DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN LA CLAUSURA DE LA SESION DE CONSTITUCION DE LA ASAMBLEA NACIONAL, EN SU CUARTA LEGISLATURA, Y DEL CONSEJO DE ESTADO, CELEBRADA EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 15 DE MARZO DE 1993, "AÑO 35 DE LA REVOLUCION".

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS-CONSEJO DE ESTADO)

Distinguidos invitados;

Queridas compañeras y queridos compañeros diputados:

Debo, en primer lugar, dar las gracias, en nombre de todos los miembros del Consejo de Estado, por el altísimo honor que significa la confianza y la responsabilidad depositadas en nosotros en este momento excepcional de la historia de nuestro país.

Hoy concluye un largo proceso desde el día en que hace tres años —si mal no recuerdo fue un 15 de marzo— se realizó el Llamamiento para el Congreso del Partido y comenzaron las discusiones en torno al tema del perfeccionamiento del Poder Popular.

Realmente, hemos cumplido. No hubo obstáculo, no hubo dificultad, por grande que fuese, capaz de detener el esfuerzo de llevar adelante aquellas ideas. No estábamos entonces en periodo especial, pero ya nos acercábamos al período especial cuando se convocó el Congreso y no hubo vacilación en la convocatoria. Ya estábamos en pleno período especial y no hubo vacilación en discutir las reformas a la Constitución y a la Ley Electoral para llevar adelante los acuerdos tomados, y no hubo vacilación en realizar las elecciones en esas condiciones.

El desafío era grande, porque tenían lugar cambios profundos en la forma de elegir nuestros Organos del Poder Popular, no en la base, sino ya en las asambleas provinciales y en la Asamblea Nacional, cuando tomamos la decisión, por recomendación del propio Partido, de utilizar el método de la elección directa de los delegados a las asambleas provinciales y de los diputados nacionales; en medio del período especial, aquella confrontación de las ideas con las realidades en tales condiciones era, en verdad, un desafío muy grande.

Realmente, un día como hoy no puedo menos que recordar este proceso, porque pienso que nuestro Partido, nuestro pueblo, nuestros Organos del Poder Popular y, sobre todo, la Asamblea Nacional, actuaron con una gran dignidad, con una gran firmeza y con una gran valentía.

No debemos olvidar el esfuerzo de la anterior legislatura, aunque haya habido una renovación muy grande, o precisamente no debemos olvidarlo por el hecho de que haya habido una renovación muy grande, de más del 80%, de la Asamblea Nacional. Creo que aquí escuché dos cifras hoy: una, la que dijo el Presidente de la Comisión de Candidatura; otra, la que dijo el Presidente de la Comisión Electoral. Uno dijo que permanecían 98 compañeros y otro dijo que permanecían 93. Este es el momento exacto en que no podría asegurar una cosa u otra, y no sé si alguien lo sabe con exactitud (Le dicen que son 93).

Son 93, está bien, ha sido necesario andar modificando la cifra con alguna frecuencia para ser exactos y precisos; quedan 93 compañeros de la anterior legislatura. Pero aquella Asamblea hizo un gran esfuerzo, puesto que llevó a cabo la aprobación de las modificaciones de la Constitución y llevó a cabo la elaboración y aprobación de la Ley Electoral. De ahí se originó este extraordinario proceso que culmina en el día de hoy, o concluye, porque podríamos decir que el punto culminante fue el 24 de febrero.

Ahora, si hacemos el recuento de lo ocurrido, aunque sea brevemente, podemos apreciar que todos los propósitos que nos hicimos han sido cumplidos, y algo más podría afirmarse: sobrecumplidos.

Cuando aceptamos el enorme desafío de las elecciones en el período especial y con el voto directo de los diputados, estábamos abriendo un camino enteramente nuevo, estábamos llevando a cabo una experiencia que pienso que no se ha realizado en ningún otro sitio. Habíamos alcanzado un proceso de perfeccionamiento del Poder Popular en un grado verdaderamente muy alto, del cual, sin chovinismo de ninguna clase, debemos sentirnos orgullosos; sin pena de ninguna clase, debemos sentirnos orgullosos, y, sin temor a comparaciones de ninguna clase, debemos sentirnos orgullosos, puesto que no hay comparación posible, tanto en la valentía de las decisiones adoptadas como en los resultados alcanzados.

Se ha hablado, se ha meditado y se ha reflexionado mucho en estos días, pero aquello que queríamos evitar —en primer lugar, que se introdujera la politiquería, la corrupción, la división y la fragmentación dentro de nuestro proceso electoral—, se pudo evitar de manera total, y creo que en ninguna parte se ha visto ese espectáculo de los candidatos yendo, como hermanos, a realizar la campaña electoral; campaña electoral en que fue necesario innovar y crear, y que no se parece a ninguna de las campañas electorales a las que está acostumbrado el mundo. No se vio un solo pasquín, no se vio una sola pared pintada, no se vio un solo letrero, una sola tela, una sola propaganda comercial, y los medios de divulgación masiva fueron puestos al servicio de todos los candidatos.

No podrán impugnar la característica extraordinariamente democrática de nuestro proceso, en primer lugar, por la forma de elección o de selección de los candidatos.

Por ahí algunos en el exterior han dicho que no era democrático, puesto que no hay pluripartidismo. Hay "millonaripartidismo" en nuestro país, porque si en otros lugares los partidos son los que postulan, aquí cualquier ciudadano de este país, mayor de edad —y son millones y millones—, puede proponer para que se postule a cualquier ciudadano, de los millones de ciudadanos de este país con derecho al voto. ¿Quién puede negarlo? ¿Quién puede ignorar lo que ocurre en las asambleas de base, donde los vecinos se reúnen para proponer a los candidatos y donde los vecinos son los que aprueban a los candidatos? ¿Qué tenemos que envidiarles a aquellos que pueden hablar de muchos partidos y, en algunos casos, son cientos de partidos?

Realmente debemos sentirnos orgullosos de que ese tipo de locura no nos haya invadido, de que ese tipo de locura no nos haya afectado, como ocurre en tantos países; duele en el alma ver a los pueblos, a las sociedades fragmentadas, sobre todo a los países del Tercer Mundo, que tanto necesitan de su unidad como factor esencial para salir adelante, para desarrollarse. Es una fortuna el método este que estamos usando, que es incomparablemente más democrático que el método del pluripartidismo y es la aplicación de un concepto muy revolucionario en materia de democracia: el concepto de que el pueblo postula y el pueblo elige.

Había, además, otra cosa. El ciudadano no tenía un voto, tenía tantos votos como candidatos. Podía votar por uno, por dos, por tres, por todos, o por ninguno; y algunos no votaron por ninguno, otros anularon sus boletas, otros hicieron votaciones selectivas —no tenemos nada que criticarles a los que quisieron hacer votaciones selectivas, era su derecho establecido por la ley— y hubo un gran número que llevaron a cabo la estrategia del voto unido, y ya eso es algo tan legítimo como una estrategia revolucionaria, que no lo puede cuestionar nadie. De sobra se explicaron las razones y de sobra fueron comprendidas estas razones por la inmensa mayoría de nuestro pueblo.

Nuestro método ha sido, realmente, nuevo, original, y dentro del concepto de un partido. No hemos tenido que abandonar las ideas de Martí con relación al partido. Para hacer la Revolución, para dirigir la Revolución y, en este caso, para construir el socialismo en nuestro país, hemos logrado conciliar el concepto de un partido con los más profundos conceptos de la democracia.

Nuestro sistema despertó interés, incluso, en los enemigos. Los enemigos, que se hacen tantas ilusiones sobre la Revolución, que tanto subestiman a nuestro pueblo, creyeron que era el momento de darle un golpe a la Revolución, puesto que estábamos en período especial, puesto que estábamos soportando incontables necesidades de tipo material; creyeron que era el momento de darle un golpe a la Revolución, y ahí tuvieron realmente la oportunidad de darle un fuerte golpe a la Revolución.

Afuera se publicaban toda clase de noticias escandalosas: que el 30% anularía o votaría en blanco, que el 40%, que el 60%. No dieron la batalla allí entre los vecinos, no dieron la batalla en la base, no la dieron en la comunidad porque reconocen, en el fondo, a pesar de todas las ilusiones, la fuerza de la Revolución; pero llegaron a hacerse la idea, incluso, de una mayoría de la población votando en blanco o anulando las boletas, donde no estaban los candidatos que no había postulado el pueblo, donde no estaban los candidatos que no quisieron ir allí a competir libremente en la base. Esperaban eso, y el resultado final fue el 7,03% de boletas en blanco, o boletas anuladas —y no todas las boletas anuladas fueron con la intención de anularlas—, y un 92,97% de votos válidos; y de ese 92,97% de votos válidos, el 95,06% de voto unido.

Si pareciera poco este dato, si pareciera no suficientemente elocuente, basta decir que del total de los que votaron —y votó el 99,57% de los que tenían derecho a votar—, el 88,48% fue de voto unido. Este es el tanto por ciento contra el total de las boletas utilizadas.

Ahora, a aquellos que presentan su sistema como modelo, les preguntamos: ¿Por qué en ese país mucha gente no vota? ¿Por qué si el modelo de democracia occidental es Estados Unidos —para citar un ejemplo, hay muchos que pretenden ser modelo—, allí vota alrededor del 50%? ¿Por qué allí en las últimas elecciones, que hubo tres candidatos y mucho, mucho, mucho dinero, propaganda y, además, crisis, lograron arrastrar a las urnas solo el 54% de los que tenían derecho a votar?

Comparen el 54% con el 99,57%; se puede decir que aquí casi el ciento por ciento de la población con derecho a votar votó, ¿por qué? ¿Por qué en ese país tanta gente prefiere ir al cine o a pasear ese día y no tiene ninguna fe, ninguna confianza, ningún interés en el proceso electoral? En ese país modelo de democracia eligen al presidente con menos del 30% de los votos; es decir, menos del 30% de los que tienen derecho a votar, vean qué diferencia. En la elección de esta Asamblea participa casi el ciento por ciento y han votado en un porcentaje altísimo, de casi el ciento por ciento, por el Consejo de Estado que se acaba de elegir, ¿dónde hay más votos, dónde participa más la población?

Pero, ¿en qué otro país se seleccionan los candidatos como se seleccionaron aquí? En la base, por los vecinos directamente, después en las asambleas municipales por los delegados que los vecinos eligieron directamente y a través de las listas que presentaron las comisiones de candidatura, integradas por las organizaciones de masa y presididas por la organización de los trabajadores, sin que las presidiera el Partido, porque esta vez el Partido no presidió las comisiones de candidatura, y no solo eso, sino que las comisiones de candidatura hicieron un proceso de consulta como jamás se ha visto en ninguna parte.

Quiero saber en otros países cuándo van a preguntarles a los ciudadanos quiénes van a ser sus candidatos a delegados, si les van a preguntar a los ciudadanos, si les van a preguntar a todos los delegados de base, elegidos y postulados directamente por el pueblo, quiénes van a ser sus candidatos; cuándo se consultan todas las instituciones, y cuándo se consultan millones de personas para confeccionar una candidatura; dónde se parte de una cantera de 60 000. Porque en esos lugares del pluripartidismo el partido postula y el partido elige; no voy a decir que sea exactamente así en todos los casos, pero en muchos, muchísimos casos tomados como modelo, es el partido quien confecciona la lista de candidatos y es el partido el que les da un orden dentro de esa lista, calculando de antemano, mediante encuestas, cuántos votos más o menos sacará el partido, y cuántos diputados —señalados previamente— son los que van a ser electos porque han ocupado los primeros lugares en la lista por decisión de las maquinarias del partido.

¿En qué país se puede hablar de elección sin maquinaria electoral? ¿Cuántas maquinarias electorales tenían ustedes? ¿Qué maquinarias electorales representan ustedes? ¿En qué lugar hay una elección sin propaganda comercial? ¿Qué propaganda comercial han tenido ustedes? ¿Cuánto se ha gastado cada uno de ustedes en esta campaña electoral, y qué podía gastarse cualquiera de ustedes? Porque en otros países que se presentan como modelo de democracia, solo los que tienen abundante dinero para pagar la propaganda pueden hacer política y participar en la política, solo quienes pueden gastar sumas fabulosas en la televisión, en la radio, en la prensa o en las organizaciones de la maquinaria electoral pueden hacer política.

¿En qué otro país un ciudadano humilde del pueblo, sin un centavo, puede ser electo a la Asamblea Nacional y puede ser electo al Consejo de Estado? Veo las caras de unos cuantos compañeros aquí en el Consejo recién electo y me pregunto qué dinero tenían para hacer una campaña electoral, como puedo preguntarme si en algún país donde no se haya hecho primero una revolución llena de justicia y donde se hayan alcanzado de verdad una plena igualdad y una igual posibilidad para todos, pueden salir electos 274 delegados populares, o delegados de base; en qué país donde no haya ocurrido una revolución como en Cuba se puede aplicar un proceso como este. De modo que por eso tenemos derecho a sentirnos satisfechos y a sentirnos orgullosos de lo que hemos hecho.

Pero, además, está el requisito de la mitad más uno de los votos válidos, requisito tremendo que obligaba a un delegado a la provincia, que primero había sido delegado de circunscripción, donde sacó 600 ó 700 votos —más o menos, según el lugar—, a sacar en algunos municipios y distritos 25 000, 26 000 votos. ¿En qué lugar el equivalente a un concejal o al alcalde de un municipio tiene la posibilidad de ser electo y simultanear ese cargo con el cargo de diputado en la Asamblea Nacional? Cosa posible únicamente en una revolución.

Y no me hablen como excusa del voto unido, porque el voto unido fue simplemente la estrategia del pueblo, la estrategia de la Revolución; sin pueblo no se habría podido obtener jamás el 88,48% del total de boletas depositadas en las urnas para el voto unido, lo que significa que la inmensa mayoría de nuestro pueblo, en un grado tan alto como no ocurre en ningún otro lugar del mundo y teniendo la oportunidad de expresarse, se expresó por la patria, por la Revolución y por el socialismo sin vacilación alguna (APLAUSOS). A esto se añade el voto selectivo.

¿Cuál habría sido el resultado si la Revolución no tuviera la mayoría del pueblo? Pues, sencillamente, aquellos que están contra la patria, contra la Revolución y contra el socialismo, habrían anulados de una forma o de otra, tachándolas o depositándolas en blanco, la mayoría de las boletas. Es que si la Revolución no tuviera la mayoría del pueblo sería bien sencillo deshacerse de la Revolución: presentándose sencillamente en la base, en las asambleas de vecinos, para postular a sus candidatos que están contra la patria, contra la Revolución y contra el socialismo. ¿Quién les impide hacerlo? Esto significa que nuestro sistema democrático-revolucionario presupone inexcusablemente la mayoría del pueblo (APLAUSOS), y no se elige un gobierno con el 28% ó el 29% de los votos de los que tienen derecho a ejercer el sufragio.

Además, qué limpieza la de nuestras elecciones, cómo aquí, a pesar de estar en período especial, no hacían falta ni policías ni soldados para cuidar las urnas; y en muchos lugares son soldados con bayonetas y fusiles, no niños, como Fernandito, los que cuidan las urnas. En ninguno de los casi 30 000 colegios electorales hizo falta un policía ni un soldado; y nadie, ni nuestros más recalcitrantes enemigos, ni siquiera aquellos que están llenos de odio contra la Revolución, han podido hablar de fraude, de un solo fraude, de un solo voto fraudulento. ¿Y qué es lo que vemos por el mundo? Cada vez que hay una elección en cualquier parte, al otro día los que perdieron empiezan a hablar de que fue fraudulenta la elección.

Hay muchos lugares en que al cabo de dos meses no se conoce todavía el resultado, y en nuestro país a las pocas horas ya se conocían los resultados, a pesar de la complejidad del proceso, a pesar de que las urnas estaban en las montañas, en lugares apartados, a pesar de que se pusieron urnas en hospitales, en muchos lugares, a pesar de que, incluso, los pasajeros de un tren votaron por el camino —claro está que los que iban en el tren no podían votar por los candidatos de su municipio o de su distrito, pero sí podían votar por la patria, por la Revolución y por el socialismo. Nadie quería quedarse sin votar, ni los enfermos, ni los acompañantes de los enfermos, ni los que estaban de tránsito; y así casi 70 000 personas votaron fuera de su distrito, no por el candidato del distrito pero por la patria, por los candidatos de la patria, pudieron decir y expresar el Sí por Cuba.

Esto es lo que les dio a nuestras elecciones el carácter práctico de un plebiscito, y a pesar de todo eso ya al otro día se conocían casi con cifras bastante exactas los resultados de las elecciones para diputados, y horas después los resultados de las elecciones para delegados. De ese proceso original, de ese proceso verdaderamente inédito, ha salido esta nueva Asamblea Nacional.

Era muy importante la calidad de las candidaturas, porque sin calidad en las candidaturas no había posibilidad de plantear en forma revolucionaria y con alta moral la estrategia del voto unido. Las comisiones de candidatura necesitaban, primero, que les aprobaran sus candidatos en la asamblea municipal y después que los eligiera el pueblo, y aun así no habíamos concluido el proceso, estaban por elegir la dirección de la Asamblea Nacional y el Consejo de Estado.

Se hizo en esto exactamente el mismo proceso de consultas: las comisiones de candidatura se dirigieron a todos los diputados para pedirles su opinión, se dirigieron a las organizaciones de masa para pedirles sus puntos de vista, se dirigieron también a la dirección del Partido en consulta. El Partido, en esta alta instancia, sencillamente, fue consultado; pero el Partido ni presidió las comisiones de candidatura ni determinó los candidatos a diputados. El Partido determina principios y normas, la comisión de candidatura tenía la tarea de aplicar esos principios y normas a lo largo del proceso. Pero en la elección de la presidencia de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado, era elemental realizar también consultas políticas, porque se iba a constituir la dirección del Estado; y el Partido tiene funciones constitucionales, pero no era el Partido dictando a las comisiones de candidatura, sino el Partido consultado en relación con estos cargos por la Comisión Nacional de Candidatura.

Ahora, ¿qué es lo que determinaba? El criterio de los diputados y el criterio de las organizaciones de masa. ¿Pero acaso solo se podían guiar las comisiones de candidatura por los criterios de los diputados y de las organizaciones de masa? No, ellos tenían otras tareas, necesitaban elaborar una candidatura que fuera representativa, donde no estuvieran ausentes determinados sectores que tienen un papel, un peso muy grande en la vida del país. Digamos que las organizaciones de masa no podían ser ignoradas, ya que han desempeñado un papel fundamental en todo este proceso; pero es que, además, los compañeros que en el Consejo de Estado pertenecen a esas organizaciones de masa, en la consulta individual con los diputados, quedaron entre los primeros treinta lugares. Es decir, los propios diputados ya los habían propuesto en un número muy alto para miembros del Consejo de Estado.

Era inconcebible nuestro Consejo de Estado sin una representación de la base; sin la presencia de representantes de los Consejos Populares, otra gran innovación que se ha introducido en el Poder Popular. No era concebible, y las comisiones de candidatura tenían que buscar candidatos que pudieran desempeñar ese papel y que no necesariamente hubiesen sido propuestos por un número alto de diputados, porque sencillamente no los conocen. Se daba aquí el mismo fenómeno que con aquellos candidatos a diputados o a delegados a las asambleas provinciales de muchos méritos que no eran conocidos.

Esta masa de diputados que propuso —y propuso a muchos— no podía conocer cuál de los presidentes de los Consejos Populares podía estar aquí en el Consejo de Estado. Ese tenía que ser un trabajo de la comisión de candidatura, y buscaron a alguien que fuera presidente del Consejo Popular en la ciudad —y en una de las áreas más difíciles y complejas de la ciudad— y tenían que buscar otro que fuese una representación, o la expresión del trabajo que realizan los Consejos Populares en las áreas rurales. Esos compañeros no conocidos no podían aparecer con muchas propuestas.

La comisión de candidatura consideró que era imprescindible la presencia de un destacado médico entre los muchos médicos destacados que hay en el país. Ahora, es imposible que estos 589 delegados puedan tener los elementos de juicio suficientes para saber cuál puede ser ese médico, tiene que trabajar la comisión de candidatura buscando cantera, buscando expediente para proponer; o un destacado pedagogo, o un destacado dirigente juvenil que expresara, al mismo tiempo, los sentimientos, los deseos y la representatividad de los estudiantes que tan importantísimo papel han desempeñado en este proceso; pero no necesariamente tenían que ser conocidos por todos los diputados. Es decir que la comisión de candidatura no podía dejarse llevar únicamente por la suma matemática de aquellos que habían sido más veces propuestos.

Pero si quitamos a esos cinco compañeros, todos los demás miembros del Consejo de Estado habían alcanzado un elevado número de proposiciones por parte de los miembros de la Asamblea. Unos más, otros menos, pero estaban entre los primeros lugares de proposiciones. La comisión de candidatura concilió el criterio de los diputados con el criterio de las organizaciones de masa con la concepción de que existiera también una representatividad y que esos fueron compañeros de méritos, porque —como aquí se dijo—, antes que la representatividad, se tuvo en cuenta el mérito y la capacidad.

Por eso nos pareció muy bien que, al hacer las proposiciones para miembros del Consejo de Estado, de muchos de nosotros no se hablara, simplemente se nos mencionara. Somos demasiado conocidos. En cambio, aquí se habló de cada uno de esos cinco compañeros quiénes eran, para que esta Asamblea, antes de votar los conociera, tuviera más datos, tuviera más información. Por eso se dieron dos horas con las biografías, para que tuvieran tiempo de hacer un repaso de esas biografías antes de votar, y la prueba de que se las leyeron, o se las leyeron muchos, porque me imagino que muchos conocen también a estos cinco compañeros, no son totalmente desconocidos, es que a mí me preguntó un compañero qué organización era esa del 30 de Septiembre que aparecía en mi biografía. Digo: "Este se leyó hasta mi biografía."

Fue el compañero Ramirito. Me dijo: ¿Qué organización es esa? y me puso en un aprieto, porque, de repente, casi ni me acordaba de qué organización era aquella. Yo recordé al fin que era una organización de izquierda, una organización revolucionaria, fundada en la universidad cuando éramos estudiantes, y que libró muchas batallas; pero él repasó la biografía de todo el mundo, conocidos y no conocidos. Por eso se dio un plazo de dos horas para refrescar y para que las elecciones se hicieran de forma muy consciente.

Aquí no hubo estrategia de voto unido, aquí no se hizo campaña de ninguna clase. Aquí se hizo la presentación de la candidatura, se plantearon los principios que fundamentaban esas listas, la referencia a los compañeros menos conocidos y las biografías de todos, para que, de manera consciente, cada cual ejerciera el voto, pero sin estrategia. Estrategia sí hubo en la base, en las elecciones generales del 24 de febrero, y estrategia política tiene que haber siempre. La Revolución siempre debe tener estrategia para poder cumplir sus objetivos, y la estrategia del voto unido fue lo que les dio solidez a las perspectivas de triunfo de muchos magníficos compañeros que no eran ampliamente conocidos por las masas.

Se insistió mucho en un principio, lo cual nos produce gran satisfacción con relación al voto unido. Se dijo una vez y muchas veces que no era una consigna, sino una estrategia; que se planteaba como una necesidad de la Revolución, y que lo que se quería era que solo de forma consciente, si se comprendía bien esa necesidad y las razones de esa estrategia, se aplicara el principio del voto unido.

Creo que el mérito más grande que tiene el voto unido es que fue un voto consciente, muy consciente, profundamente consciente, y que habla, por supuesto, muy alto del espíritu revolucionario de nuestro pueblo, de su conciencia y su cultura política.

Me pregunto en qué otro lugar se cuenta con un electorado como con el que contamos nosotros para llevar a cabo este proceso. Es por eso que les decía que no solo debemos defender nuestro concepto de democracia, sino que debemos sentirnos orgullosos y tenemos derecho a comparar y a pedirles a los visitantes que nos den su opinión cuando conozcan, porque el hecho de ignorar no da derecho a criticar. Uno se asombra frente a la enorme propaganda que han hecho los enemigos de la Revolución con sus medios de divulgación masiva, se asombra de que al escuchar una explicación de cómo funciona nuestro sistema, hablen con verdadera admiración de lo que hemos hecho y de lo que estamos haciendo.

He conversado con algunos compañeros estudiantes y me han dicho: "Cuando vengan aquí delegaciones extranjeras, no nos van a creer cuando les digamos que fuimos consultados, no ya sobre las listas de las candidaturas para diputados, sino sobre la lista del Consejo de Estado; que fuimos consultados sobre quiénes, a nuestro juicio, debían ocupar tal y más cual cargo, de los más altos cargos del Estado, Presidente, Primer Vicepresidente, Vicepresidentes y miembros del Consejo de Estado." Me decían algunos compañeros que no se lo iban a creer cuando dijeran que ellos fueron consultados, ya no solo los trabajadores, las mujeres y los Comités de Defensa de la Revolución, sino los estudiantes, y es lógico, los estudiantes constituyen una parte importante de nuestra sociedad y han jugado un papel decisivo a lo largo de la Revolución, un papel especial, y juegan un papel muy importante en este período especial.

Realmente, nosotros podemos exhibir cosas y mostrar cosas que asombran a nuestros visitantes, por muy habituados que estén a sus sistemas, porque todos los días recibimos noticias de lo que ocurre en otras partes con el sistema tradicional aplicado en Occidente.

Como resultado de este proceso, hemos elegido una magnífica Asamblea Nacional. Que en las próximas elecciones, a partir de la enorme experiencia acumulada, se pueda hacer mejor todavía, no debe haber duda; pero hay cosas realmente fabulosas de este encuentro de los diputados frente a los electores.

Todos ustedes han cambiado, de alguna forma; todos ustedes han sido profundamente influidos por este proceso, y eso lo he escuchado por todas partes, lo que ha significado en el orden personal para los diputados el contacto directo con los electores, las impresiones que han sacado, la admiración que han experimentado, en un proceso donde los diputados aprendieron más que lo que enseñaron en los contactos con la población.

A la población le quedó una idea: que los contactos se mantengan, e hizo más claro el hecho de que con este sistema el diputado tiene una doble representación: representa al distrito y al municipio, y representa a la nación, ninguna de las dos cosas deben olvidarse; y no deben olvidarse jamás de que representan a la nación, porque van a tomar medidas y a adoptar decisiones que afectan a la nación, y en nombre de la nación. Pero también representan al municipio y al distrito de donde provienen, tienen una doble representación, y no pueden olvidar el municipio ni el distrito que los eligió, ni pueden olvidar la necesidad de los contactos, cualesquiera que sean las obligaciones de los diputados a la Asamblea Nacional. Ya esa es una tradición que surge de esta experiencia.

De esta experiencia tienen que surgir muchas más cosas. Ahora tenemos una Asamblea Nacional con una gran autoridad; era grande la autoridad de la Asamblea Nacional, pero ahora es mucho mayor, a partir de este proceso de la elección directa y a partir de este proceso de contacto con los electores, que preguntan si se va a mantener.

Claro está que un diputado debe hacer todo lo que pueda por su país en cualquier parte donde se encuentre, no puede volverse sectario, pensar únicamente en su distrito; pero el diputado debe hacer todo lo que pueda por su distrito, y cuando no pueda hacer nada, hablar con los electores cada vez que pueda y explicarles qué se hace y qué no se hace, qué puede hacerse y qué no puede hacerse. Constantemente hay que estar dando explicaciones.

El día 13, por la noche, estábamos en un puesto de mando cerca del área inundada de esa parte del Vedado, que ya vamos a tener que empezar a cambiarle el nombre. Estoy tentado de llamarla zona de Venecia del municipio de Plaza, y digo Venecia porque ya es anual, las calles inundadas hasta Línea, y los botes, los barcos, las BTR o los anfibios y los grandes camiones, cargadores y cuantos vehículos se puedan mover que tengan altura; pero en esta ocasión no se pudo llegar ni una sola vez, en horas de la madrugada, a determinados puntos inundados. Sin embargo, había decenas de personas que viven en un gran edificio que está cerca del Riviera y querían que de todas maneras las llevaran, porque estaban acostumbradas a que en otras ocasiones determinados vehículos llegaran hasta allí, eran 60 ó 70 personas.

Nosotros les pedimos que enviaran dos representantes para conversar con ellos, les explicamos que de ninguna forma podía llegarse allí, que ninguno de los vehículos llegaba. Les dijimos: Bueno, ahora mismo un vehículo va a hacer una exploración, ¿alguno de ustedes quiere ir?; invitamos a uno que vaya para que vean las condiciones, las grandes corrientes, no solo la profundidad del agua, sino que eran verdaderos ríos los que había por las calles, que desestabilizaban totalmente el anfibio y los camiones más altos quedaban bajo el agua, no se podía llegar a determinados puntos. Hubo que convencer a aquellos vecinos de que no se podía llegar.

Ahora hay que convencer a decenas de miles de vecinos, que por la noche no vieron ningún anfibio, ningún camión, y estaban acostumbrados a verlos otras veces, que esta vez la severidad del fenómeno hizo imposible que llegaran allí. Hay que explicárselo, que si de madrugada no llegó ningún vehículo no fue porque alguien se olvidó de ellos, sino porque no podían llegar. Ellos estaban sin comunicación, lo que se hablaba por radio y lo que se ponía por televisión no lo podían ni oír ni ver, porque no tenían electricidad, salvo que, por excepción, tuvieran algún radio de pila, y miles y miles de personas se quedaron esperando. Eso requiere explicación.

A aquellos que querían ir y no se les podía llevar, había que persuadirlos. Había que persuadir, incluso, a los turistas que querían evacuarse; persuadirlos. en primer lugar, de que no se podía llegar, y de que, aun si se podía llegar, lo peor y lo más peligroso, con las olas que había allí, era evacuarlos.

Aquellas dos mujeres que vinieron en representación de los vecinos de ese edificio volvieron a donde estaban los demás y ellas mismas, con palabras elocuentes y persuasivas, convencieron a todos los vecinos de que lo razonable era esperar, que los familiares estaban seguros, que ya tenían el hábito de subir al piso superior; que el peligro mayor era llegar y que era imposible llegar. Quiero decir que muchas veces no se puede resolver algo, pero se puede explicar bien.

Esta campaña no se caracterizó por promesas, ni se debe caracterizar ningún diputado por promesas ilusorias, promesas infundadas, promesas sobre algo que no se pueda cumplir; el diputado tiene que decirle la verdad al ciudadano. Pero siempre hay algo que se puede hacer, siempre habrá algo que dependa de un esfuerzo, no de recursos materiales, y eso hay que explicarlo. La gente comprende. Recuerden la propia experiencia que me refirieron muchos candidatos a diputados de que en ningún lugar les pedían nada; que los recibían, los escuchaban, les hacían preguntas, pero en ningún lugar les pedían nada. Esa es una cosa verdaderamente admirable con la cantidad de necesidades que tenemos, que el elector no se dirija al candidato para estarle pidiendo cosas que no está en sus manos resolver.

Todo este proceso debe marcar un estilo nuevo en el trabajo de los cuadros políticos y en el contacto con las masas. Este desafío que hemos aceptado y que hemos sabido enfrentar, debe enseñarnos muchas cosas, pero enseñarnos, sobre todo, esto que marca la superioridad sobre la elección de segundo grado. La elección de segundo grado no viabilizaba el contacto directo; sin embargo, esta elección directa sí viabiliza ese contacto de nuestros cuadros con las masas.

Es verdaderamente extraordinario, en realidad, que en una situación tan difícil se haya podido evidenciar una fuerza política tan grande, tan abrumadoramente mayoritaria; es sorprendente que en circunstancias tan difíciles se hayan podido alcanzar estos resultados, y demuestra lo que es un pueblo luchador, un pueblo unido, un pueblo inteligente, un pueblo preparado cuando trabaja en una dirección determinada y cuando miles, millones de gente del pueblo se movilizan para todo: para enseñar a votar, para explicar cómo hay que manejar todos esos instrumentos, cómo se pueden manejar; para hacer las explicaciones técnicas, para hacer las explicaciones políticas.

Ese Plan Tun-Tun fue mi asombro cuando le escuché a un pionero mencionar esto por primera vez, y preguntaba yo qué era eso de Plan Tun-Tun. Me dicen: "Es el plan de tocar puerta por puerta, llevando la boleta, enseñando a votar"; pero también el Plan Tun-Tun de tocar puerta por puerta para persuadir a todo el que pudiera ser persuadido, porque no solo se tocaron todas las puertas, se tocaron todas las conciencias. Esa fue la batalla librada alrededor del 24 de febrero.

Esta es la Asamblea del período especial, es la Asamblea de la etapa más difícil de la historia de nuestra Revolución y de nuestro país. Es una fortuna contar con un pueblo como este en estas circunstancias, y diría que es estimulante contar con una Asamblea como esta, la primera que surge de la aplicación de nuevas concepciones, la que surge en pleno período especial y en los momentos más difíciles del período especial. Es estimulante, porque esa es la institución que necesitamos como Asamblea Nacional y que tiene responsabilidades históricas tremendas.

Yo diría que en otras épocas históricas de nuestro país, desde el inicio de la primera guerra de independencia, las distintas asambleas, de Guáimaro, Jimaguayú, etcétera, etcétera, las que hubo después, ninguna ha tenido un papel tan importante, tan decisivo, tan vital, como lo tiene esta Asamblea Nacional.

Muy lejos estoy de buscar argumentos para halagarles, más bien estoy argumentando para despertar en la conciencia de ustedes la idea de la importancia que tiene el trabajo que deben realizar, las responsabilidades que adquieren con el país y con la historia; les ha tocado esa tarea.

A la Revolución le ocurre que cuando ya había hecho muchas cosas, cuando había alcanzado extraordinarios logros, ahora tiene que luchar por salvar lo que hizo, ahora tiene que luchar por sobrevivir como Revolución a partir de los desastres que tuvieron lugar en otras partes, a partir de los colosales errores que tuvieron lugar en otras partes, a partir de las traiciones que se cometieron en otras partes contra el pueblo y contra la humanidad (APLAUSOS). Y esos desastres, esas traiciones nos afectaron más que a nadie, pero nos han dado también la oportunidad de demostrar lo que es el pueblo de este pequeño país, al que tantas veces se acusó de satélite; querían ver un satélite donde había un sol, porque hoy brilla nuestro pueblo y nuestra Revolución no como un planeta sino como una estrella en un cielo oscurecido (APLAUSOS PROLONGADOS).

No pedíamos tan altas glorias, no reclamábamos tan altos honores, pero puesto que el destino nos puso ante esa prueba, hemos demostrado que somos capaces de enfrentarla, hemos demostrado que somos capaces de enfrentarnos a cualquier riesgo, a cualquier peligro, a cualquier amenaza, a cualquier situación por difícil que sea; y en esta dificilísima coyuntura que está atravesando el mundo necesitábamos una Asamblea como esta, en esta dificilísima coyuntura en que países enteros se deshacen unos tras otros.

Vamos a ver qué queda de aquellas ilusiones cuando destruyeron el socialismo que les había dado todo, cuando destruyeron el socialismo que era una esperanza para la humanidad; qué queda sino frustración, miseria, desigualdad, injusticia. Es muy triste, es muy doloroso; pero para nosotros constituye una gran lección de que tenemos que ser serenos, valientes, sabios, no andar cometiendo locuras, porque ideas locas surgen con alguna frecuencia de cualquier cabeza calenturienta, o, incluso, de cualquier cabeza fresca, porque todas las cabezas no son iguales y hay algunos que creen que en período especial se pueden inventar montones de cosas, y se rompen la cabeza y se devanan los sesos pensando en qué inventar e ignorando las realidades objetivas.

No faltan mentes equivocadas que creen que desordenando esto se puede alcanzar algo. A esas mentes hay que decirles que miren hacía allá y vean y reflexionen sobre lo que significa desorganizarlo todo y cómo es la disciplina, el orden, la unidad, lo que ha hecho posible que nuestra Revolución haya llegado hasta aquí.

Algunos de esos antiguos países socialistas hoy no se sabe ni lo que son ni lo que van a ser. Las empresas en muchos casos no se sabe a quién pertenecen, no son del Estado, no son privadas, no son de nadie; no hay plan, no hay un orden, no hay programa, no hay nada, ¿y qué puede salir de la nada, de la desorganización, de la falta de programa, de la falta de plan, de la falta de concepto sino el caos?

Uno se asombra, con los enormes recursos que tienen algunos de estos países, de que esté la gente muriéndose de frío y congelándose en las calles, con los enormes recursos que tienen algunos de esos países, recursos de todo tipo, sobre todo, recursos energéticos. Si nosotros tuviéramos los recursos energéticos que tienen algunos de ellos, no se podría hablar de período especial, sería una broma hablar de período especial.

Uno se asombra de ver que países que habían alcanzado un nivel de desarrollo grande, de producción de minerales, de recursos energéticos, de producciones industriales, hoy no puedan resolver ningún problema y la economía cada día caiga más, más y más. Y nosotros, que hemos recibido el golpe traicionero, devastador, de privarnos de más del 70% de las importaciones, aquí estamos luchando y haciendo esfuerzos sobrehumanos para que no se nos quede un niño sin un hospital, un niño sin una escuela; para que al menos aquellas cosas mínimas de que podamos disponer las tengan y estén al alcance de la gente, y muchas veces con unas cantidades de recursos tan ínfimas que nadie creería que el país puede mantenerse en esas circunstancias.

¿Cuál es nuestro punto débil, por ejemplo, el punto débil fundamental? El energético, por ahí empieza todo. Es el problema energético el que ha parado muchas de nuestras industrias o las ha reducido al mínimo: nos ha paralizado o reducido al mínimo las producciones de cemento, de materiales de construcción; ha reducido al mínimo la producción de muchas industrias, aunque también tenemos otros problemas: el problema de las piezas de repuesto, de los materiales, de distinta índole. Pero nada nos hace tanto daño como el problema energético, porque empieza por consumir el grueso de las divisas convertibles que obtenemos y nos priva de recursos para adquirir otras cosas.

El combustible que adquirimos no nos alcanza, porque como hemos dicho otras veces hay un precio de verdadero monopolio en el petróleo y un precio insignificante para el azúcar, que es el precio residual, como hemos dicho otras veces, del basurero del mercado mundial; y nuestro país con esas tremendas limitaciones sobre todo energéticas, reparte esas cantidades limitadas de energía entre tantas y tantas actividades que van desde la electricidad hasta la preparación de la tierra, las cosechas, los transportes, la zafra, etcétera, etcétera, etcétera.

¿Cómo podríamos hacer eso sin organización, sin orden? ¿Cómo podríamos hacer eso en medio del caos? Una de las cosas por las que más nos hemos desvivido es por mantener el orden y por evitar el caos, por evitar locuras y por evitar ilusiones. Hay un refrán que dice que quien vive de ilusiones muere de desengaños, y lo que estamos es viendo morir naciones enteras de desengaño a causa de ilusiones que políticos mediocres les metieron en la cabeza hasta llevarlas a situaciones que nadie sabe todavía cómo van a terminar. Debemos saber aprender de las lecciones y de las experiencias de otros.

Les decía que en este momento tan difícil es necesario tener una Asamblea de primera línea. La historia nos juzgará no por lo que hayamos hecho antes, sino por lo que hagamos ahora en estas circunstancias. Nadie tiene que sentir envidia del 68 ni del 95, ni de la época del Moncada, de la Sierra Maestra, de Girón y otros episodios grandes de la historia de nuestro país, porque vivimos en el 68, vivimos en el 95, vivimos en el Moncada, vivimos en la Sierra, vivimos en Girón, vivimos en la Crisis de Octubre y estamos defendiendo ahora lo que en cada uno de esos episodios se defendió con tanta lucha, con tanto sacrificio y con tanta sangre.

Lo que más queremos de cada uno de ustedes es que tomen conciencia de este papel que tienen aquí y fuera de aquí; porque no se trata del tiempo que trabaje la Asamblea en plenario, sino del tiempo que trabajen las comisiones, del papel que representen.

Decíamos recientemente sobre la posible necesidad de profesionalizar a algunos diputados; lo hemos tenido que hacer con los Consejos Populares. A los presidentes de los Consejos Populares —y que aquí hay 90 diputados de esa procedencia— hemos tenido que profesionalizarlos, no estableciendo un sueldo de presidente de Consejo Popular, sino garantizándoles el ingreso que tenían, por el trabajo que estuvieran desempeñando.

Nuestros diputados no son profesionales, pero es posible que la realidad nos obligue a profesionalizar a un grupo de diputados para un trabajo mucho más activo, porque se espera de la Asamblea no solo un contacto mayor de los diputados con el pueblo, sino un trabajo mucho más activo en todos los sentidos; de todo el mundo se espera un trabajo mucho más activo en estos momentos, en los meses futuros y en los años futuros.

Repito, esta es la Asamblea del período especial y de las etapas más difíciles del período especial. Y les pregunto, ¿están preparados para ello? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") ¿Están conscientes de ello? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") ¿Están dispuestos a hacer todo lo que las circunstancias exijan? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") ¿Lo juran? (EXCLAMACIONES DE: "¡Juramos!") ¿Lo ratifican? (EXCLAMACIONES DE: "¡Lo ratificamos!") Muy bien. Creo que esas tienen que ser, realmente, las ideas, las palabras y la disposición del período especial.

Quiso el azar que, encima de todos los problemas que teníamos y 48 horas antes de la constitución de esta Asamblea, sufriéramos un verdadero y grave desastre natural. No vamos ahora a tratar de encontrarle explicaciones científicas a este tipo de fenómeno en esta época, tengo la convicción de que esto está asociado a los cambios climáticos, tengo la convicción de que esto está asociado con las agresiones al medio ambiente, la contaminación de la atmósfera, el efecto invernadero resultante de esa contaminación, que es una de las grandes responsabilidades históricas del capitalismo, del imperialismo y de las sociedades de consumo. Son estas sociedades las que lanzan miles de millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera cada año, además de azufre, mercurio y otros contaminantes, al aire, a las aguas, a la tierra; son las responsables de haber envenenado los mares, los ríos, los lagos, la atmósfera; son las responsables del debilitamiento de la capa de ozono, son las responsables de estos fenómenos crecientes y de estos riesgos crecientes, entre ellos, los riesgos del calentamiento de la superficie de la Tierra, con las consecuencias de todo tipo que caben esperarse.

Pude apreciar en Río de Janeiro una verdadera angustia por parte de los representantes de muchas islas del Pacífico que, si sube varios metros el nivel del mar, quedan bajo el agua. Bueno, imagínense para nosotros mismos cuáles serían las consecuencias de una subida de los niveles del mar en el curso de un período relativamente corto; pues si se habla de 30, 40 años, qué es eso.

Ya esos efectos se pueden ver: ciclones mucho más intensos, vientos mucho más violentos, sequías más prolongadas. Y esos problemas no se resuelven con cañones. Esos problemas, como los de Somalia, son problemas que pueden llegar a tener un día toda el Africa. Si los desiertos siguen avanzando por el norte y por el sur, un día tendrán que invadir toda el Africa para llevar, "supuestamente", alimento en tanques, en la punta de los cañones y matando gente.

Es un crimen colosal contra la humanidad haber dedicado tantos recursos a la carrera armamentista y no haberlos dedicado, realmente, a adoptar todas aquellas medidas y realizar todas aquellas investigaciones que pudieran conducir a la detención de los desiertos y a lograr lo que llaman el desarrollo sostenible, sin contaminar el medio, sin acabar con las condiciones de vida del planeta.

Realmente, a mi juicio, la repetición de estos fenómenos tan extraños tiene que ver con esos cambios climáticos resultado de la contaminación; pero es el hecho que en dos años seguidos hemos tenido esas grandes penetraciones del mar; el año pasado fue la mayor de todas y este año fue mayor que la del año pasado. Pero, ¿qué es eso de un ciclón en pleno invierno? ¿Qué es eso de un huracán? Porque de qué otra cosa se pueden calificar estos vientos en pleno invierno, en pleno mes de marzo.

Se decía que la época de los ciclones era de junio en adelante, de julio a octubre, noviembre. Los ciclones se mueven del este al oeste, se conocen bastante bien; se prevé, a veces con cinco o seis días de anticipación, a veces con una semana de anticipación, el probable curso de los ciclones, pero, ¿quién podía prever este, viajando del oeste hacia el este, en el borde delantero de un frente frío?

Frentes fríos hay decenas casi todos los años; incluso se consideran útiles, traen agua, traen fresco, ayudan a los cultivos, pero, ¿qué es esto de un frente frío precedido de un huracán, no se puede llamar de otra forma; de fenómenos extraños de luminosidad, una serie infinita de relámpagos que casi convirtieron la noche en día; un trueno raro, ininterrumpido, y unos vientos que alcanzaron velocidades registradas en algunos lugares, en Santiago de las Vegas —según dice el Observatorio Nacional— de 168 kilómetros? Pero estoy seguro de que en varios lugares, que vi personalmente, los vientos tienen que haber llegado a 200 kilómetros o más, por los árboles arrancados, por las cortinas de viento destruidas.

Conozco ciclones cuyos vientos no han sido tan fuertes como estos; y los ciclones, además, por lo general, curvean y van desde el sur hacia el norte, pasan por Pinar del Río, o por La Habana, o por Matanzas, o por Cienfuegos, o por Ciego de Avila, o por Camagüey, o por oriente; pero este huracán vino del oeste hacia el este barriendo toda la isla.

El Observatorio, como dije, habla de vientos de 168 kilómetros en Santiago de las Vegas y de vientos de 158 kilómetros en Sagua la Grande. ¡Vean qué distancia! Fue barriendo la isla, afectando, de manera bastante intensa, a ocho provincias, y sin aviso previo; solo unas horas antes, cuando ya llegó al territorio nacional, se dio algún aviso de que venía, y que a tal hora tal vez de la mañana.

¿Qué podía hacerse frente a un fenómeno de esta naturaleza? Algo siempre puede hacerse si se conoce a tiempo, sobre todo, en el orden de la protección de las personas y de algunas cosas. Si se sabe que viene un ciclón, los aviones se amarran y se toman todas las medidas; pero si se aparece de repente un ciclón de madrugada, con esos vientos, los aviones no están amarrados, otros equipos no están amarrados, no están protegidos y, sobre todo, aumentan los riesgos para la vida de las personas, porque no se pueden tomar medidas previas de evacuación o algo.

Eso es lo que hemos tenido, un huracán en la dirección opuesta a la ruta tradicional de los ciclones, y ha hecho daño; mientras más datos se reúnen, más grandes son los daños que se aprecian.

Hizo grandes daños en la agricultura. Las plantaciones de plátano prácticamente las arrasó, todas las matas que tenían un racimo grande ya, o un racimo pequeño, las derribó; las matas que iban detrás las derribó también.

Otros cultivos como el tomate ya venían siendo afectados, el año climático no era favorable. En el mes de enero, durante muchos días consecutivos soplaron fuertes vientos del sur, que suelen preceder las plagas por la humedad, por el calor, y producen daño mecánico a las plantas; después fuertes aguaceros estuvieron afectando no solo estos cultivos de hortalizas, sino también el tabaco. Hubo una zona de Pinar del Río en que cayeron casi 500 milímetros en 24 horas. ¡Vean ustedes, quinientos milímetros, en invierno, en veinticuatro horas! Naturalmente destruye también los semilleros de tabaco. No queda aquel recurso, en determinada fecha ya, de volver a sembrar lo que ha tumbado el agua porque no hay semilleros, y los semilleros requieren varias semanas para poderlos rehacer otra vez.

Veníamos haciendo un gran esfuerzo en el tabaco este año, y lo que tuvimos fue un clima realmente muy desfavorable para el tabaco, que ha anulado una parte importante de los esfuerzos que se hicieron en esa dirección. El tabaco no es un producto alimentarlo, pero es un producto de exportación importante del país.

Ahora, este huracán, en el borde delantero de un frente frío, afectó decenas de miles de viviendas, sobre todo, techos, aunque algunas las destruyó completamente; afectó miles y miles de objetivos económicos: naves, talleres, almacenes, en la agricultura e incluso en las ciudades; instalaciones industriales, fábricas, sobre todo, techos. A muchos cultivos los afectó seriamente. Montones de postes eléctricos fueron arrancados, las líneas eléctricas interrumpidas, transformadores destruidos o dañados, los suministros de gas interrumpidos en La Habana como consecuencia de la falta de electricidad; los suministros de agua, también por la misma razón. Todos esos servicios se han visto afectados en ocho provincias.

Así que teníamos los problemas anteriores, la zafra la teníamos atrasada por dificultades con el combustible en ocasiones. Por primera vez nos llegó a faltar combustible en las combinadas y en los tractores de la zafra, a pesar de lo priorizada que está. Otras afectaciones provenían de la falta de gomas de carreta, por ejemplo. En las condiciones especiales en que estamos trabajando, bajo severo bloqueo económico, con tantas tensiones, basta con que un barco se retrase 15 días, un mes y ya crea problemas de todo tipo en las producciones y en la zafra. Si hay un atraso en materia prima para la producción de acumuladores, si hay un atraso en gomas, si se produce una escasez de combustible, todo eso ha estado afectando a la agricultura y ha estado afectando la zafra.

Se ha estado trabajando en estos meses en condiciones de mucha tensión, pero de mucha, mucha, mucha tensión; además, estábamos envueltos en este proceso electoral. Este proceso no solo ha tenido lugar en el periodo especial y era un proceso ineludible, sino que era en medio de la zafra, en medio de los cultivos de viandas y hortalizas de frío, en medio de la siembra y cosecha del tabaco, en un período de muchas actividades agrícolas de gran importancia, tanto en alimentos como en recursos exportables, y encima de todo eso, el huracán.

Es verdad que hay que tener el corazón no solo de acero inoxidable, sino de acero con titanio para soportar todas estas adversidades, no desanimarse y luchar. Tenemos que terminar la zafra, casi hacerla, podemos decir. No se puede perder un día, no se puede perder un minuto, un segundo.

En cierto momento, por la mente de cualquiera de nosotros pasaba la idea de si por esta calamidad debíamos posponer una semana la constitución de la Asamblea; pero decidimos que no, que había que constituirla. Hay que acostumbrarse a trabajar y hacer las cosas en las más difíciles condiciones, que cuando falte el jefe, el segundo se ocupe; cuando falte el segundo, el tercero se ocupe, y quien vea a la gente trabajando en situaciones de emergencia como esta, se da cuenta de que hay mucha gente en la base con magníficas cualidades.

Nosotros estamos aquí reunidos, pero en todo el país hay miles de trabajadores de la electricidad, organizados en brigadas, restituyendo el fluido eléctrico; hay miles de trabajadores de los acueductos y de otras esferas haciendo un esfuerzo; hay miles de cuadros y de compañeros trabajando en el auxilio a los damnificados; pero, sin duda, hace falta la presencia de todos ustedes y de todos nosotros en cada uno de los frentes de trabajo. Creo que hasta Pacheco tiene que atender la serie, para ver si los orientales esta vez no solo quedan en primer lugar en voto válido y en voto unido, sino también en la pelota. No te olvides de que somos candidatos los dos por la misma provincia (RISAS).

Hay muchas cosas que hacer, y hace falta regresar inmediatamente, desde esta noche ya, a los puestos de trabajo, a trabajar y a exhortar a los demás a trabajar.

Acabando de salir de la batalla electoral, tenemos que enfrascarnos en esta batalla por la recuperación de los daños y por la recuperación de los problemas que se nos habían ido acumulando. Es un esfuerzo especial y un esfuerzo serio, y se lucha no solo votando unido, no solo apoyando de corazón, con la conciencia, a la patria, a la Revolución y al socialismo; a la patria, a la Revolución y al socialismo ahora en este momento hay que salvarlos con la mocha de cortar caña, con los tornos que fabrican piezas de repuesto, con las guatacas que limpian el plátano y los cultivos cuando no tenemos herbicidas, sembrando a tiempo, cosechando a tiempo, trabajando 24 horas en aquellas industrias que puedan ayudarnos a recuperar esta situación creada.

¿Dónde tenemos el problema más serio ahora desde el punto de vista social? En los techos que se llevó este huracán, aparte del daño agrícola, que tenemos que recuperarlo. Desde luego, las plantaciones de plátano con microjet no han sido destruidas, con un buen trabajo en esas mismas plantaciones —solamente en occidente, solamente en la provincia de La Habana hay cientos de caballerías con ese sistema—, restablecer el riego, restablecerlo todo, hacer todos los trabajos que deben hacérsele al plantón con los retoños, los cortes de cepas caídas, las limpias, salirle al paso rápidamente a la hierba que ahora al desaparecer el área foliar va a crecer más rápidamente.

Hay que cosechar la papa en todo el país, hay que sembrar grandes extensiones de boniato para disponer en cuatro o cinco meses de ese tubérculo. Había planes, pero ahora, si es necesario, hay que aumentarlos, y son mucho más importantes, aunque tengamos una cosecha de papa relativamente buena si analizamos las condiciones climáticas que hemos tenido este año, pero falta todavía por cosechar la mayor parte de la papa.

Hay que cosechar, hay que limpiar, hay que sembrar. Hay que cosechar lo que falta del tabaco, hay que terminar la zafra azucarera. Y por eso hoy la patria, la Revolución y el socialismo se defienden con trabajo, con esfuerzo, no podemos admitir que los ánimos decaigan, que el entusiasmo decaiga. Frente a la adversidad hay que crecerse, hay que multiplicar el esfuerzo; hay que llevar el mensaje a nuestros compatriotas de que eso es indispensable. No haríamos nada sin el esfuerzo que nos permita recuperarnos de los problemas anteriores, de los nuevos problemas y de las dificultades que nos trae el período especial. De modo que esa es la tarea inmediata que tenemos todos.

Les decía que uno de los problemas serios son las necesidades que tiene la gente, que tienen decenas de miles de compatriotas, de techos. Bueno, hay alguna reserva de rollos de papel de techo, alguna reserva de tejas infinitas o tejas de fibroasfalto, alguna reserva de tejas de fibrocemento; pero eso no es nada al lado de la necesidad que se nos ha creado con estos vientos en ocho provincias. Lo que hay que hacer es irlos distribuyendo ahora con prioridades a los lugares tanto sociales como económicos de más urgencia: si un almacén de azúcar se ha quedado sin techo hay que techarlo, si un almacén de fertilizantes, de alimentos, se ha quedado sin techo hay que techarlo; una lechería puede esperar más, pero hay cosas que no pueden esperar.

Los materiales para la población hay que llevarlos allí donde resulten más urgentes, improvisar soluciones y, sobre todo, ya se han dado las instrucciones, inmediatamente después del fenómeno, de poner todas las fábricas de fibrocemento a plena producción; hay una reserva de materia prima. Ahora tenemos que estar, por lo menos, un año entero trabajando en la fábrica de fibrocemento a plena producción, a plena capacidad. Hay algunas máquinas también de producir fibrocemento que deben montarse, había algún atraso en eso, como se había producido el período especial no terminaron de montar algunas de estas máquinas, pero tenemos una importante capacidad que puede producir de 200 000 a 300 000 planchas mensuales. Eso es el equivalente de 2 millones y medio a 3 millones de planchas de fibrocemento en un año.

La planta de fibroasfalto en Camagüey está en reparación, hay que trabajar las 24 horas para terminar de repararla y ponerla a producir inmediatamente, garantizar la materia prima, garantizar la electricidad para esa planta y para las de fibrocemento.

Hay que utilizar recursos naturales allí donde no haya otra cosa, y hay que importar con urgencia y dentro de los limitados recursos que tenemos algunas cantidades de rollos de papel de techo. Hay algunas cantidades compradas que tienen que venir de China, es un material caro, pero necesitamos hacer un especial esfuerzo y con la mayor brevedad posible traerlo al país; aunque nos va a llevar meses el poder disponer de toda la cantidad de algunos de estos materiales que se requieren en este momento.

El país debe hacer y está haciendo el esfuerzo máximo con vistas a resolver, ayudar a paliar esa situación. Está haciendo el máximo esfuerzo en todos los sentidos, con la electricidad, con las comunicaciones, con el agua, con el drenaje que debe realizarse. Hay sótanos inundados, pero mientras no acabe de bajar el agua en el Malecón no se puede bombear el agua. A veces los vecinos se impacientan, y no se trata de que no haya equipos disponibles para hacer eso, sino que hasta que no baje el nivel del agua se mantendrá inundado, porque se saca el agua y vuelve a penetrar.

Todas esas cosas hay que explicárselas bien a la población, lo que se hace, lo que debe hacerse. Pero yo veía ayer domingo en todas partes a la gente trabajando, recogiendo escombros, para recuperarse de la situación creada por el huracán.

Vi casas totalmente destruidas, vi muchas casas afectadas en la zona de Santa Fe, las afectaciones son bastante grandes también en toda esta zona del municipio Playa, del litoral del Malecón o próxima al Malecón. Y estaba todo el mundo trabajando, eso sí lo puedo asegurar porque lo he visto; claro, necesitan un tiempo mínimo para hacer las cosas y hacerlas bien, pero no están perdiendo ni un minuto, ni un segundo.

Ahora hay que regresar a todos estos lugares. Tengan la seguridad de que el Estado, aun dentro de las dificultades y las limitaciones grandes, está haciendo todo lo posible por suministrar ese mínimo de material que necesitamos para ayudar a esos compatriotas que se han quedado sin recursos o se han quedado en condiciones críticas de vivienda. Esto aparte de las necesidades acumuladas, no hablo de eso, hablo de los problemas creados por esta situación.

Me parece muy importante que todos los diputados estén conscientes de estos problemas y de estas necesidades, y que estén muy conscientes de que estamos atravesando una etapa muy difícil del período especial. Les recomiendo a todos en especial que no admitan el desaliento, yo diría que circunstancias todavía más difíciles ha atravesado nuestro pueblo en otros tiempos, cuando no tenía independencia, cuando no tenía Revolución. Por duras que sean las circunstancias, no podrán ser como aquellas que vivió nuestro país bajo las condiciones de la reconcentración de Weyler, que es lo que quiere repetir el imperialismo: tratar de rendir por hambre y por enfermedad a nuestro pueblo; pero no hay pueblo que pueda ser rendido si está decidido a resistir, si está decidido a luchar.

Con ustedes contamos como soldados de primera línea y como jefes de primera línea junto a los soldados, como ayer veíamos a algunos diputados por Santa Fe en medio del lodo y del fango, trabajando junto a los vecinos y a las máquinas para recoger los escombros. Allí estaba el delegado de circunscripción, allí estaba el presidente del consejo, ahí estaban los cuadros del Partido, ahí estaban los diputados de aquel distrito buscando soluciones, atendiendo a la gente, atendiendo a los albergados, trabajando, realmente, con una consagración digna de admiración.

Eso es lo que hace falta en todas partes, como en la guerra, ¿y qué es esto sino una especie de guerra en que tenemos que enfrentarnos a los desastres políticos que han tenido otros, en que tenemos que enfrentarnos al imperialismo y su acción, en que tenemos que enfrentarnos a los desastres naturales?

Ya los venezolanos vivieron una experiencia: al año siguiente de la proclamación de la independencia, el terremoto que destruyó Caracas, y Bolívar dijo: Si la naturaleza está contra nosotros, lucharemos contra la naturaleza (APLAUSOS). Nosotros lucharemos contra los enemigos políticos y lucharemos contra los desastres naturales; es mucho lo que puede hacerse. Y no olviden que aun allí donde no pueda hacerse nada, una palabra de aliento es un tesoro (APLAUSOS PROLONGADOS).

Está demostrado que somos un pueblo hecho de materia prima heroica, que somos un pueblo verdaderamente revolucionario, que tenemos un alto nivel de preparación. El mero hecho de que haya 441 graduados universitarios en esta Asamblea da idea de la obra de la Revolución y da idea de lo que hemos avanzado, como da idea de eso mismo también la composición de la Asamblea, el número de mujeres, el número de diputados de procedencia negra. Todos esos factores dan idea del avance colosal de nuestro pueblo en estos años de Revolución y son expresión de la forma en que ha desaparecido la desigualdad en nuestro país y de la forma en que ha desaparecido la discriminación (APLAUSOS). El número de mujeres, el número de compañeras y compañeros negros y mestizos, el número de internacionalistas, el número de graduados universitarios, da idea de lo que hemos alcanzado.

Y no es que estuviéramos buscando graduados universitarios o mujeres para traerlos a la Asamblea, o compañeros negros y mestizos para presentar la imagen de una composición étnica, o que estuviéramos escogiendo internacionalistas, sino que todo fue resultado de un proceso de selección a partir de los méritos y de la calidad de las personas.

Lo que han buscado las comisiones de candidatura, lo que ha buscado el pueblo es calidad. Nos honra mucho decir que esta es la calidad de nuestra Asamblea y que esta es la composición de nuestra Asamblea, y nos alienta mucho saber que hemos encontrado los caminos para lograrlo, que hemos encontrado la fórmula verdaderamente democrática, revolucionariamente democrática, para alcanzar esto. De modo que hay la calidad que se buscaba, hay el talento que se buscaba.

¡Volquemos toda esa calidad y todo ese talento a esta batalla!

¡Luchemos como hemos luchado en estos días, unidos, con valentía con heroísmo, sin desaliento, empleando métodos revolucionarios!

¡Seamos tan patriotas como hemos sido en estos días, tan revolucionarios y tan socialistas como hemos sido en estos días y, entonces, nada ni nadie, ni ninguna dificultad que nos traigan los enemigos imperialistas, ninguna dificultad que nos traiga la naturaleza, nos podrán vencer jamás!

No en balde celebramos las elecciones el 24 de febrero, fecha en que se inicia la segunda guerra de independencia; no en balde hemos constituido esta Asamblea el 15 de marzo, fecha de la Protesta de Baraguá.

Ahora preguntémonos: ¿Somos o no somos dignos herederos de aquellos hombres? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") ¿Somos o no somos dignos de honrar aquellas fechas? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") ¿Somos o no capaces de hacer lo que ellos hicieron? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") ¿Seremos capaces de cumplir los deberes que corresponden a esta generación de cubanos? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")

Estoy convencido de que sí, y el destino no se equivocó si escogió un pueblo como este para realizar semejante proeza.

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)