Ileana Ros-Lehtinen y congresistas cubanoamericanos

Tal es lo esencial que arrojan múltiples informaciones respecto al compromiso bilateral.

Asimismo dan a entender que Trump se encuentra maniatado frente a un suceso que, implícitamente, no contradice lo defendido por él durante su campaña electoral.

La periodista del Nuevo Herald especializada en el tema Cuba, Nora Gámez Torres, calificó de muy improbable que sea revertida la decisión asumida por Obama en ese tipo de migración.

Tal eventualidad, subrayaron ella y otros periodistas del Herald, “parece casi inexistente”.

Además escribieron que eso lo saben congresistas cubano-estadounidenses que el viernes admitieron, muy a pesar suyo, que “ni siquiera pedirán a Trump restablecer el programa de “pies secos-pies mojados”.

Hasta Ileana Ros-Lehtinen declaró: “Esto iba a suceder, tarde o temprano: alguna reforma, algún cambio”.

Luego criticó a Obama por hacer un “arbitrario” movimiento repentino sin la participación de los legisladores.
Sin embargo, admitió que esa política “no habría durado otro año más”.

Lo explicó asegurando que el Congreso de Washington hubiera acabado con ella, la habríamos reformado.
Algo tenía que hacerse, indicó, “es una pena que no lo hubiéramos arreglado  nosotros.”

Trump se mantuvo inusualmente silencioso el viernes acerca de la decisión de Obama, sin decir nada en Twitter ni a través de su equipo de  transición.

Pero los demócratas caracterizaron al multimillonario-presidente como “acorralado” por la decisión de Obama.
Según observadores, oponerse a esta habría significado “legalizar la migración irregular de los cubanos”.

Quizás el punto de vista que más concentró la atención de muchos fue el siguiente:

Los cubanos, por primera vez en medio siglo, son llamados inmigrantes ilegales y no perseguidos o refugiados.
He ahí otro de los grandes valores del capítulo que viven ahora las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.

Sólo el representante cubanoamericano, Mario Díaz-Balart, fustigó las acciones del todavía jefe de la Casa Blanca.
Una declaración del congresista que circuló el jueves comenzó de la siguiente manera: “¿No tiene vergüenza, presidente Obama?

Pero 24 horas más tarde  cambió ese lenguaje y adoptó  uno menos agresivo.

A Díaz-Balart dieron la mano dos personajes de su misma calaña, el gobernador republicano de la Florida, Rick Scott, y el fiel colaborador de la CIA, anclado en Madrid, Carlos Alberto Montaner.

Scott afirmó que Obama dio la espalda a quienes luchan por “una Cuba libre”, y Montaner que la política cubana de Obama está llena de mentiras.

¿Cómo interpretarlos? Semejándolos a Diario de la Marina, un periódico que festejó las muertes de dos gloriosas personalidades cubanas del siglo XIX, José Martí y Antonio Maceo.

Luego se hizo costumbre en la isla caracterizar popularmente a esa publicación de la siguiente manera:
Lo que Diario de la Marina dice que es bueno, es malo, y a la inversa.

Mientras tanto, crecen las opiniones que apuntan a valorar el nuevo acuerdo migratorio Cuba-Estados Unidos como un suceso imparable.