DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE CUBA, EN LA RECEPCION EFECTUADA EN EL PALACIO DE LA REUNIFICACION. CIUDAD HO CHI MINH, VIET NAM, 10 DE DICIEMBRE DE 1995

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Querido amigo Vo Tran Chi;

Queridos amigos vietnamitas y cubanos:

Seguramente que a lo largo de la historia ha habido muchas reuniones, muchas cenas y muchas recepciones, pero yo pienso que es difícil que se pueda producir una reunión tan emocionante como esta, en este edificio, en esta ciudad, que tanto simboliza en la historia de los pueblos.

El compañero Vo Tran Chi recordaba la vez que visité a Viet Nam hace 22 años. Eran tiempos muy difíciles, duros. Yo venía de la conferencia de Países No Alineados de Argelia, hice escala en la India, y allí recibimos la amarga noticia del golpe de Estado en Chile, que había dado lugar al derrocamiento y a la muerte de aquel gran amigo de los pueblos progresistas del mundo, y de aquel gran amigo de Viet Nam y de Cuba que fue Salvador Allende.

Yo había elaborado un programa de visitas extenso, y con motivo de aquellos acontecimientos me vi obligado a reducir; pero de todas formas tuve la oportunidad de realizar una visita hacia el sur.

Vine en un pequeño avión AN-26, soviético, y durante el camino observaba las huellas de la guerra, miles y miles de bombas lanzadas contra el pueblo de Viet Nam, contra las comunicaciones, contra los puentes; cada cabeza de puente era como un panal de hoyos en el intento de destruir las comunicaciones.

Tuvimos que marchar por muchos caminos y cruzar muchos ríos por puentes improvisados para llegar hasta la línea Mc Namara, famosa, en el paralelo 17, y allí los acompañantes vietnamitas me enseñaron los campos de batalla que habían tenido lugar algunos meses antes, cuando los grandes combates de Quang Tri y de otros lugares.

Me quedé ciertamente asombrado de ver cómo los combatientes vietnamitas habían podido conquistar aquellas extraordinarias fortificaciones, llenas de trincheras, de cañones y de fortificaciones con acero, que tuvieron que ceder al empuje y a la valentía de los combatientes vietnamitas.

Me presentaron a muchos combatientes y a muchos héroes, me reuní con unidades militares, y recuerdo una bandera que pusieron en mis manos, que hice flamear allí (APLAUSOS). Quedaron fotografías de aquella visita, imágenes muy bellas y las fotos de aquella bandera de un pueblo valiente, que guardo como uno de los tesoros más grandes de mi vida. Pero todavía el país no estaba unificado, todavía una gran parte del sur estaba por liberar; tenía que pasar el tiempo, había que trabajar mucho todavía en la organización y en la preparación de la batalla final.

Eran tiempos difíciles, tiempos complejos. La dirección vietnamita, actuando con una gran sabiduría, había logrado los acuerdos que comprometieron la retirada de las tropas yankis. Aquellas tropas habían sido derrotadas y se retiraban, pero quedaba un enorme ejército títere de un millón de hombres, armados hasta los dientes, con los mejores aviones, los mejores tanques, las mejores armas de Estados Unidos.

Pero yo no tenía ninguna duda de que cuando aquellas tropas chocaran con los patriotas vietnamitas no podrían resistir durante mucho tiempo. Esos fueron los sentimientos que experimenté en aquella ocasión, y la seguridad en la victoria; por eso, cuando meses después se iniciaron los últimos combates y el mundo recibió la noticia de la liberación de esta ciudad —que se llamaba Saigón, y desde entonces se llamó para siempre Ho Chi Minh—, el mundo celebró aquella victoria como uno de los más grandes acontecimientos de la historia moderna. Realmente los cubanos nos sentimos el pueblo más feliz de la tierra, porque se había desarrollado un sentimiento algo mayor que la amistad, un sentimiento de fraternidad y de hermandad entre los pueblos de Cuba y de Viet Nam (APLAUSOS), y eso se debía a la gran admiración que nosotros sentíamos por ustedes, que estaban luchando contra la potencia militar y económica más grande de la historia y que tenía muchos aliados.

Por el camino conversábamos con los acompañantes vietnamitas. ¿Cuánto dinero gastó Estados Unidos aquí en Viet Nam del Sur? Un millón de millones de dólares para poder impedir la unión, la independencia y la soberanía de Viet Nam. Pero un día se cumplieron aquellos sueños de Ho Chi Minh, cuando dijo que nada había más precioso que la independencia y la libertad, y que después de la guerra construirían un Viet Nam cien veces más hermoso.

¡Qué hombre tan extraordinario! ¡Qué visión tan lejana! ¡Qué convicción tan profunda! ¡Qué profético! A los 15 años se unió Viet Nam. A los 15 años, aun cuando había muerto, se produjo la unión, la independencia y la soberanía, y hoy se lleva a cabo esta gran obra de la renovación y de la construcción de un Viet Nam cien veces más hermoso.

Tampoco podemos olvidar los consejos de Ho Chi Minh al movimiento comunista internacional: ¡Unanse!, ¡manténganse unidos! ¡Cómo habría sufrido Ho Chi Minh si hubiese visto desaparecer el campo socialista de Europa, si hubiese visto desintegrarse a la Unión Soviética! ¡Qué golpe tan duro, tan terrible para el mundo y para todos los pueblos del mundo, como Viet Nam y como Cuba!

Pero como las ideas justas son invencibles, los países que persistieron en el socialismo no se derrumbaron, fueron capaces de luchar, fueron capaces de persistir en el socialismo y fueron capaces de resistir, tal como lo ha hecho Viet Nam, tal como lo ha hecho Cuba y tal como lo realizan otros países próximos a Viet Nam. Por eso pienso con optimismo.

Aquellos que aplaudieron la desaparición del campo socialista de Europa y la desaparición de la URSS, creyeron que era el fin del socialismo, y tal vez esté muy lejos de ser el fin del socialismo y esté próximo a ser el comienzo del fin del capitalismo; porque cuando ellos creyeron que el socialismo desaparecía, pensaban que el capitalismo podía ser eterno, y nada puede ser eterno, y menos el capitalismo, tan lleno de contradicciones y tan lleno de injusticias.

Los capitalistas que aplaudieron ahora están asustados con lo que pasa en la antigua URSS y con lo que pasa en los antiguos países socialistas de Europa. Hay muchas personas en aquellos países que vacilaron, que ahora piensan, meditan, ven el desorden, la indisciplina y el caos, y ven que el capitalismo no tiene ningún porvenir y que solo los países que persisten en el socialismo, a pesar de las enormes dificultades al habernos quedado casi solos, empleando la inteligencia, empleando el corazón, empleando el espíritu creador, son capaces de introducir cosas nuevas que no solo salvarán el socialismo, sino que lo perfeccionarán y lo llevarán algún día al triunfo definitivo.

Por eso hoy, en estos tiempos, podemos decir: el porvenir—y podemos decirlo con más convicción que nunca— es del socialismo (APLAUSOS). El capitalismo está en crisis, no tiene solución para ninguno de los problemas del mundo; solo los pueblos como Viet Nam, Cuba y otros, que no abandonaron los principios del marxismo-leninismo, ni del gobierno democrático popular, ni la dirección del partido comunista, marchan adelante y obtienen éxitos hoy día que no está teniendo ningún otro país del mundo.

Cuba está en una situación especial, muy próxima a Estados Unidos, a 90 millas; pero, incluso, hay una base militar allí en nuestro propio territorio y se mantiene contra Cuba un bloqueo riguroso, un bloqueo criminal; porque ellos no pueden permitir que haya socialismo en el Caribe, socialismo en América Latina, socialismo en las puertas de Estados Unidos. Creían que nosotros nos derrumbábamos también en unos días; han pasado más de cinco años y estamos allí, firmes, sólidos, con el gran apoyo de la opinión internacional, y a pesar de que tenemos que hacer grandes sacrificios, resistimos, seguiremos resistiendo y comenzamos a avanzar.

Así que otros se derrumbaron. Yo digo que se derrumbaron como la clara de huevo cuando se bate; pero nuestra Revolución no estaba hecha con clara de huevo, y estoy seguro de que la clara de huevo con que se derrumbaron algunos países socialistas se volverá un batido de hierro, y volverán a defender y a sostener las ideas justas que un día defendieron cuando la conciencia se despierte totalmente, cuando el arrepentimiento venga, cuando vean con toda claridad aquellos países ordenados, donde todo el mundo tenía ropas, alimentos, medicinas, educación, sin crímenes y sin mafias; cuando todos aquellos países en masa comprendan el gran crimen histórico que cometieron al destruir el socialismo. Y entonces la historia guardará un lugar de honor para todos los pueblos que en condiciones tan difíciles supieron mantener los principios del socialismo, y en las filas de esos pueblos estarán, como hermanos gemelos e inseparables, Viet Nam y Cuba (APLAUSOS).

Hace unos minutos, cuando anunciaban este acto, mencionaron los nombres de muchas personas que escribieron páginas heroicas en la historia. Para nosotros fue un motivo de infinita satisfacción escuchar esos nombres, porque simbolizan el heroísmo que realizó este pueblo durante decenas de años y que tanta sangre derramó cuando otros hacían negocio con la sangre de Viet Nam, cuando otros mejoraban su economía a costa de la sangre de Viet Nam, cuando otros progresaban a costa de Viet Nam, a quien creían derrotado, a quien creían destruido.

Hoy muchos de esos pueblos reconocen a Viet Nam, admiran a Viet Nam, hacen la paz con Viet Nam y cooperan con Viet Nam; pero sí la sangre noble vietnamita se convirtió en oro y en dinero para muchos. Hoy Viet Nam crece más que ningún otro pueblo de la región. Hoy la sangre noble y generosa de los vietnamitas se está convirtiendo en bienestar, en prosperidad y en felicidad para su pueblo.

Quiero abrazar de todo corazón a tantos héroes aquí presentes, a tantos héroes aquí mencionados, desde los que lanzaron bombas contra este edificio, o los que guardaron prisión durante muchos años, hasta los familiares y las viudas de los mártires que cayeron. Pocas veces en el mundo se reunió tanto honor, tanto mérito y tanta gloria.

Por eso nosotros, los cubanos que estamos aquí, tan cariñosamente recibidos por ustedes, nos sentimos llenos de felicidad, llenos de honor y llenos de gloria al recibir el tributo, la hospitalidad y el cariño de todos ustedes.

¡Vivan las ideas justas, porque nunca serán derrotadas!

¡Vivan la independencia y la soberanía, porque nada hay más bello!, como dijo Ho Chi Minh.

¡Viva el Viet Nam que se construye hoy, cien veces más hermoso! (APLAUSOS.)

¡Vivan los pueblos explotados del mundo que un día construirán también un futuro mucho más hermoso!

¡Viva la amistad, no la amistad, viva la hermandad eterna entre los pueblos de Viet Nam y de Cuba! (APLAUSOS.)