos también en las luchas políticas y revolucionarias, si no, si no no valdría la pena que hubiesen viajado tan lejos (APLAUSOS).  Porque, al fin y al cabo, ustedes no son turistas, ustedes son estudiantes, y estudiantes preocupados por los problemas políticos y los problemas sociales.  Y si ustedes no estuvieran preocupados por los problemas políticos y los problemas sociales, en ese caso, quien no estuviese preocupado por esos problemas, pues más valía que le hubiese dejado el cargo a otro.  Porque, en realidad, ¿cómo se puede concebir un estudiante que no se preocupe por esos problemas?

Desde luego, yo sé que ustedes se preocupan, y que por eso están aquí; además, son unos héroes —dicho sea entre paréntesis—, porque con todas las cosas que han oído de Cuba están aquí (APLAUSOS).

Ustedes tienen la pupila alerta acerca de las palpitaciones del mundo.  Ustedes, además, son la afortunada juventud de hoy; ustedes son los que van a ver y van a ser actores y testigos de los tiempos más interesantes de la historia humana; ustedes son la juventud de los grandes avances de la ciencia y de la técnica; ustedes son la juventud de los viajes interplanetarios.  Lo que nosotros leíamos en los libros, ustedes lo están viendo en realidad.  Ustedes pertenecen a esa generación afortunada, ¡cómo no se van a preocupar los estudiantes por esos problemas!  Es, que si no, carece de sentido casi hasta el ser estudiante.

Lo que pasaba aquí era, y lo que pasa en muchos países todavía es que a la universidad muchas veces no pueden llegar los hijos de los obreros ni los hijos de los campesinos.  Nuestro estudiantado universitario ha tenido una magnifica postura revolucionaria; la tuvo en la lucha contra la tiranía, en la lucha por la conquista del poder revolucionario, y en la marcha de la Revolución.  Nuestro estudiantado tenía una tradición de lucha política.  Muchos de nuestros estudiantes eran de clase media; sin embargo, cuando se enfrentaron los intereses de las clases sociales, una gran parte de esos estudiantes permanecieron junto a la Revolución.

Las ideas revolucionarias y la belleza de una Revolución es fácil que conquiste a la gente joven, aun cuando esos jóvenes puedan proceder de clases sociales que, por su naturaleza, sean conservadoras.

Es una gran cosa ser joven, porque cuando se es joven se puede actuar movido por ideales, aun cuando estén en contra de los intereses de su clase.

Y ese apoyo del estudiantado universitario a la Revolución Cubana, demuestra una cosa.  Si ustedes van a cualquier país de América Latina, se encontrarán que los estudiantes están contra los gobiernos —eso por descontado—, porque el estudiante es muy sensible; el estudiantado suele ser un termómetro.  Y, sin embargo, ustedes van a la universidad, y se encuentran con que los estudiantes, en su inmensa mayoría, apoyan a la Revolución.  Eso dice mucho, eso dice todo.

¿Cómo un Gobierno Revolucionario se ha ganado el apoyo de esa juventud universitaria?  Con los hechos de la Revolución, es que la Revolución entusiasma a los que participan en ella, a los que están cerca de ella, a los que son jóvenes.  Porque entre el mundo de hoy y el mundo de ayer, ustedes han presenciado el de hoy.  Quizás ustedes no tengan una idea de cómo era el ayer en nuestra patria.

El compañero Ministro de Educación, bromeaba, hace unos minutos, cuando el público entonaba ese estribillo de que “somos socialistas p'alante y p'alante, y al que no le guste que tome purgante” (APLAUSOS), y él decía:  ¡Cuándo pensó este salón escuchar esas palabras!”

Verdad que este era el salón donde se reunían los representantes.  ¡Aquí quién habría soñado semejante cosa!  Claro que había algunos representantes que representaban al pueblo, pero eran una minoría.  Aquí se sentaban los latifundistas, los abogados de los centrales, de las grandes empresas, de los grandes monopolios, los representantes de la oligarquía; de aquí no podía salir una sola ley revolucionaria.  Una reforma agraria, ¡cómo iba a salir una reforma agraria de este parlamento de latifundistas y de propietarios!  Esa era la democracia que había aquí.  Una sola ley revolucionaria, jamás.

Aquella gente gobernaba para sus intereses, y en verdad, ¡quién lo habría dicho!, que a la vuelta de unos pocos años se entonarían aquí esas palabras.

No quiero decir que hayan desaparecido las instituciones representativas.  Hay algunos que les cuesta trabajo entender este problema de las revoluciones, y se ponen a darles vuelta a algunas ideas, y les vuelven a dar vueltas y más vueltas, sin darse cuenta de que hay dos mundos distintos, que es el mundo del ayer y el mundo de hoy; el mundo de una sociedad reaccionaria y el mundo de una sociedad revolucionaria.  Y vienen con sus ideas de su sociedad reaccionaria a analizar los problemas en un mundo revolucionario.

Es decir que en pleno trópico andan vestidos con un grueso traje de lana.  Y, claro, se sofocan, y se ahogan (APLAUSOS).

Hay que despojarse de una serie de ideas viejas, de conceptos viejos, para entender las revoluciones, entre ellas la cubana.  Los cubanos ahora estamos preocupados por construir las bases de una sociedad nueva, estamos echando los cimientos y construyendo los primeros pisos; no pensamos amueblar la casa hasta que no esté terminada.  Cuando el edificio esté terminado lo vamos a decorar y a amueblar.  Y aquí en este Capitolio volverá a funcionar una representación del pueblo.  Y algunos vienen con su anacronismo a juzgar a nuestra Revolución porque dicen que cuándo hay elecciones.  Yo les digo:  ¡pregúntenselo al pueblo!” (EXCLAMACIONES DE:  ¡No!”)

Porque ellos creen que se muere un país si no ve unas elecciones de tipo burgués, en la cual los distintos partidos de las clases dominantes se discuten los puestos en la Cámara y en el Senado, se mueren y creen que se muere un país.  Y este era uno de esos países, ¡qué casualidad!

¡Quién le hubiera dicho al cubano que elecciones no!, es decir, que sin aquellas elecciones burguesas no se acababa el mundo.  Al pueblo lo tenían entretenido en aquellas discusiones estériles, y el Parlamento era un lugar donde el pueblo se entretenía del espectáculo, de las polémicas...  el pueblo hasta se entusiasmaba con aquello, pero no salía nunca una ley a favor del pueblo.

Me río, porque estoy pensando en el amigo Allende, que es parlamentario y que tiene que librar allí grandes batallas frente a la reacción, en Chile (APLAUSOS); y él sabe el trabajo que cuesta hacer pasar una ley revolucionaria por un Parlamento.

Y el pueblo, el pueblo nuestro, ustedes van a la calle y le preguntan; y no es que nosotros digamos:  Elecciones no”, fue el pueblo el que dijo:  “Elecciones no” (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”, y:  “¡Elecciones, ¿para qué?!”)

Y desde luego, desde luego que a nosotros los del gobierno eso no nos hace mucha gracia, porque nosotros pensamos que de vez en cuando nos vendrían bien unas vacaciones... (EXCLAMACIONES DE:  ¡No!”)   Pero no faltará quien diga:  ¡Qué pueblo más absolutista y más atrasado!” (RISAS.)  Seguro que un “superdemócrata representativo” enjuicia a nuestro pueblo y dice:  ¡Qué pueblo más inculto!” (RISAS.)  Claro que el pueblo se ríe, pero se ríe porque sabe que el infeliz es aquel que no entienda bien las cosas, tal como son.

Y eso demuestra, sencillamente, el gran desarrollo político de nuestro pueblo.  Claro que el pueblo, durante 50 años, tuvo que soportar estos parlamentos burgueses, y los gobiernos de ladrones, y veía que se sustituían uno por otro.  ¿Había cambio?  No había ningún cambio, esa es la tomadura de pelo más grande que se le puede hacer a un pueblo; lo entretienen con eso, no hay ningún cambio; pasan la “pelota” de la república de manos de un grupo reaccionario al otro, y eso le quieren decir que es “cambio de poder”.

¡Vaya usted a ver!  ¿Cómo no hay cambio de poder entre los monopolistas de Estados Unidos y los negros del sur, discriminados y explotados?  (APLAUSOS.)  Claro, el cambio de poder en Alabama y en todos esos estados, en primer lugar, es entre blanquitos, entre blancos nada más; y entre blancos ricos, no entre blancos pobres, porque si es entre blancos ricos y blancos pobres, perfecto, eso es una Revolución, entonces se acabaría la discriminación.

No vayan ustedes a creer que la discriminación es casualidad.  ¿Por qué no puede acabar Estados Unidos con la discriminación?  Porque ninguna sociedad sobre la base de explotación del hombre por el hombre y de privilegios puede acabar con ninguna discriminación, porque la filosofía de esa sociedad es la filosofía de la explotación, y eso no se acaba con discursos, no señor, porque los millonarios no están de acuerdo con que los hombres negros se sienten en la misma mesa donde ellos van a divertirse ni entren en el mismo cine, ni en el mismo restaurante, ni quieren que estudien en las mismas universidades que ellos.  Los millonarios son los que sostienen los privilegios, y en Cuba también había discriminación pero la Revolución, sin ningún trabajo, ha puesto fin a la discriminación (APLAUSOS).

Claro, si en Estados Unidos hay una revolución se acaba inmediatamente la discriminación, pero mientras exista el imperialismo en Estados Unidos habrá discriminación racial, porque una cosa engendra la otra.

Y, claro, el pueblo veía cómo se pasaban la república de manos de un grupo a otro grupo, y en 50 años la saquearon cincuenta veces, porque la saqueaban todos los años, todos los meses y, además, todos los días.  Y el pueblo nunca recibía un solo beneficio, y muy duro le costaba a cada sindicato, y a cada movimiento popular, hacer respetar sus derechos.

Por eso el pueblo entiende perfectamente bien que todo aquello era una forma de mantener la explotación y la dominación, y no se preocupa por esas cuestiones de tipo formal, y sabe que en una revolución que crea una sociedad nueva no se puede acudir a los procedimientos de la vieja sociedad, porque ¿cómo, si estamos construyendo un país nuevo, vamos a utilizar los procedimientos viejos?

Aquellos métodos son métodos caducos, igual que el sistema social desaparecido, y el sistema social nuevo engendrará formas políticas nuevas.  Eso es lo que sabe el pueblo; por eso es un pueblo desarrollado políticamente, que demuestra una gran penetración política, porque nadie le inculcó esa idea, fue absolutamente espontánea, y el pueblo ha dicho:  ¿Vamos a entretenernos ahora haciendo elecciones burguesas?  ¡No, si todos esos partidos representaban intereses de clase!, y en una sociedad donde van a desaparecer las clases explotadoras, y que no va a haber más clases explotadoras y clases explotadas, ¿cómo vamos nosotros a entretenernos en el jueguito de los partidos de las clases explotadoras?” Las clases explotadoras ya están fuera de lugar en Cuba, y sus partidos también.

¡Ah, si ustedes vieran cómo se escandalizan los imperialistas cuando oyen decir estas cosas!  Se persignan, como si se estuviese diciendo una blasfemia.  Claro, en su cerebro estrecho, ellos no pueden entender estos problemas; y entonces, ellos creen que un país no puede vivir sin ese juego de politiquería.

La Revolución Cubana construye una sociedad nueva, y esa nueva sociedad, a su vez, engendrará nuevas formas políticas, y el pueblo lo entiende, y el pueblo lo sabe.  El pueblo sabe que de lo que hay que defenderse ahora es del imperialismo, el pueblo sabe que no se puede estar perdiendo tiempo en política tipo antiguo, que lo que hay es que entrenarse bien.

¿Qué le van a hablar del voto al pueblo, si el pueblo tiene algo más que un voto?  ¿Si un obrero, que antes tenía un voto para ejercerlo cada cuatro años y darle el chance a escoger entre dos burguesotes; el pueblo, que antes tenía un voto, que a lo mejor iba a votar, si le daba la gana, porque a veces no iba —pasa como en Estados Unidos, que la mitad de la gente no se molesta en ir a votar, por el desgano que hay en aquel país y la apatía que hay en aquel país…?  Y hoy ese obrero, ¡a lo mejor tiene un cañón en la mano!  (APLAUSOS); y lo menos que tiene es un fusil automático, todos los días.

Y, claro, ese obrero comprende:  ¿Cuándo yo era más poder:  antes, o ahora?; ¿cuándo yo era más importante dentro del país:  antes, cuando tenía que pasar cabizbajo al lado de un esbirro; antes, cuando veía las armas en manos de los defensores de los intereses de los patronos y de los latifundistas; o ahora, que yo soy factor de poder en mi país; ahora, que yo soy fuerza en mi país?”

Por eso el pueblo reacciona como reacciona, porque el pueblo va más a la realidad y al fondo que a las formas.

¡Claro!  Por ahí hay algunos “teóricos del democratismo”, que no tienen nada de democracia, que hablan de:  Bueno, y ¿cuándo son las elecciones generales?”  Bueno, nosotros estamos dispuestos a dar enseguida unas elecciones generales:  en el mismo momento que esos que impugnan a la Revolución Cubana por cuestiones de elecciones le dieran un fusil a cada obrero y a cada campesino, ¡nosotros al otro día hacemos unas elecciones generales en Cuba!  (APLAUSOS.)

No dejó el señor Stevenson de pasar uno de los peores ratos que ha pasado en la ONU cuando un destacado dirigente negro norteamericano le envió un telegrama preguntándole cuándo les iban a dar armas a los negros del sur (RISAS).  Claro que los negros del sur no tienen ni voto, menos armas; pero la burguesía esa reaccionaria que se da golpes de pecho hablando de democratismo, es incapaz de darle un solo fusil a un solo obrero o a un solo campesino, es decir, es incapaz de armar al pueblo, es incapaz de entregarle el poder al pueblo.  Ellos medran en la ficción de que el pueblo tiene el poder; el poder lo tienen los grupos militares, amaestrados por la reacción, educados por la reacción; el poder lo tienen los grandes latifundistas; el poder lo tienen los monopolios, los grandes capitalistas; el pueblo no tiene ni un ápice de poder.

En esas elecciones funcionan los recursos económicos de las clases dominantes; se postulan casi exclusivamente los representantes de las clases dominantes, los representantes obreros y campesinos son perseguidos; los periódicos, todos los medios de divulgación, están en su 95% en manos de la reacción, un grupo reaccionario tiene una parte de la prensa y el otro grupo tiene la otra; la voz del obrero y del campesino, del hombre humilde del pueblo, del hombre de la masa, no se hace oír nunca.  El pueblo no tiene el poder.

En una revolución el pueblo sí tiene el poder, y es lo primero que hay que analizar en una revolución:  ¿quién tiene el poder?  Y, ¿quién tiene el poder en Cuba?  (EXCLAMACIONES DE:  ¡El pueblo!”)  ¡El pueblo!  ¿Qué somos nosotros sin el pueblo?, ¿qué es el Gobierno Revolucionario sin el pueblo?, ¿qué sería el Gobierno Revolucionario, frente al Pentágono, frente a la Agencia Central de Inteligencia, frente al gobierno yanki, qué sería el Gobierno Revolucionario sin el pueblo?  Si el Gobierno Revolucionario dependiera de un ejército profesional, a la antigua usanza, ¿qué sería del Gobierno Revolucionario?  ¿Qué sería del Gobierno Revolucionario si su autoridad se basara en un ejército que tuviera al frente una misión militar yanki?, ¿qué sería del Gobierno Revolucionario?  O mejor dicho:  ¿Qué habría sido, hace rato, del Gobierno Revolucionario?  (APLAUSOS.)

¿Qué sería, estudiantes, el Gobierno Revolucionario sin el pueblo?  El poder del Gobierno Revolucionario es, sencillamente, el poder del pueblo, y más nada.  Y, ¿qué es la democracia sino el gobierno del pueblo?  Lincoln dijo que era “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”; pero como lo han entendido estos señores imperialistas, es el gobierno de los explotadores, por los explotadores y para los explotadores (APLAUSOS).  Ese es el gobierno yanki y así son los gobiernos de la reacción.  Poder y pueblo son la misma cosa en Cuba y eso sí es democracia; por eso nosotros podemos decir paladinamente que nuestra Revolución es una Revolución democrática y la más democrática Revolución, el más democrático gobierno de este continente, sin que se tenga que ofender ningún gobierno.

Seguro que mañana la UPI escribe:  El Primer Ministro declaró que el gobierno de Cuba es el más democrático de todos los gobiernos de América Latina, para ofender a los demás gobiernos.  No, nosotros lo creemos sinceramente y lo es así y nos podemos reunir con los estudiantes y con los obreros y con los campesinos y podemos ir por la calle cualquier ministro, cualquier miembro del Gobierno Revolucionario, ir a donde va el pueblo y ser como cualquier ciudadano más del pueblo.  Ningún ministro del Gobierno Revolucionario es un señor encopetado, tieso, no señor.  Ustedes ven a cualquier compañero que desempeña funciones importantes por la calle y no lo conocen, porque es uno más del pueblo, hay una completa identificación entre los hombres del gobierno y los hombres del pueblo en todas partes y la mejor prueba de la democracia en nuestro país es esa.

¿Qué sería nuestro Gobierno Revolucionario frente al imperialismo sin el pueblo?  Y una vez más qué ridículos son los imperialistas, cuando dicen que el terror se enseñorea y que el gobierno gobierna por el terror.  Claro, yo no dudo que los reaccionarios estén aterrorizados, pero ellos por su cuenta; el susto que les produce ver al pueblo armado.  ¿Qué reaccionario no va a vivir aterrorizado cuando ve al pueblo armado?  Los reaccionarios viven bajo el terror de ver al pueblo armado y bajo el terror de ver que a un pueblo armado no lo pueden derrotar y bajo la desesperación de ver que ese pueblo armado no le tiene miedo al imperialismo (APLAUSOS).

Ustedes me perdonarán si me he extendido demasiado (EXCLAMACIONES DE:  ¡No!”), no quería desperdiciar esta oportunidad para tocar algunos temas (APLAUSOS).

Y volvemos a hacernos la misma pregunta conque no solamente estamos a 90 millas de la metrópoli imperialista, sino que además una minoría mantiene bajo el terror el gobierno en esta isla.

Compadre, qué infeliz es entonces la Agencia Central de Inteligencia y qué impotentes son los imperialistas, cuando dicen que se mantiene un gobierno bajo el terror aquí a 90 millas, a pesar de todo lo que han hecho ellos por derrocar al gobierno.  Hombre, si cuando el pueblo estaba contra el gobierno, hubiese tenido la décima parte de las armas que han tenido los contrarrevolucionarios, la tiranía batistiana no dura ni cinco meses (APLAUSOS).

Ellos, claro, en la época en que nosotros luchábamos contra Batista, ellos les mandaban armas a Batista —una pequeña diferencia—, y las armas que compraban los revolucionarios que estaban en Estados Unidos se las quitaban y se llevaban a los revolucionarios presos.  A pesar de todo, ¿ustedes creen que en Playa Girón fue la primera derrota imperialista?  No, la primera derrota imperialista fue el mismo día en que cae la dictadura que ellos habían organizado y armado.  El imperialismo viene perdiendo batallas con la Revolución desde hace rato, batallas de tipo ideológico; ellos trataron de utilizar todos sus resortes para confundir al pueblo y para dividirlo y no pudieron; batallas para desacreditar a la Revolución internacionalmente, claro, sus acusaciones contra la Revolución encontraron eco en los sectores reaccionarios, pero no en los sectores revolucionarios.

La batalla por crear un frente contrarrevolucionario dentro la perdieron también; el desembarco lo perdieron, la batalla diplomática por aislar a la Revolución Cubana la perdieron.  El imperialismo hace mucho rato que viene perdiendo batallas frente a la Revolución Cubana; si quiere seguir echando batallas la seguirá perdiendo (APLAUSOS).  Si el imperialismo no quiere coexistir pacíficamente con la Revolución Cubana, allá él, seguirá sufriendo reveses como hasta ahora en todos los órdenes.

Y así nuestro pueblo ha ido comprendiendo todos los problemas políticos y por eso le cuesta trabajo a alguna gente educada en esa mentalidad.  Nosotros lo hemos podido apreciar discutiendo con alguno de estos invasores.  Qué ideas tan simples y tan simplistas pretenden elevar a la categoría de ideología política; las cosas más absurdas, como por ejemplo, uno de ellos cuando pretendía demostrar las grandes ventajas del capitalismo y decía el caso de que como en Alemania occidental había un estándar de vida más alto que en Alemania oriental.  En primer lugar, pasaba por alto la cantidad de infelices que vivirán en Alemania occidental explotados de manera inmisericorde por los ricos allí, cosa que no ocurre en Alemania oriental.  Habrá elevadísimo estándar de vida para los más ricos, pero sobre todo lo insólito, es que ni siquiera fuese capaz de examinar que la Alemania oriental era la parte agrícola de Alemania y la Alemania occidental la parte industrial de Alemania.  Pero eso no.

Como la Unión Soviética quedó totalmente destruida por la guerra, como decenas de miles de fábricas de la Unión Soviética fueron destrozadas mientras no hubo una sola fábrica norteamericana que perdiera un solo tornillo.  Y como todo el poderío industrial norteamericano desarrollado durante la guerra estaba intacto y como solo en 15 años la Unión Soviética ha sido capaz de alcanzar el ritmo que ha alcanzado hoy en su producción y como amenaza sencillamente con sobrepasar en el curso de muy pocos años la producción per cápita de Estados Unidos.  Y eso es un hecho inexorable; por algo están tan guerreristas los imperialistas, porque sacan cuenta, se dan cuenta de que su crecimiento es del 3% al año y que el crecimiento de la Unión Soviética, por ejemplo, es del 12% y claro, sacan una cuenta y se dan cuenta de que en el curso de pocos años, el poderío industrial y la capacidad industrial de la Unión Soviética será muy superior a la de ellos y que esa tasa de crecimiento de la Unión Soviética no la alcanzarán nunca más, como nunca más alcanzarán a la Unión Soviética en la técnica de los vuelos espaciales.

Y son incapaces de analizar las cosas más elementales, como convierten en categoría de ideas las razones más simplistas, que naturalmente son propias de la educación yanki, en el cine, en los muñequitos, en “Selecciones”, en todas las revistas que son sencillamente instrumentos para despistar a la gente y para hacerla razonar de una manera simplista.  No entienden lo de Cuba, pero como ellos creen que el pueblo es el que decide, creen que allí decide, muchos creen de buena fe que allí deciden; entonces no se explican cómo el pueblo está con la Revolución, no les cabe en la cabeza, porque aquí no hay elecciones como allí y no pasen las cosas como allí y por eso, ¿saben lo que ha pasado?  Que no dejan venir a los turistas norteamericanos a Cuba, no dejan venir a los estudiantes norteamericanos a Cuba, no dejan visitar a los intelectuales norteamericanos a Cuba.  En vez de decirles vayan a Cuba para que vean qué régimen más horrible, vayan a Cuba para que vean lo mal que anda aquello, el descontento que hay en el pueblo, les prohíben venir a Cuba.  Nosotros les damos permiso para venir.  ¿Creen ustedes que nosotros les ponemos cortapisas a los ciudadanos norteamericanos para visitar a Cuba?  No, puertas abiertas, que vengan si quieren 3 millones en paz por supuesto, en son de paz a visitar a Cuba, para que vean qué “horrible” régimen el de Cuba, qué “descontento” el del pueblo.  Nuestra actitud es decir:  vengan a ver lo que es un gobierno demócrata y lo que es un gobierno revolucionario y la actitud de ellos; no pueden ir a ver a ese gobierno, es malo pero no lo vayan a ver, es horrible y el pueblo está muy descontento, pero no lo vayan a visitar.  Claro, el pretexto de ellos serán sus dólares, como si nosotros estuviéramos tan interesados en los dólares que dejaban aquí unos cuantos señores que se dedicaban al juego, a pasear mucho y a tomar bastante.  No todos los turistas, había turistas que venían a recibir el sol de Cuba —que es un sol espléndido dicho sin vanidad (APLAUSOS).

El gobierno de Estados Unidos prohíbe visitar a Cuba.  ¿Qué les parece?  Si ellos creyeran en lo que dicen, dirían no visiten, pero ellos no quieren que los negros del sur de Estados Unidos visiten a Cuba, ellos no quieren que los estudiantes visiten a Cuba, ellos no quieren que dirigentes obreros honrados visiten a Cuba, ellos no quieren que profesores honestos de las universidades visiten a Cuba, ellos prefieren mentir a sus anchas y no dejar que nadie visite a Cuba; es como si nosotros temiéramos que fueran a Estados Unidos para que no se fueran a volver imperialistas.  Nosotros estamos dispuestos a mandar de visita a Estados Unidos todos los que ellos quieran, estamos dispuestos hasta que pasen por un curso en una universidad allí, a ver si es verdad que el lavado de cerebro existe; porque es cosa curiosa, qué cosa más curiosa, lavan el cerebro y, ¿por qué los comunistas pueden lavar el cerebro y los imperialistas no pueden?  ¿En qué consistirá el famoso lavado de cerebro?  En que los imperialistas no convencen a nadie, eso es todo, y un comunista puede convencer a alguien.  Por lo menos de nosotros dicen que este es un gobierno comunista, nosotros no le hemos puesto nombre, nosotros hemos dicho que esta es una Revolución Socialista (APLAUSOS), pero nosotros tenemos algo que decirle al norteamericano que visite aquí, porque incluso al más ilustre magnate, al más ilustre latifundista del oeste, lo traemos aquí, y le enseñamos el pueblo donde viven los obreros de una granja del pueblo, el círculo social, todas las ventajas que tiene ese obrero, ¡y él no puede presentar eso!

Nosotros le podemos enseñar un latifundio donde trabajaban seis personas, y ahora trabajan 2 000; nosotros podemos demostrarle cómo aquí hay que reclutar hombres de la ciudad para cortar caña, porque ya no alcanzan los brazos.  Y le preguntaríamos:  míster, ¿cómo explica usted que en Estados Unidos, con tantas fábricas, haya tanto desempleo?  Y el míster no hallaría qué decir.  Empezaría a hablar de la libertad de empresa, porque las ventajas de la libre empresa, etcétera, etcétera..., pero no podría explicar cómo en su país, con tantas fábricas, hay tanto desempleo, y cómo en nuestro país, con tan pocas fábricas, hay tanto empleo.

Y claro, le preguntaríamos cómo es posible que en los clubes lujosos de Estados Unidos nada más vayan unos cuantos cientos de familias, y le llevaríamos a dar un paseo por todo el litoral de La Habana un domingo por la tarde, para que viera lo que es el pueblo en sus círculos sociales, que eran los antiguos círculos de la aristocracia, donde antes iban unos cuantos.  Y lo llevaríamos a Ciudad Libertad, donde estaba el antiguo Pentágono de Batista, convertido hoy en Ministerio de Educación, y aquello lleno de niños; le preguntaríamos:  ¿Míster, no le parecería mejor que el Pentágono fuese una escuela?  (APLAUSOS.)

Entonces lo llevaríamos a Varadero, y vería un obrero con su familia hospedado en un hotel más lujoso que el de Miami, donde nada más van los millonarios.  Y le preguntaríamos si no le parecería una bella cosa que los obreros norteamericanos pudiesen bañarse también en todas las playas de Miami.

Y, en fin, le demostraríamos cómo nosotros, sin desarrollo industrial, les podemos dar a nuestros obreros, y a nuestros campesinos, y al pueblo humilde, les podemos dar lo que ellos, con todas sus fábricas y todo su desarrollo industrial, no le pueden dar a su pueblo.  Y les damos más vacaciones que ellos, y trabajan menos horas que ellos, y el obrero tiene más derecho aquí en una fábrica, porque allí llega el patrón y lo bota.

Y para eso los capitalistas tienen allí un fondo, para cuando botan un obrero, para que no proteste mucho, pueda tener una compensación durante algunos meses; pero llega el momento en que se acaba la compensación.  Y allí el obrero, en una fábrica yanki, no tiene ninguna garantía; el patrón lo bota, entonces dicen que eso es muy bueno; porque si hay un obrero perezoso, entonces el patrón lo bota.  ¡Ah, pero si hay un patrón perezoso, todos los obreros juntos no lo pueden botar!  (APLAUSOS.)

Y eso es lo que ocurre.  ¿Qué le podrían decir a un obrero, o a un guajiro cubano que fuera allí?  ¿Le iban a decir:  miren qué latifundio más bello, qué latifundio más grande?  ¿A un guajiro de una cooperativa cañera lo van a llevar al sur de Estados Unidos, allí en las plantaciones donde hacen trabajar a los obreros negros como esclavos, y le van a decir:  miren qué plantación más bella?

Nosotros sí podemos decirle a aquel obrero negro:  mira qué cooperativa más bella, donde tú eres el dueño y el administrador, y no tienes mayorales; nosotros sí tenemos qué decirle al obrero, y al campesino, y al estudiante norteamericano, y ellos no tienen nada que decirle más que la mentira.  La mentira, y escribir y escribir páginas tras páginas con las mayores insensateces, sencillamente para mantener engañados, de ingenuos, a los ciudadanos.

Nosotros somos más abiertos.  Que vengan aquí todos los norteamericanos que quieran; y, por nuestra parte, que se lleven todos los cubanos que quieran, a darles curso de capitalismo y de imperialismo allí, a ver cuántos van a convencer.

Y eso es lo que ocurre:  no hay base moral, no hay argumentos, no hay razón.  Pero como la mentalidad de una gran parte de los hombres y las mujeres que leen esa prensa ha sido formada de una manera, les cuesta trabajo entender estas cosas, y no las entenderán.  Pasará tiempo antes de que acaben de entenderlas; algún día las entenderán.

Por lo menos, nosotros tenemos la esperanza de que ustedes las entiendan (APLAUSOS).

Sentimos que se vayan pronto.  Ya les dije que ni nuestra Revolución es perfecta, ni nosotros aspiramos a que sea modelo.  Pero ustedes pueden visitar toda Cuba, solos, todo el tiempo que quieran, y hablar con el pueblo.  El pueblo es quien puede responder las inquietudes de ustedes; ustedes pueden tener muchas preguntas para mí, pero, ¿qué hacen con que yo se las responda?  Es mejor que se las pregunten a cualquier ciudadano por la calle...  Bueno, si se topan un latifundista equivocado que quede por ahí, está bien, no importa; por cada reaccionario y contrarrevolucionario, se van a encontrar 25 revolucionarios.  Tengo la seguridad de eso (APLAUSOS).

Ustedes son estudiantes y han visto lo que la Revolución está haciendo en el orden cultural.  En esa materia tengo la seguridad de que habrán obtenido bastante información; pero baste decirles que en nuestro país, en este momento, se está llevando adelante un programa educacional tan ambicioso y tan vasto, como posiblemente no se haya hecho nunca.

Hay algo que aun aquellos que tengan objeciones que hacerle a la Revolución, no pueden dejar de desconocer:  es el esfuerzo que la Revolución hace por resolver un mal secular en nuestro continente, y es la ignorancia, el analfabetismo.  Ustedes saben que en todos los pueblos de América hay millones y millones de analfabetos, y donde único no hay un millón de analfabetos es en aquellos países que tienen apenas un millón de ciudadanos.  Los países de varios millones de ciudadanos, tienen millones de analfabetos.  ¡Imagino que los imperialistas no digan que esto es una mentira!  Eso es de todos conocido.

Nuestro país era uno de tantos, con más de un millón de analfabetos.  Ustedes se podían encontrar algunas estadísticas oficiales que hablaban del 25%, del 30%; cuando hemos ido a la realidad, nos hemos encontrado que había más analfabetos de los que señalaban las estadísticas.

El pueblo de Cuba se propuso erradicar el analfabetismo en un año.  Cualquiera habría dicho que esa era una tarea imposible.  ¿Y cómo, cómo en medio de las agresiones imperialistas; cómo en medio de las invasiones, de los movimientos subversivos organizados por la Agencia Central de Inteligencia; cómo íbamos los cubanos a desarrollar en un año semejante tarea, con qué recursos económicos?

No hacían falta tantos recursos económicos, muy pocos recursos económicos.  Hacían falta recursos humanos, y las naciones tienen grandes recursos humanos, pero solo las revoluciones pueden movilizar todos los recursos humanos de un pueblo.

¿Quién habría movilizado a este pueblo a semejante campaña, en el antiguo régimen de explotación y de discriminación?  Nadie, ningún gobierno.  Solo la Revolución habría podido movilizar 250 000 alfabetizadores; solo la Revolución habría sido capaz de movilizar obreros, campesinos, intelectuales, y, además, 100 000 estudiantes, ¡y cien mil es un uno seguido de cinco ceros!  Ningún gobierno reaccionario moviliza ni cinco estudiantes para alfabetizar.

¿Conocen ustedes alguna campaña de alfabetización en América Latina?  ¿Cuántos estudiantes se están alfabetizando en Nicaragua?  ¿Cuántos estudiantes se están alfabetizando en Guatemala?  Y no voy a proseguir, porque hay gobiernos que no tan amigos, no son como los de Guatemala y Nicaragua, y hay gobiernos que son amigos.

Cuba es el único país que ha podido movilizar a todos sus jóvenes para erradicar el analfabetismo.  Y Cuba ha sido capaz de movilizar 100 000 jóvenes, y esos 100 000 jóvenes, juntos con 150 000 alfabetizadores populares, van a erradicar el analfabetismo en un año.  ¿Qué dice de eso la UNESCO?  ¿Qué dice de eso míster Kennedy, y qué dice de eso míster Stevenson?  Su Alianza para el Progreso, su famosa Alianza para el Progreso, ¿progreso de qué?  ¿Van a hacer más ricos a los ricos, y más pillos a los pillos, y más pobres a los pobres, y más ignorantes a los ignorantes?  Esa es la Alianza para el Progreso.

¿Qué dicen los de la Santa Alianza del Progreso?  ¿Podrán erradicar el analfabetismo en un solo país de América, en cinco años?  ¡Ni en diez años!  ¡Pues sin ninguna Alianza para el Progreso con el imperialismo, el pueblo de Cuba liquidará el analfabetismo en un año!  (APLAUSOS.)  El pueblo de Cuba ha movilizado 100 000 estudiantes.  He ahí una formidable tarea para la juventud.

Y qué formidable tarea, y qué honrosa tarea para los estudiantes latinoamericanos, el emprender la lucha contra el analfabetismo, el educar a las masas campesinas y obreras.  Pero, ¿qué ministro de Educación se preocuparía por esa tarea?  ¿Quién va a movilizar a los estudiantes?  ¿Y qué estudiantes se van a movilizar?  ¿Y un estudiante se va a movilizar en medio del desgano, y del desaliento, y la indignación que da ver su país explotado por los monopolios?

Esa sería una tarea de la juventud, y es un gran experimento el que Cuba realiza al emprender esta tarea.  Y es rica la experiencia que Cuba va a obtener de ese experimento, y son interesantísimas las conclusiones que en Cuba se van a establecer de esa experiencia.  Y no solo el pueblo de Cuba va a educar a los analfabetos, sino que los analfabetos van a educar a nuestros estudiantes.  Porque más de lo que van a aprender los que van a recibir las lecciones de los estudiantes, van a aprender los estudiantes de sus discípulos.

Y cuando el gobierno planteó la movilización de 100 000 estudiantes, parecía una cifra de fantasía.  Pues bien, se reunirán los 100 000 alfabetizadores, y ya en estos momentos hay más de 50 000 movilizados (APLAUSOS).

¡Qué influencia tan formidable ejerce ese trabajo sobre el joven, cómo aprende, cómo aprende de la vida dura del campo, cómo confraterniza con los campesinos, cómo se preocupan esos jovencitos por los campesinos!, y que no solo van allí a enseñar, van también a trabajar, van a ayudar a los campesinos, porque no van a estar allí en casa de los campesinos de “señoritos”.  No.  Si hay recogida de café, o de cacao, ellos van a recoger también café y cacao; van a enseñar y van a trabajar (APLAUSOS).

De la misma forma, en toda la América Latina podría erradicarse el analfabetismo; no diría que en un año como en Cuba, porque es mayor o menor el grado de analfabetismo en distintos países de América Latina, pero en dos años, en tres años todo lo más, un gobierno revolucionario, movilizando los recursos humanos de la nación, podría erradicar el analfabetismo.  Una América liberada del imperialismo, podría erradicar el analfabetismo en tres años.  Y los cubanos estaremos dispuestos a ayudar a cualquier pueblo hermano con nuestra experiencia; los cubanos estaremos dispuestos a mandar nuestras brigadas de alfabetizadores también, a ayudar a cualquier pueblo hermano (APLAUSOS).

Claro, si nosotros mandamos una brigada de alfabetizadores, son capaces de poner la flota...  —¿cómo se llama la flota esa que tienen ahí?—; la Flota del Caribe son capaces de situarla para interceptar a los alfabetizadores, si algún gobierno de América Latina aceptase nuestras brigadas de alfabetizadores.

Pero toda nuestra experiencia, la experiencia que Cuba adquiera en esta empresa, estará siempre a disposición de los pueblos hermanos de América Latina, y esa sí sería una Alianza del Progreso, no la “alianza” del señor Kennedy, que propone el señor Kennedy.  Y nosotros tenemos la esperanza de que algún día podremos ayudar, con la experiencia de Cuba, a otros pueblos hermanos de América Latina, porque nosotros, más que la esperanza, tenemos la seguridad de que la América Latina algún día será, como Cuba, también libre (APLAUSOS).  Ese día llegará, y llegará el día en que se movilicen legiones de estudiantes a enseñar a leer y a escribir a los campesinos.  Nosotros estamos seguros de que ese día llegará, en América, como en Africa, como en Asia.

La Revolución le ha prestado a la educación todo el apoyo.  Todas las revoluciones se preocupan por educar a los pueblos; porque en el pueblo está la fuerza de las revoluciones, en la educación del pueblo está la gran fuerza de las revoluciones.  Por eso la Revolución ha establecido una escuela hasta en el último rincón del país.  Cuba es hoy el primer país de América Latina que tiene un número de maestros igual al que demandaban las necesidades educacionales del país y en solo un año envió al campo más maestros que los que habían sido enviados en 50 años anteriores (APLAUSOS).

La Revolución ha convertido desde el cuartel más grande hasta el cuartelito más chiquito en escuela, y, sin embargo, estamos más armados que nunca, y estamos más fuertes que nunca.  Porque antes estaba armada una pandilla, para defender a la otra pandilla; y ahora está armado todo el pueblo, para defender a todo el pueblo (APLAUSOS).

Pero claro, claro, el pueblo no necesita cuarteles.  El otro ejército necesitaba los cuarteles con aspilleras y estar allí alerta.  En una cooperativa, hoy es el cooperativista el que mantiene el orden; en una granja del pueblo, igual; en una fábrica.  Y va desapareciendo esa fuerza pública tradicional que mantenía el orden.  Las unidades del ejército no tienen nada que ver con ese orden.

Aquellos que se preocupan de las libertades, y crean que no haya libertades en nuestro país, nosotros les preguntamos:  ¿Qué país más libre puede ser aquel en que el ciudadano no se encuentre con ninguna autoridad, y que la autoridad sea él, que el guardador del orden sea él?  ¿Se puede concebir un país más libre que el país donde no se ve la fuerza pública, y que la llamada fuerza pública sea el pueblo?

¡Ah!, esos infelices que no saben lo que es la delicia de ver un pueblo verdaderamente libre, que vengan a Cuba, y que vayan a una cooperativa, y verán lo que es un campesino orgulloso de ser él la autoridad.  Antes, la autoridad era otro, y que no estaba para ayudarlo a él, estaba para ayudar al patrono, al latifundista; y ahora él es la autoridad.  ¿Quién puede abusar de ese guajiro?  ¿Quién puede abusar de ese obrero?  ¿El mismo va a abusar de él mismo?

Eso es lo que no puede entender un imperialista, a menos que le hagan la trepanación del cráneo, no un lavado de cerebro.  Eso no lo pueden entender, ¿cómo van a entender que ese guajiro esté con la Revolución?  Ellos dicen:  Ese es un régimen esclavo, tiránico, sin derechos, sin nada”, pero de repente se encuentran con que el guajiro está con ese régimen.  ¡Qué raro!, ¿verdad?  “No hay elecciones cada cuatro años, ese guajiro está contra el régimen”; ¡si ese guajiro no votó nunca, si a ese guajiro nunca le contaron el voto, si ese guajiro nunca tuvo un guajiro por quien votar!

Y no entienden, entonces; no pueden entender que ese guajiro, que ese obrero, que ese estudiante, que ayer estaba recibiendo golpes en la calle, y hoy forma parte del poder, hoy forma batallones armados...; antes les daban tiros, les daban golpes, y hoy, el estudiante es el que tiene los fusiles.  ¿Cómo van a entender eso?  No lo pueden entender.  Pero yo creo que cualquiera que tenga dos dedos de frente lo entiende, ¿verdad?

No quedan cuarteles en nuestro país:  los cuarteles son escuelas.  Las milicias tienen sus armas guardadas en determinadas casas, pero todos los grandes regimientos, y donde antes se albergaban los soldados, hoy estudian más de 50 000 jóvenes.

No solo la Revolución ha llevado un maestro hasta el último rincón de Cuba, ha convertido todos los cuarteles en escuelas, sino que ha reformado la enseñanza, y, por último, el año que viene habrá 40 000 estudiantes becados, solamente —digo, el año que viene no, el curso que viene, que empieza a fines de este año— en la capital de la República.  No quedará un solo joven humilde, sin derecho a una beca para estudiar en la universidad, o para estudiar en las escuelas técnicas, o para estudiar en cualquier centro de secundaria.  Será un movimiento sin paralelo de desarrollo cultural.

¿Por qué podemos becar a tantos estudiantes?  ¿Por qué?  Porque los latifundistas se fueron.  No crean ustedes que los botamos; créannos que se fueron solos.  A muchos les quedaban, incluso, tierras, pero ellos creían que los americanos, todopoderosos, liquidarían a la Revolución, y pensaron que era más conveniente irse de aquí y esperar el regreso con los americanos.  El hecho es que los americanos no han regresado ni ellos tampoco.

Y tenemos mil casas, ¡mil casas!, mil palacetes, donde vivían con lujo asiático.  Y, claro, en edificios...  A ustedes seguramente los habrán llevado de visita a algunas residencias de estudiantes...  Hay repartos enteros convertidos en residencias de estudiantes, ¡y qué magníficas residencias!  En verdad que aquellos señores no sabían cuán extraordinarios centros educacionales estaban construyendo (APLAUSOS).

En uno de los repartos más hermosos, alrededor de un hermosísimo campo de golf, estará la Academia Nacional de Arte.  Nosotros tenemos la seguridad de que ha de ser la academia nacional más bella que se haya visto.  Los jardines de aquella residencia son fantásticos.  En el campo de golf ya están los proyectos para levantar las edificaciones de estudio, entonces, el estudiante no va a vivir encerrado, no; el estudiante va a vivir en aquella residencia, e irá a clases al centro escolar, y regresará a la residencia.

Es decir que no va a ser un tipo de escuelas de esas que parecen una cárcel, como en la que nosotros estudiamos, no.  Los estudiantes vivirán en sus casas; muchas de esas casas tienen piscinas.  Pero eso es lo de menos.  Todo el litoral habanero está lleno de magníficos clubes que construyó la aristocracia, y esos centros de residencia están muy próximos a esos clubes, que hoy son círculos sociales, de donde el hijo del humilde obrero y del humilde campesino, que no podía ni soñar en estudiar.  Primero, no tenía maestro; luego, no tenía centros de enseñanza secundaria; mucho menos podía ir a la universidad.

¿Cómo un obrero que trabaja en un central azucarero, donde no había secundaria básica, podía brindarle la oportunidad a su hijo de estudiar?  Si acaso, llegar al quinto o al sexto grado; pero, ¿cómo ese obrero, que ganaba un salario una parte del año, iba a enviar a su hijo a estudiar a una ciudad?  No podía.

Ahora no quedará un solo joven con aptitudes sin la oportunidad de ir a estudiar a una secundaria básica, ¡como jamás vivieron ni los hijos de los privilegiados!  Y tendrán la oportunidad de ir a las universidades.

¡Qué magnífica función para estas residencias!, ¿verdad?, que se construyeron con el sudor del obrero y el sudor del campesino.  Y lo bueno que tiene es que ni siquiera se la hemos quitado, sino que nos las dejaron —lo digo con toda sinceridad.  Porque el que no se ha querido ir está ahí, y nadie lo molesta; pero se fueron un número suficiente como para poder desarrollar todo este plan educacional.

Mientras comienza el nuevo curso, han sido movilizadas miles de campesinas, a recibir determinadas enseñanzas.  Esas campesinas regresarán a su vez al campo, y enseñarán a otras campesinas.  Les voy a dar un dato:  para el mes de noviembre habrán recibido su certificado de corte y costura 14 000 campesinas (APLAUSOS).  Esas campesinas tienen el compromiso de ir a enseñar 10 campesinas cada una de ellas; y así, en un año y medio habrán aprendido a coser más de 150 000 campesinas (APLAUSOS).

Solo en una revolución se pueden llevar adelante esos programas masivos de educación, solo en una revolución.  No digo que nosotros estemos promoviendo revoluciones, no digo que nosotros estemos exhortando a nadie a hacer revolución, ¡digo solamente que solo en una revolución se pueden hacer estas cosas!  (APLAUSOS PROLONGADOS.)

Todos los programas de la Revolución son masivos.  Ya están organizadas las escuelas donde estudiarán, en dos años, más de 3 000 instructores de arte, que irán a las cooperativas, a las granjas del pueblo y a las asociaciones campesinas a enseñar teatro, danza y música.  ¿Qué les parece?  (APLAUSOS.)  Los campos más alegres de América serán los campos de nuestra patria cuando las legiones de instructores de arte vayan al campo; y allí dondequiera que descubran un talento artístico, tendrán la Academia Nacional para formar ese talento.  Y así, en un futuro no lejano, todas las inteligencias más aptas encontrarán el taller donde forjarse.

Los planes de preparación de técnicos, de mecánicos, de inseminadores, en fin, de cuantos conocimientos sean útiles, se están desarrollando masivamente.  Y no solo eso, sino que, además, la Revolución Cubana tiene capacidad para conceder a los estudiantes de América Latina, estudiantes que no tengan recursos para estudiar en sus respectivos países, para concederles a los estudiantes de los pueblos hermanos de América Latina 1 000 becas en nuestras universidades (APLAUSOS).

El Gobierno Revolucionario concederá esas 1 000 becas para el próximo curso a estudiantes de condición humilde, que por falta de recursos no puedan ir a las universidades; y concederemos, además, 100 becas a estudiantes de otros países del mundo, con lo que serán 1 100 becas que la Revolución Cubana puede ya conceder como ayuda a los estudiantes de otros países, con el aliciente de que esos estudiantes vivirán de muy cerca este proceso revolucionario, que es una experiencia interesante para cualquier joven; porque si a cualquiera de nosotros nos hubiesen invitado a un lugar donde estuviese desarrollándose una revolución, para estudiar, seguro que habríamos estado allí.  Esto, como parte de las posibilidades de tipo cultural que puede desarrollar una revolución.

Mas, no nos hemos limitado a eso.  La Revolución se propone llevar adelante planes más amplios, de intercambio cultural; y, en virtud de esos planes, propuso al Komsomol soviético un intercambio.  Lo que nosotros les propusimos:  les propusimos que ellos nos enviaran 1 000 campesinos soviéticos —no dije que a estudiar agricultura, porque nosotros no consideramos que nuestra agricultura esté tan desarrollada como para presentarnos como maestros en agricultura—, pero les propusimos que podían venir esos campesinos, estudiaban nuestra agricultura y estudiaban español; y que nosotros, por nuestra parte, enviaríamos 1 000 jóvenes campesinos a estudiar ruso y a estudiar agricultura.  Claro, ya la propaganda imperialista está hablando todas sus tonterías:  que las agriculturas son distintas, que estos, en realidad, son “adoctrinadores comunistas”, etcétera, ¡todavía siguen con la matraquilla!

Hay muchas cosas en que los agricultores soviéticos nos pueden enseñar:  cultivo de maíz híbrido, cría de ganado porcino, infinidad de cuestiones..., de algodón..., hay una serie de cultivos en que nos pueden ayudar, y nos van a ayudar.

Me río porque recuerdo que hace unos días, a raíz del planteamiento sobre la indemnización que les hemos hecho, por los daños ocasionados en Cuba, mandaron un largo telegrama diciendo que “un grupo de técnicos especialistas en las cuestiones de agricultura” recomendaban “tal equipo de maquinaria agrícola”.  Y entonces, presumían ellos saber lo que nosotros necesitábamos en materia de agricultura, y entonces niegan que los soviéticos puedan saber de agricultura como para facilitarnos sus conocimientos.

Lo que nosotros propusimos fue un intercambio de 1 000 campesinos por 1 000 campesinos, y lo que los soviéticos hicieron fue que aceptaron nuestros 1 000 campesinos y, a cambio, nos mandaron 300 técnicos de agricultura.  No fue un cambio en igualdad de condiciones, en realidad; nosotros salimos beneficiados, desde el momento en que ellos quisieron ayudarnos enviando 300 técnicos; pero como nosotros propusimos el intercambio fue de 1 000 campesinos por 1 000 campesinos.

Ese tipo de intercambio podemos hacerlo con otros países del mundo, de idioma distinto al nuestro; que, cuando no puedan aprender otra cosa, aprenden español, y, cuando no puedan aprender otra cosa nuestros jóvenes, aprenden el idioma del país, pero que es un procedimiento magnífico para acercar a los pueblos y para aprender idiomas, y una manera, además, amena de aprender idiomas, se aprende más pronto y más distraídamente.

Ese intercambio lo podemos hacer con otros países de Europa:  enviar jóvenes, que no le van a costar nada al Estado cubano, y a su vez recibir jóvenes que no le van a costar nada al Estado del país de donde procedan; porque nosotros hemos dicho que envíen esos campesinos a las granjas, y que los campesinos que vengan a Cuba irán a las granjas, y se ganarán su sustento, porque trabajarán también.  De esa manera no cuesta nada, nada más que el pasaje.  Y si hay 1 000 jóvenes que pueden trabajar y aprender, pues no le cuesta nada al otro país, ni a nuestro país le cuesta el que haya 1 000 jóvenes estudiando idiomas, estudiando lo que sea.

Podemos hacer ese intercambio con otros países; y como cada día es más grande la relación entre los pueblos, y cada día es más importante conocer idiomas, y esta misma reunión lo demuestra:  el papel de los traductores, el esfuerzo que hizo el Presidente de la UIE por pronunciar un discurso en nuestro idioma, lo cual nos halagó mucho a todos los que hablamos español (APLAUSOS).  Los intérpretes son muy importantes.  Cuba ha iniciado con la Unión Soviética ese intercambio, y lo puede continuar con otros países.

A su vez, la Revolución Cubana está en disposición de brindarles facilidades a los jóvenes de Ghana, de Guinea, de los países africanos y de los países asiáticos, para que envíen grupos de jóvenes a estudiar español a Cuba.

Es decir que nuestro país está dispuesto a facilitar el intercambio cultural y el acercamiento entre la juventud de todos los países, y el acercamiento entre los pueblos.

¡Qué hermoso sería el curso de la vida de la humanidad si en vez de guerras atómicas, si en vez de carreras armamentistas, provocadas por los imperialistas y los colonialistas, todos los pueblos del mundo se pudieran dedicar a luchar contra la incultura, contra la enfermedad, contra la pobreza!, ¡qué hermosa sería la vida de la humanidad si todos los pueblos se dedicaran a ayudarse mutuamente, a intercambiar sus conocimientos, a ayudarse en el orden económico y en el orden educacional!  Se erradicaría del mundo el hambre, la miseria, la incultura, las guerras, los grandes holocaustos que han azotado a la humanidad, los torrentes de sangre.  Cuántas posibilidades se perciben en la colaboración pacífica de todos los pueblos, en la vida pacífica de todas las naciones.

La Revolución Cubana aporta su modesto esfuerzo a esa aspiración de la humanidad, los cubanos queremos poner nuestro granito de arena por esa vida mejor para el género humano; los cubanos ofrecemos lo poco que podemos ofrecer, pero con lo cual al menos pagamos la ancha generosidad y la extraordinaria solidaridad que nos han demostrado los pueblos del mundo, porque nuestro pequeño país amenazado y agredido, ha recibido el aliento de la solidaridad de los obreros y de los estudiantes de todo el mundo y en los momentos de peligro, hemos recibido el cálido aliento de las voces y de los brazos que se han alzado para protestar contra la agresión y para expresar su solidaridad con Cuba (APLAUSOS).

El mundo ha sido solidario con Cuba y por eso Cuba se siente cada día más y más solidaria con todos los pueblos del mundo.  Cuba ha tenido la ocasión de experimentar lo que es la solidaridad de los pueblos, esa palabra está llena de sentido para los cubanos y por eso nosotros que sabemos lo que es la solidaridad mundial, nos sentimos obligados con todos los pueblos que necesitan de nuestra solidaridad y Cuba le debe a esa solidaridad en gran parte, haber podido resistir los ataques del imperialismo y Cuba sabe que con esa solidaridad continuará luchando y continuará resistiendo.

Estudiantes, que esta visita sirva para estrechar más los lazos de unión entre todos nosotros, que esta visita de ustedes a Cuba sirva para acercar más a nuestros pueblos, que esta visita a Cuba sirva para que marche adelante la lucha de los pueblos por su soberanía, por su independencia, por su justicia.  Que esta visita sea un eslabón más para que en todos los pueblos del mundo algún día pueda decirse como hoy aquí, como hoy aquí podemos decirle nosotros al estudiante del Africa, del Asia, de Europa o de América Latina, sea cual fuere el rincón del mundo de donde venga:  estudiante, esta es tu casa (APLAUSOS); estudiante, esta es tu tierra; estudiante, este pueblo es hermano tuyo; estudiante, eres bienvenido.

Y que lo mismo que podemos decirle al estudiante, podamos decirle al obrero, podamos decirle al campesino, podamos decirle al intelectual, podamos decirle al maestro, al obrero, al trabajador manual o intelectual, porque para que ese día llegue en el mundo, hará falta que los parásitos hayan desaparecido, que los explotadores hayan desaparecido, que la explotación de unos pueblos por las oligarquías de otros pueblos haya desaparecido, que el imperialismo y el colonialismo hayan desaparecido y que el mundo sea un mundo de hermanos, porque solo pueden sentir ese calor de hermanos los que trabajan, los que producen.  Los explotadores no se pueden llamar hermanos de nadie, porque quien toma al hombre como instrumento de enriquecimiento, quien toma al hombre como animal de trabajo, jamás podrá sentir amor por el hombre, jamás podrá llamarse hermano del hombre.

Habrá hermandad universal cuando en el mundo desaparezca la explotación del hombre por el hombre (APLAUSOS).  Ese día, ese día, todos los hombres se amarán como hermanos y cada hogar será la casa del que nos visite; todo lo nuestro será de los demás.  Ese día, todos los pueblos recibirán a los hijos de los demás pueblos con verdadera hospitalidad, con verdadera hermandad.  Y los obreros, porque el mundo se dividirá entonces en obreros, obreros intelectuales u obreros manuales, y estudiantes, estudiantes serán los jóvenes y entonces, todos los jóvenes serán estudiantes, todos los jóvenes que serán hijos de los hombres que crean y que producen, serán estudiantes y en todos nuestros pueblos, serán bienvenidos.

Ojalá que esta reunión sea un paso más, ojalá no, nosotros sabemos que es un granito de arena más.

Gracias por el honor que ustedes le han hecho a nuestro pueblo, gracias por la visita y permítanme expresarles nuestra convicción de que la humanidad también vencerá.

Muchas gracias.

(OVACION.)