Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, durante la Recepción Oficial ofrecida en su honor, en el Centro de Conferencia Internacional-II  Le Hong Phong, el 22 de febrero de 2003.

 

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

 

Querido compañero Nong Duc Manh, Secretario General del Partido Comunista de Viet Nam;

 

Queridos compañeros de la dirección del Partido y el Gobierno de la República Socialista de Viet Nam;

 

Estimados hermanos vietnamitas;

 

Estimados invitados:

 

 

Hace ya treinta años que visité por primera vez este heroico país, de cultura milenaria y de tradiciones de lucha sin paralelo en la historia. Entonces el pueblo vietnamita estaba escribiendo aún una página gloriosa de resistencia y de victoria contra el agresor que desde casi 20 mil kilómetros de distancia decidió atacarlo e invadirlo con el enorme poder y alcance de su técnica sofisticada.

Frente a la valentía de este pueblo extraordinario, la potencia más poderosa de la historia no pudo evitar la derrota.  El mundo deberá agradecer eternamente a los millones de vietnamitas que al precio de la vida y de enormes sufrimientos derramaron su sangre y sufrieron mutilaciones, torturas, dolores físicos, hambre y enfermedades para demostrar a los demás pueblos del mundo que la dignidad y el amor a la patria y la justicia son invencibles.

            Conocí en aquella ocasión a hombres y mujeres vietnamitas que eran ejemplo de valor,  modestia, abnegación, coraje y sacrificio.

Luego regresé cuando ya Viet Nam estaba enfrascado en la titánica tarea de reconstruir la patria cien veces más hermosa con que soñó el entrañable Ho Chi Minh.

Y he vuelto ahora a un Viet Nam que muestra con orgullo los frutos de ese ingente esfuerzo de reconstrucción.  Han transcurrido apenas pocas horas desde nuestra llegada, pero ya puedo decir que nos sentimos hondamente impresionados por lo que hemos podido apreciar. 

Es admirable lo que ustedes han logrado en relativamente pocos años, a partir de un país devastado por la guerra.  Pueden existir tal vez dificultades,  siempre las habrá; pero esas dificultades nunca serán superiores a la voluntad, el tesón, el espíritu de trabajo y sacrificio de este asombroso pueblo.

Los felicito, compañeros vietnamitas; felicito al pueblo laborioso de Viet Nam; felicito al Partido Comunista, guía y dirigente de esta lucha por el desarrollo y el futuro.

Mi primera visita a Viet Nam, aquel año de 1973, coincidió con el brutal golpe fascista con el apoyo del gobierno de Estados Unidos contra el gobierno popular en Chile, y la muerte del Presidente Salvador Allende, glorioso paladín del socialismo al que siempre rendiremos el tributo que merece por la forma heroica con que entregó su vida.

Hoy graves amenazas se ciernen contra la paz, el derecho internacional, la soberanía de los pueblos y la propia existencia de la Organización de Naciones Unidas.  Lucharemos junto a la opinión pública internacional por un mundo de paz, justicia y seguridad para todos los pueblos.

La historia de Viet Nam demuestra que cuando un pueblo está decidido a defender su vida, su identidad y su futuro al precio que sea necesario, no hay superpotencia que pueda contra él.

Ese es el ejemplo insuperable que Viet Nam ha dado al mundo.

Ustedes agradecen siempre la solidaridad que Cuba y su pueblo mostraron con la lucha heroica del pueblo de Viet Nam.  Somos nosotros, queridos compañeros, quienes debemos dar las gracias a Viet Nam por la proeza que significó vencer a aquel enemigo poderoso, por el servicio que con aquella victoria brindaron a todos los oprimidos y explotados del mundo, a todos los que aspiran a un mundo más justo y humano, más equitativo y pacífico.

Aquella frase que ustedes recuerdan era mucho más que simples palabras.  Reitero hoy aquí que por Viet Nam el pueblo cubano estaba dispuesto de verdad a dar hasta su propia sangre, porque supimos apreciar lo que significaba el inmenso valor y el insuperable heroísmo de su lucha.

Mis compañeros y yo nos sentimos profundamente agradecidos por la acogida que de nuevo hemos recibido.  Una vez más nos hemos sentido en Viet Nam como en nuestra propia casa.  Si en algo pudiéramos merecer las muestras de cariño y el calor con que siempre somos recibidos en Viet Nam, sería porque el mismo cariño se siente en Cuba por Viet Nam y por su pueblo. 

¡Brindo por la amistad, la cooperación y la fraternidad entre los pueblos de Cuba y de Viet Nam!

¡Brindo por el continuado éxito de Viet Nam en la reconstrucción de la patria!

¡Brindo por el compañero Nong y por la dirección vietnamita!

¡Brindo por la lucha de los pueblos!

¡Brindo por el futuro!