Reflexiones del compañero Fidel

 

LA BATALLA CONTRA EL CÓLERA

 

Hago un alto, entre varios análisis importantes que ocupan mi tiempo en estos días, para referirme a dos temas que deben ser conocidos por nuestro pueblo.

La ONU, instigada por Estados Unidos, creador de la pobreza y el caos en la República haitiana, había decidido enviar al territorio de Haití a sus fuerzas de ocupación, la MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití) que, de paso, introdujo la epidemia de cólera en ese hermano país.

El Secretario General de la OEA, por su parte, decidió nombrar a principios de 2009, como representante personal suyo en Haití a un intelectual brasileño, Ricardo Seitenfus, que entonces laboraba en el Ministerio de Relaciones Exteriores de su país.

Seitenfus gozaba de merecido prestigio en los círculos diplomáticos y gubernamentales de la capital de Haití por la seriedad y franqueza con que abordaba los problemas. En 1993 había escrito un libro titulado: “Haití: la soberanía de los dictadores”. Ese año visitó por primera vez Haití.

Hace dos días, el pasado 25 de diciembre, las agencias de información divulgaron la noticia de que el representante especial de la OEA había sido abruptamente despedido de su cargo.

¿Qué originó la drástica medida?

Entrevistado hace varios días por el diario Le Temps, en Suiza, Seitenfus respondió a varias preguntas de ese órgano de prensa, exponiendo con sinceridad sus puntos de vista.

En apretada síntesis explicaré con palabras textuales lo ocurrido de acuerdo a la información ofrecida a través de Internet y traducido del francés.

La primera pregunta de Le Temps fue:

Diez mil cascos azules en Haití, ¿a su juicio, es una presencia contraproducente?

Respuesta de Ricardo Seitenfus:

El sistema de prevención de los litigios en el marco del sistema de la ONU no se adapta al contexto haitiano. Haití no es una amenaza internacional. No estamos en situación de guerra civil. […] el Consejo de Seguridad […] impuso los cascos azules en 2004, después de la salida del Presidente Aristide. […] Para la ONU era cuestión de congelar el poder y de transformar a los haitianos en presos de su propia isla.

Pregunta 2.

“¿Qué es lo que impide la normalización del caso haitiano?

Ricardo Seitenfus: Durante doscientos años, la presencia de tropas extranjeras ha alternado con la de dictadores.  La fuerza es la que define las relaciones internacionales con Haití y nunca el diálogo. El pecado original de Haití, en la escena mundial, es su liberación. Los haitianos cometieron lo inaceptable en 1804: un crimen de lesa majestad para un mundo impaciente. El Occidente era entonces un mundo colonialista, esclavista y racista que basaba su riqueza en la explotación de las tierras conquistadas. Por consiguiente, el modelo revolucionario haitiano daba miedo a las grandes potencias. Los Estados Unidos no reconocieron la independencia de Haití hasta 1865, y Francia exigió el pago de un rescate para aceptar esa liberación.  Desde el principio, la independencia estaba comprometida y el desarrollo del país obstaculizado. […] Nada se soluciona, se empeora. Quieren hacer de Haití un país capitalista, una plataforma de exportación para el mercado americano, es absurdo. […] Existen elementos en esta sociedad que han logrado impedir que la violencia se extienda sin medida.

Pregunta 3.

¿No es una dejación ver en Haití una nación inasimilable, cuyo único futuro es el retorno a valores tradicionales?

“Ricardo Seitenfus: Una parte de Haití es moderna, urbana y tornada hacia el extranjero.  El número de haitianos que viven fuera de su frontera se estima en cuatro millones. Es un país abierto al mundo. […] Más del 90% del sistema educativo y la salud están en manos privadas. El país no dispone de recursos públicos para hacer funcionar de una manera mínima un sistema oficial. […] El problema es socioeconómico. Cuando la tasa de desempleo alcanza un 80%, desplegar una misión de estabilización es insoportable. No hay nada que estabilizar…

Pregunta 4.

Haití es uno de los países que recibe más ayuda del mundo, sin embargo la situación no hace más que deteriorarse desde hace veinticinco años. ¿Por qué?

“Ricardo Seitenfus: La ayuda de urgencia es eficaz; pero cuando se vuelve estructural, cuando esta sustituye al Estado en todas sus misiones, se consigue una falta de responsabilidad colectiva. […] El sismo del 12 de enero y posteriormente la epidemia de cólera no han hecho más que acentuar este fenómeno. La comunidad internacional tiene el sentimiento de que cada día tiene que rehacer lo que terminó la víspera. […] Tenía la esperanza que, ante la desdicha del 12 de enero, el mundo iba a comprender que se había equivocado con Haití. […] En vez de hacer un balance, se enviaron aún más soldados. Hay que construir carreteras, elevar presas, participar en la organización del Estado, en el sistema judicial. La ONU dice que no tiene mandato para ello. Su mandato en Haití es mantener la paz del cementerio.

Pregunta 5.

“¿Qué papel juegan las ONGs en este fracaso?

Ricardo Seitenfus: A partir del sismo, Haití se ha convertido en una encrucijada inevitable. Para las ONGs transnacionales, Haití se ha transformado en un lugar de paso forzado. Diría incluso algo peor que eso: de formación profesional. […] Existe una relación maléfica o perversa entre la fuerza de las ONGs y la debilidad del Estado haitiano. Algunas ONGs sólo existen debido a la desdicha haitiana.

Pregunta 6.

“¿Qué errores se han cometido después del sismo?

Ricardo Seitenfus: Ante la importación masiva de bienes de consumo para alimentar a las personas sin hogar, la situación de la agricultura haitiana ha empeorado. El país ofrece un campo libre a todas las experiencias humanitarias. Es inaceptable desde el punto de vista moral considerar a Haití como un laboratorio. La reconstrucción de Haití y la promesa que destacamos de los 11 mil millones de dólares despiertan codicia. […] Los médicos haitianos que Cuba forma, […] cerca de la mitad […] que deberían estar en Haití […] están trabajando hoy en los Estados Unidos, en Canadá o en Francia.

Pregunta 7.

“Se describe sin cesar a Haití como el margen del mundo, ¿ve usted el país como un concentrado de nuestro mundo contemporáneo…?

Ricardo Seitenfus: Es el concentrado de nuestros dramas y de los fracasos de la solidaridad internacional. No estamos a la altura del reto. La prensa mundial viene a Haití y describe el caos. […] Para ella, Haití es uno de los peores países del mundo. Es necesario ir a la cultura haitiana, es necesario ir al terruño. […] Nadie se toma el tiempo ni tiene el deseo de intentar comprender lo que yo llamaría el alma haitiana.

Pregunta 8.

“¿Además del reconocimiento del fracaso, qué soluciones propone?

Ricardo Seitenfus: En dos meses, habré terminado una misión de dos años en Haití. Para permanecer aquí, y no ser agobiado por lo que veo, tuve que crearme una serie de defensas psicológicas. Quería seguir siendo una voz independiente a pesar del peso de la organización que represento. […] El 12 de enero aprendí que existe un potencial de solidaridad extraordinario en el mundo. Y es necesario no olvidar que, en los primeros días, fueron los haitianos los que completamente solos, con las manos vacías, intentaron salvar a sus prójimos. […] Debemos pensar simultáneamente en ofrecer oportunidades de exportación para Haití y también proteger esta agricultura familiar que es esencial para el país. Haití es el último paraíso del Caribe aún inexplotado por el turismo, con 1 700 kilómetros de costas vírgenes […] Hace 200 años, Haití iluminó la historia de la humanidad y la de los derechos humanos. Es necesario ahora dar una oportunidad a los haitianos de confirmar su visión.”

Se puede estar o no de acuerdo con cada una de las palabras del brasileño Ricardo Seitenfus, pero es incuestionable que dijo verdades lapidarias en sus respuestas.

Considero conveniente añadir, y también esclarecer:

Nuestro país no solo envió cientos de médicos al vecino pueblo hermano de Haití, sino también miles de ellos a otros pueblos del Tercer Mundo, particularmente en situaciones de desastres naturales, y contribuyó a la formación de decenas de miles de médicos en nuestra Patria y en el exterior.

La colaboración médica con Haití comenzó hace 12 años, el 4 de diciembre de 1998.

Cuando a finales de la década de los 90 dejó de existir la tiranía de Duvalier y los Tonton Macoutes ―impuesta durante décadas por Estados Unidos― y un gobierno de elección popular asumió la dirección de Haití, Cuba envió 100 médicos para prestar servicios en ese país, y el primer contingente de jóvenes haitianos graduados de bachiller se trasladaron a Cuba para iniciar sus estudios de Medicina en 1999.

A su vez, en el año 2001, iniciamos una colaboración con la Universidad de Medicina creada por el presidente Jean Bertrand Aristide, a la que enviamos profesores que laboraban también como médicos al servicio del pueblo haitiano. Cuando los yankis promovieron un golpe de Estado, y la escuela de medicina fue convertida en cuartel por los golpistas, alrededor de 270 estudiantes de la misma se trasladaron a Cuba con los profesores y prosiguieron sus estudios en nuestra Patria.

La Misión Médica Cubana continuó, sin embargo, prestando sus servicios humanitarios en Haití, que nada tenían que ver con los problemas de carácter político internos del país, bajo la ocupación de los soldados golpistas, las tropas yankis o las fuerzas de la MINUSTAH.

En agosto de 2005, los 128 primeros alumnos haitianos de sexto año de Medicina regresaron a su país para la práctica docente de su carrera, junto a los médicos cubanos que prestaron sus servicios en Haití.

Desde el segundo semestre de 2006 hasta el segundo semestre de 2010 se han ido graduando 625 jóvenes médicos haitianos, sobre los cuales tenemos un altísimo concepto. De ellos, 213 laboran en las instituciones médicas del Gobierno de Haití; 125 en los Centros de Control Médico del Cólera o en las brigadas de penetración en las subcomunas, junto a los médicos cubanos y latinoamericanos graduados de la ELAM que combaten la epidemia del cólera; 72 trabajan en centros médicos de las ONGs y privados; 20 en los llamados “Centros Mixtos”; 41 continúan estudiando una segunda especialidad en Cuba; 27 recién graduados que ya están en Haití, pendientes de ubicación; 14 sin vínculo laboral por problemas personales como gestación y maternidad; otros cuatro cuya ubicación se desconoce, y un fallecido.

Por último, 104 laboran en el exterior, fundamentalmente en España, Estados Unidos, Canadá y Francia; uno en Suiza, y cuatro en países de América Latina. No sería correcto emitir juicio sobre cualquiera de ellos ya que su país es sumamente pobre, ha carecido de recursos y empleos, y no consta en absoluto que alguno se haya negado a servir a su país. Son valores médicos muy demandados, cuyas cunas fueron Haití y Cuba.

La cifra oficial de fallecidos por el cólera se eleva a 2 707 para una tasa de 2,1%.

Durante tres días consecutivos no ha muerto un solo enfermo de cólera entre los atendidos por la Misión Médica Cubana. La tasa de letalidad ha descendido ya a 0,57 entre los 47 537 pacientes tratados por ellos. La epidemia puede ser erradicada evitando que se convierta en endémica.

En la Mesa Redonda de mañana, a las seis de la tarde, escucharemos noticias frescas e interesantes sobre la batalla contra el cólera en Haití, y a voces con importantes noticias y autoridad sobre el tema.  

Proseguiré el martes 28 con el segundo punto.


            Fidel Castro Ruz

Diciembre 27 de 2010

5 y 12 p.m.