Palabras pronunciadas en el acto de recibimiento al primer grupo de atletas que regresó de Sydney, efectuado en el aeropuerto internacional "José Martí", el 29 de septiembre del 2000.

Compañeras y compañeros:

Voy a hablar muy poco, porque ya ayer hablé de este tema y de otros muchos temas, a mi juicio, de gran importancia.

Quiero recordarles que ustedes han dejado en el mundo una estela de simpatía y de solidaridad. Hemos leído todos los cables desde que comenzaron las olimpiadas, y de los atletas de ningún país se dicen tantas cosas elogiosas como las que se dicen de los atletas cubanos en estas olimpiadas.

Ya el compañero Felipe dijo lo esencial de lo que debía decirse. Yo habría añadido la proeza de Iván Pedroso, porque en el último salto, y cuando estaba debajo varios puntos, fue capaz de sobreponerse y superar al adversario; fue verdaderamente emocionante (Aplausos). Nosotros sabemos que Pedroso sufrió una gran lesión hace un número de años, por lo cual no pudo apenas competir en Atlanta. Fue objeto de una operación muy dura, puesto que tuvo una ruptura de los músculos, y por error de un médico y autosuficiencia de un instructor y del médico, tardaron 11 días en llevarlo al hospital; quisieron atenderlo ellos creyendo que era una tontería, y se trataba de una ruptura severa de los músculos, que cuando se produce tiende a encoger esos músculos, que requieren inmediata operación. Al cabo de 11 días lo operaron, y lo operaron con un gran éxito, lo cual dice mucho de nuestros médicos deportivos.

Yo sabía que él soñaba un día con alcanzar los nueve metros; siempre me quedé pensando si alguna vez podría incluso volver a competir, y volvió a competir y en condiciones duras, en condiciones de amargura, incluso, por lo que él refirió con relación a la madre, llorando porque ella no pudo ver su victoria. Hizo lo increíble, cuando no había esperanza alguna ya, en un último salto le sacó varios centímetros por arriba al adversario, y todo el mundo sabe que los atletas y que él especialmente realiza sus saltos más altos, más largos la segunda o la tercera vez. También en ocasiones se produce foul, y esta vez en el último salto, en el último segundo, corrió, saltó, bandera blanca y... ¡la medalla de oro!

Esa es una medalla de oro de gran mérito (Aplausos), la comparo con una que se mencionó aquí, la de Sotomayor. Nosotros vimos al que ganó por fin en salto alto, cómo por poco tumba la varilla la tercera vez, pero logró hacerlo; cuando Sotomayor, del primer salto, ya había cruzado la altura de 2,32, el otro logra saltar la de 2,35, y entonces, cuando le corresponde a Sotomayor, en ese momento empieza a llover copiosamente. El ha estado a punto de ganar el oro, a pesar de las agresiones, las calumnias; a pesar de haber estado viviendo un año con la incertidumbre de si competiría o no, logró alcanzar esa medalla de plata bajo el agua. Pero para nosotros una de las medallas más valiosas que ha ganado jamás Sotomayor fue esa medalla de plata, que para nosotros vale oro, vale diamantes (Aplausos).

El pueblo no ha dormido. Como coincidían las principales competencias con la madrugada de Cuba, 3:00, 4:00 de la mañana, hasta las 6:00, se puede decir que todo el mundo ha estado en vela y ha disfrutado extraordinariamente. Las victorias lo llenaban de júbilo; las trasmisiones de los contactos con la familia y de los atletas con la familia llenaban de emoción a nuestra población. Le dolía cualquier derrota en cualquier deporte, por el amor que siente nuestro país por el deporte, por el cariño que experimenta hacia sus atletas.

Pero cuando pensábamos que estábamos terriblemente amargados en el instante aquel en que se cumplieron los nueve ceros y no habíamos obtenido la medalla de oro, recordaba que ese grupo de atletas que obtuvo la medalla de plata era muy superior en número a los que antes de la Revolución asistían a unas olimpiadas para no ganar nunca ni una medalla de bronce. El deseo del oro es la prueba de nuestro honor, de nuestro hábito ya de alcanzar los más altos niveles.

Pero ayer decíamos nosotros en el acto de los CDR que volveríamos, y que cuando volviéramos no queríamos jugadores de Triple A, queríamos jugadores de las Grandes Ligas. Al fin y al cabo, en Baltimore ganamos, no es la primera vez que nos medimos; en Winnipeg, contra equipos todos de profesionales, ganamos, y lo único que les exigimos a nuestros adversarios tradicionales fue que la próxima vez traigan el dreamy team famoso, que traigan a todos los de las Grandes Ligas, a los mejores, para medirse con nosotros. Porque nosotros no nos vamos a detener aquí. Sabemos lo que se ha avanzado en muchos años. Nuestros equipos han competido en todos los deportes, en todos prácticamente, con excepción de algunos que son deportes de los superricos, con caballos y no sé cuántas cosas, que cuesta más entrenar el personal y enviarlo allá a Sydney de lo que ha costado enviar toda la delegación de cientos de atletas e instructores.

Ningún desaliento por parte de nadie. Ahora lo que tenemos que hacer es perfeccionarlo todo, porque sabemos lo que son estas olimpiadas hoy —y no voy a hablar de eso en este momento— y cómo se ha comercializado el deporte, y en algunos deportes cómo se han corrompido; porque lo que han hecho con el boxeo, donde, efectivamente, perdimos una o dos medallas, las demás nos las robaron... Y el robo más grande lo realizaron ayer. Solo viéndolo por televisión ustedes podrán comprender qué clase de atraco hicieron ayer con Luna. Desde luego, quieren cobrarnos la cuenta, a lo mejor creen que con eso nos neutralizan; pero más que nunca seguiremos denunciando a la mafia asquerosa que prevalece en el boxeo, tan asquerosa que ni siquiera nos devolvieron las medallas famosas que nos robaron descaradamente en Houston. Las pruebas irrebatibles están filmadas.

Ahí está el hombre que resultó campeón de Houston sin combatir cuando, con todo nuestro honor, nuestra delegación se retiró, y en la pelea de Savón con el supuesto campeón mundial lo que le dio fue una gran paliza, en la cual no pudieron hacer trampas, porque los golpes eran secos y desde lejos; las trampas las hacen cuando hay intercambio rápido, que aprovechan para apretar aceleradamente el botón, aunque el protegido no dé un solo golpe. No solo los jueces actuaron injustamente, sino que al hacerlo desconcertaban a nuestros atletas, porque el atleta se supone que no veía la puntuación, pero por la cara del manager, del instructor, la sabe, y cuando pasa el primer round, enseguida se entera de cómo está la situación y esto lo conduce a la desesperación para equilibrar la supuesta desventaja. Desesperación explicable: cuando ustedes vean la pelea de Luna verán que es el robo más descarado que se ha cometido nunca.

Nosotros seguiremos acusando a esa pandilla de mafiosos asquerosos que a luz del mundo son capaces de hacer las cosas que han hecho.

Estamos entre los 11 ó 12 primeros lugares, a pesar de todo, por encima de muchos países desarrollados, y nos quedan tres competidores en lucha libre; si ustedes vieron sus combates ayer, fueron fuertes algunos. Nos quedan cuatro de boxeo, que debemos ganar de calle; nos queda la incertidumbre de si las ganan o no por el pérfido arbitraje. Dos jabalinistas nuestras en el primer lanzamiento clasificaron con el máximo de puntuación, en el primer momento, así que nadie sabe lo que pueda pasar. Sobre la lucha libre, sabemos que están preocupados ya por el auge de Cuba en lucha libre, alguno puede ganar medalla. Nos quedan las de voleibol, nos quedan algunas canoas. Es muy difícil que no alcancemos por lo menos 10, 11 ó 12 medallas de oro, con lo cual quedaríamos en sexto, séptimo u octavo lugar, a pesar de todo, a pesar de todo el mercachiflismo, a pesar de que han prostituido el deporte amateur.

Nosotros podríamos decir también que somos el único país del mundo de atletas amateurs y no de atletas mercenarios, y eso es lo que le ha ganado un enorme prestigio a nuestro país. Además, es el país que más contribuye al desarrollo del deporte en el mundo con sus instructores; nuestro país posee 34 000 instructores de educación física y deportes, y en los próximos días, en octubre, inauguraremos una escuela internacional de educación física y deportes para ayudar a nuestros hermanos africanos, a nuestros hermanos latinoamericanos y a los hermanos del Tercer Mundo. Nuestro país nunca ha robado un atleta, ni ha competido con atletas de otros países; pero los vamos a formar, vamos a ir preparando atletas para demostrarles a aquellos ricos y a aquellos que acostumbran a despreciar y discriminar a los pueblos del Tercer Mundo, que en el Tercer Mundo hay suficiente calidad, suficiente voluntad, suficiente inteligencia y suficiente dignidad para ganarle al Primer Mundo.

No estaría mal inventar una competencia entre el Tercer Mundo pobre y el mundo rico e industrializado, para ver quién gana. Y ustedes saben que han inventado un montón de deportes de ricos que no se pueden practicar en países pobres. En deportes como la natación tienen todas las piscinas del mundo; tienen, además, todos los caballos del mundo, y tienen todos los recursos para hacer campos deportivos.

Nuestro papel en el deporte rebasa la frontera de Cuba, y está luchando para fortalecer el deporte en el resto de los países del Tercer Mundo, porque soñamos con el día en que no aparezca un —no voy a decir países por su nombre para no ofender a ninguno en particular— país europeo, muy nórdico, muy blanco y de ojos azules, cuyas competencias las realiza tanto con kenyanos, nigerianos, etíopes, o ciudadanos de otros países, como con ciudadanos cubanos que se han robado. Nos robaron al mejor portero en el polo acuático —ustedes lo saben—; nos robaron atletas de básquet, nos robaron atletas de balonmano, nos han robado atletas de campo y pista ya formados, y nos han hecho bastante daño, muchas veces ni siquiera comprando, sino corrompiendo atletas.

De modo que toda nuestra filosofía en el deporte debe ser meditada profundamente, porque ahora la pelea no es contra 20, 40 ó 50 países, sino contra 160, 170, y todo el mundo rico empleando los recursos máximos para obtener una u otra medalla.

Cuba es el único país bloqueado, pobre del Tercer Mundo, que es capaz de alcanzar las glorias que ha alcanzado con su deporte en estas olimpiadas. Y vamos a seguir, que no crean que les vamos a dejar el campo libre. Pero hay que pensar en otras cosas, hay que seguir batallando contra ese abuso de riqueza, de ostentación. Hay que seguir luchando para que las olimpiadas sean también un derecho de los países pobres y no de los países superricos, y si no, algo inventaremos para medir el mérito y la capacidad de nuestros pueblos. Aquellos pueblos que fueron colonia durante siglos, aquellos pueblos que fueron esclavizados durante siglos, vamos a demostrar lo que somos y de lo que somos capaces.

Cuba ha sido vanguardia, Cuba ha sido abanderada y lo será cada vez más. Por tanto, no digo una palabra más, solo que ustedes disfruten con honor, con orgullo, con satisfacción el descanso merecido por el esfuerzo que han realizado durante tanto tiempo, junto a su familia, junto a sus vecinos, junto a su pueblo, contándoles todo lo que les puedan contar. Tan pronto descansen, de nuevo al entrenamiento, que ya nos estaremos preparando, dentro de 15 días, para las próximas olimpiadas, y por el camino vamos a barrer con muchos primeros lugares, y vamos a seguir luchando contra la injusticia, contra la porquería, contra la corrupción, y vamos a seguir acusando a los bandidos. Ustedes saben que no les tenemos miedo.

Ustedes saben lo que les hicieron a los de las pesas en Winnipeg, y con las pesas se probó científicamente el fraude cometido, porque a las pocas horas hicimos los exámenes de aquellos atletas imputados de haber utilizado algún estimulante, y se demostró que ninguno lo había usado, en varios laboratorios diferentes, todas las pruebas iguales. Los muy descarados no nos han devuelto todavía ni una medalla. Ahora ya tenemos aquel laboratorio que ofrecimos, y que nos preservará de errores de algún atleta, o de errores, como suele ocurrir, de algún entrenador.

Lo que tenemos que proponernos después de Sydney, sabiendo que todo está mucho más complicado, es multiplicar, duplicar, triplicar nuestra calidad deportiva, y seguir apoyando a los países del Tercer Mundo que son nuestros hermanos. Nosotros, no solo en el deporte, sino en otros muchos campos, defendemos a los países del Tercer Mundo; pero el deporte cubano y su apoyo a otros muchos países ha demostrado al mundo, y por ello ha conquistado tanta simpatía, lo que un país pequeño, bloqueado durante 40 años, y con un mínimo de recursos, es capaz de alcanzar.

Los dejo libres para que se reúnan con los familiares.

¡Muchas felicidades!

¡Viva el Patria o Muerte que ustedes supieron cumplir a cabalidad en Sydney!

(Aplausos).