LA NUEVA Y GRAN PATRAÑA DE LA MAFIA

Y SUS SECUACES EN EL SENO DEL IMPERIO

 

Como era ampliamente conocido, el 22 de febrero se iniciaría la audiencia en la Corte Federal del sur de la Florida para decidir el destino del niño secuestrado Elián González, de acuerdo con las leyes, procedimientos y vicios del sistema judicial yanqui. El primer juez federal, míster King, casualmente el peor de todos, "designado por la computadora" entre doce, había sido impugnado y finalmente relevado por escandalosa e inocultable vinculación con la mafia. El nuevo juez responsabilizado, míster Hoeveler, resultó ser un personaje de otra reputación. Se le tenía por hombre independiente, meticuloso y metódico que se tomaba todo el tiempo del mundo para leer y estudiar legajos y papeles antes de tomar una decisión. Aunque demasiado lento para un caso tan urgente, le acompañaba la fama de no ser susceptible al soborno.

No tardaron en aparecer noticias sobre los antecedentes penales y morales del núcleo familiar lejano al que la mafia y la justicia yanqui habían asignado la custodia del niño: dos tíos-abuelos sancionados por delitos asociados a sus hábitos de alcoholismo, dos primos procesados y sancionados a largas penas por asaltos a mano armada, el hijo del principal responsable de la casa, procesado y juzgado por delito de prostitución. ¡Y las cosas que todavía faltan por ventilar en los antecedentes del ya famoso y desprestigiado personaje, que recibió como un premio de lotería la custodia del niño!

Encima de esto, la opinión pública norteamericana mayoritariamente a favor de la devolución del niño.

La mafia estaba desesperada. Había sido responsable de otros hechos repugnantes: el truculento escenario para el encuentro de Mariela y Raquel con el nieto; la casi totalidad de la casa y la vecindad del lugar tomadas por los mafiosos; actos tan crueles como cortar la comunicación telefónica entre el padre y el hijo, mensajes presionantes y ofensivos para Raquel, ausencia total de privacidad, reducción drástica del tiempo acordado y suspensión brusca de la entrevista; engaño, traición: una trampa grosera, deliberadamente despiadada. Y para colmo, una monja diabólicamente pérfida, simuladora, corrupta y vendida a la mafia, que traicionó los más humanos principios éticos de su propia religión, para convertirse hoy en la principal vocera de las calumnias de la mafia y que, cual santa y piadosa, había ofrecido su lujosa mansión a la Fiscal General para el encuentro.

Más tarde, el extraordinario éxito de las nobles y humildes abuelas en sus reuniones con numerosos miembros influyentes del Congreso de Estados Unidos y con la prensa norteamericana, les asesta un golpe contundente a la Fundación mafiosa y sus aliados, que responden con una cruel campaña contra Mariela, quien con la candidez y pureza de una humilde abuela cubana contó al pueblo en una mesa redonda los detalles de todo lo que en su desesperación hizo para sacar al niño, totalmente cambiado, de su timidez y letargo. Lo tomaron y divulgaron los mafiosos con furia insana insinuando miserables imputaciones contra ella.

Los de la cloaca de Miami corrieron en todas direcciones, moviendo influencias y haciendo campañas para salvar su perdido proyecto de otorgar mediante ley la ciudadanía de Estados Unidos a la criatura secuestrada. Resucitaron a los dos adultos sobrevivientes de la ya conocida historia para, junto a la monja y a la lobezna infecunda que pretende hacer hoy el papel de madre, recorrer los pasillos y despachos del Capitolio con el fin de persuadir a representantes y senadores de la justeza y la bondad de la infame causa de los terroristas y anexionistas de Miami.

Una extrañísima monja, un proxeneta y una prostituta, acompañados por un señor que por casualidad adicional se llama Mas Santos, eran los testigos claves de la Fundación en el Congreso de Estados Unidos.

Parecía que no les quedaba ya nada por hacer aparte de cambios de abogados, contratación de nuevas firmas tan costosas como acreditadas en el mercado y presentación de nuevos recursos dilatorios.

Acuden entonces, a muy pocos días de la audiencia en la corte, en el momento psicológico calculado como el más exacto y conveniente, a un último, más perverso y cínico recurso. En horas de la noche del jueves 17 de febrero, agentes del FBI de la oficina de Miami cercan aparatosamente la casa de un importante funcionario del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) y lo arrestan espectacularmente. Parecía la acción contra un tenebroso enemigo en vísperas de una guerra nuclear.

¿A qué se debía tanta aparatosidad y escándalo?

Numerosísimos e interminables cables lo explicaban el 18 y 19 de febrero. Casi todos se referían más o menos a lo mismo, con diversos matices y estilos.

Una apretadísima síntesis de lo divulgado:

"Un alto funcionario del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos (INS), responsable de las peticiones de asilo político de disidentes cubanos, fue acusado hoy por la justicia estadounidense de espiar para el gobierno de Cuba tras ser detenido por el FBI."

"Las autoridades estadounidenses acusaron a Mariano Faget de suministrar información de defensa nacional a personas no autorizadas y de testimonios falsos a agentes del gobierno.

"El primer cargo conlleva una condena de hasta diez años en prisión y el segundo unos cinco años más. Esperamos mantenerlo en el Centro de Detención Federal, sin derecho a fianza, 'dijo Carlos Saldívar, agente especial del FBI'."

"El Director Regional de la Oficina Federal de Investigaciones, Paul Mallet, aseguró que Faget estuvo bajo investigación durante casi un año, pero se negó a revelar los motivos que el sospechoso tuvo para trabajar en favor del gobierno comunista de Cuba, del cual se le creía adversario.

"Faget, nacido en Cuba y naturalizado estadounidense, tiene una hoja de 34 años de servicio en el INS y, según las autoridades, 'prestó muchos servicios a los Estados Unidos'.

"Faget era un 'falso azul'. Así les llamamos a los que traicionan a los Estados Unidos."

"Al parecer, no hubo intercambio de dinero durante la investigación de más de un año, según Mallet, quien se abstuvo de comentar las posibles motivaciones del supuesto espía que estaba a punto de jubilarse."

"La Fiscalía alega que el sospechoso entregó a Cuba informes sobre la defensa nacional de Estados Unidos."

"Faget ─quien emigró en 1960─ es hijo de Mariano Faget, quien fuera director del Buró de Represión de las Actividades Comunistas (BRAC) durante el gobierno de Fulgencio Batista en Cuba en los años cincuenta, según El Nuevo Herald."

Como puede apreciarse, lo publicado hasta aquí parece insinuar el surgimiento de un nuevo Carlos Marx que, de la forma más altruista, presta servicios voluntarios y gratuitos al gobierno comunista de Cuba, y es hijo nada menos que de quien fuera durante muchos años director en Cuba, excelentemente entrenado por el FBI en la época del macartismo, del Buró de Represión de las Actividades Comunistas.

Pero la historia prosigue:

"Se reveló que el 11 de febrero funcionarios del INS y del FBI, como parte del plan para tenderle una trampa, se reunieron con Faget para pedirle ayuda en la deserción de un funcionario cubano, y se le previno de que la información era secreta.

"El agente especial del FBI, Paul Mallet, explicó que Faget llamó por su teléfono celular a un empresario de Nueva York tras acabar la reunión, que se realizó en el Hotel Hilton de Miami.

El Nuevo Herald identificó a Peter Font como el "hombre de negocios cubanonorteamericano de Nueva York, dueño de Tallahassee, una compañía registrada en la Florida de la que Faget era vicepresidente y secretario.

De inmediato, como era de suponer, el 18 de febrero un cable informa:

"La Fundación Nacional Cubano-Americana exigió hoy al gobierno de Estados Unidos que realice una completa investigación sobre el papel desempeñado por un alto funcionario del Inmigración acusado de espiar para el gobierno de Cuba en el caso del niño náufrago Elián González.

"El presidente de la FNCA, Jorge Mas Santos, con sede en Miami, dijo que el Departamento de Justicia de Estados Unidos 'debe suspender sus intentos de deportar a Cuba al niño', mientras se efectúa la investigación en torno al supervisor de adjudicación de distrito del Servicio de Inmigración y Naturalización, Mariano Faget."

"Los abogados de Lázaro González, tío-abuelo del niño cubano Elián González, pidieron el viernes a la Fiscal General de Estados Unidos, Janet Reno, que revise la decisión del Servicio de Inmigración y Naturalización de permitir su regreso a Cuba, tras la detención de un alto funcionario del INS acusado de ser espía del gobierno cubano."

¿De dónde sacó material y sobre la base de qué hechos elaboró el director del FBI de Miami esta ridícula historieta?

Lo explicaremos también de forma muy sintética.

La Sección de Intereses de Cuba en Washington, especialmente el cónsul y los dos vicecónsules, por las más diversas necesidades y las exigencias de sus funciones normales de trabajo, tiene contacto anualmente con más de 100 mil ciudadanos de origen cubano que radican en Estados Unidos, muchos de los cuales visitan cada año nuestro país con pasaporte cubano o norteamericano. Mantiene también incontables contactos con personalidades políticas, intelectuales, líderes religiosos, grupos de solidaridad, y entre ellos un número creciente de hombres de empresas que desean el cese del bloqueo y que, casi con el mismo o mayor entusiasmo con que en la actualidad algunos norteamericanos adquieren lotes de la superficie de la Luna y del planeta Marte, hablan de que se proponen en el futuro realizar inversiones y hacer negocios con Cuba.

Reclutar personas para realizar espionaje no era concebible y no se ha realizado nunca por funcionarios de nuestra Sección de Intereses en Washington. Desde el mismo día de creada esa Oficina hace más de 22 años, bajo el gobierno de Carter, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio del Interior y los órganos de Inteligencia y Contrainteligencia de Cuba recibieron instrucciones categóricas de no realizar trabajo de Inteligencia a través de esa Oficina, ni utilizar métodos típicos de esa actividad en sus relaciones con instituciones, ciudadanos y residentes de ese país. El Presidente del Consejo de Estado de Cuba se ocupó personalmente del cumplimiento estricto de esa política trazada por él. Controlaba invariablemente incluso el nombramiento de los que trabajaban en esa Sección, muchos de los cuales tenían experiencia en ese campo, algo imprescindible por la delicada tarea diplomática y política que debían llevar a cabo en un campo tan hostil como el de Washington. Sin una sola excepción, la política trazada fue cumplida.

Estábamos absolutamente seguros de que Estados Unidos haría exactamente todo lo contrario en su Sección de Intereses y deseábamos previsoramente preservar el máximo de moral para enfrentarnos a tales actividades.

Por ello, aunque no tuvimos la más remota duda de la falsedad de las acusaciones contra nuestra Sección de Intereses, tan pronto se conoció la insólita noticia las autoridades cubanas se dieron a la tarea de indagar, tanto en la Oficina de Intereses como con los órganos de Inteligencia y Contrainteligencia, qué sabían del acusado funcionario del INS, si conocían al personaje o si habían tenido contacto con él y, en ese caso, cuándo y en qué circunstancias.

He aquí los resultados que, en forma obligadamente sintética, expesamos con toda la transparencia que han caracterizado las actividades de nuestra Sección de Intereses en aquel país.

El compañero Fernando Remírez, Jefe de nuestra Sección, y el vicecónsul Molina, de forma absolutamente casual, en diciembre de 1998, como parte de un intenso programa de actividades en el estado de Connecticut, sostuvieron una reunión con un grupo de empresarios cubanoamericanos, y entre ellos uno de origen colombiano, organizada por un adinerado empresario, Pedro Font, presidente de la firma Global Media Distribution Inc. con sede en Nueva York. Este empresario, como se ha visto, ha sido mencionado en los cables públicos. En ese grupo había sido invitado el señor Faget, quien allí no ocultó su condición de funcionario de Inmigración, a lo cual ninguno de los diplomáticos cubanos dio importancia alguna; su carácter de funcionario no estaba reñido con su presencia en una reunión de empresarios. Ser empresario y a la vez funcionario es algo muy común en Estados Unidos.

En febrero y mayo de 1999 el vicecónsul Molina se encuentra nuevamente con Faget en Miami, luego de llamarlo a su casa. El encuentro tuvo lugar en el lobby de los hoteles "Hilton" y "Sofitel" de esa ciudad. Este por primera vez le contó a Molina que era hijo de un conocido personaje llamado Mariano Faget, figura relevante en el gobierno de Batista.

Los tres encuentros en Miami de vicecónsules cubanos con Faget se efectuaron públicamente en el marco de visitas a la Florida donde se vieron con numerosas personas, en todas las ocasiones de forma abierta y pública y ninguna en absoluto de forma oculta o en un marco conspirativo. Ni los vicecónsules hacían vida ilegal, ni tenían idea de que lo que hacía Faget constituyese una indisciplina o algo anormal en sus funciones. Jamás le solicitaron información confidencial sobre su organismo, cuyas funciones nada tienen que ver con la defensa y la seguridad de Estados Unidos, sino más bien con los problemas cotidianos de la inmigración, las entradas y salidas legales e ilegales de los cubanos. Más de 10 mil ciudadanos de origen cubano residentes en Estados Unidos viajan a Cuba cada mes y regresan a ese país. En virtud de los acuerdos migratorios, no menos de veinte mil cubanos reciben visas de residencia en Estados Unidos cada año.

Los temas que abordaron estuvieron todos relacionados con los viajes, los acuerdos migratorios, los problemas relacionados con las entradas ilegales u otros similares. Recuerda un vicecónsul que en una de las ocasiones Faget dijo que su oficina en Miami tenía instrucciones de actuar cuidadosamente para no perjudicar los acuerdos migratorios. Más todavía: en una ocasión en forma de advertencia expresó que Estados Unidos estaba perfectamente preparado para hacer frente a cualquier éxodo masivo. Incidentalmente trataba aspectos relativos a cuestiones personales como el ya mencionado de su origen familiar. Otro de los vicecónsules recuerda que en alguna ocasión habló de su deseo de visitar a Cuba, pero le preocupaba su condición de funcionario y solía referirse a su idea de retirarse en cuestión de meses.

Nunca propuso negocio alguno ni brindó información sensible. Jamás Molina ni Imperatori le hablaron ni sugirieron siquiera que le prestara servicio alguno a Cuba, mucho menos insinuaron la idea de reclutarlo como agente. Habría sido sencillamente estúpido y además hiriente para el interlocutor, al que trataron siempre con el debido respeto. Si se produjeron algunas comunicaciones por teléfono entre Faget y la Sección de Intereses, éstas fueron muy pocas y siempre a través de los teléfonos oficiales de nuestra Sección, que están chequeados y controlados más que ningún otro en Washington por los numerosos servicios de Inteligencia de los Estados Unidos. Nadie concebiría el uso de tales comunicaciones para tareas de espionaje. ¿Dónde está el crimen o la ilegalidad de la conducta de nuestros funcionarios diplomáticos?

Respecto a las comunicaciones entre Faget y Pedro Font, nada tiene que ver nuestra Sección de Intereses. Sólo nos consta que una vez dijo que Font era un amigo entrañable desde su infancia, con el cual exploraba la posibilidad de invertir en Cuba cuando las relaciones se normalizaran. ¿Es que acaso sobre tales bases se puede construir el engendro escandaloso y divulgar al pueblo de Estados Unidos y al mundo que un importante funcionario del INS era un espía al servicio de Cuba?

Lo que resulta verdaderamente extraño y asombroso es que después de un año de supuestas sospechas sobre este funcionario del INS, el 11 de febrero ─es decir exactamente once días antes de la decisiva audiencia de la corte sobre el delicado caso del secuestro de Elián convocada por un juez intransigente─ funcionarios del FBI y del INS radicados en Miami decidieran hacer lo que hicieron: montar una burda trampa a un hombre clave en decisiones sobre inmigración de una institución tan importante como el Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos, que ha desempeñado un papel decisivo en el reconocimiento de los derechos del padre del niño, informándole la supuesta deserción de un diplomático de la Sección de Intereses de Cuba en Washington.

Al gobierno de Estados Unidos le consta el hecho irrebatible de que nuestra Oficina de Intereses no realiza trabajo de Inteligencia en ese país.

¡Qué distinto, en cambio, es lo que ocurre con su Sección de Intereses en Cuba! Los miembros de la Agencia Central de Inteligencia, cuyo jefe selecto y su nutrido pelotón conocemos perfectamente con pelos y señales, llevan a cabo su tarea con la mayor profesionalidad posible, espiando nuestros dispositivos de defensa, nuestros mecanismos de seguridad, nuestra administración, nuestra política, nuestra economía, nuestra industria, nuestra agricultura, nuestra ciencia; la salud, las características personales y la ubicación de nuestros dirigentes y cuadros, todos los detalles que pueden ser útiles a sus planes de desestabilización y sus nunca abandonados proyectos de destruir la Revolución por cualquier vía posible. Otros expertos en distintos temas, junto a los miembros de la CIA, tratan de relacionarse con los más diversos sectores del país en busca de información, de reclutar espías y agentes de todo tipo, de crear grupúsculos, suministrar fondos, impartir instrucciones y lanzar consignas políticas. Participan en hechos públicos de carácter subversivo, promueven la actividad contrarrevolucionaria, el desacato a las leyes y cualquier desorden posible. Coordinan la acción de sus minúsculos y siempre divididos grupos, los alientan, los apologetizan, los publicitan y exaltan a nivel internacional.

En instalaciones de la SINA y residencias de sus máximos responsables, organizan reuniones de hasta decenas de sus asalariados para darles aliento e instrucciones y sabotear cuantas visitas de personalidades y delegaciones norteamericanas arriban a Cuba, a quienes les exigen reunirse con los cabecillas a su servicio, les suministran informes distorsionados sobre el país y les ocupan todo el espacio posible.

Con el pretexto de comprobar cómo se cumplen los acuerdos migratorios, husmean por todo el país, hacen nuevos contactos y, más que monitorear, conspiran a su antojo. Coordinan igualmente su acción con determinadas embajadas de países aliados que se prestan a cooperar con sus pérfidos planes.

Si solicitáramos a su Sección de Intereses en Cuba la retirada de los funcionarios que participan activamente en acciones ilegales y nada diplomáticas, prácticamente quedarían muy pocos o ningún funcionario diplomático en esa oficina.

El edificio central de la SINA está repleto de sofisticados equipos de escucha, espionaje, descifrados de cables e intersección de comunicaciones. Nadie puede estar seguro de que desde allí no se intercepten teléfonos celulares o los que funcionan a través de microondas, e incluso los que lo hacen por líneas soterradas o aéreas. Desde ese edificio se puede incluso dirigir una acción militar de gran envergadura contra nuestro país.

Nada de eso en absoluto realizan los funcionarios de nuestra Sección de Intereses en Washington. ¿Como pueden ser tan increíblemente deshonestos que inventen semejante patraña contra Cuba?

Otra aventura más, otro gran error. Veamos ahora cómo pueden sostener la acusación.

Si fuesen capaces de demostrar que un funcionario de nuestra Sección de Intereses ha reclutado a un funcionario del INS para utilizarlo como espía al servicio de Cuba, no sólo estaríamos dispuestos a retirarlo de inmediato, sino incluso a someterlo a juicio ante nuestros tribunales por grave y comprometedor acto de indisciplina.

Reiteramos al gobierno de Estados Unidos que, en lugar de expulsar a un funcionario de nuestra Sección de Intereses, acepte debatir el tema ante un tribunal federal norteamericano.

Sobre lo ocurrido caben tres hipótesis:

Primera: Que a partir de los antecedentes referidos hayan querido montar un espectacular show en vísperas de la audiencia, sacrificando a un funcionario a punto de retirarse, del cual afirman que prestó durante 34 años grandes servicios al país, cometiendo con él una gran injusticia.

Segunda: Que el funcionario acusado hubiese recibido instrucciones de buscar un contacto aparentemente normal con algún funcionario de nuestra Sección de Intereses, que podrían utilizar en cualquier instante para una gran provocación.

Tercera: Una gran conspiración contra órganos superiores del gobierno promovida por la mafia cubanoamericana con la complicidad de funcionarios corrompidos del FBI y el INS de Miami.

Ahora, es seguro que, en vez de rectificar, cualquiera que fuese la verdadera de estas tres hipótesis ─aunque se tratase de un inocente, buscando en ese caso el pretexto de su relación con el empresario cubanoamericano de Nueva York y alguna real indiscreción en sus contactos con él, o simplemente bajo la amenaza de afectar su retiro y sus aspiraciones empresariales─, tratarán a toda costa de obligarlo a declarar lo que les interese que declare. Está por ver qué ocurre con su amigo Peter Font.

A nosotros no nos inquieta en lo más mínimo la burda patraña. Han metido de nuevo el delicado pie y van a hacer un gran ridículo.

Por último, una cosa sumamente extraña. Según noticias que comenzaron a circular en la noche de ayer y se confirmaron hoy, el juez serio e intransigente que perturbaba el sueño y las entrañas de la poderosa y terrorista mafia y la llenaba de temor, a menos de 36 horas de la audiencia en la Corte Federal ha sufrido un aparente derrame cerebral. Algo que recuerda lo ocurrido cuando el atentado al Presidente John F. Kennedy: alguien en la propia estación de policía asesinó al presunto culpable llevándose este a la tumba quién sabe qué secretos.

Al juez Hoeveler le deseamos su más pronta recuperación. Un nuevo magistrado saldrá muy pronto, según se afirma, de la "certera e imparcial computadora" para concluir el juicio. Pero más vale investigar a fondo. La mafia aprendió mucho de sus maestros el arte de matar por las más diversas vías, tiene muchos cómplices en cualquier parte y sobre todo mucho dinero. ¿Será simplemente una colosal casualidad? Lo menos que tal vez podría decirse es que tanta trampa, tanta presión y tanta suciedad de la cloaca de Miami le provocaron un derrame cerebral.

El hecho real es que apenas 48 horas después del Juramento de Baraguá, nos hemos visto obligados a librar, con la marcha impresionante y combativa de ayer, nuestro primer combate victorioso.

 

 

22 de febrero del año 2000