La Habana, 29 de noviembre de 1999

 

 

Sr. Jim McDermott

Representante por el estado de Washington

 

Muy estimado congresista Jim McDermott:

Cuando concluyó la IX Cumbre de Países Iberoamericanos en La Habana y las intensas actividades tanto de ésta como de las visitas oficiales o de trabajo a nuestro país de varios Jefes de Estado participantes en la misma, sin descansar un minuto, el 19 de noviembre me consagré por entero a los materiales de la reunión de la Organización Mundial de Comercio, y al estudio de los complejos temas que en las conferencias, discursos, reuniones, debates, encuentros con la prensa y pronunciamientos públicos debía abordar durante los breves días de mi estancia en Seattle.

Sin incluir las entrevistas solicitadas por numerosas personalidades políticas, el programa era sumamente apretado y tenso. Me disponía, sin embargo, a cumplirlo. Te había prometido considerar las posibilidades de asistir aunque, consciente de los obstáculos a vencer, no podía asegurarte la decisión que finalmente adoptaría. Te pedía por eso tiempo. Mientras tanto, me preparaba febrilmente para ello. Deseaba hacerlo y estaba prácticamente decidido a realizar el viaje, salvo que surgieran insalvables dificultades.

Considerando esa posibilidad, y las elementales medidas de discreción que por razones bien conocidas me veo obligado a guardar, me abstendría de anunciarlo públicamente hasta el último momento. Dilaté igualmente la solicitud de visas por similares razones. Conozco de sobra que antes de que transcurra una hora en el Departamento de Estado se filtra la noticia, y así los perennes organizadores de atentados que la Fundación Cubano Americana siempre financia cada vez que viajo al exterior -vínculos que las autoridades de Estados Unidos no ignoran- conocen de inmediato todos los detalles.

Han llovido las hipótesis sobre mi posible viaje a Seattle a partir de las invitaciones recibidas, que son conocidas.

El 19 de noviembre la agencia NOTIMEX informó: "La posible presencia del Presidente cubano Fidel Castro a la reunión de la Organización Mundial de Comercio que se celebrará del 30 de este mes al 3 de diciembre en Seattle, desató hoy las polémicas en el Capitolio".

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"En el Congreso estadounidense la simple invitación provocó reacciones inmediatas de enojo y frustración".

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"En la universidad de Seattle ya se están llevando a cabo los preparativos para que el líder cubano hable en la institución el próximo 2 de diciembre, lo cual también ha irritado a varios legisladores republicanos."

Ese mismo día 19, la agencia AP comunica: "Sus aliados están eufóricos con la idea. Sus enemigos están a la expectativa.

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"La presencia de Fidel Castro combinada con la atención que presta la prensa a la reunión de la OMC, brinda una gran oportunidad para hacer conocer a los ciudadanos de Estados Unidos acerca del inhumano bloqueo de nuestros vecinos", dijo Patsy Behrend, codirectora de la organización National Network on Cuba".

El lunes 22 de noviembre James Rubin, vocero del Departamento de Estado, declaró: "Aguardamos para reaccionar una vez que contemos con la solicitud de visado. [...] En cuanto a nuestra posición sobre la visa, estamos esperando, y no hemos recibido, una solicitud de visa antes de proceder a emitir cualquier declaración al respecto".

Según varias agencias noticiosas, Rubin "no supo decir si se la darían en caso de que la solicitara".

La agencia noticiosa ANSA informó en un despacho fechado en Washington que una fuente oficial norteamericana observó que "la reunión de Seattle es a nivel de ministros, no de Jefes de Estado y que la presencia de Castro sería 'inapropiada'".

Por su parte, la agencia Reuters comunicaba que "fuentes oficiales (obsérvese el plural) dijeron que la reunión de la OMC es a nivel de ministros y la presencia de Castro no sería 'apropiada'".

Veinticuatro horas después, el 23 de noviembre, llegó la noticia de que el representante republicano por el estado de la Florida, Lincoln Díaz Balart, solicitó a la Fiscal General de Estados Unidos, Janet Reno, que se disponga a ordenar el arresto del Presidente cubano por la acusación de asesinato, en caso de que asista a la reunión de Seattle.

El 24 de noviembre, según cable de la agencia Notimex, "el Washington Times (vocero de la extrema derecha) consideró que el gobernante cubano no debe recibir la oportunidad de ganar espacio en la prensa por el hecho de estar presente en la reunión ministerial a la que asistirá el presidente William Clinton."

También ese mismo día la agencia EFE informa: "La agrupación de exiliados Hermanos al Rescate anunció hoy que ha pedido a la Fiscalía Federal de Florida 'que procese criminalmente al dictador Fidel Castro por asesinato', en coincidencia con un posible viaje del líder cubano a Estados Unidos".

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"La Fundación Nacional Cubano Americana, una de las más poderosas organizaciones del exilio y varios otros grupos anticastristas se han sumado a la petición del congresista estadounidense Lincoln Díaz Balart de procesar a Castro por la muerte de los pilotos de Hermanos al Rescate".

Todas estas acciones sucesivas y combinadas fueron divulgadas en sólo 72 horas después de las declaraciones del vocero del Departamento de Estado el 22 de noviembre.

Dejo a un lado la histeria y las amenazas de los gritones de la mafia terrorista de Miami siempre deseosos de provocar un sangriento conflicto armado entre Cuba y Estados Unidos, que en este caso sería inevitable consecuencia de cualquier intento de retenerme por la fuerza en Seattle, cuyo primer combate se produciría, muy a nuestro pesar, en esa pacífica, culta y hospitalaria ciudad, en el instante mismo en que, con viles pretextos y groseras calumnias, autoridades norteamericanas trataran de arrestarme traicioneramente en Seattle.

Lo importante para mí era la posición de Estados Unidos respecto a mi derecho a participar en una reunión internacional de la Organización Mundial de Comercio de la que Cuba es miembro desde su fundación. Se hizo pronto evidente que el gobierno de Estados Unidos era opuesto a mi presencia en la reunión de Seattle. Tuve la certeza de que el Departamento de Estado no me concedería la visa. Por ello, no me molesté siquiera en solicitarla. No quería ser sometido a esa humillación. Bien pronto pudimos comprobarlo.

El día 26 de noviembre, en las primeras horas de la tarde, el jefe del Buró Cuba del Departamento de Estado y un importante Subsecretario de ese Departamento, en almuerzo que se concertó por iniciativa de ambos funcionarios norteamericanos con el compañero Dagoberto Rodríguez, Director de América del Norte del MINREX, que estaba de paso por Washington rumbo a Seattle, éste fue advertido de las posibles consecuencias del viaje con los mismos argumentos de la mafia extremista cubano-americana, lavándose aquellos las manos como Poncio Pilatos. Era incuestionable el complot que con el apoyo del Departamento de Estado se llevaba a cabo contra mi viaje a Seattle. Esto corroboró mi percepción sobre la oposición e incluso el temor político y moral a mi participación en la reunión de la OMC en Seattle.

Ya el propio viernes 26 de noviembre, muchas horas antes del almuerzo en Washington, dimos instrucciones al Ministerio de Relaciones Exteriores de presentar a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba, antes de las 11 de la mañana, la solicitud de visa para una lista de más de 30 compañeros encabezada por nuestro Canciller. A nuestra empresa aérea se le indicó solicitar autorización de vuelo para que un Il-62 partiera en dirección a Seattle a las 3 de la tarde, hora de Cuba, del lunes 29 de noviembre.

No quise explicar públicamente esta decisión hasta que tú recibieras este mensaje.

Lo que más me había estimulado a viajar a Seattle no era la propia reunión donde tendría solo cinco minutos para hablar sobre cuestiones realmente muy complejas, sino la posibilidad de sostener encuentros con estudiantes, profesionales especializados, académicos, donde exponer mis puntos de vista, sostener intercambios y debatir a fondo problemas cruciales de nuestra época, gracias a las numerosas invitaciones que tan amablemente recibí con motivo de esa posible visita. Pero yo no podía viajar a territorio norteamericano si los voceros oficiales del gobierno declaraban la visita "inapropiada", o, peor aún, participaban conscientemente de una gran provocación en Seattle.

Sin embargo, no me parecía suficiente enviar una simple carta explicando las razones de mi ausencia a numerosas personalidades e instituciones incluso religiosas que con tanta generosidad e interés esperaban el encuentro. Tomamos por ello la decisión de enviar una delegación presidida por nuestro joven y combativo canciller, el ingeniero Felipe Pérez Roque, que por haber trabajado conmigo durante más de siete años está profundamente familiarizado y comparte plenamente mis concepciones e ideas sobre la situación actual del mundo y su posible evolución. Con él viajan también nuestro Ministro de Comercio Exterior, Ricardo Cabrisas, defensor consecuente de los intereses de los países del Tercer Mundo, y otros miembros de nuestro equipo de trabajo cotidiano en el análisis de los graves problemas económicos internacionales; el Jefe de nuestra Oficina de Intereses en Washington y el prestigioso Presidente de los estudiantes universitarios de Cuba.

Decidimos enviar con ellos gran parte del personal de seguridad y comunicaciones que me ha acompañado en los más arriesgados viajes al exterior, para apoyar a la delegación cubana a Seattle y garantizar su protección contra cualquier provocación o agresión física de la mafia terrorista cubano-americana.

Nuestro Canciller lleva instrucciones de contactar y reunirse con las instituciones y personalidades que me invitaron a Seattle y que mostraron interés en reunirse conmigo, para explicar las razones de mi ausencia. Él podrá responder, exponer y debatir sobre cualquier tema que les interese sobre las posiciones de Cuba como pudiera hacerlo yo mismo y quizás mejor.

Por mi parte, lo que podía decir en Seattle lo haré en el Encuentro Internacional de Economistas que tendrá lugar en La Habana del 24 al 29 del próximo mes de enero, y en una importante reunión Cumbre del Grupo de los 77 más China, constituido ya por 133 países del Tercer Mundo que, por acuerdo de ese propio grupo, sesionará tres meses después, entre los días 10 y 14 de abril, en La Habana. Tendré así más tiempo para actualizarme sobre la evolución de los acontecimientos, enriquecer la información de que dispongo y profundizar en mis ideas al ritmo que la velocidad de los hechos que ocurren en el mundo exige.

Tú, estimadísimo Jim McDermott, fuiste sin duda el más entusiasta y tenaz defensor de la idea de invitarme a debatir en Seattle. La idea ganó apoyo entre aquellos que, como tú, defienden el intercambio valiente y sincero de opiniones por encima de fanatismos, dogmatismos y prejuicios propios de ignorantes que no tienen ideas serias que defender ni argumentos para defenderlas. Ello te ganó críticas de los fundamentalistas de la extrema derecha de tu país. Es posible que estés en desacuerdo con los criterios que exponga en este mensaje sobre la actitud de las autoridades de tu pais, porque todo hombre de pensamiento honrado y transparente tiende a pensar que las tradiciones se respetan y que hay principios y normas sagrados que nadie se atreve a violar.

Cuarenta años de lucha desde esta pequeña isla vecina de tu país nos han demostrado que, a pesar de la mucha nobleza, idealismo, sentido del honor y autoestima de tu gran pueblo, hay no pocas excepciones en el acatamiento de las reglas éticas en las que los hombres de honrado pensamiento ciegamente creen y respetan.

Nos hemos sentido sumamente honrados por el gesto que tú y tu querida Seattle han tenido conmigo y con Cuba. Nunca lo olvidaremos. Por ello y por respeto a ti y a la ya también para nosotros inolvidable y querida ciudad de Seattle, me he limitado estrictamente a explicar con la mayor objetividad posible lo ocurrido, omitiendo en este mensaje hasta la más mínima queja o crítica contra tu país.

Mil gracias para ti y para todos.

 

Fidel Castro