Yunque de Baracoa. Foto: Rodney Alcolea / Cubadebate

Pareciera que el tiempo quedó detenido, como en un cuadro de esos grandes, y muchas veces anónimos, pintores primitivistas, que logran plasmar la belleza de la región. No hay que esforzarse mucho para deslumbrase ante lo real maravilloso del lugar. Ya, por siglos, poetas y trovadores le han cantado a los singulares paisajes de Baracoa.

Encantadora y singular Primera Villa, fundada en 1511, por el adelantado conquistador Diego Velásquez, Baracoa es sitio en el que se combinan magistralmente la colonial arquitectura con los singulares y místicos valores naturales de su entorno.

De particular atracción resulta la visita a cualquier sendero natural del territorio. A cada paso es frecuente encontrase con la majestuosidad de los macizos montañosos que rodean a la ciudad, elevaciones cubiertas de bosques bien conservados, y con una abundante vegetación y fauna endémicas.
Las playas con sus plantaciones de cocoteros, palmeras y uvas caletas, y las cristalinas aguas de sus ríos, entre ellos el Miel, del que cuenta la leyenda beber de el convida a quedarse en el lugar. Está también el impresionante Toa, el más caudaloso de Cuba, y por el cual es frecuente encontrar a campesinos de la zona navegar en unas embarcaciones llamadas Cayucas, trasladando mercancías y familias enteras, tal como lo hicieron sus antepasados arauacos, al asentarse en la región tras llegar de otras tierras más al Sur del Caribe.

La huella aborigen se puede apreciar en más de 50 sitios arqueológicos, pertenecientes a la cultura agroalfarera taína, la más desarrollada de las indocubanas, y de gran importancia en toda la región del Caribe.

Recorrido por senderos ecológicos como los de Bahía de Taco y el Balcón de Iberia, resultan de un encanto especial. En el primero se puede recorrer en bote alrededor de dos kilómetros de la virgen ensenada, escenario natural del manatí y otras especies de aves, peces y plantas típicas de la zona.

A pie, se recorren los cinco kilómetros del sendero Balcón de Iberia que tiene como su principal atractivo un salto de agua de 25 metros de altura que está al lado de donde nace el río Santa María.

Pero sin dudas una opción para no olvidar resulta siempre el ascenso al emblemático Yunque, meseta aplanada formada por rocas cárcavas de 575 metros sobre el nivel del mar, devenido símbolo distintivo de Baracoa, y que está declarado como Elemento Natural Destacado por su abundante fauna y valores paisajísticos.

La elevación forma parte de la reserva de la biosfera Cuchillas del Toa, y para su escalada se utiliza el sendero ecológico de Quibiján-Duaba.
Según apuntes del desaparecido geógrafo cubano Doctor Antonio Nuñez Jiménez, Toda esta zona conserva impresionantemente una geografía casi intacta, a la encontrada por los españoles en los años de la conquista, y ella es fuente inagotable para investigaciones arqueológicas, por la cantidad de asentamientos aborígenes que radicaron en el lugar.

Cercano al punto donde comienza el ascenso al Yunque está la más oriental de las bases de campismo del país, que lleva el mismo nombre de la meseta, y donde el vacacionista puede encontrar numerosas opciones recreativas.

Hasta ese punto se puede llegar desde la Primada en autos, motos o bicicletas. Luego comienza la caminata.

La subida se realiza por una formación de mogotes, formados por suelos ferralíticos donde predomina una exuberante vegetación de palmeras, cocoteros, jagueyes, caobas y cedros, refugio de pájaros carpinteros, tomeguines y del bello Tocororo, quien orgulloso lleva en su plumaje los colores de la enseña Patria.

El sendero surca al rió Duaba, que con sus cristalinas aguas convida a un baño en el charco La Piña, cerca de la orilla unas plantaciones de cacao seden a una colonia de La Mariposa, nuestra flor nacional, cómplice de los mensajes que entre sus pétalos guardaban las mambisas durante la guerra de independencia.

Por el camino es común cruzarse con campesinos que con sus arrias de mulos, cargadas de viandas bajan desde las fértiles lomas hacia la ciudad.
Muchas veces, en el río y con el agua hasta las rodillas puede encontrarse a mujeres de la zona lavando la ropa, a golpe de paleta, como les enseñaran sus abuelas y madres.

A ratos, se presenta, al visitante, los asentamientos poblacionales de Rivera y Santa Rosa, allí es fácil encontrar el rasgo más distintivo de Baracoa y su mayor riqueza: la sencilla hospitalidad de su gente, quienes invitan a un buchito de café o interactuar con sus costumbres y tradiciones, donde tienen un lugar especial los platos típicos de la región como la tulanga, el frangollo, guanino, bacán, palmito, la bola puñeta o calalú y el casabe.

Al cabo de cinco horas de caminata y tras recorrer unos siete kilómetros se conquista la cima del Yunque. La agradable temperatura del lugar y la impresionante belleza que es posible apreciar desde la elevación desaparecen de un tirón cualquier muestra de cansancio.

Desde lo alto del Yunque, es esplendida la vista de la ciudad, el verdor de unas montañas con naturaleza casi virgen, y el punto exacto donde los ríos Duaba y Toa le entregan sus aguas al mar.

La escalada al Yunque y los baños en los ríos de las aguas más cristalinas de Cuba, son una opción más para quienes se lleguen hasta esta región de Baracoa. La experiencia es sencillamente inolvidable.

Nota: (El 25 de diciembre de 1979 la Comisión Nacional de Monumentos de Cuba acordó declarar al Yunque de Baracoa Monumento Nacional, por sus valores históricos-naturales. La proclamación se hizo en la cima de la meseta, el miércoles 2 de Abril de 1980, por su presidente Dr Antonio Núñez Jiménez).

Yunque de Baracoa. Foto: Rodney Alcolea / Cubadebate

Navegando por el Toa. Foto: Rodney Alcolea / Cubadebate