Mesa redonda, ¿Cuál es la democracia verdadera?, efectuada en los Estudios de la Televisión Cubana, el 28 de mayo del 2002, “Año de los Héroes Prisioneros del Imperio”.

 

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

 

Randy Alonso.-  Muy buenas tardes estimados televidentes y radioyentes.

En su discurso del 20 de mayo, en un auditorio de Miami, el presidente norteamericano, George W. Bush, tuvo la desfachatez e impudicia de hablar de democracia, elecciones libres y justas, transparencia y observadores internacionales, como exigencias que debería cumplir Cuba, obviando los escándalos electores del 2000 en la Florida y desconociendo el sistema democrático que los cubanos nos hemos dado.

Desarrollamos esta tarde la mesa redonda, ¿Cuál es la democracia verdadera?, en la que me acompañan en el panel el compañero José Luis Toledo, decano de la Facultad de Derecho y Presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos de nuestro Parlamento; Rogelio Polanco, director del periódico Juventud Rebelde; Reinaldo Taladrid, periodista del Sistema Informativo de la Televisión Cubana; Francisca López Civeira, profesora de Historia de la Universidad de La Habana y doctora en esa ciencia; Miguel Alvarez, asesor del Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular; Lázaro Barredo, periodista de Trabajadores; Renato Recio, periodista de ese mismo órgano de prensa, y Arnaldo Silva, profesor titular de Historia de la Universidad de La Habana.

 Invitados en el estudio comparten esta tarde con nosotros compañeros del Ministerio de Economía y Planificación y su Instituto de Planificación Física, del Ministerio de Finanzas y combatientes del Ministerio del Interior en Pinar del Río.

(Se ruedan breves imágenes sobre el tema)

Randy Alonso.-  Cuando el presidente Bush, este 20 de mayo, hacía un llamado o exigía al gobierno cubano desarrollar unas llamadas elecciones libres, transparentes, sin fraude, en Miami, y nada menos que en Miami; a todos nos venían a la mente las elecciones, los procesos electorales y los procesos “democráticos” que reinaron en Cuba después del 20 de mayo de 1902 y hasta el Primero de Enero de 1959. 

Sobre las elecciones y la democracia que nos dejó aquel 20 de mayo de 1902, les propongo comenzar esta mesa redonda hablando con la profesora Francisca López.

Francisca López.-  Buenas tardes.

Yo creo que sería bueno empezar a hablar por las elecciones del período ocupación militar, porque durante el período de ocupación militar norteamericano se produjeron dos elecciones municipales, las elecciones para la Asamblea Constituyente y las elecciones generales.

En estas elecciones que, además, fueron con voto restringido —las elecciones que dirigió el gobierno de ocupación militar son unas elecciones con voto restringido—, votaban personas con determinados requisitos y, por tanto, no había sufragio universal, no había posibilidad de que todos pudieran emitir su criterio en las urnas.

Sería bueno, aunque muy brevemente, recordar que en las primeras elecciones municipales se produjeron escándalos electorales, que fueron cuestionados, incluso, en la prensa, porque se estaban imponiendo determinados candidatos en algunos municipios.

Por supuesto que todas estas elecciones también tuvieron favoritismo, que se expresó en los viajes del gobernador Wood por las distintas provincias haciendo propaganda en favor de determinados candidatos; es decir que el estreno fue realmente bastante infeliz, por parte de aquellos que se suponía que, durante la ocupación militar, nos iban a enseñar a vivir en un ambiente de democracia, para aprender a vivir en una república independiente.

En aquel momento había una multiplicidad de partidos, porque estaban contendiendo por los puestos municipales.  Ya después, con la Constitución de 1901, que se establece a partir de aquí el sistema político y se establece el tipo de votación —es decir, la votación de segundo grado para senadores, para vicepresidente y presidente, y la votación directa o de primer grado para el resto de los cargos electivos—, ya con estos principios es que se van a desarrollar las elecciones que van a llevar a la reelección de Tomás Estrada Palma en 1906; y aquí hay otro momento también, realmente, muy difícil, cuando se está imponiendo una reelección de manera fraudulenta, con una coacción tremenda, con un llamado gabinete de combate que va a imponer la reelección de Estrada Palma, lo que provoca el alzamiento de los partidarios del Partido Liberal en aquel momento y, a partir de aquí, la segunda intervención norteamericana.

Yo quisiera, para no seguir elección por elección, caracterizar un poco, en sentido general, este sistema político y estos modos de hacer política que se instauran a partir del inicio de esta república en 1902.

Se va a ir caminando hacia un sistema de bipartidismo.  Ya en 1905 surge el Partido Liberal, el Partido Moderado se ha ido conformando y en 1907 ya se constituye propiamente lo que va a ser el Partido Conservador, y va a haber una alternancia entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, partidos entre los cuales hay una gran movilidad, puesto que la pertenencia a uno o a otro no está marcada, fundamentalmente, por principios programáticos e ideológicos, sino por posibilidades electorales, y esto hace que haya una movilidad interna de un partido hacia el otro, buscando mejores opciones electorales en un partido o en otro.

Pero, además, se instauran determinados modos que están representados, por ejemplo, por el caudillismo, a partir de figuras salidas del independentismo, que van a ir estructurando su grupo político y van a estructurar una “clientela” política con la cual van a funcionar a modo de caudillos y de esta manera van a moverse dentro de la política cubana, y, por supuesto, esto implica el uso de los cargos públicos.  El uso de los cargos públicos para complacer a la clientela política, para complacer a familiares, amigos y para el enriquecimiento propio, pues va a ser una práctica cotidiana y, por tanto, lógicamente, este sistema de corrupción, a partir de este uso del tesoro público para este enriquecimiento.

Hay una hegemonía de estas figuras, repito, salidas de las fuerzas independentistas, que son las que más crédito tienen, por supuesto, dentro de la sociedad cubana, y que van a actuar entonces a modo de caudillos con esta clientela.

En este sistema vamos a tener entonces dos reelecciones fraudulentas, la primera la mencioné, en 1906, y la segunda es cuando Menocal trata de reelegirse y se reelige en 1917, lo que da lugar a un nuevo alzamiento liberal, que es el alzamiento conocido como La Chambelona, y aquí quisiera hablar un poco sobre lo que caracteriza todo este ambiente.

Este ambiente está caracterizado, primero, porque hay toda una construcción simbólica en el pueblo que está identificando a estos elementos con cuestiones como la botella; es decir, llamarle botella a este disfrute de un puesto por el que no se trabaja, pero se cobra, y hasta de los garrafones que, cuando ya crecían mucho, se les empezó a llamar garrafones.

Está el símbolo del chivo, y si nosotros vemos las caricaturas de la época, nos damos cuenta cómo hay un código que funciona entre el caricaturista y el público que sabe que, cuando le ponen un chivo en una caricatura, le están hablando de un negocio turbio que está haciendo el gobierno para este enriquecimiento.

Está el copo electoral, es decir, ir al copo, ir al dominio dentro de un proceso electoral; los muñidores; el jamón, esto aparece mucho en las caricaturas.  El jamón es el símbolo del tesoro público, y pegarse al jamón era pegarse al tesoro público para, justamente, enriquecerse con este disfrute de los puestos gubernamentales que permitían pegarse al jamón.

Muchas figuras que habían salido de la independencia y que habían tenido un prestigio, el caso de José Miguel Gómez, un hombre de las tres guerras, un hombre con un prestigio en las guerras, y, sin embargo, cuando entra en la política, y va a entrar en estos modos de hacer política, deja de ser el general José Miguel Gómez, para convertirse simplemente en Tiburón.

Randy Alonso.-  El tiburón que se baña, pero salpica.

         Francisca López.-  Primero es tiburón solo, y cuando empieza a repartir, entonces esto se extiende a decir tiburón que se baña, pero salpica.

         Menocal empieza a ser El Mayoral.  Zayas es el Chino Zayas o El Pesetero.  Es decir, el pueblo va a crear sus propias construcciones que identifican estos modos de hacer política, estos elementos que están dentro de la corrupción de esta política republicana.

Por ejemplo, la reelección de Menocal en el año 1917, el pueblo la conoció como el Cambiazo del cabo de la vela, porque habían apagado las luces en la Secretaría de Gobernación para ahí hacer el cambio de los votos a la luz de una vela; pero como todo el mundo se enteró, le llamaron el Cambiado del cabo de la vela.  Es decir, este tipo de desgaste de la corrupción formó parte de toda una simbología que representaba también un rechazo a esto.

Después del proceso revolucionario de los años treinta, hay el fin del bipartidismo.  Realmente ya aquí hay una multiplicidad de partidos que van a funcionar en las contiendas electorales a través de alianzas o coaliciones electorales, y estas alianzas, una vez más, nos vamos a encontrar que no están basadas en identidades ideológicas, en identidades programáticas, y creo que un ejemplo de esto muy claro es la Alianza Auténtico-Republicana del año 1944 y del año 1948. 

El Partido Republicano es el partido que se reconoce como el partido que las derechas en Cuba necesitaban y, sin embargo, el autenticismo es la gran esperanza popular, y se va a una alianza electoral simplemente para garantizar el triunfo electoral en 1944 y en 1948, como efectivamente ocurrió.

A partir de aquí, aunque hay una multiplicidad de partidos y van a funcionar de esta forma, van a desgastarse una vez más, se repite un poco esta historia en el desgaste por la corrupción, en la incapacidad para resolver la crisis del sistema —que en la mesa de ayer se hablaba que se empieza a expresar a partir de los años veinte, y esto va a provocar realmente un nivel de movilización de la conciencia cívica, creo que muy importante para rechazar estos modos de hacer política que se han instaurado con la república y que están siempre alrededor de estos elementos de corrupción, de compra de votos, de fraudes electorales y de uso de los cargos públicos en beneficio de los propios gobernantes, de amigos, parientes y de clientela política.

Randy Alonso.-  Muchas gracias, profesora, por su explicación.

(Muestran video)

Escuchando el discurso del presidente Bush, viéndolos allí reunidos, mirando dentro de aquella presidencia personajes tan funestos de los años cincuenta, como el señor Rafael Díaz-Balart, uno se da cuenta perfectamente que el modelo electoral y democrático que el presidente Bush le estaba proponiendo a Cuba era, sin duda, el de los años cincuenta, aquel que había llegado de la mano de la dictadura de Fulgencio Batista.

¿Cómo fueron las elecciones de los años cincuenta?  ¿Qué continuidad le dieron a aquel modelo implantado, como decía la profesora, desde la ocupación militar y desarrollado después a partir de la república del 20 de mayo? 

Sobre esa etapa le propongo que nos hable el profesor Arnaldo Silva.

Arnaldo Silva.-  Bien, Randy.

La década del 50 es testigo del enterramiento de aquella democracia burguesa y de todo aquel sistema político en el cual se asentó la dominación imperialista y la explotación capitalista del país.

Hay que decir —y creo que en una ocasión anterior en esta mesa redonda lo dije— que no fue la Revolución la que enterró esa democracia, sino que fue la dictadura de Batista; la Revolución tuvo el atino y la virtud de no permitir que ella resucitara.

Lo primero que hace Batista al dar el golpe de Estado el 10 de marzo de 1952 y cesar todo el proceso constitucional que se había seguido en el país desde el año 1940 fue derogar la Constitución de 1940 y reemplazarla por unos estatutos constitucionales que, entre otras cosas, suprimían la autonomía de las provincias y los municipios, lo cual le permitió, por decreto, entre otras cosas, sustituir por otros a todos aquellos alcaldes y gobernadores que no juraron esos Estatutos o que, sencillamente, a la dictadura no les convenía.

Las primeras elecciones tienen lugar el primero de noviembre de 1954, y tienen el objetivo de disfrazar aquella dictadura de gobierno constitucional libremente electo por el pueblo.  Estas fueron elecciones pluripartidistas.  A ellas fueron cinco partidos, cuatro se agruparon en la Coalición Progresista Nacional:  el Partido Acción Progresista, que dirigía el propio Batista, liberales, conservadores y republicanos que postulaban a Batista como presidente.  Grau San Martín había inscrito al Partido Revolucionario Cubano Auténtico para las elecciones provocando la ira de Prío, Tony Varona, Aureliano y otras viejas figuras auténticas, ya que Grau había sido expulsado del Partido Auténtico con anterioridad.  Por lo tanto, tenemos cinco partidos y dos candidatos a aquellas elecciones.

El cúmulo de irregularidades cometido fue de tal naturaleza que Grau solicitó a la Junta Electoral Nacional la posposición de aquellas elecciones, cosa a la cual esta Junta no accedió bajo la presión de Batista y el día antes de las elecciones, el día 31 de octubre, Grau retira su candidatura y, por lo tanto, se celebran elecciones con candidato único.  Obviamente, ganó Batista las elecciones; es decir, en lo adelante Batista sería, supuestamente, un presidente electo democráticamente en unas elecciones libres y, además, pluripartidistas.

Las segundas elecciones tienen lugar en otro contexto completamente diferente.  Se celebran el 3 de noviembre de 1958, cuando ya el triunfo de las fuerzas revolucionarias era inminente e inevitable.  Unas elecciones, por supuesto, como las hubo también en las anteriores, pero en esta ocasión más aún con una abstención extraordinaria.  Al pueblo no le interesaban en lo absoluto las elecciones; el pueblo lo que estaba ansioso ya por ese triunfo de las armas rebeldes, sobre todo del Ejército Rebelde, encabezado por Fidel.

Estas elecciones son más pluripartidistas aún, porque en estas elecciones van siete partidos y van cuatro candidatos: la Coalición Progresista Nacional, con los mismos partidos de antes, postula a Andrés Rivero Agüero, que se había convertido en un testaferro de Batista.

Randy Alonso.-  Y era su candidato a estas elecciones.

Arnaldo Silva.-  Y era su candidato para esas elecciones; es decir, para darle continuidad a un batistato sin Batista.

Iba Grau nuevamente, que había inscrito al Partido Revolucionario Cubano a las elecciones.  Un testaferro de Batista, como Alberto Salas Amaro, creó un partido que se llamó Partido Unión Cubana y lo postuló también en esas elecciones; y Carlos Márquez Sterling, que se había separado ya años atrás de la ortodoxia y había fundado un partido que se llamó Partido del Pueblo Libre: cuatro candidatos, siete partidos.  Ganó el candidato oficial de gobierno Andrés Rivero Agüero.

Vamos a ver algunas cuestiones en relación con la honestidad y la honradez de estas elecciones, pero a partir de figuras de las cuales nadie puede dudar, en lo más mínimo, de ninguna identificación con el socialismo, ni muchísimo menos.

La primera protesta por aquello —por supuesto, una protesta disimulada— consta en un libro que escribiera el embajador norteamericano en Cuba en esos años, Earl Smith.  Ese libro se llama El cuarto piso y desentraña muchísimo las relaciones del gobierno de Estados Unidos con Batista durante el tiempo en que él fue embajador.  Hay cosas muy interesantes, veamos lo que dice Earl Smith en este libro:

“El último error de Batista fue faltar a la solemne promesa que me hiciera de mantener elecciones libres y abiertas, aceptables para el pueblo.

“Si el candidato escogido de Batista hubiera perdido y si la elección hubiera sido aceptable para el pueblo, habría sido posible todavía una solución pacífica”, según él.

“Como resultado de las elecciones perdió cuanto seguidor le queda todavía.  El pueblo estaba ahora completamente desilusionado y en desacuerdo.  Había esperado hasta el final en contra, por medio de las elecciones buscaba una solución a la violencia y a la lucha civil.”  Ya sabemos que el pueblo buscaba una solución mediante la guerra revolucionaria y no mediante las elecciones, pero este es su punto de vista.

“Si el doctor Márquez Sterling hubiera ganado las elecciones, hubiera desviado a Castro de su alegado objetivo de deshacer a Cuba de Batista.”

Es evidente, por todas las cuestiones que plantea en el libro, que el candidato de la embajada norteamericana, del Departamento de Estado, era Márquez Sterling.

Estados Unidos veía en aquel acto electoral una especie de acto de magia, de donde se iba a sacar una solución, que era una de las alternativas; es decir, Márquez Sterling gana y hay un retorno el 9 de marzo.  Ya no hay dictador, ya no hay dictadura, y, por lo tanto, no hay razón alguna para mantener la lucha revolucionaria en las montañas de Cuba, en las ciudades de Cuba, etcétera.

Pero vamos a ver lo que dice al respecto uno de los más altos funcionarios del gobierno de Batista, que en el año 1971 publicó en Miami un libro que se llama Historia del Partido Comunista de Cuba —se refiere al viejo Partido Comunista—, Jorge García Montes.

Jorge García Montes desempeñó importantes cargos en el gobierno y fue, entre el 24 de febrero de 1955 que Batista tomó posesión de aquellas elecciones y primeros días de enero, el primer ministro del gobierno.  Vamos a ver qué dice él con respecto a ambas elecciones.

Con respecto a las elecciones de 1954 dice:

“A pesar de esto, el gobierno ofreció evidencias de que estaba resuelto a ganar las elecciones de cualquier modo.  El doctor Grau pidió entonces la posposición de las elecciones; el Tribunal Superior Electoral no lo complació y optó por retraerse, motivo por el cual el gobierno ganó sin mayor dificultad.

“El resultado de los comicios desalentó a muchos partidarios de la tesis electoralista, e inclusive algunos miembros del gobierno exteriorizaron su irritación por ciertos fraudes cometidos sin necesidad,  con el solo objetivo de beneficiar a determinados candidatos respaldados por los mandos militares.”

Y con respecto a las elecciones de 1958 dice lo siguiente:

“Las elecciones se realizaron en un tormentoso ambiente de pasiones violentas.  El gobierno, resuelto a ganar no reparó en medios.   El sufragio electoral fue canalizado por el pucherazo” —una de las formas en que se les llamaba a las trampas electorales.  “El gobierno triunfó como consecuencia de un afán absurdo por elevar como fuera el número de votantes.  Salieron electos una serie de candidatos frívolos, de esos que vivían en el mejor de los mundos y no sabían ni pronunciar una palabra en público.”  Esto —repito— lo dice alguien que desempeñó muy altos cargos en la dictadura de Batista.

Estas son las elecciones que se nos proponen:  “democráticas”, “libres”, “pluripartidistas”, de “pluricandidatos”, y que están contenidas, incluso, en la Ley Helms-Burton, en el Capítulo II, Sección 205, donde se dice:  “Requisitos y factores para determinar la existencia de un gobierno de transición” —se supone de transición al capitalismo, dependiente y neocolonial.

Dice:  “A los fines de esta ley, un gobierno de transición en Cuba es un gobierno que haya legalizado todas las actividades políticas, haya expresado públicamente su compromiso de organizar elecciones libres y justas para un nuevo gobierno, con la participación de múltiples partidos políticos independientes.”

Y en el inciso 206:  “Requisitos para determinar la existencia de un gobierno elegido democráticamente”, dice:  “Que dimane de unas elecciones libres e imparciales, donde los partidos todos hayan dispuesto de suficiente tiempo para organizarse y realizar sus campañas electorales por medio de los medios de prensa.”

Es decir que estas son las elecciones a las cuales se nos convoca por parte del señor Bush en su reciente discurso el 20 de mayo en Miami.

Randy Alonso.-  El pucherazo —como usted decía—, el robo de votos, los sargentos políticos, ese es el modelo electoral y democrático que nos propone el señor Bush en su discurso del 20 de mayo.

Muchas gracias, profesor.

(Ruedan breves imágenes sobre el tema.)

Randy Alonso.-  Dijo en el coliseo de Miami, el 20 de mayo, el señor Bush, dirigiéndose al gobierno de la República de Cuba:

“Estoy retando a que el gobierno haga de estas elecciones unos comicios libres y justos.”  ¿Cuán libres y cuán justos son los procesos electorales y el sistema de participación democrática en Estados Unidos?  Es la interrogante que le hago a Miguel Alvarez.

Miguel Alvarez.- Randy, ellos se presentan como portadores de un paradigma que pretenden que sea aplicado universalmente.  Yo comenzaría por hacer brevemente un poquito de historia sobre el sufragio universal y sobre los derechos de los votantes en Estados Unidos.

Recordemos que en los primeros 50 años, a partir del nacimiento de esa nación, solamente podían votar los blancos varones y que poseyesen propiedades; después vino la Guerra de Secesión, se aprobó la Enmienda número 15 de la Constitución de ese país, donde supuestamente, en teoría, se aprobaba el derecho de los negros al voto; y, sin embargo, para tener una idea somera, en 18 de los 25 Estados norteños   —que habían salido victoriosos y que incluso se oponían a la esclavitud—, estaba prohibido, sencillamente, que los negros se acercasen a las urnas.

Recordemos que en el tiempo que la doctora Paquita explicaba, durante la ocupación militar y después, ensayaban a enseñarnos lo que era un gobierno democrático, cuando eso las mujeres no tenían voto, no es hasta 1920 que está el derecho de las mujeres a votar.  Y durante toda esa época, en los estados del sur, sencillamente, era prohibido el voto para los negros; no es hasta 1965 donde se consagra —a nivel de una ley, no es un problema resuelto ni siquiera hoy día, cuando se aprobó el Acta de los Derechos del Voto— la posibilidad de extender la votación de los ciudadanos negros.

En ese momento, incluso, se elimina el impuesto que se cobraba por el ejercicio del derecho del voto, impuesto que iba dirigido, fundamentalmente, a privar a estos sectores de sus posibilidades de ejercer este voto.  Una enmienda a esa acta del año 1970 permite eliminar también las pruebas de analfabetismo, para ver si la persona podía leer y escribir, y no es hasta el año 1970 que se aprueba el voto a partir de los  18 años de edad.

En esta historia resumida vemos cómo a lo largo de casi dos siglos se vienen dando pasos, se viene luchando por parte de los sectores populares y, en medio de grandes dificultades, van arrancando algunas de estas conquistas, problema aún no resuelto.

Me parece que con relación a Estados Unidos hay un grupo de mitos que nosotros, sencillamente, tenemos que tratar de analizar y tratar de explicarle a nuestro pueblo. 

Está, por ejemplo, el mito de la elección popular.  Todo el mundo sabe, la elección de Florida es un ejemplo de esto y seguramente lo analizaremos posteriormente, de que en Estados Unidos el candidato presidencial no es electo por el pueblo, es electo por un colegio electoral y, en este caso, tenemos la situación de que hay un presidente que no tuvo la mayoría del voto popular y, sin embargo, ha sido electo presidente de Estados Unidos.  No me extiendo en esto, porque sé que lo vamos a abordar posteriormente, pero este es uno de sus mitos, es el mito de la elección directa.

Está el mito de los partidos, está el mito del supuesto multipartidismo, que en realidad se reduce, como tú sabes, a solamente dos partidos, pero en realidad de lo que se trata es de un solo partido, el partido de las grandes corporaciones que ejercen la soberanía sobre el individuo en Estados Unidos.  Ahí hay una amplia base, una pirámide, donde más del 80% de los ciudadanos no dan un solo centavo para esas elecciones, y donde el 1%, que representan esas corporaciones, son los que aportan las enormes cantidades de dinero que se gastan en esas elecciones y que crecen de elección en elección —estamos hablando de apenas 253 000 personas, que son los que en realidad controlan ese país. 

Te voy a poner un par de ejemplos, uno es el ejemplo, muy conocido, de la cosa de la ENRON, la corporación esta que quebró.  Fíjate que ENRON le daba dinero a 71 senadores de los 100 que hay en Estados Unidos, y le daba dinero a 186 representantes en la Cámara de Representantes, el 43% de la Cámara; y el auditor de esa empresa todavía iba más lejos, le daba dinero a 94 de los 100 miembros del Senado y le daba dinero a más de la mitad de la Cámara de Representantes.

Ese es un ejemplo que ilustra esto perfectamente; hay otros, la industria del tabaco, por ejemplo.  La industria del tabaco en los años entre 1987 y 1997 entregó para las campañas electorales entre 30 y 38 millones de dólares, y en el año 1997 apareció una enmienda, que nadie sabe quién la presentó, que no tiene autores, una enmienda que tenía, nada más y nada menos que 46 palabras, en una sola oración, y que le entregó a la industria del tabaco en Estados Unidos dividendos por exención de impuestos por más de 50 billones de dólares, o sea, estamos hablando de 50 000 millones de dólares.

Randy Alonso.-  Una inversión muy rentable.

Miguel Alvarez.-  Como tú ves es una inversión bien rentable, tú entregas 30 millones a los candidatos y después, a su vez, lo recuperas, pero en una enorme cuantía.

Para ponerte un ejemplo tropical, tenemos el caso de los Fanjul Gómez Mena, bien conocidos de nuestro pueblo, en la Florida, uno demócrata, el otro republicano; el demócrata es el presidente del Comité de Finanzas de uno de los partidos, Alfi, y el otro, Pepe, es el presidente del Comité de Finanzas del Partido Republicano.  Cada uno de ellos entrega 250 000 dólares a los candidatos presidenciales y, a su vez, reciben a cambio, beneficios por los 64 millones de dólares que recibe, a costa del contribuyente norteamericano, la industria del azúcar en Estados Unidos, que es totalmente subsidiada.

Como tú ves, estamos hablando de un solo partido, el partido de las corporaciones, el partido de los que financian todo esto, y el partido de los que deciden quiénes son, realmente, los candidatos y quiénes los que pueden ejercer este poder.

Hay otro mito que es el mito de la supuesta competitividad.  Hay un estudio del Centro para la Política Pública, que dice que en las dos últimas elecciones había ya alrededor de 80 candidatos que no llevaban contrarios, o sea, son candidatos que no tienen que esperar al 7 de noviembre, mucho antes de esto están electos, porque no tienen contrarios, sencillamente, por la cantidad de dinero, incluso, que poseen, pues nadie se arriesga a correr contra ellos.

En estas elecciones que hay en la actualidad, que deben desarrollarse en el transcurso de este año, en noviembre de este año, solamente alrededor de un par de docenas de contiendas son realmente competitivas, porque son contiendas en las que no están los incumbentes, o bien se ha retirado el que ocupaba esa plaza, o bien ha fallecido y entonces se da una elección abierta.

Randy Alonso.-  O no se presentará a la reelección.

Miguel Alvarez.-  O no se presenta a la reelección.  ¿Cuál es la esencia de todo esto?  El 98% de los incumbentes resulta siempre electo, porque es la gente que más dinero recibe, porque es la gente que posee una maquinaria política que les garantiza continuamente esa reelección.

Otro mito, es el mito de la participación.  En Estados Unidos hay aproximadamente 186 millones de personas en edad electoral, de esos 186 millones se inscribieron en la última elección 130 millones, y 56 decidieron, sencillamente, no inscribirse; no hablemos de los procesos para registrarte como votante, lo que eso conlleva en términos de requisitos, en términos de tiempo que dedicarle y, por supuesto, siempre es mucho más complicado que ejercer directamente el voto el día que se produce la elección.

Randy Alonso.-  Muchas veces tienen que inscribirse en días laborables y las empresas mismas no les permiten tampoco ir a los procesos de inscripción en muchos casos.

Miguel Alvarez.-  Y adicionalmente están hablando de quien posee un trabajo, pero también están los que no tienen trabajo y que, sencillamente, no se inscriben, o porque no les facilitan el que esto se haga, o porque, sencillamente, no creen en ese sistema político.

Randy Alonso.-  Estamos hablando de 56 millones, Miguelito.

Miguel Alvarez.-  Estamos hablando de 56 millones que no se inscribieron; pero esa no es la cifra total, hay 19 millones que se inscribieron y que después no votaron.  Cuando tú sumas los 56 que no se inscribieron, con los 19 que se inscribieron y no votaron, estamos hablando de 75 millones de personas que no ejercieron ese voto.  Añádele a esos 75 millones, 5 millones más de gente que ejercieron ese voto y que el voto se perdió, o sea, que sencillamente fueron suprimidos después de las listas electorales o que no fueron contados esos votos.  Estamos hablando de 80 millones de personas que no participaron en las elecciones; pero ese no es solamente el problema, estamos hablando también de los que quisieron participar y no pudieron hacerlo.

Por acá tengo un informe donde la Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos, analizando, precisamente, las elecciones en la Florida y la cantidad de ciudadanos negros que no pudieron ejercer el voto, o bien porque fueron sacados de las listas electorales, o bien porque llegaban a los lugares de votación y los devolvían, no los dejaban pasar, o bien porque no habían sido bien enseñados en cómo debían ejercer su derecho al voto.

Fíjate que en la Florida el 11% de los votantes son negros y, sin embargo, cuando se cuentan los votos rechazados, a pesar de ser solamente el 11% de los votantes, ellos constituyeron el 54% de los votos que fueron rechazados.  Creo que eso ilustra perfectamente, que lo que estuvimos apuntando al principio, con relación a la historia, con relación a las leyes que se aprobaron en el año 1965, todavía hoy, el voto de los negros en Estados Unidos, no es un problema resuelto.

Tenemos como resultado de todo esto el enorme nivel de abstención, que trae como consecuencia que aproximadamente el 50% de la población vota.  ¿Qué quiere decir esto?  Quiere decir, y no voy a poner el ejemplo de Bush, porque todo el mundo sabe que Bush salió electo por un voto, a él realmente no le podemos aplicar los porcentajes de votación en términos de electores, salió electo por el voto de 5 a 4 en la Corte Suprema de Estados Unidos que decidió la elección a su favor; pero pongamos el caso del presidente anterior, pongamos el caso de Clinton, que salió con menos del 49% de los votantes que votaron.  Sencillamente estamos hablando de un presidente de Estados Unidos que salió electo con el 24% del voto electoral, del voto de los electores, 24,1%.

Randy Alonso.-  No llegó ni siquiera a un cuarto de la población electoral norteamericana.

Miguel Alvarez.-  Yo creo que pudiésemos seguir enumerando mitos; pero creo que ahí se concentra en participación, en competitividad, en porcentaje de abstencionismo, en la falsedad del supuesto voto popular, un número de ejemplos que nos van indicando los enormes problemas que tienen en esa dirección y cómo en realidad en las elecciones norteamericanas el gran elector es, precisamente, el dinero  que es el que ejerce ese derecho con mucha mayor frecuencia.

Ahora mismo, mientras todas estas cosas pasan y continúan pasando con la excusa de la lucha antiterrorista, al mismo tiempo se desarrollan sistemas de vigilancia a los ciudadanos, de monitoreo de los movimientos de las personas, de arresto de emigrantes sin órdenes judiciales, y son factores en que se unen, por un lado, una mayor dificultad para el ejercicio del voto y, por otro, con esta nueva situación, un mayor control de la gran masa de la población en Estados Unidos.

Randy Alonso.-  Ese es un tema muy interesante que se discute hoy mucho en la población norteamericana.  Hoy, incluso, había un informe de una organización de las llamadas de derechos humanos que no tiene nada realmente que ver con que sea antinorteamericana, todo lo contrario, y que ha hecho críticas muy fuertes al control que después del 11 de septiembre se tiene sobre la sociedad norteamericana, a las violaciones de los derechos civiles de la población norteamericana y que es, sin duda, una coacción de la supuesta participación democrática de los ciudadanos norteamericanos en las elecciones y en cualquier proceso democrático que se dé en este país.

Yo les propongo ver un ejemplo de un material que precisamente el domingo Taladrid trasmitía en su programa; pero creo que vale la pena repetirlo en nuestra mesa redonda de hoy para que nuestro pueblo vea cómo la democracia norteamericana respeta la privacidad y los derechos de sus ciudadanos.

 

Periodista.-  Esta noche “El ojo de América” explora los lugares más ocultos de la guerra del terror.  El gobierno vigila a los americanos comunes.  Parece que ocurre algo más desde el 11 de septiembre.  ¿Amenaza esto nuestra privacidad y la libertad de palabra?

John Black, de CBS, ha estado de cerca con los observadores.

John Black.-  Esto es algo nuevo para los americanos:  la seguridad y la vigilancia.  Desde intensos chequeos en los aeropuertos hasta el rastreo del uso de Internet por las autoridades del gobierno, los agentes federales vigilan a los ciudadanos más de cerca que nunca.  Pero a Barry Reingold le pareció demasiado cuando el FBI se interesó en comentarios que él hizo en su gimnasio. 

El trabajador retirado de la compañía telefónica había criticado en voz alta la guerra en Afganistán.  A los pocos días él recibió una visita inesperada.

Barry Reingold.-  Yo dije:  “Quién está ahí?”  Y ellos contestaron:  “Somos del FBI.”

John Black.-  Reingold dijo que dos agentes querían saber más sobre el comentario que él hizo en las taquillas del gimnasio. “Alguien nos informó que usted había hablado sobre lo ocurrido el 11 de septiembre, el terrorismo y Afganistán.”

El FBI insiste en que sus agentes no interrogan a las personas debido a su punto de vista político, pero desde el 11 de septiembre del 2001 dice el FBI que ellos necesitan ampliar la red, más que antes, en busca de información.

Eso ayudó a crear el temor de que el FBI podría volver a la época de J. Edgar Hoover, cuando la agencia vigilaba a los ciudadanos que no estaban de acuerdo con su política.

El actual director del FBI, Robert Mueller, dice que los investigadores actuales son legales y factibles.

Robert Mueller.-  Si recibimos una amenaza, interrogamos a todo el que pueda informarnos acerca de ella.  Cuando hasta un comentario en una sesión de gimnasio origina un interrogatorio del FBI, está claro que, de hecho, los agentes están desplegando una amplia red.

John Black.-  Kate Rafael, una activista de California, quien a menudo forma parte de manifestaciones pacifistas, se quedó atónita cuando un agente del FBI la llamó indagando por unos musulmanes.

Kate Rafael.-  Si su trabajo es “cazar” terroristas islámicos fundamentalistas, entonces su trabajo es saber que ellos no frecuentan ninguna lesbiana judía de San Francisco.

John Black.-  Josh Thayer también se sorprendió.

Josh Thayer.-  Participar hoy en una reunión es estresante si de repente llama el FBI.

John Black.-  El agente quería saber sobre los sistemas de computación en los medios de comunicación independientes, un sitio web izquierdista, donde Thayer trabaja voluntariamente como técnico. ¿Sabes cómo el FBI supo tu nombre?

Josh Thayer.-  En verdad, no.  Eso es lo que más me asusta.  Están vigilándote, lo sabes, como si lo que hicieras fuera anónimo.

John Black.-  De derecha a izquierda la vigilancia del gobierno desde el 11 de septiembre aumenta el miedo de la privacidad.

Bob Barr (republicano).-  En esta esfera lo que queda de privacidad es más y más pequeño.  Toda sustracción de la privacidad por parte del gobierno se hace más importante.

John Black.-  El conservador Bob Barr se ha unido a los demócratas liberales para apoyar a la nueva legislación de la privacidad.

A. J. Brown.-  Es libertad de expresión.

John Black.-  La estudiante universitaria A.J. Brown pensó que el gobierno había ido demasiado lejos cuando el Servicio Secreto vino preguntando por unos carteles, no los de una manifestación pública, sino los que están en su apartamento.

 

Randy Alonso.-  Bueno, así se respetan realmente los derechos de los ciudadanos norteamericanos.  La gran democracia del mundo está constantemente vigilando a sus ciudadanos, incluso, dentro de sus propios apartamentos, para no hablar de las cámaras que por todas las ciudades persiguen a los ciudadanos hacia dondequiera que se muevan.  Y en ese ambiente es que se da también el proceso electoral norteamericano que —como describía Miguelito— es el proceso electoral del dinero y el proceso electoral de las corporaciones que suministran el caudal monetario a uno u otro candidato, según la conveniencia.

Ya tan temprano como en marzo de 1883, nuestro José Martí había escrito en el diario Las Américas, de Nueva York, que en los Estados Unidos “los representantes suelen ser los siervos de las empresas colosales y opulentas que deciden en pro o en favor, con su peso inmenso en la hora del voto, la elección del candidato”.

Leía hoy en la sección Cartas al Editor, del diario Seattle Times, que se edita en la ciudad de Seattle, dos cartas muy interesantes que envían dos ciudadanos de esa ciudad al editor del periódico,  y una de ellas dice:

“En eventos recientes, George W. Bush ha prometido continuar el perjudicial embargo de la economía cubana hasta que Fidel Castro efectúe elecciones abiertas.  En una historia posterior, observamos que el Departamento de Justicia de Estados Unidos está demandando al estado de la Florida por las violaciones de los derechos de votos que pueden haber inclinado la carrera presidencial norteamericana del 2000 a favor del más joven de los Bush.

“Si el Presidente es realmente honesto en el entusiasmo que acaba de mostrar por unas elecciones libres y justas, esperamos ansiosamente que dé el ejemplo.  ¿En qué momento, en el futuro inmediato, podemos esperar que él invite al monitoreo internacional a validar su propia y disputada elección de una vez y para siempre?”  Escribía al periódico Joe Vinikow, de Seattle:

Otro lector, Doug Nellis, también de Seattle:

“¡Espere un momento!  ¿Acabo de escuchar a George W. Bush exigiendo que Fidel Castro celebre elecciones reales, escuche las voces del pueblo cubano y cuente sus votos?  ¿Y estaba él en la Florida cuando dijo eso?  ¡Esa sí es buena, George!”

Así escribe Doug Nellis, precisamente hoy en la sección Cartas al Editor del Seattle Times, y es que es una desfachatez inaudita y una hipocresía sin límite lo que ha hecho el presidente Bush este 20 de mayo:  hablar de fraude, hablar de transparencia, por otro lado, hablar de elecciones libres, precisamente en la ciudad donde se ha cometido el más escandaloso fraude en las elecciones norteamericanas de todos los tiempos, en la ciudad de Miami, y rodeado él, además, de todos los capos que cometieron el fraude.

Creo que de estas elecciones mucho se pudiera hablar si  hablamos de “democracia a la americana”.  Pero les propongo algunos comentarios a Rogelio Polanco.

Rogelio Polanco.-  Bueno, hay que tener la cara dura, Randy. Para hacer lo que hizo el presidente Bush allí en Miami, hay que tener arrojo  —como decía el compañero Ricardo Alarcón la semana pasada en su análisis de los discursos de Bush en Washington y Miami— para venir a hablar de la soga en la casa del ahorcado; porque lo que hizo el presidente Bush, hablar de elecciones libres, precisamente, donde se produjo el escandaloso fraude electoral de las elecciones presidenciales del año 2000, es algo realmente inaudito.

Recordemos solo algunas de las cosas que pasaron en aquella ocasión.  Primero aquellas felicitaciones adelantadas que se le hicieron a uno u otro candidato ganador; las cadenas de televisión que dieron a uno u otro por adelantado, y el verdadero escándalo universal que se produjo por aquellos 35 días sin nuevo presidente, el país que es la meca de la democracia y de las elecciones en el mundo y que ha tratado de imponer y dar su criterio sobre lo que es la democracia al resto del planeta.

Fue un fraude, fue un robo lo que se produjo en la Florida.  Recordemos aquellos días de conteos y reconteos, de las personas mirando a trasluz las boletas; contando automáticamente o contando a mano de nuevo aquellas boletas; la Corte Suprema de la Florida hablando del reconteo; el voto que llegaba del extranjero y que cambiaba la cantidad de electores para uno u otro candidato; las apelaciones de uno y otro candidato a la Corte de la Florida y a la Corte Suprema de Estados Unidos; y, finalmente, la intromisión sin precedentes de la Corte Suprema para anular las decisiones de reconteo adoptadas en la Florida, y después el insólito dictamen de dar, por un solo voto de diferencia, la presidencia a Bush, lo que mostró —como se dijo en aquella ocasión— una división ideológica tremenda en esa propia corte, que en su mayoría está formada por jueces nombrados por los sectores más conservadores y que puso en duda, una vez más, su imparcialidad y credibilidad.

El compañero Miguelito hablaba ahorita del resumen ejecutivo del informe de la Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos, al cual también se refería Alarcón hace unos días, que decía que lo más sobresaliente de aquellas elecciones fue, precisamente, la cantidad de ciudadanos negros a los que no se les permitió votar.

En el caso de la Florida, en esas elecciones fueron 188 000 ciudadanos nuevos, ciudadanos negros, que fueron a votar por primera vez.  O sea, se incrementó en esa cifra los ciudadanos que iban a votar por primera vez, y se sabe que ese voto es abrumadoramente demócrata, históricamente ha sido así, y se les impidió físicamente votar por muchas vías:  se les impidió llegar a los colegios; a veces se les pedía una doble identificación; en ocasiones no se encontraban en las listas; había que hacer largas colas que sobrepasaban entonces la hora en que cerraban los colegios; hubo falta de boletas en algunos lugares; hubo retrasos en la llegada de las urnas en otros, y hubo aquel robo tremendo con las boletas mariposas, que sabemos cómo fue que se hicieron, aquel truco de poner el orden de los electores de forma tal que inducían al error y votaron por un candidato que no querían.

Randy Alonso.-  Pensando que votaban por Gore, votaban por Buchanan.

Rogelio Polanco.-  Por Buchanan, por el Partido de la Reforma.

En algunos casos se dijo también que a los electores se les dieron indicaciones en los colegios que inducían a votar erróneamente, como aquello de que había que hacer un agujero en cada papeleta.  Si era una papeleta que tenía dos partes, por supuesto que se indujo también a que se produjera el fraude de esta manera, al anularse votos favorables al Partido Demócrata.

Igualmente hubo otras muchas evidencias, los propios periódicos referían de nuevo algunos de los sucesos similares a los que pasaban en Cuba antes de 1959:  muertos que votaban; presos que votaban, que en el caso, por supuesto, de Estados Unidos está prohibido en la ley; votos por correo que venían alterados, y urnas que aparecieron en lugares inauditos en aquella ocasión.

Realmente fue el ridículo que provocó que el costo de las elecciones en la Florida fuera de más de 6 millones de dólares, entre otras cosas, por todo lo que ocurrió allí, por el conteo y el reconteo de más de 35 días.

Se hizo también de esto un gran show.  Revisando algunas de las noticias de aquellos días, recuerdo aquello del Comisionado del condado de Palm Beach, Aronson, quien anunció, después de todo lo que pasó, una subasta pública nada menos que con las máquinas de votación, aquellas que provocaron el fraude, o a las que les echaron la culpa de provocar el fraude, pues el fraude estaba ya hecho, y después dijeron que por vía de esa subasta querían entonces financiar los gastos de la elección.

Un año después vimos otras noticias que decían que esa subasta se iba a hacer para invertir en un nuevo sistema computarizado, automatizado, para las elecciones del año 2004.  Bueno, esperemos que,  para ese año el fraude se pueda encubrir, al menos, electrónicamente.

También se entusiasmó este comisionado con la subasta del camión que trasladó las boletas nada menos que de West Palm Beach hasta Tallahassee, la capital del estado.  Recordemos aquella cantidad de boletas que fueron llevadas hasta la capital.  Aquel camión pasó de repente de un valor de 17 000 dólares a 67 000, solo por el show ficticio de lo que representaban aquellas elecciones fraudulentas.

Un año después de las elecciones fueron muchos los informes.  Recordemos que hubo uno que se iba a presentar alrededor del 11 de septiembre y que se aplazó, a partir, supuestamente, de los hechos del 11 de septiembre, como muchas cosas se aplazaron en Estados Unidos, y se hicieron informes por varias entidades independientes, incluso, por medios de prensa.

Yo tengo aquí uno que se produjo por varias organizaciones periodísticas, el Washington Post y otros medios —esto es del 12 de noviembre del 2001, o sea, un año después de las elecciones— que todavía mantenía la duda sobre quién había sido elegido.

Dice este informe que si se hubieran hecho los recuentos limitados que pedían Gore y la Corte Suprema de la Florida, Bush ganaba por 225 a 493 votos en el estado de la Florida; pero si se hubiera hecho un recuento de todo el estado, entonces era Gore el que ganaba por 60 a 171 votos.   O sea, un año después siguieron existiendo las dudas en medios de prensa y en entidades independientes sobre quién realmente ganó las elecciones.

Recuerdo aquel editorial de Granma “Una república bananera”, que establecía que la única forma de saber realmente quién había ganado en la Florida era  repetir la elección, al menos, para mantener aquella ficción de que existía cierta democracia en Estados Unidos, eso no se hizo y, por supuesto, el presidente no fue electo, fue designado por esa Corte Suprema con una falta total de credibilidad y de legitimidad.

Creo que habría que preguntarle entonces a Bush de qué elecciones libres está hablando para Cuba, si son esas elecciones que él mismo no ganó y de las cuales solo con el fraude fue posible tener presidente 35 días después; o si es de  la que elige al presidente con menos de un cuarto de la población electoral de Estados Unidos, como ha sido en las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos; o si es de la elección que al final tuvo la paradoja de que Gore ganó el voto popular y Bush, supuestamente, el voto de los colegios electorales.  Una gran paradoja que sigue demostrando por qué ese sistema electoral es ampliamente criticado, por lo obsoleto, por lo anticuado y, además, antidemocrático.

O si se refiere a las elecciones libres decididas finalmente por el voto de los jueces.  O esas que, ante un fraude tan flagrante como el que se produjo en la Florida, no admitieron observadores internacionales.

Si hubiera sido un país del Tercer Mundo, por supuesto, el que estuviera 35 días sin saberse qué había pasado, hubiera provocado nada menos que una invasión, ¿no?, para imponer a su candidato por las armas.

Randy Alonso.-  Por lo menos hubiera provocado recortes del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de inversiones, como le hace hoy Estados Unidos a Haití; al menos hubiera provocado eso.

Claro, lo que pasa que Estados Unidos es quien dirige el Fondo Monetario Internacional, eso lo sabemos perfectamente; por lo mínimo, hubiera sido eso, o cuando no, una invasión de la que ya están acostumbrados a hacer en cualquier momento; o se hubiera llevado, como hicieron con Zimbabwe, a la Comisión de Derechos Humanos una gran condena al gobierno de Zimbabwe por las elecciones recientes que, finalmente, fue frustrado ese intento de los europeos y norteamericanos.

Rogelio Polanco.-  Esas son las elecciones libres, Randy, de las que habla el presidente Bush para Cuba, las elecciones de la libertad del dinero, de los 3 000 millones de dólares que costó, desde sus inicios hasta el final, el proceso electoral, de las elecciones presidenciales; la libertad de esa mayoría de abstenciones, de los dos partidos únicos y del gran partido de la abstención en Estados Unidos; la libertad de impedir a los negros que votaran; la libertad del fraude electoral.

Quería terminar recordando solamente —por aquellos días lo citamos— algunas de las frases de este candidato ilegal llegado a presidente, en las cuales hablaba, precisamente, sobre la democracia y sobre la estrategia política.

Recordaba Bush:  “Si no tenemos éxito, corremos el riesgo de fracasar.”  Fue aquella frase histórica de Bush.  O sobre la democracia, ya que estamos hablando sobre la verdadera democracia:  “Creo que estamos en una tendencia irreversible hacia más libertad y democracia, pero eso podría cambiar.”  Ese es el Presidente de Estados Unidos.

Randy Alonso.-  Por cierto, que me acaban de mandar por correo electrónico un artículo del New York Times, con las nuevas burradas de Bush en su gira por Europa; pero, bueno, eso creo que será para otro momento en nuestras mesas redondas.  Lo que sí es cierto es que, como decía Martí claramente en 1884, “En la médula, en la médula está el vicio, en que la vida no va teniendo en esta tierra más objeto que el amontonamiento de la fortuna, en que el poder de votar reside en los que no tienen la capacidad de votar.”  Así escribía el 9 de mayo de 1884 en el Century Magazine. 

Ya hablaba, en esa época, sobre las elecciones norteamericanas, y uno lo ve muy claro cuando se remite a las elecciones norteamericanas, pero en especial a esas elecciones cuando se dan en Miami, que es, sin duda, la reproducción de aquella “Chambelona” cubana de antes de 1959.  Sobre eso le propongo su comentario a Reinaldo Taladrid.

Reinaldo Taldrid.-  Sí, Randy, con mucho gusto.

Francamente, el día 20 y 21 tenía la duda, ¿qué se estaba recomendando, si Cuba 1958 o Miami 2002.  Y pensé un poquito en eso.

Hay algunas características que quiero compartir con ustedes de estas elecciones en el condado de Dade y en la ciudad de Miami, que es desde donde se controla toda la vida política de ese condado.

Por ejemplo, los muertos que votan, personas que están fallecidas hace tiempo, técnica y legalmente, y aparecen votando en las elecciones para alcalde de la ciudad de Miami.  O, lo siguiente:  personas del partido mayoritario en Estados Unidos, este partido de la abstención, o sea, gente que no va a votar, se queda en su casa, y se entera un buen día que sí, que pese a que yo me quedé en mi casa y decidí no votar, yo aparecí en una mesa electoral votando a favor del candidato ganador, generalmente.  Estas dos cosas son comunes en Miami, y no lo digo yo, les cuento y que lo cuente Xavier Suárez.

Xavier Suárez, alcalde de la ciudad de Miami, como todos, muy vinculado a la Fundación Nacional Cubano Americana, fue a la elección, enfrentándose a Joe Carollo, de todos conocido.  Ganó Xavier Suárez, pero, ¿qué pasa?, que un tiempo después tiene que dejar el cargo por estas dos cosas que les estoy diciendo, sencillamente, había ganado la elección con los votos de los muertos y de los que se habían abstenido de votar.  Se da el escándalo, entrega la alcaldía y la asume Joe Carollo, que no tengo que decir la obra que hizo; porque no se trata solamente de elección, sino de todo el sistema político norteamericano a qué conduce.  Sí, se fue Xavier Suárez, pero entró Carollo, y todos sabemos lo que significó.

Vayamos solo a la última elección, donde salió alcalde de la ciudad de Miami, Manny Díaz, conocido de todos, uno de los abogados de los secuestradores.

En esta elección estos parámetros que explicó el compañero Alvarez se dan a la perfección, votó menos del 40%, todavía menos que en las presidenciales, o sea, votó menos del 40% por cualquiera de los candidatos, y Manny Díaz es elegido alcalde de la ciudad con menos del 25%; pero qué curioso, cuando usted suma los votos de los que no fueron a votar, de los afronorteamericanos, de las otras minorías latinoamericanas, etcétera, este hombre es elegido alcalde de la ciudad de Miami con la mayoría de los que viven en el condado en contra de él.  O sea, puede ser un dictador en el sentido de la Roma, un hombre que dictaba, pero que no había sido elegido por la mayoría de la gente; pero la mayoría de la gente votó, no votó, o votó contra Manny Díaz.  Eso es a nivel local.

Ahora, este cáncer hace metástasis a nivel federal, a nivel nacional, y las elecciones para representantes al Congreso de Estados Unidos que se dan en el condado de Miami Dade, y en la ciudad de Miami, merecen que analicemos algunas cosas.

Por ejemplo, la loba feroz, Ileana Ros, tiene una característica, a lo mejor esto de loba feroz intimida y ya va sin oponente, o sea, en un ejercicio de gran democracia, nadie se opone a Ileana Ros, corre sola, y esto no es solo por miedo, acuérdense que aquí hace falta, además del miedo, dinero, y cuando usted ve que el dinero de los poderosos de la ciudad se pone todo en manos de Ileana Ros, ¿qué voy a hacer, pedir préstamo?, no me lo dan.  ¿Endeudarme y después de perder, además voy a estar pagando dinero?  No.  Entonces, ¿quién decide?  Aquí tienen un ejemplo de cómo el dinero decide aun antes que se haga la elección.

Lo otro, que cuando alguien osa decir algo de que va a aspirar o piensa aspirar contra Ileana Ros, dicen una cosa siempre:  “Que se preocupe por los problemas del distrito y se deje de preocupar por el tema de Cuba.”  Lo que demuestra que no se está preocupando por los problemas que hay en el distrito, donde, como parte de la ciudad con el índice de pobreza más bajo, de acuerdo con estándares norteamericanos:  hay bastantes problemas de delincuencia, hay bastantes problemas en el sistema educacional —bueno, imagínense, Demetrio Pérez está a cargo de uno de los sistemas educacionales de esa ciudad—, hay bastantes problemas con las otras minorías latinoamericanas y los afronorteamericanos, ninguno de estos temas jamás ha sido abordado en un discurso electoral de esta señora.

Quiero detenerme en otro:  Lincoln Díaz-Balart, el batistiano perfecto, y no lo digo yo, pregúntenselo, que algún periodista algún día le pregunte, si él reniega de Batista y oirán su respuesta.  Ya hubo un intento por ahí, pero sería muy interesante.

En el año 1998 un abogado norteamericano, Patrick M. Kusack, decidió correr o aspirar al escaño del Congreso de Lincoln Díaz-Balart.   Y es curioso, nosotros tuvimos hace poco acceso a personas que participaron en la dirección de la campaña de este candidato y nos autorizaron a que contáramos aquí algunas cosas de cómo se eligió Lincoln Díaz-Balart al Congreso de Estados Unidos.

Primero, ustedes vieron este problema de las boletas mariposa y todo esto, que no se sabía dónde marcar.  En el caso de la elección de Lincoln, en todos los colegios electorales de ese distrito, había gente del equipo de Lincoln Díaz-Balart, ¿y qué hacían?  Cuando entraban los llamados viejitos cubanos, sobre todo, les decían:  “No se preocupe, mi viejo”, y ellos le marcaban la boleta, el viejo no hacía el acto del voto, sino que le decían:  “Yo se la marco”, y le marcaban la boleta.  Eso sucedió en todos los colegios del distrito, donde personas del equipo de uno de los candidatos le marcaba físicamente la boleta a estas personas.

Ahora, ¿qué pasa, por qué esto pudo ocurrir impunemente?  Bueno, volvemos al dinero.  El opositor a Lincoln Díaz-Balart, este abogado, Patrick Kusack, no pudo tener observadores en ningún colegio, porque no tenía dinero no podía pagar tener observadores y, por tanto, era la gente de Lincoln dominando en los colegios.

Durante la campaña hubo una cosa muy curiosa, que es otra violación más de la ley.  Oigan los siguientes personajes:  Rafael Díaz-Balart, ministro de Batista; Ileana Ros Lehtinen, Tomás Regalado y Alex Penelas, ellos hicieron un anuncio —pero no dijeron que era un anuncio pagado, porque si no tienen que cumplir determinadas reglas— que trasmitieron en La Cubanísima  y en Radio Mambí, y lo repetían, donde decían, ellos comentando —fíjense, el alcalde del condado, un comisionado, una congresista federal y un ministro batistiano— en público que Patrick Kusack, el contrario de Lincoln Díaz-Balart, era un tipo “blandito”.  Y todo el mundo sabe en el argot de ese condado de Miami Dade, cuando usted le está diciendo “blandito”, que la insinuación es de homosexual, no era otra; le dijeron comunista comprobado y que, además, tenía sus manos manchadas de sangre, pues por ser comunista y defender a Fidel Castro y a su régimen, tenían las manos manchadas por las avionetas de Hermanos al Rescate.

Lo primero que quiero decir es que esto es una violación de las normas de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos, esto no se puede hacer en la radio en Estados Unidos; si usted lo hace en otro estado, posiblemente le metan pleito, vaya preso, la emisora tenga que cerrar o tenga serios problemas.

Lo segundo que quiero decir es que yo tuve oportunidad de preguntarle a la esposa de este candidato qué había de cierto en esto.

¿Quién es Patrick  Kusack, este que acusan públicamente de todo esto? Es nieto e hijo de policía, es predicador voluntario en las prisiones los fines de semana y es abogado de un bufete que se ocupa solamente de los asuntos de oficiales del ejército de Estados Unidos.

¿Cuál era su programa de campaña?  Dijo:  Yo no quiero que en el distrito se hable de Cuba; quiero que se hable de los problemas de este distrito, de la educación, del empleo, de las minorías, de los seguros de salud y todos esos problemas.  Pues Lincoln Díaz-Balart —y esto lo dijo en la campaña— no ha traído un solo centavo del gobierno federal a este distrito desde que es representante federal. 

Yo le pregunté:  En medio de esto, ¿por qué este hombre decidió correr contra Lincoln?  Ella me dijo:  Bueno, mira, es irlandés, es testarudo y quiere salvar a Miami de esta gente.

Quiero terminar diciendo que así ganó Lincoln su campaña, así se elige un representante al Congreso Federal; pero no solo eso, sino que Lincoln es un delincuente.  No lo digo como un adjetivo, es un calificativo que responde a que en dos ocasiones su campaña fue investigada por el General Accounting Office, una oficina del Congreso de Estados Unidos, y en las dos ocasiones encontraron que había violado la ley federal, por tanto, había cometido delitos.  ¿Por qué razón?  Porque se le había “olvidado” declarar más de 100 000 dólares de donaciones que había recibido.  Se le olvidó declararlo.  Si no le hacen la investigación, ya ustedes saben cómo se repartía todo esto.  Por supuesto, no pasó nada, nadie procedió, nadie presentó una acusación y nadie hizo absolutamente nada.

Quizás por esto, Randy, es que Bush estaba pensando, o el que escribió el discurso, en la Cuba de 1958 que tan bien se ha reproducido en Miami y se ha adaptado a esas condiciones, y no cabe duda de que el Presidente de Estados Unidos cuando dijo esto en su discurso estaba pensando en el batistiano perfecto Lincoln Díaz-Balart.  Dijo Bush:  “Quiero agradecer la presencia aquí de dos excelentes congresistas:  Ileana Ros y Lincoln Díaz-Balart.”  Esos son los valores que estaba vendiendo ese día el Presidente de Estados Unidos.

Randy Alonso.-  Gracias, Taladrid por tu comentario.

(Se ruedan breves imágenes sobre el tema)

Randy Alonso.-  Haciéndose de la vista gorda ante todo lo que hemos hablado en nuestra mesa redonda de hoy, lo cual él conoce perfectamente bien, porque dirigió la estrategia de robo de las elecciones desde su cuartel general en Texas; el presidente Bush se fue nada menos que a Miami a decir, entre otras cosas, en su discurso, que “todas las elecciones en la Cuba de Castro han sido un fraude; la voz del pueblo cubano ha sido ahogada y sus votos carecen de sentido alguno.  Esa es la verdad.”

Le propongo entonces, a partir de estos planteamientos del presidente Bush, al profesor Toledo que nos aborde cómo es en nuestra sociedad el sistema electoral y el sistema de participación democrática de nuestros ciudadanos, ignorados olímpicamente por el presidente Bush en su discurso.

José Luis Toledo.-  En la mañana de hoy leía unas declaraciones que en el año 1959 hacía nuestro Comandante en Jefe donde expresaba:  “Nunca permitiré conscientemente ninguna inmoralidad.”  Este pensamiento del Comandante en Jefe se traducía necesariamente a un principio de nuestra sociedad y de la Revolución, y era precisamente lo que nos llevaba a rechazar esta mal llamada democracia representativa que los gobiernos de Estados Unidos pregonan como el modelo único, e incluso condicionante para calificar de democrático a un Estado.  Y nos llevó también a trabajar y a buscar un sistema institucional autóctono que nos permitiera desarrollar una democracia real y efectiva en el pueblo cubano.

En Cuba el contenido democrático de la sociedad no se agota en modo y en manera alguna en el ejercicio electoral, sino que comprende una participación mucho más amplia, sistemática y consustancial a todos los aspectos de la vida social.

Específicamente nuestro sistema electoral tiene como basamento que es la ciudadanía, es el pueblo quien escoge, quien postula, quien elige, quien controla y quien revoca a sus representantes.  Ese es el basamento esencial de nuestro sistema electoral.

Es oportuno también en este sentido del sistema electoral nuestro destacar que la Constitución de la República en su Artículo 131 expresa   —y la voy a citar—: 

“Todos los ciudadanos con capacidad legal para ello tienen derecho a intervenir en la dirección del Estado, bien directamente o por intermedio de sus representantes elegidos para integrar los Organos del Poder Popular y a participar, con ese propósito, en la forma prevista en la ley en elecciones periódicas y referendo populares, que serán de voto libre, igual y secreto.  Cada elector tiene derecho a un solo voto.”

De tal manera que cada dos años y medio en nuestro país se celebran elecciones parciales, en las que se eligen los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular y, cada cinco años, elecciones generales que, además de elegir delegados a las asambleas municipales se eligen delegados provinciales y diputados a la Asamblea Nacional.

Como características fundamentales del sistema electoral cubano, además de las enunciadas, podemos destacar las siguientes:  “Inscripción universal automática y gratuita de todos los ciudadanos.”  Es decir, desde que un ciudadano nuestro arriba a los 16 años, automáticamente y sin ningún tipo de trabas, es inscrito en los registros electorales nuestros.

Randy Alonso.-  Dos años antes de lo que vota un ciudadano norteamericano y, además, sin tantos requisitos legales o, incluso, ficticios que se le pone al elector en Estados Unidos para que pueda inscribirse.

José Luis Toledo.-  Recordemos, incluso, que previo a las elecciones, en todos los lugares de la circunscripción donde concurre con masividad nuestro pueblo, se sitúan los listados electorales.  ¿Con qué propósito?  Con el propósito de que la ciudadanía revise su inclusión en ese listado, y de no aparecer, pues inmediatamente se dirigen a la Comisión Electoral de su zona, le notifica esto y, con la presentación de su carné de identidad, se le incluye inmediatamente.  Pero mucho más, si el día del ejercicio electoral no aparece en el listado, comparece ante el colegio, acredita mediante su carné de identidad su condición de ciudadano mayor de edad residente en la zona, se incluye en el listado y ejerce el voto.  Explico esto para dar toda la facilidad que se tiene en este sentido.

El otro aspecto es la postulación de los candidatos por los propios electores. 

En ningún momento en nuestro sistema institucional existen partidos, ni el Partido indica quiénes son las personas por las cuales hay que votar.  El Partido nuestro, el Partido Comunista de Cuba no participa en la contienda electoral, le está prohibido hacerlo por principios organizacionales del mismo.

¿Quiénes eligen a los delegados?  Los vecinos, los propios vecinos en un acto en que son convocados, y a mano alzada, atendiendo a las características relevantes de los compañeros allí proponen a las personas que deben integrar la Asamblea Municipal del Poder Popular, que constituye la base institucional nuestra, y a nivel del proceso electoral se eligen dos como mínimo y hasta ocho en cada circunscripción.

Randy Alonso.-  Y es una asamblea, Toledo, que tiene una importancia extraordinaria, porque se reúne el barrio para elegir entre ellos una persona que, de hecho, si resulta electa ya es delegado a la Asamblea Municipal pero, además, que están eligiendo a una persona que puede ser, incluso, diputado a la Asamblea Nacional, porque prácticamente el 50% de nuestra Asamblea es de los delegados esos electos en el barrio.

José Luis Toledo.-  Puede llegar a serlo; pero, además de esto, Randy, de esta forma en que se da la elección, está la garantía de que después estos ciudadanos mediante su voto directo y secreto el día de las elecciones, le ratifican o no su aceptación.

Yo traigo algunos datos que creo que son oportunos. 

Desde el año 1976, es decir, del mandato 1976-1979, que fueron las primeras elecciones para delegados a las asambleas municipales desde la instauración de los Organos del Poder Popular, han sido nominados 277 277 compañeros, y han resultado electos 127 894.  De estos 127 894, en correspondencia con lo que tú apuntabas, 1 377 han sido elegidos diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, que representan el 51,3% del total de los diputados que ha tenido nuestra Asamblea Nacional.

Aquí estamos hablando de compañeros que han sido electos, doscientos setenta y siete mil y tantos, pero no han sido los únicos, son muchos más, porque siempre se nomina más de uno.  Aquí estamos hablando del que resultó electo.  Esto, como mínimo, multipliquémoslo por dos, y podemos llegarlo a multiplicarlo en algunos lugares hasta por ocho; es decir que da una cifra mucho mayor de compañeros implicados en este tema.

De estos compañeros que han sido electos, 22 376 son obreros, 16 416 trabajadores administrativos o de servicios, 5 172 campesinos, 1 094 amas de casa, 6 793 compañeros de nuestras instituciones armadas, 3 980 jubilados, y, además de esto, de ellos, 24 443 han sido jóvenes estudiantes.  De ese total, además, 18 126 han sido mujeres. Es decir, estas cifras arrojan la presencia activa del pueblo como actor fundamental del proceso electoral.

Creo que otro aspecto que es oportuno significar aquí, es la participación del pueblo, porque aquí se ha hablado de los grandes abstencionismos, las grandes problemáticas de los que no pueden ejercer el voto, etcétera, etcétera.

Lázaro Barredo.-  Antes de que tú entres en ese dato, déjame subrayar algo que yo sé que tú lo sabes, pero me parece que es importante, y es el hecho de que hay que ser electo con más del 50% de los votos; es decir, se da hasta la condición de que si un candidato no recibe el 50% más uno de los votos, hay que ir a una segunda vuelta electoral, repetir las elecciones en ese mismo barrio, en esa misma circunscripción, y ya ahí el que tenga la más alta votación nominal resulta electo.

Randy Alonso.-  No se puede dar ningún caso en que alguien sea electo, como el presidente Bush o los presidentes norteamericanos, solo con un cuarto de la población electoral en ese distrito o en ese lugar.

José Luis Toledo.-  Yo había previsto referirme a lo que Lázaro ha apuntado en un momento en que voy a hablar de la total transparencia y limpieza de los comicios; pero antes quiero seguir en la dirección que iba.

Cuando nosotros vemos en las estadísticas la asistencia de electores, digamos, a las elecciones de delegados a las asambleas municipales, desde el año 1976 hasta el 2003, para el mandato 2000-2003, que fueron las últimas, en ningún caso ha habido menos de un 95% de asistencia.

Por ejemplo, voy a citar los tres últimos períodos:

En el mandato 1995-1997:  Tanto por ciento de electores que ejercieron el voto:  97,1%, que representan 7 545 821 electores.

En el mandato 1997-2000:  97,5% de asistencia a las urnas, que representan 7 760 582 electores.

En el año 200-2003:  98,1% de asistencia, que representan 7 913 112 electores en las urnas.

Si vamos a buscar, además, el proceso electoral de 1992, en el que se eligieron delegados provinciales y diputados a la Asamblea Nacional, el porcentaje de asistencia a las urnas fue de 99,57%, es decir, de las personas que ejercieron el voto.

La asistencia nuestra a las urnas la vemos no solamente como un hecho de mera participación en la contienda electoral y en el proceso electoral, sino, incluso, como un proceso de ratificación y apoyo al proceso revolucionario.

Otro aspecto que quiero destacar dentro de las características de nuestro proceso electoral es la inexistencia de campañas electorales, eso todos lo sabemos.  Aquí está prohibido que ninguna persona haga campaña electoral en su beneficio personal, esa situación verdaderamente nauseabunda de las transnacionales dando dinero para financiar campañas, de compromisos que se han apuntado aquí que se van realizando, y que, incluso, en Cuba, anterior al año 1959, era una situación ver a la ciudad totalmente empapelada de un lado a otro, eso es totalmente inexistente.

La única campaña que hay es que en un lugar determinado se sitúa una foto y la biografía de los compañeros propuestos y nada más, y en las elecciones generales algún recorrido que se organiza, por los compañeros a cargo del proceso electoral, en que vamos todos los diputados.  Aquí hay unos cuantos que somos diputados y hemos participado en estos recorridos a centros de trabajo, a encuentros con la ciudadanía en las comunidades, a visitar escuelas, etcétera, etcétera, sin ningún tipo de alusión personal a ningún compañero.

Otro aspecto es la total transparencia y limpieza de los comicios.

Bueno, Lázaro ya apuntaba el tema de la cantidad de votos que se exige por ley para resultar electo; y, además, la repetición del acto electoral si no se alcanzan esos niveles de votación por la persona.

Pero, además de esto, recordemos cómo se celebran nuestras elecciones, quién custodia nuestras urnas.  Cuando usted ve procesos electorales en otras partes del mundo, se pone el ejército en estado de alerta, se movilizan miles de soldados, etcétera, etcétera.

¿Quién cuida nuestras urnas?  Nuestros pioneros; nuestros pioneros que participan en miles y miles y miles de cantidades en todo el país custodiando nuestras urnas.

¿Quiénes integran las mesas electorales?  Los propios vecinos de la circunscripción.

¿Cómo se realiza el escrutinio?  Antes de realizar la elección se enseña la urna a todos los vecinos que están presentes y se procede a sellarla y, posteriormente, terminado el escrutinio, se convoca a la población a acudir al colegio electoral y ante ellos se hace el conteo de los votos, e inmediatamente se sitúa en una boleta anulada en la parte exterior del colegio para el conocimiento de toda la población.

Ya he destacado el papel, además, del Partido.

Ahora bien, como ya apunté, no solo el acto electoral agota el ejercicio democrático en nuestro país.  Algunas características de nuestro sistema representativo deben destacarse, estamos obligados a hacerlo, y quiero fundamentarme para ello en el Artículo 68 de la Constitución de la República.

Dice la Constitución de la República, en su Artículo 68, “que los órganos del Estado se integran y desarrollan su actividad sobre la base de los principios de la democracia socialista que se expresan en la regla siguiente:

“Todos los órganos representativos del poder del Estado son electivos y renovables.

“Las masas populares controlan la actividad de los órganos estatales, de los diputados, de los delegados y de los funcionarios.

“Los elegidos tienen el deber de rendir cuenta de su actuación y pueden ser revocados de sus cargos en cualquier momento.

“Cada órgano estatal desarrolla ampliamente, dentro del marco de su competencia, la iniciativa encaminada al aprovechamiento de los recursos y posibilidades locales, y a la incorporación de las organizaciones de masa y sociales a su actividad.

“Las disposiciones de los órganos estatales superiores son obligatorias para los inferiores.

“Los órganos estatales inferiores responden ante los superiores y les rinden cuenta de su gestión.

“La libertad de discusión, el ejercicio de la crítica y autocrítica y la subordinación de la minoría a la mayoría rigen todos los órganos estatales colegiados.”

Aquí quiero entonces detenerme un momento, en el aspecto de la Asamblea Nacional.

La Asamblea Nacional nuestra es un órgano unicameral, es decir, está formada solamente por diputados.

No es un órgano permanente, a diferencia de otros lugares, los diputados no somos profesionales, no devengamos un salario por nuestra actividad, es una actividad totalmente honorífica y, además, que desarrollamos con mucho orgullo y satisfacción, aun aquellos que, incluso, podemos ostentar cargos como presidir una comisión, etcétera, etcétera, lo hacemos sin devengar ningún tipo de salario. 

Todos los diputados rendimos cuenta de nuestra actuación ante la asamblea municipal del Poder Popular que nos nominó.

Hoy por hoy, la Asamblea Nacional del Poder Popular se integra por 601 diputados.  De estos, el 27,6%, 166 son mujeres; 189 tienen una  edad de 18 a 40 años, el 31,4%; 374, de 41 a 60 años, el 62,2%, y más   de 60 años, 38 compañeros, para el 0,6%.

Además, hay que destacar que el 24,13% de los compañeros que la integran son vinculados directos a la producción y los servicios, o sea, son obreros de este país; el 10,65% se encuentran vinculados a otros tipos de actividades en el país, pero el grueso mayor lo conforman, casi en su totalidad, compañeros vinculados a la producción; y, como tú apuntabas también ahorita, otro número muy considerable de ellos son delegados de las asambleas municipales del Poder Popular, es decir, compañeros de la base que integran también la Asamblea Nacional.

Pero, como apunté ahorita, la Asamblea Nacional no es un órgano permanente y, como no es un órgano permanente, pues elige de su seno un Consejo de Estado, que lo forman 31 compañeros y que, en los momentos en que ella está vacante, es el órgano supremo del poder del Estado.  Por eso, en una intervención que hice en días pasados, apunté, el caso específico del Presidente del Consejo de Estado, pero lo puedo apuntar de los 31 de sus integrantes, que son sometidos a dos procesos electorales:  el proceso electoral para ser electo diputado y, posteriormente, el proceso electoral que realiza la Asamblea Nacional, mediante voto directo y secreto, para conformar quienes integran el Consejo de Estado.

Y aquí hay algo que quiero apuntar:  cada uno de los diputados de la Asamblea Nacional que resultan electos a ella, son consultados por la Comisión de Candidatura en una entrevista individual, para oír su candidatura, de quiénes deben integrar el Consejo de Estado, desde el Presidente del Consejo de Estado hasta un simple miembro.  Es decir, cada uno de los diputados debe ir a esa entrevista con 31 propuestas de quiénes deben integrar, y de ahí sale la candidatura propuesta.

Por último, quiero referirme al proceso legislativo, como una expresión cabal de la democracia en nuestro país, no puedo dejar de hacerlo, aunque sé que el tiempo puede apremiar.

A veces cuando se reúne la Asamblea Nacional, algunas personas dicen:  “Bueno, pero casi no discuten.”  En otros lugares se vive de eso.  Hay personas, que he conocido, diputados y senadores en otros países, señores que no ganan 3 000 ó 4 000 dólares, ganan 10 000, 11 000, 20 000.  Hay un país recientemente de Latinoamérica en que hay un gran escándalo, porque es un país que tiene una situación económica difícil y el Congreso tomó la sabina decisión de elevarse los salarios, un país que, además, conocemos bien, porque vamos allí frecuentemente.

En Cuba, cuando nosotros nos reunimos en el Plenario de la Asamblea Nacional, eso ha sido precedido de un intenso trabajo para adquirir consenso con relación a los temas que allí se van a discutir y traigo tres ejemplos concretos, para no exponer esto de manera teórica.

El 13 de julio del año 2000 nosotros aprobamos la Ley de los Consejos Populares.  Cuando se reunió la Asamblea para aprobar la Ley de los Consejos Populares, y aquí hago el siguiente análisis:  el sistema nuestra nunca lo hemos considerado un sistema perfecto, y estamos en continuo estudio para su mejoramiento, para su perfección, para que alcance metas superiores en esta real y efectiva democracia que se ha dado el pueblo de Cuba, y esta es una de las leyes que complementan la vida democrática de la nación, la Ley de los Consejos Populares.  Cuando nos reunimos allí, se discutió en la Asamblea Nacional y se aprobó la versión número 11; es decir que previamente habían sido discutidos 10 proyectos de ley. 

Primeramente —tuve la posibilidad de hablar de esto recientemente con el compañero Cárdenas, que preside la Comisión de Organos Locales de la Asamblea— se reunieron con un grupo de expertos de las asambleas municipales y provinciales, y así se conformó la primera versión de este proyecto de esta ley.  Posteriormente se dieron dos reuniones, en cada una de las provincias del país, con los presidentes de los Consejos Populares de toda la nación.  Estos presidentes de Consejos Populares no eran diputados.  Posteriormente se dio una reunión en cada provincia con presidentes de consejos que eran diputados, y después se dieron dos recorridos, en dos ocasiones distintas, por todo el país, con todos los diputados de la nación, analizando este Proyecto de Ley.

Se recogieron en todo este proceso a que he hecho referencia, 1 600 opiniones y criterios que fueron debidamente analizados por el  grupo de trabajo que tenía a cargo esta ley; incluso, muchos de ellos incorporados.

Otra ley a la que me quiero referir, la Ley de Revocación del Mandato de los elegidos a los Organos del Poder Popular, la Ley 89, que se aprobó el 14 de septiembre del año 1999.  Cuando la fuimos a aprobar a la Asamblea, lo que aprobamos allí fue la versión 21; es decir, habían existido previamente 22 Proyectos o Anteproyectos de Ley que habían sido sometidos a un proceso similar al que ya me he referido.

Por último, actualmente, ¿en qué está trabajando la Asamblea?  Estamos trabajando para llevar al próximo período ordinario de sesiones, la Ley de las Cooperativas Agropecuarias.  ¿Y qué se está haciendo con la Ley de Cooperativas Agropecuarias, compañeros?  Se está discutiendo en cada una de las bases campesinas de este país, con cada uno de los campesinos y cada una de las familias que tienen que ver con esto. 

El compañero Lugo le informaba recientemente al Presidente de la Asamblea Nacional, al culminar ya este proceso y presentarle la ley a la Asamblea, que se llevaron a cabo, en 3 351 cooperativas de producción agropecuaria y de créditos y servicios reuniones a las que me he referido; participaron en ellas 212 779 cooperativistas y sus familiares, que representan el 89% de los posibles a asistir, y allí se vierten opiniones, criterios, todo eso se recoge.  Se terminó este proceso, y ahora empieza el proceso con los diputados.  Ya este mes empieza un recorrido por todo el país para discutir provincia por provincia, con los diputados, el Proyecto de Ley.  Es decir que cuando ya esa ley se aprueba definitivamente por la dirección de la Asamblea llevarla al próximo período ordinario de sesiones, ha sido ampliamente discutida y buscado un consenso entre todos los miembros de la Asamblea para esto.

Pero no participan en este proceso solamente los diputados, aquí se ven opiniones de las organizaciones de masa, se oyen de las organizaciones de expertos, se oyen criterios de los compañeros de las universidades, de científicos, de todos los que de una forma u otra quieran opinar al respecto.  Y es un proceso similar, quizás un poco más reducido, el que celebra el Consejo de Estado.

Cada vez que el Consejo de Estado va a aprobar un Decreto- Ley, no solamente lo circula a sus 31 miembros y lo aprueba.  No, no, se circula a un amplio espectro de la sociedad y se oyen sus opiniones, se discute y se vuelven a circular, hasta que se busca un consenso; porque ha sido siempre el consenso y la presencia activa del pueblo lo que ha definido la marcha de la institucionalización en la Revolución.  Por eso, cuando yo oía al compañero Miguel referirse a los mitos dentro de la democracia norteamericana, y por todo esto que he argumentado, puedo decir que ese principio que ha formado a la Constitución de los Organos del Poder Popular en el país de que el poder del pueblo, ese sí es un poder, en Cuba eso no es un mito, eso es una realidad.

Randy Alonso.-  Y como usted decía, tenemos un sistema democrático aún imperfecto, pero que es hoy el más democrático que se ha dado en una sociedad de nuestro tiempo y que permite la participación del pueblo en todos sus niveles y en todas sus acciones hacia la sociedad.

Un ejemplo de lo que es nuestro sistema democrático y de cómo funciona nuestro sistema electoral son, sin duda, los delegados de nuestras circunscripciones, el poder allí en la base, el poder real del pueblo, y Nuria Cepero nos ha traído este reportaje de Fidencio Rodríguez Lobaina, el delegado de la circunscripción No. 20, en La Habana Vieja, quien tiene 25 años de labor en los órganos locales del Poder Popular.

Nuria Cepero.-  Fidencio Rodríguez Lobaina es de extracción muy humilde y nació hace 68 años en el municipio guantanamero de San Antonio del Sur.

Hoy acudimos a su encuentro, porque este hombre sencillo es delegado del Poder Popular de la Circunscripción número 20, del municipio capitalino La Habana Vieja.  Fueron sus vecinos los que lo propusieron como candidato a delegado, y en las primeras elecciones del Poder Popular en 1976 lo eligieron para que fuera su representante, y así se ha mantenido en estos últimos 25 años.

         Fidencio Rodríguez.-  Nadie a nosotros nos ha puesto para que nosotros sigamos de delegado; es la población la que nos ha elegido, y nos mantiene ahí hasta la fecha. 

         Nuria Cepero.-  Dicen sus propios electores que Fidencio es incansable.  Su circunscripción y el Consejo Popular Plaza Vieja que preside desde 1995 lo conoce al detalle.  No hay problema que se origine en esta compleja zona que se escape a su dedicación y sensibilidad.

         Fidencio Rodríguez.-  La población tiene confianza en nosotros, y cuando hay un problema que no se puede resolver, se explica por qué no se puede resolver.  Lo más importante es que la población sepa, por lo menos la población está de acuerdo con que si tú no puedes resolver un problema, le expliques y le digas la verdad.  Siempre he tratado, desde que soy delegado, de no esconder nada, nunca decir una mentira, decir siempre lo que se pueda resolver y lo que no se pueda resolver.

         Nuria Cepero.-  ¿Lo quiere la gente?

         Funcionario.-  Nosotros entendemos que sí.  Lo entendemos así porque se comprueba año por año que sale delegado porque es un compañero que atiende a la población, y ve los problemas de la población como si fueran problemas de él, y es querido por la población porque nunca ha habido una dificultad, siempre dentro de las posibilidades          —como ya le explicaba anteriormente— se les da solución a los problemas en cualquier momento que la población viene a...

         Nuria Cepero.-  ¿Es humano?

         Electora.-  Es humano, es una gente muy sencilla, de una familia muy sencilla.  Vive en condiciones no fáciles.

         Electora.-  Es una persona muy preocupada por la situación de la población, por la situación de salud de la población, fundamentalmente.  Con respecto a nosotros, que trabajamos en salud, él se ocupa constantemente de nuestras necesidades, de la situación de los casos sociales, de los casos que tienen cualquier dificultad.

         Electora.-  Muy buena persona, muy querida por todo el mundo, muy preocupado por todo el mundo, y deja de ser de él para ser de los demás.  De eso sí yo le puedo decir.

         Nuria Cepero.-  Fidencio es uno de los miles de delegados que a lo largo y ancho de todo el país han sido propuestos y electos por sus propios vecinos.  Hombres y mujeres para los que prácticamente no existe el descanso y cuya recompensa mayor es la de ser fieles defensores de los intereses del pueblo, ese que con su sabiduría sabe dónde están sus verdaderos representantes.

         Randy Alonso.- Todo esto que hemos hablado sobre nuestro sistema electoral, sobre nuestro sistema de participación democrática de la ciudadanía, sobre un ejemplo como el de Fidencio, trabajador desde la elección del pueblo para ese propio pueblo, pues fue desconocido y sigue siendo desconocido olímpicamente por el presidente Bush, quien en sus palabras en el auditorio de Miami decía cínicamente:  “Estamos en una era en que todas las naciones de nuestro hemisferio han escogido el camino de la democracia, excepto Cuba.” 

¿Qué piensan los propios latinoamericanos sobre sus democracias?  Esta fue una encuesta que se realizó el pasado año y yo creo que nos da muy interesantes resultados.

        

         Periodista.-  Y solo uno de cada cuatro latinoamericanos se siente satisfecho con la democracia, y menos de la mitad la apoya como el mejor sistema político.  La cifra se desprende de un estudio realizado en 17 países de nuestra región.

         Alberto Pando nos informa desde Santiago de Chile.

         Alberto Pando (Chile).-  La democracia, el gobierno del pueblo ya no es algo valioso para los latinoamericanos.  El Latinovarómetro, estudio que realiza una corporación privada en 17 países de la región, así lo atestigua.

         En 1996, el 60% apoyaba la democracia; hoy solo un 48% declara preferirla.  El expresidente chileno Patricio Aylwin lo considera preocupante.

         Patricio Aylwin.-  En los países donde hay democracia, los derechos humanos son respetados, la libertad de las personas, la vida de las personas, la privacidad de las personas son respetadas, y en las dictaduras, la verdad es que los derechos humanos son desconocidos, y la gente desaparece, o la gente es tomada presa sin justificación, o es simplemente asesinada como ocurrió en Chile durante la dictadura.

         Alberto Pando.-  Dicen que la crisis económica y el desprestigio de algunos políticos puede haber provocado esta crisis de credibilidad.   Es también el diagnóstico de los responsables del estudio.

         Angélica Speich.-  Ha habido desde la inauguración de la nueva democracia una explosión de las expectativas de la gente que no han sido cumplidas, y más aún con crisis económica esto aumenta y, por lo tanto, este apoyo ha disminuido.

         Alberto Pando.-  Al punto que el 51% considera que el desarrollo económico es más importante que la democracia contra el 25% que dice lo contrario.

         Las instituciones en las que menos confían los latinoamericanos son el poder judicial, el Parlamento y los partidos políticos.

 

         Randy Alonso.-  Esa es la democracia de que nos habla el presidente Bush que está implantada hoy en toda América Latina, excepto Cuba, una democracia en total descrédito para el sistema y para los partidos políticos.

         Sobre eso nos abunda Lázaro Barredo.

         Lázaro Barredo.-  Cada vez que se realiza una reunión de presidentes, digamos, la Cumbre de las Américas, o se celebra la reunión del Grupo de Río, siempre se oye a los políticos, sobre todo a los gobernantes norteamericanos, decir que está ausente la única nación que no tiene democracia.  Siempre se trata de restarle valor al sistema participativo que tiene Cuba. 

Era de esperar el criterio del presidente Patricio Aylwin.  Si uno se pone se pone a ver, han pasado 40 años de la Alianza para el Progreso, que Estados Unidos apoyó con un presupuesto de 20 000 millones de dólares, al valor de aquel entonces, y han pasado 40 años.  Se hizo todo aquel esfuerzo por Estados Unidos precisamente para tratar de aislar a Cuba, para contrarrestar el ejemplo de Cuba, la alternativa de Cuba, y han pasado 40 años de gobiernos civiles y militares, liberales, conservadores, populistas, fascistas, doctrinas desarrollistas, proteccionistas y neoliberales, y el resultado es que 40 años después, más de la mitad de la población latinoamericana vive en la pobreza y con una ostensible tendencia hacia la marginación política y democrática.

En la “Suiza de Centroamérica”, que acaba de celebrar recientemente elecciones, Costa Rica —y es la de más bajo abstencionismo de América Latina—, el 44% de la población no fue a votar; en el resto de los países es del 50%, 60%, porque la gente no siente la utilidad de la política en su vida.

Tengo por aquí muchas declaraciones de los propios costarricenses que explicaban por qué no iban a votar, porque dicen que no van a favorecer el incremento de la corrupción de sus gobernantes, no confían en sus gobernantes, la gente no cree en los partidos políticos, no cree en las instituciones políticas de Latinoamérica.  Esa es la gran decepción. De ahí que eso que pasa en Estados Unidos es lo que viene pasando en América Latina: grandes finanzas que influyen sobre las campañas para tratar de crear motivación en la gente; campañas en que, por cierto —es una cosa increíble—, todo el discurso político se monta en un discurso contra el neoliberalismo, y después que las personas resultan electas presidentes de esos países, lo que hacen es aplicar más neoliberalismo.  Eso es lo que ha estado ocurriendo, y no es solo el abstencionismo, no es solo decir que el partido más grande de América Latina es el partido de la abstención, sino después, cuando uno ve la pérdida de la popularidad de esos presidentes, la manera en que la gente no cree en ellos, como pasa hoy con Alejandro Toledo, que más de dos tercios de la población peruana no cree en él, no tiene confianza en lo que está haciendo; lo que pasa con el presidente Fox, casi el 65% de la gente en las últimas encuestas muestran escepticismo hacia lo que está haciendo; es lo que pasa con la señora Moscoso en Panamá, que más del 50% de la población no cree en su gobierno.  Ni hablar de Duhalde, ni hablar del divertido Batlle, el uruguayo, que la gente en su país no tiene ninguna perspectiva, no sabe, se acuestan todos los días con la incertidumbre de lo que va a pasar mañana; y ni de hablar de otros personajes, como el “soplo de aire fresco” que gobierna el San Nicolás del Peladero centroamericano.

Francamente te digo que lo más indignante es, además, ver cómo esta gente usan la palabra democracia, una verborrea permanente en sus discursos retóricos, cuando toman todas las decisiones fundamentales sin contar ya con nadie.

Menem —para mencionar un solo ejemplo— en una tarde cambió todo el panorama económico de Argentina firmando la privatización.

No consultan para nada, ni tan siquiera ya  para cubrir las apariencias, a los parlamentos.  Lo acabamos de ver ahora en el voto de la Comisión de Derechos Humanos, el Congreso de México se opuso a ese voto, el Congreso de Perú se opuso a ese voto, el Congreso de Argentina se opuso a ese voto, y los presidentes hicieron caso omiso.

Las decisiones de gran trascendencia no se consultan ya con nadie, se consultan, si acaso, con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que son los que están sentando las pautas de lo que hay que hacer.  Esos son los grandes clientes, de ahí surge el gran clientelismo que hay en la política latinoamericana.

Por último, lo más indigno, se pasan todo el tiempo hablando o, por lo menos, recomendándoles a otros hacer referendo y no se atreven, ni por asomo, a consultar en referendo las barbaridades que están haciendo, como la privatización del petróleo, de los bancos, de los servicios, la entrega de sus naciones, que no lo someten a referendo de sus pueblos.

Hay un neoautoritatismo en América Latina, una especie nueva de gobierno al estilo de los militares en muchos de estos personajes que permanentemente están hablando de democracia.

Para terminar, creo, realmente, que lo que se está estableciendo en América Latina no es solamente la doctrina del nuevo monroísmo, sino es una Enmienda Platt nueva para América Latina y la protesta de esa Enmienda Platt la vimos en la escena de la diputada en el Congreso, en   la Cámara de Diputados de Argentina, cuando pidió cambiar la enseña nacional y pidió que pusieran otra bandera, la bandera de las barras y las estrellas, que eso creo que resume lo que está ocurriendo en nuestro continente.

Randy Alonso.-  Es la democracia que propone el señor Bush, esa combinación de la Cuba de los años cincuenta con la América Latina de estos tiempos, en la que el partido más importante es el partido de la abstención electoral.  La gente no cree en los partidos y no cree en los políticos.

Un ejemplo de ese descrédito es lo que sucede en Perú.

Periodista.-  Muchos peruanos quieren demostrarle al presidente Alejandro Toledo que no lo quieren porque no ha cumplido muchas de sus promesas de campaña.  Las encuestas no le favorecen y cuando lo ven en actos públicos le gritan, lo abuchean y hasta amenazan con agredirlo.

María L. Martínez.-  Apenas tiene 11 meses en el poder y Alejandro Toledo ya sufre la impopularidad y el desencanto de la población que lo volvió a abuchear en una de sus actividades públicas y tuvo que subir a su automóvil protegido; aunque sus defensores acusan a sus opositores de estar detrás de las contramanifestaciones en la calle, lo acusan de no cumplir sus promesas y piden trabajo a gritos.

Ciudadano.-  Y que no prometa, no prometa, no prometa.

Ciudadano.-  El pueblo quiere trabajo.

Ciudadano.-  No prometa, no hay trabajo hermano.  Por eso es que la gente no reclama.

Ciudadano.-  La gente le rechaza por muchas cosas, primeramente, que no hay trabajo; en segundo lugar, en su campaña que ha pasado ha hecho muchas promesas.

Ciudadana.-  Trabajo es lo único que queremos, trabajo, nada más; otra cosa no queremos más.

Ciudadano.-  Y él desde que entró en el gobierno ahorita todas las empresas están quebrando.

María L. Martínez.-  Toledo no ha querido hablar sobre la constante baja en los índices de su popularidad que, según la empresa Analistas y Consultores, está solo en 23%.

Los analistas reconocen que es muy pronto para juzgar su gestión, pero más de uno coincide en que el programa económico es el que necesita ajustes.

El descontento acumulado se refleja en las calles y en las constantes protestas en varias ciudades del país.

El efecto de la visita de Bush que logró levantar la imagen de Toledo fue brevísimo.

El gobierno pide paciencia para que se sientan los efectos del plan económico, que ha sido calificado de estable por las agencias calificadoras de riesgo.

Randy Alonso.-  Este es el ejemplo de lo que sucede en América Latina, es el ejemplo también al que nos quieren conducir las lecciones del señor Bush, quien no entiende, además, que la democracia va mucho más allá que el propio acto del proceso electoral.  Sobre eso le propongo su comentario final a Renato Recio.

Renato Recio.-  En realidad, Bush —como se ha dicho aquí tantas veces— no debiera hablar de la democracia, una persona que ocupa la presidencia ilegítimamente; pero tampoco debiera hablar por la tradición de los gobiernos norteamericanos mucho antes que él, porque si uno repasa la historia va a encontrar cómo el doble lenguaje de las “elecciones libres” y una práctica que las niega, es algo común.

Por ejemplo, vamos a partir de una idea, Estados Unidos ha manipulado con mucha frecuencia, saboteado, e impedido esas mismas “elecciones libres” cuando no le conviene, en cualquier país, sobre todo del Tercer Mundo.  Eso se ha visto muchas veces.

Por ejemplo, hay un libro que escribió el expresidente norteamericano Dwight Eisenhower, en 1963, y reconoce que su gobierno, su propio gobierno obstruyó las elecciones de 1956 en Viet Nam porque era previsible que el 80% de la población hubiese votado por Ho Chi Minh y no por el candidato títere de Francia que estaba impuesto allí, que se llamaba Bao-Dai.

En segundo lugar, los gobiernos norteamericanos —y esto es otra práctica que es irritante al grado máximo— no toleran, no pueden tolerar a los gobiernos populares que surgen de “elecciones libres”, tal y como ellos recomiendan.  Ejemplos hay muchos, vamos a recordar el caso de Jacobo Arbenz, en Guatemala, en 1954; el caso de Salvador Allende, muy notorio, en 1973; el proceso sandinista en los años ochenta, y ahora recientemente está en la mente de todos la idea de que Hugo Chávez está siendo bombardeado con todos los recursos del poder norteamericano para que cese en su gobierno, apoyaron el golpe, todo el mundo se acuerda de eso, y el presidente más electo, más sometido al sufragio que Hugo Chávez yo creo que no ha habido en la historia; pero, sin embargo, ahí se ve que es un doble patrón, es una utilización oportunista del concepto ese de “elecciones libres”.

En tercer lugar, los gobiernos de Estados Unidos han apoyado sin recato todo tipo de farsas electorales, cuando ocurre en un país y ahí le conviene que le surja el gobierno que usó la farsa electoral, usó los pucherazos y todas esas cosas.

En Cuba republicana o seudorrepublicana hubo una multitud de casos, pero los ha habido también en Panamá, en la República Dominicana, en El Salvador, en fin, es una lista interminable de países.

Creo que esto que ya desacredita el concepto de “elecciones libres” que nos propone Bush; además de eso, el pueblo cubano,  culto, con preparación, con información, creo que no aceptará que el concepto de elecciones y el concepto de democracia son equiparables.  Es decir, aquilatamos el valor del sufragio como un elemento importante del concepto de democracia, pero asistir a las elecciones periódicas, depositar el voto en la urna no es ni remotamente, como creo que Toledo lo había dicho, solo eso, no es la democracia.

Los cubanos sabemos que unas elecciones con la mitad o menos de los electores ejerciendo el voto, no puede ser considerada democracia; gobiernos electos —como aquí se ha dicho— con un 25% ó un 30% o a veces menos por ciento del total de la población electoral, no puede ser considerado democrático; electorados que tienen el 20% ó el 30% de analfabetos totales o residuales, no pueden ser electores que participen de una verdadera democracia, y esa situación se da constantemente en países empobrecidos por el mismo sistema que propugna ese sistema electoral.

Cuando los electores no pueden ejercer después el sufragio, el más mínimo control —eso lo vemos a diario, estas encuestas que dan que los electores no le conceden ya simpatía alguna a aquel por el cual él mismo pudo haber votado hace unos meses—, no tiene ningún medio para controlar que haga lo que le prometió que iba a hacer.   No hay rendición de cuenta, no ha posibilidad de cambiar un gobernante, exigirle responsabilidad, y es que hoy día, en este momento del neoliberalismo supremo, los gobernantes ya declaran paladinamente que no son responsables de las cosas más importantes, de las cosas que hacen sufrir, que maltratan a las poblaciones, como eso que se decía ahí, los peruanos esos que hablaban del empleo, el empleo, el empleo.  Bueno, un gobernante de hoy, cuando le dicen:  “El desempleo está subiendo de una manera criminal, los salarios bajan”, ese gobernante dice:  “No, nosotros no somos responsables de eso, ese es el comercio mundial que está decayendo, que no hay oportunidades para nosotros.”

Cuando la mortalidad infantil sube, por ejemplo, un gobernante puede decir:  “No, yo no tengo la culpa de eso, eso es que la educación sexual de los pobres es mala y entonces se reproducen sin sentido.”

Hay países donde hay ejércitos paramilitares, es decir, gente que asesina, que reprime y que no está de manera oficial vinculada a los gobiernos, entonces el gobierno dice:  “No, no, eso no es asunto mío, eso no es del Estado, eso no es de mi gobierno.”  Eso es una constante.

La idea de elecciones libres y de democracia, ha llegado al colmo de que los gobiernos ya no se sienten responsables y se declaran irresponsables:  es el Fondo Monetario, es la globalización tal y como va, ese tipo de cosas.

Yo creo que la proposición, que no es una proposición, es una exigencia, como decía Randy al principio, cuando Bush nos está exigiendo a los cubanos que hagamos ese tipo de elecciones que él llama y que llaman elecciones libres, lo que está solicitando realmente es la rendición incondicional del pueblo cubano a esa potencia hegemónica.  Creo que Bush debiera saber, y si no lo sabe Bush lo deben saber muchos de ellos, y si no lo sabía hasta ahora, que lo sepa definitivamente, que los cubanos no tenemos el menor interés en rendirnos y en utilizar o practicar o creer en esa falsa libre democracia que él nos propone.

Randy Alonso.-  Gracias, Renato, por tu comentario.  Gracias también al resto de los panelistas que me han acompañado en la tarde de hoy, y a los invitados que han estado con nosotros en el estudio.

Compatriotas:

Con total desfachatez y cinismo, el presidente Bush se fue nada menos que a la Florida el 20 de mayo para intentar darnos lecciones a los cubanos sobre comicios libres, transparentes y supuestamente democráticos.  Carente de todo escrúpulo y de la más elemental dignidad, el señor Bush se proclamó como campeón y maestro de la democracia, en un auditorio de Miami, rodeado de la mafia terrorista anticubana, que le sirvió para robarse inaudita y escandalosamente las elecciones norteamericanas del 2000, cual La Chambelona electoral en Cuba antes de 1959.

No hubo una sola línea en la “lección democrática” del discurso de Bush para los 56 millones de norteamericanos que no se inscribieron en las elecciones pasadas; para los 19 millones que, inscritos, no fueron a votar el día del sufragio; para los 5 millones de ciudadanos, cuyos votos desaparecieron; para los electores negros, a los que les fue impedido su derecho a votar; para los millones que votaron por un candidato que obtuvo mayoría popular y se despertaron un mes después del sufragio con la noticia de que el voto de cinco jueces había colocado en la presidencia al otro candidato.

No habló tampoco el señor Bush de que las pasadas elecciones estadounidenses fueron las más multimillonarias de la historia en ese país, con sus más exorbitantes sumas de dinero, que provenían casi absolutamente del 1% de la población, dueñas de las grandes corporaciones, que son después los mayores beneficiarios de la acción política de senadores, representantes y miembros de la administración.

Omitió el señor Bush en sus cínicas palabras, que mientras él fue designado, tras un proceso donde votó apenas la mitad de los electores, en el último proceso comicial cubano, acudió a las urnas el 98,1% de los ciudadanos en edad de elegir.

No mencionó el mandatario norteamericano que, lejos de derroches millonarios, en los procesos electorales cubanos no hay gastos más allá que los del funcionamiento de las comisiones electorales y la impresión de las boletas, no hay ataques bajos y sucios entre candidatos, no hay discriminación del voto por el color o la procedencia, no hay requisito financiero alguno para ser postulado como candidato, sino que prevalecen los méritos de los propuestos.

No dijo el señor Bush que mientras las elecciones en Estados Unidos son un circo de millonarios, en Cuba el poder supremo, su Asamblea Nacional, está compuesto por obreros, campesinos, estudiantes, científicos, maestros, artistas, delegados de base.

En fin, señor Bush, guárdese sus lecciones en el mejor lugar posible.  Los cubanos aprendimos a conquistar y defender nuestros derechos hace ya 40 años, cuando Martí nos señaló el camino, desde su enseñanza de que “el mejor modo de defender nuestros derechos es conocerlos bien; así se tiene fe y fuerza.  Toda nación será infeliz en tanto no eduque a todos sus hijos.” 

En el camino de la educación y de la justicia erigimos los cubanos nuestra imperfecta, pero auténtica y verdadera democracia.

¡Seguimos en combate!

Muy buenas noches.