Imagen de José Marti y la bandera cubana

“Lo hemos hecho; aún me parece sueño…” Así se narra la emoción de José Martí el 25 de febrero cuando conoce del alzamiento en Cuba, a pesar de no haber logrado la simultaneidad y fuerza necesarias en ese instante.

Algunos almanaques habían marcado ya el día de San Modesto, y detrás de ese 24 de febrero latían las almas de muchos patriotas que la historia recoge por nombre a unos y por masa a otros, pero que apostaron todos por la Guerra Necesaria. Gómez, Maceo, Flor, Mayía, Juan Gualberto…José Julián. Y precisamente así, nacida de un hombre cuya sencillez no pudo ocultar la grandeza de su vida –por más que lo intentara-, pujaba la nueva arremetida por la independencia de Cuba… lograda con mucho amor. El grito fue alto, eterno, para llamarnos una y otra vez a no olvidar hoy las razones de Cuba.

Muchos años pensándola y organizándola. La guerra de 1895 comenzaba para liberar a Cuba y, como asegurase Martí a su amigo Manuel Mercado, para impedir a tiempo que los Estados Unidos cayeran con esa fuerza más sobre los pueblos de Nuestra América. La guerra que permitiría, una vez coronada, fundar la República con todos y para el bien de todos, con esa concepción del equilibrio para lograr con fuerza y ternura la obra suprema humana. Había guerra otra vez en Cuba porque era la única vía para ser libres…y ser libres era una necesidad impostergable.