MENSAJE AL PUEBLO NORTEAMERICANO

  

He llegado a Washington, donde espero abrazar muy pronto y por primera vez en más de cuatro meses a mi hijo Elián González Brotons. Me acompañan mi esposa y mi hijo de seis meses de edad quienes somos la verdadera familia de Elián.

Hace exactamente 137 días que vivo separado injusta y cruelmente de mi hijo. Nunca él necesitó más de su padre y su familia, de sus amigos y su escuela que durante el angustioso período transcurrido desde el 22 de noviembre.

Presenciar la desaparición de su madre y sobrevivir milagrosamente a un naufragio, era ya suficiente sufrimiento para un niño de solo 5 años. A ello se sumaría la entrega en custodia temporal a unos parientes lejanos que nunca lo habían visto o habían tenido un solo encuentro con él.

Reclamé de inmediato a las autoridades de los Estados Unidos la devolución de mi hijo. No fue hasta el 5 de enero que el INS declaró, como corresponde según las leyes internacionales, el incuestionable principio de la patria potestad y la práctica acostumbrada en estos casos, que el niño debía regresar junto a su padre. Sin embargo, esta decisión no fue ni ha sido aún ejecutada y se supeditó a un proceso judicial interminable y confuso. Finalmente el pasado día 21 de marzo la Corte Federal de la Florida sentenció a favor de lo que nunca debió ser puesto en duda.

Con gran angustia fui conociendo como en ese tiempo mi hijo ha estado sometido a crueles presiones psicológicas para influir en su personalidad, profundamente debilitada por el trauma sufrido. Y por si fuera poco, Elián ha estado siendo exhibido en desfiles, mítines y medios de comunicación, todo con el interés de sacar provecho político a la imagen de su tragedia.

Ha debido soportar el constante asedio de políticos, periodistas, abogados, agentes de publicidad y otros individuos ajenos a la familia. Una entrevista de televisión realizada sin mi autorización y que se prolongó durante ocho horas sería suficiente para evidenciar la crueldad y el daño que se le está haciendo a mi hijo.

Las llamadas telefónicas que realizo a diario para hablar con él desde Cuba se obstaculizan frecuentemente y cuando se establecen puede escucharse con claridad el acoso de los adultos sobre el niño.

No conozco quienes son los médicos y psicólogos que atiendan a mi hijo, ni cual es el tratamiento o los medicamentos que recibe, y a pesar de que lo he solicitado por escrito cuatro veces no he recibido respuesta.

En los últimos días, toda la familia hemos visto con alarma como se exacerban las pasiones en Miami. La televisión ha divulgado escenas peligrosas que nos hacen temer por la seguridad de mi hijo.

Espero con verdadera impaciencia que se me entregue a mi hijo lo antes posible, y desearía regresar con él a Cuba inmediatamente.

Se me ha dicho que debo esperar todavía hasta dos meses más para poder reintegrar a Elián a su casa y a su humilde pueblo de Cárdenas, donde nació y creció sin faltarle cariño ni atenciones.

Ante esta nueva e injusta dilación, he solicitado al gobierno de los Estados Unidos que se permita venir, para ayudarme en la atención a mi hijo, a un pequeño grupo de sus compañeros de aula, a profesionales, médicos, psicólogos y pedagogos necesarios para la atención a los niños y que han seguido minuto a minuto la situación creada y a un dirigente de mi país que como amigo o hermano ha estado junto a mi asesorándome y apoyándome en estos días de dolor y desconcierto.

Cualquiera comprende que el trauma sufrido por mi hijo Elián requiere de un proceso de recuperación conducido no sólo por mis sentimientos de amor y cuidados de padre, sino también por las recomendaciones de especialistas y por el ambiente de sus clases y juegos con sus compañeros de aula y sus maestros lo que sería de un extraordinario valor.

Pese a lo que he sufrido y vivido desde el 22 de noviembre, confío aún en que las autoridades de los Estados Unidos no permitan que se provoquen nuevos daños a mi hijo y mi familia, y les pido que comprendan por qué debo estar acompañado de los niños y las personas señaladas.

Junto a la angustia y los sufrimientos de nuestra familia, que han llegado a límites inimaginables, ha estado el aliento de todo el pueblo cubano y sus autoridades.

Tampoco en estos momentos puedo dejar de expresar un sentimiento de profunda gratitud al pueblo norteamericano cuya gran mayoría y en número creciente ha manifestado su opinión de que el niño regrese a mi.

 

Juan Miguel González padre de Elián González Brotons

 

Abril 6 del 2000