INTERVENCION DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CUBA EN LA REUNION MINISTERIAL DEL MOVIMIENTO DE PAISES NO ALINEADOS

 

Distinguidos delegados;

Sra. Presidenta, muy estimada amiga:

Deseamos ante todo agradecer las palabras del Presidente Mbeki, las cuales, sin lugar a dudas, se convierten de hecho en guía para nuestros trabajos.

Me alegra verla presidir nuestra Reunión Ministerial, la primera que se realiza luego de la histórica Conferencia Cumbre de nuestro Movimiento celebrada en Durban, Sudáfrica, el pasado año. De ella, el Movimiento resultó fortalecido, y en ella reafirmó sus principios y consolidó su voluntad de unión y solidaridad.

A partir de entonces, hemos visto cómo las peligrosas tendencias que denunció la Declaración de Durban para el Nuevo Milenio se han seguido consolidando. Crecen los peligros para la soberanía, la independencia, la estabilidad y el desarrollo económico de los Países No Alineados. Se ignoran cada vez más, e incluso se pretende hacer desaparecer, los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas que han regido las relaciones internacionales durante 50 años y que constituyen el único asidero legal de un mundo que en nada privilegia a los más pobres y necesitados.

Son fuente de creciente preocupación, los conceptos de seguridad internacional promovidos por los países desarrollados, en particular por los Estados Unidos y la OTAN, que pueden conducir a la intensificación de las tensiones y conflictos a nivel regional y mundial, y amenazar la seguridad de los países en desarrollo. Con ello se intenta distorsionar y desconocer aún más el papel de las Naciones Unidas como instrumento de paz y reducirla a una instancia internacional que certifique la injerencia y el uso de la fuerza, en función de intereses hegemónicos.

Cuba reafirma la necesidad de que defendamos con más convicción que nunca los principios fundacionales del MNOAL, en particular, la no alineación, la solidaridad y la unidad del Movimiento, que desde Bandung, hace 44 años, constituyen nuestra razón de ser.

Proclamamos, al igual que lo hace el Movimiento y fue ratificado en Durbán, el necesario e irrestricto respeto a la Carta de las Naciones Unidas y a los principios del Derecho Internacional, especialmente los consagrados a la soberanía e igualdad de todos los Estados, a la integridad territorial e independencia política, a la autodeterminación y a la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, así como a los principios del Derecho Internacional Humanitario.

Cuba considera asunto de la mayor prioridad que el Movimiento trabaje de forma unida y solidaria, por la defensa de tan sagrados principios. Hemos visto en todas las negociaciones que se han efectuado durante los últimos tiempos, en los más diversos foros, cómo se ha tornado extremadamente difícil que tales conceptos queden explícita y claramente recogidos.

¿Será acaso porque algunos quieren constituir un orden mundial de subordinación, de amenaza y uso de la fuerza donde ya no existan instrumentos jurídicos que lo impidan? ¿Será acaso que a algunos les interesa continuar negando el ejercicio de nuestros derechos soberanos y nuestra integridad, cuando ellos con fuerza imponen la suya? ¿Será acaso para conformar un futuro en el que ya no existan instituciones internacionales de carácter universal que cuenten con un sistema de seguridad colectiva que de manera imparcial actúe con justicia y equidad?

Cuba declara que ese no es el orden internacional por el que han abogado siempre los Países No Alineados, y reafirma la necesidad impostergable de establecer un orden mundial basado en la paz, la justicia y la igualdad entre las naciones, en el que impere el respeto al Derecho Internacional, en el que el derecho al desarrollo se convierta en una realidad y no en una utopía, en el que las Naciones Unidas y su sistema de organizaciones tengan un carácter regulador de las relaciones internacionales y garanticen la igualdad de todos los Estados, independientemente de su tamaño y su poderío, en el que se rechace el uso de la fuerza, en el que la solución pacífica de controversias sea la norma y no la excepción, en el que se respeten las funciones y prerrogativas reales de la Asamblea General, y en el que se proscriban el unilateralismo, la coerción y la imposición humillante de la fuerza.

Ese fue el orden internacional por el que abogamos en Durban, un orden internacional que también reafirme el compromiso de todas las naciones con el Desarme general y completo, incluido el desarme nuclear, y en el que los cuantiosos recursos que hoy se destinan a gastos militares, se dediquen a combatir el hambre y la pobreza en el mundo. Un orden internacional que no solo condene la existencia y uso de armas de exterminio en masa, sino también el uso creciente de armamento convencional sofisticado en acciones agresivas contra otros Estados, casi sin excepción, pertenecientes al Tercer Mundo.

El orden internacional con que siempre hemos soñado y que el mundo necesita es aquel en el que se establezca una real y legítima cooperación entre los países desarrollados y ricos y nuestros países; en el que se erradique el hambre, la insalubridad y la pobreza de la faz de la Tierra; aquel donde se hayan eliminado el racismo, la discriminación racial y la xenofobia, donde haya un respeto real y no de palabras a todos los derechos humanos en todos los países.

El racismo, la política antiinmigrantes, la discriminación y la explotación de las mujeres y los niños se extiende por un mundo cada

vez más desigual; hoy, los países del Tercer Mundo producen más, pero ganan menos, los precios de sus productos de exportación descienden, mientras que los de sus importaciones se incrementan; la pobreza crítica sigue atenazando a la tercera parte de las poblaciones de los países subdesarrollados. Éstos, con un 75% de la población mundial, sólo participaron en 1998 con el 17,7% de las exportaciones totales de bienes y servicios, mientras que los países industrializados, con un 15,6% de la población del mundo exportaron el 80%.

Nuestras naciones sufren impotentes los embates de la especulación financiera. Malvivimos agobiados por el peso asfixiante de la deuda externa, mientras los países de la OCDE dedican menos recursos que nunca antes a la Ayuda Oficial al Desarrollo. Se intenta imponernos un Tratado Multilateral de Inversiones que convertiría a nuestros países en una inmensa "zona franca mundial", subordinando los gobiernos a la voluntad de las transnacionales, que operarían sin pagar siquiera impuestos y retribuyendo con bajísimos salarios a nuestros trabajadores.

¿Qué ventajas obtenemos los pobres de la globalización y la expansión de los mercados financieros internacionales? Según el PNUD, los países de la OCDE, con el 19% de la población mundial, concentran el 71% del comercio mundial de bienes y servicios, el 58% de la inversión extranjera directa y el 91% de los usuarios de INTERNET.

Nuestro movimiento de Países No Alineados tiene el deber, por nuestros pueblos, de luchar por un orden internacional donde la dignidad del ser humano, la solidaridad, la justicia, la equidad y el desarrollo constituyan las palabras de orden. Para lograrlo, requerimos ante todo unirnos y utilizar debidamente nuestro número y potencial en las relaciones internacionales. Reactivar las estructuras del MNOAL y utilizar todas las vías de concertación a nuestro alcance es una necesidad impostergable.

 

Sra. Presidenta :

Cuba saluda la segura entrada a nuestro Movimiento de la hermana República Dominicana. Estamos convencidos de la importante contribución que esto significará a la unidad y fortaleza de nuestro Movimiento.

Consideramos que el MNOAL debe brindar especial atención a la efectiva celebración de la Cumbre Sur que, como todos sabemos, tendrá lugar en La Habana del 10 al 14 de abril del próximo año. Pondremos todo nuestro empeño para que ese evento contribuya a brindarle un nuevo e importante impulso a la lucha por hacer realidad nuestras justas demandas.

La Cumbre Sur, en La Habana, nos permitirá coordinar nuestras posiciones con vistas a la celebración posterior de la Cumbre del Milenio, convocada por las Naciones Unidas para septiembre del 2000.

Cuba, Señora Presidenta, bloqueada y agredida por la más poderosa potencia de la historia, pero firme y erguida en la defensa de los derechos de nuestros pueblos, reafirma hoy, ante sus hermanos del Movimiento de Países No Alineados, su certeza de que si nos unimos y luchamos por nuestros intereses comunes, no habrá fuerza en el mundo capaz de impedir que conquistemos un futuro con dignidad y justicia social.

Muchas gracias.

 

23 de Septiembre de 1999.