Embajada de Estados Unidos en La Habana

Vea en Story maps: Cuba- EEUU: Millas para llegar a una visa

Si alguien le mienta las palabras Irma y Trump, a Manuel se le ensombrece el rostro. En 2017 tenía fijada cita en la embajada de Estados Unidos en La Habana, pero pasó el huracán con nombre de mujer y no pudo concretarse el trámite. Poco después llegó “el ciclón Trump”, cuenta el señor.

Cuando se aprestaba para una nueva cita, Donald Trump drenó de personal la misión diplomática y suspendió la emisión de visas, alegando unos supuestos “ataques sónicos” que casi un año y varias teorías, investigaciones e informes después, nadie ha logrado poner en claro ni demostrar. Quedó prácticamente en cero la actividad de la embajada y su servicio consular, el área más concurrida de la sede de EE.UU. en La Habana.

Y luego vino lo que Manuel, sentado en su portal de Arroyo Naranjo, llama “la conexión vía Bogotá”.

“Había que ir por varios días y hacer los trámites para emigrar con una cita en el consulado americano allá. Mi hermano que vive en la Florida lo paga todo, nos queremos reunir. Pero es que somos una familia de cuatro: mi esposa, dos hijos y yo. Si teníamos que viajar a Colombia se encarecía mucho. No se pudo. Mi hermano va a tener que seguir viniendo cada tres o cuatro años para verme”, refiere.

El más reciente capítulo comenzó a fines de marzo, cuando el Departamento de Estado anunció que se trasladaba de Bogotá a Georgetown, Guyana, la tramitación de solicitudes de visas de inmigrantes para ciudadanos cubanos, y que las primeras entrevistas se realizarían  a partir de junio de este año.

En ese cambio de un consulado a otro, de una a otra capital, quedó atrás la hija de Isabel. “Nos presentamos en marzo, pero en la embajada de Colombia aquí en La Habana pedían a los menores una inscripción de nacimiento legalizada para entrar a ese país. Antes la legalizaban al momento y te cobraban, pero algo pasó y empezaron a dar turnos. Y el turno de mi niña se demoraba; tuve que irme sola, porque se me iba a pasar la cita allá en el consulado en Bogotá”. Y viajó sin su hija a EE.UU., donde está su esposo, que las había reclamado.

A Isabel la encontramos cerca de la embajada estadounidense en la capital cubana. Había llegado de Estados Unidos la noche anterior para buscar a su hija de 16 años y acompañarla a Georgetown.

“Fueron cinco días ‘perreados’ en la embajada de Colombia. Te pedían varias cosas, la citación para la entrevista en Bogotá, esa inscripción legalizada de los menores y certificado bancario o carta de apoyo de dos mil dólares por persona. Eso es criminal. Hubo casos de dormir días y días allí para que les dieran el papel”, recuerda.

“¿Te das cuenta? —entra en la conversación uno de los tramitadores que se dedica a llenar documentos en las inmediaciones de la embajada de EE.UU en La Habana—. Ella empezó el proceso por Colombia, se le presentó el problema del documento aquí en La Habana y tuvo que presentarse sola en el consulado allá”.

“Y me quedó pendiente allá la niña”, tercia Isabel. “Pendiente” quiere decir que el registro de su hija en el consulado estadounidense en Bogotá quedó abierto, y así fue transferido a Guyana.

    “Lo único que no me gusta es la incertidumbre. De la embajada de aquí de La Habana me mandan a ver a un particular, a hacer por Internet la confirmación de la cita de la niña en el consulado en Guyana. Así lo hice y le pagué a la particular, pero esa señora no me da un documento de confirmación de la cita. Y en la embajada me dicen ahora ‘ella está en el sistema, vete tranquila’, pero que ellos no tienen cómo verificar si se confirmó la cita. Sin embargo, nosotras volamos mañana a Georgetown, y todavía no estoy segura de que todo está bien”.

Tramitadores que se dedican a llenar documentos

El Departamento de Estado advertía que “ningún solicitante debe hacer planes de viaje hasta que tenga una cita programada para su entrevista de visa”, en la nota emitida en marzo para anunciar la transferencia de las citas y solicitudes de visados de tipo migratorio para cubanos desde Bogotá a Georgetown.

“La niña está muy asustada y tensa. Y yo también. Mi esposo lo paga todo, primero lo mío de Colombia y ahora lo de las dos en Guyana. Yo ya trabajo, pero gano poco. Todos los trámites, los sellos, los papeles, los pasajes, los abogados, viajes, días de comida y hospedaje… Solo los boletos a Guyana fueron 40 mil pesos por las dos (mil 600 CUC). Y ese fue el pasaje más barato que encontré, porque estaban a mil 300 o mil 400 cada uno. Copa está en casi mil 500, es muy caro”, dice Isabel.

Entre las recomendaciones en su página web, el Departamento de Estado señala que “los solicitantes de visa de inmigrante deben hacer planes para pasar al menos dos (2) semanas en Guyana”.

Bogotá está a unos 2 mil 250 kilómetros y 2.50 horas de vuelo de La Habana; Georgetown a 3 mil 150 km y unas cuatro horas. “Es un proceso bien largo… Y ahora se añade el viaje y la lejanía. Si hubiese sido aquí, cuánto se ahorraría todo el que está en estos trámites”, comenta Isabel.

El caso de Omara es diferente. Ella está interesada en una visa de no-migrante, que puede ser solicitada en cualquier consulado estadounidense en el mundo que no sea el de La Habana.

Su hija vive en Estados Unidos hace más de una década, y su hijo mayor en España hace un poco más. Tres veces le han negado la visa para visitar la Florida. “Será que tengo mala suerte. Si en La Habana nunca me la dieron, no voy a viajar a otro país y gastar tanto dinero por algo que es tan incierto”, afirma.

La habanera de 67 años saca esa conclusión por experiencia propia, pero cualquiera que mire las estadísticas (del Departamento de Estado) pensaría igual.

Desde 2013, Cuba está entre los diez países con mayor tasa de rechazo a solicitudes de visas de visitante (B1 y B2) en Estados Unidos. En 2016 tuvo el índice más alto, y en 2017, el segundo más alto.

El Departamento de Estado informa que los ciudadanos cubanos solicitando visas de no-inmigrante “pueden hacerlo en cualquier embajada o consulado de Estados Unidos fuera de Cuba”, pero no les advierte de esa tasa negativa de probabilidad.

Hace cinco años, Omara tuvo a sus dos hijos juntos en Cuba, de vacaciones. “Estaba feliz, pero luego no han podido coincidir más”. Para el otoño, como ella no logra la visa de Estados Unidos, están planeando pasar unos días juntos en España, tal vez en Barcelona.

A principios de junio, el periódico Guyana Chronicle informaba que, semanalmente, unos 700 cubanos visitaban Guyana —cifra que debe incrementarse considerablemente.

Cuba tiene relaciones de cooperación con ese país, y muchos cubanos van allí con el objetivo de importar mercancías, a lo que se suman ahora quienes requieren los servicios consulares para emigrar a Estados Unidos.

Aumentan en Internet los sitios con recomendaciones o guías para cubanos que planeen ir a Guyana. En Facebook hay páginas con promociones y ofertas de agencias de viajes y aerolíneas para los cubanos que deban hacer el viaje.

Uno de esos sitios recuerda que la estadía promedio es de 15 días, y ofrece un estimado de los costos a tener en cuenta: unos 70 dólares diarios para hospedaje en hoteles o posadas, 150 en total para transportación; en caso de necesidad de traductor, unos 50 la hora. A esto se suman los pagos de la consulta médica y posibles vacunas, la alimentación y otros gastos frecuentes cuando se está de viaje.

Muchos analistas señalan que la situación creada desde septiembre de 2017 por la administración Trump, además de enrarecer una vez más el contexto de las relaciones bilaterales y afectar el acercamiento iniciado en 2014, los contactos y los viajes entre ambos países, hará improbable que Washington cumpla este año el compromiso de otorgar no menos de 20 mil visas a cubanos, como establece el acuerdo migratorio de 1994.
“Esta situación afecta a todos, a los de aquí y los de allá”

En La Habana, el parque cercano a la embajada de EE.UU., punto de concentración para quienes esperaban por un trámite, hoy está vacío. Hay quien toma un poco de sol o descansa. Allí conocimos a Isabel y a su hija. Junto a ellas, el tramitador que conversa con nosotros comenta: “Hay menores que tienen que ir ahora a Guyana, y las familias tienen que acompañarlos. Un país extraño, donde no hablan español. Es muy complicado”.

Tiene tiempo para conversar, porque ahora “ya casi no viene nadie”.

Con él coincide Maritza, propietaria de una casa de rentas en la vecindad. “Desde que cerraron la embajada todo ha decaído. En estos meses de mayo y junio prácticamente no hemos tenido alquiler, y todos los vecinos se quejan igual. Porque también venían personas de Estados Unidos para acompañar a sus familiares, y rentaban como turistas”.

Hay baja igualmente en las cafeterías y otros negocios. “Esta política nos afecta a los cubanos, a los que estamos ganándonos la vida. A todos, a los que están mejor y a los que no”.

Una hermana suya vive en Miami. A su madre, que reside en La Habana, se le vence pronto el visado por cinco años, y le ha dicho que va a tener que dejar de ir a la Florida, “porque es muy costoso el proceso ahora, y además no está garantizado que después de hacer ese viaje le vuelvan a dar la visa”.

Las relaciones entre cubanos de una y otra orilla del Estrecho de la Florida, que se habían facilitado en los últimos años, vuelven a ser un terreno accidentado.

Maritza lo cree así. “Si todo se hace más difícil, la gente, las familias, se pueden ver menos. Esta situación afecta a todos, a los que viven aquí, y a los de allá”.

Maritza, propietaria de una casa de rentas en la vecindad próxima a la Embajada de Estados Unidos en La Habana

 Cubanos que planeen ir a Guyana.

Una visa de no-migrante puede ser solicitada en cualquier consulado estadounidense

 La Habana, el parque cercano a la embajada de EE.UU

 

Una visa de no-migrante puede ser solicitada en cualquier consulado estadounidense