DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE CUBA, EN EL ACTO DE SOLIDARIDAD DE LA VI CARAVANA DE AMISTAD ESTADOS UNIDOS-CUBA, EFECTUADO EN EL TEATRO DEL CENTRO DE INGENIERIA GENETICA Y BIOTECNOLOGIA, EL 19 DE SEPTIEMBRE DE 1996.

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Querido hermano Lucius Walker;

Queridos hermanos ayunantes;

Queridos hermanos del Movimiento de Pastores por la Paz, y demás miembros de la solidaridad y la amistad de Estados Unidos y de Canadá;

Distinguidísimos invitados;

Compañeras y compañeros:

Realmente acabamos de escuchar lo que nosotros llamaríamos una excelente conferencia política, ética, moral, por la boca de nuestro hermano Walker.

El nos contaba que reflexionaba mucho en los días del ayuno, y nosotros reflexionábamos también mucho, y muy intensamente, en los breves minutos que nos habló. Podríamos repetir lo que él dijo con relación al no creyente, cuando dijo que en su iglesia le gustaría tener 50 no creyentes como aquel. Del mismo modo, qué honor tan grande sería para nosotros tener en nuestras filas mucha, muchísima gente como Lucius Walker; creyentes como Lucius Walker (APLAUSOS).

Vean cómo a partir de sus principios y sus profundas convicciones religiosas llega a conclusiones similares a nuestras conclusiones, y cuán alentador resulta escuchar esto en boca de ciudadanos norteamericanos, de pastores norteamericanos.

Ellos acaban de escenificar lo que posiblemente sea el ayuno más grande de la historia, en que estuvieron privados de alimentos esenciales durante 94 días.

Trato de recordar si ha habido algún ayuno mayor, y diría que sí: un ayuno moral, ayunos morales que han durado milenios, que han durado siglos. ¿Qué fue la esclavitud, sino un gigantesco ayuno moral? ¿Qué es la explotación, qué es la pobreza, los sufrimientos que les imponen los hombres, sino enormes ayunos morales?, y hemos conocido también nosotros durante más de 35 años un enorme ayuno moral por parte de aquellos que han intentado destruir nuestra Revolución, que han intentado matar por hambre e impedir cualquier progreso a nuestro país.

¿Cómo podemos llamar los intentos de asesinar a nuestra gente, a los propios dirigentes de la Revolución; los atentados, los crímenes, las amenazas; la introducción, incluso, de enfermedades; el prohibir vender aunque sea una aspirina? Cuando les digo esto a algunos visitantes no lo quieren creer, que no se puede comprar una aspirina. Así ocurre cada vez que vamos a comprar un equipo, cuando vamos a comprar algo para la salud del pueblo, lo prohíben de manera categórica, total. ¿Qué constituye eso, sino una falta de moralidad gigantesca que ha durado decenas de años?

Por eso resulta para nosotros tan conmovedor y tan alentador escuchar palabras como las que hemos escuchado aquí. Esto y la solidaridad que hemos recibido, el apoyo de muchas partes del mundo, de gran parte del mundo, que se expresa en las Naciones Unidas en los últimos años en la forma de votar contra el bloqueo, significa para nosotros, cómo se podría calificar de otra forma, pan moral para nuestro pueblo y para todos nosotros. Gracias, Lucius; gracias, hermanos Pastores por la Paz, por ese pan que hemos recibido de ustedes.

Me asombraba, realmente, cuando escuchaba a Lucius examinar cuestiones complejas, difíciles, porque no son fáciles de captar así con tanta precisión las maquinaciones contra nuestro país, los distintos procedimientos: la famosa Torricelli, el Carril I —como le llaman ellos—, cómo reblandecernos, cómo destruirnos; o la Ley Helms-Burton. En las más difíciles circunstancias de la historia del país, estábamos marchando frente a las más increíbles circunstancias y dificultades. ¡Qué bien lo explicó! ¡Con qué sentido del honor, con qué dignidad y con qué claridad! Al alcance de todos; palabras que estoy seguro de que nuestro pueblo no olvidará nunca, porque nos enseñan mucho a todos.

Fue realmente también muy alentador la descripción que hizo sobre nuestros niños y nuestro pueblo, porque eso es precisamente el fruto de la Revolución; en eso y en todos los campos, en la salud de las personas, en la seguridad de las personas, de los ancianos, de los que no pueden trabajar, de los inválidos, de los que han sufrido mutilaciones, en la lucha de nuestro país contra esa horrible actitud de indiferencia y olvido que vemos en todo el mundo.

Entonces también, utilizando el método de las preguntas, se le podría preguntar al gobierno de Estados Unidos por qué bloquea a Cuba. En primer lugar, no hay derecho de bloquear a nadie, de imponer la voluntad a ningún pueblo; pero, ¿por qué bloquear al país que educa con tantos sacrificios a esos niños y con un presupuesto de educación que crece todos los años, aun en estos años? ¿Por qué bloquear al país que tiene en todo el mundo mayor número de maestros y profesores per cápita? ¿Por qué bloquear al país donde no se ha cerrado ni una sola escuela y que en estos tiempos abre nuevas escuelas? ¿Por qué bloquear al país donde, incluso, se dan casos de un maestro con tres alumnos en las recónditas montañas, en zonas apartadas, e incluso de un maestro por un alumno para que ese alumno no se quede sin educación? ¿Por qué bloquear a un país al que le llevaron la mitad de los médicos, y hoy es el país con mayor número de médicos per cápita en todo el mundo y sigue formando médicos? (APLAUSOS.)

¿Por qué bloquear al país donde, a pesar de todas las dificultades, usted no se encuentra a los niños descalzos por las calles; donde aun hemos podido mantener el uniforme, aunque lleguen tarde los cargamentos de telas con que haremos en los próximos meses cientos de miles de nuevos uniformes? ¿Por qué bloquear al país donde no se venden órganos humanos para ganar dinero, donde no hay prostitución infantil, donde no hay escuadrones de la muerte, donde no ha habido en 37 años un solo desaparecido, un solo asesinado, un solo torturado, a pesar de todas las calumnias que se han divulgado a montones contra Cuba; donde no se ha cometido un solo crimen de Estado, donde la justicia y la dignidad que nos enseñó Martí es la ley primera del hombre?

¿Qué quieren que seamos, lo que vemos por todas partes: la gente abandonada, los niños abandonados, las drogas y todos los vicios habidos y por haber que nuestro pueblo no por la fuerza, sino por sus convicciones, su capacidad de buscar el consenso y la unidad los ha podido evitar? Entonces, en vez de bloquear a Cuba habría que bloquear casi al resto del mundo, empezando por el propio Estados Unidos (APLAUSOS). Y yo me pregunto: ¿Aun en ese caso sería justo bloquearlos a ustedes, a gente tan excelente como ustedes y como tantos millones y decenas de millones de norteamericanos que muchas veces han sido engañados a través de los enormes recursos disponibles por los que ostentan el poder?

Recordamos también aquello que dijo Lincoln de que se puede engañar a todo el pueblo una parte del tiempo, a una parte del pueblo todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo (APLAUSOS). Y eso será así, Lucius, por la batalla de ustedes; será más pronto por la lucha de ustedes, de ustedes los creyentes de las iglesias norteamericanas y de los norteamericanos y canadienses que practican la solidaridad con Cuba.

Canadá no nos bloquea, desde luego, los canadienses son los aliados de ustedes en la lucha contra el bloqueo; ellos no nos bloquean, por el contrario, han tenido siempre un gran respeto por nuestro país, un ejemplar respeto por nuestro país. Nos alienta también la lucha de los no creyentes que ustedes mencionan y respetan, como ese no creyente cubano que Lucius encontró en su camino; tiene que haber en Estados Unidos muchos como él, aunque el pueblo norteamericano es un pueblo de profundas raíces religiosas, de ahí la fuerza que tienen la Biblia y el Testamento y los grandes principios que encierra en su enorme contenido de justicia y de dignidad para el hombre. Por eso son respetados y por eso los políticos tienen que escuchar esas palabras; no pueden rechazarlas, no pueden negarlas, y son palabras verdaderamente elocuentes, de una gran fuerza, que cuando las escuchamos en boca de personas como ustedes ayudan a esa unidad que nuestro pueblo quiere preservar en todos los sentidos, entre creyentes y no creyentes.

Fuimos testigos, como explicó ya el Presidente del Instituto de Amistad con los Pueblos, de lo que ha sido la lucha de ustedes y sobre todo esta lucha de ocho meses, como dijo Lucius, desde enero hasta septiembre prácticamente.

Hay anécdotas, la gente sufría mucho, los compañeros sufrían mucho y me pedían que me dirigiera a Lucius y a los ayunantes, que habían hecho un enorme sacrificio, que cesaran en el ayuno. Bueno, pensaba que teníamos que enviarles saludos, expresarles nuestro reconocimiento, incluso nuestra preocupación; pero pedirles a los ayunantes que cesaran, era pedirles algo que, a mi juicio, iba a lastimar su dignidad, su tenacidad, su sentido del honor y sus convicciones. Digo: Estaría haciendo algo con lo que no estaría de acuerdo que me pidieran a mí en circunstancias semejantes. Si hemos dicho: ¡Resistamos todo el tiempo que sea necesario!, resistamos más de 35 años, resistamos cien años antes que plegar las banderas una vez que se ha tomado una decisión, ¿por qué los iba a lastimar pidiéndoles que cesaran en el ayuno? Por ello, no debía hacer eso y no lo hice. Deseaba explicarlo.

Yo conocía a Lucius, creo que lo conocí casi desde los primeros momentos: sus convicciones, su firmeza, su humildad; Lucius es un hombre muy humilde, y yo sabía que cuando él decía: Esto es lo justo, por ahí seguía.

Vean cómo les enseñó la forma en que él lo analiza todo a partir de sus principios, de sus ideas, y fundamentalmente de la propia Biblia, cómo él saca sus conclusiones, que es lo mismo que les pedimos a todos los revolucionarios: constantemente pensar, meditar, incluso autocriticarse.

No sé si serán muchos, Lucius, los no creyentes nuestros que se autocritican; pero también los principios de la Revolución deben ser para nosotros como una Biblia, en la que tenemos que meditar y pensar para ser mejores.

Sé que muchos de nosotros, muchos, no rezamos; pero sabemos que ustedes rezan por nosotros (APLAUSOS), y les damos las gracias, y estaremos juntos en esos principios y en esos valores, que son tan parecidos que no se diferencian unos de otros. Y nos sentimos orgullosos de tener compañeros en esa lucha por la justicia y la hermandad del hombre como ustedes. Además tenemos, como ustedes, una gran fe en que esos principios deberán prevalecer y más tarde o más temprano prevalecerán, aunque no sean muchos los que vean hoy claro el camino a seguir para resolver la montaña de problemas que actualmente agobian al mundo, expresándose de todas formas y, sobre todo, en forma de violencia y de problemas que crecen en todas partes y que no se pueden resolver con guerras ni con armas nucleares; nadie sabe para qué las quieren, sobre todo cuando se dice ya que no hay guerra fría. ¡Qué engaño, qué gran engaño para el mundo! "Prohíban las pruebas", pero no "prohíban las armas nucleares" que tienen el equivalente de un millón de toneladas de TNT cualquiera de ellas; que "prohíban esto". Hay una situación de inigualdad en el mundo muy grande, muy grande.

En aquellos días del ayuno de que hablábamos, realmente, admiramos la tenacidad, el heroísmo de los ayunantes, y sabemos que eso no fue en vano. Gracias a eso están aquí las computadoras de uso médico; gracias a eso el Movimiento de Pastores por la Paz fue mucho más conocido, y su causa, su lucha, se extendió a muchos sectores y es un movimiento que tiene ya mucha fuerza.

Por tanto, nuestras dos paciencias se unirán, nuestras dos tenacidades se unirán, nuestras dos capacidades de resistir se unirán y un día serán mayoría, amplia mayoría; y ya hoy son muchos los que piensan igual que ustedes, a pesar de que en esos días fuimos víctimas nosotros de una grosera provocación, que fue la que aquí se mencionó del incidente de las avionetas. Nosotros no teníamos ningún interés en ningún incidente, y mucho menos en momentos en que ustedes estaban librando aquella batalla del ayuno.

Recuerdo que el ayuno empezó el 21 de febrero, y entonces se realizó contra Cuba una verdadera y una grosera provocación. A medida que se venían repitiendo, repitiendo y repitiendo las violaciones del espacio aéreo de nuestro país, cada vez más descaradamente nos situaban en la necesidad de impedir aquello, porque si no ya no se podría volar sobre la Ciudad de La Habana. Los dejas, se lo permites una vez, dos veces y tres veces; pero es que ahí ni siquiera ese elemento de que volaran una vez más, o dos o tres sobre la ciudad era el elemento fundamental, porque paciencia hemos tenido durante mucho tiempo; lo fundamental que origina el incidente es que el gobierno de Estados Unidos nos aseguró que no volverían a repetirse esas violaciones del espacio aéreo.

Mecanismos que habían sido creados desde varias semanas antes al advertirles a las fuerzas de la defensa antiaérea que no se podía permitir ese tipo de hechos —se establecieron los mecanismos automáticos, porque esas cosas ocurren en cuestión de minutos o de segundos—, al recibir nosotros la seguridad de que eso no se iba a repetir, nos confiamos que por parte del gobierno de Estados Unidos se impediría, entonces nadie se acordó más de los mecanismos establecidos. Cuando vinieron con nuevas violaciones del espacio aéreo, de lo cual amenazaban constantemente cometiendo ilegalidades, solicitando rutas de vuelos para otro lugar y después variando la ruta poniendo en peligro la aviación civil por toda esta zona con esas trampas y esas mentiras, a pesar de eso nosotros habríamos sido capaces de seguir insistiendo ante las autoridades de Estados Unidos como lo habíamos hecho muchas veces; pero realmente nuestro error fue creer que las órdenes de un presidente de Estados Unidos serían respetadas, serían acatadas, serían cumplidas, pero con ese descaro característico de la extrema derecha de Miami, insistieron, insistieron, hasta provocar el incidente que deseaban.

Coincide precisamente con el momento del ayuno; coincide, además, con la campaña electoral, y ya saben ustedes lo que son las campañas electorales, cualquier cosa se hace por ganar unas elecciones, hasta disparar una bomba atómica en algún sitio si lo consideran conveniente. Cuando llega la hora de la demagogia electoral, las vidas humanas no importan para nada, las consecuencias que puedan tener las irresponsabilidades no importan. Ya se sabe que por hacer el papel de gente firme con fines simplemente electorales, hay quienes piensan que matar, tirar bombas y hacer guerra es cuestión conveniente.

Este sistema, que ha ejercido tan gran influencia en la vida de nuestro pueblo y en nuestra gente, sin que hayamos llegado a la perfección ni mucho menos, es al parecer intolerable para alguna gente dentro de Estados Unidos. No nos quieren perdonar que hayamos resistido después que desapareció el campo socialista y después que se desintegró la URSS.

Yo siempre decía: Algún día se irá conociendo toda la verdad de lo que está pasando allá, y recientemente apareció un artículo escrito por el hijo de Gromiko, que fue un destacado veterano de la diplomacia soviética —evidentemente una persona bien informada el que escribe ese artículo—, que se titula "Cómo se vendió a una gran potencia", y está la historia de cómo introdujeron como 10 carriles II, 10 carriles I para corroer por dentro a aquel país, para desbaratarlo, para desunirlo, para desintegrarlo. ¿Quién ganó con eso? Hoy nos llegan noticias muy duras acerca de lo que significó el establecimiento de un sistema capitalista —perdónenme, eso no se llama capitalista ahora, se llama economía de mercado, precio de mercado, etcétera—, donde hasta el alma se puede vender en cualquier tienda. Le han impuesto al pueblo condiciones terribles, esa es la verdad.

Hay otros que han hecho cambios, han hecho reformas de forma prudente y cuidadosa; sin embargo, es triste leer una historia como aquella, bien documentada, de todos los pasos que se dieron por los adversarios del socialismo, cómo se hicieron y cuánto se gastaron en hacer lo que hicieron, cómo lo hicieron y los principales responsables de lo que se hizo.

Claro que este es un tema que a nosotros nos toca de cerca, porque los acontecimientos destruyeron la base de nuestro comercio, en medio del bloqueo. Sin bloqueo nosotros marcharíamos adelante a muy buen ritmo; el bloqueo es el obstáculo fundamental al desarrollo económico del país y, a pesar de haber desaparecido la URSS y el campo socialista, hemos demostrado la posibilidad de marchar adelante.

Como decía recientemente, son posibles dos cosas: primera, que ningún otro país, si no existieran las condiciones de unión que hay en Cuba, las convicciones profundas que defender, la justicia de nuestra causa y la comprensión del pueblo, habría podido resistir lo que nosotros hemos resistido; segunda, que ningún país con menos hace más.

Bueno, si se dan decenas de miles de millones a tal país, y al otro tanto —no quiero mencionar países para que no se vaya a interpretar de una manera incorrecta—, en cualquier caso son decenas de miles, cientos de miles de millones que se dan, ¿por qué hay niños descalzos? ¿Por qué hay enfermos sin hospitales? ¿Por qué hay comercio sexual de niños? ¿Por qué hay droga? ¿Por qué hay corrupción? ¿Cómo puede significar eso democracia, donde los pueblos de la noche a la mañana se despiertan con leyes rigurosas, que lo mismo lanzan al desempleo a millones de personas que dejan sin pensiones a los ancianos?

En algunos países no se pagan ni los salarios —nunca había visto cosa semejante, no es que se diga en tal país o en más cual—, hace cinco meses que no se pagan los salarios. Lucius, millones de ayunos forzosos, porque ni los salarios se pagan en muchos lugares.

En este país todo lo que hemos hecho, ¡todo!, cada medida económica que se ha tomado, se ha discutido muchas veces con todos los trabajadores, con todos los campesinos, con todos los estudiantes, en la Asamblea Nacional, y se ha vuelto a discutir todo, sobre la base de la comprensión y del consenso de la población, porque ese ha sido el estilo (APLAUSOS). Eso no se ve en ninguna parte, y eso es lo que se quiere barrer.

Pero ahora tenemos por delante el hecho real de imaginarnos cómo es que el mundo puede ser gobernado, porque el mundo, con todos estos problemas, se hace cada vez más ingobernable; no hay quien lo gobierne.

La administración norteamericana quiere gobernar al mundo y no se puede gobernar a sí misma (APLAUSOS). Bueno, Estados Unidos necesita gobierno, es la realidad (RISAS). ¿Es gobernar hacer leyes que les arrebaten los derechos a los ancianos, a los enfermos? ¿Se puede gobernar promulgando la xenofobia y las diferencias étnicas, oprimiendo a las minorías, no ya solo la histórica opresión de la población negra de Estados Unidos, sino de cualquier otra procedencia, hispanos, indios? Bueno, realmente debo ser justo: a los indios no se les puede oprimir porque ya no hay indios, quedaron unos pocos, en unas reservaciones, sobre las cuales todavía se discute si debe invertirse en ellas, arrasarlas o no.

Esas leyes no son justas, las leyes antinmigrantes. Yo no creo que es un ejemplo mundial —que no es un ejemplo bueno, en mi opinión— que se esté construyendo un muro entre Latinoamérica y Estados Unidos, allí en la frontera de México, donde los mexicanos tratan de pasar de una parte de su territorio a la parte del territorio que les quitaron hace ciento y tantos años (APLAUSOS), en aquella famosa guerra, que sabemos que fue una guerra de expansión. La historia es conocida, la pobreza, la explotación. El muro que quieren construir es trescientas veces más grande, realmente, que el de Berlín y más sofisticado, y todos los días muere gente allí tratando de pasar ese muro.

Cada día hay más medios y más técnicas en ese muro, mientras la pobreza, el desempleo y la miseria crecen en todo el resto de América Latina. Son esas situaciones las que impulsan la emigración; se convierten en migraciones económicas, son gente que no tiene forma de resolver los problemas y emigran.

Y uno lee un cable que refleja la forma en que se quiere ya gobernar al mundo. Dice un cable de hace algunos días que el gobierno norteamericano envió 40 agentes para garantizar la seguridad del Presidente de Haití. Bueno, al país lo invadieron no hace mucho, y ahora tienen que enviar —fíjense si es difícil gobernar el mundo— 40 agentes para defender a la gente que tiene que garantizar la vida del Presidente. Es como si mañana, de repente, haya que enviar a Cuba 40 agentes para preservar a cualquiera de nosotros.

Yo me alegro de que la vida del Presidente de Haití, que es una persona sobre la que tengo un buen concepto, que preside un país muy pobre, con muchas dificultades, con muchos problemas sea preservada. Parece, sin embargo, una forma absurda. De la soberanía no irá quedando absolutamente nada; pero, bueno, esa es una manifestación, en detalle, de lo que significa el gobierno del mundo que pretende el gobierno de Estados Unidos. Por ese camino terminarán enviando agentes de seguridad para que cuiden a muchos presidentes en muchos países.

¿Esa es la vía de encontrar la paz, la vía de garantizar el progreso humano? Durante años armaron hasta los dientes a gobiernos militares que llegaron al poder mediante golpes de Estado sangrientos y genocidas, y ahora se discute que hay que venderles armas sofisticadas a los países de América Latina.

Por un lado, las intervenciones de la ONU cada vez que hay una guerra, un rollo, un problema, una crisis; y, por otro lado, los productores de armas de Estados Unidos y otras potencias vendiendo cada vez más y más armas, globalización de la economía mundial y a competir vendiéndoles armas a países que no tienen hospitales, que no tienen escuelas, que reducen el número de maestros, el número de médicos, el número de escuelas y hospitales, lo reducen todo. Es una contradicción.

Realmente, Estados Unidos necesita sus agentes de seguridad; los necesita allí para que las avionetas no se tiren contra la Casa Blanca, o para que los tipos no disparen desde la acera de esa mansión y todas esas cosas. Hacen falta agentes de seguridad.

Lo que quiero decir, en dos palabras, es que Estados Unidos tiene que gobernarse mejor a sí mismo antes de intentar gobernar al mundo, y les puedo asegurar que el mundo es ingobernable (APLAUSOS).

Aunque me he extendido un poco, no quiero dejar de señalar algo. Cuando quiero expresar nuestra emoción, nuestro agradecimiento y nuestro reconocimiento a lo que ustedes han hecho y hacen, entonces digo: ¿Cómo se ha comportado Cuba en materia de solidaridad? Y recordaba que nuestro pueblo revolucionario ha practicado, en una enorme escala, la solidaridad; que más de 500 000 cubanos han cumplido misiones internacionalistas, como maestros, como profesores, como constructores, como médicos, como ingenieros. ¡Más de quince mil médicos cubanos han cumplido misiones internacionalistas en los lugares más apartados, más difíciles!

Recuerdo que para Nicaragua, cuando necesitaron maestros, nosotros pedimos voluntarios y se ofrecieron 30 000 maestros cubanos; se enviaron los que ellos pedían para los lugares más apartados, 2 000, y en medio de la guerra sucia que había. Cuando asesinaron a alguno de aquellos maestros, se ofrecieron 100 000. Creo que es una medida del potencial moral de nuestro país, del potencial internacionalista de nuestro pueblo.

Soldados también para defender la soberanía y la independencia de otros pueblos. Alrededor de 2 000 compatriotas dieron su vida en acciones de solidaridad internacional; y nunca podremos olvidar —y ello nos produce hoy un especial orgullo— el papel que desempeñaron nuestros combatientes en la lucha contra el apartheid y en la lucha contra el racismo (APLAUSOS PROLONGADOS).

Este país que bloquean es el único cuyos hijos lucharon contra el fascismo y el racismo; de eso no se habla. Mandela ahora es bueno, antes era malo, un terrible terrorista que estuvo 26 años en la cárcel —la condena era todavía mayor. Cuando nuestros hombres luchaban en el sur de Angola, contra las fuerzas del apartheid, ya Sudáfrica tenía de seis a siete armas nucleares; de eso no se habló nunca, de las armas nucleares que tenía Sudáfrica. ¿Nos pueden decir ahora que nadie en Estados Unidos sabía que Sudáfrica tenía armas nucleares? Pero como había cubanos allí, no le faltaría a alguna gente deseos de que los sudafricanos lanzaran algún arma nuclear contra los cubanos. Pero nosotros presentíamos, sospechábamos que tenían armas nucleares, y tomamos las medidas pertinentes, todas las medidas y todas las previsiones posibles para evitar que pudieran hacer mayores estragos, o, incluso, para evitar que llegaran a donde estaba nuestra gente. Pero de eso no se habla, Lucius.

Recordaba esas cosas, meditaba; les decía que meditaba intensamente mientras tú hablabas y recordaba todas esas cosas, y pensaba que lo que ustedes hacen hoy por nosotros, nos alienta mucho, nos hace sentir más satisfechos de la política seguida por la Revolución a lo largo de estos años. Es decir, ustedes no están luchando contra un bloqueo que se impone a un país egoísta, sino a un país realmente generoso, que ha salvado muchas vidas fuera de las fronteras de su tierra, que ha educado a muchos niños, que ha curado a muchos enfermos, que ha creado, incluso, facultades de medicina en diversos países; no es la política del egoísmo, que es lo que hoy realmente prevalece entre los políticos, que hoy es la doctrina económica y política que se le ha impuesto al mundo.

Por eso pensábamos que no teníamos que abochornarnos de nuestro papel y que, al menos, todo lo que ustedes hacen por nosotros es algo que está en sintonía con nuestra historia y con nuestra conciencia.

Hace unos días me reuní con ustedes, el primer día que llegaron —hay algunos que ya tuvieron que regresar—, realmente me admiró la nobleza de los sentimientos, que dejaron en mí una huella inolvidable al ver hombres y mujeres de otro país, el más jovencito y el mayor de edad, de todas las edades, algunos casi adolescentes, otros adultos con muchos años, de diversas iglesias, algunos no creyentes también —porque no te preocupabas si traías, posiblemente, algunos no creyentes—, tú lo dijiste, cuando hablabas de los cientos de miles que cooperaron con ustedes por dondequiera que pasó la caravana. Y hay algo que no puedo olvidar, que creo que es un reflejo de quiénes son ustedes: cuando me saludaban, antes de que yo pudiera decirles nada, me decían: "Gracias, gracias por la lucha del pueblo de Cuba, porque Cuba existe." Esto es lo que nunca había visto, que en el momento en que teníamos que ser nosotros los que diéramos las gracias, fueran ustedes los que estuvieran dándonos las gracias a nosotros, ¡qué ejemplo de humildad, Lucius, de nobleza! (APLAUSOS.)

La lista que traía aquí era la distribución de los equipos, de las computadoras para uso médico; están procediendo los compañeros a revisarlas rápidamente para instalarlas, y ya las tienen distribuidas: Para policlínicos principales con servicios de urgencia van 45; para farmacias principales municipales, 169, porque eso combina la cuestión de la atención médica a la población con el stock de medicamentos y saber rápidamente dónde está cualquier medicina, en qué lugar; para hospitales de zonas rurales van 41; para centros municipales de información van 20; al resto de la red de INFOMED, 160. Así que ya están distribuidas, esperamos que puedan informarlo a los donantes.

Hay que ver cómo andamos de piezas de repuesto, porque tenemos que darles mantenimiento, y cómo las mantenemos. Pero a lo mejor un día en una caravana viene un poco de piezas de repuesto para estas computadoras para que estén completas (APLAUSOS).

Felicito al hermano Lucius, a los hermanos ayunantes, por esa gran proeza que hicieron, por ese gran ejemplo que han dado al mundo y que nos aporta la convicción de que esta dura batalla, librada con las armas de los principios, de la fe, de la moral y de la ética, se ganará; porque la ética, la moral y la fe no pueden ser destruidas con nada (APLAUSOS). Podrán destruir ciudades, podrán matar, pero no podrán liquidar jamás los mejores valores que el corazón y la inteligencia humana han ido desarrollando, han ido creando.

Los felicito por esa magnífica interpretación que ustedes hacen de los textos bíblicos, y esos principios, esas interpretaciones no podrá destruirlos nada ni nadie.

Los felicito, hermanos del Movimiento de Pastores por la Paz norteamericanos, canadienses. Los felicito a todos y les expreso mi más profundo reconocimiento y nuestra eterna gratitud.

¡Venceremos!

(OVACION)