La posición oficial de la Dirección revolucionaria

ante bombardeo de panfletos contrarrevolucionarios sobre la capital

 

¿Un loco, un endrogado, o un mercenario?

 

Del norte revuelto y brutal nos vino la nueva ofensa el sábado Primero de Enero del año 2000.

Cuando todavía está por resolverse el brutal y grosero secuestro de un niño cubano que antes de cumplir seis años fue arrancado de su familia, su escuela y su pupitre, lo cual conmovió a toda Cuba, en las primeras horas de la mañana, a las 8:07 a.m., mientras nuestra ciudad descansaba de un año fatigoso aunque fructífero en todos los terrenos, una avioneta, procedente como todas del territorio norteamericano, en forma traicionera, volando a baja altura, se aproxima por el Norte a la ciudad, pasa junto al Hotel Meliá-Cohíba, penetra hacia el Oeste hasta la calle 5ª y 86, sube hasta 19 y 84, voltea rumbo al Este, cruza sobre el Bosque de La Habana, el Hotel Nacional, la entrada del Puerto, Casablanca, el Hospital Naval, y sale al mar, de regreso a Estados Unidos, por La Habana del Este, después de lanzar decenas de miles de octavillas, llamando a la huelga general, la sublevación del pueblo y la guerra interna. No era posible que transcurriera en paz el día en que se cumplían 41 años de lucha heroica, resistencia y victorias revolucionarias de nuestro pueblo.

Tal hecho, desde luego, no podría siquiera imaginarse en Washington y Nueva York. ¿Quién sería capaz de perturbar de tal modo las horas de alegría y plácido descanso del imperio? Tenía lugar la grotesca provocación, como siempre, en La Habana, la Capital de Cuba, el pequeño vecino revolucionario que lleva más de cuatro décadas siendo objeto de bloqueo, ataques piratas, agresiones políticas, económicas o militares. Es el derecho de un imperio a no tolerar jamás ofensas, y pasarse en cambio todo el tiempo amenazando, agrediendo u ofendiendo a cualquier país en cualquier rincón de la tierra, especialmente si se trata de naciones del Tercer Mundo.

En este caso el avión no era siquiera tripulado por un mercenario de origen cubano. Sin que se sepa si por ardid, truco o contubernio, no se trataba de uno de los que vienen hace años cometiendo fechorías similares contra Cuba, con pleno apoyo y tolerancia de las autoridades de Estados Unidos, cuyo más conocido cabecilla apareció precisamente hace unos días en compañía de Torricelli, el hijito de Más Canosa, la loba feroz Ileana Ros y otros bandidos, rodeando a la inocente criatura secuestrada, en festín de asquerosa y repugnante publicidad que tanto ha herido al pueblo al que quieren rendir por hambre y enfermedad, incluidos sus mujeres, ancianos y niños.

El "heroico" piloto era nada menos que un ciudadano norteamericano, vietnamita de nacimiento, antiguo miembro de la Fuerza Aérea de Saigón, que luchó en el ejército títere junto a las fuerzas de Estados Unidos que asesinaron a cuatro millones de hombres, mujeres y niños en Viet Nam.

¡Era lo último que faltaba! Hace sólo unos meses, inmigrantes de origen indio y pakistaní, haciéndose pasar por turistas, golpearon e hirieron gravemente a dos humildes trabajadores para secuestrar una embarcación con la cual viajar a Estados Unidos, atraídos por el sueño de acogerse a la famosa Ley de Ajuste Cubano. Ahora aparecía un residuo de las heces fecales que fue el Ejército de Saigón, volando sobre la capital de Cuba al amanecer de un Primero de Enero, con el nobilísimo objetivo de "liberar" a nuestro "esclavizado" pueblo. Cual si fuésemos todavía analfabetos, ilumina nuestro brillante destino con un panfleto lleno de faltas de ortografía, al estilo de aquel delincuente común, asalariado de la Oficina de Intereses de Estados Unidos, que pedía "justisia" para un descabellado e imaginario "acesinato" de niños. ¿Casualidad, o algo redactado a propósito por sus socios de Miami para confundir y despistar?

Después de glorificar las hazañas de la OTAN y otras sandeces, la "sublime" proclama expresa:

"[...] Dios y la Justicia ordenan a todos los patriotas cubano ponerse en pie para declarar la muerte del Régimen inhumano y tiránico. [...] cada cubano debe:

"1. Diseminar esta proclamación de la manera más eficiente.

"2. Llamar a una huelga general y lanzarse todos a las calles exigiendo de nuevo el derecho de ser duenós de sí mimos...

"3. Protestar en los sitios claves militares y administrativos, llamando a los soldados y policías a que regresen a la justa causa nacional.

"4. Ocupar las estaciones de radio y televisión [...] para llamar a un levantamiento popular.

"5. Coordinar las fuerzas de Resistencia internas con las externas, incluyendo a todos los que luchan por la libertad en Vietnam, China, Corea, etc. en un plan de levantamiento general para destronar al tirano de Havana [...] con el fin de construir un Cuba independiente, libre y próspero.

"Comandante en Jefe de las Fuerzas Revolucionarias

Anti-comunistas mundiales"

(Una firma ilegible)

Lo absurdo de esta necia provocación contrarrevolucionaria es que tiene lugar cuando el pueblo de Cuba, más firme, enérgico y consciente que nunca, se moviliza, marcha y se concentra en calles y plazas exigiendo la liberación del niño Elián González.

Se subleva, sí, más que nunca, pero contra el imperialismo y sus cobardes agresiones a nuestra patria. Más que estimularlo al combate, hay que contenerlo para que no desborde su justa irritación y su impaciencia.

¿Quién puede ser el autor de esta inusitada provocación?

¿Un loco, un desquiciado, un endrogado, o un vulgar mercenario a sueldo que cumple instrucciones de alguien?

Extraño loco que alquila un avión, sale de la base aérea de Opalocka, Florida, traza plan de vuelo hacia Cayo Hueso, continúa exactamente hacia una instalación al borde de la costa norte de La Habana, recorre con precisión distintos puntos de la franja urbana a muchas cuadras del litoral, pasa sobre la bahía, el Este de la ciudad, y vuelve de regreso a Estados Unidos. Un loco que también podría lanzar explosivos, material inflamable, virus y bacterias sobre el país que, en medio de un bloqueo criminal, acaba de realizar la hazaña de reducir la mortalidad infantil a 6,4 por cada mil nacidos vivos.

¿De dónde sacó tanto dinero, tantos panfletos y tanta información para hacer el recorrido que hizo?

Hay locura, desde luego, pero no individual. La locura y el caos de un sistema inicuo, violador de todas las leyes internacionales, tolerante con el crimen, mentiroso e inmoral, que estimula las locuras y es, además, incapaz de controlarlas, cobarde para combatirlas, cuando se han enraizado en mafias insolentes, desafiantes y engreídas, creadas por el propio sistema para agredir a Cuba y destruir la Revolución, y que hoy, con su abundante dinero de oscuro origen, sufragan campañas electorales por encima o por debajo de la mesa, forman lobbies, financian y se asocian a la extrema derecha cuyas ideas no se apartan mucho de las del loco excretado por el régimen de Saigón, hijo del intervencionismo de Estados Unidos en el mundo y de las ideas hegemónicas del imperio.

Lo arrestarán por unas horas, no lo enviarán siquiera al psiquiatra, y lo pondrán en libertad. De lo contrario tendrían que aplicarles la misma receta a Basulto y su canalla, lo cual no es concebible. La farsa de un proceso legal de carácter penal concluiría como el desvergonzado juicio de Puerto Rico en el que se juzgaba un grave delito de terrorismo internacional generado y financiado desde Estados Unidos, donde los culpables probados fueron declarados inocentes por unanimidad, en una corte venal y corrompida, lo que equivale a un estímulo y un permiso del imperio a sus esbirros para matar.

Basándose en el incidente creado por hechos vandálicos como estos, que se repetían sistemáticamente sobre los mares y los cielos de nuestra patria, el presidente Clinton justificó y sancionó la bárbara y genocida Ley Helms-Burton, y amenazas de ataques armados contra Cuba fueron manejadas por su administración durante aquellos días. De este modo cínico e hipócrita se comportan los dueños del mundo.

Quiso el azar que ese mismo día en que el extraño loco lanzara sus octavillas sobre la capital de Cuba llamando a la guerra, un barco con 406 emigrantes haitianos, dominicanos y de otros países, arribara a las costas de la Florida. Para ellos no habrá Ley de Ajuste, ni habrá regalos sofisticados y paseos por Disneylandia para los niños que seguramente se encontraban entre esos inmigrantes indocumentados. No podrían utilizarlos para pérfidos objetivos políticos contrarrevolucionarios ni propagandas electorales. Los echarán del territorio norteamericano como animales despreciables, contaminantes de la sociedad idílica y la pretendida raza superior, que arriban a sus costas expulsados por el hambre y la miseria que el colonialismo y el imperialismo sembraron en el resto del mundo.

Una vez más, ¡viva el Primero de Enero!, día en que nos liberamos, al precio de miles de valiosas vidas, del títere cubano y del imperio que lo engendró.

Hemos resistido y seguiremos resistiendo. Veamos esta grosera ofensa como un episodio más de nuestra larga y heroica lucha. ¿Una protesta diplomática enérgica? ¿Para qué? Es perder el tiempo. No distraigamos un minuto la atención de nuestro objetivo fundamental en este instante, la histórica batalla por la liberación del niño secuestrado, que es tal vez lo que pretenden con esta burda agresión.

Librémosla con la misma energía con que emprendimos el glorioso camino revolucionario que nos ha llevado hasta aquí, con la razón, con la verdad, con la moral y con el pueblo a nuestro lado. Estrechemos nuestras filas. Conquistemos el apoyo de todos los hombres y mujeres honestos del mundo. El imperio con todo su poder no podrá arrebatarnos a ese niño, al que en acción grotesca y aborrecible, y sin respeto alguno por su edad y su inocencia, envolvieron por la fuerza en la bandera norteamericana, digna de respeto por nuestra parte como insignia del pueblo norteamericano, que en su mayoría apoya la devolución de Elián, pero extraña para él con sus barras y sus decenas de estrellas, la misma que ondea hoy en la escuela cuya matrícula cuesta 40 mil dólares por año, donde lo ingresarán este lunes, según noticias, también por la fuerza y sin derecho alguno por parte de los secuestradores a decidir su vida.

Una familia modesta y honrada, una escuela eficiente y humana donde no se cobra un solo centavo, una maestra amorosa, un humilde pupitre, un compañerito negro, la insignia gloriosa de la estrella solitaria y 11 millones de cubanos, lo esperan impacientes en su patria.