PÁRRAFO INFAME

En el editorial de ayer señalábamos que, después de la reunión del presidente Putin con los jefes de las fracciones parlamentarias, la cadena nacional de televisión divulgó la entrevista con un vocero improvisado que, buscando explicaciones para lo inexplicable y justificaciones para lo injustificable, gratuitamente lanzó una grosera calumnia contra Cuba. Finalizando su reportaje con relación a la decisión bochornosa, dijo: "De cualquier forma, la situación sobre la estancia del Centro iba a ser limitada, pues en cuanto mejoraran las relaciones con Estados Unidos, los propios cubanos decidirían la salida del contingente ruso. Dijo que esto había sucedido en la economía, donde los cubanos habían rechazado ofertas rusas por negocios millonarios con Occidente, como Canadá, Francia y España, porque era conveniente para su país. Esta decisión ahora le conviene a Rusia. Mencionó que Cuba tampoco había resuelto el tema de la deuda."

Hay un refrán que dice: "El ladrón cree que todos son de su condición".

Un abismo separa nuestro pensamiento del oportunismo, el egoísmo y la ausencia de ética que hoy prevalecen en el campo decadente del sistema imperialista y capitalista, o de aquellos que aspiran a serlo. Mientras existan, producirán cada vez más asco.

Ciertamente, para nuestro pueblo habría constituido un verdadero motivo de felicidad que después de la Crisis de Octubre de 1962, tan mediocremente creada y tan torpemente manejada por una de las partes, la Base de Guantánamo, la Brigada Motomecanizada que permaneció y el Centro de Exploración Radioelectrónica que se instaló dos años más tarde, se hubiesen marchado lo más pronto posible de nuestro país. Sólo una distinción cabría hacer: los soldados soviéticos, o más tarde rusos, fueron siempre nuestros amigos, estaban aquí junto a nosotros por nuestra aceptación y nuestra voluntad. Veíamos en ellos un símbolo de internacionalismo o de amistad y confianza. Cambiaron los sistemas, pero eran los herederos de aquellos que vencieron al fascismo. Los hombres siempre han tenido un enorme caudal de heroísmo y generosidad. Los gobiernos, los sistemas sociales prevalecientes y los políticos en la sociedad de explotación que la historia ha conocido hasta ahora, no han tenido posibilidad de ser otra cosa que lo que son.

Los cubanos poseemos hoy el privilegio de no cambiar nunca de casaca, ni traicionar, ni vender un hombre, un país, una causa, una palabra justa, por todo el oro, el bienestar o la conveniencia del mundo. Los revolucionarios cubanos no pertenecemos a esa etnia moral. El riesgo que corría en Cuba cualquier unidad soviética o rusa no era el riesgo de ser traicionada por Cuba.

Hoy, sin embargo, el objetivo de este editorial es la segunda parte del párrafo infame, el que pretende acusarnos de haber rechazado ofertas rusas "por negocios millonarios con Occidente, como Canadá, Francia y España". Esto merece especial respuesta.

Cuando el presidente Putin visitó nuestro país, al igual que hizo con otros que en el pasado desarrollaron estrechos vínculos económicos y tecnológicos con la URSS, nos pareció una inteligente y sabia decisión. A ello se unía su carácter sobrio, el evidente deseo de rectificar errores, un sincero sentimiento ruso, sensibilidad por los veteranos de la Guerra Patria abandonados a su suerte sin cobro de pensiones y abandono total. Como revolucionarios que somos, nos impresionó su respeto por el color de la bandera y las notas del himno, bajo los cuales lucharon y murieron decenas de millones de rusos, entre ellos, heroicamente, su propio padre. Así se le recibió en Cuba, en diciembre del 2000, junto a sus colaboradores civiles y militares. No soñábamos que estábamos viendo llegar una delegación de la URSS, o algo parecido. Todo había cambiado mucho. Nos alegraba sin embargo que lo que quedaba de aquella superpotencia no terminara también desintegrándose en pedazos. Era sumamente útil para el mundo que Rusia sobreviviera. Estábamos en disposición, pese a terribles agravios, daños y sufrimientos, de desarrollar nuestros vínculos económicos, culturales y sociales con ella.

Los temas políticos marcharon excelentemente bien. Hubo respeto, tacto, atención esmerada. Visita a lugares históricos, y de carácter especial la que ambos Jefes de Estado realizaron al Centro de Exploración Radioelectrónica.

En lo que la visita resultó un desastre, fue en la esfera económica, y no por culpa personal de Putin. Habían transcurrido diez años. Un huracán de saqueo y robo había atravesado su país. Todo había sido caotizado. Un enjambre de pillos y asesores llegados del exterior o surgidos de las propias y fecundas filas de oportunistas políticos rusos, se repartieron y robaron todo cuanto podía ser robado.

Conociendo lo que había ocurrido, nuestra tarea sin embargo no era juzgar sino buscar todo lo que quedaba de bueno, valioso y honesto en ese país por cuyos hijos nuestro pueblo sintió y siente tanto afecto, admiración y cariño.

Sin embargo, el peso abrumador de solo diez años, los sufrimientos y privaciones que aquí nos vimos obligados a soportar y el caos que allá reinó, habían transformado absolutamente todo.

En tres centros industriales básicos se simbolizaba la cooperación soviético-cubana al producirse el colapso de la URSS: el desarrollo electronuclear, la inversión en el desarrollo y producción del níquel y la refinación del petróleo.

Industria electronuclear

La colaboración para el desarrollo electronuclear de Cuba se acordó en enero de 1975. Las obras se iniciaron en 1983 en la central electronuclear de Juraguá, para construir los dos primeros reactores VVR-440, de los cuatro que llevaría la primera planta. Con esfuerzos colosales se iniciaron las obras. Se adelantó a pesar de nuestra inexperiencia. Vino Chernobil y aunque los reactores no usaban el grafito, sino el enfriamiento por agua, los más seguros hasta entonces, aquel accidente obligó a investigaciones y medidas extremas de calidad en todas las instalaciones electronucleares, que redujeron el ritmo de la obra. Bastante avanzado ya el primer reactor, la desaparición de la URSS paralizó en 1992 la obra en construcción. La inversión en la planta ascendía ya a 1.456 millones de dólares. La conservación de los equipamientos costó 134 millones de dólares adicionales. Se buscaron desde 1995 empresas de terceros países para que junto a rusos y cubanos siguieran adelante. La Ley Helms-Burton en 1996 echó por tierra el esfuerzo. En 1998 se agotó el financiamiento para el mantenimiento.

Cuando arribaron Putin y su delegación en diciembre del 2000 habían transcurrido 25 años de surgida la idea, 17 de iniciada la planta, más de 10 del primer reactor y 8 años de paralizada. Los términos de negociación ahora serían otros. Sólo se garantizaba un reactor, no una planta y menos un programa electronuclear nacional. Se necesitaban más de 800 millones de dólares todavía para el primer reactor, e invertirlos durante seis años sin obtener un solo kilowatt. El país había ideado ya nuevas y mejores soluciones, cuyas obras se construían por módulos de generación eléctrica, que comenzaban a producir electricidad en diez meses utilizando el gas acompañante de nuestro petróleo, con lo que se protegía la atmósfera costera y turística, duplicando el uso de la energía calórica, ahorrando las dos terceras partes del costo y amortizando en cuatro años el capital extranjero aportado, y dos terceras partes del valor de la planta quedaban en manos cubanas. Ya hay dos funcionando, próximas a entrar en el segundo ciclo. A plena producción, alcanzarán la capacidad del mencionado reactor nuclear de Juraguá.

¿Podía continuar construyéndose aquel reactor?

Industria del níquel

En junio de 1973 se acordó construir con la URSS y varios países del CAME una planta con capacidad de 30 mil toneladas en Camarioca, de la zona minera de Moa. Su construcción, iniciada a principios de la década del 80, se paraliza con el 60 por ciento de la instalación construida al desaparecer la URSS y el campo socialista. Con anterioridad, en las proximidades de la planta mencionada se había construido otra de la misma capacidad, 30 mil toneladas, mediante la cooperación soviético-cubana entre 1972 y 1986, venciendo obstáculos e inexperiencias de todo tipo, cuya capacidad de diseño se alcanzó en 1996, en pleno período especial, desaparecida ya la URSS. Nuestro país se las arregló no sólo para llevarla a su capacidad plena, sino incluso para ampliarla, y reducir el gasto en combustible a la mitad, algo esencial para los costos en una industria de elevado consumo calórico.

Cuando el Presidente de Rusia nos visita, ya la planta estaba lista para iniciar un segundo incremento de capacidad de producción hasta llevarla a 50 mil toneladas. Utilizaría el mineral de Camarioca. No hacía falta construir ya la vieja, inconclusa y enmohecida planta a medio hacer y paralizada hacía 10 años.

Industria de refinación de petróleo

Una gran refinería fue construida en Cienfuegos con la colaboración de la URSS en la década de los 80 con el propósito de sustituir las crecientes importaciones de derivados del petróleo.

La refinería operó hasta 1992, cuando las realidades económicas demandaron su paralización dada su baja eficiencia tecnológica y no haberse completado el proceso industrial de refinación. Numerosos esfuerzos y estudios fueron realizados con firmas extranjeras para tratar de modernizar y hacer eficiente esta refinería, sin haber alcanzado los resultados deseados. Será necesario esperar por la disponibilidad de petróleo crudo nacional en cantidades suficientes para refinar al menos en una proporción significativa petróleo crudo nacional mezclado con los de otras procedencias. Sería lo más eficiente y rentable.

Se les informó a los empresarios rusos que no tendríamos inconveniente en que ellos participaran en la refinería, siempre que el estudio resultara positivo y se lograra un acuerdo con los otros inversionistas extranjeros participantes. No se ha recibido en todo este tiempo ninguna propuesta concreta de empresa o autoridades rusas para concluir la refinería.

En las tres inversiones mencionadas tenían especial interés el grupo que acompañó a Putin. Era lógico, si se toma en cuenta que en tales proyectos participaron los rusos de la antigua URSS, pero en 10 años no existió entre Rusia y Cuba colaboración alguna y nadie volvió a recordar si existíamos y cómo existíamos. Durante muchos años tuvimos que escalar nuestro calvario solos y con la cruz a cuestas.

En tales circunstancias, ¿quién puede ser tan cínico como para afirmar que habíamos rechazado ofertas rusas por negocios millonarios con Occidente?

¿Ignoran acaso que llevamos más de 40 años de bloqueo riguroso y guerra económica que obstruye las inversiones y obstaculiza nuestro desarrollo?

Nuevas posibles inversiones

En ocasión de la visita del presidente de Rusia, Vladimir Putin, se le propusieron, a su solicitud, un grupo de ideas y nuevos objetivos a explorar sobre la base de mutua conveniencia económica para el desarrollo de la colaboración y el comercio. Entre otros se destacan:

Las famosas deudas mutuas

La Federación de Rusia se declaró de facto heredera de la extinta URSS, quedando interrumpidos unilateralmente los vínculos de colaboración económica de la Federación de Rusia con nuestro país.

Casi de inmediato, las autoridades rusas comenzaron a plantear la necesidad de negociar el pago de la deuda de Cuba con la URSS a través de 30 largos años, que ellos estimaban en 20.848 millones de rublos transferibles. Debe significarse que el rublo transferible es una ficción que dejó de existir al desaparecer el CAME y el valor de la moneda normal soviética se devaluó de uno a 5.998 rublos por dólar. Lo curioso, además, es que se nos tratara de cobrar aquella cifra cuando el país se quedó sin mercados, alimentos, combustibles, materias primas y otros recursos vitales. Mientras el combustible se mantenía por las nubes, el azúcar comenzó a recibir los precios miserables del basurero del mercado mundial residual, muy distinto de aquellos con los que se comercia en Europa, Estados Unidos y otras partes del mundo.

La posición planteada por Cuba fue que no se trataba de hablar simplemente de cifras varias veces superior al total de las exportaciones de Cuba, a partir de los precios deprimidos abruptamente con la desaparición de la URSS y el campo socialista, tal como si a los numerosos países del Tercer Mundo que reciben los llamados precios preferenciales por sus productos agrícolas y a todos los agricultores del mundo rico les privaran de todos los subsidios en un día. Había que hablar también del terrible daño ocasionado a nuestro pueblo por el incumplimiento abrupto y total de todos los convenios suscritos por la antigua URSS con nuestro país. No se pueden heredar derechos si no se heredan también deberes.

En noviembre de 1992 se firman varios documentos, incluyendo la creación de la Comisión Intergubernamental, y dentro de la misma un Grupo de Trabajo para analizar las obligaciones mutuas entre Cuba y la Federación de Rusia.

Este Grupo celebró sesiones de trabajo en 1994 y 1995. En mayo de 1998, en su tercera reunión, se hizo entrega oficial a la parte rusa de un trabajo resumido y preliminar con la cuantía de los daños sufridos por la economía cubana a partir de la desaparición de la URSS.

En los cálculos se tomó como base el año 1990 y se cuantificaron los daños sufridos de 1991 a 1995, quedando claro que lo anterior era sólo una primera aproximación que era susceptible de revisar, precisar, e incluso adicionar otros conceptos. La reclamación preliminar presentada por daños y prejuicios ascendió, sin incluir el daño moral, a 36.363 millones de rublos transferibles, por concepto de pérdidas de capacidad de compra, paralización de objetivos, inversiones e interrupción de programas de colaboración.

Nuestro pueblo heroico supo resistir cuando todos creían que la Revolución cubana no podría soportar ni siquiera cuatro semanas. Hoy, diez años después, se ha ganado el respeto y la admiración de muchos. Nunca una comunidad humana, en las vecindades de la superpotencia más poderosa que ha existido jamás, quien la hostiga y la bloquea sin cesar, ha sido capaz de semejante proeza.

Para el pueblo hermano y heroico de Rusia, nuestro perenne respeto y cariño.

Para los que odian la verdad y la justicia, nuestro desprecio.

Para los que en cualquier parte del mundo sueñen con destruirnos, la convicción profunda de que ya nada ni nadie podrá vencernos.

 

27 de octubre del 2001