LA PATRAÑA INSOSTENIBLE



Desde el principio, en el propio Miami, algunos líderes del FBI estaban desconcertados. Hablaban incluso como si los mismos que habían fabricado el paquete creyeran en su propia obra. Un fenómeno extraño se produjo. No recordamos nada parecido. El fruto de su propia perfidia y fantasía les pareció algo real, un gran descubrimiento: la genial trampa armada al funcionario Faget el 11 de febrero había obrado un milagro. Con una foto en la mano del vicecónsul cubano José Imperatori, le habían dicho que de un momento a otro haría oficial su deserción. Cuentan los eufóricos autores que el hombre en cuestión de minutos corrió a llamar por teléfono celular a Font, como ya se dijo en Granma, amigo de la infancia, socio y líder de empresas en las cuales participaba, o tal vez soñaba en participar, Faget.

"Oye, el hombre que habla con nosotros trabaja para los americanos." Eso dicen que dijo Faget a Font. Ya estaba todo: Font era amigo de los cubanos, había convocado la reunión del grupo de empresarios, donde estaba Faget, en Connecticut, en la que participaron Remírez y Molina, Jefe de la Sección y Vicecónsul respectivamente. Font visitó Cuba, figuraba en la lista de los que alguna vez habían asistido a eventos en la Sección de Intereses en Washington. Tenían adicionalmente videos y grabaciones de encuentros de Molina e Imperatori con Faget, en Miami, como cualquiera sabe que es de suponer ocurra con cada paso que da un funcionario cubano en Estados Unidos. ¡Más claro, el agua!

¡Faget era espía de Cuba, Molina e Imperatori lo habían reclutado, Font era el enlace que trasmitía información sistemática del espía a la Sección de Intereses! ¿Quién lo iba a dudar? El FBI era más infalible que el mismísimo Papa. Nunca fallaba. ¿Qué norteamericano con aquellas pruebas aplastantes y aquel crédito jamás cuestionado iba a dudarlo?

Faltaban sólo 11 días para la esperada audiencia que decidiría la suerte del ya mundialmente famoso caso del niño cubano Elián González. El INS y en especial la señora Meissner perderían toda credibilidad. La Fiscal Reno tendría que callarse. El propio Clinton, que le había dado su apoyo, no tendría ya nada que decir. La seguridad de Estados Unidos había estado en peligro. El FBI de Miami la había salvado. A la opinión norteamericana no le quedaría la menor duda de que los cubanos eran unos pérfidos incorregibles. Eso lo sabrían exactamente cuatro días antes del juicio. ¡Qué suerte tan maravillosa todo lo ocurrido desde el 11 de febrero!

Pero una perturbadora duda comenzó a inquietar a los felices autores de la hazaña. ¡Qué cosa extrañísima! Aquel hombre llevaba 34 años prestando servicio al INS. Tenía un historial brillante. Había llegado con el resto de la familia para reunirse con su padre, que arribó a Estados Unidos el primero de enero de 1959 junto a decenas de los peores criminales de guerra, y que era el jefe de una institución tenebrosa creada por Estados Unidos en Cuba: el Buró de Represión de Actividades Comunistas, con poderes tales, que hacía temblar a cualquier ciudadano con un mínimo de ideas progresistas. En la década del 60 Faget (hijo), con menos de 20 años, ingresó en el INS. Hoy se afirma de él que fue el ciudadano de origen cubano que alcanzó un rango más alto en esa institución.

Faget prestó muchos servicios a Estados Unidos. ¿Cómo pudo convertirse en espía del gobierno comunista de Cuba, "si sabíamos que era todo lo contrario"?

Es seguro que entre los grandes servicios, Faget debe haber facilitado el ingreso y asilo en Estados Unidos quién sabe a cuántos esbirros, criminales y terroristas contrarrevolucionarios. "No hubo intercambio de dinero durante la investigación de más de un año", afirmaba con asombro uno de los oficiales principales entre los conspiradores del FBI de Miami. La motivación, el porqué de su conducta, se convirtió en el primer gran fantasma de los que urdieron la trama. Cuando los reporteros les preguntaban por la motivación, ninguno pudo responder a esa molesta pregunta. El hombre estaba detenido, el escándalo armado: "Esperamos mantenerlo en el Centro de Retención Federal sin derecho a fianza", expresaron con saña. El acusado, por supuesto, estaba desaparecido. No hay forma de que la prensa tenga el menor contacto con él. Comienza para el FBI de Miami el proceso de ablandamiento. Por el solo hecho de lo que le contó a Font, lo amenazan con un montón de años; como presunto espía de Cuba, aún más. Sus hijos, a los que al parecer estaba muy apegado, quedan sin amparo alguno. En vez de empresas y negocios con los que soñaba, ni siquiera podrá contar con un retiro. Está a merced de sus captores. Ayer día 24 tuvo la primera audiencia. Por supuesto, quedó excluido de fianza. ¿Se defenderá el hombre de la acusación de espía cubano? Ahora vendrán los rejuegos infernales de la justicia yanqui. Amenazas y promesas. El toma y daca entre los fiscales y jueces, y el acusado. Font, el empresario neoyorquino, dijo categóricamente desde Europa que creía absolutamente falsas las acusaciones de espionaje contra Faget. Aquel jamás transmitió la más mínima información de este a la oficina de la Sección de Intereses.

Los conspiradores en realidad están perdidos. No tienen ni pueden tener nada para sustentar la acusación de que era un espía cubano, con la que trataron de engañar al pueblo norteamericano y al mundo.

Mientras más profundizamos en la indagación y la búsqueda de datos, más se demuestra que, lejos de ser espía o traidor como lo han calificado, Faget era absolutamente fiel a los intereses de Estados Unidos. Hoy contamos con detalles adicionales a los ya expuestos por Granma el día 22 de febrero. En el mes de mayo de 1999 le expresó en Miami al Vicecónsul Molina su preocupación por las personas que llegaban sin documento alguno en los vuelos normales Habana-Miami, afirmando su convicción de que personal corrupto del aeropuerto de Boyeros propiciaba los viajes por dinero, y que los viajes ilegales por mar estaban en aumento, lo que fue interpretado aquí como una velada acusación. Fue a partir de esto que sus palabras, en el encuentro que sostuvo en octubre con Imperatori, relacionadas con sus preocupaciones por un éxodo masivo desde Cuba, y que estarían preparados para enfrentarlo, fueron tomadas como una advertencia y un esfuerzo para desalentar cualquier idea en esa dirección. Toda forma de ingreso ilegal en Estados Unidos le preocupaba y era tema reiterado de sus observaciones. Expresó que su oficina tenía la misión de actuar con el máximo de cuidado para evitar que los acuerdos migratorios se vieran afectados. Quizás una de las cosas más interesantes que comentó a Imperatori, y tal vez los conspiradores del FBI de Miami lo tomen como una infidencia, es que una vez se reunió con Mas Canosa y éste le contó que había sido un gran error suyo crear un brazo terrorista en la Fundación. Lo dijo de forma absolutamente espontánea. La existencia de ese brazo terrorista la conocía todo el mundo, y por supuesto en primerísimo lugar el FBI de Miami. Lo que nunca nadie había dicho es que Mas Canosa antes de morir se hubiese arrepentido de su estúpida y criminal aventura. ¿Sería cierto? ¿Lo comentó acaso Faget para defender a Mas Canosa, o aliviar el profundo odio y desprecio que nuestro pueblo guarda de los miserables crímenes que cometió contra él? Faget nunca tomó la iniciativa de buscar contacto con el vicecónsul Molina y su sustituto Imperatori. Las tres veces que se vieron febrero, mayo, octubre , desde la reunión con los empresarios convocada por Font en Connecticut en diciembre de 1998, donde lo conocieron, la iniciativa partió de los vicecónsules.

Los vicecónsules tenían que lidiar con cuanto problema relacionado con nuestro país ocurría en Miami, desde la atención a gente secuestrada como ocurrió con la agresión de los pakistaníes a dos trabajadores del turismo , hasta la reclamación de embarcaciones. En cada viaje se reunían con decenas de personas. En julio, cuando se produjeron problemas entre balseros y guardacostas y un fuerte incremento de los viajes ilegales, Molina solicitó verlo para presentarle al nuevo vicecónsul, y Faget alegó que era imposible por el cúmulo de trabajo que tenía en esos días.

Aun cuando Faget fue respetuoso y cortés en esos encuentros, y en ocasiones hablaba de su deseo de visitar un día a Cuba, expresando su idea de realizar algún negocio o inversión en sociedad con Font, dijo que nunca lo haría hasta que las relaciones fuesen normales entre Estados Unidos y Cuba. Aunque más de una vez habló de su padre y dijo que había sido alto oficial del Ejército de Batista, nunca mencionó quién era realmente ese oficial, cuya historia de represiones contra los revolucionarios lo convirtió en una persona temida y odiada.

Nunca mencionó los organismos represivos que dirigió, todos de triste fama.

Nunca mencionó su cargo en la última etapa de la tiranía, de jefe del BRAC (Buró de Represión de Actividades Comunistas) impuesto a Cuba por Estados Unidos y creado por Batista el 5 de mayo de 1955 , sumamente odiado y temido. Nunca habló de política. Nunca expresó lo que pensaba. Desde octubre de 1999 nunca lo volvieron a ver, y habían pasado cuatro meses cuando lo arrestaron y acusaron de espía.

Nunca Molina e Imperatori le hicieron pregunta alguna sobre temas internos de Estados Unidos ni de cuestiones relacionadas con la seguridad de ese país; mucho menos realizaron algún tipo de insinuación para que ofreciera información de inteligencia o para convertirlo en espía. Habría sido una estupidez, una locura. De hacerlo, además, habrían cometido una grave indisciplina.

De las tres hipótesis de que habló Granma hace muy poco, nos inclinamos cada vez más a la tesis de que lo ocurrido fue producto de una conspiración urdida por la mafia terrorista cubano-americana con la cooperación de Héctor Pesquera, Jefe de la Oficina del FBI en Miami, y Paul Mallet, oficial que llevaba el caso de Faget. Ambos urdieron la trampa, citaron y hablaron con Faget, le dieron la falsa información sobre presunto desertor que identificaron como Imperatori el 11 de febrero. Esperaron una semana hasta la víspera de la audiencia sobre Elián e hicieron estallar la bomba.

Pesquera, de origen puertorriqueño, ingresó en el FBI en el año 1976. En 1982 lo trasladan a Tampa; trabaja en la oficina central de Washington en 1987; agregado legal en Montevideo en 1992; jefe de la oficina de Puerto Rico en 1995, donde gana renombre con la detención de seis de los más buscados patriotas independentistas de Puerto Rico; jefe de la oficina de Miami, considerada la quinta en tamaño en Estados Unidos, con una plantilla de 380 oficiales, en mayo de 1998.

Ricardo Pesquera, abogado que ejerce en Puerto Rico, hermano del jefe del FBI en Miami, fue el defensor del terrorista Ángel Manuel Alfonso, quien participó en el plan de asesinato del presidente del Consejo de Estado de Cuba en la Cumbre de Margarita, y debido a este parentesco fue que no se formalizaron cargos contra Pepe Hernández, cabecilla de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), a pesar de que una de las armas de grueso calibre, con mirilla telecópica y rayos infrarrojos, encontrada por el FBI, estaba registrada a su nombre.

Ese hermano abogado del terrorista de la mafia Ángel Manuel Alfonso, declaró en el periódico puertorriqueño El Nuevo Día del 28 de agosto de 1998 que: "La Fundación colabora con todos los acusados", pero rehusó detallar si el apoyo es económico. Precisó que la defensa se trabajaba en conjunto, no por separado.

Añadió cínicamente que el estatuto de protegido internacional no se aplica a Castro. Como todo el mundo conoce, el fallo de la Corte de Puerto Rico fue bochornoso e infame.

Es sospechoso que ayer un periodista de una televisora de Miami informara que, según fuentes del FBI, este contaba con conversaciones grabadas y fragmentos de una entrevista televisada. De ser cierto, bien arreglados están, aunque sería mejor que las tuvieran todas y las publicaran íntegras, porque no habría necesidad de más para probar la colosal mentira. Hablar de fragmentos no deja de llamar la atención, ya que podrían con ese pretexto tratar de utilizar frases fuera de contexto para intentar demostrar que Faget es traidor y espía de Cuba.

Pero nosotros no tenemos fragmentos; tenemos la otra cara de la hoja: la historia completa de la verdad. Imperatori es absolutamente inocente. Los acusan a él y a Molina de tener un espía en el INS y la mentira no puede ser probada. Pero la acusación es pérfida, calumniosa y vil, con el propósito de consumar el repugnante crimen de secuestrar y arrebatarle un niño de seis años a su padre, a su familia y a su patria. Lo están destrozando psíquicamente. Y todavía no se conoce toda la historia del siniestro personaje que recibió la custodia de ese niño.

No culpamos de esa patraña contra el diplomático cubano a la Comisionada del INS, señora Meissner, ni a la Fiscal General Janet Reno, ni a la Secretaria de Estado, ni al Presidente de Estados Unidos, que apoyaron y defendieron la actuación de la Fiscalía y del INS. La conspiración de Miami está dirigida también contra ellos y contra el prestigio de Estados Unidos, que pagará un alto costo por esos estúpidos actos. Es verdaderamente lamentable que, en vez de investigar a fondo, hayan tomado la absurda decisión de expulsar a un funcionario cubano por supuesto espionaje, cometiendo una injusticia que hiere la dignidad y la imagen de un joven diplomático, el prestigio de nuestra Sección de Intereses y el honor de nuestro país. Golpea en especial la causa de un niño inocente que lleva ya tres meses secuestrado en Estados Unidos.

No deseamos violar ninguna ley norteamericana, no deseamos rozar ni con el pétalo de una rosa la Convención de Viena. Dejemos ahora a un lado las miles de veces que ese y otros convenios muy sagrados han sido violados con las agresiones de Estados Unidos contra Cuba. Pero tenemos derecho a defender a nuestro país y a nuestros ciudadanos de secuestros y calumnias.

Se dice y se nos amenaza con que traerá malas consecuencias no resignarse a la calumnia, y debemos por tanto soportar la humillación y aceptar de hecho lo que se ha divulgado al mundo en medio de una especial situación y ante el delicado caso del niño secuestrado. Se ha convertido en espía a un importante funcionario del INS.

Si hubiera un ápice de verdad, ¿por qué el gobierno de Estados Unidos desea expulsar del país a un funcionario que se ofrece voluntariamente a contribuir al esclarecimiento de los hechos y, asumiendo valientemente riesgos, aporta su valioso testimonio en un proceso donde se juzga a un hombre que, después de prestar sus servicios durante 34 años a Estados Unidos, puede ver arruinada su vida y ser sancionado a muchos años de cárcel? ¿Qué daño puede hacer ese testigo? La Convención de Viena no será violada. El compañero Imperatori está dispuesto a renunciar a toda inmunidad, a toda garantía y a toda seguridad para defender la verdad allí donde se le calumnia y para defender su honor y el de su país, y cuenta para ello con todo el apoyo moral de su pueblo. No es un acto de fuerza, no se viola una norma; es un acto moral. Se habla de que no tendría precedente. Se puede entender tal afirmación, si no está referida a un acto jurídico que tal vez no haya ocurrido antes. De lo que se trata en realidad es de un hecho moral sin precedente.

Hay algo más: Luis Molina, el diplomático que precedió a Imperatori, también calumniosamente involucrado en la infame mentira, está dispuesto a viajar a Estados Unidos sin inmunidad ni garantía alguna, para testimoniar también en ese proceso.

Faltan todavía más de 24 horas para cumplirse el fatídico plazo. Aún es tiempo para rectificar.

Declare el Gobierno de Estados Unidos que el diplomático es inocente de la imputación de espionaje que recorrió el mundo, bríndesele un tiempo decoroso, y entonces le solicitaremos que regrese a Cuba.

Dígasele la verdad al pueblo norteamericano. Si se rechaza el valioso testimonio y el aporte a la verdad y al esclarecimiento de los hechos de dos funcionarios imputados, dispuestos a correr cualquier riesgo y que no exigen ni inmunidad ni garantía alguna, explíquesele a la opinión pública norteamericana y mundial por qué se expulsa a uno y por qué no se acepta al otro.

25 de febrero del año 2000.