DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA INAUGURACION DE LAS OBRAS DE GRAN TIERRA, EN BARACOA, ORIENTE, EL 27 DE JULIO DE 1967.

 

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

 

Señores invitados: 

Campesinos de Gran Tierra: 

 

Todos los que hemos venido a esta Gran Tierra hemos tenido que hacer un largo viaje para llegar hasta aquí.  Pienso que ese viaje por esas carreteras, con bastante calor, con bastante polvo —¿verdad?—, y las montañas esas, y las atenciones, y todos estos días, la hora a que se levantaron ustedes...  Porque yo recuerdo que cuando me fui a descansar algunos minutos, o algunas horas, salían ustedes a las tres de la mañana en los ómnibus, y como yo tenía una pequeña ventaja:  que conocemos un camino por aquí más cerca, aunque salta bastante el jeep por él, pues entonces pude aprovecharme de esa ventaja, dormir algo y llegar aquí más o menos a tiempo.  Pero también me siento cansado un poco, igual que ustedes, y por eso vamos a tratar de ser lo más breve posible. 

También los vecinos de aquí seguramente hayan pasado muchos días con la tensión y el trabajo para llevar a cabo todo este plan para el 26.  Ellos van a tener muy en cuenta que nosotros tenemos que considerar, en primer lugar, a los invitados.  ¿No es cierto?  (EXCLAMACIONES DE:  ¡Sí!”) 

¿Y las maestras qué se han hecho?  ¡Están calladas, se han perdido!  (EXCLAMACIONES)  ¿Qué se han hecho las maestras?  ¿Dónde están?  (EXCLAMACIONES)  ¡Se han perdido!  Resulta que las maestras son las que debieran estar más satisfechas hoy, que se inauguran estos internados y estos círculos, y se han perdido, no dan señales de vida por aquí (EXCLAMACIONES).  ¡Ah, las maestras están ahí!, ¿o se fueron de vacaciones?  ¡Ah!, ya están apareciendo.

En primer lugar quisiéramos excusar a los organizadores, o a la comisión de recepción de invitados a este 26 de Julio y a las OLAS          —porque después del acto de ayer me dijeron que no era OLAS sino que era OLAS, así que estoy rectificando—; ellos tenían algunas dudas de si debían traer a los invitados hasta aquí, por todos estos inconvenientes de que hablaba antes.  Y, en realidad, alguien tiene la culpa de que ustedes hayan llegado hasta aquí, y ese alguien es el que les habla (APLAUSOS), porque les insistí en que los invitaran. 

Bueno:  el camino era largo, pero si se trataba por ejemplo de los que están participando en el Salón de Mayo, ¡no me digan que los intelectuales y los artistas no van a querer ver lo que es la entraña de una revolución en la entraña de un país, como es precisamente aquí en la Gran Tierra!  Y los que están invitados a las OLAS, ¡no me digan que los revolucionarios se iban a asustar porque iban a tener que venir por carretera aquí a alguna montaña!  (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS) 

Y lo otro es que muchas veces vienen apurados cuando vienen a Cuba los visitantes.  No tienen tiempo más que para visitar La Habana, y La Habana es la capital macrodesarrollada de un país subdesarrollado.  Y el que visita a Cuba y visita simplemente La Habana, sencillamente se marcha de este país sin conocer Cuba.  Y nosotros no queremos enseñarles a los visitantes solo las cosas bonitas del país, no solo aquellas cosas logradas de la Revolución; nos gustaría que vieran también las cosas que no se han logrado todavía y las cosas que faltan por hacer; y nos gustaría que vieran, sobre todo, dónde la Revolución está llevando a cabo su esfuerzo principal, en qué dirección, y las dificultades que tiene que vencer.  ¡Cuánta pobreza se acumula en un país que vivió siglos enteros sometido a la más despiadada explotación! 

Estamos precisamente en la región del país donde se inició la colonización de esta isla, y esa ciudad que ustedes vieron al pasar por allí fue la primera ciudad que se fundó en Cuba, y posiblemente una de las primeras de América.  Marcó el inicio de cuatro siglos de dominación colonial, esa ciudad precisamente.  Y después que nos llamábamos un país independiente, hoy todos los cubanos comprenden cuánta mentira había en todo aquello de considerar a este país independiente.  Porque no había que ser un historiador ni un filósofo, y estoy seguro de que cualesquiera de los campesinos de esta región, a cualquiera le pueden preguntar ustedes si aquello era un país independiente; tan siquiera si en aquel país se podía vivir.  Y quizás entre los grandes filósofos y sociólogos, en primer lugar se encuentren los guajiros y los obreros de esta región, que saben bastante de este problema. 

Y esas eran las condiciones en que, al triunfar la Revolución, nos encontramos.  No vamos a decir que estábamos incivilizados, no vamos a negar incluso muchas cosas que se fueron acumulando:  trabajo, los sentimientos que se fueron creando durante siglos, porque es que precisamente la opresión y la explotación crean muchos sentimientos también de rebeldía y de lucha.  Este pueblo tiene una larga tradición de lucha desde hace mucho tiempo, y fue lo que logró ir creando su conciencia, conciencia que no pudo ser destruida en todos los siglos de dominación, y mucho menos con esa dominación todavía más sutil, que es la dominación que surge en este país bajo el título de país independiente, con una bandera, un himno y todas esas cosas.  Y éramos más colonia todavía de los intereses imperialistas de lo que habíamos sido bajo España. 

A este país no solo lo sometió el imperialismo a una explotación inicua, sino que lo sometió diciéndole al pueblo que habían sido los libertadores de este pueblo.  Así que la mentira iba acompañando a toda esa miseria que padecía nuestro pueblo. 

Y en este lugar se podía ver o se podía apreciar mucha de toda la pobreza que queda todavía en nuestro país, y mucho del esfuerzo que todavía hay que hacer en este país, aun mayor que el esfuerzo que se ha estado haciendo hasta ahora. 

Este es un lugar representativo, porque esta región era precisamente la región más apartada.  Fue la primera población que se fundó y era, precisamente, la región del país más incomunicada cuando triunfa la Revolución.  Lo primero que tuvo que hacer la Revolución fue esa carretera por donde ustedes transitaron, que era una carretera difícil de hacer, y que, en realidad, los ingenieros cubanos encontraron soluciones muy correctas para poder abrir paso hasta aquí. 

Esa población vivía sin comunicación:  caminos de mulo y cosas por el estilo.  Hubo que hacer primero la carretera.  Y esta región donde estamos era la región más aislada dentro de esa región aislada del resto del país.  La carretera no ha podido llegar hasta aquí, pero hasta aquí también llegará la carretera.  Aquí vivían una serie de campesinos y existía también un gran latifundio cafetalero en esta región:  y, naturalmente, aquí hubo que hacerlo casi todo, empezando por las escuelas; es decir, no las escuelas de ahora, sino por los maestros, crear las primeras aulas, los servicios médicos, el hospital, que ya desde 1962 se hizo.  Las condiciones de vida eran pésimas, los problemas del agua muy serios; y las condiciones de vivienda, como ustedes las han podido apreciar en muchos sitios del país.  Además, había aquí especiales condiciones, especialmente pésimas, en cuestiones de higiene, en cuestiones de sanidad en general, es decir, de salud, de alimentación. 

Por ahí los compañeros de salud pública han hecho un estudio serio de cuáles eran todos los problemas:  y se trabajó, en primer lugar, para prevenir aquí todas las enfermedades que eran endémicas, desde la poliomielitis hasta todas las enfermedades epidémicas que pueden ser previsibles mediante la vacunación. 

Ellos me explicaban cómo aquí de una población de 25 000 personas hay 15 000 que son menores de 14 años.  Es decir que aquí las tres quintas partes de la población tiene menos de 14 años; y, naturalmente, esa es la población joven, la población infantil, la que más estaba expuesta a todos esos problemas, a las enfermedades.  Afortunadamente, todo ese tipo de epidemias ha sido erradicado prácticamente de esta región.  Ya después se fue a un esfuerzo mayor, se fue al esfuerzo de crear todas las instalaciones necesarias para dotar a esta región de todas las escuelas que necesita la población infantil; es decir, desde los círculos infantiles hasta las secundarias básicas, de manera que los niños desde los 45 días tuvieran los círculos infantiles y las escuelas para toda la población escolar, para permitir, en primer lugar, aliviar las condiciones de vida.  Es mucho más difícil resolver el problema de una vivienda decorosa a las     25 000 personas que hay en esta zona, que por lo menos establecer instalaciones escolares modernas para todos los niños. 

Y en realidad ya los círculos infantiles esos son...  nosotros estuvimos hoy viendo algunos de esos círculos infantiles ya terminados y creemos que realmente se han esmerado mucho los compañeros que trabajaron en ese proyecto, porque han hecho instalaciones verdaderamente modernas.  Es decir que aquí han pasado los muchachos del primitivismo, en que no había ninguna escuela, no había nada, a instalaciones que no tienen nada que envidiarle a cualquier otra en cuestiones de higiene, de funcionabilidad.  La atención que van a tener ellos, realmente, es una atención óptima.  Los institutos también, los internados, son de magnífica calidad en la construcción.  Eso nos da por lo menos la tranquilidad de que la población infantil de esta región tendrá todas las instalaciones en condiciones óptimas.  Tardará mucho más en estas regiones, y en otras regiones del país, el que todo el mundo tenga una vivienda donde se pueda vivir.  Ustedes han visto los bohíos, las casas que hay, habrán podido ver por los caminos cuáles son las condiciones de viviendas, es más o menos igual; y es peor todavía en muchos otros países, porque esta es la suerte de todo el mundo subdesarrollado. 

Nosotros creemos que este país no terminará de resolver el problema de la vivienda por lo menos en unos 12 ó 13 años, por lo menos.  Y hace falta —calculamos— algo más de un millón de viviendas.  Esa es la necesidad de viviendas del país.  Nosotros ya desde el próximo año podremos incrementar mucho las construcciones de viviendas, y desde 1970 unas 100 000 viviendas por año.  De manera que entre 1970 y 1980 se deberá construir en este país un millón de viviendas.  Lo más difícil que era el disponer de la materia prima, es decir, del cemento y de las instalaciones industriales para lograrlo, eso se está venciendo.  Y la tarea ahora de los compañeros que se dedican a esta rama de la construcción es la cuestión de la mecanización de las construcciones, porque lógicamente para hacer 1 100 000 casas todos los años, con todas las demás tareas que debemos realizar en el país, no alcanzarían los brazos:  y se presenta la necesidad y ellos lo van haciendo y van venciendo poco a poco todos esos problemas relacionados con la mecanización de la construcción. 

Pero, mientras tanto, nosotros tenemos el propósito de darle un gran impulso a todo lo que se refiera a círculos infantiles, escuelas e internados.  Es precisamente ahí donde nosotros creemos que nuestra Revolución está dando un paso verdaderamente revolucionario y verdaderamente grande.  Desde el principio de la Revolución se prestó una gran atención a todos los problemas de la educación. 

Yo preguntaba por los maestros, porque en estas regiones no había maestros; en las montañas no había maestros, y además muy pocas personas que estuvieran dispuestas a vivir en esas condiciones para enseñar en el campo.  Fue necesario reclutar estudiantes, improvisar maestros.  Así se organizaron, con estudiantes que pasaron algunos cursos de preparación previa, los primeros maestros que vinieron a las montañas.  Pero ya, afortunadamente, en estos años se han estado graduando unos cuantos cientos —cada año— de nuevos maestros, y cada año se graduarán más. 

Actualmente debemos tener, entre los que están en los distintos niveles de las escuelas de maestros, más de 20 000 jóvenes estudiando para maestros.  Y todos los maestros que la Revolución está formando comienzan por las montañas, empiezan por la Sierra Maestra a hacer el primer curso, y después están dos años en Topes de Collantes, y después están dos años en el instituto pedagógico y después empiezan por las montañas.  Y ya nos explicaban hoy cómo los primeros círculos infantiles tienen una maestra, de las que dio clases en la montaña, de directora. 

Es decir que nuestro país está formando suficientes cuadros para llevar un personal altamente especializado a cada una de esas instituciones que está creando y a cada una de esas escuelas que está formando.  No nos faltarán ni pedagogos, ni nos faltarán maestros, no nos faltarán cuadros de ningún tipo, porque hay un movimiento muy fuerte en este sentido.  Pero se comenzó sin nada, prácticamente, y se formaron miles y miles de maestros, hasta llegar a dotar todas las regiones del país de maestros, hasta llegar a crear por lo menos en un bohío, en cualquier sitio, enviar al maestro para que se pudiera matricular el número de niños que están matriculados actualmente, que es el de 1 300 000 alumnos en la escuela primaria.  Y esa es una cifra muy alta si se tiene en cuenta que nosotros somos un país de algo menos de 8 millones de habitantes.  No hay un solo niño en este país, en ningún lugar por apartado que sea, que no tenga su escuela, que no tenga su maestro. 

Y a ese movimiento ahora, claro, hay que irle dando una base material a medida que se desarrolle.  Y nosotros tenemos el propósito de llegar a construir todas las escuelas necesarias, de manera que en un período de siete u ocho años lo que se está haciendo aquí y se está haciendo en otros lugares se pueda aplicar absolutamente a todo el país, de manera que toda la población infantil y toda la población escolar en general y todos los estudiantes dispongan de las instalaciones necesarias; es decir, desde los 45 días de nacidos hasta que se gradúan en la universidad.  Los círculos infantiles para los más pequeños, los seminternados para los que estén en la escuela primaria y los internados para los que estén en la escuela secundaria. 

Naturalmente que ahora van a ir a muchos de esos internados muchachos de segundo grado, tercer grado, porque no hay suficientes alumnos con un nivel de secundaria básica.  Pero la idea, conforme se va desarrollando, es de que hasta sexto grado sea seminterno; es decir, que desayunen, almuercen y coman en la escuela, y se vayan a dormir a la casa.  Y de la secundaria básica, ya internos. 

Pensamos que para 1975 debemos tener aproximadamente un millón de estudiantes de enseñanza secundaria en esas instalaciones.  Es decir que prácticamente ya habrá suficientes instalaciones para todos los estudiantes de secundarias, tecnológicos y preuniversitarios. 

Nosotros las secundarias básicas las vamos a construir preferentemente en los campos, y vamos a llevar a la realidad la concepción de que en todo joven se deben combinar el trabajo y el estudio.  Y nos proponemos que ya en todas esas escuelas todos los jóvenes participen en alguna medida de la producción, y se combinen las horas de clase con las horas de trabajo.  Estamos absolutamente convencidos y cada vez más convencidos de que esa es la pedagogía verdaderamente revolucionaria, y nosotros tenemos grandes esperanzas puestas en esos proyectos. 

Y ya hay algunas escuelas que están de esa forma, particularmente una precisamente aquí en la provincia de Oriente, un instituto tecnológico, donde los alumnos trabajan medio turno y estudian medio turno; y no tenemos la menor duda de que pronto será una de las mejores escuelas del país, porque se ve día a día cómo va eso influyendo en la actitud, en el espíritu.  Además, creemos que es un tipo de escuela muy superior a las escuelas que hemos conocido todos nosotros. 

Porque la escuela que nosotros conocimos fue una especie de prisión, donde obligaban al muchacho a estar ahí desde por la mañana hasta por la tarde, y luego encima de eso le daban tarea, y encima de eso lo obligaban posiblemente a estudiar en la casa.  Y el resultado de eso es que se creaba un trauma en el estudiante, que veía la escuela como una desgracia, como un castigo, como una cárcel.  Y si a muchos de ustedes no les pasó eso, por lo menos yo digo que a mí me pasó, y creo que le tiene que haber pasado a gran número de personas:  que la escuela se convertía en una cosa horrible, en un infierno. 

Y en todas estas escuelas en el campo solo una parte del tiempo están en las aulas y otra parte del tiempo están al aire libre, realizando distintas tareas, distintas actividades.  Eso no solamente constituirá una pedagogía muy revolucionaria, sino que contribuirá y será importante también en la instancia de ulteriores logros por nuestro país. 

Actualmente nuestro país puede realizar cualquier tipo de plan.  Por ejemplo en la agricultura:  lo mismo siembra grandes extensiones de cítricos, que de café, que de frutales; plantaciones donde el problema de la fuerza de trabajo —porque no existen máquinas— se convertiría en cualquier país en un problema, nosotros lo podemos resolver fácilmente, precisamente con la participación de los jóvenes, con la participación de los estudiantes.  Y nadie es capaz de imaginarse lo que pueden hacer un millón de jóvenes trabajando cuatro horas todos los días, y sobre todo con el espíritu con que se le ve trabajar a la gente joven. 

Es decir que nosotros no tenemos por eso ningún miedo en ningún tipo de cultivo, y sabemos que vamos a estar en condiciones de competir, de luchar, de todo lo que sea necesario.  Desde luego, mientras nosotros estemos compitiendo propiamente con el mundo capitalista o con las colonias del imperialismo. 

Es decir que en cualquier renglón de la economía; en el azúcar, por ejemplo...  Pero en muchos otros renglones de la agricultura creo que nuestro país se va a convertir en un productor que habrá que tenerlo en cuenta en los mercados, y en el curso de un tiempo relativamente breve. 

Y por eso cada día la experiencia propia de cómo se han venido desenvolviendo las cosas en Cuba nos enseña diariamente cómo es absolutamente imposible que un país se desarrolle —es decir, un país subdesarrollado— como no sea bajo condiciones revolucionarias.  Cada día estamos más convencidos de eso. 

Podemos todos nosotros cerrar los ojos y esperar cinco siglos, que cualquiera de los países subdesarrollados, en las condiciones actuales    —sin liberarse del coloniaje o del imperialismo—, no se desarrolla en cinco siglos; en cinco siglos estará todavía más pobre, si es que no se muere de hambre todo el mundo mucho antes que pase todo ese tiempo. 

Sin embargo, nosotros creemos que nuestro país, a pesar del bloqueo, a pesar de todas las maniobras, a pesar de todas las zancadillas, no solo ha sido capaz de defenderse de todas las intrigas políticas, de todas las maniobras, de todas las agresiones del imperialismo, sino que  —lo que es más interesante—, en medio de todo eso y quizás con sorpresa de los mismos imperialistas, que creían que nos iban a hundir, nuestro país en este momento está alcanzando un rápido y un impresionante ritmo de desarrollo (APLAUSOS). 

A los aficionados a las estadísticas y a los que todo lo miran por números les cuesta un poco de trabajo comprender esto, les cuesta un poco de trabajo comprender esto.  Porque, por ejemplo, preguntan:  ¿Cuánta leche están produciendo?”; en vez de preguntar:  “¿Cuántas cabezas de ganado hay en el país, cuántas hectáreas de pasto, qué raza de ganado tienen y qué programa tienen ustedes de cómo van a resolver el problema de la leche?” Porque lo primero que nos encontramos en Cuba es que había, sí, millones de cabezas, de una raza de ganado que no producía ninguna leche.  Había que transformar todo ese ganado, ¿pero cómo?  No había en el país un solo inseminador, muy pocos toros de raza lechera para transformar ese ganado. 

Empezando de la nada, ya nuestro país en este momento tiene  2 000 inseminadores; a fines de este año tendrá 3 000.  Ya está formando 1 000 por año.  Y ya en este momento hay más de 1 300 000 vacas en ese programa de inseminación.  Hemos adquirido ejemplares de los mejores que hemos podido, en medio de las dificultades, localizar.  En este momento hay 170 000 terneras hembras ya, hijas de los primeros cruces de la raza Holstein, lechera, con la raza Cebú; y nacerán en los próximos 12 meses medio millón (APLAUSOS).  En producción tendremos ya, en 1970, medio millón de vacas producto de ese cruce.  Ese medio millón se eleva a más de un millón en 1971, y crece progresivamente en adelante. 

Si preguntan:  ¿Cuánta leche hay ahora?”, habrá que decirles:  “señores, esas vacas no dan leche; hay que transformarlas, y las estamos transformando”. 

Muchos no se dan cuenta del esfuerzo enorme que se ha tenido que hacer en estos primeros años formando técnicos, formando cuadros, creando condiciones.  Muchas de las plantaciones que estamos haciendo tardan dos, tres, cuatro, cinco años; pero a la vuelta de tres o cuatro años, los productores de unos cuantos cultivos tropicales van a tener que ponerse las manos en la cabeza, resultado precisamente del esfuerzo que se está haciendo ahora (APLAUSOS).  Porque este país lo que hace en estos tiempos es invertir.

Es como aquel que pretendiera ver la economía de Cuba y la juzgara por los automóviles viejos que circulan por La Habana.  Pueden venir de una capital cualquiera de países en donde está todo el mundo descalzo, una capital llena de automóviles del último modelo, y llegar a La Habana y decir:  estos cubanos están muy mal, porque lo único que hay aquí son cacharros de hace seis o siete años; la economía de Cuba debe estar muy mal.”  Y es que, precisamente, la economía de los que se han dedicado a comprar automóviles en vez de comprar máquinas, en vez de comprar instrumentos de producción, esa es precisamente una de las causas que contribuye al empobrecimiento mayor todavía de muchos países subdesarrollados.

Nosotros en todos estos años, ciertamente, no traemos, ni traeremos, un automóvil.  ¿Es que somos enemigos del automóvil?  No somos enemigos del automóvil.  Es que este país tiene tantas necesidades, y nosotros las conocemos tan bien, que sabemos que necesita cientos, miles de máquinas para la agricultura, para construir represas, para construir caminos, para desbrozar terrenos, para construir, para establecer, crear las condiciones, desarrollar la infraestructura de este país.  Y precisamente eso no se logra con automóviles.  En un futuro hasta automóviles vendrán a este país también; será posible, porque tendremos con qué comprarlos.

Ahora lo que tenemos es que invertir hasta el último centavo en todos esos medios de producción, para en un período brevísimo, de 10 a 15 años, salir del subdesarrollo.  Y nosotros —a nadie le quepa la menor duda; y ustedes lo pueden asegurar en cualquier parte sin temor a equivocarse— vamos a salir del subdesarrollo, y vamos a salir de una manera fulminante, y que ya en el año 1970 habremos avanzado un gran trecho; y que en el año 1975 no se podrá llamar a este país un país subdesarrollado (APLAUSOS).

Y les decía eso, que no es fácil visitando por ejemplo la capital —y ese fue el motivo de esta larga conversación sobre este tema— no se podía conocer a Cuba.  No quiere decir que nosotros nos dediquemos a organizar planes para cuando vengan los visitantes a Cuba:  ustedes pueden estar seguros de que jamás se ha hecho nada para impresionar a los visitantes.  Este es uno de los tantos planes, de los muchos planes que se van realizando:  y que aquí todos los compañeros que estaban trabajando en este plan, con motivo de la fecha del 26 de Julio, hicieron un gran esfuerzo. 

Para tener una idea del esfuerzo que han hecho, baste decir lo siguiente:  que hace siete meses se comenzaron a hacer todas estas construcciones, siete meses.  Y se han construido dos internados modernos para 300 alumnos cada uno, es decir, 600 estudiantes (APLAUSOS); se han construido cinco círculos infantiles, para 120 niños cada uno, es decir para un total de 600 niños (APLAUSOS), en solo siete meses.  Por ejemplo, aquí estamos perfectamente iluminados porque se logró traer también la corriente eléctrica; se resolvieron los problemas del agua, trabajaron distintos organismos:  el Ministerio de la Construcción, los organismos que están dedicados a problemas hidráulicos, a los servicios de electricidad, la Dirección Nacional de los Círculos Infantiles, es decir, con la cooperación de todo el mundo, y muy especialmente con la cooperación de los obreros.  Porque, naturalmente, aquí no había suficiente personal para realizar todas estas construcciones, y vinieron obreros de los alrededores, de Guantánamo, de Baracoa, que se estuvieron hasta dos meses aquí sin salir de este lugar, precisamente para tratar de terminar estas construcciones antes del 26, y lo lograron. 

Y no solo hicieron un trabajo voluminoso, sino que lo hicieron de gran calidad.  Porque ustedes han podido ver que hasta los detalles, los jardines, las flores, las mesas, los juguetes de los muchachos, aquí no ha faltado absolutamente nada. 

Es decir que la Revolución para llevar a cabo cualquier cosa siempre cuenta con la cooperación de las masas, y con el entusiasmo de todo el pueblo.

Pero el hecho de que se haya podido hacer aquí en siete meses un número de construcciones da idea de la fuerza que ya tiene la Revolución.  Y da idea de esa fuerza, porque aquí traer por todos esos caminos y por todas esas montañas todos los materiales de construcción que fue necesario traer aquí para poder realizar esta obra, movilizar el personal...  Y más cuando no se está trabajando en este solo lugar, sino que se está haciendo un gran esfuerzo a lo largo y ancho del país.  Nosotros estamos en el extremo oriental de Cuba, si ustedes van al extremo occidental se encontrarán allí un trabajo, unas treinta o cuarenta veces más grande que el que se está haciendo aquí.  Porque se encontrarán una región donde se está llevando a cabo la plantación de 4 500 caballerías de cítricos, y eso llevado a hectáreas significa unas 57 000 hectáreas de cítricos.  Y ese programa de plantaciones de cítricos se está llevando desde el principio hasta el fin en dos años:  en solo dos años. 

Si ustedes van a Isla de Pinos se encontrarán allí otras plantaciones de otras 40 000 hectáreas de cítricos, que ya el año que viene se terminan, de un plan que comenzó apenas hace tres años y medio.  Isla de Pinos no está siquiera dentro del cuerpo de la isla mayor, sino que es una islita pequeña que está al sur de la provincia de La Habana. 

Si van a las montañas de la Sierra Maestra, si van a las montañas del Escambray, si van a las montañas de Pinar del Río, en cualquier sitio se encontrarán que se está llevando a cabo un gran trabajo:  y que está el pueblo enfrentándose a las dificultades y venciendo esas dificultades.  Pero para satisfacción y para estímulo de todos nosotros, la fuerza hoy de la Revolución para construir, para crear, para llevar a cabo cualquier plan, es incomparablemente mayor que en ningún otro momento anterior; y esa fuerza crece progresivamente año por año, cada vez con hombres más capacitados, es decir, con compañeros que han ido adquiriendo más conocimiento, más experiencia, que hacen cada vez un trabajo más serio, un trabajo más responsable. 

Porque hay que decir, señores, que nadie puede presumir de que sepa nada.  Porque la gran realidad es que los revolucionarios tienen que empezar primero por reconocer que no saben nada.  Y a nosotros nos ocurrió, y lo hemos tenido que ver en estos ocho años de Revolución, que cuando la Revolución triunfó nosotros ni siquiera conocíamos la geografía del país, ni siquiera conocíamos la geografía del país; y que los revolucionarios es muy difícil que encuentren asesores, es decir, es muy difícil que encuentren buenos asesores.  Porque precisamente los pocos que han adquirido bajo el capitalismo, en un país subdesarrollado, algunos conocimientos técnicos no son los que van a estar dispuestos a asesorar a los revolucionarios ni a enseñar a los revolucionarios.  Pero hay algo más:  país subdesarrollado en lo económico y en lo social significa país subdesarrollado en la técnica; y lo que se sabía aquí en el capitalismo de problemas de la economía en general, de problemas agrícolas, de problemas industriales, era realmente muy poco. 

Y ha sido necesario ir acumulando información, adquiriendo experiencia, desarrollando las ideas, las concepciones, los conocimientos técnicos, y eso realmente no es fácil.  Nosotros lo podemos decir ahora, que después de estos años empezamos a tener una mayor seguridad en todas las cosas que hacemos, un mayor conocimiento; y, en fin, tenemos la idea de que las cosas se van haciendo mucho mejor.  Es posible, con toda seguridad, que dentro de dos o tres años descubramos que todavía habríamos podido hacerlo mejor; y siempre ocurrirá así incesantemente. 

Por ejemplo, en muchas de las plantaciones de cítricos tratamos de escoger las mejores variedades de las cuales disponemos; a la vez establecemos centros de investigaciones.  Pero nosotros no podemos ponernos a estar investigando 15 años para después realizar algún plan.  Nosotros tenemos algunos contactos con técnicos de la FAO.  Hay que decir verdaderamente que en la FAO trabajan muchos técnicos progresistas en este problema agrícola; la tragedia de la FAO es que muchos de esos técnicos llegan a muchos países de esos dominados por el coloniaje y por el imperialismo, y nadie les hace el menor caso.  Hacen estudios, investigaciones, informes, y trabajan por gusto; se desalientan mucho. 

Nosotros hemos podido ver cómo, por lo menos en Cuba, cada vez se sienten un poco más estimulados.  Al principio tampoco los atendían, y hay algunos técnicos que son realmente competentes.  Recientemente en nuestro país estuvo un técnico de suelos que es verdaderamente genial, un técnico italiano.  Y viendo el interés, se creó un instituto tecnológico para realizar los estudios de suelos, y vemos por ejemplo cómo todo el mundo trata de apoderarse de cualquier conocimiento técnico para llevarlo a cabo.  Y la gran tragedia de la FAO no es el problema de técnica.  La FAO no podrá hacer nada por liquidar el hambre en este mundo.  Y ustedes se encontrarán que todos los años la FAO escribe un libro casi acerca de los problemas de la alimentación, para sacar siempre la misma conclusión:  que el hambre viene, que crece más la población que la producción de alimentos, y que la situación es terrible —es lo que dicen los de la FAO—, y una serie de recomendaciones y de cosas. 

La tragedia de la FAO es que no hay solución al problema del hambre sin revolución, ¡sin revolución!  (APLAUSOS)  Y si los técnicos de la FAO quisieran darle algún sentido a su trabajo, a sus recomendaciones técnicas y a sus informes técnicos, debieran de ponerle un preámbulo:  para llevar a cabo esto es imprescindible que haya primero una revolución social en el país, imprescindible librarse del colonialismo, imprescindible librarse del imperialismo (APLAUSOS).  Esa es la gran verdad, porque que el hambre llega es una trágica realidad, es una trágica verdad. 

Claro está, aquí hay dos fórmulas contra el hambre:  la fórmula del imperialismo yanki y la fórmula revolucionaria. 

¿Cómo pretende el imperialismo yanki evitar el hambre, posponer el hambre, mitigar el hambre?  Pretende resolver el problema con excedentes alimenticios.  Hay muchos países que están necesitados de alimentos.  Claro, eso no los reparten así como así, siempre organizan mucha propaganda alrededor de todo eso, se asocian a instituciones reaccionarias para repartir los alimentos y hacen todas esas cosas.  Y desde luego los alimentos no alcanzan porque es que cada día hay más cientos de millones de gente que necesita alimento en todo el mundo:  en América Latina, en Africa, en Asia y en todas partes. 

Entonces, apoyan a los gobiernos reaccionarios —eso es muy lógico—, a las oligarquías más reaccionarias, y para resolver los problemas del hambre les envían de “caridad” algunos excedentes alimenticios.  Pero es que ya los excedentes alimenticios de que puede disponer el imperialismo no les alcanza, no les alcanza.  Es decir, trata o simula seguir una política contra el hambre que es precisamente la política que acentúa cada vez más el hambre en el mundo.  ¿Para qué?  Para evitar las revoluciones.  Y son precisamente las revoluciones sociales, en todo este mundo subdesarrollado de América Latina, Africa y Asia, lo único que puede resolver el problema del hambre.  Porque el problema del hambre no se resuelve más que disponiendo los pueblos de la posibilidad de dedicarse al trabajo, dedicarse al desarrollo de todos los recursos naturales de cada uno de estos países, los cuales precisamente sobran, y lo que lo impide son precisamente los regímenes reaccionarios, oligárquicos, proimperialistas que allí mantiene el imperialismo. 

Es decir que el mundo —y esto es una cosa bien sencilla— hoy cuenta con dos fórmulas contra el hambre:  la fórmula imperialista de apoyar a las reacciones y a las oligarquías, que a su vez lo apoyan, y creerse que algunos excedentes alimenticios resuelven el problema; y la fórmula revolucionaria, que es la única que real y verdaderamente puede resolver el problema. 

Claro, los imperialistas tienen algunas esperanzas y hablan luego —y eso lo han estado haciendo en América Latina— de algunas reformas y de reforma agraria.  Jamás ningún funcionario de Estados Unidos mencionó la palabra reforma agraria antes de la Revolución Cubana, porque precisamente en Cuba tenían grandes extensiones de tierra.  Es decir, se hizo la Reforma Agraria aquí y entonces empezaron a hablar de algunas reformas, de alguna cosa. 

Es decir, alimentan alguna esperanza de que con alguna ayuda en alimentos y algunos programas y algunas cosas se pueda hacer algún desarrollo.  Esa es una ilusión absolutamente vana.  Nosotros sabemos de antemano —¡de antemano!— que están absolutamente llamados al más rotundo fracaso todos los intentos reformistas y todos los intentos de resolver con reformas los problemas del mundo subdesarrollado.  Y que en el mundo subdesarrollado lo que habrá cada vez es más hambre.  Esa es una realidad que cualquiera que viva unos cuantos años más va a tener oportunidad de comprobarlo.  Y esa es la situación. 

Es decir, nosotros no disponíamos de técnica; hemos tenido que ir adquiriendo esa técnica poco a poco, estudiándola, adquiriendo libros, formando cuadros, tratando de aprender de todos los países que en cualquier sentido hayan logrado algún éxito y, a la vez, ir desarrollando nuestras propias experiencias, de forma que hemos emprendido el camino para salir del subdesarrollo. 

Nosotros entendemos esta lucha por el desarrollo de la economía del país como parte importante de la lucha que tenemos que sostener contra el imperialismo, entre otras cosas porque el imperialismo en su política de bloqueo pensaba debilitar la Revolución, pensaba quitarle a la Revolución su base popular.  Indiscutiblemente que es una medida canallesca y criminal, porque hacen todo lo posible para que este pueblo pase hambre, no conformándose con todo el hambre que le hicieron pasar a este pueblo, a fin de que este pueblo, hambreado por el bloqueo, liquide esa revolución.  Ese es el cálculo del imperialismo. 

Por eso nosotros, en la lucha contra el imperialismo, no solo vemos como cuestión importante toda nuestra preparación militar frente a cualquier agresión, sino también el problema de cómo ganarle la batalla, porque sabemos que, claro, lo de Girón les dolió mucho y muchas cosas más tendrán que dolerles a los imperialistas de la Revolución Cubana (APLAUSOS).  Pero nosotros estamos seguros de que hay una que les va a doler pero mucho, mucho, mucho, y es que a pesar de todos los esfuerzos que han hecho por hundir la economía del país, nosotros no solamente resistamos eso sino que seamos capaces de resolver los problemas del subdesarrollo en estas condiciones. 

Y hay que decir que en ese sentido nos han ayudado, porque en la misma medida en que han tratado de crearnos problemas, han estimulado en el pueblo la necesidad, el deseo, el afán de vencer todas esas dificultades.  Es posible que si nosotros no hubiéramos tenido ese bloqueo imperialista, no hubiéramos estado haciendo hoy las cosas que estamos haciendo; es muy posible que si no hubiésemos tenido esas dificultades, no hubiésemos alcanzado el ritmo de trabajo que hoy tiene la Revolución Cubana.  Esa es una verdad. 

Pero nosotros sabemos que esa es una de las cosas que más les va a doler, porque además se van a romper muchos mitos.  La idea, la creencia, de que solo los oligarcas podían cultivar la tierra, que solo los oligarcas tenían conocimiento para poder hacer andar malamente la economía de un país; la idea de que estábamos indefectiblemente llamados a fracasar; la idea de que solo los capitalistas podían desarrollar la agricultura, todas esas ideas y todos esos mitos se van a ir abajo con nuestra Revolución. 

Y nosotros estamos conscientes de que las experiencias que acumulemos, puesto que somos un país subdesarrollado en clima tropical...  Y realmente el subdesarrollo y la miseria están albergados fundamentalmente en zonas tropicales del mundo.  En Europa, en Estados Unidos, en Canadá, en muchos de esos países capitalistas de climas templados, se ha alcanzado grandes experiencias en materia agrícola, por ejemplo, pero sus colonias estaban en las zonas tropicales del mundo —¡sus colonias!—, y en las colonias no se desarrolló ese conocimiento. 

Nosotros somos un país que estamos en ese clima precisamente.  Y estamos seguros de que muchas de nuestras experiencias, muchas de las técnicas que estamos adquiriendo, muchos de los conocimientos que estamos logrando y muchas de las soluciones, serán algún día de utilidad a cientos de millones de personas si quieren utilizar estas experiencias. 

Nosotros muchas veces para adquirir una libra de semillas tenemos que hacer montones de esfuerzos.  ¿Por qué?  Porque los imperialistas yankis llevan contra Cuba su persecución al extremo de hacer todo lo posible porque no adquiramos una semilla de nada; no importa que esa semilla no se produzca en Estados Unidos, si se produce en otro país, por alguna empresa a la que ellos le compran, la presionan, la amenazan con no comprar; ¡cualquier semilla!  Si nosotros queremos obtener variedades de semillas de arroz, hacen lo indecible para que no podamos obtenerlas; si tratamos de obtener cualquier semilla de algodón, hacen lo indecible porque no podamos obtenerla; si tratamos de adquirir sementales para el desarrollo de la ganadería, hacen lo imposible para impedir que los obtengamos; hacen todo tipo de maniobras, de presiones.  Incluso cuando logramos comprarlos, entonces presionan a las empresas de transporte para que no podamos transportar lo que compramos. 

Y recientemente nosotros, por ejemplo, compramos en Canadá un gran campeón —un gran campeón que, por cierto, le había ganado incluso al gran campeón de Estados Unidos—, y nuestro país adquirió para sus planes de desarrollo genético de la ganadería ese ejemplar.  Pues bien:  tuvo que ir un “Britania” a buscarlo, un “Britania” tuvo que ir a buscarlo.  Claro que es un ejemplar de una calidad extraordinaria y de un extraordinario valor.  Ah, porque los imperialistas se las arreglan para que ninguna compañía de aviación canadiense nos contrate un avión para traer a nuestro país, por ejemplo, ese animal.  Y así son todas las cosas por el estilo. 

Nosotros hemos tenido que hacer lo hecho con mucho trabajo.  Sin embargo, ¿qué significa ese ejemplar aquí?  Significa que todos los años produciremos miles de hijos de ese ejemplar.  ¿Qué significa para nosotros hoy millones de vacas a las que podemos portarles sangre de ese ejemplar?  ¿Pero qué puede significar para otras partes del mundo?  Porque nosotros dentro de algunos años podremos producir —digamos— 50 000, 100 000 nietos todos los años de cualquier ejemplar extraordinario, mediante la inseminación con semen congelado, con las técnicas más modernas de semen congelado, que nos permite, con un animal, poder producir por ejemplo 5 000 hijos en un año.  Significa que nosotros, por ejemplo, con 10 000 animales de esos podríamos lograr...  No nosotros, nosotros no tendríamos nunca esa masa de ganado.  Pero a un país que necesitara transformar su ganadería y tuviera, por ejemplo, hipotéticamente 50 millones de vacas, con la producción de un solo año, con menos de la producción de un año, nosotros le podríamos dar ejemplares nietos de ese ejemplar extraordinario que nosotros hemos adquirido con tanto trabajo. 

Es decir que todas esas técnicas, todas esas razas de animales, todas esas semillas, todas esas variedades que nosotros, forzados por la necesidad de vencer el subdesarrollo, hemos venido acumulando estarán siempre a disposición, el día de mañana, de todos los pueblos que lo necesiten (APLAUSOS). 

La política que nosotros practicamos es que si logramos cualquier éxito técnico estamos dispuestos a brindárselo inmediatamente a todo el que lo pueda necesitar, sin cobrarle nada.  Con los libros técnicos hacemos eso, y con cualquier cuestión de tipo técnica, sobre todo en la agricultura, que es en lo que más hemos estado trabajando en estos años.  Siempre brindaremos todos esos recursos sin espíritu de competencia de ninguna clase. 

Nosotros vamos a ser el primer productor de azúcar.  Si aquí logramos variedades de caña magníficas para cualquier país que la necesite, se la damos; porque nosotros sabemos que nuestra ventaja no está solo en la técnica, está en el sistema, ¡en el sistema! 

Nosotros jamás tendremos problemas de superproducción de ninguna clase, porque los problemas de superproducción no son de superproducción, sino de subposibilidades de comercializar, de cambiar, de distribuir.  Así que la llamada superproducción capitalista es la subcapacidad de trabajar para las necesidades de las masas. 

Cuando se trabaja para las necesidades humanas nunca habrá problemas de superproducción en ninguna parte.  Eso está limitado por el poder adquisitivo, por veinte cosas; y en el socialismo, en una sociedad realmente socialista, no puede haber ningún problema de ese tipo porque le falta siempre a alguien algo de lo que pueda sobrar.

y nosotros sabemos que la ventaja fundamental nuestra no está en si tenemos tal variedad de caña, o tal variedad de cualquier otro tipo de planta, sino en la forma social con que nosotros usamos esos conocimientos técnicos y para qué los usamos. 

Nosotros vemos con toda claridad que nuestro problema es trabajar para las necesidades de nuestro pueblo y de los que puedan necesitar nuestra ayuda, con lo cual nosotros, nuestro país, está consciente de que realiza un gran esfuerzo en los dos campos —en el campo ideológico, en el campo político, en el campo técnico— para brindarle hoy todo el máximo de cooperación que pueda al movimiento revolucionario y brindarle mañana todo el máximo de cooperación que pueda para vencer los problemas con los cuales nosotros estamos enfrentados hoy, que son los problemas del subdesarrollo y de la pobreza. 

Esas son las dos cuestiones fundamentales:  la solidaridad hoy en la lucha contra el imperialismo, la ayuda hoy a la lucha contra el imperialismo —porque sabemos que lo primero es la Revolución, ese es el primer paso—; y mañana, cuando los revolucionarios estén en el poder, la tarea aún más difícil (APLAUSOS). 

Algunos piensan que es difícil hacer la Revolución, que es difícil derrocar a las oligarquías, y nosotros les decimos:  No, eso no es lo más difícil; lo más difícil, cuando hayan derrocado a las oligarquías que representan los intereses reaccionarios, los intereses imperialistas, será derrocar el subdesarrollo, derrocar la pobreza, derrocar la miseria que se ha acumulado durante tanto tiempo, en medio del caos que es una sociedad capitalista en todos los órdenes.  Ese es el problema más difícil. 

Y digo ciertamente que los que desde hoy crean que lo más difícil es la toma del poder, renuncien desde ahora a la idea de que van a ser capaces de enfrentarse a los problemas ulteriores. 

Se necesita tener la confianza, la seguridad, comprender que realmente el problema de derrocar a las oligarquías no es tan difícil.  La imaginación, el pesimismo, el derrotismo, es lo que ha hecho que ese problema sea un problema que parezca un poco más difícil.  Los problemas más difíciles son los problemas ulteriores. 

Pero, de todas formas, esta no es una reunión de la OLAS, sino un viaje a Gran Tierra en que están participando todos los invitados, está participando todo el pueblo. 

Nosotros nos alegramos mucho de que junto con la satisfacción que hemos experimentado al ver todas estas obras que se han concluido aquí, hayamos podido compartir con ustedes esta alegría, y les damos de corazón las gracias por el esfuerzo que han hecho en llegar hasta aquí y porque, como veo, al parecer han perdonado a los culpables de haber tenido que dar este largo viaje (APLAUSOS). 

Muchas gracias. 

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)