DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA REVOLUCION SOCIALISTA y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO CONMEMORATIVO DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA FUNDACION DEL INSTITUTO CUBANO DE RECURSOS HIDRAULICOS (ICRH), CELEBRADO EN EL SALON DE EMBAJADORES DEL HOTEL HABANA LIBRE, EL 10 DE AGOSTO DE 1963.

 

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

 

Compañeros del Instituto Cubano de Recursos Hidráulicos: 

 

En el brillante informe del compañero Faustino Pérez se ha dicho lo esencial respecto a la historia, a los antecedentes y las tareas realizadas, así como las perspectivas futuras de esta institución. 

Siento realmente que la televisión la hayan puesto ahora, y así de esa forma no pudo el pueblo escuchar el informe del compañero Faustino, así como el acto verdaderamente emocionante, verdaderamente ejemplar —sin precedentes en nuestro país—, en el cual los compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias entregaban el producto del valor del trabajo que realizaron en los cortes de caña, ascendente a cerca de un millón de pesos.  Naturalmente que el valor de la caña que cortaron es aun mayor, pero de ahí había que descontar los gastos de la movilización y una serie de gastos que había que hacer, pero que dejaron un saldo de casi un millón de pesos. 

Yo le decía al compañero Faustino que ahora tiene que discutir en JUCEPLAN para que le aumenten en inversiones ese millón de pesos, porque no sea que llegue el millón de pesos por un lado pero las inversiones estén limitadas por el otro lado.  Así que ese millón de pesos debe ser incluido en el plan de inversiones, y debe significar un aumento en el plan de inversiones (APLAUSOS).  Aunque las inversiones que están asignadas, más ese millón de pesos, no van a alcanzar.  Porque eso dependía mucho de la organización, de la capacidad de movilización y de estudios y de proyectos del instituto.  Y nosotros sabemos que el instituto está trabajando intensamente en los estudios y en los proyectos; y nosotros les hemos prometido que a medida que vayan terminando los proyectos empezaremos a hacer las construcciones. 

Recientemente, por ejemplo, estuvo terminado ya el proyecto de la represa de Paso Malo.  Entonces quedamos en que la represa de Paso Malo iba a comenzar a construirse el día primero de agosto.  Nosotros recientemente hicimos una visita y todavía no había comenzado, y ya había pasado la fecha del primero de agosto; pero había algunos equipos allí.  Otros equipos ¿por qué no estaban allí?  Pues algunos de los equipos estaban asignados en las listas disponibles de JUCEPLAN, pero resulta que algunos de esos disponibles los tenían prestados; luego, no estaban disponibles.  Esa es una de las causas.  Y ciertos retrasos en la movilización de esos equipos.  A veces para movilizar los equipos hace falta zorras, hace falta transporte; y entonces una obra que puede empezar el día primero de agosto se retrasa 15 días.  Y la obra se nos va a retrasar 15 días; es decir, la obra debía comenzar el día primero de agosto...  Cuando llegamos allí no estaban los camiones de volteo, ya los camiones de volteo debían haber estado allí el día primero, o por lo menos en este momento debieran haber estado allí; estaban dos compresores, dos Super D-9 y un C-100, que eran los únicos equipos que estaban allí.  Faltaban principalmente los camiones de volteo y algunos equipos más. 

¿Qué hay que hacer?  Buscarlos, pero hay que buscarlos rápido, que es el procedimiento que tenemos que seguir, señores, no esa rutina, no ese paso de jicotea para hacer las cosas (APLAUSOS). 

Ya el proyecto está terminado.  Hay un compañero ya para administrar la obra, que es un magnífico compañero, un compañero probado, de una gran capacidad, y que va a organizar los talleres allí de manera de poder trabajar dos turnos en la construcción de la represa.  Es decir, van a trabajar día y noche. 

Entonces, hay algunos equipos que hay que recoger y que hay que movilizar.  A veces hay dificultades para el transporte, pero se le pide ayuda a los distintos organismos.  Y así, por ejemplo, el ejército ayudó para transportar los D-9, consiguieron las zorras, los equipos que hicieron falta y los transportaron.  Muchas veces hay que acudir a distintos organismos, pero hay que moverse, hay que actuar y, sobre todo, cuando hay un equipo prestado, que no esté en una lista de disponible hasta que no lo reintegren otra vez al fondo de equipo de reserva. 

Pero bueno, la represa Paso Malo se va a comenzar el día 15; hemos perdido 15 días.  Quince días que se pierden son 15 días que pierde nuestra agricultura, 15 días que pierde nuestra economía y 15 días que pierde nuestra moral, porque cuando decimos “vamos a hacer una cosa” debemos hacerla (APLAUSOS). 

De todas formas, aquella obra vamos a tratar de que sea un centro de trabajo ejemplar, de alta productividad y de alta calidad.  Está presupuestada en 11 millones de pesos, y vamos a hacer una competencia no solo contra el tiempo, sino contra los costos también; vamos a ver si esa obra se puede reducir a 7, a 6 millones de pesos, de acuerdo con la productividad de los trabajadores allí y la buena organización del taller.  Por eso a nosotros nos interesa mucho, porque esa es la primera de un gran número de obras hidráulicas que tenemos que comenzar a realizar. 

Entonces, ya está terminado el proyecto, también, de la represa del río Buey.  A fines de año estará terminado el de la zona del norte de Las Villas; también estará terminado el proyecto —a principios del próximo año— del río Contramaestre.  Entonces, están trabajando a un ritmo rápido. 

Hay también un crédito de 12 millones de pesos para la adquisición de equipos; hay, además, algún equipo que está subutilizado, hay algún equipo que está parado, que si lo reparamos, si lo utilizamos de una manera racional...  Podemos ir reuniendo los equipos de manera que cada vez que se termine un proyecto comience una obra hidráulica. 

El compañero Faustino habló de una serie de tareas realizadas, el estado en que estaban los estudios hidráulicos antes de la Revolución, es decir, el abandono y la desatención total.  Por eso, me ahorra completamente la necesidad de tener que tratar estos temas. 

Me corresponde fundamentalmente señalar la importancia que tiene para nuestro país la hidráulica.  Y nosotros en realidad perdimos también un poquito de tiempo, y perdimos un poquito de tiempo porque los compañeros que estaban al frente de ese departamento en el Ministerio de Obras Públicas hacían proyectos y planes y más proyectos, hablaban y hablaban más y más, y no hacían absolutamente nada, esa es la verdad (APLAUSOS).  No voy a decir que eran malos compañeros, son magníficos compañeros y están trabajando bien; pero faltaba lo que después se creó:  faltaba una voluntad hidráulica (APLAUSOS).  Y si se hacían algunas investigaciones, algunas cosas, pero no había esa voluntad.  Y no había esa voluntad porque no había una conciencia hidráulica. 

Entonces nosotros empezamos a adquirir una conciencia hidráulica.  ¿Saben quién nos enseñó, nos inculcó esa conciencia?, ¿saben quién?  La sequía, los dos últimos años de sequía (RISAS).  ¿Y saben qué otra cosa?  Las escaseces, que nos hicieron a nosotros meditar muy seriamente sobre todos estos problemas y sobre los aspectos técnicos, los aspectos de organización de la producción.  Y nos han enseñado bastante;  hemos aprendido algunas cosas en estos cuatro y tantos años de revolución.  Pero la sequía nos enseñó mucho.  También puso en evidencia nuestra desorganización anterior en la agricultura, también nos puso en la necesidad de tener que superar todas esas deficiencias y todos esos errores, y empezar a hacer un trabajo muy serio; como también nos enseñó la deficiencia de las construcciones, la baja productividad, y nos puso a todos a hacer un esfuerzo grande por mejorar las construcciones. 

Es decir que la realidad de la vida nos ha ido enseñando mucho, y nos ha ido enseñando a trabajar con responsabilidad, trabajar con seriedad, y trabajar con sistema, y trabajar con técnica. 

Y el año pasado se nos hizo a nosotros muy evidente que era necesario crear esa voluntad hidráulica, esa preocupación por la hidráulica.  Porque a cualquiera se le ocurría desarrollar un área arrocera; excavaba un pozo y decía:  Aquí hay agua.”  Inmediatamente excavaba 100 pozos más.  Y después que tenía hecho los canales y tenía las siembras, al primer año, al segundo año empezaba a salir el agua salada ya.  Las buenas intenciones solo no bastan; por eso se dice que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones (RISAS).  Porque yo he visto con buenas intenciones hacer una cantidad de disparates enormes. 

Y entonces, ¿qué?  No hay técnica.  Puede haber un individuo que diga que un magnífico arroz se puede producir aquí; pero el arroz necesita equis cantidad de agua por caballería, y hay que calcularlo perfectamente bien, y hay que estudiar el manto hidráulico, hay que estudiar de dónde se nutre ese manto hidráulico, hay que estudiar las posibilidades de desalinización que tiene, y no sencillamente desmontar, arar y empezar a regar agua.  Aunque el que llegue a eso ya casi es un magnífico administrador, porque muchos no llegaban a eso, muchos desmontaban y no araban; otros desmontaban, araban y no sembraban; otros desmontaban, araban, sembraban, y se encontraban el agua salada (RISAS).  Esos eran los más avanzados. 

Pero incluso los más avanzados incurrían en esos errores técnicos, entonces desconocían la técnica, actuaban de una manera realmente idealista, poseídos de buenas intenciones, de entusiasmo, pero la técnica para ellos no existía; ellos creían que el agua iba a brotar de la tierra en la medida de sus deseos, y muchas veces el agua no brota de la tierra, o brota salada el agua, y hay que buscar otra solución o no lanzarse en una aventura de ese tipo. 

Pero, además, las características de nuestro país:  una isla larga y estrecha, sin grandes ríos, sin ríos caudalosos, más bien con ríos muy cortos, de rápidos torrentes cuando llueve, donde el agua va a parar al mar rápidamente.  Era imperioso que nos preocupáramos por el agua. 

Pero, además, la agricultura durante esta década será la base de nuestra economía, y quizás también durante la próxima década, porque nosotros dependemos de nuestra agricultura para nuestro desarrollo.  Hubo un tiempo que no sabíamos bien qué íbamos a hacer con la agricultura, entre otras cosas porque veníamos influidos por una serie de ideas del pasado con el problema de la caña, la falta de mercados para la caña, la supresión de las cuotas azucareras; durante un tiempo nos mantuvieron desorientados, hasta que descubrimos las posibilidades de mercado enorme que había en el campo socialista para nuestros productos. 

Entonces, durante un tiempo estuvimos con algunas ideas peregrinas acerca de qué íbamos a hacer y cómo lo íbamos a hacer.  Pero ya nosotros todos estamos absolutamente convencidos y sabemos muy bien que en la agricultura está la base de nuestro desarrollo, y tenemos muy buenas condiciones para el desarrollo de esa agricultura, entre otras la circunstancia de la forma en que se hizo la reforma agraria, y que permite la disponibilidad de grandes y magníficas extensiones de tierra para desarrollar grandes planes dentro de las mejores condiciones técnicas, incluso una buena organización de los pequeños agricultores, para incorporarlos a ellos también a esos planes de desarrollo de nuestra economía. 

Y siendo la agricultura la base de nuestro país, que no tiene ninguna otra cosa.  Tenemos, por ejemplo, en ingenios una gran capacidad instalada, que no está toda usada ciento por ciento; es decir, hay mucha más capacidad instalada que caña.  Debemos utilizar toda esa capacidad instalada, y que el azúcar nos sirva de base a nosotros para el desarrollo de nuestra economía.  Y será la base durante esta década, y lo será también durante la próxima década. 

Y si eso es así, dependemos de la agricultura; no hay agricultura segura sin agua, no hay planes seguros de abastecimiento sin agua.  Y esa era otra realidad:  si la agricultura es la base, el agua es indispensable. 

Luego vienen toda una serie de problemas relacionados también con el agua, tal como el abastecimiento de la población, que es otro problema serio; tal como el abastecimiento de agua que necesitan las industrias, que es otro problema serio, de donde se deduce que no hay desarrollo posible para nuestro país si no hay desarrollo de la hidráulica.  Se puede decir que la hidráulica es una actividad básica, fundamental, para el desarrollo económico de nuestro país. 

Los planes, por ejemplo, agrícolas van a depender fundamentalmente de eso, el desarrollo de la agricultura va a depender de eso.  Nosotros hemos desmontado muchas tierras, que luego ni siquiera se han sembrado; hemos empleado en eso el equipo.  Nosotros en el futuro debemos emplear todo el equipo en desarrollar aquellas regiones que van a ser regiones de regadío, de acuerdo con nuestros planes perspectivos.  Y, además, debemos saber emplear racionalmente el agua, igual que debemos saber emplear racionalmente la tierra.  A veces nos ponemos a sembrar arroz a dos kilómetros de un central azucarero, o a tres kilómetros de un central azucarero, empleando un agua costosa, con la cual se podría regar el doble de espacio de caña, con una producción de 80 000 a 100 000 arrobas de caña por caballería.  No es correcto que empleemos esas tierras tan irracionalmente, y mucho menos que empleemos el agua tan irracionalmente.  Nosotros debemos cultivar la tierra racionalmente y emplear el agua racionalmente también, de manera que nos rinda mayores valores.  Y si se hacen unos cuantos estudios comparativos, se demuestra cómo el empleo racional del agua puede significar producción en bruto extraordinariamente mayor cuando está dedicada a un cultivo que cuando está dedicado a otro.  Entonces, deben ser las circunstancias concretas del terreno, el costo del agua, la abundancia del agua, la que determine si debemos emplear esa agua en arroz, o debemos emplearla en cañas o debemos emplearla en pastos. 

Nosotros lograremos tener una agricultura muy desarrollada y muy avanzada, una agricultura de la que podamos sentirnos orgullosos, cuando hayamos cumplido todos los requisitos de organización, de técnica y de empleo racional de los recursos naturales, es decir, la tierra y el agua. 

Hay otra cuestión:  el abono, que cuesta, y que es muy importante para la producción agrícola.  Cuando no está segura el agua, el empleo del abono es muy riesgoso, porque se puede perder el abono.  Pero ¿dónde debemos emplear nuestros abonos?  Principalmente debemos emplear nuestros abonos en todos aquellos sitios donde el agua está asegurada. 

Hay también que hacer estudios acerca del régimen de lluvias.  Porque nosotros conocemos puntos donde siempre llueve, así como hay otros puntos donde tradicionalmente es escasa la lluvia.  Ahí también tiene que hacerse una agricultura muy racional:  qué tipo de caña se va a sembrar allí, qué tipo de pastos se va a sembrar allí.  Porque hay tipos de caña que resisten mejor la sequía y hay tipos de pastos que resisten mucho mejor la sequía que otros tipos de pastos.  Allí no se debe emplear abono, donde no es muy seguro que se va a poder contar con la lluvia. 

Hay zonas que, incluso, sin regadío, se puede contar casi seguro con la lluvia, porque año por año —por determinadas condiciones geográficas— han sido sitios donde aun en la época de seca ha llovido.  Todas estas cuestiones también corresponden al instituto hidráulico:  el estudio del régimen de lluvias, todos estos problemas. 

Nuestro país tiene el propósito de darle un gran impulso a la caña.  Entre el 1965 y 1970 existen planes de producir entre 8 y 9 millones de toneladas de azúcar.  ¿Cómo lo vamos a hacer?  Entre 1965 y 1970 vamos a sembrar por lo menos 20 000 caballerías de caña de regadío.  Una vez que se hayan restablecido las antiguas áreas cañeras, el salto entre la producción tradicional del país y los 8 ó 9 millones de toneladas, se hará mediante la siembra de 20 000 caballerías de tierras de regadío. 

Entonces, todos los planes perspectivos del instituto hidráulico, tienen que ir perfectamente coordinados con el Instituto Nacional de Reforma Agraria.  Los compañeros de hidráulica tienen que decir cuáles son las posibilidades potenciales de construir embalses, de disponer de agua, informárselo al Instituto Nacional de Reforma Agraria.  Y el instituto decir:  bueno, pues entonces vamos a invertir nuestros recursos en tales regiones, que van a ser tierra de regadío, y nuestros equipos, nuestros medios, nuestras inversiones para cumplir nuestras metas dentro de esas tierras.  Y a su vez estrechamente coordinado con el Ministerio de la Construcción, que debe ir creando equipos especializados en la construcción.  Ya ellos tienen un equipo que está trabajando muy bien en la represa de “Gilbert”, en Santiago de Cuba.  Pero ahora vamos a crear un segundo equipo en la represa de Paso Malo.  Y así, cada vez que creemos un equipo de construcción de obras hidráulicas, no dispersarlo, porque no es un buen sistema; porque se reúne un grupo de obreros que construye una cosa, y después se dispersan, y van cada uno a construir una cosa distinta de lo que estaban construyendo. 

Así, si nosotros tenemos grupos de obreros que construyen, digamos, termoeléctricas, ese grupo de obreros debemos mantenerlos; y a cada nueva termoeléctrica enviarlos a ellos a construir la termoeléctrica, que es ya su especialidad.  Si lo que saben hacer es obras de embalses, represas, irlos especializando, y entonces, así, ir ampliando nuestros programas de construcciones. 

Porque ¿cuál debe ser nuestra meta?, en un país como el nuestro, que depende de la agricultura, que es largo y estrecho, y que contando con agua, puede obtener unos resultados fantásticos. 

Porque nosotros, con el agua asegurada en nuestras tierras, hay muchos cultivos que podemos hacerlos en cualquier época del año, y hay muchas tierras a las que les podemos sacar dos cosechas y hasta tres cosechas. 

Posiblemente en ningún país de los que tiene la agricultura muy avanzada en Europa, el agua les pueda rendir los beneficios que a nosotros nos puede rendir el agua.  Y ahí están las pruebas.  Por ahí anda un experimento, cerca de Bauta, en que se tienen 60 vacas en una caballería de tierra, y ya iban a poner 80 vacas en esa caballería de tierra, con pastos y con regadío; sin regadío no pueden hacer eso.  ¿Pero saben cuánto vale la leche que producen esas 60 vacas, a un promedio de unos 13 litros de leche, que están promediando por vaca?  Pues al precio que se le paga a la granja por la leche, el valor en bruto es de cerca de 30 000 pesos, 30 000 pesos en leche puede producir una caballería de tierra con regadío y con abono.  Y que me digan en qué país de Europa se puede lograr eso, que me digan si en Holanda se puede lograr eso; sin embargo, Holanda tiene una producción de 6 millones de toneladas de leche, una enorme, una extraordinaria producción, y el promedio que tienen en la provincia donde más leche producen, es de menos de 30 reses, entre grandes y chiquitas, por caballería de tierra.  Y ya nosotros hemos visto allí que con una caballería de tierra se pueden sostener 60 vacas en producción, regadío y abono. 

Nosotros vamos al desarrollo de la caña, en primer lugar; en segundo lugar, al desarrollo de la ganadería.  Y esos van a ser los pilares de nuestra economía hasta el año 1970.  Eso es analizando las cosas de una manera muy realista. 

Luego la industria tiene que girar en torno a eso.  Industria química de producción de abono para la agricultura, industria mecánica de producción de maquinarias para esa agricultura.  Nuestras investigaciones tienen que girar en torno a eso:  investigaciones sobre la caña, investigaciones sobre los pastos, investigaciones sobre los derivados del azúcar.  Y, naturalmente, parejo con esto, el desarrollo de industrias, tales como la de refinería, la industria termoeléctrica, la industria ligera; porque también hay una serie de empresas que se pueden ir construyendo sin grandes inversiones. 

Ahora nosotros en este mes de agosto vamos a recibir el informe técnico y económico acerca de la siderúrgica.  Cuando ese informe técnico y económico llegue, nosotros tenemos que ponernos a estudiarlo muy bien, con sentido y con criterio económico:  ver qué significa, cuánto vamos a invertir, cuánto va a significar eso, qué costo va a tener cada tonelada de acero.  Y después que hagamos ese análisis, tomar una decisión:  si debemos hacer una siderúrgica, o si debemos invertir esos cientos de millones de pesos, que nos costaría hacer una siderúrgica, en la industria química, principalmente con vistas al desarrollo de nuestra agricultura. 

Porque sobre estas cosas no se pueden cometer errores.  Y afortunadamente ya hemos llegado a la mayoría de edad revolucionaria y al uso de razón revolucionaria, en materia de problemas de tipo económico, o por lo menos en materia de saber cómo tenemos que orientar nuestros pasos.  Porque bien puede ser que nosotros tengamos que esperar al 1970 para desarrollar una siderúrgica.  ¿Por qué apurarnos en hacer la siderúrgica ahora, cuando hay otras cosas mucho más urgentes, otras cosas mucho más importantes?  Y cuando ya nuestra agricultura haya llegado al máximo de su desarrollo y nosotros dispongamos de todos esos recursos, entonces comenzar a desarrollar otros renglones de nuestra economía.  Pero, por lo pronto, ahora está en la agricultura.  Y entre las inversiones que hay que hacer, prácticamente como inversiones básicas, están las inversiones en obras hidráulicas. 

De manera que la aspiración nuestra ha de ser que no se pierda ni una sola gota de agua, que al mar no llegue una sola gota de agua; esa tiene que ser:  que no quede un solo riachuelo, arroyo, río, embalse, que no quede absolutamente nada que nosotros no represemos, además del empleo de la desecación, además del empleo de los distintos tipos y sistemas de embalses, además del sistema de inyección de agua en el manto freático, además del empleo del agua subterránea.  Es decir, nosotros tenemos que hacer un estudio exhaustivo de todas las posibilidades de obtener y de almacenar agua, para nuestro país esa es una cuestión fundamental. 

Nosotros hemos llegado, afortunadamente, a esa convicción oportunamente, para que no se nos quede un aspecto tan fundamental de nuestra economía atrás. 

Entonces, se ha creado un organismo nuevo, y nosotros estamos satisfechos de la forma en que este organismo se ha organizado y está trabajando.  Nos alegró muchísimo ver en el informe del compañero Faustino el análisis del número de trabajadores que tienen.  Eso significa que, posiblemente, un gran número de trabajadores, que cuando no existía esa voluntad hidráulica prácticamente no estaban contribuyendo en nada al país, hoy su esfuerzo está rindiendo cinco veces, diez veces, incalculables veces más de lo que estaba rindiendo hace un año. 

Y está muy bien que tengan el dato concreto del número de empleados, y en qué cosa está cada uno de los empleados:  el dato concreto de todos los trabajadores, incluso la sección que se dedica a atender a los técnicos.  Y eso está muy bien, y nos alegramos muchísimo de que haya un organismo que tenga esa preocupación, un organismo revolucionario, un organismo nuevo, que tenga esa preocupación acerca del número de empleados, del trabajo, del rendimiento de los empleados.  Porque aquí hay infinidad de organismos que no tienen ni la más remota idea de eso; no saben ni siquiera cuánta gente está trabajando (APLAUSOS). 

Entendemos que esa es una concepción verdaderamente revolucionaria, y entendemos que eso sí es ser socialista, y eso sí es ser marxista-leninista (APLAUSOS). 

Porque por ahí anda gente que son superradicales de palabra y, sin embargo, no saben ni siquiera dónde están parados; y no saben que el socialismo tiene que comenzar por el trabajo, y que el socialismo tiene que comenzar por la organización, y que el socialismo tiene que comenzar por la utilización racional de los recursos.  Porque el socialismo se hace para eso:  para despilfarrar está el capitalismo, para desperdiciar el trabajo de los obreros está el capitalismo, para dilapidar recursos está el capitalismo. 

Ya sabemos que bajo el capitalismo se robaba mucho; en nuestra Revolución no se roba, pero se bota dinero (APLAUSOS); es decir, hay gente que no roba, no hay malversadores, pero hay malgastadores en nuestra Revolución (APLAUSOS).  Hay gente que se considera un ciudadano ejemplar o un administrador socialista y no tiene idea ni de los costos, ni cuánto le cuesta la producción.  Y estas ideas nosotros se las tenemos que meter en la cabeza a la gente, a los administradores, a las masas, para que las masas participen de esa lucha. 

Y está probado que cuando se va creando una opinión, y se va creando una conciencia, eso tiene una fuerza tremenda.  Y si no, véase cómo el trabajo está mejorando en todos los frentes de la Revolución. 

Pero me interesa recalcar esto, esto que oí, esto que fue expuesto aquí acerca del empleo racional de la fuerza de trabajo.  Porque por ahí hay organismos, nuevos incluso, llenos de burocracia, porque esos organismos comenzaron a organizarse con un organograma.  El organograma salió de la cabeza de alguien; esa cabeza podía haber tenido los pies en la tierra o podía haber tenido los pies en la luna (APLAUSOS).  Y después que salió ese organograma, hechura de su cerebro, cerebro tal vez sin experiencia de ninguna clase, cerebro tal vez sin capacidad de análisis de realidades, cerebro tal vez sin sentido práctico, llenó el organograma de gente.  Y empezaron a buscar gente, y a ponerlos aquí en tal departamento, en el otro, en el otro, en el otro, en el otro, y después se vieron con su organograma lleno.  ¡Qué bonito!  Aquello era una especie de cuadro abstracto de la organización (APLAUSOS).  Es decir, hicieron algo que era su idea de lo que debía ser la organización.  Y allí se sentaron ellos en una oficina, y después no sabían qué hacer con tanta gente.  Y luego la gente se anda estorbando una a otra; y cuando no, inventan papeles.  Porque aquí hay grandes inventores de papeles y de papeleos (APLAUSOS).

Claro, en algo hay que emplear tanta gente como tienen en una oficina.  Y por eso siempre nosotros insistimos:  mayor gente en trabajo que no sea producción directa de bienes materiales, y menor gente en producción de bienes materiales, habrá menos abundancia de recursos para el país.  Y la aspiración de un país que pretenda llegar lejos es la de tener el mayor número de sus ciudadanos en trabajos directamente relacionados con la producción de bienes materiales o con servicios útiles imprescindibles.  Porque hay muchos servicios que son imprescindibles:  el del maestro es imprescindible, el del médico es imprescindible, el del oficinista también cuando está prestando un servicio útil, imprescindible, no cuando lo tienen allí matando el tiempo.

Y luego, naturalmente, ¿qué ocurre?  Que nadie quiere hacer un trabajo más duro.  Y entonces, ¿a quién hay que estar después exigiéndole que trabaje más?  Hay que llegar allí a la represa “Gilbert”, donde hay hombres bajo un sol abrasador, trabajando bárbaramente, y a esos hombres hay que pedirles que trabajen más.

Si uno llega a una oficina aquí de algunos departamentos burocráticos, ¿qué haría con pedirles que trabajaran más?  Llenarían el doble de papeles y estorbarían el doble de lo que están estorbando (APLAUSOS).

Y esas son las cosas que nosotros debemos tener en cuenta.  Es decir, cuando se preocupen los hombres por todos esos problemas, entonces estarán pensando revolucionariamente, estarán pensando honradamente, estarán contribuyendo decisivamente a hacer una sociedad mucho mejor, estarán contribuyendo decisivamente a crear la abundancia, que es trabajando con seriedad, trabajando con responsabilidad. 

Y este instituto tiene la ventaja de ser un organismo nuevo que ha surgido sin esos vicios.  Y debe, por tanto, tratar de continuar desarrollándose con ese criterio, y con un gran espíritu de coordinación con los demás organismos, sin ese sectorialismo estrecho y mezquino que a veces se observa, y del cual observamos nosotros uno cuando fuimos a la represa de Paso Malo.  Porque tenían que empezar las obras, habrían allí algunas pequeñas barracas que pertenecían a la represa de Paso Malo, y nos encontramos con que el compañero que iba de administrador de las obras nos dice:  No nos han entregado esas dos casas que son imprescindibles.”  “¿Quién las tiene?”  “Bueno, las tiene la Ciudad Escolar.”  “Pero, ¿por qué no se las han entregado?”  Bueno, pues no se las han entregado porque dicen que necesitan cuatro meses para entregarlas. 

El compañero que está al frente de la construcción de la Ciudad Escolar le dijo que necesitaba cuatro meses para entregar aquellas dos casas.  Sin embargo, tenía material y recursos y medios y fuerza de trabajo para hacer cuatro casas como esas en cuatro días, incluso algunas por allí cerca no terminadas. 

Y yo me preguntaba:  ¿ Pero qué absurdo es este?”  Al fin y al cabo él está haciendo una gran obra allí; es un compañero arquitecto valiosísimo, muy trabajador —se llama Altamendi el compañero ese—, pero aprovecho la oportunidad para hacerle la crítica; no a él propiamente, sino a todos los que hacen exactamente igual.  Es un compañero muy trabajador.  Pero ya ustedes ven, una obra que van a hacer al lado, que tiene unas casas allí, que las necesita para empezar el trabajo inmediatamente, les dijo que necesitaba cuatro meses para entregarlas.  Falta de espíritu de colaboración con la otra obra, como si no le interesara absolutamente nada a la obra que él está haciendo aquella otra obra, a pesar de lo próximas que están.  Pues hay veces que la colaboración falta cuando las obras están más lejos, y cuando el interés no se ve tan directo. 

Y así tenemos muchos casos en que hay falta de espíritu de cooperación.  Desde luego, los compañeros del INRA no deben ponerse bravos cuando los compañeros del instituto hidráulico les hablan de cooperación, ni los compañeros de Obras Públicas.  Porque se impone esa cooperación y se impone la desaparición de esos sectorialismos en el cual cada cual cree que su sector es lo más importante, y se pone celoso cuando otro sector dice cualquier cosa o quiere discutir o quiere hablar.  Y así no se progresa.  Y todas esas manías pequeñoburguesas —porque esas sí son las manías pequeñoburguesas— tenemos que eliminarlas (APLAUSOS). 

Y el instituto hidráulico ha nacido con ese espíritu de cooperación y de trabajo.  Y nosotros los exhortamos, compañeros, a que mantengan ese espíritu, que mantengan ese sentido de responsabilidad, que mantengan ese criterio económico del empleo racional de la fuerza de trabajo, que mantengan el espíritu antiburocrático, y que lleven la contabilidad exacta de cada uno de los hombres que están trabajando y prestando servicios, así como está en cada uno de los renglones. 

Porque el país necesita que así se organice.  Y quizás en un futuro tengamos que reorganizar algunos de los organismos nuevos que la propia Revolución ha creado.  Porque son organismos nuevos con vicios viejos (APLAUSOS). 

Muchas veces arman un engorro infernal, pero un engorro innecesario.  Y, ¿quién ha dicho que eso es socialismo?  Aquí hay alguna gente que creen, aparentemente, que el socialismo es embrollarlo todo y enredarlo todo y hacer las cosas impracticables e infuncionables. 

Así luego consolidan aquí hasta los timbiriches.  Y se inventan unas organizaciones centralistas, paralelas, absurdas, ¡pero absurdas!, contra las cuales tenemos que luchar y a las cuales hay que erradicar. 

Por eso hay que crear aquí los organismos locales.  ¿Y qué hace MINCIN con una bodega al lado de Baracoa o en otro pueblecito por allá?  ¿Y el otro con un cine, y el otro con la otra cosa? 

Yo sé que algunos compañeros son muy recalcitrantes a comprender esas cosas, y piensan que la centralización es el remedio santo de la organización.  Y no se han dado cuenta de que no era lo mismo centralizar una gran industria, no es lo mismo agarrar la Esso Standard Oil Company.  El día que haya socialismo en Estados Unidos ya está organizado casi todo, porque los monopolios se han encargado de hacer la estructura.  Pero en país subdesarrollado, lleno de chinchales y lleno de timbiriches, no se puede consolidar el chinchal, el timbiriche, lo artesanal (APLAUSOS). 

Entonces ocurre lo que le ocurría al INIT, que tenía un bar en Baracoa —yo no sé si ya he hablado públicamente alguna vez de esta cuestión; sí sé que privadamente lo he contado varias veces—, que tenía un bar en Baracoa, pero el dependiente o administrador de aquel bar se pasaba el día borracho (RISAS).  Y entonces el INIT tardó seis meses en enterarse.  Entonces, aquello era un escándalo, una desvergüenza, un desprestigio.  Si aquel bar hubiera estado administrado por una junta económica de la localidad, fiscalizado por el Partido y por las organizaciones de masa, el hombre no dura ni seis días, y posiblemente ni seis horas, borracho sin que lo quiten. 

Pero ocurre que nadie tiene autoridad, nadie puede resolver.  ¿Qué autoridad puede tener el Partido en una de esas localidades donde no existe vida ninguna, donde todo está centralizado nacionalmente?  ¿Qué autoridad puede tener nadie allí?  ¿Qué puede resolver nadie?  Nadie puede resolver. 

Claro está que la contrapartida de la centralización puede ser la anarquía y la diversidad de normas.  Pero la solución no es quedarse con uno de los males, hay que buscar la descentralización muy bien normada, muy bien normada de manera que cada cual sepa lo que puede hacer y lo que no puede hacer.  Pero tiene que haber una vida local. 

Si se muere un perro en la calle en algunos lugares, pues tendrán que esperar a lo mejor una decisión de la Junta de Planificación para que quiten el perro del camino (RISAS).  Porque si no existen autoridades locales, no existe vida local, no existe nadie que tome una decisión. 

y estamos precisamente estudiando eso, en algunos lugares, para sacar las experiencias, y precisamente para no incurrir en ese idealismo de sacar de nuestra cabeza una organización y después queramos meter a la fuerza la realidad dentro de esa cosa que salió de nuestra cabeza.  Que es lo que hacen muchas veces.  Hay gente que hace disparates nacionales.  Preferible hacer un disparate local, probar las cosas localmente.

Eso lo estamos haciendo.  Y tenemos la aspiración, porque es una necesidad imperiosa la descentralización.

Los compañeros del Partido en Güines están llevando a cabo un experimento muy interesante.  Sin embargo, ya ellos han cometido un error —en mi opinión—, y es que suprimieron la centralización a nivel nacional y han establecido la centralización a nivel regional.  Y entonces, desde Güines, pretenden administrar la bodega de Catalina de Güines.  Entonces, es el mismo problema en escala menor.

Y cada localidad, por pequeña que sea, debe tener su junta económica para que administre algunas de esas empresas que están allí y con autoridad, bajo la fiscalización del Partido, para sustituir, para cambiar a aquella gente que no actúe, que no trabaje bien.  Y que el ojo avizor del pueblo y de los compañeros responsables de la Revolución esté permanentemente sobre cada trabajo, porque si no, el ojo avizor está a 30 kilómetros de distancia y se aparece por allí una vez al mes, y el que está al frente de la empresa no le hace caso a nadie, porque depende de aquel que está a 30 kilómetros y que va una vez al mes.

Y es por eso que nosotros tenemos que buscar formas descentralizadas y prácticas.  Y cada uno de estos experimentos, naturalmente, irlos discutiendo.

Nosotros hemos visto el de El Cano.  El de El Cano ha funcionado maravillosamente bien.  Ustedes saben que el Cano fue el primer pueblo socialista de Cuba, realmente socialista.  Es decir que allí todo está socializado y ha funcionado muy bien a través de una junta local, han obtenido ingresos de 150 000 pesos en un año, tienen solo 10 empleados en aquella junta local y han resuelto muchos problemas de la localidad.

Nosotros después tendremos que decidir qué parte de esos ingresos quedan en la localidad, porque hay que interesar a la localidad. 

Al salir de El Cano un día que fuimos a investigar encontramos que el pueblo estaba muy contento, pero una mujer se acercó a nosotros con una especie de pomo lleno de quilos prietos, de centavos prietos.  Entonces ella nos lo entregó y dice:  Mire, esta divisa que la he ido guardando.  Aquí no está muy bien esto.”  Digo:  ¿Cómo?, he oído a mucha gente que está muy bien.”  Dice:  Sí, sí, pero todavía se malgasta, todavía se malgasta aquí.” 

Esas cosas no se oían en otro pueblo.  ¿Por qué?  Porque la gente de otro pueblo no tiene que ver nada ni con el que administra la empresa que está allí, ni tienen ningún interés en que eso marche bien o marche mal; mientras allí se han hecho inversiones en parques, inversiones en círculos sociales, inversiones en círculos infantiles.  Y cuando una parte de las utilidades se emplean en beneficios sociales, otra va a la Regional para ayudar a aquellos pueblos que tienen menos desarrollo, y otra va a la Nacional.  Toda la localidad está absolutamente interesada en cómo funciona todo:  el cine, la fonda, la bodega, porque es su interés directo. 

Por eso, otra de las cosas que nosotros hemos discutido en el instituto es que no haya centralización, y que los jefes de provincia tengan autoridad para resolver, no sean cargos nominales; porque a veces muchos jefes de provincia todos tienen que llamar por teléfono, todo lo tienen que consultar.  Y esa es la centralización, una cosa infernal, horripilante. 

Y en el instituto hay el criterio de que no haya centralización, y que los jefes de provincia sean funcionarios responsables, competentes, con autoridad para resolver.  Y eso es muy importante. 

Cuando no existe dentro de la provincia autoridad que resuelva los compañeros del Partido no pueden hacer nada, no pueden resolver con nadie allí.  Y con este rollo de los consolidados nacionales por dondequiera que usted mire...  Yo no sé cuál fue el primero que se le ocurrió ponerle empresa consolidada de algo aquí (RISAS).  Porque empresa consolidada de esto, y empresa consolidada de lo otro, y empresa consolidada de lo de más acá, (APLAUSOS), unidad H tal, unidad H más cual.  Se vuelve una cosa aburrida, tediosa, insoportable. 

En vez de tener allí un garaje que funcione bien y que atienda a la gente.  Eso, eso es mucho más importante que andar poniendo un letrerón enorme allí, haciendo ver que aquello pertenece a alguna empresa consolidada.  Quién sabe lo que se ha gastado en pintura aquí poniendo título de empresa consolidada, y unos letreros enormes. 

Es mucho más político, mucho más socialista, mucho más revolucionario, que esa empresa, en aquel lugar, funcione bien y atienda al público.  Y no ocurra, como en algunos casos, que cuando quitaron al dueño y pusieron administrador allí, pusieron un perfecto vago que no atiende a nadie; el otro era un capitalista que defendía sus intereses, el otro es un vago que no está dispuesto a defender los intereses de nadie; y como tiene un sueldo asegurado, no se preocupa por atender al público (APLAUSOS). 

Que nadie se crea que eso es revolución, que nadie se crea que eso es socialismo.  Eso es confundir la chapucería con el socialismo.  Nosotros tenemos un concepto infinitamente superior, y nosotros sabemos que es cuestión de organización. 

Un monopolio yanki administraba aquí 10 000 caballerías de tierra, y no las administraba mal.  Ninguno de los dueños estaba aquí, todos los accionistas estaban allá; pero como tenían una buena organización, y seleccionaban a la gente bien, y les exigían responsabilidad, funcionaba bien. 

¿Cómo nosotros no vamos a poder administrar esas 10 000 caballerías desde aquí, o cualquier empresa?  Si había compañías de esas, monopolios que tenían aquí 10 centrales y fábricas de distintos tipos.  Lo que ocurre es que hay que aplicar los métodos correctos de organización.  ¡Apliquemos métodos correctos y entonces empezaremos a ver la inmensa, la gigantesca ventaja de lo que es la propiedad social, la propiedad del pueblo sobre los medios de producción, la propiedad socialista, en que no se gastan anárquicamente los recursos, en que todos los recursos se encaminan en una dirección y todas las fuerzas en una dirección, lo que permite un desarrollo mucho más rápido, mucho más lejos y, sobre todo, crea una sociedad de hombres generosos, crea una sociedad no de lobos, sino de seres humanos! 

y en lo que sí nosotros hemos visto un extraordinario cambio es en el cambio en la mentalidad del hombre en nuestro país, cómo ha ido desapareciendo cada vez más aquella mentalidad de lobo que inculca el capitalismo, del hombre enemigo del hombre, cada uno en una lucha desesperada contra todos los demás por sobrevivir; y se va sustituyendo por una conciencia social, por una conciencia de la necesidad que tenemos de los demás, y que en los demás está nuestra fuerza y no nuestros enemigos, porque esa es la ventaja que tiene una sociedad bien organizada, con un sistema social justo, que permite el empleo de todas las fuerzas de esa sociedad en beneficio de todos y cada uno de los hombres de esa sociedad. 

Pero eso no es una cuestión de deseo solamente, eso no es cuestión de un sueño, eso requiere un esfuerzo muy grande de trabajo, de organización, de rectificación constante, de estudio. 

Los imperialistas cuando nosotros hacemos una crítica salen y la publican allá, creyéndose que con eso pueden desacreditarnos.  Y, todo lo contrario, nuestro éxito está en que sepamos encontrar cuáles son nuestros puntos débiles, combatirlos, movilizar a las masas contra nuestros puntos débiles.  Y así llegaremos muy lejos.  No importa lo que digan los imperialistas.  Vamos a ver cómo será el panorama cuando pasen 10 años, vamos a ver cuál será la diferencia entre los países que hayan seguido nuestro camino y los países que sigan el camino de la Alianza para el Progreso.  Vamos a ver los resultados.

A nosotros no nos importa.  Nosotros tenemos una gran fe, una gran seguridad y una gran confianza, pero tenemos que ir precisamente siempre luchando contra lo que esté mal, y creando una conciencia contra lo que esté mal.  Nosotros, los revolucionarios; los contrarrevolucionarios no.  Los contrarrevolucionarios no tienen derecho a criticar, sencillamente porque no tiene derecho a criticar quien no participa de una obra patriótica y de una obra revolucionaria (APLAUSOS). 

Tienen derecho a criticar los revolucionarios, para mejorar su obra.  La crítica positiva, que no es esa crítica a veces tonta que aparece por ahí, como algunas “descargas” que vemos, porque de verdad que algunas “descargas” son imbéciles.  Y no se sabe cuál es más imbécil si el que la escribe o el que la recibe y la reproduce (APLAUSOS). 

Porque, ya que hablamos de esto, debemos también analizar cómo a veces sutilmente el enemigo confunde con eso.  Hay críticas bien hechas, pero también hay que ser un tipo muy bien informado para saber deducir entre una crítica bien hecha y una mal hecha.  Cualquiera que tiene un poco de experiencia se da cuenta cuando hay una crítica ridícula y tonta, que se le puede contestar mandándole una carta al que la hace y explicándole las cosas, y cuando hay una crítica que tiene una fuerza, que es positiva, que debe ser publicada.  Porque si no el enemigo se aprovecha también de las críticas, porque todo, todo en la vida hay que hacerlo bien hecho, hasta la crítica.  Y todo lo que se haga mal hecho es malo, todas las cosas que se hagan chapuceramente no dan buenos frutos, y debemos inculcarnos nosotros estas cosas. 

Nuestro pueblo, al fin y al cabo, era un pueblo calumniado, al cual nuestros explotadores lo tenían por un pueblo de gente simple, un pueblo de gente superficial, un pueblo de gente tonta porque, incluso, hasta las anécdotas y los cuentos que se hacían del cubano pretendían presentarlo como un “vivo”, incluso había muchos que se creían que el cubano era “vivo”.  Pero, ¿qué clase de “vivo” era el cubano que estaba siendo miserablemente explotado aquí por los capitalistas y por los imperialistas?  En cambio le hacían creer que era “vivo”. 

Sin embargo, este pueblo nuestro está demostrando unas magníficas cualidades para la Revolución, para la organización, para el trabajo, para el análisis serio y profundo.  Y es realmente sorprendente hasta qué grado está elevándose el nivel cultural de nuestras masas.  Y eso es un gran tesoro, porque mientras más sepa el pueblo, menos podrán campear los imbéciles; mientras más sepan las masas, menos imbéciles podrán andar por ahí realizando chapucerías que afectan y perjudican al pueblo (APLAUSOS). 

Y esa conciencia se vuelve fuerte, se vuelve un instrumento formidable del país que va aplastando.  O si no analicen cuántas cosas que ocurrían hace dos o tres años ya no ocurren, cuántas tonterías que se decían ya ni se dicen; observen cuánta más responsabilidad hay en todo el mundo.  Porque aún cuando estoy expresando aquí con claridad y con franqueza algunos de nuestros males, sin embargo, es evidentísimo que nuestro país está progresando a saltos.  Es decir, la conciencia, el nivel del pueblo, el espíritu indispensable para el triunfo está progresando a saltos.  Y precisamente porque estamos progresando en todos los frentes es por lo que tenemos que ser cada vez más severos, y más exigentes, y más críticos con las cosas que estén mal hechas, y superar todos los vicios que todavía subsisten.

Y por eso mismo debemos sentir ese honor de la institución a que se pertenece, trabajar por ella —como en el caso de ustedes, los que están trabajando en el instituto hidráulico—, tratar de que la organización sea un modelo, tratar de que no surja con esos vicios, tratar de superar aquellas cosas que estén mal, de manera que año por año se puedan presentar aquí, de manera tal que año por año puedan hacer un informe como el que se hizo aquí, con datos estadísticos, con hechos concretos, porque eso resulta extraordinariamente alentador.

Yo siento que en ese momento no haya estado la televisión, porque el pueblo es sensible, muy sensible a lo que se hace bien y a lo que se hace mal; a lo que se hace con responsabilidad y a lo que se hace sin responsabilidad; a lo que se hace con seriedad y a lo que se hace sin ninguna seriedad.  Y para que puedan venir año por año a reunirse y a analizar el trabajo, y exponer lo que han hecho, y exponer las debilidades, y superarlas.

Porque si así —como se está trabajando aquí— trabajamos en todas partes, trabajamos en todos los frentes, como ya hay también muchos frentes, cual es por ejemplo el frente de la educación, que es otro frente donde se ha producido un gran salto de calidad, y cuyos frutos no tardaremos en ver.  Y ya se empiezan a ver, ya se empiezan a palpar, y ya se puede ver la proximidad del momento en que nosotros, todo el esfuerzo que hemos hecho en educación, en elevar la cultura de todos los trabajadores y en formar a centenares de miles de jóvenes, en elevar nuestra matrícula de enseñanza primaria de 600 000 a 1 200 000, no tardará en verse los resultados.  Porque ahora mismo constantemente se están pidiendo graduados de secundaria para estudiar tal cosa, graduados de preuniversitario para estudiar tal cosa, graduados de primaria para estudiar tal cosa. 

Y ya la Revolución en sus cuatro años ha duplicado de 600 000 a     1 200 000.  Eso es lo que nos garantizará el empleo de la técnica, la técnica en nuestra producción, la técnica en el trabajo creador del pueblo.  Eso es lo que nos garantizará.  Tal vez sea esa una razón más por la cual nosotros debamos ahora afincarnos en la agricultura; porque otros tipos de desarrollos industriales necesitan determinados técnicos que no los tendremos nosotros inmediatamente, y, en cambio, tenemos buenos técnicos en la agricultura, tenemos en la agricultura más experiencia, más conocimiento.  Tal vez en la década de 1970 a 1980 es cuando nos corresponde impulsar otras ramas de la economía que requieren decenas y decenas de miles de técnicos, porque, para ese momento, podremos contar con esas decenas y decenas de miles de técnicos. 

Pero se ve como se avanza en ese frente de trabajo.  Hoy por hoy, en realidad se observa un avance general en las cosas de la Revolución.  Pero esta organización debe aspirar a situarse como un modelo dentro de los organismos del estado, por su eficacia, por sus métodos, por su conciencia, por su sentido del honor revolucionario, por su sentido de la responsabilidad, por la convicción de la importancia que tiene su trabajo.  Que si nosotros logramos estos niveles de organización y conciencia en todos los frentes, entonces tenemos un brillantísimo porvenir.

y por ese porvenir brillantísimo ahora, que lo vemos con más claridad, que lo vemos con más seguridad, tenemos que luchar y tenemos que trabajar.  Porque el éxito corona el esfuerzo, el éxito corona el sacrificio, y el éxito en la vida del hombre y en la vida de los pueblos, el fruto de su trabajo, compensa los esfuerzos que hay que hacer para alcanzarlo. 

Muchas felicidades, compañeros, y muchas felicidades al presidente de este organismo, al compañero Faustino Pérez, y muchas gracias a los técnicos, a los técnicos soviéticos y a los técnicos búlgaros, a todos los técnicos que nos están ayudando. 

¡Patria o Muerte! 

¡Venceremos!