DISCURSO PRONUNCIADO POR EL GENERAL DE EJÉRCITO RAÚL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS EN LA CLAUSURA DE LA CUMBRE DEL ALBA, EN EL PALACIO DE CONVENCIONES, EL 14 DE DICIEMBRE DE 2009.

 

Estimados Jefes de Estado y de Gobierno:

 

Estimados Invitados:

 

Compañeras y Compañeros:

 

Hemos llegado al final de esta Octava Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. Ha sido un intercambio muy productivo en el análisis de los indiscutibles avances alcanzados y los desafíos que afronta nuestra Alianza. 

 

La Declaración que adoptamos contempla acuerdos de envergadura. Por su significado en beneficio de nuestros pueblos, sólo mencionaré dos:

 

ü      Decidimos realizar en todos los países de la Alianza un proyecto de gran impacto: El estudio clínico genético-psicosocial de personas con discapacidad, con el uso de las técnicas más avanzadas de la ciencia y el propósito de llegar a las comunidades más humildes y desprotegidas de la región. Sólo el ALBA puede concebir e instrumentar un proyecto de tan profundo sentido humano que ya ha aportado en su primera etapa, claros y alentadores resultados en algunos países de la Alianza.

 

ü      Nos hemos comprometido también a constituir una Red de Ciencia, Tecnología e Innovación dirigida a fomentar capacidades para la generación y transferencia de conocimientos y tecnologías en sectores clave del desarrollo socioeconómico.

 

Asimismo, la Declaración expresa nuestra visión política de los acontecimientos de la región y las definiciones, procedimientos y atribuciones de los órganos principales del ALBA.

Debo destacar el Comunicado Especial sobre el Cambio Climático que acordamos en esta Cumbre de cara a la próxima cita mundial en Copenhague.

 

Compañeros:

 

Esta reunión tiene lugar, como ya se ha indicado, cuando conmemoramos hoy el 5to aniversario de la Declaración del 14 de diciembre de 2004 que dio origen al ALBA. 

 

En estos cinco años de existencia, son incuestionables los éxitos de nuestra organización, nacida de la clara y audaz visión integradora del Comandante en Jefe Fidel Castro y el Presidente Hugo Chávez aquel 14 de diciembre de 2004. Entonces no había recibido sepultura formal el ALCA, instrumento de dominación hegemónica promovido por Washington y se iniciaba como alternativa en nuestra región un empeño emancipador basado en el legado de los próceres de la verdadera independencia latinoamericana.

Su surgimiento fue posible en ese preciso momento porque el pueblo venezolano derrotó el golpe militar de abril del 2002, porque venció después el golpe petrolero, porque la Revolución Bolivariana se fortaleció y consolidó como una nueva alternativa socialista frente al modelo neoliberal que se pretendía imponer a América Latina.

 

Ello fue posible, además, porque la Revolución Cubana ha sabido resistir, defender su soberanía y su sistema socialista y promover un programa de cooperación y solidaridad en medio de la brutal y persistente agresión.

 

Aquel 14 de diciembre marcó también el décimo aniversario de la primera visita a Cuba del compañero Hugo Chávez, de la cual hoy se cumplen 15 años. Hubiera parecido extremadamente osado poder predecir en 1994 o incluso en el año 2004, cuánto avanzaría nuestra región en un lapso relativamente breve de tiempo.

 

Nació el ALBA en el 2004 como resultado del desarrollo de las relaciones entre Venezuela y Cuba, con vínculos de nuevo tipo, afianzados en la hermandad latinoamericana y caribeña, para beneficio de sus pueblos.

 

La posterior adhesión de Nicaragua, Bolivia y Ecuador, fruto de decisiones consecuentes con sus respectivos procesos revolucionarios y las significativas incorporaciones de Dominica, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda, que nos enriquecen con la perspectiva caribeña; han consolidado este esquema y ampliado sus proyecciones.

 

El ALBA ha tenido también el orgullo de contar con la membresía de Honduras y la contribución del Presidente Manuel Zelaya, separado del poder violentamente, primero, por un golpe militar el 28 de junio pasado, que fue ejecutado con la complicidad de los círculos más reaccionarios de Estados Unidos, y después, el 29 de noviembre, mediante unas elecciones espurias llevadas a cabo en medio de la brutal represión de los golpistas y el respaldo abierto o disimulado de las fuerzas políticas retrógradas de la región.

 

Honduras es un ejemplo de que el supuesto compromiso de Washington y sus aliados con la democracia, no es más que pura demagogia y oportunismo. En Honduras se ha castrado la voluntad política del pueblo y los perpetradores han sabido siempre que cuentan con el respaldo de sus amos políticos en el continente.

 

En América Latina y el Caribe se manifiestan hoy con peculiar nitidez las contradicciones entre el progreso y la reacción, entre los derechos y reivindicaciones de los pueblos históricamente vilipendiados y los intereses del gran capital transnacional y las oligarquías tradicionales. Es una contradicción antagónica, que no se resuelve de la noche a la mañana y que no se puede enfrentar con ingenuidad o descuido.

 

Ser parte del ALBA implica el propósito de construir sociedades racionales, eficientes, que vivan en armonía con la naturaleza y procuren la justicia social para nuestros pueblos. Esa es la cooperación y la integración que promovemos, y tal empeño exige un espíritu revolucionario.

 

José Martí nos enseñó que, cito: “buscamos la solidaridad no como un fin, sino como un medio encaminado a lograr que nuestra América cumpla su misión universal”, fin de la cita.

 

Bolívar, por su parte, manifestó: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por extensión y riquezas, que por su libertad y gloria”.

 

En esta lucha, los países miembros de nuestra Alianza apostamos a un ideal y compromiso común, el de que “Un mundo mejor es posible”.

 

 

Muchas gracias.