Discurso pronunciado por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz en la apertura de la Cumbre del ALBA, en el Palacio de Convenciones, el 13 de diciembre de 2009.

 

Estimados Jefes de Estado y de Gobierno;

 

Estimados Delegados e Invitados;

 

Al darles la más cordial bienvenida, en nombre del gobierno y del pueblo cubanos, les traslado el saludo del Jefe de la Revolución Cubana, compañero Fidel Castro Ruz, quien está siguiendo atentamente nuestra reunión.

 

En primer lugar, aprovecho la ocasión para expresar en nombre de todos los presentes el regocijo que sentimos por la contundente victoria del pueblo boliviano el pasado domingo al reelegir por amplia mayoría al compañero  Evo Morales Ayma, para un nuevo mandato como Presidente.

 

Lamentablemente, no contamos con la presencia física  del Presidente de Honduras, Manuel Zelaya.  Al pueblo de esa nación latinoamericana se le ha privado de sus derechos constitucionales y se le ha impuesto, con apoyo del gobierno norteamericano, un gobierno usurpador y golpista, que han tratado de legitimar con una farsa electoral.

 

La historia registrará con merecido reconocimiento la actitud asumida por los países miembros del ALBA-TCP y por la mayoría de los gobiernos latinoamericanos y caribeños, en la condena inequívoca al golpe militar en Honduras. Quedará constancia también de la actitud de aquellos que, doblegados ante el imperio, terminaron aceptando la maniobra golpista.

 

Al heroico pueblo hondureño, a través de su legítima representante como secretaria de Estado Patricia Rodas, aquí presente, le enviamos el más caluroso saludo.

 

Estimados colegas:

 

Esta Octava Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América que oficialmente inauguramos hoy, sesiona coincidiendo con el  decimoquinto aniversario de la primera visita a Cuba del líder de la Revolución Bolivariana y el quinto aniversario de la Declaración Conjunta entre Venezuela y Cuba, firmada  en el año 2004 por los presidentes Hugo Chávez y Fidel Castro, que marcó el nacimiento oficial del ALBA, llamada entonces Alternativa Bolivariana para las Américas. 

 

Han sido cinco años de intenso trabajo, de búsqueda común, en los que hemos alcanzado resultados alentadores en el orden social, que aún podemos superar, y que en este momento particular es justo mencionar y celebrar.

 

El enorme significado que representa la declaración de territorio libre de analfabetismo en tres países miembros del ALBA: Bolivia, Nicaragua y Venezuela, es un paso en el combate que continúa para erradicar completamente este flagelo social en todos los países miembros de este mecanismo de integración de nuevo tipo.

 

La Operación Milagro ha mejorado o devuelto la visión a más de 1 millón de pacientes dentro del ALBA. Asimismo, se han graduado ya más de 2000 médicos de nuestros países en la Escuela Latinoamericana de Medicina y hoy se forman 6 mil 653 estudiantes bajo el Nuevo Programa de Formación de Médicos con conceptos de integralidad, internacionalismo y humanismo.

 

Actualmente en Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia se desarrolla un estudio genético psico-social para personas con discapacidad, proyecto de extraordinario valor humano que persigue la atención directa, la búsqueda de soluciones e integración social de dichas personas.

 

En la pasada Cumbre celebrada en Cochabamba se firmó el Tratado Constitutivo del Sistema Unitario de Compensación Regional (SUCRE), mecanismo financiero que a partir del 2010 comenzará a funcionar para promover el comercio mediante la compensación de pagos sin utilizar el dólar, a través de una unidad de cuenta denominada “SUCRE”.  Un paso previo había sido la constitución en junio de 2007 del Banco del ALBA, con el objetivo de financiar programas y proyectos de desarrollo económico y social. Varias empresas grannacionales son hoy una realidad, y otras están en proceso de puesta en marcha, para beneficio de nuestros pueblos.

 

Compañeros:

 

La agenda que nos hemos propuesto, nos da la posibilidad de deliberar, más que sobre los éxitos y resultados del ALBA en estos cinco años, acerca de las vías para profundizar en el desarrollo, perfeccionamiento e impacto de nuestra Alianza.

 

Estamos obligados a plantearnos metas y objetivos audaces, partiendo de una comprensión realista de las circunstancias, obstáculos y peligros que nos plantea la actual coyuntura internacional y que reclaman nuestra atención prioritaria.

 

La actual crisis económica global, iniciada en Estados Unidos y gestada por las profundas contradicciones del sistema capitalista, continúa impactando con fuerza en la economía real, la sociedad y el medio ambiente de todo el mundo. No son pocos los que han proclamado con injustificado optimismo el inminente fin de la recesión.

 

Sin embargo, lo único cierto es que los efectos destructores de la crisis se mantendrán por mucho tiempo. Las más recientes estimaciones indican que el número de personas desempleadas en todo el mundo aumentaría en 50 millones este año, en tanto, los que viven en extrema pobreza podrían acercarse a la alarmante cifra de 300 millones.

 

Unidos, estaremos en mejores condiciones de enfrentar la crisis, aprovechando las potencialidades que nos ofrece el mercado de los países del ALBA y utilizando eficientemente las complementariedades de nuestras economías para acceder a terceros mercados.

 

Los tiempos que vivimos reflejan que en América Latina y el Caribe se agudiza el enfrentamiento entre dos fuerzas históricas. De un lado, un modelo político y económico dependiente, elitista y explotador, heredero del colonialismo y el neocolonialismo, subordinado a los intereses del imperio. Del lado opuesto, el avance de las fuerzas políticas revolucionarias y progresistas, que representan a las clases tradicionalmente desposeídas y discriminadas; comprometidas con la justicia social, con la verdadera independencia de los pueblos de la región, y con la aspiración de distribuir justamente las inmensas riquezas del continente.

 

Se trata, en esencia, de la lucha histórica para concretar la realización de la visión bolivariana y martiana sobre Nuestra América.

 

El establecimiento de bases militares en la región  es una expresión de la ofensiva hegemónica que despliega el gobierno norteamericano y constituye un acto de agresión contra toda América Latina y el Caribe. Resulta evidente la intención de concretar su doctrina política-militar de ocupar y dominar a cualquier precio el territorio que siempre ha considerado como su “traspatio natural”.

 

La reactivación de la IV Flota, con capacidad y objetivos operativo-estratégicos anunciados de maniobrar incluso en aguas interiores de países de la región, demuestra que para lograr sus propósitos no tendrán límites, excepto el que le imponga la resistencia que seamos capaces de ofrecer.

 

El ALBA-TCP no puede ignorar esa realidad. Sobre estos y otros temas, como el control de los medios masivos de comunicación, intercambiaremos en las jornadas que nos esperan. 

 

Tenemos también en nuestra agenda, el análisis sobre el fracaso de las negociaciones que deberían concluir en Copenhague dentro de unos días con compromisos concretos, reales y verificables para enfrentar los efectos del cambio climático.

 

Se sabe ya que no habrá tal acuerdo y sólo cabe esperar un pronunciamiento político. Los países del ALBA-TCP debemos defender una posición firme sobre este asunto decisivo para el futuro de la especie humana.

 

Estamos seguros que los aportes y la cooperación de todos ustedes en esta Octava Cumbre constituirán una importante contribución al fortalecimiento de nuestra Alianza.

 

 

 

Muchas gracias.