DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA RECEPCION OFRECIDA POR EDWARD GIEREK y PIOT JAROSZEWICZ, AL COMANDANTE FIDEL CASTRO, EFECTUADA EN EL PALACIO DEL CONSEJO DE MINISTROS, POLONIA, EL 6 DE JUNIO DE 1972.

 

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

 

Querido compañero Gierek;

Queridos compañeros polacos;

Señores del Cuerpo Diplomático: 

 

Es para nosotros un honor encontrarnos en Polonia.  Nuestro pueblo ha sentido siempre una gran admiración por el pueblo de Polonia, por su historia, por sus heroicas luchas en pro de la independencia, que llegaron a constituir un ejemplo para todo el mundo.  Combatientes polacos lucharon en el siglo pasado junto a nuestro pueblo por la independencia. 

Nuestro pueblo siguió igualmente con admiración la lucha del pueblo de Polonia, sus terribles sacrificios bajo la agresión nazista.  Conmovieron al mundo los grandes crímenes que se cometieron contra el pueblo de Polonia; despertaron la solidaridad del mundo los millones de hombres, mujeres y niños que murieron. 

En la mañana de hoy tuvimos oportunidad de visitar la Tumba del Soldado Desconocido.  Allí se encuentran puñados de tierra de los escenarios de los numerosos combates que el pueblo de Polonia libró por su liberación.  En muchas naciones, en diversos continentes, cayeron los combatientes polacos:  para conquistar su independencia, en la Segunda Guerra Mundial, y para crear las condiciones de la revolución social.  Todo eso concitó siempre la solidaridad y la admiración de nuestro pueblo. 

A usted, compañero Gierek, se le conoce en nuestro país por su esfuerzo para dinamizar el proceso revolucionario.  Conocemos su origen obrero, sus decenas de años como militante honrado y consecuente del Partido Comunista de Polonia; conocemos sus esfuerzos por resolver las dificultades que aún confronta la nación polaca; sus vínculos con el pueblo, sus vínculos con las masas. 

Agradecemos profundamente la invitación para visitar su país, agradecemos profundamente su hospitalario y fraternal recibimiento, agradecemos sus palabras amables, sus frases de amistad y de afecto hacia la Revolución Cubana y hacia nuestra delegación. 

Hemos escuchado con interés y con respeto sus palabras.  Hacemos un gran esfuerzo por comprendernos mutuamente.  Vivimos en dos mundos diferentes:  ustedes en pleno corazón de Europa; nosotros en el Mar Caribe, al otro lado del Atlántico, muy próximos a las costas de Estados Unidos. 

Nosotros hemos llevado adelante nuestra Revolución, como usted bien dice, con el apoyo del campo socialista, con el apoyo de la Unión Soviética.  Conocemos y apreciamos altamente los conceptos internacionalistas, pero las circunstancias geográficas e históricas determinan las formas diversas en que aplicamos a la lucha los conceptos del marxismo-leninismo. 

Para ustedes en Europa, la seguridad constituye un objetivo y un paso importante para la consolidación de la paz.  Nosotros comprendemos ese esfuerzo, nosotros apoyamos ese esfuerzo; conocemos la historia de Europa, conocemos los sacrificios de los pueblos de Europa, y muy especialmente del pueblo de Polonia, del pueblo soviético y de otros pueblos.  Y nos satisface que vuestros países puedan hoy plantearse como objetivo la seguridad europea y la lucha por la paz. 

Nuestro pueblo, en cambio, apenas tiene noción de lo que es el concepto de seguridad; es algo que virtualmente no hemos conocido nunca.  Nuestro pueblo no está protegido por ninguna alianza militar.  Nos hemos acostumbrado a vivir sin la menor idea de lo que es la seguridad.  Nuestro pueblo no cuenta con otra seguridad que la que puede darse a sí mismo, dispuesto a morir en defensa de su causa. 

Hemos conocido la agresión, conocimos los momentos difíciles de octubre de 1962, y recordamos que en aquellos días no fue la preocupación de la seguridad, fue el sentimiento de la solidaridad lo que inspiró nuestros actos. 

Luchamos contra el mismo enemigo.  Si algún día los países socialistas se ven agredidos por el imperialismo, nosotros lucharemos junto a los países socialistas, porque estamos vinculados por un pacto mucho más poderoso que los tratados legales:  estamos vinculados a ustedes por los principios del internacionalismo, por los principios del marxismo-leninismo. 

En este instante para nuestro  Partido, para nuestro pueblo, igual que para una parte considerable de la opinión mundial, el problema que ocupa el primer lugar de nuestra atención y de nuestra preocupación es el problema de Viet Nam. 

En Viet Nam se lleva a cabo la guerra más cruel que se ha conocido jamás.  Sobre el pueblo de Viet Nam se han lanzado 12 millones de toneladas de bombas:  dos veces más que todas las bombas lanzadas durante la Segunda Guerra Mundial.  Sobre el pueblo de Viet Nam se lanzan un promedio de 4 500 toneladas de bombas diariamente, en las tierras de Viet Nam existen 21 millones de cráteres de bombas.  La técnica más desarrollada, las armas mas precisas, la fuerza aérea del más poderoso país imperialista, se ha volcado por entero sobre el pueblo de Viet Nam.  La intromisión más injustificable, la acción más inmoral que puede haber cometido algún país, es la que comete Estados Unidos contra el pueblo de Viet Nam. 

Viet Nam se encuentra a 20 000 kilómetros de Estados Unidos.  Los documentos secretos revelados han demostrado hasta la saciedad la ilegalidad de la guerra contra Viet Nam.  Hoy se conoce con toda exactitud que Estados Unidos intervino en Viet Nam, sustituyendo a los colonialistas franceses, para impedir la unificación de Viet Nam, para impedir el ejercicio de la libre voluntad del pueblo vietnamita.  Hoy se conoce con exactitud y en todos sus detalles la falsedad de los argumentos empleados por el imperialismo yanki.  Hoy se conocen en todos sus detalles los incidentes del Golfo de Tonkín que marcaron el inicio y pretendieron ser la justificación de los bombardeos sobre Viet Nam del Norte. 

La historia presente está plenamente documentada sobre esos hechos.  No ha habido guerra más injusta ni más inmoral por parte de imperialismo alguno; no ha habido, por tanto, guerra más justa que la guerra del pueblo vietnamita.  Viet Nam es además, a nuestro juicio, el más alto ejemplo de heroísmo que la humanidad conoce en estos tiempos.  Millones de vietnamitas han muerto defendiendo su causa.  Ese pueblo ha resistido con increíble abnegación y firmeza los incesantes bombardeos y ha permanecido firme. 

Conocemos esos hechos, conocemos a los vietnamitas, además, a través de los jóvenes que estudian en la Unión Soviética, en los países socialistas, en Cuba y en otros países, y sabemos que ellos en todas partes, a pesar de las dificultades del idioma, son los mejores estudiantes y ocupan los primeros lugares en todas las clases.  Nosotros cuando queremos ponerles a los jóvenes cubanos un ejemplo, les señalamos a los jóvenes vietnamitas. 

A través de su larga y heroica lucha el pueblo de Viet Nam ha desarrollado excepcionales virtudes.  El pueblo de Viet Nam ha estado luchando por todos los pueblos.  Sin embargo, ¿qué ocurre hoy?  Los imperialistas han escalado la guerra contra Viet Nam.  En este instante los bombardeos sobre Viet Nam son más intensos que nunca, los puertos de Viet Nam están minados; los voceros del Pentágono se jactan diariamente de que desde que se minaron los puertos no han podido llegar suministros a Viet Nam, de que los bombarderos norteamericanos —usando bombas de precisión, dirigidas con rayos láser—- han logrado destruir los puentes de Viet Nam e invalidado sus comunicaciones.  Se han atacado las fuentes energéticas, se han atacado los diques, se bombardean las poblaciones.  En dos palabras:  se intenta impedir que a Viet Nam llegue una gota de combustible, que a Viet Nam llegue un gramo de alimento, que a Viet Nam lleguen medicinas, que a Viet Nam lleguen armas; mientras tanto los convoyes norteamericanos desembarcan incesantemente pertrechos de guerra en Viet Nam. 

El gobierno imperialista de Estados Unidos intenta hacer capitular a Viet Nam, impedir los suministros, intimidar al pueblo y hacer que se acepten sus condiciones.  Es por eso que se niegan a reanudar las conversaciones en París. 

Nosotros entendemos que estos son hechos muy graves, son hechos muy dolorosos.  Crímenes de guerra no son solo los crímenes que se cometieron en Europa; crímenes de guerra son los crímenes que se cometen contra un pueblo como Viet Nam.  Criminales de guerra no fueron solo los fascistas alemanes; criminales de guerra son también los fascistas yankis.  Por crímenes semejantes fueron sentados en el banquillo de los acusados en el Tribunal de Nüremberg los responsables nazis, por crímenes semejantes fueron condenados a la horca los fascistas alemanes. 

Nosotros hacemos estas reflexiones para que se comprenda la preocupación de nuestro pueblo, la preocupación de nuestro Partido, la preocupación de una gran parte de los pueblos del mundo.  Nosotros hacemos estos razonamientos para que se comprenda la posición de nuestro pueblo en relación con Viet Nam, la disposición de apoyarlo en el terreno que sea necesario, la disposición de nuestro pueblo —si es necesario— de enviar combatientes a Viet Nam. 

Nosotros entendemos que el movimiento revolucionario internacional no puede permitir, bajo ningún concepto, que el pueblo de Viet Nam sea exterminado; el movimiento revolucionario no puede permitir, bajo ningún concepto, que se cometa semejante genocidio contra el pueblo de Viet Nam. 

Nosotros estamos seguros de que estos sentimientos, estas preocupaciones, los comparten los Partidos, los pueblos y los dirigentes de los hermanos países socialistas.  Es por eso que a nosotros nos satisface su declaración de hoy, compañero Gierek, de que se considera que una piedra angular de la coexistencia pacífica es la solución del problema de Viet Nam:  la solución del problema de Viet Nam en base a la plena soberanía de los pueblos de Indochina, al restablecimiento pleno de los derechos de esos pueblos.  Nos satisfacen sus palabras de que Polonia, al igual que los demás países socialistas, brinda y brindará pleno apoyo al pueblo de Viet Nam y sus palabras de que Polonia, al igual que los demás países socialistas, luchará por la paz, pero luchará también apoyando a los pueblos que luchan por su liberación. 

Nos satisfacen y nos alientan esas palabras, porque Viet Nam es hoy la prueba suprema del internacionalismo proletario, Viet Nam es hoy la prueba suprema de los principios del marxismo-leninismo. 

¡Brindemos, compañero Gierek, por el pueblo de Polonia, brindemos por la amistad entre nuestros dos Partidos, y brindemos por el heroico pueblo de Viet Nam, brindemos por el internacionalismo proletario!

(OVACION)