No tan puros como pretenden aparentar (I)

Burda y premeditada maniobra para perjudicar a Cuba en Winnipeg

ENRIQUE MONTESINOS

 

En la reciente reunión del Comité Ejecutivo de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA) quedó en evidencia la clara intención por parte de su presidencia de refutar las graves imputaciones hechas por Cuba en lo referido a las pruebas antidopaje que implicaron a sus deportistas en Winnipeg, así como porfiar sobre la absoluta honestidad de los integrantes y la inmaculada pureza de procedimientos por parte de su Comisión Médica.

Ni asomo de reconocer tan solo uno de los muchos argumentos presentados en las últimas semanas, reiterados en esa propia reunión por el compañero José Ramón Fernández, presidente del Comité Olímpico Cubano e integrante de dicho Ejecutivo continental.

Con la presencia de 14 de los miembros de dicho Ejecutivo (doce de ellos con derecho al voto), junto a varios invitados, la entidad sesionó el sábado 2 del presente mes de octubre, en Ciudad de México, pero lejos de convencer a la opinión pública internacional sobre la legitimidad de su proceder en los XIII Juegos Panamericanos de julio-agosto últimos, lo que consiguió finalmente fue sumergirse más en el fango de las contradicciones omnipresentes en todas sus acciones y declaraciones.

Como adicionalmente la alta dirección de la ODEPA insiste en ratificar a esa cita como la mejor de la historia, sin tener en cuenta los múltiples problemas afrontados por los participantes antes y durante la misma, vale la pena realizar un recuento global a partir de los antecedentes.

En la reunión de jefes de misiones de octubre de 1998 se hizo notar la situación tensa que habría en cada una de las tres zonas habilitadas como Villas principales para el alojamiento de todos los participantes y concretamente se comprobó que en la de la Base Aérea —donde, entre otras, radicaría la delegación cubana— solo estarían disponibles en cada piso, para 100 personas, apenas 16 lavamanos, 12 duchas, 8 tazas sanitarias y 6 urinarios, además de la reducida capacidad del comedor, y aunque los organizadores, no la ODEPA, ausente de esa cita, se comprometieron a buscar soluciones, en los propios Juegos se comprobó que las enmiendas fueron mínimas.

Lo referido a la eliminación de premiaciones constituyó una burda y premeditada maniobra para perjudicar a Cuba, que lo precisó desde un principio, mucho antes de que otros países se vinieran a dar cuenta en los propios Juegos al ser afectados directamente,como los patinadores de Colombia, por ejemplo.

Fueron potencialmente nada menos que 64 medallas menos a disputar por Cuba con respecto a Mar del Plata-95 y de las 160 medallas probables en un grupo de deportes cercenados, los cubanos habían conquistado cuatro años antes un total de 62 que no se volverían a competir.

La "justificación" fue la de ceñirse al programa olímpico, pero cómo prestarse para reducir pruebas de deportes populares tradicionalmente premiadas en ese marco (de clavados, gimnasia rítmica, judo, pesas, lucha, remo, taekwondo, tiro y tiro con arco), a la vez que mantener un abultado programa de 39 disciplinas, entre ellas algunas nada olímpicas ni populares como el esquí náutico, squash, raquetbol, badminton, por citar cuatro, en las que se demostró el elitismo de los representantes norteños, al extremo de repartirse de modo absoluto entre los Estados Unidos y Canadá las 19 medallas de oro puestas en disputa.

La exigencia de visado de entrada a Canadá para todos los integrantes de las delegaciones constituyó un claro paso de retroceso, pues había sido sustituido muchos años antes en las competencias múltiples por la Tarjeta de Identidad Deportiva, documento que facilita los trámites de acreditación sobre todo para las delegaciones grandes como la nuestra. Se hicieron numerosas gestiones posteriores, mas nunca accedieron, como tampoco renunciaron al "original" cobro de las entradas para los atletas asistentes a otros escenarios en apoyo a sus compatriotas.

Recuerdo que en esa etapa previa, cuando se debatían las "prerrogativas", no expuestas por Winnipeg al ofrecer sus facilidades en la lucha por la sede, el mexicano Carlos Andrade, presidente de la campaña para Guadalajara-2003, declaró a Granma que no incumplirían sus promesas o las reajustarían por el camino, porque no era serio. Y se refería concretamente a los problemas presentados por otras sedes como la de Winnipeg.

A 100 días de los Juegos, en mitad de abril, Cuba había advertido que "no dudamos que la mafia de Miami tratará de entorpecer nuestro desenvolvimiento con uno u otro tipo de acciones. Confiamos que las autoridades canadienses sepan garantizar la seguridad y tranquilidad de los deportistas como nosotros lo hemos hecho con todas las delegaciones que nos visitan. Es por demás, la obligación de una sede".

Sin embargo, desde el mismo primer día de actividades de los Juegos, incluso antes de la ceremonia oficial de inauguración, el jefe de la misión cubana, Humberto Rodríguez González, tuvo que exigir respeto para el deporte cubano. El Presidente del INDER argumentó ante la prensa que lamentablemente muchos de los diarios, las emisoras radiales y canales de televisión se hacían eco de la campaña de provocaciones contra los cubanos y ofrecían detalles acerca de cómo debían proceder para desertar, en tanto apenas mencionaron los varios casos de deportistas de otros países que abandonaron sus respectivas delegaciones y se ocultaron de las autoridades locales para quedarse a residir en Canadá, pues no recibían ni remotamente las mismas facilidades que los cubanos.

El contacto de los deportistas cubanos con la prensa, se vio lógicamente limitado, pues era demasiado el acoso con preguntas sobre deserciones y política, y prácticamente nada sobre deporte.

Por otra parte, los periodistas acreditados se quejaron en los inicios por la falta de información para la prensa y hasta el final estuvieron "bromeando en serio" sobre la molesta presencia de nubes de mosquitos cuyas picadas no dejaban disfrutar con tranquilidad las competencias y lo "apropiado" que hubiera sido escoger a dicho insecto como la mascota oficial.

Si no pueden cumplir con la familia panamericana en algo tan elemental como la Tarjeta de Identidad, en lugar de la visa —que ¡hasta Estados Unidos puso en práctica en Indianápolis-87!—; si existen promesas vulneradas y para colmo se tolera ¿y se respalda? el hostigamiento de deportistas visitantes desde su misma llegada, ¿se puede hablar sobre los mejores Juegos? Pero hay mucho más.