AVENTURAS CONTRARREVOLUCIONARIAS DE LA SINA EN PINAR DEL RÍO.

 

Hay cosas que son casuales y "casualidades" que no tienen nada de casuales.

Fue absolutamente casual el hecho de que el editorial del Granma de fecha 16 de mayo, entregado por la redacción a los impresores la noche del día 15 de mayo, coincidiera con que casi a la misma hora, 8:30 p.m., en un local destinado a las Hijas de la Caridad frente al Obispado de Pinar del Río, el consejero político de la embajada de Polonia, Krzysztof Jacek Hinz, en compañía del laico Dagoberto Valdés, una traductora polaca y hasta un trovador de la misma nacionalidad, inaugurara la misma exposición antisocialista, procapitalista y neoliberal que había sido inaugurada por el ya conocido senador polaco Zbigniew Romaszewski en la Iglesia de San Juan de Letrán el día 7 de mayo.

El senador arribó a Cuba el 2 de mayo para trabajar en "un intercambio científico-técnico entre nuestro país y Polonia", y el material de la exposición, numerosos folletos en español explicativos de su contenido y hasta traducciones en este mismo idioma de las canciones de un extraño trovador polaco —que arribó el 4 de mayo como turista—, todo de carácter político antisocialista, fueron introducidos de contrabando por la embajada de Polonia.

Se pudo conocer que el 23 de abril, procedente de Varsovia vía Madrid, en el vuelo 6625 de la aerolínea Iberia, con manifiesto 3097, arribaron a nuestro país 13 bultos con 470 kilogramos con guía aérea 080-5212 3131 en valija diplomática consignada a la embajada de Polonia en Cuba y despachada con factura 45268 el día 28 de abril del 2000 al ciudadano de nacionalidad polaca Krzysztof Jacek Hinz. Este tipo de carga, que se factura con la condición de valija diplomática, no se revisa, según los convenios internacionales. En ella venían los materiales de la exposición.

Nadie habló una sola palabra ni hizo contacto con institución cultural o autoridad cubana alguna. El procedimiento clandestino, la introducción de objetos violando de las leyes de Aduana, el uso indebido de la inmunidad diplomática y el método conspirativo caracterizaron esta actividad contrarrevolucionaria.

El 27 de abril llegaron, como ya se conoce, la señora del senador y la traductora. Cinco días después, el propio senador y otro ciudadano polaco, Piotr Kielanows. ¿Destino? Un convento abierto al público. ¿Asistentes? Cabecillas contrarrevolucionarios, diplomáticos de países ex socialistas, aspirantes o ya miembros de la gloriosa OTAN y algunos otros de los más allegados en el complot anticubano de Ginebra. Es posible que pudiera haber invitados de relleno o por equivocación. De visitas y reuniones a tutiplén, sus interesantes contenidos y de otras cosas ya se habló. Parecía que el show terminaría ahí. La sorpresa fue cuando los intrépidos conspiradores, envalentonados por su aparente éxito en San Juan de Letrán, decidieron seguir la fiesta en Pinar del Río, amparados allí por una sacrosanta institución cuyo solo nombre evidentemente, a juicio de su director, es capaz de suscitar el más profundo temor del más audaz revolucionario cubano: un Centro de Formación Cívico-Religiosa, ubicado en un lugar contiguo al Obispado católico de Pinar del Río.

Quien conozca al personaje que dirige el mencionado centro comprende que esta aparente casualidad no tiene nada de casual.

Como respuesta a la denuncia de Granma por las actividades contrarrevolucionarias de la embajada polaca, los sacerdotes de la diócesis de Pinar del Río elaboraron una declaración cuidadosa y en tono respetuoso, dirigida "A las Religiosas, Seminaristas y Fieles Laicos de la Diócesis de Pinar del Río", que en sus párrafos esenciales dice lo siguiente:

"Como muchos conocen, en el día de hoy ha aparecido en el periódico Granma un editorial en el que se hace referencia a nuestro obispo, monseñor José Siro González Bacallao, al señor Dagoberto Valdés Hernández y al Centro de Formación Cívico-Religiosa.

"Todos ustedes conocen bien el celo apostólico de nuestro obispo y de todos los obispos, y la constante preocupación de ellos por el bienestar de la Nación. Reciben en su casa [... ] a cualquier persona que acude a ellos. Nosotros estamos en comunión con nuestro obispo y apreciamos su labor al servicio de la Iglesia y de la Patria.

"También ustedes conocen que Dagoberto Valdés Hernández, director de dicho Centro, es un hombre de probada integridad y amor a la Patria y un laico fiel a la Iglesia.

"Oremos para que todos los cubanos nos esforcemos por tener actitudes de diálogo y sana convivencia.

"16 de mayo del 2000."

La carta fue remitida ese mismo día a las agencias internacionales de prensa a través de la oficina del Episcopado cubano.

En realidad, Granma no hizo imputación alguna en ese editorial al Obispo de Pinar del Río ni a cualquier otro Obispo. Simplemente, al referirse a la conversación de tres horas que éste sostuvo el 6 de mayo con el emisario polaco, se preguntaba: "¿De qué hablaron durante tan prolongada entrevista? Nadie lo sabe."

Tomando en cuenta que el senador Zbigniew Romaszewski es un provocador cínico y enemigo acérrimo de Cuba y el socialismo, que vino a explicar cómo se hace una contrarrevolución, la pregunta estaba más que justificada.

Por su parte, Granma, que no alberga temor alguno en decir la verdad por delicado que sea el asunto cuando considere imprescindible hacerlo, no se proponía criticar a la Iglesia Católica. Mucho menos responsabilizar de lo ocurrido a la más alta personalidad de esa iglesia en nuestro país, el cardenal Jaime Ortega, lo que habría sido realmente injusto.

No tenemos tampoco razones para suponer que los sacerdotes de la diócesis de Pinar del Río hayan elaborado su declaración de mala fe o por complicidad con el director del Centro de Formación Cívico-Religiosa. Nos parece correcto que se solidarizaran con su Obispo si consideraban que era puesta en duda su preocupación por el bienestar de la nación y su labor al servicio de la Iglesia. Este punto no fue abordado por Granma.

De Dagoberto dijimos con toda claridad que era un calumniador sistemático, enemigo acérrimo de nuestra Revolución, lo cual sostenemos y reiteramos sin vacilación alguna. Al afirmar que es un hombre de probada integridad y amor a la Patria, estimamos que casi todos los que suscribieron la declaración ignoran la verdad.

Aparte del Obispo, de los diecisiete sacerdotes en activo de la diócesis de Pinar del Río, solo seis son cubanos; once son extranjeros. De ellos, excepto dos de los canadienses, que ejercen el sacerdocio en nuestro país desde hace tiempo, los demás llegaron a Cuba veinte años después del triunfo de la Revolución: un canadiense en 1979, un alemán en 1989; dos italianos, dos colombianos y un español en 1997, otro canadiense y otro alemán en 1998. Muy poco deben conocer sobre la historia de Cuba, de la neocolonia yanqui establecida después de la intervención y la ocupación de nuestro país, barrida en 1959 por la Revolución. Muy poco deben saber de ésta y de la lucha heroica de nuestro pueblo contra el bloqueo, la guerra sucia, la invasión mercenaria, la Crisis de Octubre, de 41 años de incesante hostigamiento y desestabilización, y de sus verdaderas proezas patrióticas e internacionalistas, entre ellas su contribución a la derrota del apartheid, la asombrosa resistencia que ha ofrecido a la potencia más poderosa de la historia y atravesar con dignidad y honor un período especial, aún no finalizado totalmente, que no habría podido soportar ningún otro pueblo de la Tierra. Muy pocos elementos de juicio deben poseer para calificar de buen patriota y hombre íntegro a un vulgar provocador al servicio de los agresores y de los enemigos históricos de Cuba. Sencillamente no lo conocen, como tampoco el sucio y traidor trabajo de otros cabecillas de grupúsculos como él.

Granma posee suficientes elementos para afirmar que la integridad moral del personaje no existe. Prefiere limitarse a desenmascarar su "probado amor de la Patria" solo con el empleo de algunos de los abundantes datos de que disponemos:

Dos semanas antes del secuestro de Elián, El Nuevo Herald, un órgano que es portavoz de la mafia cubano-americana y que no se equivoca al escoger a sus colaboradores, informó el 12 de noviembre de 1999 lo siguiente: "Les anunciamos la incorporación de un grupo de distinguidas figuras a nuestra sección de Opiniones, a algunas de las cuales ya pueden leer. Con la frecuencia que permitan las circunstancias en que viven, El Nuevo Herald publicará los puntos de vista de Gustavo Arcos, Elizardo Sánchez Santa Cruz, Osvaldo Payá y Dagoberto Valdés."

Todo el mundo conoce que tal privilegio se concede solo a connotados cabecillas de grupúsculos que durante años han estado al servicio del imperialismo y viven de los abundantes recursos que por las más diversas vías reciben, incluidos premios, tarifas jugosas por cualquier cosa que escriban contra Cuba, fondos procedentes de instituciones internacionales diseñadas por Estados Unidos y sus aliados para promover la lucha contra el socialismo, y los fondos directos del presupuesto norteamericano que les llegan a los que en nuestro país viven o aspiran a vivir del lucrativo negocio de la contrarrevolución.

El pasado 26 de abril, los funcionarios James P. Doran, Primer Secretario y Cónsul de la Oficina de Intereses de Unidos en La Habana y miembro de la Agencia Central de Inteligencia, y Lawrence N. Corwin, Primer Secretario de Cultura y Prensa, viajaron a la ciudad de Pinar del Río en horas de la mañana.

A las 10:30 a.m. visitaron el Centro Provincial de Artes Visuales de Pinar del Río.

A las 11:30 a.m., la casa de un conocido pintor pinareño.

A la 12:30 p.m., la casa de otro pintor.

A la 1:20 p.m. recogen a Dagoberto en su domicilio.

A la 1:30 p.m., almuerzo.

A las 3:00 p. m., Dagoberto los lleva a visitar su Centro de Formación Cívico-Religiosa y sus talleres de impresión en un local contiguo al Obispado, y les entrega variados materiales de su producción contrarrevolucionaria.

A las 4:30 p.m., visitan la casa de un tercer pintor.

A las 6:00 p.m. emprenden el regreso a La Habana.

No mencionamos los nombres de los pintores por ser ajenos a los trajines contrarrevolucionarios de Dagoberto.

Durante sus visitas, tanto a ellos como a los jóvenes del Centro Provincial de Artes Visuales, en pose de seductores, les hablaban de invitaciones para viajar a Estados Unidos y de exposiciones de pinturas en la Oficina de Intereses de ese país en La Habana. Se habían paseado activamente por el corazón de las artes plásticas de Pinar del Río.

A la hora indicada, los funcionarios de la SINA almorzaron en el restaurante Rumayor con Dagoberto Valdés y un compinche suyo llamado Vázquez Díaz, al que está asociado en el comercio de obras de arte. El pago del menú seleccionado, por supuesto en dólares —y no muy caro por cierto: 27.90 dólares, incluido el pollo ahumado y la cerveza. El almuerzo duró algo más de hora y media. En el restaurante había aproximadamente 60 comensales. El ruido en el local era abundante. En la mesa de los funcionarios y sus acompañantes, ambiente de euforia, satisfacción, y en determinados momentos conversaciones que trataban de ser en la voz más baja posible.

Granma posee constancia irrebatible del contenido de lo que allí se dijo. Dagoberto fue el que más habló. Se autoexaltó cuanto pudo. Exhortó a los funcionarios de la SINA a trabajar con los intelectuales, para lo cual les ofreció su apoyo. Tipificó su conducta de guerra abierta contra el Gobierno y el Estado. Hizo el recuento de sus contactos históricos con funcionarios de la SINA y sus estrechos vínculos con los de las embajadas de las repúblicas Checa y de Polonia, así como de sus relaciones con diversos grupúsculos contrarrevolucionarios. Resaltó la importancia de las relaciones con Organizaciones No Gubernamentales internacionales, con especial énfasis en la Konrad Adenauer, que es brazo predilecto de la reacción alemana y europea. Habló de una Iglesia Presbiteriana debilitada en Cuba, y tuvo la autosuficiencia de proponer a los funcionarios yanquis, cual si éstos fuesen dueños de esa institución, una persona con proyecciones similares a las suyas para que pudiera ser líder religioso de la misma. Habló de editar un periódico diario a partir de su Centro de Formación Cívico-Religiosa, que recibiría colaboración de organizaciones foráneas. Pidió apoyo para las revistas católicas que tuvieran una posición coincidente con él.

Párrafo aparte merece el hecho insólito de que este laico católico desbarrara ante los funcionarios de la SINA contra la figura del cardenal Jaime Ortega.

Por último, habló y sugirió estrategias políticas a Estados Unidos, afirmando que si suprimían el bloqueo y la Ley de Ajuste Cubano, la Revolución sería destruida. Aunque con pérfidas intenciones, fue lo único positivo de su malsana conversación.

Los funcionarios de la SINA no salían de su asombro. Eran las más dulces cosas que habían escuchado después de que durante cinco meses tronaban las tribunas abiertas y marchas masivas frente a la Oficina de Intereses y en todo el país. Aquel hombre afirmaba aquella sarta de insensateces ante un agente de la CIA. Los propios funcionarios, que habían recibido instrucciones de sus jefes superiores de actuar con especial cuidado dadas las tensiones creadas con el caso de Elián, contestaban a veces con simples monosílabos o con gestos.

Tales actitudes del director del Centro de Formación Cívico-Religiosa de Pinar del Río son compartidas solo por unos pocos aunque influyentes miembros de esa diócesis. Varios sacerdotes honestos se oponen decididamente a ellas.

El cardenal Jaime Ortega, que suele reclamar el máximo de prerrogativas para su iglesia, muchas de las cuales —al igual que se hace con todas las demás denominaciones religiosas— han sido atendidas por el Gobierno Revolucionario, es opuesto a las provocaciones de los cabezas-calientes que anhelan utilizar la Iglesia Católica como instrumento de la contrarrevolución, sin detenerse a pensar en las consecuencias que ello traería.

No puede olvidarse el esmero con que las autoridades cubanas y nuestro propio Partido atendieron y apoyaron la visita del Papa a Cuba.

Las Hijas de la Caridad, que vieron montar la exposición en el local destinado a ellas, no querían que éste fuese utilizado en aquel enredo político. Ellas son respetadas y muy estimadas en nuestro país por el trabajo abnegado y verdaderamente humano que desempeñan, como lo hacen también otras órdenes religiosas femeninas, en tareas hospitalarias complejas, hogares de ancianos, centros de personas incapacitadas y actividades similares. Les impusieron la exposición sin consideración alguna.

Se conoce que también en Roma son contrarios a la estrategia de provocación y enfrentamiento a la Revolución, que es hoy por cierto ideológica y políticamente más fuerte que nunca y lo será todavía mucho más en el futuro.

El editorial de Granma del 16 de mayo produjo no poco desconcierto entre los complotados. Durante mucho tiempo no recibieron más que elogios, honores y dólares.

El embajador de Polonia, que había sido marginado de los planes por tratarse de un diplomático profesional y serio, ajeno a las intrigas y al infantilismo de Krzysztof Jacek Hinz, consejero político-cultural, cómplice principal de los extremistas de Varsovia y de Cuba —sin solicitud alguna por parte de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores—, tuvo el buen juicio de suspender la exposición.

El día 18 de mayo, entre las 5:00 y las 6:00 de la tarde, se celebró una misa en la sede de la Orden Hijas de la Caridad, oficiada por el Obispo de Pinar del Río José Siro González Bacallao, que contó con la asistencia de 75 personas, entre ellas algunos colaboradores de Dagoberto y miembros de los grupúsculos.

Antes de iniciarse la misa, los polacos leyeron un documento donde plantearon que habían decidido retirar la exposición debido al editorial publicado por el periódico Granma el día 16, así como que deseaban celebrar el cumpleaños del Papa —que tenía lugar exactamente ese día— sin contratiempos.

El Obispo pinareño ratificó que el motivo de la misa era celebrar el cumpleaños del Papa y la clausura de la exposición de carteles polacos. Después de concluir la parte religiosa de la misa, pidió disculpas por lo sucedido, y expresó que agradecía a los polacos por visitar la provincia, lamentando que no pudieran continuar con la exposición.

Agradeció "la brillante y transparente conferencia del senador polaco en Pinar del Río".

Así terminó en Pinar del Río la aventura polaca y prosiguió la vieja aventura yanqui.