INTERVENCION DEL EXCMO. SR. FELIPE PEREZ ROQUE, MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE LA REPUBLICA DE CUBA, BAJO EL TEMA 35 DEL PROGRAMA DEL 55 PERIODO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS.

NUEVA YORK, 9 DE NOVIEMBRE DEL 2000

Señor Presidente:

Vengo a hablar en nombre del único país bloqueado del planeta. Represento aquí a un pueblo solidario y valiente que se ha ganado el respeto de la opinión pública internacional por su lucha firme y decidida por la independencia y en defensa del derecho de los países pequeños y pobres a tener un lugar en el mundo.

En nombre de Cuba presento el proyecto de resolución que, bajo el título de "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba", sometemos a consideración de esta Asamblea General.

No considero necesario volver a referir cómo, cuándo y por qué se instauró el bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba, ni los métodos mediante los cuales se ha ido reforzando y agravando cada año. Tampoco creo preciso volver a desenmascarar los múltiples pretextos con que los representantes del gobierno norteamericano han intentado cada año, sin éxito, justificar lo injustificable. Esta Asamblea tiene información suficiente sobre el asunto y ha apoyado de forma categórica, durante ocho años consecutivos, la necesidad de poner fin a esta política irracional e inhumana.

Sí me interesa de modo particular dejar establecido que, contrario a lo que se ha estado repitiendo con sospechosa insistencia, el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba no sólo no ha sido flexibilizado como resultado de las recientes decisiones legislativas del Congreso de los Estados Unidos, sino que ha vuelto a ser endurecido.

Y ¿cómo ello fue posible, se preguntarán ustedes, si ya nadie discute hoy que, tras siete meses de lucha ejemplar en favor del regreso del niño Elián González junto a su familia en Cuba, la inmensa mayoría del pueblo norteamericano, la prensa, una parte cada vez mayor de la comunidad de origen cubano en Estados Unidos, los empresarios de este país e incluso una amplísima mayoría dentro del Congreso, reclaman el cese del bloqueo contra Cuba? ¿Cómo pudieron imponer su tenebroso designio la minoría poderosa y extremista que dentro de la comunidad de origen cubano se beneficia del bloqueo, y sus aliados del liderazgo republicano en el Congreso, si ya en el propio Capitolio se habían producido nada menos que seis votaciones ampliamente mayoritarias en favor de cambiar la política hacia Cuba?

El 5 de agosto de 1999 el Senado aprobó por votación de 70 a 28 la llamada Enmienda Ashcroft, que hubiera permitido vender alimentos y medicinas a Cuba. Sin embargo, el liderazgo republicano, en alianza con los sectores anticubanos de Miami, logró excluirla del texto final de la ley mediante la presión y el empleo de prácticas escandalosamente antidemocráticas.

El 23 de marzo del 2000 fue aprobada nuevamente la Enmienda Ashcroft por consenso en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

El 10 de mayo del 2000 fue aprobada en el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, por votación de 35 a 24, la llamada Enmienda Nethercutt, que posibilitaba la venta de alimentos y medicinas a Cuba. Nunca pudo ser discutida tampoco en el pleno de la Cámara.

El 20 de julio del 2000 fue aprobada en el Senado, por votación de 79 a 13, la Enmienda Dorgan-Gorton, que tenía igual propósito que las anteriores.

Ese mismo día se producen otros dos votos significativos en la Cámara de Representantes: se aprueba por 232 votos contra 186 la Enmienda Sanford, que hubiera permitido a los norteamericanos viajar libremente a Cuba, y por 301 votos contra 116 la Enmienda Morán, que autorizaba la venta de alimentos y medicinas a Cuba.

Con estos antecedentes, ¿no era lógico pensar entonces que se produciría un cambio real en la arbitraria política que por más de cuarenta años Estados Unidos ha impuesto contra Cuba?

Sin embargo, el liderazgo republicano y los congresistas cubano-americanos lograron no solo impedir que estas propuestas quedaran incluidas sino que, violentando las normas del proceso legislativo norteamericano, lograron imponer otras enmiendas que, en realidad, recrudecen el bloqueo contra Cuba. Tanto la Cámara de Representantes como el Senado fueron obligados después a aprobar el engendro resultante mediante la insólita imposición de prohibir a los legisladores la posibilidad de discutir o intentar cambiar estas nuevas enmiendas. Finalmente, el 28 de octubre el Presidente de los Estados Unidos firmó el proyecto, convirtiendo en Ley las nuevas medidas que endurecen el bloqueo contra Cuba, pese a que antes había declarado lo siguiente:

"Espero estar equivocado, pero lo que me han dicho es que parece como si flexibilizara el embargo en medicinas y alimentos, pero probablemente no lo hace mucho, porque no ofrece ningún tipo de créditos ni financiamiento, los cuales nosotros damos a los países pobres. Además, definitivamente restringe la habilidad de la rama ejecutiva para incrementar los contactos pueblo a pueblo entre norteamericanos y cubanos, castigando y restringiendo más aún las posibilidades del pueblo cubano. [...] Ciertamente este acuerdo es restrictivo.

"Creo que de manera completamente injustificada se restringe la capacidad de los Estados Unidos de tomar decisiones en la política de los viajes [...]. Creo que es incorrecto.

"[...] Yo no puedo creer que la mayoría realmente apoye esto y creo que fue un gran error." —concluyó el Presidente.

Y es preciso decir la verdad sin ambages: la aparente autorización a las compañías de Estados Unidos para vender alimentos y medicinas a Cuba, se establece bajo tales restricciones y obstáculos que la hacen en la práctica imposible.

¿Acaso puede considerarse posible la venta de alimentos y medicinas a Cuba si se mantiene en vigor el complejo y burocrático proceso de otorgamiento de licencias para las transacciones ¾ concebido precisamente para hacerlas imposibles¾ , si se prohíbe cualquier tipo de asistencia gubernamental a las ventas e incluso el financiamiento privado, si no se permite tampoco la importación de productos de origen cubano como pago? ¿Cómo podría Cuba comprar alimentos y medicinas en Estados Unidos si se mantiene prohibida la transportación marítima y aérea entre los dos países, si no se permiten las relaciones directas entre las instituciones bancarias norteamericanas y cubanas, si se mantienen vigentes, entre otras, disposiciones tan absurdas como la que prohíbe a Cuba usar el dólar en sus transacciones comerciales externas?

Pero eso no es todo. ¿Por qué decimos, además, que el bloqueo ha sido endurecido? Porque no sólo se continúa impidiendo la venta de alimentos y medicinas a Cuba, sino que a partir de ahora, por primera vez en estas cuatro décadas, se prohíbe expresamente por ley a los ciudadanos norteamericanos viajar libremente a Cuba. Hasta hoy autorizar esos viajes era una prerrogativa del Presidente. Ha dejado de serlo. Ningún Presidente de Estados Unidos podrá tomar ya una decisión de ese tipo si antes no es aprobada por el Congreso.

Si aún quedaran dudas he aquí dos testimonios esclarecedores:

La congresista republicana por el estado de la Florida, Ileana Ros-Lehtinen, una de las principales promotoras del secuestro del niño cubano, declaró sobre la legislación aprobada: "No es nada más que humo y espejismo. [...] Hemos alcanzado una tremenda victoria al congelar la prohibición que impide a los turistas norteamericanos ir a Cuba."

El también congresista republicano por la Florida Lincoln Díaz-Balart, estrecho aliado y deudo de los grupos terroristas de origen cubano en Miami, celebró: "Es la más importante victoria desde la Ley Helms-Burton. [...] No comercio barter, no otorgamiento de créditos, no importaciones desde Cuba, no financiamiento público ni privado. [...] La negativa de créditos y turismo a Cuba constituye una extraordinaria e importante victoria."

Cualquiera comprende que los responsables de haber endurecido el bloqueo contra mi país, al mismo tiempo han intentado cínicamente tomarle el pelo a la opinión pública internacional.

Otra precisión resulta necesaria: De forma recurrente el Gobierno de los Estados Unidos aduce que autoriza el envío a Cuba de donaciones ascendentes a cientos de millones de dólares por año, como ayuda humanitaria. Puedo asegurar que ello es absolutamente falso. Realmente los donativos a Cuba de organizaciones no gubernamentales y religiosas norteamericanas han promediado unos cuatro millones de dólares al año. Lo que sí me interesa subrayar es que dichas donaciones, realizadas habitualmente en pleno desafío a las restricciones, obstáculos y persecusiones del Gobierno Federal a sus organizadores, constituyen un testimonio inequívoco del espíritu de solidaridad y la sensibilidad de muchos de los mejores y más honestos hijos del pueblo norteamericano.

Señor Presidente:

Como si no fuese suficiente todo lo que acabo de poner a consideración de esta Asamblea, debo alertar ahora sobre la nueva agresión perpetrada por los Estados Unidos contra Cuba. El pasado 28 de octubre, el Presidente de los Estados Unidos firmó el proyecto de "Ley de Protección de las Víctimas del Tráfico y la Violencia", en el que se autoriza al gobierno de ese país a apropiarse de fondos ascendentes a más de 161 millones de dólares pertenecientes a empresas y bancos cubanos, congelados en bancos norteamericanos. Se establece, además, el derecho a ejercer este despojo en el futuro ante eventuales transacciones cuando se levante el bloqueo.

Se entregará este dinero a los grupos terroristas de Miami y sus abogados, con el pretexto de que se emplearán para compensar a los familiares de los pilotos de una de estas organizaciones terroristas, fallecidos cuando participaban en una de las tantas provocaciones contra Cuba, poniendo en peligro la vida de personas inocentes y la navegación aérea en la zona. El gobierno de los Estados Unidos sabe muy bien cómo se produjo aquel desafortunado incidente y quién es el verdadero responsable de que hubiera ocurrido.

Se produce con esta nueva acción otra escalada en la política de agresión contra Cuba, y al mismo tiempo se establece un negativo precedente internacional que, con toda seguridad, creará nuevos problemas en el futuro.

Cuba reitera ante la Asamblea su determinación de enfrentar esta nueva agresión, y su firme propósito de hacer cumplir las recientes disposiciones adoptadas por nuestro gobierno como respuesta al engendro legislativo norteamericano.

Señores representantes:

La Asamblea General de las Naciones Unidas no dejó sola a Cuba en estos duros años en que tuvo que enfrentar, además de sus propias dificultades, la guerra económica que Estados Unidos hizo más intensa cuando creyó que había llegado la hora de dar el asalto final contra mi país. Mientras Estados Unidos endurecía el bloqueo con saña sin precedentes, más solidaridad y apoyo recibió Cuba de la Asamblea General de Naciones Unidas. Sin embargo, mientras cada año un número mayor de miembros de esta Asamblea pedía a Estados Unidos que cambiara su política, el reiterado reclamo era ignorado con imperial arrogancia.

Cuando en 1992 se aprobó la Ley Torricelli, todavía hoy en vigor, que prohibió, entre otras cosas, el comercio con Cuba de las subsidiarias de compañías norteamericanas en terceros países y estableció serios obstáculos al transporte marítimo internacional, y el entonces Presidente Bush declaraba: "Mi administración continuará presionando a los gobiernos en todo el mundo sobre la necesidad de aislar económicamente al régimen de Castro", 59 miembros de esta Asamblea General votaron por primera vez contra el bloqueo.

Cuando en 1993 Estados Unidos impuso como condición para brindar asistencia económica a cualquier país que éste cesara sus relaciones económicas con Cuba, ampliando aún más la aplicación extraterritorial del bloqueo, ya fueron 88 países los que demandaron en esta Asamblea el fin de dicha política.

Cuando en 1994 Estados Unidos intensificó la agresión radial contra mi país, prohibió el envío de remesas y paquetes de alimentos y medicinas hacia Cuba, así como los viajes por motivos familiares entre los dos países, con el propósito declarado por el Departamento del Tesoro de "endurecer aún más el embargo contra Cuba y, por lo tanto, limitar la capacidad del gobierno cubano de acumular divisas extranjeras", entonces 101 países votaron en esta Asamblea en contra de esta política.

Cuando en 1995 esta Asamblea General conocía, entre otras informaciones que revelaban el progresivo endurecimiento del bloqueo, que las dos únicas compañías, ambas de terceros países, proveedoras de marcapasos para enfermos cardiacos, habían dejado de suministrarlos a Cuba —una porque los equipos contenían componentes norteamericanos y la otra porque había sido comprada por una firma radicada en Estados Unidos—, y cuando se debatían ya en este país nuevas iniciativas para internacionalizar el bloqueo, fueron 117 los países que apoyaron el derecho de Cuba.

Cuando en 1996 se aprobaba la Ley Helms-Burton y el propio Presidente Clinton declaraba: "Nadie en el mundo apoya nuestra política hacia Cuba", la Asamblea General de Naciones Unidas pedía el cese del bloqueo con el voto favorable de 137 países.

Cuando en 1997 Estados Unidos impuso a la Unión Europea sus condiciones, e impidió que el bloqueo a Cuba fuera discutido en la Organización Mundial del Comercio, mientras sancionaba a compañías y empresarios que, desafiando el bloqueo, sostenían relaciones con Cuba, subió a 143 el número de países que en la Asamblea General votaron a favor de la resolución cubana.

Cuando en 1998, por un lado, el gobierno norteamericano intensificaba su persecución contra las empresas que mantenían relaciones con nuestro país y declaraba que "se investigan doce compañías de más de siete países por sus actividades en Cuba", con el propósito de sancionarlas, y, por otro lado, la Asociación Americana para la Salud Mundial certificaba que "el embargo de Estados Unidos ha aumentado significativamente el sufrimiento en Cuba" y afirmaba que "un embargo semejante viola los más básicos acuerdos y convenciones internacionales que trazan las pautas sobre los derechos humanos", la Asamblea General volvió a condenar el bloqueo a Cuba por 157 votos.

Cuando en 1999 los acuerdos internacionales sobre marcas y patentes fueron arbitrariamente violentados en el Congreso de los Estados Unidos para endurecer el bloqueo, y ya los agricultores norteamericanos e incluso el Senado reclamaban la autorización de las ventas de alimentos y medicinas a Cuba, 158 países apoyaron entonces en esta Asamblea General el cese del bloqueo contra Cuba.

Así hemos llegado al día de hoy.

Nadie debe llamarse a engaño. Todo cuanto se legisló contra Cuba a lo largo de los años, con odio irracional e irrespeto absoluto por el derecho internacional, está vigente todavía.

Señores representantes:

El próximo Presidente de Estados Unidos deberá decidir si promueve ante el Congreso el cambio de esta política obsoleta, o si continúa de rehén de los intereses mezquinos y los delirios de venganza de una minoría extremista e inescrupulosa, superada ya desde hace mucho tiempo por la historia.

El actual Presidente norteamericano es quizás un buen ejemplo. Probablemente quiso al principio transformar la situación que heredó. Sin embargo, pasará a la historia como el Presidente que, pudiendo hacerlo, fue obligado a actuar exactamente en sentido contrario. Quizás después de haber normalizado las relaciones de Estados Unidos con China y Vietnam, e incluso con un grupo de países a los que alguna vez llamó terroristas, y cuando vuele hacia la República Popular Democrática de Corea, país con el que todavía Estados Unidos no ha firmado la paz, reflexione sobre sus actos hacia Cuba. Hay hombres que entran en la historia por su valor y la convicción presente en sus actos; otros salen de ella por lo que no pudieron o no quisieron hacer por incapacidad o temor.

El Presidente electo y el nuevo Congreso de los Estados Unidos deberán decidir. Cuba, mientras tanto, más firme y optimista que nunca en su decisión de continuar siendo un pueblo libre, espera preparada tanto para sostener relaciones normales y respetuosas con Estados Unidos, a cuyo pueblo no profesa odio ni hace responsable de nuestro sufrimiento, como para enfrentar otro siglo de bloqueo y agresiones. No en balde toda mi generación y sesenta de cada cien cubanos han vivido toda su vida bajo los rigores del bloqueo. Nuestros hijos también sabrán hacerlo.

Nuestro apego a la independencia, la libertad y la dignidad plena del hombre, y al disfrute cabal de los derechos humanos, que por primera vez en nuestra historia conquistamos hace cuarenta años, es superior a las penalidades que el bloqueo nos impone.

Al representante de Israel, cuyo gobierno, atado por lazos de mutua complicidad a los Estados Unidos, ha sido el único que, junto con éste, durante ocho años ha votado en contra de nuestro derecho a la vida, pero cuyo pueblo, que fue perseguido y diezmado por hambre y enfermedades, estoy seguro nos comprende y apoya, le recuerdo que nuestra lucha contra el bloqueo que su país no condena, es también en favor de los derechos de la comunidad hebrea cubana que con todo respeto, libertad y consideración vive hoy en nuestra patria.

Al representante del gobierno de los Estados Unidos le confieso que reconozco que debe ser muy duro para él intentar defender, sin argumento alguno, el derecho de su país a matar por hambre y enfermedades a los niños cubanos. Luego de la votación, cuando el honorable embajador norteamericano abandone esta sala, debería recordar esto que ahora le digo:

Se puede inspirar terror mediante el ejercicio de la fuerza, pero jamás simpatía. Se puede ser el más fuerte, pero no querido y respetado. Se puede imponer el poderío, pero no tener autoridad moral ante los demás. Se puede ser el más rico, pero no el más virtuoso. Se puede mentir, pero no lograr engañar a todos indefinidamente. Se puede martirizar a un pueblo, pero no se le puede impedir que luche con todas sus fuerzas por el derecho a la libertad y a la vida.

En el voto que ustedes ejercerán hoy, señores representantes, se dirime no un diferendo bilateral entre Cuba y los Estados Unidos, sino la vigencia de los principios del derecho internacional, el rechazo a la aplicación extraterritorial de las leyes, el respeto por la igualdad soberana de los Estados y la libertad de comercio y navegación internacionales.

En nombre del pueblo al que invasiones, bloqueos y agresiones no le han hecho perder su coraje y su optimismo, cuyos hijos han estado dispuestos a pelear, enseñar, construir o curar en cualquier rincón de la Tierra; en nombre del pueblo que siente como propia cada injusticia o dolor en el mundo, para el que su patria ha sido la humanidad, y que allá en nuestro país espera hoy con justificada confianza que esta Asamblea General vote nuevamente contra la injusticia y en favor del derecho internacional, les pido, distinguidos representantes, expresar nuevamente su apoyo al cese efectivo del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba.

Muchas gracias.