DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PURS Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO CELEBRADO EN EL ESTADIO “LENIN” DE MOSCU, UNION SOVIETICA, EL 23 DE MAYO DE 1963.

 

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

 

Querido compañero Nikita Jruschov, Primer Secretario del Central del Partido Comunista de la URSS y Presidente del Consejo de Ministros;

Compañeros del Comité Central: 

 

Aunque todavía permaneceremos algunos días más en la Unión Soviética, hoy concluye nuestra visita oficial a este gran país; es decir, hoy nos despedimos de los moscovitas y de todo el pueblo soviético. 

He querido escribir estas palabras.  Me pareció así más fácil para ustedes, para el traductor y para mí, que no puedo expresarme en vuestro propio idioma (APLAUSOS). 

 

Hoy debo darles las gracias, y se comprende que no sea fácil para quienes, como nosotros, hemos recibido tan abrumadoras pruebas de cariño (APLAUSOS). 

Esta visita a la Unión Soviética, ha sido extraordinariamente instructiva para nuestra delegación.  Es claro que llegamos aquí llenos de agradecimiento y admiración hacia el país amigo que, desde miles y miles de millas de distancia, prestó a nuestra Revolución una ayuda decisiva e inestimable.  Pero este era nuestro primer encuentro con la realidad soviética, con nuestros hermanos de la URSS. 

Lo que este país es, lo que su pueblo ha realizado, sus hazañas, su heroísmo, su historia, no pueden conocerse a través de libros, documentos, películas, fotos, narraciones, informes.  Es necesario verlo y sentirlo de cerca. 

En el mundo hay, además, dos URSS:  la verdadera, la heroica, la que se construyó y defendió con la sangre, el sudor y el sacrificio de sus obreros y campesinos; la que abrió para la humanidad una era nueva; la que dio vida, en la práctica y en la realidad, a la concepción de la historia, a las ideas revolucionarias de Marx, Engels y Lenin; el primer país socialista, la primera patria de los trabajadores liberados; la que inculcó el desarrollo de la economía, de la cultura y de la ciencia, a ritmos nunca antes conocidos por la humanidad. 

Y la otra URSS:  la que pintan sus enemigos reaccionarios con los peores acentos de la infamia; la que se describe en las cintas de los periódicos del capital monopolista, en la palabra de los corrompidos políticos de las clases explotadoras y sus ideólogos; en la pluma de los escritores mercenarios. 

Nosotros nacimos en un país regido por los monopolios yankis por los terratenientes burgueses, a cuyo servicio estaban los órganos de gobierno, el aparato militar y todas las instituciones del Estado. 

En la prensa, en la radio, en el cine, en los libros, en las escuelas, por todos los medios se calumniaba a la URSS.  Los enemigos de la clase obrera, no solo se valen de la represión, sino también de las armas ideológicas y de su principal arma:  la mentira, para someter a las masas y embotar sus sentimientos revolucionarios. 

El fantasma del comunismo, de que hablara Carlos Marx, recorría también la América Latina.  Pero era, a su vez, enarbolado por los explotadores como un fantasma ante los explotados; calumniaban al marxismo-leninismo, presentándolo como una doctrina extranjerizante, enemiga de la patria, de la sociedad, de la libertad, de la familia, del hombre.  Para los burgueses, patria, sociedad, libertad, familia, hombre, siempre se han resumido en un solo concepto:  propiedad privada. 

En nombre de la propiedad privada sobre los medios de producción entregan la patria al dominio imperialista, prostituyen las familias, suprimen las libertades; imponen una sociedad cruel, dividida entre explotadores y explotados, y esclavizan al individuo.  Mendigos, prostitutas, desempleados, niños sin escuelas, familias sin hogar, analfabetos, son categorías que abundan hasta en las sociedades capitalistas más desarrolladas.  Donde las libertades, la moral, la cultura, la familia, el ser humano, son brutalmente subordinados al concepto egoísta y a los intereses de la sociedad privada sobre los medios de producción. 

¿Cómo, en medio de esas circunstancias, y encontrándose situado a solo 90 millas del país imperialista más poderoso, cuya influencia, cuya propaganda, cuya ideología llovía incesantemente sobre él, pudo nuestro pueblo liberarse, romper las cadenas, demoler los prejuicios, abrazar la causa del comunismo e instaurar el primer país socialista del continente americano?  (APLAUSOS.) 

Desde luego, que ni a los propios imperialistas se les ocurrió decir que la URSS exportó a Cuba la revolución.  Esto demuestra el principio marxista-leninista, de que el capitalismo y el imperialismo cavan irremediablemente su sepultura y engendran —en las masas de obreros y campesinos explotados— sus propios sepultureros. 

Por encima de las mentiras y calumnias, por encima de la represión y de la fuerza, de la propaganda y de los crímenes imperialistas, los obreros y campesinos cubanos dieron sepultura para siempre, como verdadero cadáver que no podrá volver a resucitar más, a la sociedad capitalista (APLAUSOS). 

Claro que las revoluciones no tienen lugar en un laboratorio:  son obras de las masas en la realidad viva de la historia, en condiciones difíciles y de encarnizada lucha de clases. 

Nuestro Apóstol de la independencia, José Martí, hombre extraordinario y universal, dijo que en las revoluciones no todo huele a clavellina.  Los que tienen una concepción idealista de la historia, tienden a imaginarse que las revoluciones deben transcurrir como una sinfonía perfecta, sin tropiezos, dificultades ni errores. 

Ninguna revolución está exenta de errores, incluso de grandes errores; los errores que los hombres puedan cometer.  Desde luego que los errores son siempre aprovechados por los enemigos y divulgados en todos los tonos.  Pero las revoluciones, como hechos históricos en si, como formas nuevas de la sociedad humana que surgen con ellas a la vida, como obras de las masas, son realidades que opacan en su grandeza los errores de los hombres. 

Cada error que se supera fortalece a la Revolución, despoja de armas ideológicas a los enemigos de clase, y hace más atractivo el comunismo ante los ojos de la humanidad. 

Todo en la revolución es experiencia útil, todo enseña.  Por eso, el movimiento comunista es cada vez más fuerte moralmente, y el prestigio de las ideas marxista-leninistas se consolida cada vez más en todo el mundo, a pesar de la implacable campaña de los enemigos de los trabajadores. 

¿Cómo pudo nuestra Revolución, tan apartada geográficamente del campo socialista, en las proximidades mismas del país imperialista más poderoso, sostenerse y resistir?  No habría sido suficiente el heroísmo de nuestro pueblo, su extraordinario espíritu patriótico, su disposición de defender la Revolución a cualquier precio, si al surgir la Revolución Cubana en América Latina no hubiesen existido condiciones objetivas enteramente nuevas en la correlación de fuerzas que favorecen las luchas de los pueblos por su liberación. 

La Revolución Cubana demuestra en forma definitiva el principio marxista-leninista de que en las condiciones actuales del mundo la correlación de fuerzas no favorece ya al campo imperialista.  Pero en la historia de las relaciones internacionales, regidas por la moral y las concepciones de la sociedad de clases, desde los tiempos antiguos hasta épocas muy recientes imperó el principio brutal de la fuerza.  Pero a partir del desarrollo del campo socialista, la situación ha cambiado radicalmente. 

Sin la nueva correlación de fuerzas existentes en el mundo actual, el imperialismo yanki no habría vacilado en ahogar a la Revolución Cubana y no estaríamos ahora construyendo el socialismo en nuestro país, sino combatiendo en las montañas en los campos y en la clandestinidad contra la ocupación extranjera. 

Pero los imperialistas no aceptaron fácilmente esta realidad y solo abandonaron los planes de invadir a nuestro país después de la Crisis de Octubre, cuando a mediados del pasado año los gobiernos de Cuba y de la URSS decidieron adoptar las medidas pertinentes para frenar el ataque que se estaba fraguando contra nuestro país. 

Nuestra conducta se ajustaba enteramente a las normas del derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas.  Cuba vio en peligro su seguridad, y con un absoluto derecho, dentro de sus facultades soberanas, ha adoptado las medidas que fortalecieran su defensa. 

Sin base legal alguna los imperialistas implantaron el bloqueo naval que puso al mundo al borde de la guerra.  La crisis era la consecuencia de la política agresiva de Estados Unidos, cuyo capítulo final seria la invasión armada. 

El gobierno de Estados Unidos, sin embargo, negando sus planes agresivos de invadir a nuestro país, trataba de hacer recaer sobre Cuba y la URSS la responsabilidad de la tensión creada.  Hoy todo el mundo conoce quiénes eran los verdaderos culpables.

Como consecuencia de las contradicciones surgidas entre el gobierno norteamericano y los contrarrevolucionarios cubanos, se ha podido descubrir su secreto.  El principal cabecilla de la contrarrevolución, que fue designado por el propio gobierno norteamericano, declaró recientemente —en carta que recibió amplia divulgación en todo el mundo— que efectivamente Estados Unidos proyectaba la invasión militar de Cuba. 

La solución de la Crisis de Octubre, que entrañó el compromiso por parte de Estados Unidos de abandonar sus planes de invasión, desató las pugnas entre los enemigos de nuestro país poniendo al desnudo toda la verdad. 

Ha transcurrido el tiempo, y con el tiempo se ha hecho luz sobre los acontecimientos.  Los planes imperialistas de invadir a Cuba han fracasado y la guerra se evitó; quedaba el peligro de que los imperialistas interpretaran erróneamente los acontecimientos, mas la advertencia oportuna y enérgica de la Unión Soviética el pasado mes de marzo, pudo tranquilizar a los más exaltados guerreristas. 

En ocasión de la visita de nuestra delegación a la URSS, los imperialistas habrán podido ver hasta dónde llega la solidaridad del Partido Comunista de la URSS, del gobierno y del pueblo soviéticos por la Revolución Cubana (APLAUSOS).  Se comprende en toda su grandeza el gesto de un país que, en defensa de una pequeña nación —a muchos miles de millas de distancia—, puso en la balanza de los riesgos una guerra termonuclear, el bienestar alcanzado en 45 años de trabajo creador y de inmensos sacrificios (APLAUSOS). 

El país soviético, que en la Gran Guerra Patria contra el fascismo perdió muchas más vidas que el total de la población de Cuba para defender su derecho a existir y crear las enormes riquezas con que hoy cuenta, no vaciló en arriesgarse a una dura guerra en defensa de nuestro pequeño país (APLAUSOS).  La historia no conoce un ejemplo igual de solidaridad.  ¡Eso es el internacionalismo, eso es el comunismo!  (APLAUSOS PROLONGADOS.) 

Esto demuestra, además, de manera inconfundible, el principio de que bajo las normas del marxismo-leninismo se establecen, entre los pueblos grandes y pequeños, relaciones enteramente nuevas. 

El trato, las consideraciones, los honores que ha recibido la representación de nuestro país en la inmensa Unión Soviética, elevan a su grado más alto el concepto de la soberanía y la igualdad entre los pueblos (APLAUSOS). 

La amistad entre la URSS y Cuba es verdaderamente ejemplar. 

Antes de acudir a las agresiones armadas, el gobierno de Estados Unidos intentó estrangular por hambre a la Revolución Cubana.  Las relaciones económicas con la Unión Soviética y el campo socialista, y la ayuda económica que oportunamente recibió nuestro pueblo, hicieron fracasar el cerco de hambre imperialista.  Esto demuestra el principio de que bajo el marxismo-leninismo la explotación económica de unas naciones por otras —que caracterizó la época del colonialismo, el capitalismo y el imperialismo—, desaparece por entero bajo el socialismo, para dar lugar a la colaboración en beneficio de los intereses mutuos y a la ayuda de los países industrializados a los de economía subdesarrollada. 

Antes de idear la agresión armada directa —que dio lugar a las medidas preventivas de Cuba y de la URSS—, los imperialistas reclutaron, organizaron y entrenaron fuerzas mercenarias para atacar a nuestro país.  Y las armas recibidas de la Unión Soviética y de otros países del campo socialista, nos permitieron derrotar a los agresores. 

Los imperialistas han actuado en todas las formas imaginables de agresión, y han fracasado.  En cada caso estuvo presente la ayuda soviética (APLAUSOS). 

Esto no quiere decir que se hayan resignado a dejar en paz a nuestro país.  Aún subsisten una serie de circunstancias que deben superarse para que los riesgos de un conflicto no vuelvan a surgir.

Estados Unidos mantiene un rígido bloqueo económico contra nuestro país, y realiza presiones en todos los países que están bajo su influencia para impedir el comercio con Cuba.  Los imperialistas están entrenando en territorio norteamericano a miles de elementos contrarrevolucionarios, que reciben instrucción militar y técnicas de sabotaje; agentes contrarrevolucionarios y armas son introducidos clandestinamente en territorio cubano; barcos de guerra y aviones yankis violan sistemáticamente nuestro espacio marítimo y aéreo; las incursiones de sus aviones espías sirven a sus fines de sabotaje. 

Recientemente, un avión pirata, procedente de Estados Unidos, lanzó bombas sobre una de nuestras refinerías de petróleo.  Finalmente, Estados Unidos mantiene ocupado un espacio de nuestro territorio en el que tiene instalada una base militar, donde han cometido asesinatos impunes contra trabajadores cubanos, y desde donde infiltran saboteadores al país y realizan todo tipo de provocaciones. 

Frente a esta política de bloqueo, hostigamiento y agresiones, Cuba ha proclamado su deseo de vivir en paz y mantener relaciones normales con todas las naciones del continente, incluso Estados Unidos.  Ejemplo de esas relaciones son las relaciones de Cuba con Canadá, México, Brasil y otros países latinoamericanos.  El propio pueblo norteamericano ha sido perjudicado con las agresiones económicas de su gobierno contra Cuba, viéndose privado de productos como nuestro tabaco —que por su calidad no puede ser adquirido en otros mercados— o como en el caso del azúcar, por la que los consumidores norteamericanos deberán pagar este año cerca de 1 000 millones de dólares en exceso, a consecuencia de los elevadísimos precios que las maquinaciones del gobierno norteamericano contra el azúcar de Cuba han ocasionado en el mercado mundial. 

El pueblo americano es víctima de esa política insensata; la política de Estados Unidos contra la Revolución Cubana está en quiebra total, y ha ocasionado al gobierno de ese país sus mayores reveses políticos.  El odio a la Revolución Cubana es agitado por políticos sin escrúpulos, que chantajean a la actual administración, arrinconándola contra un abismo que es la guerra. 

Nuestro pueblo, al igual que todos los pueblos del campo socialista, desea la paz para llevar adelante la Construcción de una vida mejor (APLAUSOS).  Mas, la lucha por la paz —como le he oído decir reiteradas veces al compañero Jruschov—, exige grandes sacrificios de nuestros pueblos, que se ven obligados a mantener sus fuerzas armadas equipadas con las armas más modernas, y en el máximo de capacidad combativa. 

El poderío del campo socialista, frena las aventuras belicistas, asegura la paz, y crea las condiciones más propicias para la lucha de los pueblos contra el yugo colonial del imperialismo. 

¡El movimiento comunista será tanto más fuerte, cuanto más unido!  (APLAUSOS.)  Esto es tan evidente que no necesita argumentación.  Si la unidad de todas las fuerzas progresistas y revolucionarias, es la consigna que dio Marx a los comunistas dentro de cada país, la unidad del movimiento comunista internacional es la consigna de todos los marxista-leninistas (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). 

¡Proletarios de todos los países, uníos, por el mandato de Marx y Engels! 

Queridos amigos soviéticos:  nuestra visita a la URSS ha significado el gran privilegio de poder apreciar desde cerca la gigantesca obra que vuestro pueblo ha realizado; sabemos cuánto tesón y sacrificios han sido necesarios. 

Al visitante, la URSS ofrece la impresión de una fortaleza inexpugnable; la unidad del pueblo soviético, la perfecta organización de vuestro Estado y de vuestra economía nos llena de admiración.  Lo que a nuestro juicio hace más fuerte a la sociedad soviética y la sitúa en la condición de afrontar las enormes tareas y difíciles responsabilidades que tiene delante, es el espíritu de autoridad que se observa en cada hombre y mujer soviéticos. 

¡Lenin se sentiría orgulloso de lo que ha hecho el Partido Comunista de la URSS!  (APLAUSOS.) 

Hemos podido apreciar en todo su valor el principio leninista del papel del Partido como organizador y dirigente del pueblo; hemos podido palpar la estrecha ligazón del Partido con el pueblo, y su infatigable actividad en todos los frentes; hemos observado la sencillez y modestia de sus dirigentes, su entrega total y abnegada a las tareas de la construcción del comunismo. 

Después de haber recorrido ampliamente el país, y haber convivido con el pueblo soviético casi un mes, nosotros estamos absolutamente seguros de que, en muy breve plazo, la economía de la URSS sobrepasará irremisiblemente a la de Estados Unidos (APLAUSOS).  Lo que eso significa en la correlación de fuerzas frente al campo imperialista será definitivo. 

La muralla de mentiras y calumnias que la reacción internacional erigió contra la URSS, toca a su fin.  Poco resta ya a sus detractores para engañar a los incautos que aún quedan en el mundo.  El fantasma del comunismo que un día recorrió a Europa, hoy recorre todos los rincones de la Tierra Y no está lejano el día (APLAUSOS), no está lejano el día en que desaparezcan para siempre aquellos a quienes infunde verdadero miedo:  los explotadores del hombre. 

Estamos seguros de que este encuentro nuestro con el pueblo soviético fortalecerá nuestra amistad extraordinariamente.  Con nosotros llevaremos siempre el recuerdo de los millones de brazos que se han alzado para saludar a la delegación cubana, las alegres sonrisas (APLAUSOS)  y los vivas a nuestra patria con que nos recibieron por todas partes. 

No debo concluir estas palabras sin expresar nuestra gratitud más profunda a quien ha sido forjador incansable de la amistad entre nuestros dos pueblos:  el campanero Nikita Serguéievich Jruschov (APLAUSOS).  A su iniciativa debemos los cubanos incontables gestos de solidaridad y amistad.  De todo corazón lo felicitamos a él, y a través de él al Comité Central del Partido Comunista de la URSS con los éxitos que, bajo su dirección, ha alcanzado la Unión Soviética por los caminos del comunismo (APLAUSOS) 

¡Balchoie Spasibo, sovietskii bratia!  (“Muchas gracias, hermanos soviéticos”)

¡Viva el comunismo! 

¡Patria o Muerte! 

¡Venceremos! 

(OVACION)