Representante de la FAO, Theodor Friedrich

La Habana, 24 mar.- Una solución sostenible para el problema de la sequía en Cuba sería proveer a todas las tierras de capacidad de infiltración de agua e incrementar el área boscosa, aconsejó el representante aquí de la FAO, Theodor Friedrich.

Esa capacidad de los bosques no resulta de los árboles, sino a la ausencia de labranza y el mantenimiento de la estructura natural del suelo, dijo el experto a Prensa Latina en la Convención Internacional Cubagua 2017, que sesiona en esta capital.

Tecnologías como la agricultura de conservación, consideró, permiten convertir a todas las áreas terrestres, particularmente a los terrenos productivos agrícolas, en creadores de agua.

Ayudar a la naturaleza a funcionar de manera adecuada, y a los suelos es un elemento clave, asegura la recuperación de los servicios del ecosistema, sobre todo suficiente agua limpia, como expresión de un ambiente seguro y agradable de vivir, comentó.

En opinión de Friedrich, la sequía no es la única causa del actual déficit de agua en este archipiélago caribeño, donde muchos de los acuíferos están sobreexplotados o en peligro de salinización por intrusión marina, mientras las presas de captación registran niveles históricamente bajos.

Durante años, observó, la explotación de las aguas terrestres superó al aprovechamiento de las precipitaciones; por lo tanto, no es una cuestión exclusiva del último trienio, cuando el régimen de lluvias disminuyó de manera notable y progresiva.

Las autoridades cubanas comparten apreciaciones similares y en su política nacional del agua hay una visión integradora para enfrentar esos desafíos, refirió el funcionario de la FAO.

El manejo y cuidado del agua, agregó, puede mejorar aquí por la vía de la reducción de las fugas en las líneas conductoras y el aumento de la eficiencia en el empleo del líquido.

Sobre el tema, dijo, también tienen plena conciencia las instancias de gobierno y en particular el Ministerio de la Agricultura, con el cual la FAO mantiene una estrecha cooperación.

Cuba, apreció, está haciendo un gran esfuerzo en materia de inversiones para aminorar el desperdicio de agua por las redes de acueducto; es decir, la cuestión no es ni de falta de atención ni de interés, sino de financiamiento adicional que la nación requiere, enfatizó.

Uno de los sectores más afectados por la sequía, distinguió, es la agricultura, sin embargo, el sector representa casi el 70 % del consumo nacional de agua.

Esto indica que en esa esfera resulta imprescindible incrementar la eficacia en el uso de los recursos hídricos, y en muchos casos hay altos índices de consumo sin ofrecer los resultados productivos esperados, como ocurre en el caso del arroz, evaluó.

Además, opinó, solo una parte de la lluvia es captada en el manto freático lo que guarda relación con el 30 % de superficie boscosa en el país.

Al decir del especialista, en el resto del territorio el agua generalmente corre por la superficie y termina buscando su salida directa al mar, sin contribuir al rellenado de los acuíferos terrestres.

Donde hay represas, estimó, puede retenerse alrededor de un 40 % del agua de lluvia, pero debido a la sedimentación en los embalses esta cuota baja también con el tiempo y finalmente apenas se aprovecha menos del 50 % del potencial proveniente de las precipitaciones.

La construcción de represas, un loable resultado de Cuba, resolvió el problema de las grandes inundaciones, pero no el de la sequía ni tampoco los asociados al manejo de los acuíferos subterráneos, sopesó.

Para el representante de FAO, otro elemento que requiere especial atención es la perforación de pozos de infiltración como vía para enfrentar los estragos de la sequía, pues tales aperturas podrían facilitar la indeseada contaminación del manto freático.

A juzgar por las consecuencias del cambio climático, resulta previsible que las sequías extremas se agudicen en el futuro, de ahí la importancia de buscar soluciones sustentables, recordó.