DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ALMUERZO OFRECIDO EN LA CASA DE CULTURA DE LA REGION DE MERSEBURGO A LA DELEGACION CUBANA.   MERSEBURGO, ALEMANIA, 15 DE JUNIO DE 1972.

 

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

 

Querido compañero Honecker;

Queridos compañeros de la RDA;

Queridos compañeros cubanos:  

 

Yo voy a hablar breves palabras, porque creo que hablé bastante esta mañana.  Pero quiero decir dos o tres cosas.  Primero, expresar nuestra emoción profunda por todo este encuentro hoy en la ciudad de Halle y con los trabajadores de Leuna.

Para nosotros ha sido un día histórico, no por la visita, sino porque nosotros hemos vivido aquí la historia:  la historia del movimiento obrero revolucionario, la historia de las luchas heroicas de los trabajadores de la RDA, el heroísmo en la lucha contra los opresores de clase, el heroísmo en la construcción del país. 

Para nosotros es un día de historia, porque hemos sentido de cerca toda la vida del pueblo de la RDA, sus experiencias, los sufrimientos, las victorias. 

Al llegar aquí preguntábamos qué era este lugar, y nos explicaron que este era el palacio de la burguesía en ascenso, que a fines del siglo pasado se reunía aquí.  Y trataba de imaginarme aquellos tiempos, trataba de imaginarme aquellos hombres.  Ellos se reunían por razones diferentes, muy diferentes a las nuestras.  Ellos celebraban sus victorias sobre los obreros, sus luchas guerreristas imperialistas.  Era una clase frívola, explotadora, que no tenía nada digno, nada honroso que defender, nada noble por lo cual luchar; eran ambiciosos, eran egoístas, eran individualistas.  En la ambición, en el egoísmo, en el individualismo, no puede haber ninguna amistad, ninguna fraternidad, ningún calor.  Tiene que haber sido todo muy diferente, muy diferentes las reuniones de aquellos hombres a nuestras reuniones. 

Se hablaba de esos cuadros.  Me contaba el compañero Honecker que alguna vez discutieron si debían dejar esos cuadros o poner otras banderas aquí.  Tal vez si algún día se reunieran aquí los burgueses —eso no va a ocurrir nunca más—, ellos tal vez necesitarían las banderas revolucionarias, las banderas internacionalistas, para saber qué época habían vivido.  Pero nosotros no:  nosotros llevamos las banderas y las ideas dentro.  A nosotros nos gusta ver esos cuadros, porque esos cuadros nos ilustran, nos enseñan y nos recuerdan aquel mundo que quedó atrás.  Esos cuadros nos señalan los grandes avances y las grandes victorias de la sociedad humana.  Esos cuadros nos recuerdan un pasado que quedó atrás, muy atrás, y contribuyen a hacer más profunda nuestra satisfacción al saber que aquí no se reúnen terratenientes, ni burgueses, ni explotadores, ni guerreristas:  aquí se reúnen los representantes de los obreros de la RDA y de Cuba, dos países distantes que luchan por la misma causa, que luchan por los mismos objetivos, inspirados en las mismas ideas y en los mismos sentimientos (APLAUSOS). 

Somos revolucionarios, somos marxistas, somos internacionalistas; luchamos por la unión y la fraternidad entre los hombres, luchamos por la justicia; combatimos las ambiciones, los egoísmos, los individualismos. 

Nosotros sí podemos llamarnos hermanos, nosotros sí podemos ser hermanos, porque en nuestros corazones y en nuestro espíritu caben los mismos sentimientos (APLAUSOS). 

Esa es la gran diferencia. 

Y aquí tenemos un pueblo:  es una nueva generación que crece y se educa libremente, que mira el futuro con esperanza, con optimismo, con seguridad, basada en la fuerza, basada en la solidaridad entre los hombres y la solidaridad entre los pueblos. 

y por último, yo quiero decir que también ha sido un día histórico por nuestro encuentro con los dirigentes del Partido Socialista Unificado de Alemania, y por la reunión con los dirigentes, especialmente con el compañero Honecker. 

Al compañero Honecker no le gusta que se le mencione mucho.  Eso le pasa a todos los hombres humildes, a todos los hombres modestos.  Pero qué vamos a hacer.  Ya cuando los hombres juegan un papel y constituyen un símbolo, tienen muy pocos derechos de propiedad sobre sí mismos:  han sido nacionalizados y han sido socializados (RISAS Y APLAUSOS). 

El compañero Honecker significa con su vida también la historia heroica de los trabajadores revolucionarios de la RDA.  Cuando la primera guerra comienza, todavía él no había aprendido a hablar; cuando termina, tenía 6 años.  Y cuando viene la posguerra empezó —posiblemente fue la época en que se inicia en la escuela— a vivir aquellos días duros.  Ya desde muy joven porta las ideas, se hace abanderado de las ideas del marxismo, tiene la fortuna de contar con grandes maestros, como fue el compañero Thaelman; y después, cuando el advenimiento del fascismo, el compañero Honecker es arrestado y pasa 10 años en las prisiones, 10 años en las prisiones del fascismo. 

Y nosotros podemos imaginarnos lo que es eso, porque estuvimos no 10 años, 2 años en las prisiones del fascismo criollo.  Y lo duro de la prisión no es el sufrimiento de estar preso, no son las rejas, no son las humillaciones:  lo duro de la prisión es sentirse impotente de poder participar en los acontecimientos. 

Imaginamos la magnitud del sacrificio de los que, como el compañero Honecker y los cientos de miles de luchadores que en esos años críticos de 1935 a 1945, cuando se gestó la guerra y cuando ocurrieron los acontecimientos..., los sufrimientos que tienen que haber padecido al encontrarse prisioneros. 

El 27 de abril de 1945 los prisioneros que estaban en la cárcel de Berlín fueron liberados por las victoriosas tropas del ejército soviético, y surgió una nueva fase en la vida del pueblo de la RDA. 

Sin duda que un hombre que ha vivido esas experiencias tiene que llevar un gran cúmulo de sentimientos, una gran fuerza revolucionaria interior, porque los hombres amamos las causas en la medida en que las comprendemos, en la medida en que nos hemos sacrificado por ellas. 

Y ustedes, los dirigentes de la RDA, y en especial el compañero Honecker, llevan dentro esa historia:  la historia de las luchas, de las esperanzas de los obreros; la historia de sus sufrimientos, de sus reveses, de sus victorias, de la formación del mundo socialista, de la solidaridad internacional.  Han vivido sin duda muy de cerca una de las épocas más dramáticas y uno de los cambios más profundos en la historia de la humanidad. 

Y son esas ideas las que se reflejan en la dirección del Partido, en el pueblo de la RDA; se reflejan en los trabajadores de la RDA, y en especial en los trabajadores de Halle, los trabajadores de Leuna; en la vieja generación y en la nueva generación, en las viejas fábricas y en las nuevas fábricas, en el mundo de ayer, en el mundo de hoy, y en el mundo de mañana. 

Todo lo hemos visto, todo lo hemos vivido en unas horas:  el pasado heroico, el presente victorioso, y el futuro de esperanzas. 

Y por ello, nosotros queremos brindar por la historia del pueblo de la RDA, por el movimiento obrero, y por el compañero Honecker (APLAUSOS).