Marco Rubio asesora a Trump en políticas contra Cuba

La Habana, Cuba. – Parecía que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos entraban en un carril de normalización hasta que este año Donald Trump decidió apretar las tuercas del bloqueo.

Claro que durante la administración Obama no hubo un cambio espectacular, pero al menos los vínculos se restablecieron y todo, transcurría por un nuevo y más civilizado cauce.

En junio, el inefable Trump anunció el recrudecimiento del bloqueo, nada menos que desde Miami, el principal enclave de la contrarrevolución. La decisión se hizo firme después, a inicios de noviembre, a apenas una semana de la vigésimo quinta pateadura anual que recibieron en Naciones Unidas, donde otra vez el mundo condenó la hostilidad contra Cuba.

No fue casualidad, sino solo otra expresión del desprecio por la opinión de los demás, que tiene un gobierno que sabe bien lo que hace, aunque ofrezca una imagen errática y disparatada.

Contra el corazón económico de Cuba

Para apretar el bloqueo, la administración Trump inventó una lista de 179 entidades cubanas son ahora el blanco de las nuevas medidas.

Es un listado que apunta al corazón económico del país, pues, entre otros puntos, incluye a 83 hoteles a todo lo largo y estrecho de la geografía nacional.

Otro punto asediado es la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, un enclave que empieza a dar sus primeros pasos en el camino a convertirse en la joya de la economía cubana.

Lo más contradictorio es que esa vuelta de tuerca ocurrió cuando crecen los sectores que dentro de Estados Unidos abogan por una relación más amplia con Cuba. Ellos también son víctimas de una política ya fracasada, que este año llegó al ridículo de incluir una fábrica de refrescos en una descabellada Lista Negra, pretendida nueva herramienta del bloqueo.