OCHOCIENTOS MIL CAPITALINOS EN MARCHA PATRIÓTICA EL MIÉRCOLES

LA RESPUESTA DE CUBA

En la política norteamericana reina el caos. Nuestro pueblo acaba de presenciar cómo la dirección del Gobierno y del propio Congreso de Estados Unidos pueden ser instrumentos de la mafia terrorista cubano-americana de Miami y de los políticos de extrema derecha que ocupan los puestos claves del Congreso de ese país.

Esto se había puesto en evidencia con los disparatados sucesos ocurridos alrededor del secuestro del niño cubano Elián González.

La intensa batalla librada por nuestro pueblo durante siete meses y el apoyo de la opinión pública norteamericana, detalladamente informada de los hechos por los más importantes medios masivos, les infligieron una humillante derrota. Ahora quieren recuperar a toda costa el terreno perdido. Destilan su odio y sus ansias de venganza contra nuestro pueblo por todos los poros. Toda una historia de complicidad y agresiones por parte de sucesivas administraciones e infinidad de leyes y enmiendas aprobadas a lo largo de 40 años, les facilitan el camino y estimulan sus acciones contra Cuba.

A punto de finalizar una reñida campaña electoral, cuando la demagogia y la politiquería adquieren su máxima expresión, era el momento ideal para la última felonía que acaban de cometer contra nuestro país.

Era ya evidente que tanto el presidente Clinton como la mayoría del propio Congreso y el pueblo norteamericanos estaban cansándose de una política estúpida y cruel que durante más de cuatro décadas se ha estrellado contra la férrea voluntad de un pequeño país que con firmeza inquebrantable ha sido capaz de resistir y demostrar que el poder de esa superpotencia tiene un límite.

Cuba gana respeto y prestigio crecientes en todas partes. Nadie ignora ya en este mundo la colosal obra social llevada a cabo por la Revolución. Pocos son incluso los países desarrollados que cuentan con los servicios de educación y de salud que posee Cuba y los brinda de forma absolutamente gratuita a todos los ciudadanos. Entre esos países no se cuenta, por cierto, el más poderoso y rico de todos: Estados Unidos.

Nuestra actual capacidad de ofrecer ayuda médica y formación de personal para atender a decenas de millones de personas en los lugares más apartados de los países más necesitados del Tercer Mundo, de forma igualmente gratuita, no la poseen los países de Europa y Estados Unidos juntos, sencillamente porque no disponen para ello del capital humano necesario.

En las últimas competencias olímpicas, naciones con enormes recursos y una población varias veces superior a la de Cuba, quedaron muy por detrás de nuestros equipos. Pese al torrente de dinero que corre tras la profesionalización del deporte olímpico, ni un solo atleta cubano pudo ser comprado.

La conciencia política y el espíritu solidario de nuestra población no admiten comparación alguna. Su cultura y sus conocimientos se multiplican hoy a un ritmo que dejará muy atrás a cualquier otra sociedad del planeta. El pueblo cubano está más unido que nunca. Nuestro sistema político funciona con una seriedad, estabilidad, participación social y honradez pública, que en nada se parece a lo que ocurre todos los días en casi todas partes de nuestro sufrido mundo.

Jamás se usó la violencia contra la población. Durante cuatro décadas nunca se ha visto un solo acto de represión al pueblo, ni se han empleado jamás gases químicos y otros sofisticados y amenazantes medios, algo que es cotidiano en los países más ricos y desarrollados, con poquísimas excepciones. El consenso es la clave del enorme poder político de nuestra Revolución.

Suenan totalmente vacíos los manidos e hipócritas conceptos burgueses sobre democracia y derechos humanos. Es la desigualdad extrema, la violencia contra las protestas populares, el individualismo egoísta, el consumismo despilfarrador de recursos y destructor de la naturaleza lo que impera en los países más desarrollados y en aquellos a los que el actual orden económico mundial ha impuesto sus modelos políticos y económicos; sólo que en los del Tercer Mundo el consumismo lo disfruta únicamente una exigua y privilegiada minoría. Suman hoy miles de millones los hambrientos, analfabetos y pobres, más que nunca en la historia de la humanidad.

Lo que Cuba ha hecho a 90 millas de Estados Unidos, en medio de un bloqueo que dura ya casi medio siglo por parte de la potencia más poderosa de la Tierra —que se convirtió en doble bloqueo a principios de la década del 90 al desintegrarse la otra superpotencia—, es algo a lo que no pueden fácilmente resignarse los sectores más retrógrados de ese país, acostumbrados a despreciar, humillar y destruir a los que osaran resistirse a sus designios. Cayó la URSS, poseedora de miles de armas nucleares estratégicas, con 22 millones de kilómetros cuadrados e infinitos recursos naturales; cayeron todos sus aliados europeos; pero Cuba, en pleno corazón de Occidente, bloqueada, rodeada, acosada y presionada por todas partes, cuya caída se esperaba cada día, cada semana o cada mes, no cayó. Enarbolando sus banderas socialistas y sus sueños de justicia, no renunció a ninguno de sus principios y no hizo una sola concesión ideológica. Semejante proeza hizo acreedor a nuestro pueblo de un lugar en la historia que nada ni nadie podrá ya borrar.

Ahora que el mundo se hace ingobernable y el orden económico que les han impuesto a los pueblos se hace insostenible, de nuevo se levanta el espíritu de lucha en todas partes. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, instrumentos por excelencia de ese orden, no encuentran lugar para reunirse en paz, ni siquiera en Washington o en Praga, sin que se produzcan protestas de miles y miles de personas que son brutalmente reprimidas. Su desprestigio es total, su ideología y sus métodos de hacer cada día más ricos a los ricos y más pobres a los pobres están en plena decadencia. Cunden el desconcierto y la desmoralización en los que hasta hace poco preconizaban el fin de la historia. Tanto para el mundo como para Cuba, la historia apenas comienza.

Todo lo anterior explica por qué Cuba, que se apartó de tales modelos políticos y económicos para alcanzar el desarrollo social con que hoy cuenta, sea en la actualidad el único país del mundo sometido a un brutal bloqueo económico unilateral por parte de Estados Unidos. Pero ello no es una prueba de la fuerza del que la bloquea; es una prueba de su debilidad e impotencia.

Las personas más inteligentes de ese país, los sectores más sanos, los políticos más honestos y los partidarios más decididos ——por convicción o por interés— de que cesen las trabas que impiden el intercambio económico y cultural entre todos los países, desean poner fin a esa política con relación a Cuba. Comprenden que Estados Unidos no puede continuar en el humillante papel de verse cada día más aislado en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ningún país del mundo, con excepción de uno o dos de sus aliados más incondicionales, apoya su criminal bloqueo. Año por año crece el número de Estados que votan abiertamente contra el mismo. La resolución cubana se aprueba ya casi por unanimidad.

Nunca una superpotencia hizo un papel más ridículo ni expresó mayor desprecio por la opinión generalizada de los gobiernos y pueblos del mundo. Es la prueba más palpable de que en los actuales estatutos de la Organización de Naciones Unidas no existe un ápice de igualdad de prerrogativas ni derechos democráticos para la inmensa mayoría de los Estados que la integran.

El sentimiento de que la política del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba ha fracasado y debe cambiarse alcanza ya a la mayoría de la opinión pública y a los propios miembros del Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Los últimos 15 meses, inequívocas cifras de votos, tanto en una como en otra Cámara, demuestran que la mayoría de los miembros de una forma u otra votó a favor de la venta de alimentos y medicinas a Cuba. Como tal medida es imposible de aplicar sin revisar y anular numerosas disposiciones contenidas en otras leyes y enmiendas, ello implicaba la idea expresa o tácita de eliminar el bloqueo económico; pero ni siquiera en esto un conjunto de factores y fuerzas políticas, académicas y económicas considerables han podido avanzar un milímetro. Por el contrario, sus iniciativas arbitrariamente bloqueadas fueron conducidas a un retroceso.

En plena campaña electoral, en la que prevalecen la incertidumbre y el desconcierto, la mafia y la extrema derecha han impuesto su voluntad, y lo hicieron mediante procedimientos turbios, antidemocráticos y cínicos. Violaron normas y leyes. Valiéndose de los cargos que ocupan en la dirección de ambas Cámaras y de importantes Comités Legislativos, secuestraron proyectos e impidieron su discusión en los plenos pertinentes donde conocían de antemano que estaban en absoluta minoría.

El procedimiento utilizado fue la introducción de modificaciones arbitrarias y enmiendas en proyectos de ley vitales para sectores de enorme peso, a los cuales no podía oponerse ninguno, o sólo muy pocos legisladores. El primer caso fue el proyecto de Ley de Asignaciones para la Agricultura, que autoriza fondos ascendentes a 78 mil millones de dólares, de los cuales depende el subsidio para los agricultores y los receptores de bonos alimenticios. Necesitaba ser aprobada con toda urgencia a pocas semanas de las elecciones. Fue en esta ley donde introdujeron las groseras modificaciones que privan a nuestro país de toda posibilidad moral y material de adquirir alimentos y medicinas.

En adición a esto, arrebatándole al Presidente una de las pocas prerrogativas que le quedaban en relación con las medidas económicas contra Cuba, la otra modificación arbitraria introducida de contrabando prohíbe por ley los viajes de los norteamericanos a Cuba, un derecho constitucional que le corresponde a cada uno de sus ciudadanos. Cuba será también, por ello, el único país del mundo al que, salvo excepciones, no puedan viajar. Tal golpe va dirigido a privarnos de las divisas que aporta a nuestra economía la industria turística.

Les quedaba un solo recurso en la Cámara a los congresistas que, indignados, se oponían a la burda maniobra: solicitar la libre discusión de la enmienda. La extrema derecha y la mafia acudieron entonces al principio de la disciplina partidaria, algo de suma importancia a 27 días de las elecciones. Fue así, con la amplia mayoría de los representantes republicanos —un número significativo de los cuales apoyaba sinceramente la venta de alimentos y medicinas a Cuba, que siguiendo la línea de su Partido se vieron obligados a votar contra la libre discusión de las modificaciones—, como se impidió el debate por 214 votos republicanos contra 201 demócratas, salvo casos aislados de uno u otro Partido. De este modo se adoptaron en la misma sesión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos dos importantes decisiones de política internacional.

Tales modificaciones siniestras al proyecto de Ley sobre la agricultura son calificadas como flexibilización o alivio del bloqueo a Cuba.

Con una tenebrosa enmienda, la que pone a disposición de la mafia terrorista de Miami los fondos congelados pertenecientes a Cuba, aprobada ya por ambas Cámaras, se utilizó exactamente el mismo procedimiento, incorporarla a una ley que aborda cuestiones de interés vital para importantes y amplios sectores de la sociedad norteamericana, a la que ningún legislador podría oponerse.

Así se deciden y aprueban fórmulas de atracos y despojos y se sientan precedentes que violan principios y normas internacionales, cuyas consecuencias pueden ser sumamente graves. Tales hechos, sin embargo, no fortalecen a Estados Unidos frente a Cuba; por el contrario, fortalecen las posiciones de Cuba en todos los sentidos, desprestigian y debilitan las posiciones de Estados Unidos.

La cuestión fundamental ahora para nosotros: estratégicamente la política seguida por Estados Unidos contra nuestra patria durante más de 40 años está derrotada, y no le queda a corto o mediano plazo otra alternativa que abandonar su guerra económica contra Cuba.

Si el gobierno de Estados Unidos adoptara un día la absurda decisión de resolver el diferendo mediante el empleo de las armas, su costo sería impagable tanto desde el punto de vista humano como político. No se han inventado todavía las armas para vencer a un pueblo verdaderamente dispuesto a luchar. Las circunstancias que rodean actualmente a Cuba, trinchera inexpugnable de piedras y de ideas, como ya se ha dicho, no tienen semejanza con las de ninguno de los escenarios donde han llevado a cabo otras aventuras militares en este siglo.

En Cuba, como ocurrió en Viet Nam, e independientemente de los nuevos tipos de armas desarrolladas después, la lucha no cesaría jamás hasta la liberación total del país, cualquiera que fuese el tipo de guerra que se nos impusiera, ni habría victoria posible para los agresores.

Si la decisión fuera tratar de mantener el bloqueo, este es ya insostenible, y estarían exponiéndose inútilmente a un aislamiento cada vez mayor, a contradicciones cada vez más profundas con sus propios aliados y a que nuestro pueblo, con su patriotismo y su ejemplo, su cultivado talento y una cultura política superior, convierta en polvo su prestigio y su influencia en el mundo.

En el campo de las ideas, los enemigos de nuestra patria, los que pretenden doblegar a Cuba, no están en condiciones de sostener un debate serio y convincente ante miles de millones de pobres cada vez más pobres, y cada vez más conscientes de la causa de su tragedia; ni tampoco ante decenas millones de personas instruidas e influyentes de los países desarrollados, que ven cada vez con mayor lucidez cómo el mundo marcha por derroteros que sólo pueden conducir al abismo.

Estamos, por tanto, ante nuevas y decisivas batallas. Hoy se puede comprender mejor que nunca la necesidad del Juramento de Baraguá.

Nuestro país no adquirirá un solo centavo de alimentos o medicinas en Estados Unidos. Primero, por razones de elemental ética y dignidad no podemos aceptar condiciones humillantes e injustas que mantienen intactas todas las leyes y medidas adoptadas como parte de una guerra económica despiadada contra nuestro pueblo. Segundo, porque en la práctica es totalmente imposible adquirir alimentos y medicinas en Estados Unidos, como ha demostrado la realidad, mientras existan las normas rigurosas e implacables impuestas por la Ley Torricelli y otras legislaciones contra Cuba, que han sido explicadas detalladamente en las últimas Mesas Redondas y en la intervención del presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón de Quesada.

Del mismo modo, es absolutamente inaceptable que Estados Unidos entregue el control de los fondos congelados a Cuba a grupos terroristas, que han cometido todo tipo de agresiones contra nuestro país. Como ya se informa públicamente, la mitad de esos fondos quedará en manos de los abogados de la mafia.

Tal enmienda constituye un hecho sumamente grave y un poderoso estímulo a la realización de actos violatorios de nuestra soberanía, acciones criminales y ataques piratas a nuestro país desde territorio norteamericano.

De acuerdo con los datos que se han podido reunir hasta el momento, los fondos cubanos congelados en Estados Unidos son:

  1. La suma de 111 millones 400 mil dólares por concepto de adeudos por servicios de telecomunicaciones desde 1966, en que dejaron de remitirlos, hasta julio de 1990.
  2. La suma de 8 millones 700 mil dólares por adeudos por servicios de comunicaciones en el período 1990-1992.
  3. La suma de 1 millón 300 mil dólares por adeudos por servicio de telecomunicaciones desde 1992 hasta1994, en que se restablecieron las comunicaciones normales y los pagos.
  4. La suma de 40 millones 201 mil dólares, pertenecientes en su mayor parte al Banco Nacional de Cuba.

En resumen, 121 millones 400 mil dólares por servicios de comunicaciones; 40 millones 201 mil dólares por congelación de fondos, en su mayor parte del Banco Nacional de Cuba, lo que eleva a no menos de 161 millones 601 mil dólares los fondos cubanos congelados en Estados Unidos.

Como puede apreciarse, la mayor parte de esos fondos provienen de servicios de comunicaciones prestados por Cuba durante 28 años, los cuales permitieron las comunicaciones entre los ciudadanos de origen cubano residentes en Estados Unidos y sus familiares en Cuba, que no fueron pagados a nuestra empresa telefónica y permanecieron congelados por el gobierno de ese país.

La arbitraria y brutal enmienda tendrá ineludiblemente respuesta adecuada.

Los gobiernos de Estados Unidos fueron responsables de la realización masiva de actos terroristas contra nuestro pueblo: bombas e incendios en instalaciones económicas y sociales, guerra sucia, invasiones mercenarias, ataques piratas por mar y aire, planes de asesinato de dirigentes cubanos, introducción de virus y bacterias letales, y otros muchos actos deleznables de agresión y violencia.

Un total de 5.577 personas perdieron la vida o quedaron invalidadas para siempre.

Estos hechos repugnantes fueron denunciados y probados ante tribunales competentes. Muchos de ellos han sido incluso reconocidos y divulgados en documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos. Por ello, el Estado norteamericano fue sancionado al pago de 181 mil 100 millones de dólares por daño humano.

El bloqueo y la guerra económica contra Cuba, incluyendo alimentos y medicinas, actos genocidas de acuerdo con los Tratados internacionales del 9 de diciembre de 1948 y del 12 de agosto de 1949 suscritos por ambos países, han sido sancionados igualmente por demanda ante tribunal civil competente al pago de 121 mil millones de dólares por daño económico e indemnizaciones.

No se ha ejercido todavía lo que de acuerdo con nuestros derechos correspondería a la indemnización por daño moral, ni acciones de carácter penal que correspondería juzgar a nuestros tribunales conforme a los Tratados antes mencionados.

Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba no podrán ser realmente normalizadas si no se discuten entre ambos Estados estas obligaciones pendientes, asociadas incluso a las reclamaciones económicas de Estados Unidos por las nacionalizaciones de propiedades pertenecientes a ciudadanos norteamericanos al triunfo de la Revolución.

Sólo falta el trámite formal en el Senado de Estados Unidos de votar las modificaciones incluidas en la Ley agrícola, que serán inevitablemente aprobadas en los próximos días, ya que las mismas no pueden siquiera ser sometidas a libre discusión.

Como inmediata respuesta a la extrema derecha y a la mafia terrorista cubano-americana por las siniestras modificaciones y la enmienda burdamente introducidas e impuestas en el Congreso de Estados Unidos, las cuales ni siquiera el Presidente del país está en condiciones de vetar a pesar de su dura crítica a las mismas, 800 mil capitalinos marcharán frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba el próximo miércoles 18 de octubre a las 9:00 de la mañana.

Esta patriótica marcha será también un mensaje al pueblo de Estados Unidos —que en su inmensa mayoría apoyó la liberación del niño cubano secuestrado, y se opone de forma creciente al criminal bloqueo— en el cual se exprese nuestra denuncia y protesta por la grosera violación del derecho constitucional de los ciudadanos norteamericanos a viajar y conocer a Cuba, donde siempre han sido recibidos con hospitalidad y respeto.

¡De nuevo retumbarán las calles de La Habana!

¡Allí estaremos!

 

(EDITORIAL DEL PERIÓDICO GRANMA DEL 16 DE OCTUBRE DEL 2000)