DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA VELADA SOLEMNE POR EL 50 ANIVERSARIO DE LA FUNDACION DEL PRIMER PARTIDO MARXISTA-LENINISTA DE NUESTRO PAIS, EN EL TEATRO "LAZARO PEÑA", EL 22 DE AGOSTO DE 1975, "AÑO DEL PRIMER CONGRESO".

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

Queridos compañeros del Partido, del Gobierno y del pueblo:

Hace dos años conmemoramos el 20 aniversario del ataque al Cuartel Moncada. Hoy conmemoramos otra fecha de magna significación histórica: el 50 aniversario de la fundación del primer Partido Comunista de Cuba.

Otras veces hemos dicho que nuestra Revolución constituye parte de un mismo proceso desde 1868 hasta el presente. A lo largo de esta histórica lucha se debatieron dos cuestiones fundamentales: la lucha por la independencia y la lucha por la revolución social.

En el siglo pasado las aspiraciones a la independencia chocaron contra los poderosos intereses coloniales y contra la ideología de las clases reaccionarias. Los poseedores del poder y de las riquezas en nuestro país se oponían a la independencia, en aquella sociedad esclavista donde las clases privilegiadas tenían el temor de perder a sus esclavos. Por eso los hombres que luchaban por la supervivencia de la nación y que aspiraban a la independencia, tuvieron que luchar contra las ideas anexionistas de aquellos que, por sus intereses esclavistas, querían convertir a Cuba en un estado más de Norteamérica.

Mas adelante Martí hubo de luchar muy duramente, defendiendo las ideas de la independencia frente al poder colonial español y frente a los autonomistas, que consideraban a nuestro país incapaz de adquirir la independencia o rechazaban la idea de la independencia.

Del mismo modo, las hermosas ideas y aspiraciones de la revolución social, que vinieron más tarde, habrían de chocar contra intereses sumamente poderosos, habrían de chocar contra el naciente imperialismo norteamericano y los intereses de la sociedad capitalista.

Ambos hechos se enlazan a lo largo de la historia. Los luchadores por la revolución social estaban indisolublemente unidos a los luchadores por la independencia de la patria.

No se alcanzó a finales de siglo la independencia real de Cuba, y al fin se unieron las dos aspiraciones: las aspiraciones a la plena independencia nacional y a la revolución social.

Cada una de estas aspiraciones tuvo un momento culminante. Si la aspiración a la independencia tuvo sus momentos culminantes en 1868 y en 1895, de igual relieve histórico es el 16 de agosto de 1925, cuando tras la aspiración de la revolución social surge el primer Partido Comunista de Cuba.

Como ha explicado Fabio Grobart en brillante análisis histórico, este hecho tiene sus antecedentes desde fines del siglo pasado. El se refiere al año 1888, cuando un periódico en Cuba comienza a divulgar las ideas marxistas, y se refiere también a las inquietudes socialistas de una parte de los obreros que en Tampa y Cayo Hueso ayudaban a la obra revolucionaria de Martí; a la fundación en 1899 de un partido basado ya en las ideas marxistas, llamado Partido Socialista de Cuba, dirigido por Diego Vicente Tejera, que más adelante, a principios de siglo —puesto que la duración de este partido fue muy breve— sería el Partido Obrero Cubano, y luego el Partido Obrero Socialista, y por último, de nuevo, el Partido Socialista de Cuba en el cual Baliño figuraba entre sus principales dirigentes.

Por las condiciones objetivas y subjetivas de nuestro país a principios de este siglo, aquel Partido no pudo desarrollar plenamente su acción. Pero en 1923 la Agrupación Socialista de La Habana rompe con la Segunda Internacional, apoya a la Tercera Internacional, y se convierte en la Agrupación Comunista de La Habana, dirigida por Baliño, y en la cual se inicia la vida revolucionaria de Julio Antonio Mella.

Ya entonces había tenido lugar la Revolución de Octubre de 1917, surgía en el mundo el primer estado de obreros y campesinos, y el movimiento revolucionario, tanto en su lucha contra el coloniaje y por la independencia nacional como por la liberación social, adquiere una extraordinaria inspiración y un inmenso caudal de experiencias.

En esas condiciones surge el primer Partido Comunista de Cuba, basado en el marxismo-leninismo. Ya entonces el socialismo científico, las doctrinas de Marx y de Engels habían sido enriquecidas por la interpretación, la práctica y el desarrollo leninista.

¿Pero en qué condiciones surge aquel primer Partido Comunista de Cuba? Eramos una república mediatizada, una posesión neocolonial de Estados Unidos; existía una ignominiosa Enmienda Platt, es decir, el derecho constitucional a la intervención por parte de Estados Unidos en Cuba. Hacía tres meses había sido elegido presidente de la República Gerardo Machado, con lo que se inició una de las épocas más sombrías de nuestra historia. El movimiento sindical, aun cuando tenía ya una tradición de huelgas y de lucha desde los primeros años de la seudorrepública, y expresaba el despertar de la conciencia combativa de nuestros obreros, no tenía todavía una orientación política.

Los monopolios norteamericanos eran dueños del 70% de los centrales azucareros, las riquezas, la prensa, la universidad, las escuelas, el ejército, la policía, el parlamento, el poder judicial, los partidos políticos corrompidos; eran los dueños de la República.

Quiénes sino hombres de una gran convicción, de una gran fe en el porvenir habrían sido capaces en aquellas condiciones tan difíciles de fundar el primer Partido Comunista de Cuba. Existieron esos hombres. No eran muchos; posiblemente en aquella fecha los comunistas no pasaban de 100 en todo el país, y los miembros que asistieron al Congreso como delegados activos eran solo 13, y entre los invitados 17. En todo el país —según explica Fabio Grobart— había solamente nueve núcleos de comunistas. Pero allí estaban Carlos Baliño y Julio Antonio Mella (APLAUSOS).

Carlos Baliño simboliza el enlace directo entre el Partido Revolucionario de José Martí, y el primer Partido Comunista de Cuba. El fue cofundador de ambos partidos. Ya Martí en la época de la independencia había tenido la luminosa idea, idea que después en otro país y en otras circunstancias históricas había desarrollado también Lenin.

Martí organiza un partido para dirigir la lucha por la independencia nacional.

Junto a Baliño estaba un joven brillante, lúcido, valiente, una de las más extraordinarias figuras de la historia de nuestro país: Julio Antonio Mella. Y ambos, en unión de dirigentes obreros y en medio de la clandestinidad, impulsan la idea de convocar el Congreso para la fundación de ese Partido en que participan de hecho cuatro agrupaciones comunistas: las de La Habana, Guanabacoa, San Antonio de los Baños y Manzanillo.

Ese Partido surge ya con una clara concepción marxista-leninista en todas las cuestiones fundamentales. Recibe el bagaje y la herencia del movimiento comunista internacional y especialmente de la Revolución de Octubre. Había ya un puñado de hombres que poseían las ideas muy claras acerca de lo que debe ser un partido marxista-leninista, con una estrategia marxista-leninista, una táctica marxista-leninista y una interpretación de los problemas sociales y político marxista-leninista.

Es conmovedor leer las actas de aquel primer Congreso, donde se trazan las líneas fundamentales de la política a seguir, se aprueba el primer Estatuto y se traza un programa de lucha. Desde el primer instante adoptan esos principios, y además se disponen a trabajar arduamente entre los trabajadores, entre los campesinos, entre las mujeres, entre los jóvenes y entre los intelectuales, impulsando las organizaciones correspondientes que garantizasen la más estrecha vinculación de ese Partido con las masas.

¡Pero en qué circunstancias tan difíciles, no solo objetivas, sino también humanas, llevaron a cabo aquella proeza! En plena clandestinidad, cuando Baliño tenía ya 77 años y cuando la dictadura machadista empezaba a arreciar su persecución contra los obreros y especialmente contra los comunistas.

A las pocas semanas muere Baliño, el secretario general del Partido es expulsado del país, y se inicia la persecución contra aquellos dirigentes comunistas; y entre ellos, Mella se ve encausado, protagoniza uno de los episodios más valientes y heroicos de nuestra historia revolucionaria, que fue su famosa huelga de hambre de 19 días, con la cual obliga a la tiranía machadista a ponerlo en libertad.

Mella, desde el primer instante, descolló como un extraordinario combatiente revolucionario. Inició en nuestra vieja universidad la Reforma universitaria, vinculó los estudiantes a los obreros, organizó el primer Congreso de Estudiantes, fundó la Universidad "José Martí", organizó la Liga Antiimperialista y fundó además, junto a Baliño y otros revolucionarios, el primer Partido Comunista de Cuba. ¡Es conmovedora la historia de esta vida tan breve, tan dinámica, tan combativa y tan profunda!

A los pocos años, ya no solo era un dirigente estudiantil, sino también un dirigente de la clase obrera cubana, y rápidamente alcanza dimensión de dirigente latinoamericano. Y si se analiza el pensamiento de Mella, las ideas internacionalistas de aquel Mella que venciendo todas las dificultades llegó hasta el primer barco soviético que visitó a nuestro país; de aquel Mella, combatiente incansable contra el imperialismo, se podrá apreciar la coincidencia entre su pensamiento y los hechos de la Revolución Cubana, la coincidencia de su pensamiento y el pensamiento de la Revolución Cubana, lo que Mella aspiraba a hacer y lo que ha hecho la Revolución Cubana (APLAUSOS).

Mella se ve obligado a abandonar el país meses después de su histórica huelga de hambre. Pero su extraordinaria personalidad, sus ideas y su combatividad atemorizaban demasiado al imperialismo yanki, a la oligarquía al servicio de ese imperialismo y a la tiranía machadista; no pararon hasta instrumentar la conjura que culminó en el cobarde asesinato del 10 de enero de 1929. Troncharon aquel talento extraordinario, aquella vida fecunda, en la flor de su existencia.

Pero ahí habla quedado el Partido. Aquel Partido se enfrentaba a una etapa sumamente difícil que duró ocho años. Las decenas de comunistas se convirtieron en cientos de comunistas, y esos comunistas tenían desde el comienzo una influencia extraordinaria en el movimiento obrero. La aplicación consecuente de los principios del marxismo-leninismo los llevó a vincularse estrechamente a las masas.

Ese primer Partido Comunista es ya factor fundamental en la huelga general de agosto de 1933 que dio al traste con la tiranía machadista. Ese Partido, dirigido por otro joven extraordinario —Rubén Martínez Villena (APLAUSOS)—, participa activamente en la lucha contra Machado. Incontables militantes comunistas fueron asesinados o desaparecidos o se enfrentaban a condiciones muy difíciles.

Ya desde entonces la reacción pretendía oponer las ideas socialistas a las ideas patrióticas; ya desde entonces pretendía acusar a los comunistas de enemigos de la patria, e incluso Machado, para justificar el asesinato de Mella, había levantado la calumnia de que Mella había ofendido la enseña nacional y esta calumnia la divulgaron solo unos días, antes de su muerte.

Se enfrentaron a los prejuicios de aquella sociedad, se enfrentaron a toda la propaganda imperialista, se enfrentaron a las ideas reaccionarias de los latifundistas y los burgueses. Tenían que luchar en condiciones sumamente difíciles. Y no obstante eso, ese Partido juega ya un papel importantísimo en la lucha contra Machado y en el derrocamiento de la tiranía machadista.

Después de 1933 siguen creciendo las filas del Partido. Y ese Partido, inspirado en los más firmes principios internacionalistas, es el Partido que, cuando se desata la Guerra Civil española, organiza el envío de casi 1 000 combatientes cubanos para defender a la República española (APLAUSOS), escribiendo una de las páginas más hermosas del internacionalismo proletario en la historia de nuestra patria.

Ese Partido realiza una extraordinaria labor de concientización de nuestra clase obrera y de nuestro pueblo. Impulsa las organizaciones sindicales, campesinas, femeninas y juveniles; lucha incansablemente por los derechos de los obreros y los campesinos; lucha contra los salarios de hambre; lucha contra los desalojos campesinos; lucha contra la discriminación racial; lucha contra la discriminación de la mujer; lucha contra aquella sociedad de hambre y miseria; lucha infatigablemente contra el dominio imperialista en nuestro país; lucha por la vinculación del movimiento revolucionario de Cuba al movimiento revolucionario en el resto del mundo; lucha por la defensa de la Unión Soviética (APLAUSOS). Y aplica en la práctica en forma consecuente los principios del marxismo-leninismo.

Atravesó numerosas vicisitudes, instantes históricos muy difíciles. La mayor parte de su vida la vivió en la clandestinidad o en la semiclandestinidad. Y no hay ley progresista, no hay ley o medida en beneficio de los trabajadores y de los campesinos o del pueblo, en los años de la seudorrepública, que no haya sido arrancada a fuerza de tesón y de lucha por ese primer Partido Comunista de Cuba (APLAUSOS).

La clase obrera vio en él a su vanguardia, vio en él a su defensor más consecuente. Y eso no lo olvidó nunca. Y una prueba de ello la tuvimos cuando cientos de miles de trabajadores se unieron para acompañar hasta su última morada al compañero Lázaro Peña (APLAUSOS PROLONGADOS), fundador de la Confederación de Trabajadores de Cuba.

Jamás podrá olvidarse el papel que ese Partido de comunistas desempeñó en la divulgación de las ideas marxista-leninistas, y en la formación de una conciencia revolucionaria entre nuestros trabajadores y nuestro pueblo. Cientos de miles de libros marxista-leninistas fueron publicados y divulgados, millones de folletos; y a través de la prensa legal o ilegal, de la radio y de todos los medios posibles de divulgación, contribuyó a propagar en el seno de nuestro pueblo las ideas revolucionarias.

Ese Partido, a lo largo de sus 36 años de lucha, dejó en el camino incontables mártires: en la época machadista, en la época batistiana, en la época de los gobiernos corrompidos de Grau y de Prío, y en la etapa final de la sangrienta tiranía de Batista.

No podremos olvidar aquellos días aciagos que siguieron al desembarco del Granma en 1956, cuando se producen aquellas Navidades sangrientas en que numerosísimos revolucionarios fueron asesinados en la provincia de Oriente, y entre ellos un gran número de militantes comunistas. No podremos olvidar aquellas impresiones, cuando se desataba el crimen contra el pueblo, cuando se desataba el crimen contra nuestros compañeros prisioneros, contra los luchadores revolucionarios y contra los comunistas, en aquellos días en que solo éramos un reducido puñado de hombres.

La tiranía batistiana consideraba que los expedicionarios del Granma habían sido totalmente liquidados, y desató una ola de terror y de sangre. Numerosos militantes abnegados, luchadores por los derechos obreros en los centrales azucareros, fueron asesinados.

Este era el Partido de Mella, de Rubén Martínez Villena, de Jesús Menéndez, de José María Pérez, de Paquito Rosales y de otros incontables mártires (APLAUSOS). Este fue el Partido que tuvo que enfrentarse a las difíciles condiciones que en nuestro país siguieron al estallido de la guerra fría, de las campañas anticomunistas, del aislamiento y la persecución de los comunistas, utilizando todos los métodos imaginables, privándolos del trabajo, privándolos de pasaportes, impidiéndoles moverse, creándoles en todas partes una situación insostenible.

La conjura del imperialismo y de la reacción nacional se ensañaba contra los militantes comunistas, por ser comunistas. Pero ese Partido ejercía una gran influencia en nuestra clase obrera, y ejercía una gran influencia en nuestra juventud.

Tuvimos nuestros primeros contactos con los comunistas cuando éramos estudiantes universitarios. Y aquella actitud, aquella conducta, aquella disciplina, aquella abnegación, aquel ejemplo que daban en todas partes los comunistas nos impresionaba profundamente, y contribuía a crear un clima de prestigio y de influencia para el Partido Comunista.

No eran muchos los comunistas en aquellos tiempos: en la universidad de La Habana eran solo unas pocas decenas, a pesar de que en aquella universidad había 15 000 estudiantes; pero la acción de los comunistas se hacía sentir. En aquella universidad no se estudiaba marxismo-leninismo, en aquella universidad se daba una docencia burguesa y se explicaba una economía política burguesa. El ambiente político de la nación era asfixiante, por el espíritu corrompido y reaccionario que reinaba en todo el país. ¡No había universidades de comunismo, pero había un partido marxista-leninista que enseñaba comunismo! (APLAUSOS)

En la biblioteca del Partido Comunista de la calle Carlos III compramos nosotros nuestros primeros libros marxista-leninistas (APLAUSOS). Gracias a esa biblioteca y a la admiración que despertaba la conducta de los comunistas, entramos nosotros en contacto con esa literatura; y a decir verdad, en ocasiones, incluso a crédito comprábamos los libros. Y el núcleo fundamental de los que organizamos el Movimiento 26 de Julio adquirimos en esa biblioteca nuestros libros, y aun en medio de la intensa actividad de la organización y la preparación de los combatientes, buscábamos siempre la oportunidad de estudiar y aprender en esos libros (APLAUSOS).

Es conocido el hecho de que, cuando el juicio del Cuartel Moncada, los acusadores exhibieron como una gran prueba un libro de Lenin que habían encontrado entre las pertenencias de los revolucionarios, lo exhibieron allí, y los tribunales comenzaron a interrogar. y nosotros, con más ira que prudencia, les respondimos: "¡Sí, leemos los libros de Lenin! ¡Y quien no los lea es un ignorante!" (APLAUSOS PROLONGADOS)

Leer los libros de Lenin constituía un gran delito para aquella sociedad capitalista, constituía un delito para aquellos jueces, para aquellas autoridades, para aquel ejército.

Un diluvio de mentiras, un diluvio de propaganda reaccionaria, pretendía aplastar las ideas revolucionarias. Intentaban liquidar a los comunistas, y algo más difícil todavía: liquidar las ideas comunistas. ¡Y con razón temían a la ideas comunistas!

¿Quién les iba a decir a aquellos esbirros, a aquellos jueces, a aquellos voceros de la reacción; quién les iba a decir a los que esgrimían el libro de Lenin como una prueba de un delito, que algún día un pueblo entero haría suyas las ideas de Marx y de Lenin, que esas ideas unirían al pueblo y que, armados con esas ideas, nuestra Revolución y nuestro pueblo se harían invencibles? (APLAUSOS PROLONGADOS)

Un día se levantó el pueblo contra la tiranía, un día se unió el pueblo y un día triunfó el pueblo; todo el pueblo, pero esencialmente el pueblo obrero, el pueblo campesino, el pueblo estudiante. Y las distintas fuerzas se unieron como corrientes que nacen de distintas fuentes o manantiales, pero que se encuentran todas en un mismo río: el río caudaloso de la Revolución. ¡Así se unieron nuestras organizaciones revolucionarias todas! ¡Y juntas dimos la batalla final!

y si antaño el Partido de la independencia luchó contra el poder colonial y se enfrentó a las ideas reaccionarias de la época; si en los tiempos de Mella los revolucionarios se enfrentaban al poderoso imperio, a la burguesía y a los terratenientes cubanos aliados a él, a toda aquella infernal maquinaria de mentira y de propaganda, y se enfrentaron a los esbirros de Machado; si después se enfrentaron los revolucionarios cubanos a la tiranía batistiana, quedaba todavía una gran batalla por librar después del Primero de Enero de 1959: la batalla frente al imperialismo yanki, empeñado en destruir la Revolución Cubana. Pero otra batalla no menos difícil había que librar todavía: la batalla contra los prejuicios; la batalla contra el anticomunismo, sembrado durante decenas de años por todos los medios posibles. Y esa batalla final contra el imperialismo, contra el anticomunismo, contra las ideas reaccionarias, contra los mercenarios de Girón, contra los bandidos del Escambray, contra los saboteadores de la CIA, ¡esa batalla la dimos juntos los revolucionarios de las distintas procedencias, coordinados primero y unidos después; pero unidos en los principios del marxismo-leninismo! (APLAUSOS)

Porque las ideas de Baliño y de Mella eran las ideas más justas y revolucionarias de nuestra época. ¡Y si había de tener lugar una verdadera y definitiva revolución en nuestra patria, tenía que ser bajo las banderas del marxismo-leninismo! (APLAUSOS PROLONGADOS)

Por eso un día dejó de existir el Movimiento 26 de Julio, dejó de existir el Partido Socialista Popular, y dejó de existir el Directorio Revolucionario "13 de Marzo", para constituir todos, bajo esas banderas revolucionarias, las bases de nuestro gran Partido Comunista de hoy (APLÁUSOS PROLONGADOS). Un partido, no tres o cuatro partidos. Un partido con la única ideología verdadera y científica. Un partido como el Partido de la Independencia de José Martí.

Porque esta historia y sus episodios más sobresalientes están estrechamente vinculados. Entre el Partido Revolucionario de José Martí y el primer Partido Comunista había una estrecha vinculación. Y cuando los farsantes, los traidores y los agentes del imperialismo invocaban el nombre de Martí, ¡no había dos hombres más admiradores y más seguidores de José Martí, y más devotos de José Martí, que Carlos Baliño y Julio Antonio Mella! (APLAUSOS) y Mella se proponía escribir un libro sobre Martí, para mostrar cómo en las esencias del pensamiento martiano estaban las raíces de la revolución social.

Y el pensamiento martiano y la heroica lucha de Martí y de los patriotas de 1895, estaban estrechamente vinculadas a la historia de la heroica guerra de 1868 (APLAUSOS), de la misma forma que nuestro Partido está indisolublemente unido a esa historia: a la historia de Céspedes, a la historia de Maceo y Agramonte, a la historia de Máximo Gómez, de José Martí, de Baliño, de Mella, de Villena, de Guiteras, de Pablo de la Torriente Brau, de Jesús Menéndez, de Abel Santamaría, de Frank País, de José Antonio Echeverría, de Camilo Cienfuegos, de Che Guevara, de Lázaro Peña y de tantos y tantos héroes y mártires gloriosos (APLAUSOS PROLONGADOS).

He mencionado la historia de ese Partido. He mencionado los nombres de Baliño y de Mella y de Rubén Martínez Villena. Pero es justo que hoy, como legítimo homenaje y reconocimiento a su extraordinaria vida revolucionaria, mencionemos al hombre que dirigió durante 26 años a ese Partido: el compañero BIas Roca (APLAUSOS PROLONGADOS). Por fortuna contamos aquí con su presencia.

Dirigió el Partido a través de circunstancias y épocas sumamente difíciles, pero lo supo llevar adelante, supo vencer todos los obstáculos, y fue maestro de generaciones revolucionarias.

BIas Roca, de humildísimo origen, que apenas pudo cursar los estudios primarios, y después, autodidacta, se hizo maestro de instrucción pública. Pero no pudo desempeñarse como maestro de alumnos de primaria y, siguiendo la tradición familiar, se ganaba el pan trabajando como zapatero (APLAUSOS).

Bien recordamos aquellas décadas anteriores, aquellos tiempos cuando apenas teníamos uso de razón y ya se oía hablar de los comunistas y se oía hablar de BIas Roca; con admiración los revolucionarios, con odio los enemigos. Pero los enemigos eran poderosos, y los enemigos tenían en sus manos muchos periódicos y muchas revistas y muchas estaciones de radio y mucho dinero, y muchos ilustres plumíferos y muchas "lumbreras", cuyos ataques, cuyas calumnias se dirigían contra BIas Roca.

Intentaban incluso ridiculizarlo llamándole "el zapatero", con desprecio, y tratando de pintarlo como un hombre tenebroso, "un comunista", ¡el jefe de los comunistas nada menos! Y vertiendo lodo y mentira contra un hombre que, a nuestro juicio, es uno de los hombres más nobles, más humanos y más generosos que hemos conocido jamás (APLAUSOS PROLONGADOS).

¡Recordaremos siempre con emoción el día en que, algún tiempo después del triunfo de la Revolución, y luego de un proceso de unificación de las fuerzas revolucionarias, BIas Roca depositó en nuestras manos las banderas gloriosas del primer Partido Comunista de Cuba! (APLAUSOS PROLONGADOS)

Nuestra causa ha triunfado. Hoy nos dedicamos por entero al fortalecimiento de la Revolución, a la preparación del Primer Congreso y a la construcción del socialismo. Son las nuevas tareas. Pero las ideas de la independencia nacional, sueño de tantas generaciones de heroicos cubanos, y las ideas de la revolución social, sueño de otras generaciones de militantes revolucionarios, se han cumplido en nuestra patria, liberada ya de los colonialismos y de los neocolonialismos, del colonialismo español y del imperialismo yanki y del capitalismo. Han quedado atrás aquellos tiempos: esclavitud, coloniaje, neocoloniaje, imperialismo, capitalismo. Esas son las palabras que reflejan aquella existencia miserable e injusta del pasado.

Nuestro pueblo ha tenido la fortuna histórica —al calor de los tiempos nuevos, de la época de transición que vive el mundo y con el apoyo revolucionario internacional, especialmente de nuestra fraternal amiga, de nuestra invariable amiga, nuestra infalible amiga, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (APLAUSOS) —, de ver coronados sus anhelos más profundos.

Largo ha sido el camino, grandes y duros los sacrificios. Pero estas páginas fueron escritas por los hombres mejores que nacieron en esta tierra. Las escribieron con su sudor, con su lucha infatigable y con su sangre.

Y muchos de esos mejores hijos fueron cayendo en el camino, pero la victoria plena culminó el esfuerzo de nuestro pueblo.

Días atrás vivimos el emocionante minuto de montar guardia junto a las cenizas de Julio Antonio Mella. y allí estaban también rindiéndole los honores la Compañía de Ceremonias del Estado Mayor General.

Hoy una inmensa multitud acompañaba a los restos de Mella hasta el Museo de la Revolución, donde se custodiarán hasta que sean depositados en el panteón definitivo que la Revolución construye a Julio Antonio Mella junto a la escalinata universitaria, que fue escenario de sus más hermosas luchas.

Y junto a ese pueblo marchaban los cuadros del Partido, los dirigentes de las organizaciones de masas, los ministros del Gobierno Revolucionario. Y aquella multitud no la esperaba ningún ejército para disparar contra ella, ningún soldado emboscado esperaba las cenizas de Mella. Porque junto al pueblo y junto a las cenizas marchaban, escoltándolas, los gallardos soldados del nuevo ejército revolucionario (APLAUSOS), que sí disparó y aniquiló al ejército de mercenarios que un día dispararon contra el pueblo que acompañaba a los restos de Mella, contra las cenizas de Mella, y destruyó el obelisco destinado a su sepultura.

La reacción persiguió a Mella en vida incansablemente, y lo persiguió también en muerte. Es increíble cómo el pueblo cubano no pudo ni siquiera dar sepultura a Mella, y cómo los restos de Mella peregrinaron en el clandestinaje para preservarse de la persecución de los enemigos. y qué satisfacción, qué paz saber que los restos de Mella, envueltos en esa bandera que tanto quería a la que un día lo acusaron calumniosamente de profanar, rodeado del cariño y la gratitud eterna de su pueblo, descansarán definitivamente en el obelisco que la Revolución levanta para él.

Qué emocionantes episodios históricos, de qué extraordinarios acontecimientos hemos sido testigos, que son a la vez pruebas irrefutables de las victorias de nuestro pueblo.

La Revolución es ya indestructible. Eso lo reconocen hasta nuestros más enconados enemigos.

Hoy, detrás de las cenizas de Mella, escoltándolas junto a los soldados, marchaban también los pioneros. Los pioneros son el símbolo del porvenir, del mañana, de la marcha futura de la Revolución, de sus futuras victorias.

Generación tras generación, los revolucionarios cubanos han sabido cumplir su deber. Su deber con la patria y su deber con el mundo, su deber de llevar adelante la revolución socialista, de transformar la sociedad cubana, y expresar a la vez su solidaridad con todos los pueblos que luchan, y seguir consecuentemente los principios internacionalistas que son la esencia misma del marxismo-leninismo.

Julio Antonio Mella, un día dijiste que aun después de muertos somos útiles, porque servimos de bandera. ¡Y así ha sido! ¡Tú fuiste siempre bandera de nuestros obreros y nuestros jóvenes en las luchas revolucionarias, y hoy eres bandera alentadora, ejemplar, victoriosa e invencible de la Revolución socialista de Cuba!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)