DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, FIDEL CASTRO RUZ, EN EL ACTO DE INAUGURACIÓN DE LA II OLIMPIADA DEL DEPORTE CUBANO. CIUDAD DEPORTIVA, 18 DE ABRIL DE 2004.

Queridos amigos e invitados:

Las buenas ideas se abren paso. A veces los hombres con sus ambiciones, celos y tontas vanidades las echan a perder. Éstas que hoy nos convocan nacieron hace apenas año y medio, y ya comienzan a ser prometedoras realidades.

Habrá en Cuba una profunda revolución no sólo en la educación, la cultura y la salud. Habrá también una gran revolución en el deporte. Ya este propio año recibirán reparación capital 17 Escuelas de Iniciación Deportiva, e inmediatamente después comenzará a trabajarse en las de Profesores de Educación Física y Deportes. A todas ellas se aplicarán los impresionantes avances de Cuba en las técnicas de transmisión de conocimientos.

Miles de instructores deportivos cubanos se extienden ya por todas partes, sin que nadie cuestione sus cualidades humanas y profesionales. Sus nobles y abnegados esfuerzos estarán unidos al auge que cobra el deporte en muchos países de nuestro hemisferio y en otras regiones del Tercer Mundo. Sus discípulos competirán fuertemente con nuestros atletas. Disminuirán las veces que nuestra bandera se enarbole y nuestro Himno Nacional

se escuche en las grandes competencias, pero se elevarán a lo alto de los mástiles las banderas de muchos pueblos hermanos, y se escucharán las notas de la gran patria de todos los cubanos, que es la humanidad.

La Escuela Internacional de Deportes y Educación Física radicada en Cuba, como lo es ya la de Medicina, se convertirá en elevado símbolo de la ciencia y la técnica aplicadas al deporte. En ella se formarán muchos miles de jóvenes de países pobres de la Tierra.

La Segunda Olimpiada Nacional de Cuba colmará con creces nuestras esperanzas de un mundo mejor y más justo.

Mientras la violencia y la guerra se extienden y reinan en el mundo, Cuba y su pueblo se yerguen como defensores y símbolos de los más humanos y verdaderos principios que deben y pueden regir sobre la Tierra.

Por ello y para ello derramamos nuestra sangre, y cayeron hace exactamente 43 años numerosos patriotas jóvenes en Girón. Por ellos y para ellos nuestro primer pensamiento y nuestro más sincero y emocionado homenaje.

Gracias, atletas valerosos y llenos de esperanza, que procedentes de decenas de países nos hacen el inmenso honor de confiar y competir en Cuba. Para ustedes serán los mayores aplausos de nuestro noble y hospitalario pueblo, y con ustedes compartiremos gustosos las medallas de oro que con jueces imparciales obtengan en buena lid.

Y no digo más. La historia de este tipo de competencias comienza. No hay que ser privilegiado ni rico para participar en ellas. No tengo la menor duda de que el movimiento deportivo crecerá en el mundo. No seremos rivales de ninguna organización deportiva. Con todas cooperaremos, y entre todos los amantes del deporte contribuiremos a construir un mundo de paz y de equidad.

Declaro inaugurada la II Olimpiada del deporte cubano.

Gracias (Aplausos).