DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL CONSEJO DE ESTADO DE LA REPUBLICA DE CUBA, FIDEL CASTRO RUZ, EN EL ACTO POR EL 40 ANIVERSARIO DE LA PROMULGACION DE LA PRIMERA LEY DE REFORMA AGRARIA, EN LA SALA UNIVERSAL DE LAS FAR, EL 17 DE MAYO DE 1999.

 

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

 

 

Distinguidos invitados al Encuentro Internacional con motivo del 40 aniversario de la Reforma Agraria y los que participaron en el Foro Iberoamericano de Agricultura;

Compañeras y compañeros:

Mucho se ha hablado de la Ley de Reforma Agraria a lo largo de 40 años. Pocas cosas quedarían por decir, sin repetir lo que muchas veces se ha dicho ya.

Aunque por ahí recordaban que había que conmemorar este 40 aniversario por todo lo alto, a mí me atribuyen esa frase, en realidad, yo debo decir que casi me había olvidado del 40 aniversario de la reforma agraria entre tantos y tantos problemas que hemos tenido en esta primera mitad del año. Y de repente me dijeron: No, que están reunidos en el Foro Iberoamericano; que también, simultáneamente, estaban reunidos en el evento de la reforma agraria un numeroso grupo de invitados, y que el lunes se iba a clausurar la celebración; y, bueno, por supuesto, como siempre, es el premio que he recibido a lo largo de estos 40 años, la obligación de venir a pronunciar un discurso, por muy alérgico que sea yo a los discursos (Risas) y por poca que sea la gente que crea que soy alérgico a los discursos.

En realidad, el hábito que tengo es el de tratar de profundizar en algunas cuestiones, familiarizarme un poco con el tema —el tiempo que he dispuesto para ello no es mucho—, datos y más datos a la carrera sobre lo que hicieron en el primer cuatrimestre, y cuánto creció esto y lo otro; datos de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños... Esto siempre me recuerda una discusión que tuve con Pepe, porque estábamos buscándoles nombres a las organizaciones y a otras cosas, y don Pepe me dice un día: "¡Pero cómo le vamos a poner Asociación Nacional de Agricultores Pequeños!, porque va a parecer una asociación de agricultores chiquiticos" (Risas).

Yo creo que Pepe tenía razón y, a la vez, no la tenía, porque al fin y al cabo es la costumbre la que suele dar nombres a las cosas, y cuando usted está buscando —y por aquellos tiempos teníamos que buscar muchos nombres para cada una de las cosas que inventábamos—, no solo tenían que ser letras que reflejaran el contenido de la organización, sino también tenían que ser sonoras, tenían que ser rítmicas —como diría un poeta—, y me pongo a pensar en las alternativas: Lo de agricultores pequeños o pequeños agricultores no se podía quitar, porque era eso, y era una asociación nacional, tampoco se podía quitar. Bueno, había que cambiar el orden, porque si no decía ANAP, es decir, agricultores pequeños, tenía que decir ANPA; sin "h" si quieren, pero, bueno: los miembros del ANPA (Risas). No faltaba más que decir la mafia del ANPA (Risas).

Tuvimos que cometer una violación del sentido exacto, así, cambiar las costumbres y ponerle pequeños, y yo no creo que hoy nadie piense que la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños sea una asociación nacional de enanitos; en todo caso, podemos decir que la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños es una asociación nacional de gigantes (Aplausos). Eso han sido y serán realmente nuestros campesinos ayer, hoy y mañana.

Obviado el problema, Pepe... ¡Caramba!, ahora que te veo después de tantos años —no, no después de tantos años sin verte, sino después de tantos años que estoy viéndote—, se podía haber puesto Asociación Nacional de Agricultores Jóvenes, porque tú pareces un muchacho (Risas y aplausos) después de tantos años de lucha. Además, eso está probado, ¿no? No voy a decir cómo, ¿no? (Risas); pero creo, más o menos, que me aproximo si digo que Pepe es padre de una numerosísima prole y no cometeré la indiscreción de preguntarle cuántos años tiene el último (Risas).

Bien, su asociación la fundó y la dirigió durante muchos años. Expresaba hoy aquí su actual presidente, el compañero Lugo, los éxitos que ha ido alcanzando en estos tiempos en que tanto necesitamos el esfuerzo de nuestros campesinos y de nuestros agricultores.

El mencionaba cifras. Para nosotros es motivo de aliento escuchar esas cifras y, a la vez, es motivo de tristeza. Qué curioso, ¿verdad? De aliento cuando vemos que, en medio de tantas dificultades, falta de recursos, en medio de este período especial en que la voluntad y el patriotismo se convierten en el recurso fundamental, ellos son capaces de demostrar, con los logros que exponen, los avances que a pesar de todo están logrando.

Lugo habló de la ANAP, pero, a la vez, habló de la agricultura en general. Dice, por ejemplo, que para la agricultura no cañera se alcanzó un crecimiento, en este primer cuatrimestre de 1999, de 26% por encima de lo alcanzado en el mismo período el pasado año; que alcanzaron en cultivos varios, dentro de ese crecimiento de la agricultura no cañera, un 35%. Son cifras importantes no solo en porcentaje, sino también en números, en millones de quintales producidos en cada uno de esos cultivos.

El explicaba cómo este año se alcanzó una cosecha de papa, la más alta de todas, con excepción de 1996; pero se podía decir que se ha alcanzado esta, la más alta de todas, con excepción de 1996, con menos superficie sembrada que en el año 1996, con bastante menos superficie. Habría que señalar que han logrado en esos incrementos de la cosecha de papa, los más altos niveles que se han alcanzado nunca por hectárea. Creo que están ampliamente por encima de los 7 000 quintales por caballería.

Me imagino los amigos latinoamericanos del Foro cuánto trabajo pasarán para entender esto de producción por hectárea y producción por caballería, porque ellos usan otras muchas medidas. Para ellos y para los otros latinoamericanos, me parece conveniente aclarar que una caballería es una medida, de las muchas que nos dejaron los españoles, que equivale a 134 000 metros cuadrados de superficie; es decir, 13,4 hectáreas por cada caballería. Y aunque cada vez nos adaptamos más al sistema métrico decimal, siempre queda el recuerdo y la costumbre de medir las producciones por caballería y medir la superficie por caballería.

Esa cosecha de más de 7 000 quintales de papa está entre las 25 y 30 toneladas por hectárea. Tendría que ponerme a multiplicar 7 500, dividiéndolo entre 13,4 y da el número de quintales por hectárea (Saca cuentas). Estoy acostumbrado a sacar mentalmente las cuentas rápido, pero yo mismo me he complicado esta tarde. En toneladas, son casi 350 toneladas por caballería. Eso hay que dividirlo entre 13,4. ¿Alguno sacó la cuenta? ¿Por qué no sacan un lápiz por ahí? (Risas.) Son 26 toneladas por hectárea. Veintiséis y un poquito. ¿Tú eres matemático? (Le dice que es profesor de historia.) ¡Profesor de historia! ¿Y estás como invitado de qué? (Le dice que es administrador de una UBPC.) ¡Ah!, bueno, eso sí. Está bien, tienes derecho a saberlo (Risas).

Veintiséis es una cifra alta, pero hay algunas que alcanzaron más de 30. Ese es el promedio, 26 toneladas por hectárea y algunas alcanzaron mucho más de 30 toneladas. Es la más alta que se ha logrado nunca, a pesar del Thrips palmi, una plaga reciente y sospechosa de las muchas que aparecieron después del triunfo de la Revolución.

Lugo hablaba también de los resultados económicos. El 85% de las Cooperativas de Producción Agropecuaria es rentable, con un costo por peso de producción de 72 centavos. Nunca fue tan alta la rentabilidad de las cooperativas agropecuarias.

Nos habló también de cómo rebasa ya de 600 el número de Cooperativas de Créditos y Servicios con carácter, como les llaman, de cooperativas fortalecidas. Consiste en una serie de medidas tomadas para hacer más eficiente el trabajo de esas Cooperativas de Créditos y Servicios, que están constituidas por campesinos individuales, pero que comparadas con las Cooperativas de Producción Agropecuaria en que las tierras se unieron, estas disponen de tractores, camiones, combinadas, todos los equipamientos que no puede tener un pequeño campesino.

En estas Cooperativas de Crédito y Servicios, donde están agrupados los productores individuales, ellos necesitaban, por ejemplo, un tractor y han buscado un tractor que presta servicios a muchos de los campesinos; o un camión, u otros vehículos, u otros medios que ayudan al trabajo. Ese es un movimiento relativamente reciente que se fue desarrollando en los últimos años, porque antes el esfuerzo ellos lo consagraron a la unificación, y se veía como la solución ideal, y sin duda lo es, la unión de las tierras, a los efectos de poder crear mejores condiciones de trabajo y de vida para los campesinos, porque en cada una de esas cooperativas, las CPA hicieron el pueblo, la escuela está al lado de aquel pueblo, y junto a esto, otras muchas ventajas.

Nuestro pueblo no tiene la costumbre de vivir en aldeas. Cuando explico esto, estoy pensando en los invitados, para no tener que buscar un diccionario especial para ellos. CPA quiere decir Cooperativa de Producción Agropecuaria, son cooperativas que se crearon a lo largo de muchos años con la reunificación de las tierras de los campesinos. Las Cooperativas de Crédito y Servicios, CCS, eran cooperativas para apoyar a los campesinos individuales, cada uno trabajando en su tierra. Claro, hacían muchas gestiones de créditos y de cuestiones que estaban relacionadas con los intereses de los campesinos, de eso se ocupaban esas cooperativas, pero no disponían de otras ventajas. El productor individual, con 6 hectáreas, 10 hectáreas, 12 hectáreas, 20 hectáreas, no podría disponer de grandes combinadas y grandes tractores. Estarían subutilizados.

En especial, después que surge el período especial, en que ya no existían las condiciones mínimas, realmente, para continuar avanzando en un proceso de unificación de las tierras, aparte de un principio, que la Revolución Cubana estableció desde el primer día, de que siempre se respetaría la voluntad de los campesinos y que jamás ningún campesino sería presionado para unificar sus tierras, a fin de crear unidades agrícolas de mayor tamaño donde se podía obtener una utilización mucho mejor de las máquinas, de las combinadas, etcétera, imagínense ustedes, una combinada cañera no puede trabajar en 5 hectáreas aquí, 10 hectáreas allá; se haría absolutamente incosteable el corte mecanizado, se hace imposible, la falta de recursos hizo inevitable cambiar de política y reducir el tamaño de las unidades agrícolas.

Eso en cuanto a la caña y a otros cultivos. Esto no afectaba al tabaco o a otras producciones similares. En cuanto al tabaco, la vida ha demostrado que lo ideal es el pequeño productor independiente, en nuestro país y para el tipo de tabaco que nosotros cosechamos en que hay que recoger hoja a hoja, un proceso que no se puede mecanizar. Se pueden tecnificar otras muchas cosas en este cultivo, como los semilleros, para buscar más productividad en la siembra, se pueden aplicar técnicas sencillas que aumenten la productividad del cosechero individual.

También hay cooperativas de producción tabacaleras—pero no muy grandes— en que han logrado hasta el sistema de riego por cinta, que facilita mucho el riego e incrementa la productividad. Son técnicas que, desde luego, no se pueden usar en una pequeña parcela; pero el tabaco, al igual que el café en las montañas y otros cultivos, es realmente un cultivo artesanal en que funcionan muy bien las pequeñas unidades, en las cuales se pueden introducir técnicas que incrementan la productividad.

En tabaco, sin embargo, hay algunas cooperativas de producción eficientes en San Antonio de los Baños, por ejemplo. ¿Cuántas hectáreas de capa tienen allí? (Jordán le dice que 70 caballerías.) Son más o menos 940 hectáreas.

¿Ustedes tienen allí UBPC? (Le dicen que UBPC.) No son cooperativas de producción agropecuaria, aunque sí bastante similares; son UBPC, otra palabra más para la nomenclatura.

Esto se explica así: en nuestro país, además de los productores campesinos que fueron los que se encontró la Revolución y a la mayoría de los cuales la Revolución hizo propietarios de las tierras que ocupaban, y por las cuales pagaban rentas elevadas, elevadísimas rentas a los grandes terratenientes, o eran precaristas, no tenían título de propiedad, constantemente amenazados de desalojo; unos pocos disponían de tierras propias, pero la inmensa mayoría recibió las tierras de la Revolución, esos son precisamente los que constituyeron la ANAP. Después, de esos mismos campesinos, surgió una cantidad de Cooperativas de Producción Agropecuaria —ya son dos formas—; y estaban además las grandes empresas estatales, hoy transformadas, una gran parte de ellas, sobre todo al sobrevenir el período especial, en Unidades Básicas de Producción Cooperativa.

¿Cuál es la diferencia entre una CPA y una UBPC? Las CPA tenían algunos años de creadas. Después del período especial fue necesario reducir las grandes empresas agrícolas estatales, crear unidades más pequeñas, y se les entregó en usufructo gratuito la tierra a los trabajadores que laboraban en esas grandes unidades agropecuarias, con algunas excepciones. Había algunos centros especiales, centros genéticos de muy alto valor, algunas áreas se reservaron como empresas del Estado, pero se entregaron a los trabajadores alrededor de 2 800 000 hectáreas de tierra en usufructo gratuito, y ellos son los que administran esas unidades básicas de producción, exactamente como lo hace una cooperativa de producción agropecuaria. Se les entregaron con los equipos pertinentes y con los rebaños pertinentes si eran de carácter ganadero.

Los equipos y todo eso se supone que lo paguen en mucho tiempo, digamos, con la esperanza de que eso lo paguen con su producción, con muchas facilidades de pago.

Esas son las Unidades Básicas de Producción Cooperativa. Ellos las administran, son los dueños de la producción, y algunas de ellas obtienen, incluso, hasta algunas máquinas grandes, como una combinada cañera; porque en estas circunstancias siempre procuramos, en la agricultura, preservar los equipos de gran peso como, por ejemplo, equipos de buldoceo u otros similares, cuyas capacidades sobrarían para una de estas cooperativas, mantenerlos en empresas centralizadas y que las Cooperativas de Producción Agropecuaria o las UBPC reciban el servicio de esas grandes máquinas.

Todos los vehículos, tractores, aperos de labranza, todo eso es de ellos, lo tienen ellos. Ahora, si es una gran combinada cañera, carísima, con motores de gran potencia y mucha más productividad, no la podrían tener porque les sobraría máquina allí. Además, dentro de una programación de zafra hay que cortar caña en esta zona, en la otra; esas están más bien a nivel de central azucarero, aunque hay cooperativas, CPA y otras que tienen algunas de las primeras máquinas que hicimos, que las trabajan y las explotan bien. Las más modernas, las más grandes, son muy costosas y se necesita maniobrar con ellas. A veces llueve aquí y hay que moverse hacia otra zona, de acuerdo con la maduración de la caña, la humedad del suelo, etcétera. Por eso algunos equipos se mantienen concentrados.

Esa es la tercera forma de producción que tenemos. En resumen, están los campesinos individuales, que integran las Cooperativas de Créditos y Servicios; los campesinos que se han cooperativizado constituyen las CPA; las tierras estatales de las grandes empresas que se entregaron a los trabajadores son las UBPC, y, aparte de eso, pequeñas parcelas de tierra que tienen muchos ciudadanos para autoconsumo y para algunas producciones que van al mercado. Además está la agricultura urbana, que son los organopónicos que se han creado después del período especial en las ciudades, que algunos pertenecen al municipio y otros pertenecen a un pequeño grupo de agricultores o de ciudadanos de la ciudad que se ocupan de la producción y la comercialización.

Hay otras unidades, por ejemplo, las casas de cultivo, que son muy caras, costosísimas, de muy alta producción; esas casas de cultivo las tiene el Ministerio de la Agricultura, las va ubicando a medida que puede —ya deben tener alrededor de 30 ó más. ¿Cuántas tienen ya ustedes? (Jordán le dice que tienen 30 de media hectárea, 5 000 metros cuadrados, y 200 de 300 metros.) Es decir que hay distintas formas de propiedad y explotación de la tierra.

Hago estas explicaciones fundamentalmente para los visitantes, aunque cuando Lugo habló —repito—, se refirió a la agricultura en general; algunos temas eran referidos a toda la agricultura y otros referidos a la ANAP, es decir, en este último caso, los campesinos individuales y los campesinos cooperativizados. Y, realmente, son alentadoras esas medidas; esos esfuerzos se han ido logrando en tiempos difíciles, discutiendo con ellos, analizando costos, analizando precios, adoptando medidas que promuevan el incremento de la producción agrícola.

Vamos a ver cómo marchan las UBPC; me imagino que las UBPC cañeras, que eran las que tenían más dificultades, que tienen actualmente un ingreso mayor, mejores precios para la materia prima, estén en condiciones de alcanzar también la rentabilidad, con los mejores precios y un mucho mejor trabajo.

La vida ha demostrado que los campesinos eran más aptos para unir tierras y explotarlas con elevada eficiencia; han demostrado su capacidad de reducir costos y obtener eficiencia los campesinos individuales cuando se agrupan, y, sin duda, ese fue un gran paso de avance. Son más aptos que los obreros agrícolas cuando se convierten en propietarios de la producción, de los medios y administradores de su propia producción; tienen más tendencia al ahorro los campesinos, por tradición.

Los otros se acostumbraron a los grandes gastos de las administraciones y a otra forma de administración, y algunos de aquellos vicios los transfirieron a las UBPC, no obstante las ventajas que significaba para ellos, en muchos sentidos, ser realmente los propietarios de aquellas producciones, digamos; y algunos colectivos recibieron tremendas plantaciones estatales, como plantaciones arroceras que habían sido adaptadas ya, estaba bien desarrollado el sistema ingeniero u otros métodos de productividad.

Están las UBPC de Sancti Spíritus. ¿Cuántas hay allí? (Le responden que seis.) Antes era una sola empresa gigante. Allí tienen las combinadas arroceras, los tractores, lo tienen todo.

Creo que están marchando bastante bien esas UBPC arroceras, con altos rendimientos, pero las inversiones son grandes. Tenemos la idea de llevar todas las tierras arroceras al sistema ingeniero, con un sistema más sencillo que el que estábamos haciendo hace 10 años, menos costoso pero muy eficiente. La experiencia ha ido enriqueciéndose con relación a todo ese tipo de plantaciones; pero hay algunas plantaciones grandes, como las arroceras, en las UBPC.

Así tenemos que marchar con distintas formas, yo diría; cada producción con su traje a la medida, con los métodos adecuados, sin dogmatismo de ninguna clase.

Creo que con esto, para los invitados pueden quedar más claras las distintas formas de producción agrícola de que disponemos, incluidas grandes áreas reservadas, áreas de bosques que se han sembrado y que han crecido atendidas por el Estado. Ya en nuestro país prácticamente no había bosques, quedaba alrededor del 15% de la superficie con áreas forestales, algunas muy pobres, y se ha logrado elevar al 22% la superficie cubierta de bosques en el país; se han sembrado miles y miles de millones de árboles, hay que defenderlos, hay que atenderlos. De modo que hemos ido aprovechando todas las experiencias, y sin rigidez de ninguna clase las hemos ido adaptando a la forma de producción más conveniente a nuestra agricultura.

Dentro de los éxitos que va obteniendo la agricultura debe mencionarse también la agricultura cañera, que está aparte de la de cultivos varios, de la agropecuaria, que gira alrededor de cada fábrica de azúcar, y ellos han elevado también la producción cañera, a pesar de la descomunal sequía, en un 15%; han obtenido mejores resultados también en la industria. Y aunque es un momento de precios muy bajos del azúcar, de esa rama viven cientos de miles de trabajadores que, además, por tradición de siglos, puede decirse, han cultivado caña; la economía del país tiene que soportar ahora a pie firme los bajos precios, esos llamados precios mundiales del azúcar, porque no es un problema solo económico, es también un problema social importante.

Hay tanto desorden económico en el mundo actual, tantos subsidios y cosas parecidas, que el azúcar, al precio del mercado mundial, que hace dos años estaba a 10 y hasta a 11 centavos, este año llegó hasta 5 centavos el precio de la libra de azúcar; ahora ha subido algo. Pero en esa rama es de una importancia enorme la eficiencia, los ahorros de combustible, de materias primas, es una proeza lo que hay que hacer allí, y la que están haciendo nuestros trabajadores azucareros. Al problema ahora lo que hay es que buscarle fórmulas, a través de los derivados de la caña y otros procedimientos, porque de eso viven un gran número de familias y de trabajadores, excelentes trabajadores en este país.

A esos problemas estratégicos con relación a la industria azucarera se enfrenta hoy nuestro país, y, desde luego, racionalizando al máximo. No es lo mismo cuando recibíamos hasta 28 centavos por la libra de azúcar. Entonces, se podían sembrar hasta tierras marginales, aunque, por lo general, las cañeras no eran tierras marginales.

Hay áreas más secas y áreas menos secas, unas mejores y otras peores, unas con más rendimiento y otras con menos rendimiento, unas con regadío y otras sin regadío; todo eso tiene que ser objeto de profundos análisis.

La caña es un cultivo noble, porque no obliga a roturar la tierra todos los años como el maíz y otros cultivos. Realmente nosotros no podemos sustituir un cultivo de caña por un cultivo de maíz, porque los costos que tendría la tonelada de maíz serían realmente muy altos. Roturando la tierra todos los años y dependiendo del régimen de lluvias naturales aquellos que no tengan regadío, y dependiendo de los vientos y otros factores, de ninguna forma resulta aconsejable sustituir esas tierras para sembrar maíz. El trigo lo hemos intentado, pero pasaría exactamente igual.

Les cuento una cosa. Nosotros logramos fórmulas de comercio con la URSS y con el campo socialista que ponían fin al intercambio desigual. Eso se origina en el hecho real de que nosotros hacíamos con ellos convenios comerciales por cinco años. Por una tendencia universal los productos industriales aumentaban cada año de precio, y si nosotros hacíamos un convenio por cinco años a tal precio para el azúcar, descubríamos al final del quinquenio que el azúcar que exportábamos tenía menos capacidad adquisitiva, porque habían aumentado los precios mundiales de los productos industriales.

Cuando el del petróleo se disparó de 2 dólares por barril, en el año 1972 empezó a subir, a subir y a subir hasta alcanzar 35 dólares en el año 1980 y se mantuvo por encima de los 30 dólares entre 1980 y 1985 —después comenzó a bajar a un nivel bastante inferior el año pasado; ha empezado a remontar en los últimos meses—, ya nosotros, antes de 1972, en un momento coyuntural de azúcar a precios razonables, logramos un convenio con la Unión Soviética sobre lo que se dio en llamar precio resbalante; es decir, para una canasta de productos de los que ellos exportaban, si aumentaban de precio, en la misma medida aumentaban los precios de nuestro azúcar.

Aquello era un comercio realmente justo, porque una de las grandes tragedias de los países del Tercer Mundo es que sus productos no solo son sustituidos por productos sintéticos muchas veces. Hoy el azúcar mismo tiene una tremenda competencia con determinados edulcorantes que salen del maíz, por ejemplo, y son edulcorantes con menos calorías, desde luego; se emplean en menores cantidades, puesto que tienen el poder de endulzar muy superior al azúcar, y el que se va a tomar un refresco de esos lo que le interesa es no consumir muchas calorías y, además, que tenga el dulce necesario.

Han surgido muchos de estos productos de la industria química o de la industria de transformación de las materias primas que se han convertido en una tremenda competencia para el azúcar, que, desde luego, es un producto alimenticio, sin duda; fuente de calorías indispensables.

El otro producto edulcorante no tiene calorías y el Tercer Mundo bien que necesita de calorías, desde luego; pero en muchos países industrializados lo que se consume no es el azúcar, sino estos edulcorantes procedentes también de un producto natural como el maíz u otros cultivos. Tienen más poder edulcorante, sencillamente, que el azúcar. Han surgido competencias nuevas.

Es posible también que al descender el precio del petróleo, algunos países, como el mismo Brasil, que producían una parte del combustible a partir de la caña, hayan considerado más conveniente reducir esas producciones incrementando la de azúcar, porque todo depende del precio que tenga el petróleo. En definitiva, el azúcar ha ido sufriendo las consecuencias de todos estos fenómenos.

Nosotros, antes del período especial, recibíamos 28 centavos por la libra de azúcar que exportábamos a la URSS. ¿Qué quiere decir esto? Que una caballería que produzca 100000 arrobas de caña —y no es su máximo potencial, con riego y fertilizante puede producir 150 000 y hasta más, y en una caña nueva de frío puede llegar hasta 30 toneladas de azúcar por hectárea; no se puede pensar en eso, ya eso requiere una atención sofisticada—, significa una producción por hectárea de 10 toneladas de azúcar, más 3 toneladas de melaza.

Permítanme decirles que con una hectárea de 10 toneladas de azúcar, en virtud de aquellos precios resbalantes, nosotros comprábamos más de 40 toneladas de trigo y alrededor de 30 de arroz. Vean si era o no negocio tener caña en aquellos tiempos en que habíamos logrado un intercambio justo con la Unión Soviética, y no en tanto grado, pero en un grado importante, con los demás países socialistas. De modo que al desaparecer la URSS y todos aquellos acuerdos y convenios, el poder adquisitivo de nuestro azúcar ya venía a ser una tercera parte de lo que era antes de que eso ocurriera.

Lo más importante era el combustible. El acuerdo de precio resbalante lo suscribimos antes de la explosión del precio del petróleo. Es por ello que al subir el precio del petróleo a esos niveles tan altos, subió el precio de nuestro azúcar. Ese es el factor que determina que nuestro azúcar alcanzara niveles de precios tan altos; pero con aquel azúcar no solo comprábamos petróleo, comprábamos también trigo —no todo el que necesitábamos, pero una gran parte del trigo—, comprábamos maíz, comprábamos productos agrícolas como girasol, o aceite de girasol, algodón, comprábamos materias primas de todo tipo, fertilizantes, madera, metales, equipos, piezas de repuesto, infinidad de productos y de insumos para la agricultura y para la industria. Todo eso se vino abajo de un día para otro.

Digamos que en 1990 —creo que fue en 1990— ya había avanzado mucho la perestroika y algunas otras cosas y el caos estaba entronizándose en las filas de nuestros antiguos clientes, de modo tal que se produce una primera baja del precio del azúcar a 500 rublos la tonelada. En esa época era rublo, pero el rublo era equivalente al dólar.

Eso fue en 1990, si mal no recuerdo; pero ya en 1991, cuando vino la desaparición total y se acabaron todos los precios y prácticamente los suministros de combustibles, tuvo que salir el país a buscar combustible al mercado mundial con aquellos precios de veintitantos dólares que tenía el barril de combustible. De modo que si cuando triunfa la Revolución en 1959, nosotros, con 1 tonelada de azúcar —entre cuatro y cinco centavos el precio de la libra— comprábamos alrededor de 8 toneladas de petróleo, cuando se derrumba la URSS y se produce el período especial, con el precio del azúcar en el mercado mundial, se podía adquirir alrededor de 1 tonelada de petróleo. El país, cuando aquello ocurrió, estaba consumiendo 14 millones de toneladas. ¿Cómo sostener la vida del país en esas condiciones?

El consumo en 1959 era de 4 millones. Nosotros con unas 500 000 toneladas de azúcar comprábamos todo el combustible que la nación requería. En 1990 ya teníamos producciones de azúcar de alrededor de 8 millones de toneladas, un precio que permitía adquirir todo el combustible y las demás cosas que mencioné, entre ellos, 500 000 metros cúbicos de madera aserrada. Hoy nuestra producción maderera, que ha ido creciendo, rebasa ya los 50 000 metros cúbicos. El resto de la madera para construir y otros usos hay que importarlo, y también aumenta de precio, porque la deforestación y la explotación abusiva de los bosques, entre otros muchos problemas, han traído una creciente escasez de madera y la elevación de los precios.

Se vio nuestro país sin combustible. De este modo tuvimos que atravesar los primeros años del período especial: sin combustible, sin materias primas, sin muchos de los alimentos que llegaban, sin fertilizantes, sin algodón para las industrias textiles, sin piezas de repuesto, porque es que lo que producíamos de azúcar, nuestra fuente fundamental de ingreso en convertible al llamado precio mundial, prácticamente no alcanzaba para adquirir solo el combustible.

Vean qué situación. Algún día la historia tendrá que escribir y hablar sobre eso. No vamos nosotros a calificar la proeza, que sean los tiempos futuros y las futuras generaciones de Cuba y del mundo los que la califiquen.

Vinieron entonces los momentos más increíblemente difíciles. Todo el mundo creía que se derrumbaba la Revolución en cuestión de semanas, en cuestión de meses. Algunos contaban los días; pero no contaban con nuestro pueblo, su espíritu de lucha, su patriotismo, su capacidad de sacrificio y de resistencia, no solo si nos agreden y nos invaden. Si nos invaden, todos sabemos que jamás, por muchos soldados que movilicen, y mucho menos en estos tiempos en que los ricos y poderosos industrializados quieren hacer guerras sin bajas, ya se imaginarán ustedes, los campesinos especialmente y todo el país, lo que ocurriría cuando cada casa, en el frente y en la retaguardia se convierta en una potencial fortaleza, y cada árbol, cada montaña, cada arroyo, cada matorral de marabú, en la ciénaga y en los lugares secos, en las montañas y en el llano se convierta en un posible puesto de combate, porque la vida ha demostrado que incluso países como la República saharauita han sido capaces de luchar durante muchos años en pleno desierto donde no hay un árbol.

Cuando la lucha se convierte en una lucha no de divisiones contra divisiones, sino en lucha de hombre contra hombre, y de hombre contra mujer, y de hombre contra jóvenes, adolescentes, hombres maduros y de todas las edades, esa es una lucha imposible para quien intente realmente apoderarse de este país.

Lo estamos viendo ahora en esa guerra que aquí mencionó el uruguayo. Es de bombardeo con armas inteligentes, es tecnológica, sin bajas; pero si la guerra se convierte en una guerra por tierra, todo cambia. Allí los yugoslavos han demostrado la capacidad de resistir enjambres de aviones, ¡enjambres de aviones destruyéndolo todo! No atacan directamente a las residencias, aunque a cada rato las bombas van a parar a las viviendas de la población. Están destruyendo todos los puentes, todas las comunicaciones, todos los servicios, todas las fábricas de medicamentos, todos los centros de combustibles, es decir, privando al país de todos los medios de vida.

Pronto cumplirán dos meses de bombardeos por parte de la potencia más poderosa que ha existido jamás en la historia, más las armas de la OTAN que comprende la Europa industrializada y, además, Canadá. Todo ese inmenso poderío y todas esas armas sofisticadas no han logrado doblegar al pueblo yugoslavo, fundamentalmente al pueblo serbio, y la lucha es por aire. Tiene el país las cualidades, y ese ejemplo es un ejemplo digno de tomarse en cuenta.

Nuestro país posee capacidad no solo para resistir en la defensa de su tierra, tiene la capacidad de resistir todos los sacrificios que han sido necesarios para soportar este período especial. Yo diría que en eso está su más grande proeza cuando la economía quedó en estas condiciones en que perdimos nuestros mercados y nuestros precios. Por ejemplo, los cítricos todos se exportaban prácticamente a la URSS y al campo socialista. Hubo necesidad de buscar mercados de cítrico. Claro, esa situación hizo sufrir mucho a las plantaciones en Isla de la Juventud, de Jagüey y de otras partes, si no había pesticidas, ni había herbicidas, ni había combustible para darles las atenciones necesarias. Con cuánto trabajo se fueron levantando esas plantaciones y otras.

La caña sufrió el embate de que las plantaciones estuvieron años sin fertilizantes, sin atenciones culturales indispensables por falta de combustible, sin reposiciones de cepa, y esas consecuencias se vieron cuando resultó imposible mantener las producciones alcanzadas. Todavía el primer año después del período especial tuvimos una producción de 7 millones de toneladas, y al año siguiente cayó a un poco más de cuatro, ¿no? ¿Ustedes lo recuerdan? Fue la última vez que celebramos en Cienfuegos el 26 de Julio. ¿No hay ningún cienfueguero por ahí? ¿En qué año fue? (Le dicen algo.) No nos trajo demasiado suerte, ¿no? Bueno, ese año sí; quizás debimos haber celebrado en Cienfuegos otra vez, porque ese año la producción fue de 7 millones de toneladas. Pero el otro año ya se redujo por lo menos en 3 millones. ¿Alguien lo recuerda?

En 1992 fue de 7 millones, y en 1993, ¿cuánto fue? (Le dicen que 4,2 millones.) Todo el golpe de que hablaba: se acabó el regadío entre otras cosas, no había combustible; hubo que cortar hasta la última caña, se acabó esa caña que se dejaba de reserva cada año para empezar la zafra con caña de un poco más de edad; se redujeron considerablemente las siembras. Siguió bajando la producción hasta tres y medio; se hizo un enorme esfuerzo y se volvió a elevar a más de 4, volvió a caer. Fueron condiciones agónicas para la industria azucarera.

El azúcar dejado de producir como consecuencia de todo aquello, desde el año 1992 en que alcanzamos todavía 7 millones de toneladas hasta este año, en siete años, aun a los precios deprimidos e injustos del mercado mundial, equivale a casi 5 000 millones de dólares de ingreso bruto, que es lo que nos ha costado directamente la ausencia de todos aquellos componentes. Sería mayor la suma si hacemos la comparación partiendo del promedio de 8 millones de toneladas que habíamos alcanzado normalmente. Los costos por tonelada se elevaron considerablemente, ya que de todas formas usted tiene que reparar los centrales, mantener la dotación de trabajadores y hacer enormes esfuerzos por limpiar la caña aunque sea a mano. Hay un gasto en salario, gasto en muchas cosas, que hay que hacer de todas formas, casi lo mismo si se producen 4 millones que si se producen 8 millones. El golpe aquel solo en la rama azucarera significó la pérdida mencionada, en divisas convertibles, en este período especial, ¡y las cosas que pueden hacerse con cinco mil millones de dólares, aun descontando los gastos adicionales en determinados insumos que hay que hacer para una producción mayor!

Les explico algunos de estos elementos para que tengan una idea de los porqués, y por qué fue tan duro ese golpe en que se perdieron mercados, precios y suministros, mientras, a la vez, nuestros honorables vecinos del Norte recrudecían el bloqueo, inventaban nuevas y nuevas leyes, para rematarnos : Torricelli, Helms-Burton y demás basuras por el estilo, y cada vez que les daba la gana, con motivo de cualquier ley, una enmienda, un parche, como le decían aquí, para endurecer el bloqueo, para que nuestro transporte de mercancías, desde miles de kilómetros de distancia, resultara más caro, para que nuestra flota mercante no pudiera abastecer, para que los barcos que traían mercancías aquí no pudieran ir a puertos norteamericanos y, como consecuencia, elevar el precio y el costo del transporte. Había que salir por el mundo a pescar un barco que no llegara a las costas de Estados Unidos. Y nuestra flota, nuestra heroica flota mercante, ¡lo que ha tenido que rendir, y lo que ha hecho en estos años, como lo ha hecho también nuestra flota pesquera!

La pesca ha sostenido producciones y ha ido haciendo mejor trabajo, comercializando mejor los productos.

El tabaco sufrió como la caña, igual, y cayeron las producciones y las exportaciones. Parece un sueño eso de que estemos hablando ahora de 200 millones de unidades, y que tiene una demanda tremenda, no alcanzan todos los tabacos torcidos que nosotros produzcamos. Y en Nueva York, el viajero que compre aquí una caja, casi casi paga el viaje de ida y vuelta y la estancia de una semana, porque le pagan hasta 40 dólares y 45 dólares por un puro. Nosotros obtenemos dos dólares, si acaso, en eso.

¿A cuánto llegó la producción tabacalera? (Jordán le dice que a 300 000 quintales.) No me hables de quintales, háblame de tabacos torcidos, que son los que nosotros exportamos (Le dice que a 50 millones de unidades). Levantar eso, crear condiciones, cuando no había nada que darle a nadie, ni obtener créditos, otro ejemplo. Y así ha ido levantándose y levantándose y ya se habla de 200 millones de unidades este año, cifra jamás alcanzada antes.

Bueno, aumentan las producciones de ron. Hicimos una asociación comercial con una empresa europea y entonces se les ocurrió a nuestros honorables vecinos, a jueces venales y mafias de ese país, empezar a desconocer las marcas cubanas, y hasta a discutir, y en virtud de un juez de esos, mezquino y vendido de antemano, favorecer una antigua compañía que no tenía nada que ver con el ron Havana Club y darle el derecho a comercializar otro ron con esa marca, y así por el estilo.

Ha habido que luchar, realmente, muy duro; hacer un esfuerzo verdaderamente extraordinario.

Todo aquello golpeó en un sentido moral también; el derrumbe del campo socialista golpeó ideológicamente a mucha gente que no podían comprender, era difícil, las diferencias históricas entre este país y aquel gran país, la idiosincrasia de este país y la de aquel país, la forma en que nosotros aplicamos los principios revolucionarios y la forma en que los aplicaron otros. Es decir, un conjunto de factores que hicieron posible el milagro de que la Revolución no se derrumbara, como tantos esperaban, y algo más: que la Revolución empezara a levantar la producción y los servicios.

Es verdaderamente increíble y lo será dentro de 100 ó 200 años, cuando se diga que en tales circunstancias en Cuba no se cerró una escuela, ni un círculo infantil, ni se quedó sin empleo un solo médico; más asombroso todavía, si alguien le cuenta que en ese período el país incorporó 30 000 nuevos médicos a los servicios, que por algo hoy se puede afirmar tranquilamente, y sin vanagloria de ninguna clase, que nuestro país posee un inmenso capital en muchos campos, un inmenso capital humano en el campo de la educación y en el campo de la medicina, que nos permite, incluso, cooperar con otros países, con la Organización Mundial de la Salud, y nos permite metas ambiciosas, como proclamar la posibilidad, a partir de las experiencias cubanas, de que millones y millones de vidas se salven todos los años.

Ahora se reunirá la OMS, y allí también el representante de Cuba planteará algunas ideas sobre lo que puede hacerse con la salud mundial y el aporte que con ese inmenso capital humano podemos hacer.

Ni una escuela se cerró, ni un círculo, ni un policlínico, ningún servicio; al contrario, se aumentó el número de médicos para cubrir todo el territorio nacional. Nuestro país ha graduado no solo decenas de miles de médicos, ha graduado en estos años a muchos especialistas, de ellos entre 10 000 y 15 000 especialistas en medicina general integral. ¿Cómo lo pudo lograr nuestro pueblo? Con su unidad, con su espíritu. Ha hecho lo que ningún país ha hecho nunca, ha resistido lo que ningún país ha resistido nunca.

Es natural que el Producto Interno Bruto bajara, llegó a bajar más de un 30%; es natural que se inundara el país de dinero, puesto que no podíamos lanzar a la calle a cientos de miles de trabajadores, porque no había materia prima y había que sostenerlos de alguna manera y repartir lo que teníamos de la forma más equitativa posible. Sí, y un dólar llegó a valer 150 pesos en 1994. Calculen por este índice nada más lo que ha hecho nuestro país en estos años, con bloqueo redoblado y enfatizado, que entre 1994 y 1998, nuestro país fue capaz de valorizar siete veces el valor del peso, de 150 por dólar a 20 por dólar. Eso no lo ha logrado ningún país del mundo: ¡Ah!, con nuestro diseño revolucionario y nuestra independencia, que hacía posible que nadie pudiera venir a darnos órdenes de lo que debíamos hacer.

El déficit del presupuesto llegó a ser más del 30% del Producto Interno Bruto, y hoy está a menos del 5%, y hemos podido ya mejorar algunos salarios modestamente a sectores que estuvieron durante muchos años trabajando para el país abnegadamente: el de la educación, el de la salud, el de la policía que tan importante papel debe desempeñar para garantizar la seguridad de los ciudadanos.

Sería larga la historia o la explicación a ofrecer para comprender qué conjunto de medidas y de esfuerzos han sido necesarios; pero lo esencial es uno: el espíritu revolucionario de nuestro pueblo, el patriotismo de nuestro pueblo, la unidad de nuestro pueblo, la valentía de nuestro pueblo, el heroísmo de nuestro pueblo, se ha mantenido e incluso crece, ya se reflejó de un modo visible, por ejemplo, en este último Primero de Mayo; lo pudimos ver allí, ser testigos ese día de cómo la moral, el ánimo, la esperanza se va levantando.

He querido insinuar solo algunas cosas, algunas ideas, que dan la medida de la proeza realizada por nuestro país en estos años.

Les decía al inicio que escuchaba con agrado, y a la vez con tristeza, algunos de los datos. Se explicaba la producción de huevos, más o menos, el nivel que estaba creciendo, para un plan de 1 500 millones de unidades; antes del período especial el país producía al año 2 700 millones de huevos. Vean, por eso uno siente una cierta tristeza al recordar aquello.

Se habló de un acopio de unos 100 millones de litros de leche, ¿más o menos fue esa la cifra? (Jordán le dice que 109.) Ciento nueve de los campesinos, ¿unida a la de ustedes? (Jordán le dice 460.) Bien, me alegro que lo expliquen, porque en el discurso de Lugo hablaba de tal acopio y, como mezclaba la agricultura general con la del ANAP, yo me quedé un poco extrañado. Me consuela un poquito que sean 400.

Dice que el 46%. Claro, porque nosotros producíamos alrededor de 900 millones. Y la provincia de La Habana sola, en todas las empresas estatales de leche —aquí donde se construyeron alrededor de 1 000 vaquerías, medianas y pequeñas, pero las pequeñas eran de 90 vacas, y producían algunas de ellas hasta 1 500 litros de leche diario, producto de un esfuerzo genético tremendo—, llegó a producir hasta un millón de litros de leche diariamente en determinados meses, y alrededor de 300 millones al año.

En el momento en que se produce el período especial estábamos desarrollando media docena de planes ganaderos importantes en todo el país; estábamos construyendo cientos de naves para el incremento de la producción de carne de ave, de cerdo, un esfuerzo realmente prometedor; estábamos desarrollando el sistema ingeniero para todas las arroceras del país, para un área total de 14 000 caballerías de arroz, digamos, unas 180000 hectáreas. Todas las brigadas de riego y drenaje parcelario en la caña, 201 brigadas que estaban trabajando, se paralizaron por falta de combustible; hemos tenido que cuidarlas y echarlas a andar progresivamente, poco a poco.

En materia de automóviles para los servicios del Estado en general, el último automóvil que llegó aquí de la Unión Soviética, el último Lada, creo que fue en el año 1991, y quedaban unos mil y tantos en reserva; el Estado se las arregló con alrededor de 1 100 Lada de esos durante todo el período, y todavía quedan algunos, pero ahora sí que se van acabando. En esos Lada viajan los ministros, que serán los últimos en recibir para su trabajo un carro de fabricación occidental mucho más moderno.

En ocho años este país, sí, ha comprado algunos automóviles, ya que algunas empresas se autofinancian y están autorizadas, dentro de determinados parámetros y de acuerdo con la eficiencia, a adquirir algunos vehículos, un camión o algunos automóviles para las necesidades de la producción y los servicios que prestan; pero antes de eso, miles de obreros eran premiados cada año con la posibilidad de adquirir un auto, azucareros y de todos los sectores, profesionales que prestaban servicios en el exterior, que recibían el crédito en moneda nacional, a seis años, con un bajo interés para pagar un automóvil, que si lo vendían en la calle, lo vendían por 30 000 pesos y se les entregaban por 4 000 ó 5 000.

A cuántos profesionales de aquellos —como estímulo y estímulo espontáneo, no porque lo reclamaran—, obreros, se les premiaba con la oportunidad de adquirir hasta un automóvil. Todo eso desapareció también, ha sido a pulmón casi el esfuerzo realizado. Ocho años prácticamente han durado los últimos carritos que vinieron de la Unión Soviética.

Hoy no podemos darles esos premios a los trabajadores. Hemos buscado otras formas de estímulo que se ajusten a nuestras posibilidades actuales, tomando en cuenta el mérito, la producción y que esté siempre asociado a un incremento de la producción.

Pero, bueno, cuando uno oye esas cifras se alegra, porque van subiendo, y se entristece, porque es inevitable recordar lo que ya habíamos alcanzado y lo que estábamos haciendo.

En materia de industria de la construcción y producción de materiales, ya habíamos alcanzado las capacidades para 100 000 viviendas cada año: capacidades de producción de cemento, acero de la construcción, muebles sanitarios, ladrillos, todos los componentes, arena, piedra; capacidades para 100 000 viviendas cuando vino todo esto.

Hoy hacemos unas cuantas decenas de miles; decayó mucho, hemos ido de nuevo empezando: las viviendas de bajo costo para la caña, para la agricultura, para las ciudades.

Hemos desarrollado ramas nuevas de la economía como el turismo. Quiero que sepan que el 80% de las inversiones para ese desarrollo fueron con recursos cubanos. Sí, ha habido un aporte y crecerá el aporte del exterior, porque crecen también las construcciones necesarias para el desarrollo acelerado de la industria turística.

Se han generado decenas de miles de empleos, impulsando la producción tabacalera por un lado, o muchas industrias que se pararon y poco a poco se pusieron en marcha, aunque sea para suministrar el mercado del turismo y para algunas exportaciones, nuevas producciones o de mejor calidad, algunas con empresas mixtas y otras con recursos del país; en general, decenas de miles de empleos fueron así creados.

Estamos desarrollando con fuerza el cultivo del tabaco. Genera mucho empleo, aunque es un empleo, desde luego, muy manual. En las provincias orientales, en Granma, en Holguín, en todas las provincias estamos buscando áreas tabacaleras; se han hecho pruebas y ya es ilimitado lo que nosotros podríamos producir en materia de tabaco, se convierte en un renglón importante.

Hay otras muchas inversiones que se van estudiando. Hemos combinado las propiedades nacionales con las empresas mixtas, algunas son de Liborio ciento por ciento. No hemos vendido el país, el país es nuestro, absolutamente nuestro y para el futuro de nuestro pueblo. Sin dogmatismo de ninguna clase, hemos introducido procedimientos, en su inmensa mayoría empresas mixtas o empresas, incluso, con algo más del 50% del capital, y, en teoría, cuando aparezcan algunas, hasta del ciento por ciento.

Pero este país, después de esa proeza y de haber atravesado lo peor, es dueño de sus recursos fundamentales: tierra, agua, sistema eléctrico, todo, lo cual no quiere decir que no admitamos inversiones incluso en el sistema eléctrico, o que no vayamos a admitir inversiones que requieren tecnologías muy desarrolladas y costos muy elevados para buscar petróleo en el mar o a veces en tierra, que ya son cifras siderales. Sin dogmatismo; no hay nada intocable. Vaya, algunas son intocables, porque las redes de distribución son intocables. La tierra es intocable, lo cual no significa determinadas excepciones cada vez que sea necesario; pero están ahí las tierras, no se venden de oficio, ni se recauda dinero aquí vendiendo tierras.

El Estado no vendió esos casi 3 millones de hectáreas organizadas actualmente en Unidades Básicas de Producción Cooperativa, sino se las entregó a los trabajadores. Esa fue la forma de privatización que aplicamos, entregando en usufructo a colectivos de trabajadores muchas de las mejores tierras que poseían las grandes empresas estatales.

Claro que aquellas grandes empresas producían: los casi 1 000 millones de litros de leche al año eran producidos en su casi totalidad por esas grandes empresas estatales; los 2 700 millones de huevos se producían en las grandes empresas estatales, no se incluía ahí la producción individual o de los campesinos; esos 8 millones de toneladas de azúcar eran fundamentalmente producto de la caña producida en las grandes empresas estatales; y las producciones de cítricos, las producciones arroceras y las inversiones prometedoras que estábamos realizando eran a través de las grandes empresas estatales.

Claro, toda esta situación determinó ciertos cambios, pero se hicieron para que permanecieran, no son coyunturales, porque incluso miles y miles de caballerías se han entregado para autoconsumos familiares y también para el cultivo del tabaco, del café en las montañas y de otros cultivos.

No se ha privatizado un hospital en este país. Ahora los "caballerosos" vecinos del Norte hablan de ventas de medicamentos a instituciones privadas. ¿A qué instituciones privadas le van a vender medicamentos, si en este país no existen? La salud es pública, no existen instituciones privadas de salud ni existirán.

Mejores índices de los que hemos alcanzado no ha alcanzado nadie. Ya el índice de mortalidad infantil de Cuba es de los mejores. El número de los que mueren por cada 1 000 niños nacidos vivos es inferior en Cuba al de Estados Unidos. Puede ser que este año bajemos de 7, estamos en seis y tanto. Ellos están alrededor de 9, 10, 11. Si se descuidan vamos a tener la mitad de la mortalidad infantil que tienen ellos, con todas sus bombas inteligentes, su cohetería, estaciones espaciales y todo eso, porque aquí la riqueza está al servicio del ser humano y nada más. Es por eso, porque hay hombres y mujeres capaces de hacer ese trabajo.

La mortalidad infantil en período especial se ha disminuido un 30%, de diez y tantos a 7, ¿por qué? Por el factor humano, por el trabajo de los médicos, las enfermeras. Pensamos seguirlo rebajando. Estamos en 6,2; no se puede decir la última palabra todavía, hay que esperar al primero de enero, pero en estos cuatro meses estamos en 6,2.

¿Vamos a renunciar aquí a la medicina pública? ¿Vamos a introducir la medicina privada? ¡Ni soñarlo!

Respecto a la educación, en la investigación realizada por la UNESCO, se comprobó que los niveles de conocimiento de nuestros niños de tercero y cuarto grados son casi el doble que el resto de América Latina. No lo decimos nosotros, no habríamos podido hacer esa investigación; la hicieron ellos, el Banco Mundial la financió. Lo que sí supimos fue que cuando conocieron estos resultados hubo presiones para que no los publicaran, puesto que Cuba había ocupado un lugar tan destacado gracias al esfuerzo de nuestros más de 250 000 maestros, capital humano formado por la Revolución, que nos sitúa —como he dicho otras veces— en el número uno entre todos los países del mundo en maestros per cápita, como lo tenemos en médicos per cápita y en otros sectores.

Ahora, como decía, han hablado de venderles medicamentos e incluso alimentos a instituciones privadas.

En primer lugar, aquí no hay ninguna empresa importadora de esa índole, no se haga nadie ilusiones. Aquí no hay empresas privadas de importación, ¿qué, nos las van a imponer? Hay una demagogia infinita verdaderamente en eso.

¿Alimentos? ¡Ah!, vender alimentos, pero a ninguna empresa pública. ¡Ah!, aquí no hay empresas privadas de importación de alimentos, ni las habrá, que quede bien claro. Sí, puede haber algunas empresas mixtas que tienen facultades para importar algunos componentes, algunos abastecimientos, pero no son privadas. La mitad de cada una de esas empresas es del Estado y la mayor parte de los hoteles son del Estado.

Esto es solo para hacer una breve referencia a algunas de las últimas acciones demagógicas tan poco dignas de respeto que no vale la pena ni hablar de ellas; ya el compañero Alarcón habló cuando se anunciaron. Lo que hacen, realmente, es endurecer medidas, es la realidad; pero están sentando un precedente muy serio. Eso de querer confiscar los fondos que corresponden pagarle a Cuba, a la empresa telefónica; congelarlos en virtud de reclamaciones de grupos provocadores que promovieron el incidente que ocurrió en las proximidades de nuestras costas, no en las de Nueva York, ni de Washington, ni de Cayo Hueso siquiera, sino aquí, por incesantes violaciones de nuestro espacio aéreo, reclamando 180 millones de dólares por tres vidas que sacrificaron en sus provocaciones. Están creando un precedente verdaderamente funesto.

Igual que con lo de las marcas. ¡Ah!, funestos precedentes, escupiendo hacia arriba. Están lanzando tantas piedras hacia arriba, que si empiezan a caer los lapidan, va a ser una montaña de piedras. Y andan con todos esos cuentos.

Uno podría hacerse una pregunta: ¿Cuántos compatriotas mataron en Girón? ¿Cuántos compatriotas mataron las bandas mercenarias organizadas por ellos? ¿Cuántos murieron como consecuencia de las acciones terroristas contra Cuba realizadas por gobiernos de ese país? Nada más una pregunta: ¿Cuánto valen esos compatriotas?, una pregunta nada más. Y están congelando abusivamente los fondos de nuestra empresa telefónica.

Como expliqué en la escalinata, el equipo de pelota no pudo ir en aviones cubanos, ¡ah!, porque iban a ser confiscados allí. Cualquier facineroso de esos se presenta ante un juez venal, como el que congeló esos fondos, ¡y es realmente un bandido aquel juez!, así lo digo, con estas palabras, no tengo otras; conocidísimo, al servicio de la mafia contrarrevolucionaria y terrorista de Miami. Por otro lado, la que sufragó la Ley Helms-Burton fue principalmente la empresa Bacardí, entre otros, todos los gastos, estudios y cosas. La mafia contrarrevolucionaria de la llamada Fundación Cubano Americana y el dinero de la Bacardí promovieron y financiaron la Ley Helms-Burton. Y así por el estilo, sabemos más o menos quién financia a quién en ese país donde hay mucha gente financiada.

Pero, bien, les digo esto, y, a pesar de todo, nuestro país avanza y no hay quien lo detenga, es la realidad. Pensamos y pensamos, estos años de vacas flacas han obligado mucho a pensar, a buscar eficiencia, nos han enseñado a ahorrar, y, al final, vamos a tener un capital mucho mayor que el que teníamos.

Antes había abundantes recursos materiales, energéticos y de todo tipo; hoy hay ya, y habrá cada vez más, abundantes recursos de experiencia y de sabiduría, de eficiencia para el desarrollo y para la producción, y también para encontrar nuestro lugarcito en el mundo, a la vez que trabajar por la integración de los países de nuestra área del Caribe, de Centroamérica, de Suramérica; cooperar, como lo hacemos siempre, con un gran desinterés, una gran seriedad, viendo a largo plazo, casi a mediano plazo, y estoy por decir que a corto plazo, porque a corto plazo nuestro hemisferio tiene que encontrar solución a sus problemas, y, mientras tanto, nosotros luchar para ir encontrando las soluciones posibles a los nuestros.

Pero nadie adquirió la experiencia nuestra, la veteranía nuestra, enfrentados durante 40 años a la más poderosa potencia económica, militar, política y tecnológica que ha existido jamás. Esa gloria no hay quien nos la quite, ¡ya no hay quien nos la quite! (Aplausos.) No lo hicimos por gloria; lo hicimos por amor a la patria, por amor al pueblo y por amor a determinados valores en los que creemos. Así conmemoramos este 40 aniversario. Ya se imaginarán ustedes.

Ya les dije que ni tiempo tuve para buscar datos. Les dije también que muchas cosas se habían dicho sobre este tema.

Hoy por la mañana se me ocurrió ver unos papeles. Me llevaron dos discursos. Con relación a los campesinos ni se sabe cuántos he pronunciado; pero me llevaron entre ellos el de aquel día en La Plata hace 40 años —a esta hora más o menos—, y al repasar cómo veíamos la cuestión en aquel entonces, realmente me produjo satisfacción volver a leer todo aquello, las cosas que dije, con mucha menos experiencia que la que tenemos hoy, muchos menos conocimientos que los que tenemos hoy: la vida enseña, los años enseñan, los trabajos enseñan, la lucha enseña. Yo no le quitaría una sola coma a aquellas palabras.

Recordaba, incluso, cómo nosotros planteamos que las tierras que fuesen afectadas por la reforma agraria serían indemnizadas con bonos al 4,5% de intereses, que vencían a los 20 años. Sí, realmente estaba incluida esa idea. No pensábamos simplemente confiscar las tierras, más bien hacíamos una apelación a todos a que comprendieran que aquello era una necesidad impostergable.

Las empresas norteamericanas eran dueñas de alrededor de un millón y medio de hectáreas; en ningún lugar tenían tanta tierra como en Cuba, en proporción con la superficie del país. Ellos se fueron, impusieron el bloqueo, no aceptaban ni bono, ni indemnización, ni nada. Grandes terratenientes que vivían en las ciudades, en las capitales, se marcharon esperando que la Revolución durara seis meses, y no volvieron. Ahora la ley esta los convirtió en una categoría inédita de ciudadanos norteamericanos; como muchos de ellos después se nacionalizaron, con carácter retroactivo les dieron la categoría de ciudadanos norteamericanos afectados por las leyes de la Revolución como si no hubieran nacido en Cuba, como si nunca hubiesen sido ciudadanos cubanos, y, por lo tanto, desde luego, no sé si ustedes viven en alguna casa que sea legal, porque cualquier casa de las que dejaron o de las decenas de miles o cientos de miles construidas, vaya usted a saber en tierras de quién, las pueden reclamar. Sí, no se podrá ni construir una fábrica. Sin embargo, nosotros observamos un creciente desafío a esas leyes por parte de inversionistas potenciales, procedentes de muy diversas regiones, y no para comprar el país, sino para invertir y trabajar con nosotros.

Nosotros seguiremos desarrollando nuestros programas con recursos propios y desarrollaremos otros programas con recursos compartidos. Nosotros no convertiremos jamás este país en una zona franca, ni entraremos en competencia con nadie sobre la base de dar privilegios a las inversiones; lo que les damos es seguridad, rentabilidad segura, puesto que, incluso, las empresas que invierten en nuestro país, pueden repatriar directamente sus ganancias. Eso se llama repatriar las ganancias. Si alguien invirtió 10 millones y ganó 1 millón o 2 millones, no necesita ningún trámite, ningún permiso para retornar a su país los 2 millones que obtuvo de ganancia. Hay muchos que no lo hacen así. Conozco casos de quienes en ocho años han cuadruplicado el valor de la inversión original, y eso es virtud de distintos mecanismos, no solo por lo que gane, sino porque cuando ya tiene determinada empresa o determinados negocios se le facilitan los préstamos, se le facilita el crédito.

Realmente nuestro país tiene condiciones excepcionales, por ejemplo, para el turismo, acompañado de cosas que he comentado en otras ocasiones, que, por nuestra parte, lo que requiere y exige es que adoptemos las medidas pertinentes para combatir determinados virus y bacterias que vienen asociadas a ciertas actividades.

El turismo sexual no se admitirá aquí jamás, ni drogas, ni cosas por el estilo. No es un turismo de juego; es un turismo sano, y ese es el que queremos, ese es el que promovemos, porque hoy sabemos que en el mundo una de las preocupaciones fundamentales de los turistas es la seguridad y estamos en condiciones de darla. Tenemos un pueblo hospitalario, un nivel de educación alto y creciente, un nivel cultural igualmente alto y creciente; es decir, estamos en condiciones de brindar estos servicios turísticos y a la vez cooperar con los países del Caribe.

Les hemos dicho: Lo que queremos es que el Caribe sea la mejor área del mundo, la que más turistas atraiga; cooperar, coordinar, utilizar el multidestino, repartirnos entre todos los de nuestra área el gigantesco mercado futuro del turismo, por cuanto hemos descubierto que en lo último que la gente sacrifica es el gasto que hace para sus vacaciones. Hay quienes cambian los automóviles todos los años o cada dos años; a lo mejor lo cambian cada cuatro años, pero no sacrifican las vacaciones. Un buen ejemplo de ello es el hecho de que el turismo crece en nuestro país a elevado ritmo, a pesar de los intentos que hicieron por sabotearlo y poniendo bombitas aquí en los hoteles, planeadas y pagadas desde Estados Unidos por gente que mantiene no pocas relaciones con importantes figuras de la administración de ese país, contratando mercenarios en Centroamérica para venir a poner bombas, lo cual ya en este momento se les hace cada vez más difícil, porque es un negocio muy malo para todo el mundo, no le interesa a Estados Unidos, que tiene 800 grupos extremistas, de los cuales 400 están armados, gente loca, de todas clases, cultura de violencia.

El propio Presidente de Estados Unidos ha estado reuniendo a los empresarios de Hollywood y otros para pedirles de rodillas que no sigan incluyendo tanta violencia en sus películas y en sus seriales, que aguanten un poco esa máquina de sugerir violencia y de engendrar violencia. Porque ustedes saben lo que acaba de pasar en una escuela de ese país: dos o tres muchachos, una pandillita, han matado a 25 niños, y planeaban matar a 500, después secuestrar un avión y lanzarlo contra Nueva York. Suicidas, fanáticos, pero fanáticos de la muerte, no es un sentimiento político ni religioso, no es un fanatismo de ese tipo; además, es racista, con todos los símbolos del racismo nazi. Todos los días aparecen noticias de que han arrestado a un grupo de muchachos, que han capturado dos, porque todo el mundo ya quiere poner una bomba en cada escuela. Marchan hacia el desastre, hacia la ruina por ese camino: montones de grupos, ningún control de armas, 800 grupos extremistas.

Ellos no están interesados ni pueden estar interesados en el terrorismo. Toleraron los actos de terrorismo planeados contra Cuba por la mafia cubano americana, se hicieron de la vista gorda, esa es la verdad, hasta que los tipos empezaron a actuar. También los gobiernos desde donde actuaban se hicieron de la vista gorda. Pero yo pienso que esa no es su posición actual, por su propio prestigio y para defender la vida de aquellos jóvenes que contratan hasta por 1 500 dólares para poner una bomba y adoptarán las medidas pertinentes. Se hará más difícil tolerarlos. Nosotros, más o menos, sabemos dónde están los cabecillas, podemos publicar en el periódico, podemos hacer muchas cosas, avisarle amablemente al gobierno de Estados Unidos dónde están sus viejos pupilos. Pero es evidente que a Estados Unidos no le conviene, no tiene interés en el desarrollo de tales prácticas, ni puede ser de interés para los países de Centroamérica o de cualquier otro país.

Cada vez se les hará más difícil. Y, a pesar de todo lo que hicieron e intentaron, creció el turismo en Cuba; estos primeros meses del año, un 30%. Van apareciendo nuevos y nuevos recursos que le permiten al país marchar adelante, al paso que va, haciendo un esfuerzo, sin hacerse ilusiones de cosas inminentes, pero sí garantizar una marcha segura. Con todo lo que hemos hecho: el haber preservado nuestra independencia, nuestra libertad y la propiedad de nuestro país, tenemos posibilidad de construir el futuro en este mundo convulso, en este mundo que se globaliza, y hasta de participar en ese proceso luchando por una globalización verdaderamente humanitaria y justa, como la que aquí proclamaba el invitado que habló en nombre de Uruguay.

Tenemos un papel que desempeñar en el mundo y no por afanes protagónicos ni mucho menos, eso a nosotros no nos importa; el deber es lo que nos importa, hacer lo que debemos hacer por nuestro pueblo y por el mundo es lo que importa, esas son nuestras ideas.

Un día como hoy recordábamos el 17 de mayo, hace 40 años, en que se dice que se firmó una Ley de Reforma Agraria; podemos decir mejor que ese día se cruzó el Rubicón. Para los entendidos en la materia —y no sé cómo andan en materia de historia—, el Rubicón es un pequeño río que está por el norte de Roma, que dicen que César, victorioso, en las Galias y en las luchas contra las tribus alemanas —porque en esa época los alemanes eran tribus—, decidió cruzar aquel río para avanzar sobre Roma. Y no vayan a creer, en Roma gobernaba una rancia oligarquía, los sectores más reaccionarios imperaban allí, así que aquella lucha habría que interpretarla históricamente, aquel cruce del Rubicón. Realmente, igual que Napoleón en sus primeros años, en aquel momento, Julio César estaba inspirado en determinadas ideas populares, que para aquel tiempo pudiéramos llamar revolucionarias, y quedó esa famosa frase. Hay otras muchas que nos cuenta la historia, nadie sabe si se pronunciaron o alguien las inventó, pero tienen cierta lógica. Cruzar el Rubicón es decir dar un paso que no tiene marcha atrás.

Es verdad que esta Revolución, desde que intentó tomar el Moncada, dio un paso que no tenía marcha atrás (Aplausos); desde que desembarcó en el "Granma" dio un paso que no tenía marcha atrás; desde que triunfó el Primero de Enero, con el apoyo de todo el pueblo, dio un paso que no tenía marcha atrás. Pero este de la Ley de Reforma Agraria, digo que era un paso que no tenía marcha atrás, porque a partir de aquella ley tan justa y tan necesaria se inició, realmente, el gran conflicto con los intereses del imperialismo, puesto que fueron afectadas sus más preferidas y mimadas compañías azucareras y propietarias de tierra, y aquello no lo podían tolerar. Por una ley mucho más benigna que esa, mucho menos radical, organizaron en Guatemala la invasión aquella que dio al traste con el gobierno revolucionario de Arbenz.

Fue a partir de esa ley agraria que Estados Unidos adopta la decisión de derrocar la Revolución. El socialismo no había sido proclamado en Cuba todavía, el socialismo se proclama casi dos años después, un 16 de abril. Faltaba un mes y un día para cumplir dos años de aquella Ley de Reforma Agraria y después vinieron otras también, o antes habían venido leyes revolucionarias; la de Reforma Urbana, bastante radical, que comenzó por la rebaja de los alquileres en un 50%, y más tarde la nueva Ley de Reforma Urbana, que convierte en propietarios de la vivienda a los inquilinos por el alquiler que estaban pagando, y los que llevaban muchos años ipso facto se convirtieron en propietarios. Vinieron muchas leyes, algunas medidas inéditas en Cuba, como la confiscación de todos los bienes malhabidos durante la tiranía batistiana, resultado de la corrupción, robos, malversación; fueron algunas de ellas. Muchas leyes fue decretando la Revolución.

El castigo de los criminales de guerra también fue un ejemplo sin precedente en la historia de este hemisferio, los que no escaparon y se fueron a refugiar en Estados Unidos, chorreando sangre y cargados del dinero robado de este país. Gente que torturaron y asesinaron a miles de compatriotas se refugiaron en Estados Unidos, y allí todavía sobreviven algunos y muchos de sus descendientes, que son ricos.

Nosotros le dijimos a la población: No queremos venganza, no queremos casas saqueadas, no queremos gente arrastrada por las calles; desde la Sierra Maestra hicimos las leyes, cuando ya teníamos un territorio libre y le prometimos que habría justicia.

¿Cómo se comportó el pueblo? De modo ejemplar. Por primera vez en la historia de este país y de muchos países no hubo una casa saqueada, no hubo un hombre arrastrado por las calles; tenía confianza y se cumplió la palabra: se sancionó ejemplarmente a los criminales de guerra. Ahora se habla de criminales de guerra, de genocidas, pues nosotros sancionamos a los criminales de guerra de modo ejemplar.

Se fueron adoptando así una serie de medidas, pero aquellas al imperialismo no le preocuparon tanto, que se confiscaran los bienes malhabidos, que se rebajaran los alquileres, porque ellos no eran grandes propietarios de bienes inmuebles aquí, eran propietarios de centrales azucareros y de tierra; aunque no se nacionalizaron los centrales, sencillamente se afectaron sus propiedades de tierra.

Había empresas que tenían 10 000 caballerías; es decir, 130 000, 140 000 hectáreas y hasta más. Y el límite que puso la ley para aquellas fincas que estuvieran bien explotadas fue de 100 caballerías y al resto 30 caballerías, esa fue la primera Ley de Reforma Agraria.

Hubo dos leyes de reforma agraria, no hay que olvidarse; pero esta admitía por excepción hasta 100 caballerías, equivalente a 1 340 hectáreas. A una empresa de aquellas que tenía 10 000 caballerías que le decían: máximo 100 caballerías, aquello lo consideraron un desafío intolerable e inmediatamente después de aquella ley, y hoy se conoce, comenzaron a preparar el derrocamiento de la Revolución, ya desde mediados del año 1959.

Con esa ley empezó esta lucha que ha durado 40 años y durará los que sean necesarios, porque este país ni se doblegará, ni se rendirá, estoy absolutamente seguro. Llegará el momento en que tendrán que olvidarse de tanta tontería, tanta ridiculez y tanto fracaso.

Mientras tanto, seguiremos adelante con mucha más paciencia que los chinos, a quienes se considera proverbialmente los hombres más pacientes del mundo. Vamos a ocupar el primer lugar en paciencia, como tenemos el primer lugar en firmeza, convicciones, decisión, única forma de que los valores sobrevivan.

Para nosotros los valores son más importantes que nosotros mismos; la patria es más importante, mucho más importante que todos nosotros juntos; nuestras ansias de justicia, nuestro derecho a una vida mejor para nuestro pueblo y para el mundo valen mucho más que todos nosotros. Este es el pueblo que ha resistido 40 años a la más poderosa potencia imperialista conocida en la historia, y, en especial, durante estos nueve años que se iniciaron alrededor de 1990. Hemos dado pruebas suficientes de perseverancia, tenacidad, heroísmo, paciencia.

¿Ese día qué se les prometió a los campesinos? La tierra que necesitaban para trabajar, y no solo a los campesinos, porque había dos campesinos en nuestro país. Al obrero de aquellas grandes plantaciones cañeras también siempre se le llamó campesino, se le llamó guajiro; no solo al que explotaba un pedazo de tierra, casi siempre de propiedad ajena, por el que pagaba gravosas rentas y vivía del pedazo de tierra, sino a todos los que vivían en el campo y en pleno campo se les llamó campesinos.

Ahora, la ley les daba los derechos que estaban contenidos en ella, se acabaron los contratos y pagos de renta o aparcería, se acabaron los precaristas, se acabaron los desalojos, se acabaron los abusos, la injusticia, los despojos y todos aquellos atropellos que se cometían tan frecuentemente contra nuestros campesinos.

Pero la Revolución les dio a los campesinos algo más que una Ley de Reforma Agraria. ¿De qué habría valido aquella Ley de Reforma Agraria y que los campesinos fueran dueños de sus tierras si no se hubiese hecho nada más que eso? La Revolución les llevó a los campesinos el maestro, la escuela y la educación desde el primer momento; y a aquellos que no habían tenido oportunidad de leer y escribir, que eran muchos, les llevó el alfabetizador, prácticamente desde los primeros momentos, cuando no había ni maestros. Sí, había 10 000 sin empleo, pero no todos estaban preparados para ir a enseñar en los campos más apartados.

¿De qué habría servido la reforma agraria sin educación, sin crédito, sin caminos, sin ayuda del Estado, sin condonación de deudas, las veces que hubo que condonar deudas después del triunfo, porque hubo sequías, o porque hubo huracanes, o porque hubo desastres naturales? Fueron muchas veces.

Toda aquella seguridad se le llevó al campesino. Al campesino se le llevó el hospital rural y se le llevó el médico, se le llevó salud, y rápidamente, desde el primer año, con los pocos médicos de que disponíamos; no era como hoy que tenemos un enorme caudal de médicos bien formados y el médico está a 100 metros de la casa de un vecino en la ciudad, y a un poco más de distancia, pero asequible allí a los vecinos en el campo, y todas las casa-consultas que hicieron falta.

Empezamos el programa del médico de la familia por las montañas, en realidad, y por el campo, mientras hacíamos experimentos en la ciudad para ver cómo funcionaba el proyecto. A los campesinos se les construyeron hospitales y carreteras para que pudieran llegar a los hospitales más especializados de las ciudades, y hoy el médico convive con ellos allí en los más recónditos lugares del país. Hace 40 años no se podía todavía hablar de eso, era un sueño, pero la Revolución que hizo aquella ley fue capaz de hacer todas las demás cosas.

Al campesino se le llevó la electricidad. Hoy más del 90% de la población —no sé si es el 93%, o el 94%, o el 95%— tiene acceso a la electricidad; era apenas el 50% de la población cuando había unos seis millones y medio de habitantes. Hoy, que somos 11 millones, alrededor del 94% tiene acceso a la electricidad. También eso nos complicó la situación cuando desaparecieron los suministros de combustible y hubo que importarlo a elevados precios, porque no es lo mismo un país donde la mitad tiene electricidad o donde casi todo el mundo la tiene.

La Revolución le llevó las comunicaciones, las carreteras, decenas de miles de kilómetros de carreteras, en el llano y en las montañas. Hasta la carretera que cruza a lo largo de la costa de Santiago a Pilón, que estaba llena de cruces de los niños y adultos enfermos que morían antes de que pasara por allí una goleta para trasladarlos a la ciudad. Por allí hay hoy una carretera de más de 200 kilómetros que, además, se va a convertir en un futuro ese territorio en uno de los más extraordinarios centros turísticos que puedan concebirse. Eso que se hizo en aquel tiempo por ayudar al pueblo se convertirá en fuente de riqueza; ya hay hoteles construidos por aquella zona y muchas facilidades.

La Revolución le llevó al campesino no solo el maestro o el alfabetizador, le llevó la oportunidad de estudiar cualquier carrera universitaria. ¿Cuándo el hijo de un campesino pobre pudo ir a estudiar a una universidad? Recuerdo que en los primeros años, por aquellos tiempos de la Ley agraria se trajeron a la Ciudad de La Habana y se albergaron en aquellas residencias que nos "prestaron" sus ricos propietarios cuando decidieron, por su propia cuenta, marcharse a Estados Unidos en espera del derrocamiento de la Revolución, hasta 100 000 hijas de campesinos y de obreros agrícolas, campesinos en ambos conceptos, pasaron por esos centros a recibir una educación elemental y por lo menos aprender a coser la ropa para ellas y su familia. Más de 100 000 máquinas de coser se repartieron gratuitamente entre ellas, se les enseñó cómo vestirse, y más, fueron a la escuela primaria primero, y después a los centros de becados de secundaria y preuniversitario.

Los hijos de los campesinos tuvieron oportunidad de ir a las secundarias, a los preuniversitarios, a los institutos tecnológicos y a la universidad. Me atrevería a decir —es un cálculo intuitivo— que de cada tres profesionales universitarios, maestros, aunque la mayoría de estos son ya también graduados; enfermeros, que igualmente hoy estudian su profesión en las universidades al igual que los técnicos; es decir, de cada tres profesionales y técnicos en este país, uno de ellos es hijo o descendiente de compatriotas que eran campesinos en el momento en que se firmó la primera Ley de Reforma Agraria, porque ya algunos tenían hijos que estudiaron; y no solo ellos, hay algunos cuyos nietos son hoy profesionales universitarios. Eso es algo más que una reforma agraria.

Creo que jamás un campesino se quedó sin trabajo, se quedó sin empleo; ningún obrero agrícola se quedó sin trabajo o sin empleo. Jamás hubo otra vez tiempo muerto después de zafras que duraban tres meses o tres meses y medio.

La Revolución mecanizó el trabajo, empezando por el transporte y la roturación de la tierra. De 5 000 tractores que había en el país llegaron a acumularse 80 000 cuando comenzó el período especial. Por las carreteras de las montañas circulaban ómnibus de doble tracción, se hicieron pueblos, cambió la faz de nuestros campos. Es que hubo, como dije, algo mucho más que una Ley de Reforma Agraria; esta fue la primera, la principal, la fundamental, la decisiva ley de una Revolución que hizo por aquellos campesinos mucho, infinitamente más, que la ley que se firmó aquel día. Pero aquella ley se convirtió en todo un símbolo de lo que ha sido una verdadera Revolución.

Hijos de campesinos analfabetos ayer, hoy son profesionales o científicos eminentes, oficiales de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias o del Ministerio del Interior, u ocupan importantísimos cargos en la administración del Estado y en las empresas, o son diputados a la Asamblea Nacional, como nos recordaba Lugo, sin que nadie les financie las campañas, honores y cargos que se han ganado con el mérito y el prestigio ante la población; diputados que en casi un 50% proceden de la base, elegidos por el pueblo, sin politiquería, sin compra y venta de cédulas, sin fraudes electorales.

¿Cuántas cosas se pueden enumerar de lo que simboliza esta ley como paso decisivo de la Revolución? Hizo más todavía desde el punto de vista humano: el campesino comenzó a ser persona en nuestro país. Nació la persona humana en nuestros campos, allí, donde había parias obligados a soportar humillaciones, desde el despojo de sus tierras por los grandes terratenientes que llegaban con la guardia rural incendiando bohíos hasta ofensas personales y familiares.

El campesino era un ser supuesto a temblar cuando rondara por allí una pareja de la guardia rural con sus grandes caballos texanos, importados de Estados Unidos, con lo cual una pareja de guardias rurales sembraba el miedo en cientos de kilómetros cuadrados a la redonda. No, aquel hombre estaba acostumbrado a ver en los fusiles un arma terrible, y el plan de machete; pero cuando se convirtió en ciudadano, cuando se convirtió en persona, entonces él era la ley, él era —digámoslo con más exactitud— el representante de la ley, el representante del orden, el portador del fusil, el defensor de la patria, el que combatió en Girón o combatió en casi todas las provincias del país contra las bandas de la guerra sucia organizada y financiada por Estados Unidos. Ese fue el campesino.

Si una vez 40 000 obreros y estudiantes de la capital se movilizaron hacia el Escambray, donde ya antes del ataque a Girón había alrededor de 1 000 mercenarios armados, después, cuando estos se reducían a un mínimo y había que retirar aquellas tropas, ¿quiénes libraron la batalla definitiva en el Escambray? Diez mil obreros y campesinos del Escambray fueron los que capturaron hasta el último bandido, y así en todas partes de la república.

¿Quiénes impidieron que esas bandas se organizaran en todas las demás provincias como planeaban los imperialistas?, y en todas llegaron a tener algunos grupos. Los milicianos, los obreros y campesinos de las montañas y de los campos.

En el norte de Santa Clara y hasta en la provincia de La Habana, llegaron a tener grupos armados. Los seres humanos, convertidos en personas, fueron los que defendieron a la Revolución que los ascendió a la condición de verdaderos seres humanos; fueron ellos los que la defendieron contra todo eso, y constituyeron un baluarte junto a los obreros de los campos, junto a los trabajadores de las cooperativas, junto a los obreros de las ciudades; junto, desde luego, a nuestros estudiantes, que siempre estuvieron tan unidos a la Revolución; junto a las mujeres, que se organizaron para promover sus derechos, para erradicar la discriminación; junto a los CDR, es decir, los militantes de la comunidad que hicieron imposible los actos terroristas en nuestras ciudades.

Bueno, surgieron nuevas organizaciones como la prestigiosa y formidable Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, que son, entre todos, civiles y militares, más de 400 000, alrededor de medio millón, y sigue nutriéndose; pienso que aquellos médicos que están en Haití, en algunos lugares de América Latina, o en Africa, cumpliendo misiones heroicas en condiciones muy difíciles, haciendo una noble labor humana, combatientes por la vida y por la salud de otros seres humanos, y los maestros, merecerán recibir ese honroso calificativo de combatientes de la Revolución.

¿Ha quedado por ahí algo, Lugo o Machadito, que se me haya olvidado?, porque cuando uno empieza a mencionar organizaciones se le olvida una y es un desastre político. He mencionado las principales organizaciones.

(Ross le recuerda a los estudiantes). Vete a ver a un especialista otorrinolaringólogo, Ross, porque yo dije los estudiantes, que tan estrechamente estuvieron siempre unidos a la Revolución. ¿Cómo me voy a olvidar de los estudiantes? Tampoco me olvido de los periodistas, un sector destacado de los trabajadores; ni de los escritores y artistas, el sector cultural, pero no les llamamos organizaciones de masa, sino masa noble y rica en conocimientos y en cultura.

El gobierno imperialista de Estados Unidos quiere lanzar señuelitos a los campesinos, como si los campesinos fueran esa especie de truchas de la Laguna del Tesoro, a las que les sueltan una cosa metálica y salen corriendo a tragar. Dicen que están dispuestos a dar facilidades a los campesinos para que compren allí directamente. ¿Qué, aceptan el dinero de los campesinos en moneda nacional? Podríamos analizar la cosa, ¿no? Pero, ¿se imaginan a los campesinos convertidos en comerciantes importadores?, es algo del género ridiculísimo. Quieren lanzar señuelitos de esa índole, quieren ganar un sector social, una base social. Y lo que podemos decir y asegurar, por los más de 100 años que lleva este país luchando por su independencia, y donde los campesinos estuvieron siempre en primera línea, que en este país el imperialismo, o, con más exactitud, ¡que en los campesinos de este país el imperialismo jamás tendrá una base social! (Aplausos.)

Cada dólar, cada recurso en moneda convertible de este país, se administra por la Revolución, no es que cada cual haga lo que quiera y bote y gaste, no. Si hay una sequía como la que hubo en Holguín, en Las Tunas y en varios municipios de Guantánamo, como el año pasado, ahí estaban los más de 20 millones de dólares en alimentos importados con urgencia para dar una cuota aparte, durante un número de meses, mientras venían las lluvias, a los campesinos de esas dos provincias; y no solo a los campesinos, a todos los habitantes de esas dos provincias, de la ciudad y del campo. Y cuando encima de la sequía vino el huracán, derribando matas de plátano desde Baracoa hasta la provincia de Matanzas y en parte de La Habana, ahí estaban las divisas necesarias para enviarle una ayuda adicional en alimentos a toda la población afectada, durante tres meses, aunque fuera un kilogramo de chícharo per cápita mensual a 7 millones de personas. Y cuando se analizaron los efectos de la combinación de la sequía y el huracán, ahí estaban las divisas necesarias para proporcionarles a casi 4 millones de ciudadanos, sin distinción de ciudad o campo, durante 10 meses, una cuota adicional para los menores de 15 años, o para los de 60 ó más años de edad, alrededor de 4 millones de compatriotas.

Todavía se está repartiendo esa cuota especial; para eso se emplean recursos del país, a lo que se añadió una donación en arroz del gobierno de Japón, gesto que mucho apreciamos. Hubo regiones, como Las Tunas y Holguín, para citar un ejemplo, que al mismo tiempo recibieron lo que les tocó por el huracán, lo que les tocó por la sequía, más lo que les tocó a todos los que tenían menos de 15 años, ó 60 ó más. Hubo a quienes les tocaron tres cuotas adicionales; cuando se daba una nueva, se añadía a la que ya tenían, no se quitaba la otra. Esos son los recursos que están ahí siempre disponibles, en previsión de nuevas sequías o nuevas catástrofes; son los recursos que se utilizan, precisamente, para garantizar los materiales de construcción: la madera, el fibrocemento, los metales y todo lo que hace falta cuando viene un ciclón como el Lili y arrasa parte de Matanzas y especialmente Cienfuegos y Villa Clara.

¿Cuánto tardaron en llegar los primeros camiones allí? Todavía no habían cesado las últimas lloviznas o ráfagas de viento y ya estaban llegando los camiones con materiales, abanderados de una esperanza y de una seguridad de que allí no se quedaría nadie sin techo y sin casa.

El año pasado fueron unas cuantas decenas de millones de dólares lo que costó todo eso. Así también se garantiza que cada niño tenga un litro de leche hasta determinada edad, que es esencial en la vida de un niño, para los cuales no alcanzan ni mucho menos los 460 millones de litros que se mencionaron, porque cuando producíamos 1 000 millones todavía importábamos bastante; pero no hay ningún niño en el mundo que tenga garantizado todos los días su litro de leche, aun en período especial.

Se empezaron a elaborar ideas realmente útiles para producir adicionalmente el yogur de soya, sin duda un gran alimento, y al cual se habitúan aquellos que no están acostumbrados, y otras fórmulas para contribuir a la mejor alimentación de los niños y adolescentes.

Es el dinero con que tenemos que comprar con prioridad los medicamentos y los alimentos de toda la población. Las divisas convertibles de este país las tiene que administrar el país en virtud de una serie de normas, prioridades y principios. ¿Y dónde están? Hay que asegurar el ingreso de esas divisas. La administración rigurosamente racional y equitativa de esos recursos es lo que ha hecho posible muchas de las cosas que se han podido realizar en estos tiempos, es una cuestión de administración óptima y justa de hasta el último centavo. Eso no lo puede hacer jamás ninguna empresa privada, ningún comercio de importación privado.

De modo que tenemos bastante experiencia, no solo de los 40 años, sino, sobre todo, de estos últimos 10 años: qué cosa hay qué hacer y cómo hacerla, y en qué trampas no se puede caer, ni caeremos jamás.

No es por casualidad que ha resistido el país; el país ha resistido por su inteligencia, por sus virtudes, por su unidad, por su confianza en la Revolución. No habrá forma de penetrar nuestras filas, ni dividirnos. Conocemos, sí, nuestros puntos débiles. No los ignoramos ni pueden ignorarse; pero aquí se libran muchas batallas simultáneamente contra todos los puntos débiles. Hay buena memoria para no olvidarse de ningún punto débil. Estamos en el deber de profundizar en cada uno de nuestros puntos débiles, y a luchar sin descanso contra esos puntos débiles.

Los avances que ustedes han mostrado hoy son resultado de ese esfuerzo, de esas medidas y los mayores logros futuros lo serán de nuevas medidas que se adopten, de nuevas fórmulas que se diseñen y se apliquen. Son muchos los campos, repito, en todas las áreas de los servicios y de la producción.

Aquí no se descansa, los cuadros no descansan, lo puedo asegurar; los compañeros que tienen responsabilidades no descansan. ¿Son infelices? No, por el contrario, son felices, porque no hay nada que produzca más satisfacción que hacer cosas de las cuales se tiene plena conciencia de que son útiles, son necesarias. No hay satisfacción mayor que aquel trabajo que nos permite sentir la seguridad de que lo que se ha hecho y lo que se ha creado podrá ser preservado.

El futuro a que tenemos derecho podrá ser alcanzado. Y poder decir eso es un tesoro enorme, porque los que lucharon desde 1868 hasta 1878 no pudieron decir esto que nosotros podemos decir aquí en 1999 y próximos a entrar ya en el 2000. ¡Cuánto tiempo tuvieron que esperar para alcanzar la independencia! Y los que lucharon en 1895 no pudieron decir eso, a pesar de que la población de nuestro país quedó diezmada en aquellas largas luchas, y cuando la victoria estaba al alcance de nuestras manos, una intervención extranjera nos arrebata la victoria, disuelve nuestro Partido Revolucionario fundado por Martí.

¿Quién disuelve hoy nuestro Partido? (Aplausos.) Disolvieron igualmente nuestro Ejército Libertador, lo desarmaron, le dieron a cada combatiente 60 ó 70 dólares por el fusil, y allá te va. Después de haber luchado tal vez en dos guerras, o hasta en tres, la primera, la segunda y la tercera —hubo quienes lucharon en las tres—, unos miserables pesos por el arma, pesos y allá te va, y a buscar unos sombreros tejanos, unos uniformes raros, unos caballos grandes para organizar una guardia rural que no tenía nada que ver con el patriotismo y los méritos de aquel hombre.

¿Quién disuelve hoy nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias y nuestro pueblo armado? (Aplausos y exclamaciones de: "¡Nadie!")

¿Quién disuelve nuestro Estado revolucionario? ¿Quién disuelve nuestras organizaciones de masa? Son millones y millones (Se escucha el ruido de un bombillo que estalla). ¿Ven que ustedes no se asustan por nada? (Risas y aplausos.) Un bombillito no los asusta.

¿Quién destruye nuestra unidad para implantarnos esa fórmula que hemos visto por ahí?, y no quiero mencionar nombres.

Hablábamos de un país conocido, amigo, alguien, una personalidad bastante eminente que estuvo aquí y nos hablaba, decía: "Ahora cuando vengan las elecciones...", refiriéndose a determinado importante país. Digo: "¿Cuántos partidos tienen?" Dice: "Cuarenta y dos partidos." Y le digo: "¿No le parece un poco demasiado mucho?" ¡Qué fragmentación! Y qué fácil es dominar y destruir a los pueblos y someterlos, cuando siendo débiles de por sí, y muchas veces pequeños, son fragmentados en mil pedazos.

Eso es lo que quisieran, ver qué ácido descubren que pueda disolver todo lo que hemos creado en estos 40 años, y fragmentarnos.

Ustedes, campesinos, saben que si una carreta necesita cinco yuntas, usted no puede poner cada buey a tirar en una dirección distinta de la carreta; pero saben que, incluso, si el carretón tiene dos bueyes, no puede tener uno por delante y otro por detrás halando cada uno en la dirección opuesta.

Nosotros somos un pueblo pequeño, pero con millones de gente que han de andar unidas empujando en una misma dirección, halando en una misma dirección. La Revolución es una inmensa carreta que todos tenemos que llevarla sobre nuestros hombros, cargarla, arrastrarla. Es de locos que nos pongan como individuos o como yuntas a halar cada uno en una dirección diferente.

Todo eso lo hemos aprendido muy bien en estos 40 años. ¿Quién nos lo va a arrancar de la cabeza? Seamos mejores, seamos más eficientes, utilicemos con más capacidad esa gigantesca fuerza que hemos creado. Ese es nuestro deber, eso es lo que tenemos que meternos bien en la cabeza. Porque después de tener el privilegio de crear esa inmensa fuerza de un pueblo que está en todo, que participa en todo, que ha logrado garantizar su independencia, garantizar su derecho al porvenir, no, no renuncia jamás a eso.

Les mencioné lo que pasó a fines del siglo pasado, hace casi 100 años: Nos ocuparon tropas intervencionistas norteamericanas, nos desarmaron, nos desmantelaron, borraron nuestra historia; todo lo que habían hecho nuestros antepasados se reducía al fruto del desembarco de unos cuantos marineros que, en una guerra oportunista, desembarcaron en las proximidades de Santiago de Cuba; 30 años de lucha heroica del pueblo cubano no valían nada. Bases carboneras, de donde se originó esa base naval que es la única que pretende ignorar que el máximo de un convenio, aunque sea impuesto y no esté escrito, no puede tener vigencia mayor de 100 años. Ese convenio fue suscrito bajo las botas y a punta de bayonetas de sus tropas, cuando ya no existía Ejército Libertador. Y Enmienda Platt; además, derecho de intervención, como si realmente necesitaran algún derecho de intervención. Han intervenido en todas partes sin ninguna enmienda; pero aquí la quisieron poner a propósito y fue causa de un enorme retraso en el desarrollo político de nuestro país.

Se apoderaron de las mejores tierras, las compraron por centavos, destruyeron nuestros extraordinarios bosques de madera preciosa, utilizaron aquellos árboles como combustible de los centrales. Eso hicieron con esta nación.

Qué amargura la de aquellos compatriotas que vivieron las primeras décadas de la república, hasta el año 1959; sí, hasta el año 1959, en que culmina realmente la aspiración de nuestro país a ser dueño absoluto de su destino.

Pero teníamos algo más, gracias al esfuerzo de nuestros antepasados, gracias al esfuerzo y a las ideas de Martí. Cuando Martí organiza su partido, había muchos compatriotas que luchaban del lado de las fuerzas ocupantes, luchaban al lado de la metrópoli, y luego intervención, proclamación de la independencia con una Enmienda Platt, una bandera extraña junto a la de la estrella solitaria. No en balde Bonifacio Byrne escribió aquellos inolvidables versos arrancados de la amargura que sintió cuando vio a la entrada del puerto de La Habana dos banderas.

¿Qué vivieron aquella gente? ¿Qué vivieron a lo largo de una caricatura de república? ¿Qué vivieron nuestros obreros, nuestros campesinos, todos? Nuestros estudiantes constantemente perseguidos, balaceados, maltratados; los obreros reprimidos, ¿al servicio de quién?, de aquellos grandes latifundios, de aquellas grandes riquezas.

Pero llegó un día en que pudimos hacer una ley, ese día que conmemoramos hoy, y de poder mirar hacia el futuro y poder decir que es un futuro que nos pertenece, que somos dueños de nuestro destino. Esta generación puede sentir el placer de decir eso, esta generación cuyo caudal de inteligencia se ha desarrollado extraordinariamente, esta generación donde hace mucho tiempo no existe un analfabeto.

Queríamos hacer una prueba de cómo enseñar a leer y a escribir por radio como medio para resolver la situación de un país con 83% de analfabetismo y queríamos empezar a hacer la prueba, y de repente dijimos: "No es posible." Necesitábamos unos niños de 10 años que no supieran leer ni escribir, pero no hay uno solo. No vamos a importar niños para hacer una prueba, y al país que queríamos ayudar le hemos enviado los técnicos y los profesores para que hagan la investigación allí, hay que hacerlo.

Los niveles de escolaridad que hoy tiene nuestro pueblo, los conocimientos, los niveles de cultura son algo arrollador. La propia música, lo que se ha ido desarrollando a partir de las escuelas y de la vocación musical, me contaba alguien que es impresionante en todas partes, en Europa, Estados Unidos, dondequiera; en la pintura, el nivel de nuestro pueblo es hoy un gran tesoro.

En el Congreso de escritores y artistas lo que más los unía de forma unánime era la invasión cultural de Estados Unidos. Ese día todos tomamos más conciencia de lo que significa esa invasión; pero ellos la van a tomar también, porque ellos se están autoinvadiendo de una cultura venenosa y violenta que lleva a los niños a matar, y a matar por decenas y por centenares.

Un día tendrán que recapacitar de verdad sobre todas las locuras que cometen, pero no debemos esperar que ellos recapaciten para que nosotros seamos capaces de defendernos e impedir esa invasión cultural, de modo que no habrá ni invasión militar que pueda sostenerse, ni invasión cultural que pueda arrasar, ni invasión económica que pueda volverlos a convertir en dueños de todo, porque hay muchas trincheras en cada lugar, en cada sitio, y de modo especial en el terreno económico, que velarán por el principio de que este país sea fundamentalmente de los cubanos.

El mundo avanza y el mundo se globaliza, ya lo hemos dicho: ¡Ojalá lleguemos al día en que toda la humanidad sea una sola familia y todas las riquezas, todas las ciencias, todas las tecnologías y todos los recursos beneficien a todos y a cada uno de los 6 000 millones de seres humanos que ya habitamos este planeta, cuya naturaleza hay que preservar y que está siendo destruida no precisamente por los países del Tercer Mundo.

Baste recordar que con apenas un 4% de la población del planeta, Estados Unidos consume el 25% de la energía mundial; no es el Tercer Mundo el que destruye la naturaleza, es el que está llamado a salvarla, exigir y luchar para salvarla.

Es bien compleja la historia de nuestra especie, es bien compleja la historia de estos tiempos; muy difíciles los problemas, de todo tipo. No olvidemos que hoy tenemos que luchar contra ciclones que antes no venían, ciclones que vienen del oeste, la famosa Tormenta del Siglo: más de 5 000 hectáreas de plátano recién sembradas y en plena producción o próximas a estarlo, en la provincia de La Habana, algunas de ellas con más de 20 000 quintales por caballería y algunas áreas hasta con 100 toneladas por hectárea, fueron arrasadas en unas horas; no se han vuelto a recuperar. Ahora los ciclones cuando no vienen del este, vienen del oeste.

Las sequías que estamos viendo, nunca fueron vistas en nuestro país: la del año pasado; la de este propio año, que obliga a buscar recursos, a invertir en riego para poder mantener esos incrementos de producción de viandas y vegetales. Se está buscando un centavo a cada rato para un número de caballerías aquí de plátano con microjet en la región oriental y de otros cultivos para el abastecimiento a la población. Tenemos que seguir ese camino, empleando de manera óptima cada centavo.

Sequías, ¿cuándo se termina esto? Nosotros vemos los mapas todos los días. En cierto sentido, ayudaron a terminar la zafra; a veces las lluvias empiezan entre el 15 y el 20 de abril, lo hemos visto muchas veces.

Ya que mencioné la zafra, debo decir que la industria azucarera sobrecumplió sus planes, le quedan algunos días y ha producido alrededor de medio millón de toneladas de azúcar más que el año pasado (Aplausos). ¡Ojalá estuviera un poco más alto el precio del azúcar!, pero ellos han demostrado que se puede y la han producido a un menor costo, menor gasto de energía y con más eficiencia. Son muchos los síntomas por todas partes.

Aunque yo estaba casi en huelga de palabras y no quería dejarme presionar demasiado para pronunciar un discurso hoy, en este 17 de mayo, ahora digo que realmente constituye para mí un honor y una gran satisfacción haber podido compartir con ustedes este glorioso día (Aplausos).

Digamos, como siempre:

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(Ovación)