DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL ACTO CON MOTIVO DE CELEBRARSE EL DÍA DEL CAMPESINO, EL XXX ANIVERSARIO DE LA ANAP Y EL XXXII DE LA PROMULGACIÓN DE LA PRIMERA LEY DE REFORMA AGRARIA, EN LA CPA CAÑERA 17 DE MAYO, DE QUIVICÁN, EL 17 DE MAYO DE 1991.

(VERSIONES TAQUIGRÁFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Queridos compañeras y compañeros:

Me decía ayer el compañero Lugo que tenían el acto y que me invitaba a participar. Pregunté la hora, y me dijo: "A las cinco y media." Le dije: No te preocupes que estoy allí a las cinco y media.

Es una conmemoración sencilla como se corresponde a este tiempo, aunque se trata del XXX aniversario de la ANAP y el XXXII aniversario de la promulgación de la Primera Ley de Reforma Agraria.

Yo venía pensando: A las cinco y media de la tarde, seguro todo el mundo estuvo trabajando hoy día 17 de mayo, porque no podemos perder una hora ni un minuto, sobre todo en esta época del año; pero no por ello deja de tener para nosotros una enorme importancia, puesto que la Revolución comenzó por la Reforma Agraria y los grandes, profundos e infinitos cambios que han tenido lugar en nuestros campos. Lugo mencionó algunos de ellos cuando habló de escuelas, hospitales, carreteras, caminos y viviendas; cuando habló de luz eléctrica, que hoy llega prácticamente a todos los rincones del país, incluso a las montañas, y cuando no llega el cable, hay una minihidroeléctrica para resolver la luz, y esa es más segura, porque no necesita del combustible.

El podía haber mencionado muchas cosas más, no lo hizo en aras de la brevedad, como son la asistencia técnica, los créditos, el apoyo a los campesinos siempre que hubo una calamidad, una plaga, un ciclón o grandes inundaciones, nunca quedó olvidado el campesino. Podemos decir que a nuestros campesinos, en general, no les falta nada, dentro de nuestras limitaciones tienen muchas cosas aseguradas, y tienen, sobre todo, la libertad, la dignidad, la participación en la obra de la Revolución, que en este momento se convierte en una obra de carácter histórico universal, y en la defensa de las ideas más justas, que nos hacen partícipes de todos aquellos sueños por los cuales lucharon nuestros libertadores y en los que tan decisivamente tomaron parte nuestros campesinos, tanto en aquellas guerras de independencia como en las últimas luchas por la liberación nacional.

Como decía Lugo, ahora vivimos el período especial y nos encontramos con muchas limitaciones.

En las últimas 48 horas, he estado 17 horas con los hombres de campo, reunido con trabajadores o administradores de la agricultura. El día 15 tuvimos una reunión nacional de ganadería que duró 11 horas. Allí estaban todos los administradores de empresas ganaderas del país productoras de leche, fundamentalmente, y de carne, ya que en esto el Estado tiene un peso muy grande. Estaban también el compañero Lugo y los representantes de la ANAP y analizábamos los problemas: qué hacer en circunstancias en que disponemos de la tercera parte de los fertilizantes —si acaso— de los que normalmente disponíamos; qué hacer cuando no disponemos de pienso para el ganado, no disponemos de granos; qué hacer cuando recibimos el equivalente a 400 millones de litros de leche menos al año, que recibíamos a través de la RDA, con la que teníamos convenios de intercambio de torula por leche en polvo, en virtud de inversiones que hicimos allí; qué hacer cuando nos faltan cantidades importantes de leche también, que venían en forma de leche condensada o de leche en polvo o de mantequilla de la URSS —de ese país recibíamos anualmente 16 000 toneladas de mantequilla que ya no se reciben—, y qué hacer para resolver los problemas, cuando, precisamente, tenemos menos fertilizantes que nunca y menos granos que nunca para los piensos; cuando los recursos para adquirir esos productos en otras áreas son muy escasos.

No deja de ser un problema complicado y difícil, pero aquí nadie se desanima por las complicaciones o por las dificultades, y allí analizamos, discutimos y adoptamos una serie de medidas, y no medidas en el aire, sino medidas a partir de la experiencia, medidas a partir de los experimentos realizados en nuestros centros de investigación y en nuestros campos.

Nuestra Revolución ya ha desarrollado una especie de pienso que procede de la caña, que se llama saccharina; es una investigación y un resultado muy reciente. Nuestra Revolución cuenta también con algunas leguminosas, que han sido probadas muy recientemente, como la glicina o la leucaena, para citar dos de ellas.

Hace años nuestra Revolución cuenta ya con las ideas y las experiencias del pastoreo racional de Voisin, un ilustre agricultor e investigador francés —que murió, precisamente, en nuestro país—, cuyos libros en los primeros años fueron impresos y distribuidos, cuando todavía nuestra población no contaba con la cantidad de ingenieros y técnicos con que cuenta hoy.

Pero hoy esas técnicas están mucho más desarrolladas, son mucho más conocidas, de modo que nosotros vamos a enfrentar los problemas de la ganadería, la falta de fertilizantes y la falta de granos, principalmente con la aplicación del sistema perfeccionado del pastoreo racional.

Tenemos más de 300 unidades con el pastoreo racional perfeccionado. Eso requiere materiales, requiere cercas eléctricas, porque hacen falta en cada unidad, por lo menos, 60 ó 70 cuartones. Ya se imaginan la cantidad de postes, ya se imaginan la cantidad de alambre, ¡colosal! Pero con la cerca eléctrica, un equipo sencillo que ya nosotros fabricamos, la cosa es más sencilla. Nos gastamos unos 30 dólares y compramos los componentes para la cerca eléctrica, y después utilizamos un alambre galvanizado que, trayendo la materia prima, lo producimos aquí.

Nos proponemos de ahora a fin de año aplicar el pastoreo racional en más de 6 000 unidades, en primer lugar, las lecherías, en todas las lecherías. En esto —como les decía hace unos minutos— la cerca eléctrica es fundamental, para no llenar de cercas de alambre de púa la vaquería, para poner unos postes a cierta distancia y un mismo alambre que lleva la electricidad y le da un pequeño corrientazo a la vaquita o al animalito, que pronto aprende a respetar la cerca. Para esto se requieren personas que conozcan, personas que calculen, obreros calificados como los que ya podemos tener en nuestras vaquerías, de modo que sepan qué área se utiliza cada día, cuándo mueven la masa; pero lo más importante es que pasa la masa entera por el cuartón y no queda una hierba.

Todas las hierbas —como dicen los científicos— son buenas, lo que pasa es que al animal lo dejas solo y selecciona él; pero, al pasar la masa en tres o cuatro grupos, tres o cuatro días, o en menos tiempo, recoge toda la hierba y, además, riega el campo con el estiércol que le sirve de abono y con la orina que también le sirve de fertilizante.

Si a ello se une un cierto nivel de humedad que siempre hay en la atmósfera —cosa que no es buena para otros cultivos— permite, sin embargo, que aun en seca el pasto crezca. Este sistema perfeccionado duplica la cantidad de animales por hectárea y aumenta la producción de leche y de carne.

Nuestro problema es hacer la cerca eléctrica y poner todos los postes; nuestro problema es entrenar al personal que tiene que dirigir el pastoreo; nuestro problema es disponer del alambre —en casi todos los lugares disponen ya de electricidad—; nuestro problema es desarrollar también pequeños mecanismos que puedan producir electricidad a través del viento para la cerca eléctrica donde falte o pueda faltar, y eso puede duplicar prácticamente la cantidad de alimentos que producen actualmente nuestros pastos, un recurso tremendo para aplicar en período especial y después para siempre.

No es lo único. Estamos desarrollando ya las leguminosas para lo que llamamos bancos de proteína: una vaca que pueda comerse una ración de glicina o de leucaena puede llegar a producir 10, 11 ó 12 litros sin pienso, y ya estamos multiplicando aceleradamente la siembra de leguminosas. El año pasado disponíamos de unas pocas caballerías, unas pocas toneladas de semillas, trajimos unas 10, ahora tendremos unas 100, vamos a llegar a más de 1 000 caballerías de glicina —nos haría falta mucho más— y, en total, con la leucaena, quizás 2 000 este año. Para el año que viene podemos sembrar 10 000 a medida que vayamos recogiendo semillas; de cada una de estas siembras recogemos semillas y después el ganado pasta las leguminosas. Esto a toda velocidad, no vamos a dejar de recoger una sola semilla de glicina y de leucaena mientras estudiamos otras leguminosas. Muchos años nos llevó encontrar y probar en el trópico estas leguminosas.

Ahí tenemos un segundo e importante recurso porque, además, las leguminosas producen nitrógeno, las leguminosas se asocian con una bacteria en la tierra y toman el nitrógeno del aire —no hay que producirlo en industrias, no hay que transportarlo—, enriquecen el suelo con nitrógeno y enriquecen el pasto con proteínas, que es algo esencial para la producción de leche. Ese es el segundo recurso.

Un tercer recurso importantísimo, la saccharina, que mencioné anteriormente. Pensamos sembrar en cada vaquería, por lo menos, una caballería de caña, en algunos casos más si es un poquito más grande. Vamos a disponer de tierra si el pasto nos da el doble, y podemos sembrar la caña. Esa caña podemos fertilizarla con el estiércol de la vaquería y, sin mucho problema, producir 90 000 ó 100 000 arrobas por caballería; debemos sembrar una buena caña, ya la tenemos en parte.

La idea es tener allí en cada vaquería un área de caña —ustedes, los de esta cooperativa, saben lo que da la caña, ¿verdad?, por algo son vanguardias y saben que a veces se sacan más de 100 000 arrobas— y en cada vaquería una maquinita, y en cada vaquería un motorcito para moler la caña, y mezclarla con urea y otras sales minerales, lo cual en menos de 24 horas permite un proceso de fermentación que enriquece la caña en proteína, además de las calorías y las fibras que tiene la caña, que por algo le gusta tanto al ganado, que cada vez que se puede soltar se cuela en un cañaveral; pero ya en este caso se trata de caña procesada.

Pensamos construir más de 6 000 maquinitas para moler, que ya las producimos aquí, y comprar los motores. Estamos discutiendo ahora si utilizamos electricidad o diesel, estamos haciendo todos los cálculos del gasto energético de lo que cuesta el motor eléctrico desde el momento en que se lleva el combustible a las termoeléctricas, se produce electricidad, se trasmite y se vuelve otra vez energía mecánica; pero, sobre todo, qué es más práctico, si el motorcito eléctrico o el motorcito de diesel. Eso lo están estudiando y en unos días nos van a presentar las conclusiones.

Olvidé decir antes que vamos a construir 4 000 cercas eléctricas, porque ya tenemos una parte producida y vamos a tener 1 000 cercas eléctricas de reserva. Así que dispondremos de estos tres recursos.

Ustedes saben que si tienen una caballería con 100 000 arrobas, le pueden dar a cada vaca 25 ó 30 libras de caña molida enriquecida en proteína, que se desarrolla a partir de ese proceso de fermentación, si a la caña le añaden las sales minerales de que les hablé antes, y una vaca además que esté comiendo pasto y tal vez también algunas leguminosas. Es importante un pasto fresco que ella misma ha fertilizado y ha regado de alguna forma cuando pasó la masa por allí.

Es muy importante llevar el agua a cada cuartón y también tenemos las soluciones estudiadas mediante unos tanques que puede llevar una yunta de bueyes todos los días; pero algo más, mangueras para llevarle el agua abundante directamente al cuartón. Es importante que la vaca tenga agua abundante. Esa agua en parte la consume, pero en parte la riega a través de la orina; se nos convierte en una máquina de riego la vaquita sin gastar combustible; y vamos a producir unos cuantos miles de kilómetros de mangueras, tal vez 10 000, tal vez más, para llevar de una manera económica el agua a cada cuartón. Ahí están los planes de presas, tranques, pozos de distintos tipos, molinitos, de los que vamos a hacer algunos miles para llevar el agua.

Vean ustedes que con 3 000 caballerías de caña en las vaquerías se les puede dar a 900 000 animales una arroba de caña diaria, suponiendo que la vaquería tenga 300 animales de distintas edades, muchas veces hay menos, una vaquería puede tener 120 vacas, otras más. Vamos a aplicar el concepto de la vaquería integral, que allí críen el ternero, la novilla y los machos hasta una cierta edad.

Un hombre puede cortar 300 arrobas diarias, no hay que usar una máquina allí. Tres mil hombres pueden garantizar esas arrobas hasta para 900 000 animales en las vaquerías.

Todos esos planes los elaboramos bien, en detalle, veníamos trabajando en ellos, y ya se empiezan a ejecutar por todos los organismos pertinentes para tratar de tener el 31 de diciembre, por lo menos, 6 000 unidades, no solo vaquerías, sino también rebaños de cría, de ceba y otros con todas estas técnicas aplicadas, la cerca eléctrica y el pastoreo racional.

Estamos calculando el número de postes que hay que hacer —en parte vamos a utilizar los que hay ahora ahí, solo quedará la cerca perimetral—, y qué postes y cómo los colocamos, para ir utilizando la cerquita eléctrica.

De esta forma ponemos a los animales a trabajar para el hombre y no como hasta ahora que poníamos al hombre a trabajar para los animales. Hay que poner a los animales a regar y a fertilizar; hay que poner a los animales a sembrar, y ustedes saben cómo. Sí, si la semilla botánica se riega en el campo y se pasa a los animales por allí, la entierran ellos mismos. Miles de caballerías las vamos a sembrar con semilla botánica y preparación mínima de la tierra para evitar el gasto de combustible, los animales regando, los animales sembrando, los animales fertilizando; los animales usando toda la hierba no dejan ningún tipo de hierba sin utilizar porque se la comen cuando van en masa.

Les cito todos estos ejemplos para que tengan una idea de cómo hay recursos y posibilidades de defenderse.

La leguminosa será una fuente de proteína, utilizaremos la zeolita con el estiércol, utilizaremos algunas minas nuestras, aunque muy pobres en fósforo, que puedan ayudar a enriquecer los suelos en fósforo y calcio; tenemos bien estudiados todos los suelos, dónde hace falta un poco más o un poco menos. A veces está el producto allí, pero no determinadas condiciones en el suelo para que se pueda aprovechar.

La ganadería, prácticamente, no tendrá ni pienso, ni fertilizante y, sin embargo, pensamos introducir estas fórmulas revolucionarias.

El fertilizante hay que guardarlo para otros cultivos esenciales —a la caña no podemos dejar de echarle un poco de nitrógeno por lo menos—, pero vamos a aprovechar toda la ceniza de los centros de acopio, y esa ceniza tiene fósforo, potasio, sales minerales, los cuales reintegramos otra vez al suelo.

Vamos a aprovechar la cachaza y el nitrógeno para enriquecer los suelos. Hay que guardar la urea para el arroz, también para darla con miel a los animales de ceba. No se olvide que la caña no solo nos da saccharina, la caña nos da como subproducto miel: miel proteica, que sirve para alimentar los cerdos; miel con urea, que sirve para alimentar los animales de carne. La caña es un cultivo de mucha productividad por hectárea, vean ustedes cómo una caballería podía darles 25 libras diarias a 300 animales durante un año.

Un poco de fertilizante para la caña, para el arroz, es imprescindible. Estamos estudiando cómo lo utilizamos mejor, si una parte en forma de urea foliar, aunque sea una parte mínima, puesto que el arroz solo admite un porcentaje pequeño, no es como la caña que admite un tanto por ciento mayor de urea foliar; un poco de fósforo y potasio en aquellos suelos más pobres, y el fertilizante disponible para la producción de alimento directo: los platanales, la papa, las viandas y los vegetales. A veces no nos queda más remedio que el poco de que dispongamos utilizarlo allí. Todas estas cosas las hemos estado analizando con mucha profundidad, buscando fórmulas.

Ayer 16 tuvimos la reunión con las cooperativas de cultivos varios de la provincia de La Habana y los representantes de las ocho empresas de cultivos varios de la provincia de La Habana estaban igualmente presentes —fueron invitados además los 15 mejores agricultores, o escogidos entre los mejores; entre ellos estaba uno de los hermanos Gómez, que es de los más capaces agricultores de esta provincia—, y en aquella reunión estábamos analizando los problemas relacionados con la producción de viandas y vegetales para la capital. Yo les decía que teníamos 2 100 000 habitantes en la capital a los que hay que llevarles alimentos todos los días, y que esos alimentos no pueden venir de las otras provincias porque ellas tienen sus necesidades, más el problema del transporte, y que debía ser nuestro objetivo, con las tierras de que disponemos en cultivos varios, alimentar la ciudad. Es decir, tenemos que elevar la productividad, atender mucho mejor los cultivos, tenemos que luchar contra obstáculos serios.

Uno de los fenómenos —como ustedes lo han podido apreciar— es que cada año los meses de invierno son más calurosos. Estos son fenómenos que se han originado con el incremento del bióxido de carbono en la atmósfera, resultado de tanto consumo de carbón, petróleo, combustibles fósiles, etcétera, que van estableciendo un proceso de calentamiento de la atmósfera. Y ustedes, los campesinos, saben bien que el tomate necesita un frío, la papa necesita un frío, y muchos cultivos de estos llamados de invierno necesitan fresco.

Antes venían los nortes —30, 35, casi 40 nortes cada invierno—, traían frío, las plagas eran otras: el tizón; pero ahora vean, 10, 11, 12 nortes nos llegan, no traen apenas frío. Un enero tan caluroso como abril o como mayo, y viene la alternaria, y la alternaria golpea a la papa, golpea al tomate, golpea a la cebolla, golpea, incluso, a la zanahoria, a muchos cultivos, es un hongo, un enemigo fuerte, que nos obliga a especiales esfuerzos.

¿Qué medidas tomar? Búsqueda de variedades más resistentes, que no resulta fácil; incremento de riego para buscar más frescura, y si antes se regaba cada seis o siete días, para la lucha contra esta plaga va a haber que regar cada tres o cuatro días. Así que estos años calurosos conspiran contra la producción y nos obligan a esfuerzos especiales.

Estamos desarrollando los controles biológicos. El año pasado hizo mucho daño la mosca blanca, y este año la mosca blanca casi quedó en el campo mediante controles biológicos. De la misma manera que hay bacterias, hongos y virus negativos, hay bacterias positivas, hongos positivos e insectos positivos que ayudan a combatir plagas que atacan a los cultivos. Todos estos problemas los estuvimos discutiendo ayer.

En la siembra de primavera, ya que en primavera el tomate es incosteable, casi imposible, si en los meses de frío sufre lo que ha sufrido, entonces hay que sembrar otros cultivos: habichuela, quimbombó, berenjena, pepino, ají del tipo chay, hierbas aromáticas, calabaza, que se tiene entre vianda y vegetal. En estos meses el calor aumenta, la hierba crece a una velocidad supersónica y, a pesar del enorme esfuerzo realizado y los miles de ciudadanos de la capital movilizados, la pelea con la hierba es durísima. En el mes de abril hay que sembrar y limpiar, y en mayo sembrar y limpiar.

Ayer analizábamos cultivo por cultivo, caballería por caballería, cuántas hay sembradas, cuántas tenemos que sembrar de aquí a fines de mes, cómo hay que cosechar, sembrar y a la vez luchar contra las malas hierbas, cómo van los cultivos de plátano, plátano con microjet superficial, plátano con microjet aéreo. Avanza rápido, pero no nos da plátano de inmediato. Todo plátano nuevo que se siembre en marzo, abril, mayo, junio y julio no da plátano hasta dentro de un año; sin embargo, ahí hay que invertir enormes esfuerzos sembrando, regando, limpiando. Me encontré a un grupo de la brigada 30, del contingente "Blas Roca", que de diciembre a mayo habían limpiado 12 veces el plátano. Es un esfuerzo tremendo.

Mucha gente de la capital está empezando a comprender ahora cuánto es el esfuerzo de limpiar, de producir esos alimentos, de luchar contra las malas hierbas, de cosechar, con los calores y la humedad de este país. Ahí sí que no nos ayuda la humedad.

Claro —como ustedes saben y habría podido decir Lugo—, la Revolución le dio muchas oportunidades a todo el mundo, de todo tipo: a muchos hijos de campesinos, o de trabajadores agrícolas, o de cooperativistas que se fueron a estudiar carreras técnicas y universitarias, y ahora no disponemos de suficiente personal en determinados cultivos. Disponemos en la provincia La Habana de 42 000 hectáreas para viandas y vegetales, porque teníamos 38 000 hectáreas de estos cultivos, y ahora hemos incorporado 4 000 más que eran de caña. Este mismo año le hemos pedido a la caña 300 caballerías, aproximadamente 4 000 hectáreas, ya nos había dado antes 450 caballerías, por lo que en la provincia han pasado 750 caballerías de la caña a cultivos varios, y a pesar de eso no se ha disminuido la producción de azúcar, porque los cañeros se las han arreglado para incrementar los rendimientos, y pensamos seguir incrementando los rendimientos mediante el drenaje parcelario y el riego. Hasta tenemos casi una caballería de prueba de caña con microjet aéreo, para ver lo que da eso, allá en Artemisa, está recién sembrada.

Pero la caña nos ha pasado 750 caballerías, y ahora tenemos 42 000 hectáreas. Claro, en la caña, cuando se pasa de un año para otro, hay que sembrar en el área distintos cultivos que no sean afectados por los herbicidas residuales de la misma.

Tenemos 42 000 hectáreas, y de ellas de plátano serán más de 9 000 —plátano fruta, plátano burro, algún plátano vianda— y todas con riego, microjet de los dos tipos, con lo cual la caballería de plátano fruta alcanza más de 20 000 quintales.

Hemos estado analizando todo eso, se ha adquirido lo que se necesita para esos programas. Como ustedes saben, construir 50 caballerías de plátano con microjet aéreo es como construir una ciudad. Cada caballería lleva más de 800 postes y ni se sabe los kilómetros de tubería soterrada y de manguera por la superficie aérea. Es una técnica muy moderna. Realmente estamos trabajando con las técnicas más modernas que hay en el mundo, buscando la productividad.

Trabajan los centros de investigación buscando variedades, buscando hongos y bacterias para el control biológico de las plagas, y puede decirse que es posible que nuestro país se desarrolle como un gran productor de estos agentes para el control biológico de plagas. Será una de las ramas de desarrollo del país, es decir, la medicina de las plantas, pero no mediante pesticidas o venenos; hay que usar esos venenos lo menos posible, porque muchas veces con el producto van al hombre aunque se tomen medidas. Por eso es tan importante el trabajo de los científicos buscando controles biológicos de las plagas, igual que ustedes los cañeros usan la famosa mosca lixophaga contra el bórer. Sería imposible andar regando la caña de pesticidas; regar 130 000 caballerías de caña con pesticidas debe ser de un costo fabuloso para luchar contra el bórer.

De otras enfermedades nos defendemos con las variedades que son resistentes. También tenemos que hacer eso con otras plantas; pero los centros de investigación trabajan no solo para el control biológico, sino que trabajan desarrollando bacterias y hongos que captan el nitrógeno del aire.

Ya les dije que las leguminosas tienen los rhyzobios, pero las gramíneas pueden tener las bacterias azotobacter; estamos estudiando la cantidad de fermentadores que tenemos en el país en la producción de torula u otras cosas, y producir en una parte de ellos millones de litros con azotobacter que sirve también para fertilizar plantas, vegetales, gramineas.

Se han aislado unas decenas de bacterias de azotobacter que son útiles para la caña. Claro, hay que desarrollar cada tipo según el suelo y según la variedad de caña, pero los investigadores han aislado ya decenas, y nuestro propósito ahora es mediante la fermentación multiplicar esas bacterias, envasarlas en líquido y regarlas en la caña.

De modo que nuestra ciencia está penetrando en esos terrenos y quién iba a decir hace 32 años, cuando se inició la reforma agraria, que hoy tendríamos decenas de miles de científicos, ingenieros, técnicos de todo tipo, decenas de centros de investigaciones que estuvieran buscando microorganismos para combatir las plagas en vez de pesticidas, buscando microorganismos que aporten nitrógeno o hagan asimilables otros elementos en el suelo en vez de fertilizantes químicos.

Este es el tipo de cosas que tenemos que hacer en estos tiempos y las estamos haciendo, igual que se están domando 100 000 bueyes, y tan pronto terminemos domaremos otros 100 000 más; en vez de comernos los bueyes hay que convertirlos en animales de trabajo. Siempre procuramos traer otra cosa, aves, buscar alguna forma de sustituir esa carne, pero ahora, por lo menos 200 000 animales aptos para el sacrificio, hay que dedicarlos a hacer el papel de los tractores, si nos vemos con más problemas con el combustible.

Nosotros si que no nos vamos a cruzar de brazos o a darnos por vencidos, eso jamás; estaremos haciendo todas estas cosas para enfrentar las inesperadas dificultades que se han presentado por razones de todos conocidas, y mientras los yankis se afilan los dientes y se frotan las manos, nosotros trabajamos sin descanso, sin tregua y sin perder un minuto.

Digo que no puede perderse un minuto; a ustedes, agricultores, les digo que no puede perderse un segundo, y menos ahora en estos meses que son decisivos.

En el mes de mayo ya tuvimos el Primero de Mayo, día nulo desde el punto de vista productivo, y días antes y días después, y si se movilizaron tales el día antes y el día después, son 48 horas.

Después tuvimos un día muy hermoso, que es el Día de las Madres, pero movilizado todo el mundo, estudiantes y todo el mundo para sus casas, es lógico, y el día antes, y el día después, y nosotros llevando la cuenta de las horas perdidas, las caballerías que dejaron de sembrarse, las que dejaron de cosecharse, las que dejaron de limpiarse (Aplausos).

Ahora decimos: ¡Ojalá que no se nos pare la gente el Día del Campesino!, porque de lo contrario perdemos mayo, y mayo no se puede perder, después viene junio y las lluvias estas que caen por esta zona sur, el calor y la hierba; es cosa seria.

Me vuelve a la mente otra vez una idea que ya insinué y que no completé: los hijos de todo el mundo se fueron para las escuelas; los hijos de todo el mundo se fueron para los preuniversitarios; los hijos de todo el mundo se fueron para las escuelas de maestros, de profesores, de médicos, de ingenieros, de técnicos y de oficiales del MINFAR y del MININT, no quedó nadie por ahí, eso es una realidad. Esas son las contradicciones de la vida; esa cosa tan maravillosa de que todo el mundo pudiera estudiar, hizo que mucha gente olvidara la idea de trabajar en el campo. Ustedes no saben cuántos se han ido para la ciudad y para otros lugares, se nos han hecho profesionales con el riesgo de convertirnos en una sociedad de intelectuales.

Ahora hemos tenido que movilizar a habaneros, entre ellos muchos orientales que andaban por la capital. Yo me encuentro con ellos, bromeo y digo: Ahora van a vivir en uno de estos pueblos nuevos que vamos a construir en la agricultura de la provincia de La Habana; están locos con los pueblos nuevos que queremos hacer, que van a ser muy bonitos, y hay matrimonios que están pensando irse para los pueblos, porque esas empresas agrícolas tenían 1 700 caballerías y solo 1 900 obreros agrícolas, apenas un obrero por caballería, había muchas que tenían menos de un obrero por caballería.

Por acá me topo con aquellos orientales y les digo: Antes vivían a 1 000 kilómetros de la capital, sobre todo si eran de allá de Guantánamo, ahora van a vivir a 35; se acercaron bastante. Solo que por allí por la capital andan, y tengan cuidado ustedes de Imías no se nos vayan a mudar para acá, porque les quitamos la medalla esa que les dimos de vanguardia nacional; se quedan allá en el campo (APLAUSOS). Pero lo cierto es que muchos orientales estaban en la construcción trabajando en la capital. Ahora veo algunos en el campo, yo no tenla idea de que los orientales trabajaban tanto, yo creía que los villareños trabajaban más que los orientales, pero he descubierto que son un fenómeno, sobre todo después que pasan por la transformación de los viajes y todas esas cosas. Si se organizan en contingente y adquieren el hábito, son temibles, porque los orientales eran conocidos como guerreros de las épocas de independencia, de invasiones y todas esas cosas, siempre les gustó mucho eso. Después de la Revolución, cuando se acabaron las guerras, les siguieron gustando las invasiones, pero era otro tipo de invasiones, y se mudaban para casa del pariente en La Habana; ahora están encantados con la idea de los pueblos agrícolas nuevos.

Esos pueblos van a ser una maravilla, realmente, es el estilo olímpico, y sin gastos extras, con los mismos materiales y las mismas cosas, solo que con mejores y más bonitos diseños; van a ser pueblos mucho más humanos.

Ahora tenemos que hacer todo esto, hay que construir de 10 000 a 12 000 viviendas, va a llegar gente nueva de la capital, un momento de regreso de la ciudad, si no quién arranca la hierbita. No es como la caña que vinieron las máquinas a resolvernos el problema; vinieron las máquinas para ahorrar 300 000 macheteros. Pero hay que recoger el tomate uno a uno, y si se siembra el pepino y nacen tres hojitas de este tamaño, al deshierbar está la verdolaga al lado y usted no sabe ni cuál es la verdolaga ni cuál es el pepino.

Yo he visto a la gente de la capital cuando he visitado los campamentos haciendo un esfuerzo tremendo, y gente de oficina trabajando 10 y 12 horas, arrancando a mano hierbita a hierbita. No hay máquina para eso. Y el bejuco de boniato, cuántos bejucos hay que cortar para sembrar una caballería; 600 000 bejucos, 200 trabajadores cortando bejucos un día y después hay que sembrar los 600 000 bejucos.

Es lógico que se siembre bien y se atienda bien si utilizan la técnica de los hermanos Gómez, porque ellos tienen allí su boniato, los he visitado. Ellos producen hasta la semilla, tienen su técnica para que sea una semilla —esto es más largo de explicar, pero no quiero extenderme mucho— y le sacan 10 000 quintales de boniato a la caballería. Por eso algunos de estos campesinos muy destacados —no todos son así, desde luego, no todos tienen la misma sabiduría, la misma experiencia, la misma productividad; pero hay unos cuantos muy destacados en distintos cultivos y nosotros tenemos más o menos, la lista— son asesores nuestros, cuando queremos saber qué es lo que se le puede sacar allí a una hectárea, cómo hay que hacerlo, de qué forma, qué tarea, qué trabajo; son muy sabios.

Yo diría que cada uno de esos campesinos destacados —y hay algunas decenas en la provincia, como hay cooperativas muy destacadas también— son centros de investigación, son científicos ellos también, del mismo modo que las empresas destacadas hay que desarrollarlas como centros de investigación.

Si usted siembra 600 000 bejucos es para sacar una libra y pico de cada bejuco y sacar 10 000 quintales. No hace nada con obtener 3 000, es el equivalente a tres caballerías.

Muchas veces les digo a los compañeros de las empresas de cultivos varios: "Vean cómo tienen el boniato allí los hermanos Gómez."

Ellos siembran papa, llevan 20 años rotando la papa con el boniato, en la misma tierra, y obtienen cosechas de papa muy elevadas, aun en años malos. Este año malo por todos los problemas que expliqué, el clima, ellos sacaron menos que lo que sacan tradicionalmente, pero sacaron alrededor de 8 000 quintales por caballería. Tienen buenas técnicas, buen nivel de fertilización —ellos usan un poquito más de fertilización que la normal, da resultado—, pero ahora tenemos que seguir investigando allí qué hacemos si tenemos un poco menos de fertilizante. De todas formas, si a alguien hay que darle el fertilizante que necesita, es a aquellos que le sacan el máximo a ese fertilizante.

Pero, bueno, hablaba de los esfuerzos que hay que hacer: en yuca, es la yuca, y busque el cangre, y siembre matica a matica, no hay máquina de sembrar yuca, de manera que tiene que ser el hombre quien la siembre.

En los siglos pasados inventaron la esclavitud, liquidaron a los indios, trajeron a los africanos, los esclavizaron para hacer lo que nosotros mismos debemos hacer hoy. Los países desarrollados llevan gente del Tercer Mundo, en Europa llevan turcos, llevan de Argelia y de otros países de Africa para que hagan los trabajos más duros; y en Estados Unidos llevan haitianos, mexicanos, latinoamericanos, tienen cientos de miles, millones, cuando viene un trabajo de estos bien duro. Y allí se trabaja con aire acondicionado.

Sé que en Canadá hay decenas de miles de mexicanos cultivando vegetales, pero, ¿qué temperatura hay allí ahora en mayo? Quince grados. Eso es trabajar con aire acondicionado. Pero aquí, ¿cuántos grados? ¡Treinta grados! ¡Treinta y cinco grados! ¿Qué humedad relativa? ¡Ochenta y cinco o noventa por ciento! Tiene gracia sembrar boniato, 600 000 maticas en una caballería, ¿comprenden? Tenemos que ser conscientes de esta realidad.

¿Y quién lo va a hacer? Nosotros. ¿Quiénes lo podemos hacer? Nosotros. Por eso el respeto que me inspiran muchos compañeros que han venido de la capital, de estos que se hicieron intelectuales, hasta médicos y todo han estado sembrando su bejuco de boniato, que vienen por 15 días. Hay algunos que se proponen venir cuatro veces en el año. Y están trabajando de verdad. ¡Nunca vi a los voluntarios trabajando como están trabajando ahora!, ustedes lo saben. Lo sé porque visito los campamentos y converso con ellos, y sé que a las 5:30 a.m. están de pie. Hemos tratado de crearles las mejores condiciones de vida posibles, pero tienen que hacer un trabajo duro. Esas son nuestras realidades, y así es que tenemos que producir nuestros alimentos, pero no por eso vamos a desalentarnos. Creo que tenemos energía, valor y salud suficientes.

¿Quién hacía antes ese trabajo? El paria, el desempleado. Muchas veces trajeron en la neocolonia inmigrantes de Haití y de Jamaica para hacer los trabajos duros, pero como la población creció ya eran los cubanos quienes los hacían, pero, ¿qué cubanos? Los que estaban pasando hambre, los desempleados, produciendo para una población mucho menor.

Ahora hay que garantizarle la leche a cada niño y la malanga a cada enfermo que se la recete el médico; hay que garantizarle los alimentos a toda la población. Es por eso que tenemos que hacer este esfuerzo y pedirles a todos un gran esfuerzo, y ayer se lo pedíamos a todos los obreros agrícolas, a los cooperativistas, a los campesinos.

El día 23 tendremos una reunión con los campesinos de las cooperativas de créditos y servicios. De manera que vamos coordinando el esfuerzo de las empresas del Estado, de las cooperativas y de los campesinos independientes en esta tarea histórica de abastecer la capital.

Ya se está produciendo mucho más que el pasado año, pero no es suficiente todavía. Ya dije los problemas que hemos tenido con algunos cultivos y el clima, aunque el esfuerzo es mayor y más productivo.

Se piensa que tal vez ya para septiembre haya unos 200 000 quintales mensuales de plátano, y nosotros tenemos que llegar, por lo menos, a los 500 000 quintales mensuales, cuando tengamos todas las plantaciones funcionando; o tal vez más, ya veremos, pero nos lleva un tiempo.

Todavía la capital necesita un esfuerzo grande y un sacrificio de la gente de las provincias, que tienen que estar mandando abastecimientos; pero más de la mitad de lo que se consumía en La Habana venía de las provincias, y debe ser una cuestión de honor de los campesinos y de los obreros agrícolas de la provincia de La Habana abastecer no solo a los 700 000 habitantes de la provincia —que más o menos eso debe tener—, sino a los 2 100 000 de la capital. Hay que abastecer, por tanto, a casi 3 millones de personas, y ello requiere un esfuerzo serio, técnico, organizado, eficiente, productivo. Está claro.

Además, la provincia es productora de más de 600 000 toneladas de azúcar, suficiente para abastecer todo el país; hay más de 100 000 hectáreas en la provincia de La Habana dedicadas a caña, es una gran productora de azúcar y, aunque le hemos quitado área, queremos que siga creciendo esta producción mediante la técnica.

He querido aprovechar el día para abordar este tema de mucha actualidad y de gran sentido práctico.

Al pasar por aquí, crucé por el centro de investigaciones. Si me tardé tres minutos —que es lo que llegué tarde— fue porque me colé en el "Liliana Dimitrova", donde están desarrollando variedades nuevas de cultivos, entre ellos una excelente variedad de habichuela por su productividad y calidad, estuve unos minutos allí y les dije: "Después vuelvo, voy para el acto."

Ayer estuvimos hablando con un cooperativista de una cooperativa productora de berro, y le preguntaba: "¿Ningún centro de investigación los ayuda?" Dice: "No." Esa cooperativa, junto con los campesinos independientes, que hoy produce unos treinta y pico mil quintales anuales, piensa llegar a 100 000. Y el berro es bueno, tiene yodo, tiene hierro. Estuve conversando con los de "Liliana Dimitrova" y el INIFAT, les dije: "Tienen que ayudar a desarrollar variedades más productivas", aunque ellos tienen una buena variedad. Pero cada uno de los cultivos hay que apoyarlos con la técnica y con la ciencia.

Me parece que en una época como esta, en una etapa como esta, tiene mucho significado, mucho contenido revolucionario un acto como el de hoy.

Ha sido muy justo recordar a aquellos vanguardias, porque la vanguardia es como el abanderado del combate, es la que da el ejemplo a los demás.

Felicitamos por ello a todos los condecorados, a todos los campesinos de las cooperativas de producción agrícola, de cultivos varios y de todos los cultivos; a todos los campesinos de las cooperativas de créditos servicios; a todos los trabajadores agrícolas, a todos los cuadros, a los que consagran sus esfuerzos a esta noble tarea de producir alimentos para el pueblo.

Por eso digamos también con más convicción que nunca: ¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(Ovación.)