FRAUDE ELECTORAL EN LA FLORIDA

Sin decidir todavía elección del Presidente de Estados Unidos

UNA REPÚBLICA BANANERA

Algo insólito, lo que tal vez cientos de millones de personas en el mundo y en los propios Estados Unidos nunca imaginaron posible, ocurrió en las elecciones presidenciales norteamericanas el pasado martes.

Un gran escándalo recorre el mundo. Mensajes de felicitación enviados apresuradamente por dirigentes políticos de todas partes al candidato George Bush tan pronto las cadenas de televisión, burdamente engañadas por los autores del fraude, anunciaron a las 3 de la madrugada del miércoles su victoria, han tenido que ser rectificados o anulados por los engañados remitentes.

Estados Unidos estaba realmente sin Presidente electo. El epicentro de este terremoto político, que tanto daña en este instante el prestigio de ese país, fue de nuevo el Estado de la Florida y especialmente Miami, donde radica e impera la mafia terrorista cubano-americana que, aliada a los políticos de la extrema derecha de Estados Unidos, protagonizó el secuestro del niño cubano Elián González.

En aquella ocasión violaron leyes, desacataron instituciones y, lo que es peor, torturaron psicológicamente e incluso hicieron objeto de maltrato físico durante meses a una inocente criatura que apenas había cumplido seis años de edad cuando fue retenido sin razón o derecho alguno en ese país. Hombres armados conspiraron, elaboraron proyectos criminales, organizaron planes de resistencia violenta, perturbaron el orden en la ciudad, y finalmente pisotearon y quemaron la bandera de Estados Unidos, en furiosa respuesta al rescate del niño que, gracias a la intensa lucha de nuestro pueblo y al apoyo brindado por la inmensa mayoría de la opinión pública a los derechos del niño, de su padre y su legítima familia, fue devuelto a Cuba.

Se vieron en aquella ocasión imágenes que hirieron profundamente al pueblo de Estados Unidos.

Habían transcurrido apenas seis meses de los hechos bochornosos mencionados, cuando quiso el azar que el Estado de la Florida se convirtiese en el factor determinante para la elección presidencial. Esta vez la mafia se jugó el todo por el todo. Sedienta de venganza, deseosa de recuperar el terreno perdido, con la complicidad de sus aliados en el Congreso de Estados Unidos, maniobró previamente para arreciar el bloqueo contra nuestro país, frustrar las iniciativas en favor de la venta de alimentos y medicinas, convertir en ley la prohibición a los ciudadanos norteamericanos de viajar a Cuba y lograr el despojo de los fondos cubanos retenidos en Estados Unidos. Llegado el día decisivo de la reñida elección presidencial se consideró capaz de decidir quién sería el Presidente de Estados Unidos.

Como se pudo apreciar desde la madrugada de ayer, no sólo invirtieron cuantiosas sumas de dinero, sino que acudieron descaradamente al fraude electoral como hacían sus antecesores en Cuba antes de la Revolución. Expertos en hacer votar hasta los muertos —cosa que ya han realizado más de una vez en Miami—robaron urnas, trasegaron votos, rodearon colegios electorales para presionar a los votantes, acudieron al truco de cambiar el orden de los candidatos en la boleta electoral para inducir a error a los votantes, muchos de ellos ancianos retirados que, deseando votar por un candidato, votaron por otro distinto al que deseaban escoger, y lloraron después amargamente por la frustración y el engaño de que habían sido víctimas.

Una nube de oscuridad rodeaba hoy el panorama político de los Estados Unidos. De nuevo esa nación paga el precio de la política criminal y genocida de sus gobernantes contra nuestra patria, de la alianza de éstos con malversadores y criminales de guerra escapados de Cuba, del bloqueo y la guerra económica, de la Ley asesina de Ajuste Cubano, propiciadora de numerosas muertes y protectora de lumpen y delincuentes que ingresan a su antojo en ese país sin documento alguno.

¿Qué dirán ahora al mundo? ¿Cómo apagarán la indignación, la burla y el escándalo? ¿Cómo desenredarán el entuerto creado? Ya no podrán satisfacer a nadie, en medio de tantos trucos, anomalías e irregularidades, con simples recuentos de votos y otras fórmulas similares que en nada subsanan los resultados alcanzados y los votos obtenidos mediante el fraude, las presiones y los engaños, para determinar el verdadero ganador. Pueden recontar mil veces los votos de la Florida y quedar intacto el fraude.

Dejando a un lado la colosal cifra de 3 mil millones de dólares en gastos y propaganda electorales, lo que de por sí desprestigia cualquier pretensión de modelo democrático y gobierno del pueblo por el pueblo, en la actual circunstancia no les queda a los dirigentes de Estados Unidos otra alternativa que repetir las elecciones en el Estado de la Florida, para saber quién es el ganador y mantener la ficción de que en ese país existe algo que se parezca a una democracia y no lo que tan despectivamente llaman "Una República bananera".

Noviembre 9 del 2000