La historia jamás se podrá borrar. Han transcurrido 100 años desde que Lenin, ese hombre extraordinario, encabezara uno de los hechos históricos más relevantes de todos los tiempos: la Gran Revolución Socialista de Octubre, que por primera vez puso las riendas de un país en manos de obreros y campesinos.
La Revolución rusa fue uno de los más importantes acontecimientos de la época contemporánea. Esa verdad no la podemos ignorar. En 1917, los obreros, soldados y campesinos rusos retomaron el camino revolucionario en el país más extenso del planeta.
Ciertamente, la victoria ocurrió el 25 de octubre, según el antiguo calendario ruso, pero la fecha se celebra el 7 de noviembre, recordando a la más grande y trascendental de las revoluciones, la que cambiaría el rumbo de la historia para dar paso a un sistema social totalmente opuesto al que entonces predominaba en todo el orbe.
La Gran Revolución Socialista de Octubre dirigida por Vladímir Ilich Lenin derrumbaría el mito de que el poder debía pertenecer, por derecho propio, a los poderosos. La contribución de Rusia a la derrota del nazismo fue decisiva e insustituible, pagando con casi veinte millones de muertos el precio de una enorme hazaña.
La nación que hasta ese momento habían dominado los zares, se vio de pronto bajo una nueva doctrina, proclamada por un hombre sencillo y sin pretensiones de riqueza ni de poder, cuya única aspiración era que el pueblo se gobernara a sí mismo, sin que nadie lo explotara.
Con la Revolución Rusa se abrieron las puertas de una nueva etapa en la historia de la humanidad por donde luego transitarían otras revoluciones, modificando la correlación mundial de fuerzas y abriendo un espacio sin el cual ni los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo, ni los procesos de descolonización en África y Asia, hubieran sido posibles.
La Gran Revolución Socialista de Octubre transformó a la sociedad más atrasada de Europa en una potencia industrial, tecnológica y militar.
Lamentablemente, varias décadas después esa conquista histórica fue derrumbada, por múltiples razones de orden interno y externo, entre las cuales sobresale la permanente hostilidad de las potencias imperialistas.
Pero más allá de esa realidad, la Revolución de Octubre fue el referente de todas las revoluciones socialistas del siglo XX y de la mayoría de los partidos revolucionarios que en esa centuria lucharon por instaurarse en el poder.
Un siglo después de aquel memorable acontecimiento que también inspiró a la Revolución cubana, rindamos homenaje a ese suceso heroico, a la figura de Lenin, su genial conductor, y a los hombres y mujeres que tuvieron la audacia de acompañarlo para protagonizar la más grande Revolución social de toda la historia de la humanidad.