Mesa redonda informativa Los Estados Unidos y el terrorismo en América Latina, efectuada en los Estudios de la Televisión Cubana,   el 3 de junio del 2002, “Año de los Héroes Prisioneros del Imperio”.

 

 

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

 

 

Randy Alonso.-  Muy buenas tardes, estimados televidentes y radioyentes.

América Latina ha sido durante décadas sitio preferido de las políticas agresivas, terroristas y de contrainsurgencia de los gobiernos de Estados Unidos, que han provocado la muerte de cientos de miles de latinoamericanos y han dejado una profunda huella social en los países de la región.

Desarrollamos esta tarde la mesa redonda informativa Los Estados Unidos y el terrorismo en América Latina, en la que me acompañan Arleen Rodríguez Derivet, editora de la revista Tricontinental; Rogelio Polanco, director del periódico Juventud Rebelde; Lázaro Barredo, periodista de Trabajadores; Manuel Hevia, director del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado; Nidia Díaz, periodista de Granma y jefa de su página internacional, y José Luis Méndez, investigador del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado.

Comparten hoy con nosotros en el estudio, compañeros de la Fiscalía General de la República, de la Brigada Especial Nacional, del Comité Especial de la Unión de Jóvenes Comunistas y de su Comité Nacional.

En su discurso en Sancti Spíritus, el Comandante en Jefe había dicho que la respuesta al señor Bush se la daríamos entre todos.

Este sábado el pueblo holguinero, de Las Tunas y de Granma dio una contundente respuesta al Presidente norteamericano.  Bajo la lluvia, más de 400 000 cubanos desafiaron la inclemencia del tiempo, para contestarle, precisamente, al señor Bush.

Sobre este histórico acto que tuvo por sede la plaza Mayor General “Calixto García”, de Holguín, es el primer comentario de nuestra mesa redonda de hoy.  Arleen Rodríguez.

Arleen Rodríguez.-  Gracias, Randy, y saludos a todos los presentes, televidentes y radioyentes.

Creo que durante mucho tiempo se debe recordar este discurso, no solo por la fuerte tormenta que lo acompañó, sino por la gigantesca respuesta que dieron poblaciones del norte oriental del país —como Fidel recordaba, de las más pobres antes del triunfo de la Revolución, de las más excluidas—, y, sobre todo, porque me parece que es una hermosa lección de historia, una lección de historia hecha desde la mirada retrospectiva de un hombre que siendo niño ya se impresionaba por la desigualdad latente que había a su alrededor y que veía, a pesar de ser incluso una persona que tenía la posibilidad de pertenecer a una clase con situación económica privilegiada en aquel instante.

Fidel, en este acto magnífico —en el que hablaron también muchísima gente de pueblo, hablaron estudiantes—, prácticamente se concentró, sobre todo, en responder a las falacias del Presidente norteamericano el pasado 20 de mayo; pero Fidel recordaba cuál era el paisaje de esa zona, de esa región, en los años 40, en las décadas anteriores al triunfo de la Revolución.

A mí sobre todo me gusta mucho, me llama mucho la atención el recorrido que hace Fidel por la historia de Cuba en aquel momento, que es  como una película del paisaje que dominaba allí, donde decía él:  Sí, mi padre tenía 10 000 hectáreas de tierra y era un latifundio, pero eso era nada comparado con las propiedades que tenían las empresas norteamericanas allí y en cambio qué tenía el pueblo cubano, y a partir del análisis que hace del despojo del que había sido objeto el pueblo cubano, recuerda que fue confiscado y despojado de toda propiedad; porque resulta que este señor ha levantado su discurso sobre la base de que hay que darle propiedad privada al pueblo cubano cuando, precisamente, lo que se le quitó al pueblo cubano fue propiedad.  Al pueblo cubano se le despojó de la propiedad, para darla a empresas norteamericanas, para darla a compañías transnacionales que ya iban creando el pulpo de las transnacionales en América Latina y para darla también a grupos oligárquicos de la burguesía nacional cubana, como esos que estaban acompañando el presidente Bush el 20 de mayo en Miami.

Creo que tiene connotación especial cuando Fidel recordaba que el derecho de la propiedad que conocía Cuba era el derecho de esas grandes empresas extranjeras antes de 1959 y sus aliados de la oligarquía nacional, mientras que la propiedad de las grandes fábricas, de los servicios públicos vitales, de los bancos, hasta de los hospitales y las escuelas, pertenecía a una pequeña minoría privilegiada del país.

Luego recordaba lo que la Revolución ha creado, que ha creado más propiedad que toda la que se pudo haber creado en cualquier época antes del triunfo de la Revolución, tanto en la época colonial como en la época capitalista.

El hecho que se recordaba aquí en una mesa anterior de que cientos de miles de familias campesinas empezaron a tener el derecho a la tierra, esa es una de las grandes conquistas de la Revolución, no se reduce solo a la tierra, también se recordaba el derecho a la vivienda.

Primero, los campesinos no solo se hicieron dueños de la tierra que trabajaban, sino que ni siquiera pagan impuestos por ella, algo que no ocurre en el resto de América Latina, por ejemplo.

En el caso de la vivienda, prácticamente todos los cubanos tenemos nuestra propiedad.  El que no la tiene ya definitivamente, la tiene garantizada por un pago mínimo que hace, adecuado también a los ingresos, con créditos facilitados por el Estado, para tener definitivamente su propiedad.  Pero el hecho cierto es que todo el mundo es dueño de su vivienda, a nadie se le ocurre aquí que es dueño un casateniente que lo va a sacar mañana, como era la práctica habitual en la Cuba prerrevolucionaria.

Pero hablando ya de la época actual, también llamar la atención sobre lo que decía Fidel, luego de la conquista de la Revolución, que se había convertido en una necesidad imperiosa volver a la manigua y rescatar todo por lo que habían luchado los próceres cubanos, el hecho de que desde 1959 hasta hoy no se puede hablar de que haya un revolucionario de la dirección del país, un líder de la Revolución Cubana que tenga bancos y cuentas personales en el exterior o en la propia Cuba.  Decía Fidel textualmente:

“Ningún alto líder revolucionario cubano tiene un dólar en ningún banco, ni cuentas personales en divisas dentro o fuera de Cuba, ni testaferros que las tengan en su nombre.  Ninguno es sobornable.  Eso lo conocen muy bien los cientos de empresas extranjeras que tienen negocios en Cuba.  Ninguno es millonario como el señor Presidente de Estados Unidos, cuyo sueldo de un mes” —y aquí aprendimos algo que no sabíamos—, el sueldo de Bush, “es casi el doble del de todos los miembros del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros de Cuba en un año.”

Y llamaba la atención también respecto a los amigos neoliberales del presidente Bush y sabemos a quién se refería, a los presidentes de esa democracia al uso que hay en América Latina, que se llenan los bolsillos, son los campeones de la malversación y el robo.  Así lo calificaba Fidel:  “Los pocos de ellos que no roban fondos públicos e impuestos al Estado, roban plusvalía a los pobres y hambrientos y matan cada año a cientos de miles de niños latinoamericanos.”

La verdad que se ha pretendido negar y que se ha prohibido escamotear es lo que vemos a diario, que presidentes que han vendido el tesoro público de sus países, que están denunciados en todas partes por corruptos, por haber despojado el patrimonio, que sus pueblos hoy están sufriendo prácticamente hambruna generalizada, desempleo, etcétera, salen en las revistas de modas como personajes importantes y famosos que comparten tanto con el Presidente de Estados Unidos como con las principales publicaciones del corazón que andan circulando por el mundo.

Y luego la comparación indispensable que hacía Fidel y que a mí me parece que tiene que estar en la conciencia de cada uno de nosotros, porque el hecho de nosotros tener ya como conquistas establecidas desde 1959 todos los derechos de que disfrutamos, no puede hacernos olvidar, Randy, que en este país hubo sitios donde la mortalidad infantil era de más de 100 por cada 1 000 nacidos vivos, que es lo que él ejemplificaba con el caso de los tres territorios que estaban reunidos allí y hoy tienen una mortalidad infantil por debajo de la de Estados Unidos, un 5,9 por cada 1 000 nacidos vivos; la esperanza de vida al nacer de 57 años a 76; el número de médicos, de 344 hoy son 10 334.  Estamos hablando de cuántas miles de veces de diferencia.

Por ejemplo, unidades de salud, antes había 46, hoy hay 4 006; es decir, estamos hablando de cien veces, prácticamente, lo que había antes del triunfo de la Revolución.

Camas asistenciales, maestros primarios, centros universitarios antes 0, hoy hay 12 en esas regiones; y la cantidad de personas que no sabían leer y escribir que era el 40% de la población, hoy es el 0,2%.

Reitero, es un discurso para guardar, para analizar, y me parece que, sobre todo, era para disfrutarlo, verlo, porque forma parte también de la manera en que el pueblo respondió a esa convocatoria de la Revolución, porque se trata de la defensa de lo más sagrado que tiene hoy el pueblo cubano, y bajo un aguacero torrencial se dijeron todas esas verdades que son un mentís a todas las barbaridades que dijo este Presidente el pasado 20 de mayo en Miami.

Creo que junto con el discurso de Sancti Spíritus, que de alguna manera es un mensaje al pueblo norteamericano sobre todo, de lo que significa Cuba, aquí se está diciendo también que nos vamos a defender al precio de nuestras vidas y que tampoco nos hemos descuidado en la defensa, pero que estas conquistas de la Revolución son solo el resultado de lo que ha sido una obra social de justicia, que es lo que este hombre quiere cambiar.  Este hombre quisiera que nosotros pasáramos a formar parte, quizás, de ese panorama de América Latina que cotidianamente leemos en la prensa o escuchamos dondequiera, engrosa la fila de gente con hambre y a países, como Argentina, que eran riquísimos hace tanto tiempo, lo convierten ya en un ejemplo del Tercer Mundo.

Randy Alonso.-  Creo que fue un acto impresionante, Arleen.  Los que tuvimos la oportunidad de estar allí nos admiramos de la masa compacta de holguineros, de tuneros, de granmenses; realmente parecía aquello, cuando se levantaban las banderas, una alfombra o un mar de banderas en la Plaza de la Revolución “Calixto García”.  Y lo más asombroso fue que en medio del torrencial aguacero, como tú decías, no se movió un alma de aquella plaza, la gente siguió atentamente las palabras de Fidel, a pesar de la lluvia, a pesar de que prácticamente nadie tenía siquiera una sombrilla para guarecerse.

Arleen Rodríguez.-  Se dice que eran más de 400 000 personas.  Nosotros hablamos del acto de Sancti Spíritus, que también fueron más de 300 000, pero a uno le es difícil creer que ahí pueda haber solamente 400 000 personas; es decir, la idea que uno tiene es que pueden ser muchísimas más las personas que había ahí.  Como tú decías, no solo se vio eso sino se veía un entusiasmo y una alegría por compartir con el líder de la Revolución este discurso, que a mí me parece también trascendente, un mensaje importante desde Cuba.

Fidel recordaba al principio la distancia entre un hombre como Roosevelt, en los años en que se veía venir el peligro nazifascista, y el estilo de perdonavidas del hoy Presidente de Estados Unidos, y la diferencia también entre un país que en aquel momento tenía determinados peligros y lo que es una hegemonía unipolar.

Reitero que el discurso, además de verlo y disfrutarlo como lo vimos, creo que valdría la pena estudiarlo y analizarlo como una hermosa lección de historia.

Randy Alonso.-  Creo que fue un combate de los más extraordinarios que se ha librado en esta batalla de ideas, en momentos en que la patria está en peligro, en que el gobernador de Estados Unidos, el señor W. —como lo calificaba nuestro Comandante en Jefe—, se ha arrogado todo tipo de mentiras y de amenazas contra nuestro país; ha sido una contundente respuesta del pueblo cubano en una batalla en la que están listos los fusiles, pero lo más importante son las ideas.  Te agradezco, Arleen tu comentario.

Una de las muchas falacias y mentiras que marcaba el presidente Bush en sus discursos del 20 de mayo era la calificación de que en este continente solo un país no era democrático. 

Hablaba de las democracias de América Latina, las democracias representativas que hoy están en nuestro continente, de las cuales mucho podemos hablar; pero ocultaba, realmente, el Presidente norteamericano la historia de intervenciones que sucesivos gobiernos de Estados Unidos han ejercido contra nuestra región para eliminar la independencia, la soberanía, la democracia de nuestros pueblos y todo intento de lucha de las fuerzas de izquierda por un mundo mejor para cada uno de los pueblos de nuestra región.

Larga es la historia intervencionista de Estados Unidos en nuestra región, pero les propongo una síntesis, sobre todo, de la década del 60 y del 70, de tan nefastos recuerdos para nuestro continente, a Lázaro Barredo.

Lázaro Barredo.-  El problema de la intervención de Estados Unidos ha sido tan grande para la región —se calcula que ha habido más de 200 intervenciones en el mundo y una buena parte de ellas en nuestra  región—, que un político impregnó a la historia de su país de un sentimiento fatalista:  “Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos.” 

En el siglo XX, Estados Unidos intervino más de cuarenta veces con tropas armadas en territorio de nuestra región.  Ellos habían terminado el siglo XIX con muchas preocupaciones por resolver primero la ocupación y la civilización del oeste, resolver los problemas internos y abstenerse de participar en conflictos directos con las grandes potencias, y es, fundamentalmente, con la intervención de Cuba, a finales del siglo XIX, donde Estados Unidos ya esboza una política de expansión; ahí está, desarrollada a su máxima expresión, la Doctrina Monroe, la Doctrina del Destino Manifiesto.

Es decir, es una política de intervención permanente —como he dicho, más de cuarenta veces en el siglo XX—, no solo hacia los países más eminentemente vecinos sino también con expediciones militares hacia zonas de América del Sur, donde llaman la atención las expresiones de cómo se justifica esa misión “civilizadora” de Estados Unidos. 

Por ejemplo, en 1905, cuando intervienen en República Dominicana para fiscalizar las aduanas de ese país, el presidente Teodoro Roosevelt, que había sido el jefe de la policía de Nueva York —quizás por eso uno no pueda explicarse algunas de sus conductas—, le escribe el Secretario de Marina:  “En cuanto a la cuestión de Santo Domingo, dígale al almirante Branford que reprima toda revolución.  Me propongo mantener el status quo de la isla hasta que el Senado haya tenido tiempo de tomar una decisión sobre el Tratado y considerar a todo movimiento revolucionario como un esfuerzo para trastornar el modus vivendi.”

Un año después, en la primera intervención del siglo XX en Cuba, que lo hace el 14 de septiembre, un día antes, el presidente Roosevelt escribe a su amigo Henry White.

Randy Alonso.-  Estamos hablando de Teddy Roosevelt.

Lázaro Barredo.-  Sí, este es el primo lejano de Franklin Delano Roosevelt, que luego sería también Presidente a mediados del siglo XX.

Randy Alonso.-  Que es al que Fidel se refiere en su discurso.

Lázaro Barredo.-  Sí, al que Fidel se refiere en su discurso.

Este es Teddy Roosevelt, el que dirige, incluso, una parte de las fuerzas expedicionarias de las tropas de intervención en Cuba, cuando desembarcan en Santiago de Cuba.

El presidente Teddy Roosevelt escribe a su amigo Henry White:  “Precisamente ahora” —esto es el 13 de septiembre de 1906—, “en este mismo instante estoy tan furioso con esa pequeña e infernal República de Cuba, que me gustaría borrar a su pueblo de la faz de la tierra.”

Estos son los elementos que caracterizan las tendencias de Estados Unidos con su política intervencionista en casi todo el siglo XX.  Es el guardián de la libertad, de la democracia; interviene, en cuestión de pocos años, en ocho oportunidades en Honduras, interviene varias veces en Cuba, interviene varias veces en Panamá, interviene en República Dominicana, interviene en una cantidad notable de países en muy poco tiempo.  Y todo ese esfuerzo intervencionista se recrudece con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959.

Ellos hicieron un mal cálculo en los estudios que habían hecho en el año 1958 por tratar de impedir el triunfo revolucionario; desde mi punto de vista, eso lo hemos comentado en otras mesas redondas, tuvieron un error de cálculo, creyeron que podrían dominar después la situación y el tiro les salió por la culata, se encontraron un proceso de un sentimiento nacional muy fuerte y, a partir de ese momento, Estados Unidos se vio precisado a cambiar sus estrategias, modificar la idea que había entronizado de defensa continental por lo que llamó la necesidad de encargar a los países latinoamericanos de su seguridad interna, y es ahí donde se instalan los golpes de Estado, el Plan Cóndor, una serie de situaciones que proyectan en la región un estado de fascismo muy grande.

Cuba origina con su ejemplo el cambio de esa política norteamericana.  En 1962 se empiezan a dar los pasos para aislar completamente a nuestro país, expulsarlo de la OEA, de todas las instituciones, hacer que los países de América Latina rompan, con la honrosa excepción, en aquel entonces, de México.  Lo logra.  Es lo que caracteriza después todo el proceso.  Llega a 1965 donde se da hasta una situación sui géneris en la historia, que queda ahí como una página que explica ese papel intervencionista del siglo XX de Estados Unidos, porque se le da un golpe al presidente democráticamente electo, Juan Bosch; hay una facción progresista nacionalista dentro de las Fuerzas Armadas de República Dominicana, que la encabeza el coronel Francisco Caamaño, que saca del poder a los golpistas y trata de restablecer el gobierno legítimamente constituido de Juan Bosch, y en ese ínterin, con diversos pretextos y el apoyo de la OEA, se produce entonces una intervención muy sangrienta en 1965.

Randy Alonso.-  Con uno de los pretextos más socorridos por Estados Unidos en nuestra región, que es proteger a los ciudadanos estadounidenses en Dominicana.

Lázaro Barredo.-  Ese va a ser el pretexto que después arguye para desbaratar a esa pequeña isla del Caribe, Granada, de 110 000 habitantes.  Con el pretexto de la protección de unos estudiantes que había cerca del aeropuerto que estaban construyendo los trabajadores cubanos, se da el fenómeno del proceso interno que trae consigo el asesinato de Maurice Bishop y se produce entonces lo que hemos explicado:  Estados Unidos, que viene de retorno del Líbano, que le han dado un tremendo golpe ahí en el Líbano, aprovecha oportunistamente la situación y produce la intervención de Granada en 1983.

Randy Alonso.-  Particularmente, en esta de Dominicana, Lázaro, creo que hay elementos muy interesantes, primero es el preludio de lo que serían después varios de los golpes militares en nuestra región y cómo serían aceptados por Estados Unidos, se acerca bastante a la historia de Venezuela en estos tiempos.

Hay otro elemento importante y es la manipulación que Estados Unidos hizo en ese momento, como lo hizo otras veces en la historia, de la Organización de Estados Americanos, es decir, a pesar de la indignación que levantó en América Latina la intervención en República Dominicana, el saqueo que hubo de varias embajadas latinoamericanas, las protestas que se dieron en varias regiones de nuestro continente, pues Estados Unidos manipuló a la OEA a su antojo, se buscó cuatro gobiernos títeres que apoyaron la intervención, cuatro dictaduras: los golpistas brasileños, la dictadura de Somoza en Nicaragua, Stroessner en Paraguay y el gobierno de Honduras, para presentar una cara internacional, que después harían en otras intervenciones.  Es decir, por eso esta intervención en Dominicana también es muy simbólica, utilizaron algo que después usarían en otras intervenciones en el mundo, y Lyndon Johnson llegó a decir, a caja destemplada:  “Comprendí que no había tiempo para hablar, consultar o demorarse, las naciones americanas no pueden ni deben y no permitirán el establecimiento de otro gobierno comunista en el hemisferio occidental.”  Y estábamos hablando de un gobierno que no tenía nada que ver con el comunismo, simplemente Juan Bosch, una figura muy reconocida en República Dominicana, que tenía un respeto en nuestro continente, tenía una posición hacia Cuba de respeto y de amistad y fue tumbado del poder, Estados Unidos apoyó eso y, además, asesinó a Caamaño y a sus seguidores.

Lázaro Barredo.-  No te quise hablar mucho de la OEA y de los golpes de Estado y tampoco de la Revolución, porque cuando hablemos más adelante de la contrainsurgencia que se desarrolla en la década del 60 y buena parte del 70, es la explicación de fondo para poder entender cómo el proceso cubano se convierte en una pesadilla para Estados Unidos.  Será muy difícil —y la vida y la historia lo han probado en todos los acontecimientos que precisamente estamos viendo aquí— que pueda por parte de la superpotencia permitirse la coexistencia de un proceso, no igual, lo más cercano o lo que más se parezca a lo que fue el proceso independentista de Cuba del Primero de Enero de 1959.  No por gusto —yo siempre lo recuerdo, porque ese es un momento definitorio— el Programa de Santa Fe Uno, que es el programa de la nueva derecha norteamericana, dice que hay que hacerle pagar a La Habana un costo impagable por su desafío, lo cual es una política delirante.

Además de República Dominicana, quería comentarte que, como ejemplo de otra intervención está la de Panamá en 1989, cuyos manidos pretextos lo que perseguían era intentar recapitular el impacto que habían tenido los acuerdos Carter-Torrijos en 1977, un compromiso en el que ya Estados Unidos no podía decir que no, pero tenía que buscar una manera de no salirse de esa zona y de buscar un argumento que pusiera freno a los ánimos nacionalistas panameños.  De ahí la famosa operación Causa Justa en diciembre de 1989, y que trajo consigo la intervención norteamericana en Panamá.  Y, realmente, ya lograron el propósito que querían, que era tener el pretexto de lograr modificar los acuerdos y darle a Estados Unidos algo parecido a la Enmienda Platt cubana, es decir, la opción de la intervención o la intromisión en esa zona, cada vez que consideren que están en peligro los intereses de seguridad establecidos por Estados Unidos.

Randy Alonso.-  Gracias, Lázaro, por tu comentario.

Pero no solo la intervención militar norteamericana fue el método escogido por los gobernantes de Washington para imponer sus deseos y sus designios sobre nuestro continente; utilizó también, en la década del 60 y el 70, como instrumentos preferidos, la gestación e implantación de dictaduras militares en nuestro continente y, en especial, en el sur de nuestra región.  Sobre eso nos comenta Nidia Díaz.

Nidia Díaz.-  Ya Lázaro nos ha hablado sobre la vocación innata de los gobiernos norteamericanos por la intervención, el golpismo, el terrorismo de Estado, y la década del 70 en Suramérica es precisamente la expresión más acabada de esa nefasta vocación que concluyó en las más sangrientas dictaduras que conociera nuestro continente hasta ese momento.

Echando hacia atrás la memoria, todo nuestro pueblo podrá recordar el golpe de Estado en Bolivia en el año 1971 a manos de Hugo Bánzer, el golpe de Estado que le dio Pinochet al gobierno de la Unidad Popular en Chile en 1973, en ese mismo año Juan María Bordaberry también clausuró el Parlamento uruguayo e inició una dictadura en el país. 

Ya en 1976, precisamente la muerte de Domingo Perón en Argentina y la inestabilidad política que se había generado en ese país, provocó el inicio también de una de las más sangrientas dictaduras en el continente, que fue la de la Argentina, dictaduras que llegaron a nuestro continente de la mano de Estados Unidos, y no porque lo digamos nosotros, es decir, el propio Departamento de Estado, a finales de la década del 60, ya a principios del 70, había instruido a sus Embajadas en nuestros países latinoamericanos, para que crearan dos grupos de tarea, es decir, dos grupos de trabajo con misiones muy específicas:  uno debía provocar la desestabilización, es decir, trabajar dentro de la sociedad latinoamericana para crear los gérmenes de la desestabilización política en cada uno de nuestros gobiernos sudamericanos, y otro encaminado, precisamente, a buscar a posibles golpistas para eventuales golpes militares en la región.

¿Cómo se hace?  Nuestro pueblo lo está viendo ahora, es decir, no hay que ir ni siquiera a recordar el pasado, hoy lo estamos viendo en Venezuela:  pagar a periodistas que no tienen el más mínimo reparo en falsear la verdad, comprar medios y financiar medios de difusión masiva para crear un clima de inestabilidad y para crear calumnias y mentiras contra un gobierno nacional, buscar golpistas.

¿Qué cosa es Carmona, si no es un empresario escogido por la propia embajada norteamericana y por los círculos de la derecha norteamericana allí, para que le sirviera al golpe de Estado que se dio contra Hugo Chávez?  Es decir, son los mismos métodos que en la década del 70 empleó Estados Unidos y que hoy continúan empleando.

Por supuesto, en la década del 70 había determinadas condiciones que propiciaron estos golpes militares:

En primer lugar, la propia política de guerra fría, en el contexto global, generaba —y eso es una verdad— un anticomunismo casi patológico en determinados sectores de la población, sobre todo, de la población latinoamericana.

En segundo lugar, el factor del ejemplo de la Revolución Cubana, del que ya Lázaro acaba de decir que Estados Unidos no estaba dispuesto a que se repitiera, y la propia existencia, todavía en la década del 70, de la Revolución Cubana y toda su carga de justicia social que había llevado para nuestro pueblo, podía y era de hecho un ejemplo a imitar por cada uno de los países de nuestra región.

A esto se le sumó, en la década del 70, una tremenda crisis económica que todos nosotros debemos recordar, porque se publicó mucho en la prensa, se habló mucho de ella, y que tenía que ver nada más y nada menos que con la dificultad que estaba presentando el capitalismo mundial para la reinversión de la plusvalía en nuevo capital.  Hacía falta, por lo tanto, una política de carácter económico que echara abajo, de manera violenta, de manera agresiva, las políticas del Estado benefactor que hasta ese momento imperaba en la región y en otros lugares del mundo, y eso no podía hacerse con los Estados benefactores que hasta ese momento existían, sino que tenía que venir de las manos de la dictadura.

Por lo tanto, las dictaduras latinoamericanas llegaron de la mano de Estados Unidos para frenar el ejemplo de la Revolución Cubana, mantener vivo el anticomunismo, y no solamente el anticomunismo, sino las ideas revolucionarias, progresistas, nacionalistas, de toda índole que se pudieran dar en nuestro continente, y, sobre todo, para imprimir y para desarrollar la política neoliberal, que era la respuesta a aquella crisis económica que estaba padeciendo el capitalismo a principios de la década del 70.

¿Qué trajeron esas dictaduras?  Más de 50 000 asesinados, más de 400 000 encarcelados, más de 30 000 desaparecidos, la mayoría de ellos, precisamente, en la Argentina, y lo más triste, quizás, o una de las cosas más tristes, que dentro de esos asesinados, dentro de esos desaparecidos, está la cifra de 3 000 niños que fueron asesinados por las dictaduras latinoamericanas.

Esa es la vocación de este Estados Unidos, del cual ha hablado Lázaro anteriormente, y que mantiene todavía hoy para impedir que gobiernos democráticos, gobiernos de corte nacional, gobiernos que puedan traer justicia social, aun cuando no fueran gobiernos socialistas, gobiernos comunistas, puedan fructificar en nuestras adoloridas tierras de América.

Randy Alonso.-  Esta implantación de las dictaduras en América Latina, como usted dice, Nidia, es parte de esa visión de Estados Unidos hacia América Latina y que tuvo un importante punto o un importante centro de acción en lo que se llamó el Plan de Contrainsurgencia norteamericana o la llamada Defensa de la Seguridad Nacional de Estados Unidos, porque se considera, por supuesto, para los norteamericanos aquella frase de “América para los americanos”, seguía estando vigente en la década del 60 y del 70 y estaban extendiendo su seguridad nacional hacia América Latina.

Sobre ese Plan de Contrainsurgencia, el comentario de Lázaro Barredo.

Lázaro Barredo.-  El triunfo de la Revolución Cubana causó una onda conmoción en el ámbito latinoamericano, como ya lo hemos explicado, y traumatizó a los gobiernos norteamericanos.

América Latina se empezó a complicar a partir de ese instante en una creciente efervescencia social, que son los problemas que hoy se están heredando, porque ya había los problemas de la pobreza, los problemas de la marginalidad social, es decir, ya había situaciones políticas, económicas y sociales muy serias en nuestra región, y en muchos gobernantes por aquel entonces existía un cierto nacionalismo en el plano económico, y había otras manifestaciones que los dirigentes norteamericanos, con el triunfo de la Revolución Cubana, encuadraron enseguida dentro del plano de la guerra fría, lo asociaron como pretexto a la posibilidad de la infiltración comunista en la región.

Es el temor al comunismo lo que se agita, el miedo al “coco” de la Revolución Cubana lo que más se agita en aquellos tiempos, y ahí surge, como una reforma preventiva del presidente John F. Kennedy, la necesidad de la aplicación de una política que tratara de diferenciarse con cierta política asistencialista, que tratara de diferenciarse en la atención hacia América Latina, y ahí es donde surge como un componente imprescindible de oposición a la Revolución Cubana la llamada Alianza para el Progreso; es decir, situarle un apoyo de 20 000 millones de  dólares —al valor de aquel tiempo, era una cifra considerable—, un apoyo de 20 000 millones de dólares que nunca después se llegó a cumplir, pero que se esbozó como un apoyo a los países de América Latina para el desarrollo.

En este elemento de la contención al comunismo se empezó también a desarrollar una acción coordinada entre el Pentágono y  los ejércitos latinoamericanos en la lucha contrainsurgente y se empezaron a cambiar ciertos enfoques desde el punto de vista estratégico-militar para la atención a los problemas beligerantes de América Latina.  Ahí es donde la OEA cobra el papel que hemos dicho, el parapeto norteamericano de conducir la política de aislacionismo hacia nuestro país, una política que tiene ya su expresión más concentrada en 1962 con la salida de Cuba de la OEA.

En ese año 1962 se está desarrollando la Operación Mongoose que es la operación de mayor proporción que han desarrollado o que han concebido las administraciones norteamericanas.  Después de la Operación Mongoose no ha habido cosas nuevas en la política estratégica de Estados Unidos con respecto a nuestro país, sino ha sido un poco más de lo mismo.  Es decir, fue allí donde se concibió toda una operación que, fracasada en el año 1962, después de la Crisis de Octubre, sí le dejó a Estados Unidos la preparación de varios miles de agentes que había preparado en actividades de operaciones encubiertas, actividades muy especializadas de los órganos de Inteligencia y que el gobierno de Estados Unidos decidió utilizar en la proyección hacia el continente, elementos que penetraron órganos de seguridad, órganos policiales, órganos políticos y empezaron una convivencia con ciertos regímenes de algunos países.

A partir, precisamente, del año 1961 es que comienzan los golpes militares.  En El Salvador se apodera del poder una junta militar en 1961, posteriormente es derrocado por otro golpe militar el presidente Ydígoras Fuentes.

En Honduras el presidente Villegas es acusado de poca firmeza frente a la subversión comunista y es derrocado en octubre del propio   año 1963; se produce el golpe de Estado en Brasil contra el presidente Joao Goulart, que inauguró otra serie de golpes en Suramérica; está el golpe de Estado del ejército boliviano en 1964, el golpe de Estado que dan los militares en Perú, en 1962; el golpe de Estado al presidente ecuatoriano, Otto Arosemena, en julio de 1963; y el golpe del general Onganía, en Argentina en 1966. 

Esto es lo que caracteriza, como efecto de la política militar, del contubernio Pentágono-ejércitos latinoamericanos, la situación de las décadas del 60 y del 70.  Para poder entender la Operación Cóndor, en 1965 la CIA desarrolla a gran escala en Chile la Operación Camelot, que logra descubrir todas las tendencias de las clases políticas, que se bajó de perfil por las protestas de las clases políticas que detectaron esta desfachatada injerencia.  Es el período en que se desarrolla en Uruguay todo el movimiento de los tupamaros, en Argentina el Ejército Revolucionario del Pueblo y los peronistas de izquierda Montoneros, es la guerrilla del Che en Bolivia, es el golpe de Hugo Bánzer tras un sangriento enfrentamiento con los populistas de izquierda, que encabezaba el general Juan Torres; en fin, es una enorme actividad que va desembocando en cada vez más represión, cada vez más tortura.

El ejemplo más connotado de toda esta labor de contrainsurgencia es el papel del conocido torturador Dan Mitreoni, un agente policial que había sido preparado por los servicios norteamericanos, había sido enviado primero a Brasil y después a Uruguay, y ahí entronizó todas las formas de torturas más increíbles, que rivalizaron, realmente, con los nazis.  Dan Mitreoni llegó a desarrollar un dicho muy popular dentro de las fuerzas de seguridad uruguayas, que es el siguiente, y puede ofrecerles a los amigos televidentes una idea de lo que era este hombre y la política que él representaba:  “El dolor exacto, en el lugar exacto, en la cantidad exacta, para obtener el efecto deseado.”

Randy Alonso.-  Te agradezco, Lázaro, este comentario sobre las políticas contrainsurgentes de Estados Unidos hacia nuestra región.

Un ejemplo clásico de lo que dejaron estas políticas norteamericanas hacia América Latina, unas políticas de agresión y de terror hacia los pueblos de nuestros continentes y a cualquier intento de sublevación de los pueblos por defender su soberanía, su propia integridad como nación y, además, los derechos de cada uno de los pueblos de nuestro continente fue, sin duda, la dictadura militar en Argentina, bien recordada en nuestro continente y bien cercana también en la historia a nuestro pueblo.

De la dictadura militar argentina, del terror que implantó en ese país y de sus consecuencias, aún visibles hoy en Argentina, nos habla Arleen Rodríguez.

Arleen Rodríguez.-  Gracias, Randy.  De todas maneras, mientras hacemos referencia a este golpe, que se inició el 24 de marzo de 1976, yo quiero que nuestros televidentes y radioyentes, y los que están presentes también, piensen en la Argentina de hoy, que es la culminación de una obra imperialista lo que estaremos viendo.

Quería decir algo que a mí me llama la atención cuando hacemos un análisis de todo este proceso en América Latina.  Antes de que esos países de América Latina sufrieran las dictaduras, las intervenciones, etcétera, está el caso de Cuba, el caso de Cuba como un ensayo: aquí hubo golpe militar, aquí hubo terrorismo de Estado, aquí hubo jóvenes desaparecidos y asesinados, igualito; aquí hubo un proceso de privatización tan profundo y un neoliberalismo en ciernes, que emergía ya como un ejemplo.  Un experto como Regino Boti, ya fallecido, decía que fue tan brutal la implantación del neoliberalismo ese primitivo en Cuba, que desencadenó lo único que podía resolverlo, que era una revolución radical como la Revolución Cubana. 

Yo lo digo porque a veces ellos usan como argumento que el comunismo cubano se había extendido, que la influencia de la Revolución Cubana...; pero cuando no existía Revolución Cubana aplicaron eso contra nosotros, y ese fuera el destino de Cuba. También hubiéramos tenido muchos más muertos, muchos más desaparecidos; hubiéramos tenido un país no como Argentina hoy, empobrecido, sino como Haití hoy empobrecido.

Voy a referirme particularmente al caso de Argentina.  En el momento en que se da el golpe militar, que es en marzo de 1976, ya tenía la experiencia Estados Unidos de lo que había hecho en Chile, ya tenía ese antecedente; según algunos expertos, como Petras, Chile le había enseñado la lección a Washington de que el único modo de imponer de nuevo su hegemonía en la región era mediante el terrorismo de Estado.  Pero hay condiciones en la Argentina, en que, ya fallecido Perón, está María Estela Martínez de gobernante, y hay una situación, realmente, de corrupción bastante generalizada, un gobierno ineficiente, empiezan a darse los casos de los escuadrones de la muerte, la Triple A famosa, que es la Alianza Anticomunista Argentina.  Yo recuerdo que aquí había un BRAC (Buró de Represión de Actividades Comunistas); es decir, estamos hablando de cosas que nos llevan por pasos, aquí en Cuba se ensayó mucho de lo que luego se aplicaría en América Latina.

En ese momento se dice que los militares vienen a imponer el orden, la Junta Militar encabezada por Videla.  Realmente, lo que dejó este orden establecido en la Argentina fue más de 30 000 desaparecidos; estamos hablando de miles de muertos, de 368 campos de concentración donde fueron torturados, asesinados y desaparecidos.  Hoy se sabe, al cabo de los años, cuando se ha podido saber un poquito de esta historia, los métodos que se practicaban, el lanzamiento de las personas vivas al mar, esos eran los desaparecidos. 

Se instituye este término, la categoría terrible, como la califican algunos, de los desaparecidos, que además del pánico, del terrorismo de Estado, porque se sabía el destino que tenían los desaparecidos, sembró la sensación para esas personas que siguen sufriendo en Argentina el efecto psicológico de no haber enterrado nunca a sus muertos, de no saber dónde murieron; la historia terrible de aquellos niños que fueron arrancados del vientre de sus madres o que fueron tenidos en cautiverio, sus padres asesinados y sus propios asesinos los adoptaron como padres y al cabo de los años fueron a descubrir que eran los asesinos de sus padres quienes los habían criado.

En el caso de nuestra profesión, por ejemplo, hay más de 100 periodistas que fueron asesinados o desaparecidos en Argentina; había una censura total.  Por ejemplo, la palabra desaparecidos no figuraba, no podía ser publicada en ninguna prensa, a pesar de que en la práctica los hubo.  El exilio creció, muchos emigraron hacia Europa generalmente, pero se habla también de un exilio interno, que es el silencio que tuvo que asumir una población aterrorizada por esas prácticas. 

Surgen, dentro de eso, los movimientos que empiezan a protestar, pero hay que recordar que cuando surgen, por ejemplo, las madres de Plaza de Mayo, buscando a sus hijos desesperadamente, tocando a todas las puertas, que no se abrían, incluyendo las de la iglesia, se les empieza a categorizar como las “locas de Mayo”.  Pero cuando se revisa, por ejemplo, la historia de las madres de Plaza de Mayo, esa famosa ronda alrededor de la plaza, son los militares los que les dicen que caminen de dos en dos porque más de tres personas no se podían reunir.  Y esas fueron dictaduras celebradas, aplaudidas y apañadas por los gobiernos norteamericanos de la época. 

En un análisis que se ha hecho por analistas importantes en el mundo, se habla de que aquella dictadura que dejó el terror de más de 30 000 muertos y desaparecidos, destruyó el tejido social argentino, asesinó no solo a miles de activistas y dirigentes populares, sino minó también para siempre mucha de la resistencia —toda la izquierda fue destruida prácticamente, borrada del mapa, asesinada, desaparecida—, dejó, además, algunas lecciones, que yo decía que hoy se pueden ver cumplidas en el panorama político argentino.

Según esta persona que yo citaba ahorita, el politólogo norteamericano Petras, del estado de terror que sembró la Junta Militar Argentina se pasó luego, de una manera lógica, a la llamada democracia y vino a terminar en la recolonización.  Eso se completa con el plan de la dolarización y la venta del patrimonio público argentino a las grandes transnacionales, particularmente a las norteamericanas, y el sometimiento total a las fórmulas de los organismos financieros internacionales. 

En ese proceso la gran burguesía argentina se convierte en una aliada en la destrucción de las bases populares y el poder de los trabajadores, y se construye el edificio neoliberal, de la economía neoliberal argentina.

El cuarto aspecto de lo que señala Petras, como significado del golpe aquel de marzo de 1976, es la transformación de lo que había sido el peronismo hasta ese momento, un movimiento nacional que respondía a las necesidades o a las demandas nacionales, en un nuevo partido neoliberal.  Y luego también se habla de la domesticación del pensamiento intelectual sobre la base de la represión, a pesar de que sobreviven ejemplares como revolucionarios, hay algunos que son desaparecidos inmediatamente, es el caso de que hablábamos aquí hace poco, de Rodolfo Walsh, el periodista argentino, intelectual importante que dejó una vasta obra de denuncias y que fue asesinado olímpicamente, sin ningún pudor, en cuanto hizo público una carta abierta a la Junta Militar en su país.

Queda la herencia que dejó este golpe militar, que demolió todos los mitos en relación con la posibilidad de desarrollo de un país de forma independiente en América Latina, y está representada en esa Argentina de hoy que, siendo uno de los países naturalmente más ricos de América Latina, como decía ahorita, tiene un 20% o más de desempleo, tiene una población hambreada casi en un 50% y tiene un estado de desesperación y prácticamente de no salida que muchos, como Jorge Venten, dicen que “tendría una sola salida posible, que sería el de una verdadera revolución interna”.

Es decir que, de manera general, lo que pretendió Estados Unidos con la implantación de un régimen de terror, bendecido, auspiciado, estimulado y desarrollado —ahí están las escuelas de Las Américas, los maestros de la tortura que citaba Lázaro, Dan Mitreoni en este caso, en el caso de Uruguay—, todo lo que se practicó y ejerció en América Latina, como ya se sabe, no resolvió ninguno de los grandes problemas de América Latina, sino que los profundizó y los convirtió en rehenes de la política transnacional, de la política fondomonetarista y de la política económica de Estados Unidos.  Hoy están en manos del imperio y la única salida que tendrían sería una revolución social.

Habría que ver cómo hoy podría reconstituirse ese tejido social completamente destruido por aquellos golpes de Estado, pero lo cierto es que los pueblos siguen luchando por cambiar el orden de cosas y que Estados Unidos no ha logrado resolver nunca por la política del terror que aplicó en estos países, lo que pretendió convertir en una lección que se extendió a varios países del Cono Sur, y más terrible y dramáticamente,  en el centro de nuestra América.

Randy Alonso.-  Y 30 000 desaparecidos, como tú decías, Arleen, que dejaron una profunda huella en ese país, que marcaron para siempre a una generación de argentinos; pero que han tenido efectos en las generaciones presentes argentinas y que están bien vivos en el modelo neoliberal fracasado que tiene ese país, como tú señalabas y que aún hoy recuerda no solo la separación de hijos y padres, no solo la pérdida de tantas personas, sino el uso de métodos tan criminales como la expulsión de las personas, incluso vivas, lanzadas desde helicópteros al mar.

Arleen Rodríguez.-  La picana eléctrica.

Ahora, hay una cosa, que las principales víctimas de las dictaduras latinoamericanas fueron jóvenes, hay que decirlo; de ahí la radicalización que vemos en ejemplos como los de las madres y los hijos, los herederos de eso que aconteció; pero lo cierto es que ellos acabaron con toda una generación joven en América Latina y, sobre todo, con una generación sensibilizada con los problemas de su país.

Se preguntaba Hebe de Bonafini, ahora en la recordación del aniversario del surgimiento de Madres de Plaza de Mayo, qué era lo que hacían sus hijos que los convirtió en enemigos del poder.  Sencillamente ver cómo podían cambiar el estado de cosas también que estaba imperando en su país, a partir de los militares, que se pintaba al mundo como muy eficiente económicamente y lo cierto es que sembró el germen de lo que es hoy la destrucción de la economía argentina.  Y había cinturones de pobreza y había marginales creciendo de manera impresionante y esos jóvenes estaban sensibilizados con lo que veían, efectivamente también, el ejemplo de Cuba que veían construir una sociedad justa y diferente.  Pero no estaban combatiendo en las calles, no estaban haciendo ni siquiera movimientos guerrilleros; los asesinados  y los desaparecidos en América Latina, y en Argentina en particular, eran sencillamente gente que querían que cambiara el orden de cosas, pero lo estaban haciendo de una manera, incluso pacífica.  Esos muchachos fueron desaparecidos, fueron desaparecidos estudiantes.  La gente de nuestra generación está marcada, en general, por los desaparecidos y los asesinados.

Lázaro Barredo.-  Surgieron los escuadrones de la muerte, a partir de ahí.

Randy Alonso.-  Se introdujeron los escuadrones de la muerte que después han sido una práctica en América Latina, incluso en la década actual.  Y representó, sin duda, la más sangrienta de las dictaduras del sur de América esta de Argentina; pero, como Arleen señalaba, tuvo un antecedente muy importante en la implantación de una dictadura militar en Chile, algo muy recordado por los cubanos, el golpe de Estado contra el presidente constitucionalmente electo en Chile, Salvador Allende.

De esa dictadura, de ese otro método de terror implantado en un pueblo norteamericano con la connivencia de las autoridades norteamericanas, nos habla Nidia Díaz.

Nidia Díaz.-  Sí, realmente ya aquí se ha hablado sobre la Operación Camelot, que le hizo como un levantamiento a toda la sociedad chilena por parte de los servicios de inteligencia norteamericanos para saber quién era quién, qué quería cada quién.

Sin embargo, ya en el año 1969 específicamente, datos de inteligencia y datos recogidos por el propio Departamento de Estado, evidenciaban, tenían la convicción de que en Chile, en las elecciones presidenciales de 1970, triunfaría un candidato de la izquierda.  La situación que se había creado en Chile, las alianzas políticas por parte de la izquierda que se habían venido presentando en los meses precedentes, les daban a ellos esa certeza y también les daban la certeza de que había que detener lo que ellos decían que era el comunismo en Chile.

Por lo tanto, ya en el año 1969, el Departamento de Estado, la CIA   y el Pentágono, trabajando de consuno, habían llegado a la conclusión de que había que impedir, por todos los medios, que un representante, un candidato de la izquierda, en este caso Salvador Allende, asumiera la presidencia, y en el caso del Departamento de Estado apostaban todas sus cartas a Jorge Alessandri.  Sin embargo, la vida les demostró lo contrario, es decir, Allende ganó las elecciones del 4 de septiembre con el 37% de los votos, seguido por el 35% de Alessandri y otros más. 

Ya en el año 1969 cuatro generales norteamericanos convocaron a similares chilenos para un almuerzo en las afueras de Washington, para conversar acerca de la situación política que se estaba creando en el país, pero, sobre todo para, ya a la hora del postre, preguntarles cómo reaccionaría el ejército chileno de ganar un candidato de la izquierda, es decir, de ganar la Unidad Popular y de ganar Salvador Allende.

Carlos Toro, que era uno de estos altos oficiales chilenos que estaban en Washington a la sazón, le contestó de inmediato:  “En media hora tomaríamos la Moneda y si tuviéramos que incendiarla no lo dudaríamos”; es decir, fue una premonición de este general de la aviación chilena, porque tres años después eso fue lo que sucedió precisamente, con la participación no solamente de militares norteamericanos, sino incluso hasta pilotos norteamericanos que habían recibido ya en el año 1973 visas para entrar a Chile, para hacer maniobras de aviación y demás.

Randy Alonso.-  Sí, se dice que incluso el 11 de septiembre, el día del golpe, muy casualmente, como sucedió ahora también en Venezuela, pues había navíos de la marina yanki en las costas cercanas a Venezuela, estaba el Ricardo Turner, el Tátersa, el Beesols y el submarino Clamagor que se encontraban supuestamente en las maniobras navales Unitas, frente a las costas de Chile, todo preparado para que se pudiera dar el golpe de Estado ese día 11 de septiembre.

Nidia Díaz.-  Todo tan casual, como tan casual fue que precisamente el 10 volara a Washington el Embajador de Estados Unidos y regresara con las indicaciones finales para la operación de derrocamiento del presidente Allende.

Hay que recordar —yo lo decía hace un momento— los planes del Departamento de Estado norteamericano para crear este proceso de desestabilización interna, en este caso en Chile, que llevara al golpe, incluso un golpe que, dentro de algunos sectores de la población chilena, se pudiera hasta justificar para poder detener ese estado de inestabilidad, ese estado de carencias que se había producido, puesto que se había hasta desabastecido el mercado interno chileno.

Todos los cubanos conocemos, porque lo vivimos de cerca, aquellos meses precedentes al golpe del 11 de septiembre de 1973, en los cuales, a partir de estos grupos de tareas radicados en la Embajada de Estados Unidos, con el apoyo de sectores de la derecha chilena, cómo fue posible desestabilizar ese país.

El periódico El Mercurio —ya habíamos mencionado el papel de este tipo de prensa en este tipo de situación previa al golpe— facilitó que importantes sectores de la población, como la clase media, sectores de mujeres, sectores de inmigrantes, sintieran el temor a aquella inestabilidad que se había creado en el país.  Es decir, fue in crescendo toda esta política de desestabilización y recordamos los paros de los camioneros.

Se ha dicho, se ha comprobado que el propio Departamento de Estado sufraga el paro camionero, no solamente a los camioneros que iban a la huelga, sino a aquellos camioneros que no iban; es decir, si tenían que ir cinco, que fueran tres, pero el resto, la diferencia se le pagaba al gremio de transportistas, para que esa burocracia sindical, corrompida y corrupta, también se pudiera beneficiar de esta política de desestabilización.

El caso de Chile es un caso que para los cubanos es muy cercano, porque muy cercana fue la figura del presidente Allende y muy cercana fue toda la solidaridad generada entre un pueblo y otro.  Ya a la altura del mes de agosto, incluso militares patriotas chilenos tuvieron que ir abandonando sus cargos, como fue el caso del general Pratt y que el 23 de agosto fue sustituido por Pinochet —todos sabemos para qué—, y cómo ya en el último momento, el 9 de septiembre, en una alocución a la opinión pública chilena, el propio presidente Allende informa que “solamente teníamos reservas de cereales para tres meses”; es decir, hasta se había desabastecido el mercado interno chileno para crear toda esta situación.

Bueno, el bombardeo de La Moneda, el avance de los tanques hacia el palacio presidencial y, finalmente, la asonada golpista fascista del 11 de septiembre, con su correspondiente secuela de represión, de terrorismo de Estado, que se impone a partir de ese momento, y el estadio nacional y la caravana de la muerte que desde ese mismo momento sale a detener, reprimir, asesinar a todos aquellos que, de una manera o de otra, estuvieron vinculados con el gobierno de la Unidad Popular, e incluso aquellos que ni siquiera habiéndolo estado, como protagonistas,  por el solo hecho de haber sido parientes lejanos o cercanos también fueron ejecutados en aquellos primeros meses del golpe, que causó, según la Comisión de la Verdad, más de 3 000 desaparecidos y un número todavía sin verificar de asesinados en Chile.

Recordamos las manos de Víctor Jara, recordamos muchos episodios y recordamos, sobre todo, la solidaridad del pueblo cubano con nuestros hermanos chilenos antes, durante y después del golpe; pero que nos recuerda, en definitiva, cómo la política en aquellos primeros momentos, en la gran prensa vinculada a la derecha norteamericana y a la derecha nacional latinoamericana, cómo los grandes cintillos en el momento del triunfo de la Unidad Popular eran:  “Ha triunfado el comunismo en Chile”, “Chile, otra Cuba”, y así se fue gestando en los medios de prensa la campaña contra el gobierno democrático y constitucional de Salvador Allende.

Es la misma historia que hoy se repite en Venezuela y que se repetirá, porque  —como dijo Lázaro y como ha quedado bien impreso en letra en los documentos tanto de la CIA, del Pentágono como de la Casa Blanca— otra Cuba no va a ser permitida en Latinoamérica ni en ningún otro rincón de la Tierra, porque así lo quiere la política hegemonista y ahora unipolar del gobierno de Estados Unidos.

Randy Alonso.-  Fue el momento en que la administración norteamericana había dado órdenes expresas a la CIA de actuar inmediatamente en Chile, organizar todos los planes que fueran precisos, pagar el dinero que fuera necesario; pero había que derrocar a Salvador Allende.

Esas eran las orientaciones precisas de la administración norteamericana hacia la Agencia Central de Inteligencia, quien después a lo largo de la dictadura, por orientaciones expresas de ese gobierno, brindó apoyo a toda la política fascista y de terror que implantó Pinochet  en Chile, y que, además, recibió también el apoyo de los servicios especiales de Israel, y que toda la implantación de esa política de terror tuvo un momento especial también en las políticas que Pinochet implementó hacia el interior de Chile, donde por la fuerza, además, implantó el modelo económico neoliberal que había sido supuestamente o que sería supuestamente la estrella de este modelo en América Latina, que llegó incluso a que Eduardo Galeano en uno de sus escritos dijera que “los miles de muertos y torturados por la dictadura de Pinochet eran llamados ‘excesos’ y se llamaba ‘milagro chileno’ a una de las sociedades más desiguales del planeta.

“A principios de 1998, aun tan reciente, hace un rato no más” —decía Galeano— “el diario liberal The New York Times celebraba el cuarto de siglo del golpe de Estado, gracias al cual Chile ha dejado de ser una república bananera para convertirse en la estrella económica de América Latina.

“A pesar de sus ‘excesos’” —dice Galeano—, “el modelo Pinochet se difundía como panacea universal.”

Nidia Díaz.-  Randy, un dato que se me olvidó recordar, que es muy importante, además, es el hecho de que si bien el Departamento de Estado había instruido en la década del 70 a sus embajadas trabajar en la desestabilización de cada uno de nuestros países en Latinoamérica, en el caso de Chile fue mucho más allá.

En el caso de Chile, el propio Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos creó un grupo especial y le dio la misión de derrocar a Allende, de desestabilizar el país a Henry Kissinger.  Creo que eso es muy importante que lo recordemos, porque fue algo muy especial y fue un rango mucho mayor al que se le dio al caso chileno.  Me parece que es importante recordarlo aquí.

Randy Alonso.-  Sí, creo que Kissinger es la figura clásica del intervencionismo norteamericano en América Latina en esas décadas del 60 y del 70, y que, sin duda, merece algún comentario en nuestra mesa redonda de hoy.

Pero no solo Chile y Argentina —que pudiéramos decir que son los ejemplos clásicos de la implantación del terror como política en América Latina— sufrieron este intervencionismo norteamericano en nuestro continente; también otros países del Cono Sur de América Latina vivieron dictaduras militares, donde el terror estuvo a la orden del día y donde muchos latinoamericanos sufrieron la muerte, la prisión o aún llevan las marcas en su propia vida.

De eso nos puede hablar Rogelio Polanco.

Rogelio Polanco.-  Sí, son varios los países, y creo que en todos ellos se sigue una constante:  fue una intervención descarada, abierta de Estados Unidos, para imponer regímenes favorables a la política exterior norteamericana.

Hay que decir que esto fue hecho con la anuencia, la complicidad, la asesoría y el financiamiento de Estados Unidos.  Es muy importante decir esto, porque tengo el ejemplo de Paraguay, bueno, una de las dictaduras más sangrientas de América Latina y más largas, la dictadura de Stroessner del año 1956 a 1989, solo comparable con la de Trujillo en República Dominicana, con los Duvalier en Haití, los Somoza en Nicaragua que duraron también décadas.

En el año 1979, la Cámara de Representantes de Estados Unidos ya iniciaba aquel ritual de la discusión sobre el tema de los derechos humanos, hacía una audiencia en aquel año sobre ese tema en el Subcomité de Organizaciones Internacionales sobre Derechos Humanos y Política Exterior de Estados Unidos y se discute el tema de Paraguay.  Sabemos que es una dictadura que provocó la muerte y la desaparición también de innumerables vidas de paraguayos.  Bueno, pues en aquel momento, el Secretario Adjunto de Estado de Estados Unidos, Warren Christopher, afirmaba que en cuanto a los derechos humanos de los países de América Latina todo estaba okey.

“¿Incluso, en Paraguay?”, le preguntaron en aquella audiencia.  “La situación en Paraguay” —declaró Christopher— “ha mejorado, la tendencia se desarrolla en una buena dirección.  En una palabra:  se decidió conceder nuevos empréstitos norteamericanos a Paraguay.”  Es que esto ha sido también una constante, o sea, durante todo este período de dictaduras militares en América Latina, no solo se tuvo la asesoría de Estados Unidos, sino se tuvo el financiamiento y la presencia de las transnacionales norteamericanas que fueron las que tuvieron todas las facilidades en estos países.

Randy Alonso.-  No hubo bloqueo, no hubo medidas económicas.

Rogelio Polanco.-  Exactamente.

Randy Alonso.-  Es decir, todo lo contrario, financiamiento, ayuda, búsqueda de créditos en organismos internacionales.

Rogelio Polanco.-  Todos los mercados estuvieron abiertos y todas las empresas estuvieron abiertas al capital transnacional norteamericano en esos años.

Tengo el caso de Uruguay.  En Uruguay, una dictadura también que duró desde el año 1973 al año 1985, 12 años.  El 27 de junio de 1973, el presidente Bordaberry y las fuerzas armadas dieron un golpe de Estado mediante la disolución del Parlamento y la formación de un gobierno cívico-militar en ese país.  Hay numerosas evidencias de la participación norteamericana en Uruguay, de la participación de la CIA por órdenes de los gobiernos norteamericanos en aquella época en Uruguay.

En el caso de Uruguay se habla de que fueron sometidos a interrogatorios y torturas más de 100 000 personas; que unos 500 000 habitantes de ese país tuvieron que emigrar, 1 de cada 6 habitantes tuvo que huir de Uruguay, y que existieron centros de tortura, centros de castigo, llamados algunos, por ejemplo, Infierno, Infierno Verde, donde se aplicaban los más crueles métodos de torturas, por supuesto, aprendidos en las Escuelas de las Américas por parte de profesores norteamericanos.

Hay que decir que en esa época se produjo también el fraude electoral en Uruguay, provocado por el propio Estados Unidos.  Ahora ha habido revelaciones importantes en relación con esto y quiero vincularlo con lo que pasó en esa época en Brasil.

En Brasil se conoce, ya se mencionaba, golpe de Estado también.  En el año 1964 los militares establecieron un gobierno, encabezado por el general Castillo Branco.

El 31 de marzo de 1964 las fuerzas armadas derrocaban a Goulart, en ese momento presidente, asumiendo el control total del país.

¿Y qué dijo el presidente Johnson en aquel momento?  Se apresuró dos días más tarde, el 2 de abril, a enviar a los militares sus más calurosos deseos, agregando que “el pueblo norteamericano había observado con ansiedad las dificultades políticas atravesadas por vuestra gran nación.  Admiramos la voluntad decidida de la comunidad brasileña por resolver estas dificultades en el marco de la democracia constitucional.”  Eso fue   lo que dijo el presidente Johnson cuando se produjo el golpe de Estado militar en Brasil.

Las “convicciones democráticas” de los militares brasileños se expresaron en el curso de los años siguientes, por supuesto, en la represión al movimiento y los partidos antidictatoriales en todos esos años en Brasil, hasta, por supuesto, la década del 80, hasta el año 1983.

Tengo lo que decía de la vinculación Brasil-Uruguay, muy interesante, porque ha salido solo hace unas pocas semanas, como siempre salen documentos de los que están todavía escondidos por parte de Estados Unidos, para tratar de que el mundo y la historia desconozca realmente su responsabilidad en esta tragedia que vivió América Latina.

Bueno, ahora salieron documentos desclasificados de la Administración de Archivos Nacionales, que se dieron a la publicidad a principios de mayo, y en uno de estos que está registrado por este cable de AP, dice que “el gobierno dictatorial de Brasil de hace 30 años era el mejor aliado de Estados Unidos en Suramérica contra el comunismo”       —bueno, eso lo sabemos por la historia—, “al punto que impidió una victoria electoral izquierdista en Uruguay, según documentos presidenciales estadounidenses de esa época.”  Por cierto, esto en su momento también fue denunciado por los partidos en Uruguay y ahora salen los documentos que lo demuestran.

“‘Brasil es un buen contrapeso’”, le dijo el presidente Richard Nixon  al canciller alemán Willy Brandt, en una entrevista de ambos en la residencia presidencial de cayo Vizcaíno en la Florida, el 29 de diciembre de 1971.

“Seis días antes, Nixon le confió al primer ministro Edward Heath, en las Bermudas, que ‘la oposición estadounidense al floreciente movimiento izquierdista era respaldada por Brasil.  Brasil es, después de todo, la clave del futuro”, dijo Nixon.

“Los comentarios de Nixon aparecen en menciones separadas entre casi 110 000 páginas de documentos presidenciales relacionados mayormente con la seguridad nacional y que salieron a la publicidad esta semana.”

Dice que “el Brasil de la época estaba gobernado por Garrastazú Médici, un general impuesto por el aparato militar.  Su gobierno se caracterizó por una severa represión política y censura, pero tuvo el mérito para Washington de haber promovido un crecimiento anual del 12% con empresas en poder del Estado.”

Esta es la forma en que se daba a conocer ahora lo que pasó en los años sesenta.

Dice además este cable que “Estados Unidos y Brasil se oponen y, de hecho, continuarán oponiéndose a Castro” —eso era lo que decía Nixon en aquella época—, “hasta que este renuncie a las dificultades que está causando a sus vecinos latinoamericanos.

“Dijo, sin embargo, que ‘si bien Brasil era un contrapeso, su gobierno no cumple nuestros patrones de democracia’ —fíjense en la forma en que lo dice—; ‘pero, agregó, el líder brasileño ha sido bueno para el Brasil y deseamos continuar sosteniendo que si no adopta acciones de política exterior contra nosotros, entonces lo que haga será aceptable.  Los brasileños nos ayudaron a alterar la elección uruguaya’”, le dijo Nixon a Heath.

O sea que son revelaciones que demuestran la intromisión, la injerencia de Estados Unidos y el sustento que les dio Estados Unidos por todos esos años varias dictaduras latinoamericanas y, sobre todo, del Cono Sur.  Ahora se va conociendo la verdad una vez más.

Randy Alonso.-  Gracias, Polanco, por el comentario.

Y si Bush no mencionó en su discurso, donde quiso dar lecciones democráticas a nuestro pueblo, las dictaduras militares implantadas en la región con el apoyo y el financiamiento de Estados Unidos, pues mucho menos hizo mención a lo que hicieron esas dictaduras militares durante esas décadas y que fue conocido como la “internacional del terror”, en América Latina, el llamado Plan Cóndor, un plan que aún hoy sigue siendo desentrañado por periodistas e investigadores y donde Estados Unidos desempeñó un papel fundamental.

De eso nos puede hablar Nidia Díaz.

Nidia Díaz.-  La “internacional del terror” —como tú mismo lo acabas de calificar— tuvo como calificativo en la década del 70 el llamado Plan Cóndor; Plan Cóndor que no era otra cosa que la concertación y la cooperación de los servicios de inteligencia de las dictaduras militares en Suramérica para perseguir, asesinar y hacer desaparecer a sus opositores, a opositores que ellos denominaban ayer y denominan hoy como terroristas:  eran los comunistas, eran los socialistas, eran los revolucionarios, eran los guerrilleros, era cualquier ciudadano que tuviera un mínimo de moral para oponerse a las dictaduras militares que se estaban dando en aquel momento.

El origen del Plan Cóndor parte en el año 1974, es decir, el golpe en Chile se da en septiembre de 1973 y ya en febrero de 1974 asume la dirección de un organismo nuevo que se crea en Chile, que es la Dirección Nacional de Inteligencia, que la dirige el entonces coronel Manuel Contreras.

Manuel Contreras, que todo el mundo conoce sus características como asesino mayor de la dictadura chilena, junto con Pinochet, fragua este plan para, junto con Paraguay, con Argentina, con Bolivia, con Uruguay, con Brasil y ya mucho más adelante, quizás en el año 1978, dicen que se le unió Perú y Ecuador, pero que el objetivo era poder concertar esfuerzos y que no se escapara nadie que pudiera ser adversario de todas estas dictaduras.

Pero lo peor de este Plan Cóndor... además, bueno, ya acabamos de hablar aquí de la Caravana de la Muerte; Caravana de la Muerte que se inicia en Chile, como nos estaba recordando el compañero Hevia, pero que termina en Washington con la muerte de Letelier; es decir, es una Caravana de la Muerte que nace dentro del territorio chileno, sin embargo, se expande a terceros países, a cuartos países, a quintos países, e incluso al propio territorio de Estados Unidos.  Ese era el Plan Cóndor.

El Plan Cóndor denominaría cada uno de los países:  Cóndor I, Cóndor II, Cóndor III, y eso, incluso, al principio disgustó un poco a Estados Unidos, al Pentágono, al Departamento de Estado, porque temía no poder descodificar quiénes eran unos y quiénes eran otros.

Cóndor I era, por supuesto, Chile, Pinochet y Manuel Contreras.  Entonces, ahí arranca la Operación Cóndor, en el año 1974, fraguándose como concepción.  Ya en noviembre de 1975, el propio Contreras invita a Santiago de Chile a los jefes de inteligencia y a algunos altos militares de estados mayores de Paraguay, Argentina, del resto de estos países, Uruguay, Bolivia, Brasil, para que se reúnan en Chile con todos los gastos pagados por la dictadura de Pinochet, en lo que se llamó la Primera Reunión de Trabajo de Inteligencia Nacional.  Con ese eufemístico nombre se fraguó lo que iban a ser los asesinatos masivos, los asesinatos más sangrientos que iban a tener lugar en la década del 70.

Sin embargo, esto es en 1975; pero ya en 1976, incluso desde antes, pero, bueno, ya hay datos desclasificados de la CIA y del Departamento de Estado que dicen que en marzo de 1976 la CIA divulgó a sus estaciones en Latinoamérica un documento en el cual decía:  “En este tiempo se reportó...”  Estamos hablando de marzo de 1976, y esto fue del 25 de noviembre al primero de diciembre de 1975, la primera reunión para concertar ya y para dejar establecido el Plan Cóndor, y en marzo de 1976 la Agencia Central de Inteligencia emite un documento, en el cual dice      —y leo textualmente—:  “En ese tiempo se reportó que el coronel     Manuel Contreras, jefe de la DINA, inició un programa de colaboración” —escuchen la palabra— “entre los servicios de inteligencia de distintos países de Suramérica, al que bautizó como Plan Cóndor.

“El 18 de agosto de 1976, el propio Departamento de Estado emite un documento” —incluso, coincide un mes antes con el asesinato de Orlando Letelier en Washington— “donde revela que el exsecretario de Estado Henry Kissinger y otros oficiales del mismo departamento habían sido alertados de ‘rumores’ respecto de que entre los planes de la Operación Cóndor se incluían asesinatos de subversivos políticos y figuras prominentes, tanto dentro de las fronteras nacionales como en países del Cono Sur y en el extranjero.”

Un mes después, en septiembre de 1976, el Pentágono deja constancia en un documento, que es desclasificado hace poco, que dice:  “Cóndor es el código dado a una persecución de izquierdistas, comunistas y marxistas en el Cono Sur.  Está recientemente establecida la cooperación entre la inteligencia de esos países para eliminar a los marxistas activos en los países miembros.  Se ha reportado que Chile es  el centro de esas actividades.”

Finalmente, en ese mismo documento del Departamento de Estado se habla de un cable que el embajador de Estados Unidos en Paraguay, Robert White, le dirigió, precisamente, al Departamento de Estado, en el año 1978 y en el que cita que “el Jefe del Estado Mayor del dictador paraguayo, Alfredo Stroessner, le había comentado que se estaba utilizando la instalación estadounidense en la zona del canal para coordinar las actividades de los oficiales que participaban en la Operación Cóndor”; Operación Cóndor que, además, tenía un basamento, es decir, un apoyo logístico, visas, falsa documentación, entrada y salida a cualquier país por todos estos miembros del Plan Cóndor, que eran, por supuesto, oficiales.

Randy Alonso.-  Persecución por cualquiera de los lugares donde se movieran.

Nidia Díaz.-  Efectivamente, tenían todo ahí, hoteles, todo el apoyo logístico.

Esta Operación Cóndor, que —repetimos— trajo como consecuencia la muerte de más de 50 000 personas, de más de 30 000 detenidos y no sé cuántos encarcelados de gente exiliada, sin embargo, nosotros tenemos que preguntarnos hoy:

¿Esa Operación Cóndor concluyó, murió con las dictaduras militares?

¿No existe una Operación Cóndor con otro nombre ahora, en esta supuesta guerra contra el terrorismo actual, en la que el propio emperador de Estados Unidos conmina a todos los países del mundo a estar con él o contra él?

¿No son las leyes terroristas que se están legislando en Gran Bretaña, en Francia, en Estados Unidos, en muchos de los países que apoyan esta política de guerra sucia —en definitiva, porque es una guerra sin nombre y sin rostro—, no es una extensión de aquella Operación Cóndor conocida por Estados Unidos, permitida por Estados Unidos?, porque lo que Estados Unidos no permitía en Latinoamérica a estas dictaduras no lo podían hacer.  Sencillamente, esta Operación Cóndor, que fue una masacre colectiva de nuestros pueblos latinoamericanos, se hizo bajo el amparo, el conocimiento y el apoyo de Estados Unidos y hoy tiene una extensión en la guerra contra el supuesto terrorismo actual, que son los antiglobalizadores, que son esos marginados y excluidos de Argentina, de Brasil, de Uruguay, todos estos que son víctimas hoy no ya de las dictaduras militares físicamente, sino de la política neoliberal que dejaron tras su poder durante las décadas del 70 y del 80.  Eso sería tema para un análisis posterior, quizás en esta misma mesa.

Randy Alonso.-  Precisamente, Nidia, Eduardo Galeano, el escritor uruguayo, también resumió en sintéticas palabras lo que para él fue el llamado Plan Cóndor, y decía Galeano que “militares y policías se movían por toda la región como Perico por su casa, y para ellos no existían las fronteras.  Este mercado común latinoamericano, el de la muerte ha sido  el único mercado común que ha funcionado con ejemplar eficacia entre nuestros diversos países.

“Hasta hace 20 años se secuestraba gente en cualquier lugar, fuera cual fuese la nacionalidad de los secuestradores y de los secuestrados, y se torturaba y exterminaba mirando a quién, pero sin mirar a dónde.

“Así se explica, por ejemplo, que la ciudad de Buenos Aires haya sido al mismo tiempo el matadero de miles de argentinos y también de muchos exiliados latinoamericanos de varios países, como el general chileno Carlos Prats, que había sido ministro de Allende; el general Juan José Torres, que había sido presidente Bolivia, y los parlamentarios uruguayos Celmar Miquelini y Héctor Gutiérrez Ruiz; también sucumbieron allí muchos ciudadanos españoles e italianos y algunos franceses, suecos, suizos y de otros países, todo como resultado de la Operación Cóndor, que fue permitida y alentada por Estados Unidos y en la que tuvo un muy importante papel —y las revelaciones están saliendo en estos meses— una personalidad muy conocida de los gobiernos norteamericanos, alguien que llegó, incluso, a obtener el Premio Nobel de la Paz, después de haber asesinado a tantos vietnamitas, Henry Kissinger.

Arleen Rodríguez nos tiene sus comentarios.

Arleen Rodríguez.-  Sí, gracias, Randy.

Bueno, decía Nidia que sin duda conocían la Operación Cóndor, tanto que todavía Kissinger no habla y no pasa nada, y el Departamento de Estado de Estados Unidos lo protege para que no hable, con todas las denuncias que se han hecho y querellas interpuestas incluso.

Kissinger es hoy un hombre de 78 años, fue asesor de Seguridad Nacional de Nixon entre 1969 y 1973, y también secretario de Estado entre 1973 y 1977 de Nixon y de Ford.

Hoy es un personaje —como decías tú— que ostenta el Premio Nobel de la Paz, quizás el más vergonzoso Premio de la Paz concedido.  Hay otros casos, pero, bueno, es de los más marcados, en el caso de este hombre, a quien se le acusa de ser autor intelectual, encubridor, promotor de crímenes en Viet Nam, en Lao, en Cambodia, en Timor Oriental, en Chile y en la Argentina.

Se dice, incluso, que es uno de los más comprometidos con el genocidio que se practicó contra el pueblo vietnamita, todo tipo de armas que se emplearon contra ese hermano pueblo, que dejaron más de cuatro millones de vietnamitas muertos.

Yo sí quería decir algo, Randy, que al margen de que hoy se dice que Kissinger sería el principal responsable de la política de aquella época, hay que recordar que ningún alto rango de la política norteamericana, ningún alto militar de los que hicieron esa guerra ha pasado jamás un juicio por crímenes de guerra, como crímenes contra la humanidad, como se les está acusando, y es parte de las querellas que se tienen contra él.

Está Rigoberta Menchú entre los que tienen querellas contra Kissinger, porque se considera también que en el genocidio contra el pueblo guatemalteco, del que fue víctima la propia familia de Rigoberta, está implicada directamente la política del entonces secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger.

El es uno de los casos más escandalosos de figuras publicitadas como figura de mucho prestigio académico.  Dicen que hoy Kissinger cobra cifras millonarias por ofrecer conferencias y charlas de política internacional en todas partes del mundo, aunque se le va cerrando un poquito el círculo de los lugares donde va.

Por ejemplo, el año pasado tuvo que irse corriendo de Francia, porque lo estaban llamando, sencillamente, a declarar como testigo, ni siquiera como inculpado; pero dicen que desapareció de la noche a la mañana del hotel donde estaba, cuando un abogado francés, que investigaba la muerte de franceses en Chile, lo llamó a declarar.

Ahora mismo uno de los libros más vendidos, es el libro del periodista inglés, Christopher Jenkins, El juicio de Henry Kissinger, donde se hace público y ha estado circulando por la prensa alternativa el famoso diálogo que sostienen Kissinger y Pinochet, que es de lo poco que se ha podido conocer. 

Habría que ver porque en el año 1976 él se llevó las transcripciones de sus conversaciones telefónicas como Secretario de Estado para la biblioteca del Congreso, bajo el acuerdo de que no serían públicas hasta cinco años después de la muerte de él, y ahora recién se ha logrado que esos 10 000 documentos se pasen al Congreso de Estados Unidos y todavía no se conoce.

En este libro de Christopher Jenkins, El juicio de Henry Kissinger se publica el famoso memorando del diálogo Kissinger-Pinochet, que transcurre el 8 de junio de 1976, donde Kissinger califica a Pinochet de víctima de los grupos izquierdistas alrededor del mundo, y le dice que quiere que salga adelante y de mantener la posibilidad de la ayuda económica, militar y de todo tipo a Pinochet.  Ya se vivía el mundo de la hipocresía de:  “Por favor, da un gestico en materia de derechos humanos, para que no nos cuestionen la ayuda que te damos, y yo pueda venderte algunos aviones.”

Por cierto, Kissinger está vinculado económicamente también con la ITT, que es una de las empresas que participó más decididamente en el derrocamiento de Allende; pero también en la Lockheed Martin, que es responsable de la venta de aviones a Chile.

Hay que decir que esta conversación se produce el 8 de junio de 1976 y que allí Pinochet se queja del papel que estaba desempeñando Orlando Letelier en Washington, que tenía acceso al Congreso y que estaba denunciando las atrocidades que se cometían en Chile, casualmente, unos meses después es asesinado Letelier, precisamente en Washington y ahí está la mano también de otras figuras asociadas al oscuro transito de Kissinger por la secretaría de Estado de Estados Unidos.

Es, además, la conversación donde él hace público que él es el hombre que promueve que sea Chile la sede de esta Conferencia de la OEA, porque le parecía que era importante para la imagen pública de ese país y el prestigio de Chile, y ahí se habla también de la posibilidad, incluso —Chile pide permiso, Pinochet, en este caso—, de hacer algo contra Perú que, según ellos, tenía una influencia fuerte de Cuba y ahí es donde Pinochet dice:  “Bueno, si hay influencia de Cuba que se pueda probar, nosotros estamos dispuestos a intervenir”, en esos términos se habla en este memorando. 

            Como decía, Kissinger se ha tomado el derecho de no responder a nada, ni siquiera a cuestionarios que le envían por escrito, de todas las querellas que se han hecho contra él.  Hace un año se han interpuesto varias acusaciones contra él.  El 29 de mayo del 2001 es cuando el juez Roger Leroy solicita su declaración y él se va echando —como se dice en buen cubano— de Francia, para no responder.

El 1º de junio del 2001 se presenta una querella criminal en Buenos Aires contra Kissinger, por la Operación Cóndor y también por desaparecidos en Argentina.

El 31 de julio del 2001 el juez chileno, Juan Guzmán, envía un exhorto a Kissinger para que responda, nada más que en calidad de testigo, por la investigación de la ejecución del norteamericano Charles Horman, en septiembre de 1973, nunca hubo respuesta.

El juez argentino, Rodolfo Canicobas, que investiga la Operación Cóndor, también ha enviado un exhorto a Washington, solicitando que pueda dar su opinión y lo que conozca sobre la Operación Cóndor y los hechos denunciados en el sumario.  No hay respuesta.  Estas son, en general, las realidades.

Está el caso de las víctimas de la Fundación Rigoberta Menchú, de  la Asociación Americana de Juristas.  Son muchos los que están exigiendo responsabilidad a Kissinger que, además, está como consultor de unas 30 multinacionales, entre ellas, decía, la ITT, que tiene que ver con el golpe de Chile, la Lockheed Martin y otras que tienen que ver con todo esto.

Sencillamente quería comentar, Randy, por qué, después de tantos años, permanece impune Kissinger; por qué tanta otra gente, incluyendo a Pinochet, se lleva a juicio, aunque después se le busque la solución que ya sabemos que se le buscó y no pase nada; por qué ni siquiera se deja tocar a este hombre.  Yo creo que porque, al margen de todo, Kissinger puede ser una figura que se convirtió en una celebridad gracias a algunas plumas, como la de Oriana Falachi, que hoy se sabe que es una periodista fascista, de militancia fascista, por la expresión que ha tenido en relación con acontecimientos en el mundo; pero alcanzó una gran celebridad, como una personalidad, le llegaron a dar el Premio de la Paz y se sabe que tiene un archivo de crímenes en su haber.  Creo que, sencillamente, porque es una figura que es el hilo que enlaza a todos estos crímenes contra la humanidad, en particular en América Latina, con lo que en realidad era, lo que ha permanecido detrás de todo esto, que es el gobierno de Estados Unidos, entonces y ahora, porque ahora también tiene la protección del Departamento de Estado para que no declare, esta figura que está tan asociada con los grandes crímenes que se cometieron en América Latina  y que         —como decía Nidia— no creo que sean exactamente solo cosas del pasado.

Randy Alonso.-  Sí, la raíz de los criminales de entonces sigue siendo la misma de los de ahora, los que siguen reuniéndose con terroristas son, simplemente, la continuidad de aquellos que se reunieron con lo peor del terrorismo en América Latina, que lo financiaron, que lo apoyaron y que, además, tienen sobre sus espaldas, no solo los muertos de este continente, sino también los millones de personas que murieron durante la guerra de Viet Nam.  Te agradezco, Arleen, tu comentario.

¿Pero de dónde salieron estos matones, estos criminales que implantaron el terror en América Latina, que dejaron decenas de miles de muertos y desaparecidos en el sur de nuestro continente durante las décadas del 60 y del 70?  ¿Dónde fueron instruidos, dónde aprendieron los métodos de tortura?  Nada menos que en la escuela de asesinos, la llamada Escuela de las Américas.  Sobre ella nos habla Rogelio Polanco.

Rogelio Polanco.-  Sí.  Sus profesores fueron los militares norteamericanos, eso es algo muy conocido y cada vez surgen nuevos elementos sobre la participación de esta academia de asesinos, la Escuela de las Américas, en la formación de los principales dictadores de América Latina.  Surgida en el Fuerte Amador, en Panamá, en la zona del canal, en el año 1946, primero como el centro de adiestramiento latinoamericano, división terrestre, después pasó al Fuerte Gulick, donde se comenzó a llamar como Escuela del Caribe del Ejército de Estados Unidos; pero, realmente, su importancia se hace más notable a partir de 1961, cuando el presidente John F. Kennedy determinó lo que sería su misión:  “preparar a las fuerzas armadas para combatir la amenaza comunista, colaborar con el desarrollo de una contraofensiva a la creciente influencia cubana y soviética en la formación de grupos guerrilleros.”  En una palabra, era la contrainsurgencia de la cual ya hablamos aquí, un término que sirvió para justificar las dictaduras militares en América Latina durante las décadas del 60, 70 y el 80.

El nombre actual surge en 1963, como Escuela de las Américas, School of Americas, y en 1984 se trasladó definitivamente hacia Fort Benning, en el estado de Georgia.  Durante todo ese tiempo se ha conocido, por parte de muchas organizaciones en Estados Unidos, de las denuncias sobre las violaciones de los derechos humanos y las acciones antidemocráticas y represivas que se promovían en dicha academia. 

Hay un grupo, el Latinoamerican Working Group, que denunció a la opinión pública la existencia de seis manuales con 1 169 páginas que llamaban los manuales de la guerra fría, con material especializado para espiar, chantajear infiltrarse en organizaciones civiles, confundir insurgencia armada y oposición legítima, neutralizar —es la palabra que aparecía— opositores, detener ilegalmente, operar fuera de la ley y de sistemas democráticos.  En eso hubo una investigación que tuvo que abrir el Pentágono sobre estos textos, que son de entre los años 1982 y 1991, y su contenido dicen que, efectivamente, data de los años sesenta, es el llamado Proyecto X, del Programa de Asistencia Exterior de Inteligencia del Ejército de Estados Unidos; pero el Pentágono determinó, después de aquella investigación, que no se podían achacar responsabilidades, porque quienes usaron esos manuales en sus clases, no sabían que ello iba en contra de lo que defendía su país. 

Hay que decir que las estrategias de control promovidas por estos manuales coinciden con otros de la Agencia Central de Inteligencia que aceptan, específicamente, las llamadas técnicas de torturas, con notables parecidos a las que se usaron después en varios países, como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.

Entre otras cosas, estos manuales recomiendan al ejército crear listas negras de personas, cuya captura o detención son de importancia para las fuerzas armadas, y recomiendan neutralizar a personas de partidos opositores y, además de eso, enseñan a que los insurgentes no tienen condición legal como prisioneros de guerra, bajo la Convención de Ginebra, y otras muchas maneras de burlar los derechos humanos, que serían muy largas de nombrar en esta mesa.

Solo quiero terminar esta información inicial, breve, sobre la Escuela de las Américas, aunque podamos hablar en otro momento más sobre ella, diciendo que es una vergüenza para siempre, para los gobiernos de Estados Unidos conocer esto, que por sus aulas pasaron 60 000 militares, y que de allí salieron 10 presidentes latinoamericanos, 38 ministros de Defensa y 71 comandantes en jefe de las fuerzas armadas de varios países de nuestro continente.  Allí se graduaron 496 soldados que fueron acusados después de delitos y violaciones de los derechos humanos y algunos nombres tristemente célebres, los generales golpistas argentinos:  Viola, Videla y Galtieri; los dictadores Pinochet, Somoza, Hugo Banzer, Stroessner, Juan Melgar Castro y Policarpio Paz García en Honduras, y Carlos Humberto Romero en El Salvador.  De qué derechos humanos y de qué torturas puede hablar el presidente Bush, en relación con Cuba, con esta vergüenza que tiene en su propio país.

Randy Alonso.-  La Escuela de las Américas, el centro de formación de torturadores y asesinos para nuestro continente, una institución de larga data y también de larga historia criminal que tendremos que seguir analizando en nuestra mesa redonda.  Te agradezco, Polanco, tu comentario.

Y como toda política criminal que vaya contra los pueblos, las políticas norteamericanas en el sur de nuestro continente encontraron no solo el apoyo de las burguesías nacionales y de la extrema derecha de los ejércitos de estos países, sino que tuvieron dispuestos en primera fila para enfrentar a los movimientos de liberación, a las fuerzas de izquierda de esta región de nuestro continente, a los mercenarios de origen cubano, aquellos que se habían formado en las estaciones de la CIA, aquellos que se prepararon bajo la llamada Operación Mangosta y que tuvieron una presencia importante en la Operación Cóndor y en las acciones de contrainsurgencia de Estados Unidos en el sur de nuestro continente.

Sobre esto nos habla Manuel Hevia.

Manuel Hevia.-  Después de la victoria de Playa Girón a manos de las fuerzas revolucionarias, la administración norteamericana empleó a cientos de terroristas de origen cubano en sus planes de contrainsurgencia en varias regiones del mundo.  Los envió como mercenarios al Congo, los enroló en la agresión contra la república dominicana y Viet Nam, y destinó una gran cantidad de estos mercenarios a varios países de América Latina en su programa de contrainsurgencia, que se extendió por este continente con mucha fuerza durante la década del 60 y del 70, y llegó, incluso, hasta los años ochenta, mientras, paralelamente, continuaba desarrollándose la agresión terrorista contra nuestra Revolución.

Nuestro centro ha caracterizado la trayectoria de algunos de estos mercenarios que ensangrentaron también el suelo latinoamericano, y nos parece muy importante fijar individualmente algunos casos para que nuestro pueblo tenga una idea clara del papel de estos criminales a sueldo que aún hoy se pasean por las calles de Miami, a pesar del tiempo transcurrido.

El primero de estos casos es Félix Rodríguez Mendigutía, uno de los hombres que participó recientemente en la farsa del 20 de mayo en Miami junto al presidente Bush, según informaron reportes del libelo de Miami un día después.  Fue reclutado por la CIA en 1959 y participó en acciones diversas contra Cuba como miembro de los “teams de infiltración”, organizados en aquellos primeros momentos por el gobierno norteamericano. 

Ya entre 1963 y 1964, convertido en un terrorista consumado, Mendigutía realizó varias misiones de infiltración en Cuba desde una base en Nicaragua bajo la dirección de los Servicios Especiales norteamericanos.

En 1967 fue enviado por el gobierno de Estados Unidos como oficial de la CIA a Bolivia para asesorar las fuerzas antiguerrilleras, y ya en aquel país participa en el asesinato del Comandante Ernesto Guevara, y en los últimos interrogatorios que se le realizaron por las fuerzas represivas de aquel país.

Participó entre 1970 y 1972 en la guerra de Viet Nam como asesor de lucha de contrainsurgencia, y tuvo una participación directa en la detención de combatientes, interrogatorios, y el ulterior asesinato, incluso, de guerrilleros vietnamitas.   Por su labor recibió condecoraciones militares del gobierno de Estados Unidos.

Trabajó como asesor operativo de las fuerzas especiales de   Estados Unidos y como parte también del programa de contrainsurgencia en países latinoamericanos como: año 1968, Ecuador; año 1968, 1969 y 1970, Perú; año 1973 y 1974, Argentina; en 1979, en Nicaragua, y así, y a partir de aquí, ya en plena década del 80, tuvo una larga hoja de servicios en Centroamérica y una participación directa en diferentes planes de atentados contra el Comandante en Jefe ya en la década del 90.

A este elemento le unen estrechos lazos de gratitud a su protegido Luis Posada Carriles, a otros connotados elementos terroristas, así como a exfuncionarios de la administración republicana.

Otro de estos mercenarios, Luis Posada Carriles, entrenado en Fort Benning, fue destinado en 1967 a organizar los órganos represivos, primero, de la llamada DIGEPOL y posteriormente, la DISIP, en Venezuela, y cumplió diversas misiones criminales en diferentes países del área en aquella primera etapa durante los años sesenta.

Manuel Villafaña Martínez, oficial del ejército de la tiranía batistiana y jefe de la fuerza mercenaria durante la invasión de Playa Girón, realizó también diferentes actividades como parte de las tropas elites, en este caso de la CIA, los llamados Comandos Mambises, que realizaron infinidad de acciones de infiltración contra Cuba, durante la Operación Mangosta.   Posteriormente, como el resto, siguió la misma trayectoria mercenaria:  destinado a Colombia a partir de 1966 bajo una fachada, incluso, de una empresa denominada Galerías Preciado que se encargaba de asesorar también a los grupos represivos en aquel país.

Angel Moisés Hernández Rojo, agente principal de la CIA, realizó diferentes servicios en Brasil, también bajo una cobertura dada por el Servicio de Inteligencia norteamericano.  Recordemos que Hernández Rojo integró el comando terrorista como patrón del yate Esperanza en el fallido plan de atentado a nuestro Comandante en Jefe, en octubre de 1997, en isla Margarita.

Gustavo Villoldo Sampera, terrorista también de origen cubano, entrenado en Fort Benning.  Participó también en 1967 en Bolivia en el asesinato de nuestro Comandante Ernesto Che Guevara, y posteriormente, junto a Félix Rodríguez, en diferentes acciones de contrainsurgencia por parte del gobierno de Estados Unidos en Ecuador.

Antonio Veciana Blanck, también elemento conocido por sus actividades terroristas contra Cuba, destinado por los Servicios Especiales norteamericanos a Bolivia, a partir de 1967, vinculado al plan de atentado al Comandante en Jefe Fidel Castro, en Chile, durante su visita al gobierno de la Unidad Popular.

Ricardo Morales Navarrete, entrenado en Fort Jackson.  Fue enviado al Congo junto a otros elementos terroristas de origen cubano, en el año 1965.  Participó en Venezuela junto también a Posada Carriles entre 1967 y 1968.  Operó al servicio de la CIA también en diferentes países centroamericanos.

Es importante señalar que Morales Navarrete declaró posteriormente que los explosivos utilizados en el brutal atentado al avión de Cubana en Barbados los había proporcionado él en los momentos en que dirigía la División No. 51 de la DISIP venezolana.

Ya a partir de los años setenta, muchos terroristas de origen cubano asumirían directamente funciones ejecutivas en suelo latinoamericano, en la “Operación Cóndor”. Me refiero a la colocación de bombas, secuestros y asesinatos, en el entorno de esta operación. 

Se produce entonces una asociación entre los cuerpos represivos de aquellos países que mantenían un régimen militar, con algunos grupos de terroristas de origen cubano.  Voy a hablar concretamente de dos de estos grupos:  Movimiento Nacionalista Cubano, de Felipe Rivero, y Acción Cubana, de Orlando Bosch.

¿Por qué esta asociación con los terroristas cubanos?  Simplemente porque los terroristas cubanos querían favorecer sus acciones criminales contra la Revolución Cubana utilizando como base a estos países, y a su vez, recibiendo armamentos y explosivos que estos regímenes militares les ofrecían.  A cambio, brindaron a estas dictaduras militares a partir de 1974 su larga experiencia terrorista y preparación profesional adquirida en los campamentos de la Florida mucho antes y en su accionar criminal contra Cuba.

¿Quiénes fueron estos terroristas?  Podemos mencionar algunos:  Orlando Bosch Avila, Felipe Rivero, Ignacio y Guillermo Novo Sampoll, Gaspar Jiménez Escobedo —estos dos últimos hoy presos en Panamá por el plan de atentado a nuestro Comandante en Jefe durante la Cumbre en ese país en el año 2000—; Virgilio Paz Romero, José Dionisio Suárez Esquivel, Alvin Ross Díaz, Pablo Sarduí y otros muchos contrarrevolucionarios. 

Estos terroristas de origen cubano tuvieron una participación en un grupo de acciones.  Podemos mencionar algunas:  el atentado que le costó la vida al general chileno Carlos Prats y su esposa, existió una relación de terroristas cubanos con este crimen.  El crimen de Orlando Letelier, con la implicación directa de un grupo de terroristas cubanos, y su colaboradora norteamericana Ronnie Moffitt; las heridas al democratacristiano Bernardo Leighton y su esposa en Roma, donde también fueron objeto de un atentado terrorista, en el que existieron vínculos con terroristas de origen cubano.

            Algunos elementos relacionados con estos terroristas:  En el caso de Orlando Bosch, participó en operaciones de la DINA, de Pinochet, con un pasaporte oficial chileno, a nombre de Héctor Dabanza Sintolezi.  Bosch y viajó a Costa Rica con diferentes propósitos terroristas y se involucró en planes de atentado.

            Alvin Ross Díaz, que había sido mercenario de Playa Girón, miembro de Omega-7; detenido en 1978 con los hermanos Novo Sampoll, en Estados Unidos, acusado de fabricar explosivos; estuvo involucrado directamente en el asesinato del excanciller chileno Orlando Letelier, y en el atentado realizado al embajador cubano en la ONU, Raúl Roa Kourí, en 1980.

            Guillermo Novo Sampoll, miembro también de la Brigada 2506, miembro del CORU, involucrado en plan de atentado al Canciller de Nicaragua en 1980, preso actualmente en Panamá.

            Rolando Otero Hernández, mercenario de Playa Girón, vinculado en la colocación de bombas en edificios federales en el área de Miami, y operó en los años setenta en Venezuela, bajo las órdenes de Posada Carriles.

            Virgilio Paz Romero, involucrado también en el asesinato de Orlando Letelier, sospechoso del asesinado de Carlos Muñiz Varela, involucrando en el atentado a Bernardo Leighton y presunto asesino del esbirro Masferrer.  Se integró también al contingente Escuadrón Exterminador de la DINA, junto al mercenario norteamericano Michael Townley y realizó acciones en México, Italia y Estados Unidos contra los movimientos revolucionarios.

            Podríamos seguir hablando de otros muchos, Randy, creo que no es necesario, la calaña y la trayectoria de todos estos elementos define con claridad la participación del terrorismo de origen cubano, preconizado por el propio Estados Unidos en los sesenta, a lo largo de más de 40 años.

            Randy Alonso.-  Fueron los momentos que Estados Unidos aprovechó esa fuerza que había entrenado para apoyar las dictaduras militares en América Latina y, a la vez, esta mafia terrorista utilizó esos servicios para sus actividades también contra nuestro país.  Conocidas son las vinculaciones de la DINA chilena y otros órganos de inteligencia de esas dictaduras militares en acciones preparadas contra nuestro país.

            Pero esta misma mafia terrorista, entrenada, financiada por Estados Unidos, no solo fue a esos países a apoyar a los órganos de inteligencia que reprimían a los pueblos latinoamericanos, sino que desarrollaron diversas acciones en varias partes del mundo contra los países de nuestro continente.

            Sobre eso nos habla, al final de nuestra mesa, el compañero José Luis.

            José L. Méndez.-  Primeramente vamos a hablar acerca de cómo estos terroristas de origen cubano hicieron actividades contra intereses   de los países latinoamericanos dentro de Estados Unidos.  O sea que hay 10 países latinoamericanos afectados por el terrorismo de los terroristas cubanos, fundamentalmente Venezuela y México.   También dentro de los países latinoamericanos los terroristas cometieron diversos actos.  Por ejemplo, entre los 20 años que estamos analizando, 209 nuevas acciones se ejecutaron en esa área geográfica:  Puerto Rico 35, México 34, Bahamas 26, Panamá 18, Perú 17, Venezuela 14, hasta llegar a la cantidad que yo decía de 209.  También por áreas geográficas las áreas más afectadas fueron el Caribe, con 78 actividades, 37%; Suramérica 64, 32%; México 34, 17%, y así hasta llegar a la cifra ya mencionada.

            En total se realizaron durante todos estos 20 años en los países latinoamericanos 256 actos terroristas de grupos anticubanos contra intereses de Cuba y también de estos en 21 países de América Latina.

            Verán también el comportamiento por año; o sea que durante 1959 hasta 1979 se mantuvieron permanentemente las acciones de los terroristas anticubanos en los países latinoamericanos.  Es decir, podemos apreciar que solo de 1972 a 1979 se cometieron 127 acciones, fundamentalmente en los años 1973, 1974 hasta 1979 donde mayor actividad realizaron los terroristas cubanos en América Latina. 

Citaré solamente algunos ejemplos de cómo fue el accionar de estos terroristas por país.  Por ejemplo, en 1960 mercenarios cubanos que se estaban entrenando en Guatemala participaron en el derrocamiento de la sublevación militar en Puerto Barrios en Guatemala.  Durante la invasión norteamericana a República Dominicana, un barco de la CIA, Venus, en aquel momento, donde estuvo enrolado Luis Posada Carriles, prepararon un coche-bomba que hicieron detonar en un acto público donde estaba interviniendo el nacionalista Francisco Caamaño Deñó.  Esta bomba fue preparada por el terrorista de origen cubano Adolis Cobo Ricardo.

En 1961 la Embajada de Cuba en Panamá, solamente en 1961, fue afectaba en 13 ocasiones por actos terroristas. 

El 19 de octubre de ese año en México fue detectado un cargamento de armas entregado por el coronel Rex Applegate, entonces jefe de contrainsurgencia de Estados Unidos en México, a los terroristas cubanos. 

El día 19 de noviembre terroristas cubanos lanzan cinco combas contra la Embajada de Cuba en México.  En ese país el registro histórico de actos de terror contra los intereses nacionales de Cuba e intereses de México asciende en estos 20 años a 58 acciones terroristas contra México.

El 21 de marzo de 1963 mueren dos diplomáticos cubanos al explotar en pleno vuelo el avión donde viajaban, cerca de la falda de Tocora, en Perú.

El 15 de septiembre de 1964, un comando terrorista ataca el buque mercante Sierra Aranzazu, en Bahamas. 

El 12 de octubre de 1965, la organización terrorista de Orlando Bosch Avila dinamita un barco inglés y otro español en Puerto Rico.

El 21 de junio de 1968, la organización Poder Cubano, del terrorista Orlando Bosch Avila, amenaza de muerte desde Estados Unidos al Presidente de México.

Durante el inicio de la llamada “guerra por los caminos del mundo”, entre 1972 y 1979, se realizaron 127 actos de terror que afectaron a 14 países latinoamericanos: en Jamaica, México, Chile, Argentina, Bahamas, Perú, Puerto Rico, Ecuador, Venezuela y en otros más.

En agosto de 1976 el CORU, de Orlando Bosch, envió dos cartas-bomba a Venezuela, una dirigida a la Embajada de Cuba en Caracas y otra a una agencia de viajes en la misma ciudad de Caracas.  Y participó en el envío Orlando Bosch con Luis Posada Carriles, con el apoyo de algunos funcionarios de la DISIP de origen cubano, como José Pepe Vázquez Blanco, Ricardo Morales Navarrete y, además, los terroristas radicados en Venezuela Héctor Carbonel Arenas, Francisco Pimentel, Nelly Rojas, Salvador Romaní Orúe, el mismo que incitó a las turbas contra la Embajada de Cuba en Caracas el pasado mes de abril durante el intento de golpe contra el presidente Chávez.

Los hechos criminales más notables fueron:  el secuestro, desaparición y asesinato de dos funcionarios cubanos en Argentina, donde participó directamente Gaspar Jiménez Escobedo, el mismo que hoy está detenido en Panamá; el atentado contra el embajador cubano en Argentina en 1974, el asesinato de un funcionario cubano de la pesca en Mérida, México; una bomba colocada en el equipaje de un avión civil de Cubana de Aviación en Jamaica, una bomba colocada en un restaurante de Mayagüez, Puerto Rico, que asesinó a dos personas; dos combas colocadas en la oficina de Prensa Latina en Panamá, y el acto más criminal de Orlando Bosch, que ocasionó 73 muertes al explotar en pleno vuelo el avión civil de Barbados.

Estos actos afectaron las representaciones diplomáticas de Cuba, pero, además, de la Unión Soviética, de Panamá, de Brasil, Colombia, México y Bolivia.  O sea, que tenemos el testimonio y, además, el registro histórico de cómo fue el comportamiento de los terroristas cubanos en América Latina, contemplando también los países del Caribe.

Ahora, yo creo que es importante, Randy, tocar un aspecto que es referido a la falsa imputación que se le hace a Cuba como supuesto país patrocinador del terrorismo.  

El 15 de febrero de 1973 Cuba y Estados Unidos firmaron un convenio sobre piratería aérea y marítima, el cual fue revocado el 17 de abril de 1977 como consecuencia de la flagrante violación del mismo por Estados Unidos y el acto execrable de la explosión en pleno vuelo del avión de Cubana de Aviación.

En este mismo sentido la Agencia Central de Inteligencia y el gobierno norteamericano hicieron un estudio que abarcó desde enero de 1968 hasta diciembre de 1975, y ahí pienso, Randy, que a propósito de la injusta inclusión de Cuba es necesario destacar que mucho antes de que el enfrentamiento al terrorismo fuese un problema tratado por Estados Unidos, ya Cuba aplicaba fuertes medidas de enfrentamiento al terrorismo en el área y después de esto, en 1973 y 1974, Cuba firmó un acuerdo en este sentido con México, Venezuela, Colombia y Canadá.

El estudio “Diagnóstico y pronóstico del terrorismo internacional y transnacional” P.R. 76 10030, hecho por la CIA en abril de 1976 establecía en su página 26 el siguiente comentario acerca de la cooperación internacional en América Latina.

“Con la excepción de un número de acuerdos, como el Memorando de Entendimiento concerniente a los secuestros de aviones y naves que fue firmado por Estados Unidos y Cuba en 1973 para la rápida extradición de categorías específicas de terroristas, la respuesta internacional al terrorismo ha sido relativamente débil e ineficiente.”  O sea que en aquel momento ya este informe, que cubría ocho años de estudio por parte de esta agencia del gobierno norteamericano, reconocía que la medida más contundente y más eficaz que se había realizado en esos ocho años era precisamente el acuerdo concertado entre Cuba y Estados Unidos, en materia de piratería aérea y marítima y también de terrorismo.

            Quiero mostrar este documento al que había hecho referencia para que lo puedan ver en pantalla.  En su página tres dice que “El acuerdo bilateral más útil y notable fue el firmado entre Cuba y Estados Unidos en 1973”.  Pero, además de eso, Randy, en este mismo estudio, en estos ocho años, esta misma agencia analizaba la presencia de las organizaciones terroristas en América Latina y en Estados Unidos, y de las cinco organizaciones más beligerantes que estaban en ese momento actuando en América Latina y Estados Unidos, cuatro eran de origen cubano.  O sea que ya vemos que son las más importantes, las más publicitadas, las que más acciones realizaron en ese período.  Ellos tienen un registro nada más que de 44 acciones, nosotros tenemos 127 hechos de estas mismas organizaciones.

Ahora, ¿cuáles eran estas organizaciones?  Sencillamente:  Acción Cubana, de Orlando Bosch Avila; el Poder Cubano, también de Orlando Bosch Avila, y el Frente de Liberación Nacional Cubano, con el cual Orlando Bosch Avila tuvo estrechas relaciones.  Este mismo personaje    es el que reiteradamente hemos denunciado que está libremente en Miami, cuando esas fueron consideradas en ese período de ocho años como las organizaciones más terroristas, más peligrosas dentro del territorio de Estados Unidos. 

Pienso que esto es un ejemplo más de la falacia de incluir a Cuba  en el grupo de países llamados patrocinadores del terrorismo.  O sea, esto fue ratificado nuevamente, como ya hemos planteado en esta mesa, el 21 de mayo pasado. 

Entonces, Randy, hasta ahí quiero dejar los comentarios.

Randy Alonso.-  Sí, cómo no.  Creo que es parte de esa conexión que se ha dado a lo largo de todos estos años, entre Estados Unidos, las dictaduras militares y la mafia terrorista cubano-americana.  Incluso informes desclasificados del FBI en fecha de la década del 80, el 29 de abril de 1986, hablaban de un encuentro de los exiliados cubanos —como ellos los llaman— con Pinochet, el 17 de marzo de 1975, en los que el dictador chileno les ofreció ayuda económica, a condición de que se unificaran los dirigentes de los diferentes grupos anticastristas y prometió mediar en favor de ellos ante los jefes de Estado de Paraguay y Uruguay, ambos países bajo crueles dictaduras.

Otro documento del FBI, el 17 de diciembre de 1974, revelaba que Chile había ofrecido entrenamiento paramilitar a los contrarrevolucionarios cubanos y que el gobierno chileno proporcionaría pasaporte y todas las facilidades al mercenario Orlando Bosch para realizar actos terroristas fuera de Chile y poder regresar a Chile para esconderse bajo la dictadura de Pinochet.  ¿Quiénes, según estos documentos desclasificados por el FBI, fueron los intermediarios ante el dictador chileno para lograr estos acuerdos?  Pues nada más y nada menos que Jorge Mas Canosa, junto   a Ramiro Fe, otro de los dirigentes de las organizaciones contrarrevolucionarias que han actuado contra nuestro país y que han hecho también actos terroristas contra los pueblos latinoamericanos.

Con estas informaciones estamos dando punto final a nuestra mesa redonda informativa de hoy.  Quiero agradecerles a los panelistas que me han acompañado en el panel y también a los invitados que hemos tenido en el estudio.

Compatriotas:

La historia del terrorismo de los gobiernos norteamericanos contra otros pueblos no ha sido solo un arma criminal de enfrentamiento a la Revolución Cubana, sino que se convirtió en método preferido de dominación y control de los países latinoamericanos.

Bochornosas invasiones a varios países de la región, golpes de Estado e implantación de dictaduras militares, implementación del Plan Cóndor como internacional del terror y decenas de miles de muertos y desaparecidos, son el resultado de las políticas de dominación norteamericanas para nuestra región, en las décadas del 60 y del 70, como respuestas a la efervescencia generada en nuestro continente por el triunfo de la Revolución Cubana.

De las entrañas de la Escuela de las Américas, institución oficial norteamericana, salió la sarta de asesinos que se encargaron de implantar el terror y la muerte en América Latina.  El gobierno de Estados Unidos los preparó para el genocidio en nombre de la seguridad nacional norteamericana.

En tan criminales acciones que sembraron dolor y luto en los pueblos de nuestra región y que aún hoy marcan el presente de esas sociedades, Estados Unidos envió como mercenarios especialistas del crimen a sus ahijados de la mafia terrorista anticubana, que unían así, una vez más, sus nombres a las peores causas del imperio contra los pueblos del mundo.

Las décadas del 80 y del 90 fueron pródigas también en invasiones, golpes militares, genocidios y entrenamientos militares en la Escuela de las Américas, de ello les estaremos hablando en nuestra próxima mesa redonda.

La escandalosa omisión de estas bochornosas realidades en la “lección democrática” de Bush, el pasado 20 de mayo, constituyen una ofensa a la inteligencia humana y al recuerdo histórico de los pueblos de nuestro continente.

¡Seguimos en combate!

Muy buenas noches.